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Full text of "Instituciones poéticas, con un discurso preliminar en defensa de la poesia, y un compendio de la historia poética ó mitologia, para inteligencia de los poetas"

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.CJ) 


I 


INSTITUCIONES  POÉTICAS, 

CON  UN  DISCURSO  PRELIMINAR 
EN      DEFENSA 

IDJE  JLJL  fomsijl: 

Y  UN  COMPENDIO 

DE  LA  HISTORIA  POÉTICA 

ó      I\I  I  T  o  L  o  G  I  A, 

PARA  INTELIGENCIA  DE  LOS  POETAS. 

POR  DON  SANTOS  DIEZ  GONZÁLEZ, 

C^UEDrAtiCO      DK      POKTÍc.-I     DR     l^OS     KSTUniQS 
REj-íLB-S    JDE    MADRIJD. 

PARA  USO  DE    LOS  MISMOS   ESTUDIOS   REALES, 

Ergo  fungar  vice  cotls  ,  acutum 

Reddere  quse   ferrum  valet  ,  ejisors  ipsa  secandi. 
Munus  ,  &  officium  ,  nil  scribens  ¡pse  ,  docebo^ 
Unae  parentur  opes^quid  alat ,  formerque  Poetam; 
Quid  deceat,  quid  non  j  quu  virtus,  quo  ferac error, 

(  Horat.  aU  Fis.  ) 


MADRID    MDCCXCIU. 
EN  LA  OFICINA  DE  D.  BEMTO  CANO. 

Se  baila' á  en  las  Librerías  da  Qui^ogOy  calle  de  la 
Co'^cepcion  Geróntma  f  y  de  Runx ,  culíe  de  la 
Cruz, 


g!R11240 


(III) 

AL    LECTOR. 


jtL  vista  de  tantos  y  tan  hue- 
llos Libros  de  Poética  parecerán  acaso 
superfluas  estas  Instituciones,  'El  mis- 
mo reparo  le  ocurrió  al  Padre  Jac- 
quier  (i)  al  escribir  las  suyas  de 
Filosofía,  Pero  así  como  ese  reparo 
no  fué  suficiente  para  retraer  de  su 
intento  á  aquel  Filósofo ;  tampoco  debe 
serlo  para  que  yo  desista  del  mió, 
por  quanto  me  favorecen  las  mismas 
razones  que  tuvo  presentes  aquel  sa- 
bio Escritor.  Es  cierto  que  hay  mu- 
chos y  buenos  Libros  de  Poética  ^  pe~ 

ro 

(i)/   Instit.  Philosoph.  t.  I.  en  el  PróIogQ. 

As 


(IV) 

ro  también  lo  es ,  que  en  unos  se  tra- 
tan las  materias  de  Poesía  con  de- 
masiada concisión  y  sutileza^  en  otros 
con  excesiva  prolixidad  -^  y  en  otros 
no  se  tratan  todas  ,  sino  determina- 
damente alguna  ,  según  el  objeto  par^ 
ticular  que  se  propuso  cada  Autor, 
De  manera  que  siendo  esta  especie 
de  Libros  (  en  dictamen  del  citado 
Jacquier  )  mas  á  propósito  para  los 
Maestros  que  para  los  Discípulos:^ 
hadan  falta  unas  Instituciones  Poé- 
ticas en  castellano ,  breves  ,  claras 
y  fáciles  en  que  los  'Jóvenes  tuvie- 
sen recopilada  la  doctrina  mas  útil 
y  precisa ,  que  no  hallarían  sino  en 
grandes  volúmenes  ,  ó  dividida  y  es- 
parcida en  Obras  de  diferentes  Es- 
critores ,  y  en  diversas  lenguas. 

Este  es  un  buen  medio  de  faci- 
litar á  los  principiantes  la  entrada 
á  una  Facultad  en  que  puedan  ex- 
playarse ,  quando  con  el  auxilio  de 
otras  ciencias  y  aumento  de  conoci- 
mientos se  hallaren  en  disposición  de 

am- 


(V) 

amplificar  ¡as  ¿menas  ideas  que  ad^ 
qidrieren  con  estos  rudimentos.  La  di- 
ficultad y  poco  fruto  que  he  expe- 
rimentado en  los  'jóvenes  ,  quando  se 
¡es  obliga  al  estudio  de  la  Poética 
en  Libros  Latinos  ,  me  ha  hecho  pre- 
ferir la  Lengua  Castellana  ,  la  que 
por  igual  experiencia  he  conocido  ser 
¡a  mas  acomodada  y  ventajosa  para 
nuestro  fin  ^  sin  que  por  eso  quede 
abandonado  el  uso  de  la  Lenq-ua  La- 
tina  ,  que  deberá  continuar  en  va- 
rias composiciones  .^  y  en  la  lección^ 
interpretación  y  estudio  de  ¡os  Poetas 
clásicos  que  han  de  servir  de  mo- 
delos. 

Para  estas  Instituciones  no  tuve 
por  acertado  el  aventurarme  á  for- 
mar un  plan  nuevo  ^  porque  yo  ,  en 
lugar  de  intentar  satisfacer  á  una 
vanidad  rid¿cu¡a  ,  solo  he  procurado 
la  utilidad  de  los  jóvenes  para  quienes 
•escribo.  T  asi  he  adoptado  el  de  las 
Instituciones  en  Latin  de  Juvencio^ 
Escritor  muy  versado  en  los  Poetas^ 

A3  y 


(VI) 

y  buen  intérprete  de  Aristóteles ^'va- 
¿iéndome  de  su  doctrina  con  la  liber- 
tad de  reformar  ,  omitir  y  añadir  to- 
do quanto  me  ha  parecido  convenien- 
te.  También  he  tenido  delante  otros 
Libros  ,  que  cito  quando  me  aprove- 
cho de  sus  luces  5  y  si  no  los  nombro 
todos ,  ó  en  todas  partes  ,  no  ha  si- 
do por  apropiarme  ruinmente  elfru- 
tro  del  trabajo  ageno  ^  sino  porque 
nada  he  hallado  en  ellos  que  no  sea 
muy  común  ,  ó  que  no  pueda  ocurrir 
á  qualqiiiera  hombre  de  mediano  dis- 
cernimiento. 

Divídese  la  Obra  en  seis  Libros j 
y  cada  Libro  en  capítulos  y  seccio- 
nes. En  el  Libro  I.  se  trata  de  la 
Poesía  en  general  :  en  el  II.  de  la 
Epopeya  :  en  el  III.  de  la  Poesía 
Dramática  en  general :  en  el  IF.  de 
¡a  Poesía  Dramática  en  particular^ 
esto  es ,  de  la  Tragedia  ^  de  la  Tra^ 
gedia  Urbana  ^  de  la  Tragicomedia^ 
de  la  Comedia  ;  de  la  Opera  y  otros 
Dramas  ,  exponiendo  la  buena  ó  ma- 
la 


(VII) 

la  forma  ,  naturaleza  y  abusos  de 
cada  uno.  En  el  Libro  V.  se  trata 
de  los  Poemas  menores'^  y  en  el  VI.  de 
la  Historia  Poética  ó  Mitología^ 
que  aunque  no  es  Poesía ,  es  parte 
de  las  instituciones ,  en  quanto  con' 
viene  para  leer  con  inteligencia  los 
Poetas.  T  viendo  freqUentemente  que 
muchos  'Jóvenes  ,  mal  aconsejados 
por  personas  sin  talento ,  ó  preocu- 
padas contra  la  Poesía ,  se  retraen 
del  estudio  de  este  precioso  ramo  de 
las  Buenas  Letras  ,  en  perjuicio  de 
sus  ulteriores  adelantamientos  ,  y 
buen  gusto  en  las  demás  ciencias  ^  y 
por  otra  parte  confiando  mas  en  la 
autoridad  agena  que  en  mi  propia 
opinión  ^  he  puesto  un  Discurso  pre- 
liminar en  defensa  de  la  Poesía ,  que 
escribió  en  el  año  de  1^06  el  Abate 
Masieu  ,  y  se  halla  en  la  Colección 
de  Memorias  de  la  Academia  Real 
de  Inscripciones  y  Buenas  Letras  de 
París,  tomo  2.  en  4.  mayor ^pag.  i^i. 
edición  del  año  de  iT'iT'. 

A  4  Es- 


( VIH ) 

Esta  es  en  suma  la  noticia  de 
las  Instituciones  Poéticas  que  ofrez- 
co con  deseo  de  que  sean  útiles  á  los 
Jóvenes, 


Erratas.  .  . 

pág. 

.  «  línea.  ■ 

■ 

Aha  !  .  .  . 

159. 

.  .  19.  .  . 

.  Ah! 

Artninda.  . 

000. 

.  .  00.  .  , 

.  Armida 

artificio.  .  . 

166. 

.  .  26.  . 

.  artifizio 

cre^ce.    .    . 

158. 

.  .  30.  .  . 

.  crescer 

disiin.  .  .  . 

159. 

.  .   18.  .  . 

.  destín 

Ercule.   .  . 

ibi. 

.  .  29.  .  . 

.  Ercole 

nemioco.    . 

169. 

.  .  14.  . 

.  nemico 

obggetto.  . 

158. 

.  .  23.  . 

.  oggetto 

quel  puó.  . 

166. 

.  .   15.  . 

.  queichepuó 

Ruscelleto. 

158. 

.  .  26.  . 

.  Ruscelletto 

tgli.    .    .    . 

166, 

.  .  23.  , 

.  .  togli 

DIS- 


(IX) 

.     DISCURSO  PRELIMINAR. 
DEFENSA  DE  LA  POESÍA, 


I.  JlíI  modo  con  que  varían  los 
hombres  en  sus  juicios  es  una  de  las 
pruebas  eficaces  de  la  incertidum- 
bre  que  se  halla  en  las  ideas  que 
forman  de  las  cosas.  No  tan  solo  una 
persona  misma  en  diferentes  tiem- 
pos piensa  con  variedad  sobre  un 
objeto  mismo ,  sino  que  parecen  es- 
tar también  sujetas  á  esta  incons- 
tancia las  ideas  de  Naciones  enteras. 
Admírase  qualquiera  mucho  de  que 
lo  que  se  hallaba  generalmente  re- 
cibido en  una  Nación,  no  tenga  apre- 
cio después  de  algunos  años.  Lo  que 
en  un  tiempo  da  lustre ,  y  es  qua^ 
lidad  recomendable  ,  suele  en  otro 
tenerse  por  cosa  baxa ,  y  acreedora 
á  ser  desechada  con  motivo. 

Ca- 


(X) 

2.  Casi  todas  las  Artes  sucesi- 
vamente han  experimentado  la  dis- 
posición que  hay  en  los  hombres 
para  fastidiarse  de  las  cosas ,  y  sus- 
tituir unas  á  otras :  aunque  no  sé  si 
ha  habido  alguna  que  haya  sufrido 
mas  esta  volubilidad  inconstante,  que 
la  Poesía.  En  unos  sipülos  se  ha  visto 
triunfante;  y  en  otros  abatida  y  hu- 
millada. Sesenta  años  ha  que  baxo 
el  ministerio  de  uno  de  los  talentos 
mayores  que  jamas  ha  producido  la 
Francia,  se  vio  entre  nosotros  la  Poe- 
sía en  el  punto  mas  elevado  de  su 
gloria.  Hacíase  un  distinguido  apre- 
cio de  los  que  la  cultivaban ,  pro- 
porcionándoles ella  ascensos  á  Dig- 
nidades ,  y  conduciéndolos  al  logro 
de  grandes  riquezas.  Parece  que  ya 
en  el  día  se  ha  amortiguado  aque- 
lla viva  pasión.  No  se  ve  que  haga 
mucha  impresión  en  los  ánimos  el 
mérito  de  los  Poetas ,  y  es  muy  cor- 
to el  número  de  los  que  pueden  ci- 
tarse ,  á  quienes  haya  ensalzado  6 
enriquecido  el  trato  con  las  Musas. 

Y 


(XI) 
3»  Y  aun  hoy  no  se  contentan 
solo  con  despreciar  la  Poesía ,  sino 
que  también  Ja  condenan  :  y  siendo 
nosotros  mas  rígidos  ,  y  acaso  menos 
virtuosos  que  nuestros  padres,  acu- 
samos de  entretenimiento  perjudicial 
y  frivolo  lo  que  miraban  ellos  co- 
mo un  Arte  honesto  y  útil.  Cierto 
Ministro  (i) ,  protestante  ,  de  distin- 
guido mérito  ,  hijo  de  uno  de  los 
mayores  Críticos  del  siglo  último,  y 
hermano  de  una  Señora  ,  que  hace 
honor  á  su  sexo  y  á  la  Francia,  tan- 
to por  su  bello  ingenio ,  como  por 
su  erudición ,  publico  pocos  años  ha 
tin  largo  tratado  para  probar  que 
la  Poesía  ,  no  solo  es  inútil  ,  sino 
peligrosa.  Un  Monge  Benedictino, 
bien  conocido  por  sus  escritos  ,  da 
bastante  á  entender,  que  en  este  pun- 
to es  de  la  misma  opinión  que  di- 
cho Ministro  protestante  :  y  aunque 
procede  con  mas  tiento  ,  y  parece 

dis- 

(/)     M.  Le  Febre,  que  después  adjuró  su  secta. 


distinguir  dos  clases  de  Poesía,  una 
buena  ,  y  otra  mala,  es  evidente  que 
los  principios  en  que  se  funda,  prue- 
ban lo  mismo  contra  la  una  que  con- 
tra la  otra.  Pero  por  grande  que 
sea  en  la  República  Literaria  la  au- 
toridad de  estos  dos  sabios  ,  es  me- 
nester confesar  ,  que  en  otro  tiempo 
la  Poesía  tuvo  un  Antagonista  mas 
temible  ,  como  no  negarán  ellos  mis- 
mos. Tienen  en  la  antigüedad  un 
Patrono  ilustre  de  su  opinión.  En 
una  palabra  :  Piaton  fué  del  mismo 
parecer  que  ellos.  Este  grande  hom- 
bre ,  cuyas  obras  han  admirado  en 
todos  tiempos ,  y  son  hoy  las  deli- 
cias de  algunas  pocas  personas  es- 
cogidas ,  reprueba  la  Poesía  ,  y  des- 
tierra de  £u  ideada  República  los 
Poetas,  i  Será  forzoso  que  callemos 
después  de  haber  hablado  un  hom- 
bre tan  insigne  ?  ¿  Nos  será  permi- 
tido examinar  (  guardando  la  aten- 
ción debida  á  un  ingenio  de  primer 
orden  )  si  su  opinión  particular  en 
^l  presente  asunto  debe  prevalecer 

con- 


( :^iíi ) 

contra  el  común  sentir  de  los  demás 
hombres  ? 

4.  Habiendo  leído  con  reflexión 
lo  que  se  ha  escrito  contra  la  Poe- 
sía ,  hallo  que  los  defectos  que  la 
imputan  ,  se  r;:ducen  á  dos  principa- 
les :  es  á  saber  ,  á  desconcertar  el 
entendimiento  y  corromper  el  cora- 
zón. Permitidme  ,  Señores  [habla  con 
los  Académicos  de  Inscripciones  y 
Buenas  Letras)^  que  procure  justi- 
ficar de  estas  dos  acusaciones  á  una 
parte  de  las  Buenas  Letras,  que  ha 
sido  tenida  siempre  por  la  mas  agra- 
dable ,  y  de  la  qual  os  servís  en 
las  nobles  tareas  á  que  por  órdenes 
Reales  estáis  dedicados,  para  que 
os  suministre  conceptos  sublimes, 
y  expresiones  muchas  veces  las  mas 
enérgicas. 

5.  Se  alega ,  pues,  contra  la  Poe- 
sía ,  que  produce  tres  efectos  muy 
dañosos  al  entendimiento  :  lo  prime- 
ro ,  le  acostum.bra  á  lo  fabuloso^  lo 
segundo  le  hace  fruslero  y  afemi- 
nado 5  y  lo  tercero ,  le  infunde  fas- 

ti- 


(XIV) 
tidio  y  aversión  á  los  estudios  se- 
rios y  útiles  ,  haciéndole  casi  inca- 
paz de  una  instrucción  sólida  y  pro- 
funda. La  Poesía  ,  dicen ,  no  pre- 
senta ai  entendimiento  por  todas  par- 
tes mas  que  falsedades  ,  ni  le  ali- 
menta sino  con  fábulas  y  chimeras. 
Digo  que  es  innegable  que  se  vale 
de  la  apariencia  de  la  mentira  ^  pe- 
ro esto  lo  hace  con  el  fin  de  atraer 
los  hombres  á  la  verdad.  Qualquie- 
ra  que  esté  algo  iniciado  en  los  mis- 
terios de  este  Arte ,  no  puede  igno- 
rar que  las  ficciones  de  que  ha- 
ce uso ,  son  como  otras  tantas  alego- 
rías. Todos  saben  que  hay  dos  mo- 
dos de  enseñar  la  verdad  :  uno  ocul- 
to y  misterioso  5  otro  sencillo  y  des- 
cubierto. Y  aunque  los  antiguos  eran 
extremadamente  apasionados  del  pri- 
mero ,  nosotros  hemos  adoptado  el 
segundo.  Creamos  enhorabuena  que 
este  es  el  mejor ,  porque  es  el  nues- 
tro ^  pero  sin  que  preceda  un  juicio- 
so examen  ,  no  reprobemos  el  que 
se  halla  autorizado  por  el  uso  de  la 

par- 


(XV) 
parte  mas  sana  de  la  antigüedad.  Es 
constante  que  en  aquellos  primitivos 
tiempos  los  Escritores  mas  insignes 
en  todas  materias  tenian  gusto  de 
disfrazar  su  doctrina  con  ingeniosas 
y  agradables  ficciones  ,  siendo  este 
uso  común  á  los  Autores  profanos 
y  sagrados ,  como  se  ve  en  la  Es- 
critura Santa,  que  está  llena  de  pa- 
rábolas y  figuras.  Aquel  que  por 
esencia  es  la  misma  Verdad ,  no  se 
desdeñó  de  usar  muchas  veces  esta 
manera  de  hablar  para  que  le  en- 
tendiesen los  hombres  :  de  lo  qual 
se  infiere  ,  que  no  hay  razón  para 
culpar  á  los  primeros  Poetas  por 
haber  preferido  á  qualquiera  otro 
este  estilo  ^  pues  en  eso  no  hicieron 
mas  que  conformarse  cada  uno  con 
el  gusto  de  su  respectivo  tiempo ,  y 
seguir  el  uso  que  estaba  mas  comun- 
mente recibido. 

6.  Si  se  averigua  la  causa  de  la 
propensión  que  tuvieron  á  las  ale- 
gorías y  ficciones  ,  se  hallará  que 
fué  un  grande  conocimiento  de  la  na- 

tu- 


(XVI) 
turaleza.  Efectivamente  ,  por  poco 
que  observemos  á  los  hombres,  des- 
cubrimos en  ellos  una  oculta  aver- 
sión á  la  verdad ,  especialmente  quan- 
do  ella  toca  á  sus  pasiones ,  y  hiere 
las  partes  mas  flacas  y  resentidas  de 
su  corazón.  Al  paso  que  aborrecen 
la  verdad  ,  al  mismo  paso  aman  la 
mentira  :  de  lo  qual  nace  aquella  in- 
clinación natural  que  tienen  á  las  fá- 
bulas y  cuentos.  Por  mas  graves  que 
nos  mostremos  ,  todos  somos  niños 
en  este  asunto.  Muchas  veces  un 
enlace  de  aventuras  extravagantes  y 
ridiculas  ,  nos  arrebata  con  mas  fuer- 
za ,  y  fixa  nuestra  atención ,  que  el 
mas  juicioso  discurso.  Los  primeros 
Poetas ,  que  también  fueron  los  pri- 
meros Filósofos  ,  observaron  estas 
dos  disposiciones  del  corazón  huma- 
no,  y  se  hicieron  cargo  de  que  en 
vano  intentarian  mudarlas  ,  creídos 
de  que  el  único  recurso  que  les  que- 
daba era  el  de  sacar  un  bien  de  un 
mal  irremediable:  y  por  consiguiente 
se   acomodaron  á  nuestra   flaqueza 

vien- 


( XVÍI ) 
viendo  la  imposibilidad  de  hacer  otra 
cosa  mejor  5  y  para  irnos  condu- 
ciendo al  fin  que  deseaban,  nos  mos- 
traron lo  falso  en  la  apariencia ,  y 
verdadero  en  la  substancia. 

*r.  Este  arbitrio  tenia  también 
la  ventaja  de  ir  unido  á  un  cierto 
ayre  de  misterio,  cosa  la  mas  pro- 
pia para  meter  en  curiosidad  á  los 
hombres.  Si  se  les  quiere  infundir  el 
deseo  de  averiguar  una  cosa  hasta 
apuraría,  es  un  medio  casi  seguro  el 
que  sospechen  que  se  les  oculta.  Los 
velos  con  que  los  Poetas  cubrían  su 
doctrina  eran  un  incentivo  par-a  que 
los  Lectores  se  empeñasen  en  des- 
cubrir verdades  ,  que  ni  siquiera  ha- 
brían mirado  ,  si  se  les  hubiesen  pre- 
sentado claras  y  sin  rebozo. 

8.  En  fia  ,  daba  gusto  y  lison- 
geaba  este  modo  al  amor  propio  de 
los  Lectores,  dándoles  motivo  á  pen- 
sar que  algo  se  fiaba  de  su  penetra- 
ción el  Escritor.  Es  naturalmente 
presumido  el  entendimiento  del  hom- 
bre. No  gusta  que  se  le   presenten 

B  muy 


( XVIII ) 

muy  de  claro  en  claro  los  objetoSy 
porque  sospecha  que  se  desconfia  de 
sus  luces  5  y  quiere  que  algo  se  con- 
fie á  su  diligencia ,  y  se  le  dexe  que 
discurrir  y  adivinar.  Encontraba  sa- 
tisfacción en  aquellas  alegorías  que 
le  abrian  ancho  campo  á  las  con- 
jeturas ,  en  las  quales  se  adelantaba 
muchas  veces  pasando  mas  allá  de 
la  raya  que  se  habian  fixado  los  Poe- 
tas. Lograba  en  esto  su  ganancia  la 
verdad  ,  que  se  dexaba  ver  á  las 
claras  ,  y  de  esta  .suerte  la  lisonjera 
complacencia  que  resultaba  de  estos 
descubrimientos  se  hallaba  unida  á 
una  utilidad  sólida.  Así  es  como  los 
primeros  Poetas  se  valieron  de  las 
pasiones  del  hombre  para  corregir- 
lo 5  y  buscaron  el  remedio  en  el  mis- 
mo mal.  Por  esta  razón  Homero, 
quien  mejor  que  otros  conoció  el  co- 
razón humano,  esparció  en  sus  Obras 
una  infinidad  de  alegorías  ,  cuyo 
sentido  hemos  llegado  á  penetrar 
bien  en  las  mas  principales.  No  hay 
quien  ignore  que  aquella  prodigiosa 

ca- 


(  XIX  ) 

cadena  de  oro  con  que  Júpiter  se 
gloría  sostener  el  cielo  ,  tierra,  Dio^ 
ses  ,  y  hombres  ,  significa  la  infi- 
nita distancia  que  hay  entre  todas 
las  criaturas  juntas  y  ei  Ser  supremo^ 
que  las  competencias  y  disensiones 
interminables  de  los  Dioses  nos  re- 
presentan aquella  guerra  y  oposi* 
cion  que  hay  entre  los  principios  ele- 
mentales de  que  constan  todos  los 
cuerpos  ^  que  los  vientos  encerrados 
en  aquellos  cueros  ,  que  tan  cuida- 
dosamente Uiyses  ocultaba  á  los  su- 
yos 5  no  son  otra  cosa  que  los  secre- 
tos de  Estado ,  que  no  debe  saber  el 
pueblo  ^  y  que  las  Sirenas  que  con 
la  suavidad  de  su  canto  atraían  los 
Navegantes  al  peligro  ^  y  Circe  que 
con  sus  hechicerías  los  transforma- 
ba en  brutos ,  son  unas  pinturas  sen- 
cillas de  la  sensualidad  que  atrae 
y  embrutece  al  hombre.  Si  hay  otras 
que  no  entendamos  hoy ,  no  culpe- 
mos á  este  gran  Poeta  que  de  todos 
era  entendido  en  su  tiempo  ^  antes 
al  contrario  ,  temamos  que  en  esto 
B  2  no 


(XX) 
no  haya  de  nuestra  parte  mas  igno- 
rancia ,  que  culpa  de  la  suya.  Sea- 
mos dóciles ,  á  lo  menos  en  conocer 
que  su  intención  fué  ocultar  algún 
cierto  sentido,  baxo  de  estas  aparien- 
cias ^  y  no  que  se  entendiesen  üte-^ 
raímente  unas  aventuras  y  sucesos, 
Guva  falsedad  era  tan  manifiesta. 
Los  Poetas  que  le  sucedieron  se  for- 
maron por  un  modelo  tan  grande 
como  fué  él  :  y  así  escondieron  en- 
tre ficciones  casi  todos  los  arcanos 
de  la  Teología  ,  de  la  Moral,  y  de 
la  Física.  Pero  al  mismo  tiempo  que 
se  servian  de  estas  ficciones ,  no  tu- 
vieron otro  objeto  que  la  verdad, 
tomando  siempre  por  regla  funda- 
mental de  su  Arte,  aquella  importan- 
te máxima,  que  uno  de  ellos  ha  ex- 
presado muy  bien  en  los  siguientes 
versos. 

Ricnfi'est  beau  que  le  'vrai,  le  vrai  seul  est  aimabU. 
II  doit  regner  par  tout  ,  ü  méme  dans  la  fable. 

?"  9.     En  segundo  lugar  dicen  que 
la  Poesía  despoja  de  su  actividad  y 

vir- 


(XXI) 
virtud  al  entendimiento.  No  es  po- 
sible ,  afirman  ,  que  una  persona  ata- 
da y  sujeta  á  la  mensura  y  conso- 
nantes ,  ó  embebida  en  el  dulce  so- 
nido de  las  palabras  y  suavidad  de 
los  números  ,  pueda  elevar  ^su  en- 
tendimiento á  objetos  grandes.  Este 
modo  de  argüir  nos  da  motivo  á  que 
dudemos,  si  los  que  lo  usan,  han  lle- 
gado por  ventura  á  comprehender 
bien  la  naturaleza  de  la  Poesía.  Por 
poco  que  la  conociesen,  sabrian  que 
principalmente  consiste  en  aquel  fa- 
moso entusiasmo  que  arrebata  y  ele- 
va la  mente  del  Poeta ,  quien  im- 
pelido de  aquella  divina  llama,  atre- 
pella con  todo  quanto  encuentra  por 
medio  ,  no  siendo  para  él  la  men- 
sura y  los  consonantes  sino  unos 
obstáculos  vanos.  Si  en  los  primeros 
ímpetus  ,  y  hallándose  el  entendi- 
miento en  su  estado  natural ,  encuen- 
tra indóciles  y  rebeldes  aquellas  dos 
ataduras^  en  el  momento  que  se  sien- 
te agitado  y  encendido  del  entusias- 
mo ,  las  domina  de  modo  que  por  sí 

13  q  mis- 

o 


( XXII ) 
mismas  se  van  espontáneamente  co- 
locando baxo  el  yugo  de  la  razón: 
y  en  vez  de  embarazarla  y  enfla- 
quecerla ,  la  socorren  y  fortifican^ y 
esto  es  quizá  lo  mas  maravilloso  que 
tiene  la  Poesía. Demás  de  eso,  aunque 
se  mire  sujeta  á  leyes  muy  severas, 
no  solo  habla  sin  embarazo  ,  como  la 
prosa ,  de  todo  quanto  puede  llenar 
la  oración  ,  sino  que  habla  con  una 
sublimidad  y  energía  ,  á  que  no  pue- 
de arribar  el  discurso  suelto.  Por  eso 
vemos  que  los  Maestros  mas  hábiles 
en  el  arte  de  pensar  han  mirado 
siempre  la  Poesía  como  la  mejor  es- 
cuela en  que  aprenderle  :  y  nada  en- 
cargan tanto  como  la  lectura  de  los 
Poetas,  especialmente  la  de  Homero. 
Aristóteles  lo  propone  por  modelo 
á  qualquiera  que  desea  escribir  bien: 
y  lo  coloca  superior  á  quantos  Es- 
critores ha  habido  ,  ya  sea  en  quan- 
to á  los  pensamientos,  ó  ya  en  quan- 
to al  modo  de  expresarlos.  Sus  obras 
(  si  creemos  á  Cicerón  )  nunca  pue- 
den estar  Ue  sobra  en  manos  de  los 

que 


(XXIII) 

que  aspiran  á  ser  verdaderamente 
eloqüentes  ^  y  en  sentir  de  este  Au- 
tor tan  entendido  ,  sin  embargo  de 
lo  prodigiosas  que  eran  las  disposi- 
ciones de  Homero  para  la  Poesía, 
mas  era  Orador  que  no  Poeta.  No 
se  puede  leer  sin  asombro  lo  que  de 
él  dice  Quintiliano,  pintándole  co- 
mo un  hombre  que  dilató  los  lími- 
tes del  entendimiento  humano ,  po- 
seyó las  ideas  de  todos  los  modos  de 
escribir ,  y  nos  presentó  en  sus  es- 
critos exemplos  de  quantas  diferen- 
tes bellezas  pueden  entrar  en  la  com- 
posición de  una  Obra.  Longino  lo 
cita  á  cada  paso  ^  y  mas  tomó  de 
sus  escritos  que  de  todos  los  Autores 
juntos.  Nos  tendrían  por  vanos  si 
presumiésemos  tener  mas  inteligencia 
en  lo  sublime  que  Aristóteles  ,  Lon- 
gino ,  Cicerón,  y  Quintiliano  5  y  es 
cierto  que  estos  Críticos  de  primer  or- 
den estaban  persuadidos  que  era  me- 
nester buscar  modelos  del  estilo  su- 
blime en  los  Poetas.  En  efecto  ¿  dón- 
de podrán  halla j^^e  con  mas  fre- 
B  4  qücn- 


(  XXIV ) 
qüencia  que  en  los  escritos  deHomero 
y  de  Virgilio ,  de  Sófocles  y  de  Eu- 
rípides ,  de  Píndaro  y  de  Horacio  ,  y 
aun  (  si  me  fuera  permitido  añadir 
aquí  ios  nombres  que  al  lado  de  aque- 
llos van  caminando  verisímilmente  á 
la  posteridad  mas  remota  )  de  Mal- 
herbe  y  de  Racan ,  de  Corneiile  y 
de  Racíne  ?  ¿  Por  ventura  no  se  ve 
patente  en  sus  Obras  todo  lo  mas 
grande  y  portentoso  que  ha  conce- 
bido el  entendimiento  humano?  ¿Po- 
demos acaso  fixar  nosotros  los  ojos 
en  los  magníficos  rasgos,  y  arro- 
gantes conceptos  de  que  están  lle- 
nos, sin  sentirnos  como  animados  de 
su  entusiasmo  ,  y  sin  experimentar 
que  la  elevación  y  la  nobleza  de  sus 
pensamientos  se  derraman  sobre  nues- 
tro espíritu.  Pero  si  pasamos  de  la 
Poesía  profana  á  la  sagrada  ,  si  pa- 
ramos la  atención  en  los  dos  cánti- 
cos de  Moyses  ,  y  en  los  Salmos 
i  qué  efectos  no  producirá  en  nos- 
otros aquella  multitud  de  imágenes 
tan  bellas  y  animadas,  que  por  todas 

par- 


(XXV) 
partes  se  nos  presentan  ?  Los  ríos 
que  retroceden  acia  su  nacimiento^ 
los  mares  que  se  abren  y  se  apar- 
tan f  los  collados  que  se  estremecen; 
los  montes  que  se  derriten  como  si 
fuesen  de  cera  ,  y  desaparecen  ;  el 
cielo  y  la  tierra  que  con  un  respe- 
tuoso silencio  escuchan  toda  la  na- 
turaleza conmovida  y  agitada  en 
presencia  de  su  Criador  ,  son  las  co- 
sas mas  sublimes  que  hasta  ahora 
se  han  dicho.  ¿  Quién  no  se  hallarla 
sorprehendido  á  la  vista  de  estas 
grandes  im.ágenes  ?  ¿  Qué  medio  mas 
propio  para  mover  el  alma  de  su 
ordinaria  situación  ,  y  elevarla  so- 
bre ella  misma  ?  ¿  Qué  tesoros  no 
pueden  sacarse  de  estas  minas  á  po- 
co que  se  sepa  cultivarlas  ?  ¿  Qué 
manantial  no  es  este  de  conceptos 
sublimes  y  de  expresiones  magnífi- 
cas ?  Venimos  ,  pues,  á  concluir,  que 
sin  fundamento  se  imputa  á  la  Poe- 
sía el  abatir  el  entendimiento,  quan- 
do  acaso  con  mayor  razón  ss  la  pu- 
diera achacar  que  lo  eleva   dema- 


(  XXVI ) 

siado.  Pero  aun  en  esto  mismo  sabe 
ella  ponerse  límites  ,  y  detenerse  á 
la  mitad  de  su  rápido  vuelo  ,  man- 
teniéndose cuerda  aun  en  medio  de 
sus  ímpetus.  Entre  sus  principales 
reglas  tiene  la  de  que  el  cuidado 
de  evitar  los  excesos  nunca  sobra. 
A  excepción  de  algunos  géneros  de 
Poesía,  cuyo  particular  carácter  exi- 
ge que  el  Poeta  se  abandone  á  su 
genio  sin  reparo  ni  temor  alguno, 
en  todos  los  demás  reprime  de  in- 
tento sus  fuerzas  :  y  no  caminando 
sino  hasta  el  punto  preciso,  nos  en- 
seña lo  que  nos  es  lícito ,  y  lo  que 
nos  es  prohibido. 

lo.  Pero  á  lo  menos ,  replican, 
se  opone  la  Poesía  al  saber ,  porque 
sus  atractivos  quitan  la  aplicación  á 
los  demás  estudios  ,  que  aunque  no 
tan  deleytables  ,  sin  embargo  son 
mas  sólidos.  Ocupado  un  Poeta  en 
sus  Obras  ,  y  embelesado  con  ellas, 
no  tiene  ni  voluntad ,  ni  tiempo  de 
pensar  en  cosas  profundas  5  y  todo 
lo  que  no  es  Poesía  le  parece  nada. 

No 


(  XXVII ) 
No  se  puede  negar  que  la  Poesía 
tiene  cosas  que  distraen  ^  y  que  en- 
tre el  crecido  número  que  hay  en 
el  mundo  de  Autores  de  toda  espe- 
cie, ningunos  mas  que  los  Poetas  de- 
ben precaverse  de  las  ilusiones  del 
amor  propio ;  pero  esto  no  quita  que 
puedan  y  deban  gustar  de  las  ven- 
tajas de  las  otras  ciencias.  No  solo 
no  es  imposible  que  un  Poeta  sea 
sabio  ,  sino  que  es  necesario  que  lo 
sea.  Todos  los  que  prescriben  reglas 
para  la  eloqüencia  piden  en  el  Ora- 
dor una  erudición  portentosa.  Quie- 
ren que  sea  profundo  en  la  Juris- 
prudencia, en  la  Filosofía,  en  la  His- 
toria ,  en  la  Fábula  ,  en  la  Crono- 
logía ,  en  la  Geografía ,  y  aun  aña- 
de Quintiliano  ,  en  la  Geometría  y 
en  la  Música.  Si  toda  esta  instruc- 
ción es  necesaria  á  un  Orador ,  mu- 
cho mas  lo  es  á  un  Poeta  ^  porque 
rara  vez  sucede  que  algunas  de  es- 
tas ciencias  tengan  lugar  en  la  de- 
fensa de  un  pleyto  ,  ó  en  una  aren- 
ga 5  siendo  así  que  casi  todas  entran 

sin 


(XXVIII) 
sin  violencia  en  un  Poema  por  redu- 
cido que  sea.  Las  Obras  de  los  Poe- 
tas mas  célebres  que  se  han  conoci- 
do 5  manifiestan  efectivamente  que 
eran  muy  instruidos.  Y  á  la  verdad 
I  quánta  sabiduría  no  tenia  aquel 
gran  Poeta  que  ha  sido  el  Padre  de 
todos  los  demás  ,  y  que  en  la  opi- 
nión de  todos  los  siglos  es  el  pri- 
mero en  el  orden ,  así  del  tiempo, 
como  del  mérito  ?  Enterado  á  fundo 
de  quanto  pertenece  al  corazón  hu- 
mano ,  á  la  estructura  del  cuerpo, 
al  carácter  y  costumbres  de  las  Na- 
ciones ,  á  la  situación  y  qualidades 
de  Paises  diversos ,  á  las  propieda- 
des de  los  animales ,  al  fiuxo  y  re- 
fluxo  del  mar ,  á  la  naturaleza  y 
movimiento  de  los  astros ,  al  origen 
y  curso  de  los  rios ,  á  los  secretos 
de  las  Artes  ,  tanto  liberales  ,  como 
mecánicas ,  parece  que  nada  ignoró 
de  quanto  el  hombre  puede  apren- 
der 5  y  que  su  sabiduría  no  tuvo 
otros  límites  que  los  del  Universo. 
Si  no  eran  tan  vastas  las   luces  de 

Vir- 


( XXIX ) 

Virgilio  ,  con  todo  eso  no  dexaban 
de  ser  muy  extensas.  ¿  Qué  noticias 
no  tenia  de  la  agricultura ,  quando 
acerca  de  ella  nos  ha  dado  tan  bue- 
nas reglas?  de  las  antiguas  costum- 
bres de  la  Italia ,  que  pintó  con  tan- 
ta exactitud  ?  de  las  ceremonias  y 
misterios  de  la  Religión  Gentílica, 
de  la  que  nos  ha  dexado  los  mo- 
numentos mas  curiosos  que  han  lle- 
gado hasta  ahora  á  nosotros  ?  de  la 
Historia  Romana  ,  que  tuvo  el  se- 
creto de  entretcxer  con  tanto  arte 
en  su  Obra  ,  y  tratar  con  toda  la  os- 
tentación y  magnificencia  que  pide 
un  asunto  tan  copioso  ?  de  la  Filo- 
sofía de  Epicuro,  la  qual  incluyó  ca- 
si toda  en  una  Égloga  ?  de  la  de  Pi- 
tágoras  y  Platón  ,  de  que  nos  da  una 
idea  tan  sublime  en  el  Libro  sexto  de 
la  jEneida  ? 

II.  Pero  la  ciencia  no  fué  Pa- 
trimonio de  solos  los  Poetas  anti- 
guos. Nos  seria  fácil  demostrar  que 
entre  los  modernos  los  que  mas  se 
han  distinguido  por  una  erudición 

pro- 


(XXX) 
profunda ,  casi  todos  han  sido  Poe- 
tas. Nadie  dirá  que  los  Scalígeros, 
los  Grocios  y  los  Petavios  fueron 
unos  hombres  medianamente  doctos: 
y  es  notoria  su  pasión  por  la  Poe- 
sía. Scalígero  nos  dexó  una  gran  co- 
lección de  versos,  y  un  volumen  muy 
crecido  sobre  la  Poética.  De  Grocio 
nos  han  quedado  muchos  Poemas  de 
dicción  tan  pura  y  elegante  ,  que  en 
sentir  de  nuestros  mejores  Críticos, 
no  desdice  de  la  antigua  Roma.  Al 
leer  las  Poesías  Griegas  y  Latinas 
del  Padre  Petavio  ,  no  se  alcanza 
cómo  pudo  tener  tiempo  para  com- 
poner otras  Obras  tan  doctas  como 
las  que  compuso  sobre  las  materias 
mas  importantes,  quando  nos  hace 
creer  que  habia  gastado  toda  su  vi- 
da en  leer  á  Homero  y  á  Virgilio, 
cuya  expresión  y  carácter  copia  tan 
perfectamente.  Si  me  fuese  permiti- 
do alegar  exemplos  vivos  ,  podria 
citar  uno  de  los  sugetos  mas  doctos 
de  la  Europa ,  que  consumado  en  to- 
da especie  de  Literatura,  y  emplean- 
do 


(  XXXI ) 

do  sus  ratos  de  ocio  en  Aulnai,  así 
como  Cicerón  en  Tusculano  ,  com- 
pone versos  Latinos  tan  bien,  y  aca- 
so mejor  que  ninguno  de  su  siglo. 
Pudiera  sin  salir  de  esta  Academia 
hallar  una  persona,  cuyo  menor  mé- 
rito es  el  ser  Poeta  :  y  que  siendo 
Geómetra ,  buen  Físico  y  buen  As- 
trónomo ,  sabe  unir  á  las  ciencias 
mas  serias  y  mas  abstractas  lo  fes- 
tivo ,  y  las  gracias  de  las  Musas 
Francesas. 

12.  Si  vemos  ,  pues ,  por  una  ex- 
periencia personal ,  que  la  propen- 
sión á  los  versos  nos  impide  elevar- 
nos á  toda  esta  instrucción,  no  cul- 
pemos á  la  Poesía  ^  pues  muy  lejos 
de  excluirla ,  necesita  muchas  veces 
de  su  auxilio^  imputémoslo  sí  á  núes-; 
tra  particular  disposición,  y  sujeté- 
monos de  buena  voluntad  á  las  in- 
tenciones de  la  naturaleza ,  que  no 
ha  querido  que  fuésemos  del  número 
de  aquellos  hombres  privilegiados 
que  son  aptos  para  todo.  Sin  embar- 
go debemos  confesar ,  que  por  lo  co- 
mún 


( XXXII ) 

mun  no  se  tiene  una  idea  muy  gran- 
de de  la  ciencia  de  los  Poetas.  Esta 
opinión  que  les  es  tan  perjudicial, 
y  que  ai  mismo. tiempo  es  tan  falsa 
I  de  dónde  provendrá  ?  Proviene  de 
que  sobre  esto  se  juzga  por  el  cre- 
cido número  de  aquellos  que  toman 
el  nombre  de  Poetas ,  y  están  muy 
iéjos  de  merecerlo.  Porque  hoy  dia 
I  á  quién  no  se  da  ese  nombre  ?  Se 
da  pródigamente  á  sugetos  que  ha- 
brán compuesto  algunos  Madrigales 
ó  algunas  Canciones  ^  á  sugetos  que 
en  vez  de  formarse  por  las  reglas 
que  nos  dexó  Aristóteles  y  Horacio,; 
y  por  los  primeros  modelos  de  Home- 
ro y  de  Virgilio  ,  hacen  vanidad  al- 
gunas veces  de  no  entender  las  Len^ 
guas  en  que  escribieron  estos  céle- 
bres Autores ;  á  sugetos  que  no  co- 
nocen mas  dechados  de  io  sublime 
que  á  Ciro  y  á  C¿e/ia  ;  á  sugetos ,  cu- 
ya habilidad  se  reduce  únicamente 
á  poner  en  consonante  varias  frases 
que  han  sacado  de  estas.  Novelas  ^  á 
sugetos  que  teniendo  un  ingenio  es- 
té- 


(XXXIÍI) 

térií ,  y  carecienuo  de  invención  (ca- 
lidad que  constituye  la  esencia  de 
ia  Poesía )  recogen  de  las  Obras  age- 
nas  diversos  retazos  y  centones  con 
que  componen  las  suyas  5  á  sugetos 
que  acostumbrados  al  lenguage  de 
una  zalamera  galantería ,  no  saben 
ya  qué  decir  en  sus  versos ,  quando 
no  tienen  conversación  con  una  Ce- 
jisa  ó  una  Cloris  ^  á  sugetos  casca- 
veleros  y  superficiales  ,  que  conten- 
tándose con  la  aprobación  de  un 
corto  número  de  mentecatos  que  los 
rodean  ,  hacen  ruido  á  cierta  dis- 
tancia y  por  cierto  tiempo ,  pero  ig- 
noran los  pensamientos  grandes  y 
hermosos  que  son  de  todos  los  Paí- 
ses y  de  todos  los  siglos  ,  y  que  im- 
primen en  las  Obras  el  sello  de  la 
inmortalidad.  No  es  esta  la  idea  que 
siempre  han  tenido  de  un  Poeta  los 
Maestros  del  Arte.  Si  les  damos  asen- 
so ,  es  necesario  cara  ser  digno  de 
este  nombre ,  haber  recibido  de  la 
naturaleza  un  ingenio  subUm.e,  y  una 
imaginación  festiva  \  y  juntar  en  sí 
C  las 


(  XXXIV  ) 
las  apreciables  dotes  de  elevación, 
energía,  fecundidad  y  soltura^  haber 
cultivado  estas  naturales  disposicio- 
nes con  un  largo  estudio  de  los  pre- 
ceptos y  de  los  modelos  ^  hermosear 
lo  que  se  toma  de  los  demás ,  mez- 
clando todavía  un  número  mayor  de 
producciones  propias  y  exquisitas^  y 
es  también  necesario ,  que  valiéndo- 
se de  los  tesoros  de  las  Ciencias  y 
de  las  Artes,  se  sepa  hablar  de  todo 
sin  afectación  y  con  gracia ,  que  por 
un  enlace  continuado  de  maravillas 
se  pueda  incesantemente  ,  y  en  todo 
el  discurso  de  la  Obra  ,  excitar  la 
sorpresa  y  mantener  la  admira- 
ción ^  que  acordándose  de  que  se  es- 
cribe para  todos ,  se  dé  con  el  se- 
creto de  agradar  á  la  diversidad  de 
ingenios  ,  y  procurarse  Apologistas 
en  todas  las  Naciones  y  en  todos 
los  tiempos.  Ahora  bien  ¿  quién  no 
conoce  que  para  todo  esto  se  nece- 
sita un  caudal  fuerte  de  luces  natu- 
rales ,  y  una  copiosa  provisión  de 
ideas  adquiridas  ? 

Pe- 


( XXXV ) 
13.      Pero  si  está  muy  lejos  I3 
Poesía  de  ser  dañosa  al  entendí  mien- 
to ,  aun  mas  lo  está  de  corromper  el 
corazón. 

14.  No  se  debe  juzgar  de  un  Ar-  * 
te  por  el  mal  uso  que  de  él  se  puede 
hacer  ^  pues  según  este  principio, 
nada  bueno  habría  en  el  mundo,  por- 
que no  hay  cosa  de  que  la  deprava- 
ción de  los  hombres  no  abuse.  Lo 
que  se  cebe  saber  principalmente  es, 

si  se  dirige  á  un  fin  honesto  ,  y  ¿¡  los 
medios  de  que  se  sirve  para  conse- 
guirlo son  legítimos.  Examinando  la 
Poesía  según  estas  dos  reglas  .,  no  se 
podrá  m.énus  de  darla  lugar  entre 
las  Artes  mas  útiles,  pues  se  propo- 
ne el  fin  mas  excelente  de  todos  ,  y 
para  conseguirlo  ,  no  se  vale  sino  de 
medios  permitidos. 

15.  (i)  No  hay  duda  que  si  la 

con- 

(i)  Masieu  torró  y  copió  rodo  este  trozo  casi 
sin  mudar  una  lecrn  de  Mr.  Kollin  ,  Histor.  de 
las  Artts  y  Ciencias,  tom.  2.  L.  4.  cap.  i.  lo  que 
es  bien  que  se  sepa,  por  agregarse  á  esta  Defeosa 
lin  voto  tan  reconiendable. 

C2 


(XXXVI) 

consideramos  en  la  pureza  de  su  pri- 
mitiva institución ,  se  inventó  desde 
luego  para  enseñar  á  los  hombres, 
é  instruirlos  en  las  verdades  mas  im- 
portantes de  la  Religión,  de  la  Mo- 
ral y  de  la  Política,  Digo  de  la  Re^ 
¿igion  5  porque  los  trozos  mas  anti- 
guos y  mas  hermosos  de  Poesía  que 
hay  en  el  mundo  ,  están  consagrados 
á  la  gloria  del  verdadero  Dios.  Es- 
te Arte  ,  que  hoy  nos  parece  tan 
profano ,  nació  en  medio  de  las  fies- 
tas destinadas  para  dar  culto  al  Ser 
Supremo.  En  aquellos  dias  solemnes 
en  que  las  gentes  descansaban  de  sus 
fatigas ,  y  se  entregaban  á  un  re- 
creo inocente  y  necesario  ,  dieron, 
ya  fuese  por  mero  acaso ,  ó  ya  por 
una  natural  propensión,  en  sujetar  á 
ciertas  mensuras  sus  pasos  y  sus  pa- 
labras. Estos  fueron  los  principios 
de  la  Música ,  de  la  Danza  y  de  la 
Poesía.  Pero  luego  que  los  hombres 
convirLÍéron  acia  las  criaturas  el  ob- 
sequio que  solo  se  debe  ai  Criador, 
la  Poesía  siguió  la  misma  muerte  que 

la 


(  XXXVÍI ) 
ía  Religión.  Sirviéronse  de  ella  al 
principio  para  dar  gracias  por  sus 
beneficios ,  y  pedir  otros.  Es  cierto 
que  no  tardaron  en  aplicarla  á  otros 
usos ;  pero  en  todos  tiempos  se  tuvo 
cuidado  en  restituirla  á  su  primer 
destino.  Hesiodo  puso  en  verso  la 
Genealogía  de  los  Dioses  :  Calimaco 
compuso  Himnos  en  su  honor  5  y  un 
Poeta  muy  antiguo  los  que  se  atri- 
buyen comunmente  á  Homero.  Aun 
las  mismas  Obras  que  eran  sobre 
otras  materias ,  conduxéron  y  arre- 
glaron los  acaecimientos  por  la  me- 
diación é  influxo  de  los  Dioses ,  en- 
señando á  un  tiempo  á  los  hombres 
á  mirar  á  estos  como  á  los  Autores 
de  quanto  pasa  en  la  naturaleza.  En 
ellas  es  donde  nos  los  representan  á 
cada  paso  como  los  únicos  arbitros 
de  nuestros  destinos  5  que  elevan  y 
abaten  el  valor  5  que  dan  y  quitan 
la  prudencia  5  que  envian  la  victo- 
ria ,  y  decretan  las  derrotas.  Nin- 
guna cosa  grande ,  ni  heroyca  se 
executa  sin  la  asistencia  visible  ó 
C  3  in- 


(XXXVIII) 
invisible  de  alguna  Deidad.  Y  de  to- 
das las  verdades  que  nos  enseñan, 
la  que  mas  freqüentemente  nos  pre- 
sentan es ,  que  el  valor  y  la  sabidu- 
ría nada  pueden  sin  el  auxilio  de  la 
Providencia.  No  se  le  debe  imputar 
á  la  Poesía  si  estos  Dioses  están  lle- 
nos de  defectos  ^  si  se  abandonan  á 
sus  pasiones  ^  si  se  encenagan  en  to- 
do género  de  vicios  5  y  si  por  sus 
parcialidades  ,  violencias  ,  excesos  y 
ímpetus  coléricos  son  muchas  veces 
inferiores  á  los  hom/ores.  Una  de  las 
ma^/'ores  injusticias  que  suele  hacer- 
se á  la  Poesía  es ,  creer  que  ella  fué 
ia  que  ha  producido  todas  esas  opi- 
niones extravagantes  y  monstruosas, 
siendo  así  que  en  cierto  modo  son 
estas  opiniones  las  que  á  ella  la  han 
producido  ;  porque  si  la  Poesía  na- 
ció en  aquellos  dias  que  se  consa- 
graban á  las  falsas  Deidades,  es  con- 
siguiente que  esas  mism^as  faísas  Dei- 
dades existian  ya  antes  que  ella.  Por 
lo  que  todo  el  delito  de  los  prime- 
ros Poetas  está  en  haber  escrito  con- 

for- 


(  XXXIX  ) 

forme  á  la  creencia  que  entonces  es- 
taba admitida ,  y  en  haber  hablado 
del  Ser  Supremo  según  las  preocu- 
paciones de  su  Pais  y  de  su  siglo: 
en  lo  qual  hicieron  lo  que  harán 
perpetuamente  los  Poetas  de  todas 
las  Naciones  del  mundo.  Y  así  no 
hay  razón  de  imputar  á  los  antiguos 
Poetas  de  Italia  y  de  la  Grecia  los 
absurdos  de  la  Teología  Gentílica. 
Aquellas  indignas  ideas  de  la  Divi- 
nidad no  las  tuvieron  como  Poetas, 
sino  como  Griegos  y  como  Romanos. 
No  hay  que  atribuir  esta  falta  al 
Arte  que  profesaban ,  sino  á  la  des- 
gracia de  los  tiempos  y  Paises  don- 
de nacieron  ,  á  una  continuación  de 
las  espesas  tinieblas  en  que  Dios  por 
sus  juicios  incomprehensibles  dexó  á 
unos  pueblos,  por  otra  parte  tan  ilus- 
trados y  cultos.  Pero  luego  que  las 
luces  del  Evangelio  disiparon  aque- 
llas tinieblas  ,  la  Poesía  mudó  otra 
vez  de  objeto,  así  como  la  Religión, 
consagrándose  al  verdadero  Dios  de 
quien  se  había  desviado ,  y  acabando 
C4  de 


(XL) 

de  este  modo  en  donde  tuvo  su  prin- 
cipio. Un  gran  numero  de  Poetas 
Christianos  la  emplearon  entonces, 
y  la  han  empleado  después  en  cele- 
brar continuamente  las  verdades  mas 
augustas  y  santas ,  queriendo  la  mis- 
ma Iglesia  que  entrase  en  sus  cere- 
monias, y  fuese  parte  de  su  culto. 

i6.  Mas  no  solo  fueron  los  Poe- 
tas los  primeros  Teólogos  ,  sino  que 
también  fueron  los  primeros  Políti- 
cos. Todos  saben  quánto  contribu- 
yeron en  aquellos  siglos  rudos  á  ci- 
vilizar á  los  hombres ,  á  congregar- 
los en  poblaciones ,  y  á  unirlos  con 
!os  vínculos  de  un  ínteres  común, 
habiendo  sido  esta  insigne  Obra  uno 
de  los  portentos  que  hizo  el  número 
y  la  harmonía.  De  aquí  tomaron  fun- 
damento las  fábulas  que  se  han  es- 
parcido en  el  mundo  ,  como  la  de 
que  Amfion  al  son  de  su  Lira  habia 
edificado  las  murallas  de  Tebas  5  y 
Ja  de  que  Orpheo  con  la  suavidad 
de  su  canto  habia  amansado  las  fie- 
ras y  ablandado  los  riscos.  Los  que 
■  V  hi- 


( XLl ) 

hicieron  Leyes  para  aquellas  nuevas 
Repúblicas ,  las  expresaron  en  ien- 
guaee  poético  ,  persuadidos  á  que 
las  hacia  mas  respetables  ^  que  las 
daba  mayor  energía  y  eficacia  ^  y 
que  tenia  en  sí  un  no  se  qué  mas  á 
propósito  para  grabarlas  en  el  en- 
tendimiento y  en  la  memoria.  Lo 
cierto  es  que  Soíon  ,  que  vivió  mu- 
cho tiempo  después ,  puso  en  verso 
una  gran  parte  de  las  que  estableció 
para  el  Pueblo  mas  bien  ordenado 
de  la  tierra.  Los  antiguos  nos  hablan 
de  éí,  no  solamente  como  de  un  gran 
Legislador  y  Filósofo  ,  sino  también 
como  de  un  insip-ne  Poeta ,  habién- 
donos  conservado  la  Historia  algu- 
nos de  sus  versos  ,  y  dádonos  al  mis- 
mo tiempo  noticia  de  que  eran  mas 
de  seis  mil  los  que  habia  compues- 
to. En  efecto  parece  que  los  suceso- 
res de  estos  primeros  Poetas  han 
heredado  sus  inclinaciones  y  dispo- 
siciones para  la  Sociedad,  porque  se 
advierte  con  freqüencia  que  son  mas 
proj^á  que  los  demás  hombres  para 

ias 


(XLTI) 

las  virtudes  civiles  y  trato  de  la  vi- 
da 5  sea  porque  su  entendimiento  tie- 
ne algo  de  alegre  y  placentero,  sea 
porque  la  especie  de  estudios  en  que 
se  ocupan,  templa  y  suaviza  elhumor^ 
ó  sea  en  fín  porque  embelesados  con 
sus  Obras  ,  y  poco  movidos  de  lo 
que  despierta  la  ambición  en  los  de- 
mas  hombres ,  no  piensan  en  hacer- 
les estorbo  en  sus  pretensiones  ,  com- 
pitiéndoles en  una  misma  solicitud. 
Como  quiera  que  ello  sea,  vemos  que 
están  en  un  género  de  posesión  de 
que  los  amen  y  deseen  su  compañía. 
Virgilio  y  Horacio  eran  las  delicias 
de  la  Corte  de  Augusto  :  Marot  y 
San  Gelais  de  la  de  Francisco  í.  Ron- 
sard ,  Baif  y  Beilay  de  la  de  Car- 
los IX.  En  estos  últimos  tiempos  los 
Voitures  ,  los  Sarracines  ,  los  Peli- 
sones,  y  los  Segrais  eran  el  lucimien- 
to y  el  recreo  de  las  concurrencias 
mas  cultas.  No  fueron  menos  ama- 
bles por  sus  modales  ,  que  estima- 
bles por  sus  talentos  :  de  manera  que 
aun  hoy  no  pueden  oírse  sus  nom- 

^bres 


(  XLÍII ) 
bres  sin  ofrecer  al  eniendimicnto  to- 
do quanto  encierra  en  sí  la  idea  de 
la  urbanidad ,  de  la  bizarría  y  de  la 
atención. 

i^.  Demás  de  eso  ,  uno  de  los 
principales  objetos  que  se  propuso 
la  Poesía  fué  el  de  formar  las  cos- 
tumbres ,  como  lo  persuade  el  fin 
particular  de  cada  Poema,  y  la  prác- 
tica mas  común  de  los  Poetas  mas 
ilustres.  El  Poema  Épico  se  propuso 
desde  luego  darnos  documentos  re- 
tratados en  el  exemplar  de  una  ac- 
ción importante  y  heroyca  :  la  Oda 
el  celebrar  las  proezas  y  virtudes  de 
los  varones  esclarecidos  ,  y  excitar 
por  este  medio  á  los  demás  á  imi- 
tarlos :  la  Tragedia  (i)  el  moderar 
en  nosotros  la  compasión  y  el  temor, 
familiarizándonos  con  estas  dos  pa- 
siones ,  que  son  tan  capaces  ,  quando 
son  excesivas ,  de  turbar  la  tranqui- 

li- 


(i)  Esta  opinión  sobre  la  Tragedia  no  la  adop- 
tantes en  ]ds  Instituciones  por  las  causas  que 
allí  se  expresan  ^  lib.  4.  cap.  i.  sec.  4. 


( XLIV ) 

lidad  de  la  vida  5  la  Comedia  y  ía 
sátira  el  corregirnos  divirtiéndonos, 
y  el  hacer  una  guerra  implacable  á 
ios  vicios  y  extravagancias  :  la  Ele- 
gía el   derramar  lágrimas  sobre  el 
sepulcro  de  las  personas,  cuya  pér- 
dida es  digna  de  sentirse  :  y  la  Églo- 
ga el  cantar  la  inocencia  y  los  pla- 
ceres de  la  vida  del  campo.  Si  pos- 
teriormente se  sirvieron  de  estas  di- 
versas especies  de  Poemas  para  otros 
usos  ,  es  claro  que  se  las  apartó  de 
su  natural  institución :  y  que  al  prin- 
cipio todas  se  dirigían  á  un   mismo 
fin  ,  que  era  el  hacer  al  hombre  mas 
perfecto  ^  por  cuyo  motivo  en  todas 
las  edades  los  Poetas  mas   insignes 
que  han  conocido  la  nobleza  y   las 
obligaciones  de  su  Arte  se  han  con- 
formado con   este  fin.  No  hablaré 
aquí  de  las  sentencias  de  Teognis, 
del  Poema  moral  de  Phociiides ,  y 
de  los  versos  de  oro  que  se  atribu- 
yen á  Pitágoras  ,  Obra  pequeña  y 
apreciable  sobre  manera ,  cuyo  mé- 
rito nos  acaba  de  dar  á  conocer  una 

ex- 


( XLV  ) 
excelente  traducción.  Si  todas  las 
Obras  en  verso  se  pareciesen  á  estas 
tres ,  ningún  trabajo  nos  costaría  el 
justificar  á  la  Poesía ,  siendo  cons- 
tante que  contienen  la  mas  sana  y 
mas  pura  Moral  ^  que  señalan  á  ca- 
da obligación  sus  verdaderos  lími- 
tes ;  y  que  son  un  epíiome  de  quan- 
to  bueno  pudo  pensar  el  entendi- 
miento humano. 

1 8.      Paso  ,  pues  ,   á  las  otras 
Obras  sobre  que  puede  haber  mayor 
disputa  ,  y  á  las  qualcs  no  se  las 
hace  toda  la  justicia  que  merecen: 
empiezo  por  los  dos  primeros  Poetas 
del  mundo  Homero  y  Virgilio.  ¿Qual 
fué ,  pregunto ,  su  intención  quando 
compusieron  aquellos  grandes  Poe- 
mas que  han  respetado  todos  los  si- 
glos ,  y  son  mirados  con  razón  co- 
mo la  producción  mas  primorosa  del 
humano  entendimiento  ?  No  es  creí- 
ble que   aquellos  ingenios  sublimes 
compusiesen  versos  con  el  ánimo  üni- 
camenie   de  llenar   ciertas   medidas 
con  palabras ,  y  agradar  vanamente 

á 


(  XLVI ) 

á  sus  Lectores,  bastando  la  sola  cons- 
titución de  sus  Obras  para  manifes- 
tar que  se  propusieron  un  fin  mas 
noble  y  mas  digno  de  su  talento.  En 
!a  Iliada  el  asunto  es  Achiles  ,  que 
se  desazona  con  Agamenón  ,  y  se 
retira.  Hasta  entonces  los  Griegos 
habían  sido  siempre  victoriosos^  pe- 
ro luego  las  cosas  mudaron  repen- 
tinamente de  semblante.  Habiendo 
salido  muchas  veces  consecutivamen- 
te vencidos  ,  y  viéndose  reducidos 
al  último  extremo ,  no  hallan  recur- 
so sino  en  la  reconciliación  de  los 
dos  Príncipes.  No  es  menester  mu- 
cha penetración  para  percibir  que 
Homero  nos  quiso  dar  á  entender  en 
esto ,  que  la  salud  de  los  Pueblos 
pende  de  la  buena  armonía  de  los 
Príncipes  que  los  gobiernan.  En  la 
Odissea  Uiises  está  lejos  de  su  Pa- 
tria, y  durante  su  ausencia  ,  algunos 
Príncipes  vecinos  se  introducen  en 
su  Palacio,  dan  la  ley  á  su  muger 
y  á  su  hijo ,  y  cometen  todo  género 
de   in justicias   y  violencias.  Vuelve 

Uly- 


( XLVII ) 

Üíyscs,  desvanece  estas  turbulencias, 
y  rcstao'ece  la  tranquilidad.  Qual- 
quiera  conoce  que  Homero  quiso  en- 
señarnos con  eso ,  que  el  buen  or- 
den de  una  casa  pende  principal- 
mente de  la  presencia  y  vista  de  su 
dueño.  Así  este  famoso  Poeta  se  pro- 
puso en  estos  dos  Poemas  asegurar 
la  tranquilidad  pública  y  particular, 
igualmente  que  establecer  la  felici- 
dad de  los  Estados  y  de  las  fami- 
lias. ¿  Ha  concebido  jamas  el  enten- 
dimiento del  hombre  una  empresa 
mas  grande?  Virgilio  escribía  en  Ro- 
ma en  los  principios  de  un  Imperio 
que  aun  no  estaba  bien  cimentado, 
y  embelesado  con  la  grandeza  Ro- 
mana ,  y  movido  de  los  beneficios 
de  que  le  habia  colmado  Augusto, 
formó  el  plan  de  una  Obra  que  pu* 
diese  á  un  mismo  tiempo  dar  honor 
á  su  Nación ,  y  asegurar  indirecta- 
mente la  reciente  autoridad  de  su 
Príncioe.  Con  esca  intención  escogió 
por  Héroe  de  su  Poema  un  hom- 
bre á  quien  los  Dioses  llaman  á  fun- 
dar 


(XLVIII) 

dar  un  Reyno  en  Italia.  Conjurados 
los  elementos  se  oponen  al  éxito  de 
esta  empresa  5  y  una  gran  Reyna  se 
vale  de  todos  sus  atractivos  y  po- 
der para  estorbarle  5  un  competidor 
joven  y  audaz  quiere  hacer  valer  de- 
rechos fundados  en  la  vecindad  y  en 
la  sangre  ,  y  subleva  las  Naciones. 
Pero  á  pesar  de  estos  obstáculos, eí 
designio  de  los  Dioses  se  cumple  y 
se  funda  el  Reyno.  Por  este  medio 
indirecto  queria  Virgilio  hacer  co- 
lumbrar á  los  Romanos  á  vuelta  de 
las  alabanzas  que  hacia  de  ellos,  aque- 
lla evidente  verdad  :  quando  es  vo- 
luntad del  Cielo  dar  un  Señor  á  los 
hombres ,  el  único  arbitrio  que  les 
queda  es  adorar  las  disposiciones  de 
la  Providencia  ,  y  someterse  á  la  au- 
toridad legítima.  Estas  son  (  si  hemos 
de  dar  crédito  á  los  Críticos  mas 
excelentes  )  las  moralidades  que  se 
contienen  en  estas  tres  célebres  Fá- 
bulas. Yo  no  hallo  que  se  descubra 
razón  alguna  para  que  se  pueda  du- 
dar de  lo   dicho  ,  á  menos  de   no 

obs- 


( XLIX ) 

obstinarse  en  atender  solo  á  la  su- 
perficie ,  sin  querer  penetrar  el  fonr 
do.  Si  de  estos  documentos  genera- 
les ,  que  son  como  el  Plan ,  y  la  for- 
ma de  dichos  Poemas ,  se  pasa  á  los 
particulares  esparcidos  por  todo  el 
cuerpo  de  la  Obra  ¿  qué  multitud  no 
se   halla  de   verdades    importantes^ 
que  pueden  servir  de  regla  para  to- 
da la  conducta  de  la  vida?  Quando 
vemos   en  Homero  que   una  muger 
enciende  una  guerra  de  diez  años, 
y  ocasiona  la  ruina  casi  entera  de 
dos  famosas  Naciones  :  que  otra  mu- 
ger  siembra   la  división  entre    dos 
Héroes  ,  cuya  estrecha  unión  es  su- 
mamente importante^  que  uno  de  es- 
tos Héroes  abusando  del  poder  su- 
prem.o  ,  usurpa  al  otro  el  botin  que 
le  tocó  en  el  repartimiento  ,  arries- 
gando la  salud  de  su  Exercito  por 
esie  intempestivo  acto  de  autoridad: 
que  el  otro  se  dexa  arrebatar  de  su 
cólera,  y  por  su  tenacidad  en  no  vol- 
ver ,  hace  que  perezca  un  número 
infinito  de  gentes  ,  entre  !as  quales 
por  ñn  se  halla   su  mayor  amigo: 
D  que 


que  este  amigo  engañado  por  el  ce- 
bo de  un  primer  suceso  feliz  ,  se 
dexa  arrastrar  de  una  confianza  que 
le  precipita  ,  y  en  fin  le  pierde:  quan- 
do  se  ve  una  infinidad  de  otros  exem- 
pios  de  esta  naturaleza  i  qué  lec- 
ciones no  puede  uno  darse  á  sí  pro- 
pio sobre  los  funestos  que  el  amor 
á  las  mugeres  ,  la  injusticia  ,  la  vio- 
lencia ,  la  cólera  y  la  presunción 
pueden  producir  ?  Pero  este  insigne 
Poeta  no  tan  solamente  sobresale  en 
representarnos  las  desdichas  á  que 
conducen  las  pasiones,  sino  que  tam- 
bién desempeña  admirablemente  el 
pintar  las  virtudes  con  todos  sus 
adornos  y  atractivos.  Quando  vemos 
á  un  anciano  venerable  por  su  edad 
y  su  experiencia  ,  escuchando  siem- 
pre con  atención  y  respeto  ^  á  un 
Héroe  á  punto  de  ir  al  combate,  ha- 
cer la  mas  tierna  despedida  de  su 
Jiijo  y  de  su  muger,  y  temer  la  suer- 
te de  los  dos ,  quando  la  suya  pro- 
pia no  le  causa  el  menor  sobresalto^ 
á  dos  guerreros  prontos  á  llegar  á 
las  manos,  reconocer  que  son  hijos 

de 


(LI) 

de  dos  hombres  que  se  estimaron  re- 
cíprocamente ,  y  respetar  el  uno  ea 
el  otro  el  afecto  de  sus  padres  ^  á 
otros  dos  al  salir  de  la  pelea ,  des- 
pués de  haber  desempeñado  con  el 
mayor  valor  lo  que  debían  á  su  pa- 
tria y  á  su  gloria  ,  exercitar  con  igual 
generosidad  lo  que  el  uno  al  otro  se 
deben ,  y  separarse  habiéndose  lle- 
nado de  expresiones  amistosas  y  de 
regalos ;  á  dos  de  los  mas  esclare- 
cidos Héroes  del  Exército  ,  aunque 
descontentos  ,  apresurarse  para  ha- 
cer buen  recibimiento  á  los  Diputa- 
dos que  les  envian  ,  ocuparse  ellos 
mismos  en  los  ministerios  mas  pe- 
queños ,  que  otros  de  menos  gran- 
deza de  alma,  hubieran  fiado  á  otras 
personas  ,  y  ennoblecer  las  mas  viles 
ocupaciones  con  la  magnanimidad 
con  que  se  humillan  y  se  emplean 
en  ellas  5  al  mas  activo  é  intratable 
de  todos  los  hombres  ,  olvidar  sus 
resentimientos  personales  para  cor- 
rer á  la  venganza  de  su  amigo  muer- 
to ^  y  después  de  haber  dado  satis- 
facción á  la  amistad  conceder  el  ca- 
D  2  da- 


(LÍI) 
dáver  del  vencido  á  las  lágrimas  de 
un  padre  ,  y  respetar  la  desgracia 
de  un  enemjp;o  ¿  cómo  no  nos  podrán 
mover  tales  exemplos  de  atención, 
de  decoro ,  de  ternura  conyugal  y 
paternal ,  de  generosidad  ,  de  mag- 
nanimidad ,  de  amJstad  y  de  huma- 
nidad? Por  eso  decia  ^Aristóteles,  que 
la  Poesía  era  mas  instructiva  que  la 
Historia:  y  Horacio,  que  de  todos 
los  Maestros  del  mundo  ,  el  mas  ex- 
celente era  Homero,  y  que  enseñaba 
mejor  que  los  dos  Filósofos  Crisipo 
y  Crantor ,  lo  que  es  honesto  ,  y  lo 
que  no  lo  es.  Si  Virgilio  nos  hubiera 
dicho :  La  piedad  debe  ser  la  pri- 
mera virtud  aun  en  un  Héroe  ^  es 
necesario  que  se  cumplan  las  obliga  - 
clones  de  la  naturaleza  después  de 
las  de  la  Religión  ^  tm  hijo  debe  ol- 
vidarse de  sí  mismo  para  no  pen^ 
sar  sino  en  la  conservación  de  su  pa- 
dre ^  la  muerte  de  los  que  nos  han 
dado  el  ser  ,  no  nos  liberta  de  lo  que 
les  debemos  ^  tenemos  obligación  de 
renunciar  á  las  conveniencias  mas 
'agradables  ,  quando  se  nos  dexa  oir 

la 


( Lin ) 

la  voz  del  Cielo  ,  y  nos  llama  á  otra 
parte  :  no  habría  quien  no  quedase 
enamorado  de  la  excelencia  de  esta 
Moral.  Pues  Virgilio  nos  dice  todo 
esto  quando  pinta  en  su  Héroe  una 
piedad  constante  que  nunca  se  des- 
miente f  quando  nos  le  representa 
atravesando  por  las  llamas  por  sal- 
var á  su  Padre  ;  quando  le  figura 
celebrando  todos  los  años  juegos  mag- 
nídcos  sobre  su  sepulcro  ^  quando 
cuenta. ,  que  emprende  el  viage  de 
los  infiernos  para  poder  conversar 
todavía  una  vez  con  él  ^  quando  le 
pinta  ,  que  á  la  prjmera  orden  del 
Rey  de  los  Dioses  ,  dexa  á  una  Rey- 
na ,  con  la  qual  le  unen  todos  los 
mas  vivos  afectos  de  la  ternura  y  del 
agradecimiento. 

19.  Es  cierto  que  no  expresa  es- 
tas verdades  con  ostentosos  precep- 
tos ,  ni  en  tono  de  magisterio^  ¿  pero 
dexarán  de  ser  menos  propias  para 
rrover  el  corazón ,  porque  están  pro- 
puestas en  tono  mas  modesto  ,.y  con 
mayor  arte  ?  Aunque  un  Autor  no 
escriba  como  Séneca  ¿dexará  por  eso 
D3  de 


(LI7) 
de  ser  instructivo  y  moral  ?  El  so- 
brado conocimiento  que  tenían  de  la 
naturaleza  estos  hábiles  Poetas,  les 
impedia  emplear  este  modo  fastuoso 
y  altanero  ,  viendo  que  era  mas  á 
propósito  para  irritar ,  que  para  ins- 
truir 5  porque  ofende  á  la  delicade- 
za del  hombre  ,  que  no  solo  aborre- 
ce que  le  reprehendan ,  sino  que  aun 
quando  le  reprehenden ,  quiere  que 
le  respeten.  Nadie  sufre  con  pacien- 
cia que  una  persona  parezca  formar 
de  sí  misma  tan  buena  opinión ,  que 
se  persuada  tener  facultad  para  pre- 
dicar abiertamente  á  las  demás  5  pues 
con  esto  mueve  á  que  se  crea  ,  que 
con  su  amontonamiento  de  senten- 
cias pomposas  ,  no  tanto  piensa  en 
enseñar  las  buenas  costumbres ,  co- 
mo en  hacer  gala  de  su  entendimien- 
to, y  qualquiera  también  siente  gusto 
en  persuadirse  á  que  lleva  las  cosas 
al  extremo  ,  y  que  el  grado  de  per- 
fección que  propone  es  superior  á 
las  fuerzas  humanas.  Algunas  veces 
se  coteja  la  conducta  del  Filósofo 
con  sus  máximas,  y  se  nota  con  afren- 
ta 


(LV) 

ta  de  él ,  que  la  una  destruye  lo  que 
establecen  las  otras.  Pero  quando  en 
lina  Obra  no  hace  el  Autor  mas  que 
exponer  sencillamente  las  acciones 
de  un  hombre  grande,  evita  con  eso 
todos  estos  inconvenientes  ,  apartan- 
do todo  lo  que  tiene  de  odioso  la 
enseñanza ;  de  suerte ,  que  entonces 
ya  no  son  sus  lecciones  las  que  nos 
instruyen  ,  sino  las  virtudes  de  otro^ 
además  de  que  el  exemplo  tiene  la 
ventaja  de  demostrar  la  posibilidad 
de  lo  que  enseña.  Por  estas  razones 
se  han  valido  los  Poetas  del  medio 
de  los  exemplos  con  preferencia  al 
de  las  máximas.  Pero  aun  quando 
para  ser  instructivo  un  Poeta  le  fue- 
se necesario  verter  sentencias  ,  no 
han  carecido  de  esta  especie  de  mé- 
rito los  dos  de  quienes  vamos  hablan- 
do. Es  verdad  que  en  esto  han  sido 
parcos  ,  y  nada  han  temido  tanto 
como  el  constituirse  Pedagogos  del 
genero  hum.ano  ^  bien  que  sin  em- 
bargo de  esto  no  han  desechado  ab- 
solutamente el  método  sentencioso. 
Se  han  servido  de  el  con  prudencia 
I)  4  siem- 


(  LVI ) 

siempre  que  han  creído  que  podía 
contribuir  á  diversificar  su  estilo,  y 
á  darle  mayor  alma  y  viveza.  ¿Qué 
verdades  no  se  hallan  en  Homero  y 
en  Virgilio,  expresadas  de  un  modo 
sentencioso?  Si  el  tiempo  me  lo  per- 
mitiera me  seria  fácil  el  hacer  ver 
que  los  Príncipes  y  los  vasallos ,  los 
Magistrados  y  los  particulares  ,  los 
padres  y  los  hijos  ,  y  generalmente 
todos  los  estados  y  condiciones  de 
la  vida  tienen  con  que  instruirse  en 
todas  sus  obligaciones  en  las  pocas 
sentencias  de  que  han  sembrado  sus 
Obras  estos  insignes  Poetas.  Es  pues 
una  verdad  constante  que  enseñaron 
la  Moral  de  quantos  modos  puede 
enseñarse  con  alegorías  ,  con  exem- 
píos  y  con  máximas  ^  siendo  prefe- 
ribles en  este  punto  á  los  Filósofos 
que  no  emplean  sino  uno  de  los  tres, 
y  quizá  el  peor  de  ellos,  j  Y  qué  se- 
ria si  haciendo  el  análisis  de  las  ex- 
quisitas Tragedias  de  Sófocles  y  de 
Eurípides,  manifestase  yo  que  tal  vez 
no  ha  habido  nunca  mejor  escuela 
de  virtud  que  la  antigua  Tragedia ! 

Allí 


( LVÍI ) 
Allí  era  donde  en  lugar  de  excitar 
al  espectador  á  una  peligrosa  ter- 
nura, se  le  ponían  á  la  vista  las  des- 
gracias inevitables  que  traen  tras  sí 
todas  las  pasiones  ^  allí  era  donde 
enseñada  la  Moral  mas  severa  ,  bien 
lejos  de  andar  buscando  pretextos 
para  excusar  las  culpas ,  hacia  tem- 
blar aun  de  las  involuntarias  ^  y  en 
fin  ,  allí  era  donde  el  Coro  ,  que 
consti:uia  uno  Je  ios  adornos  prin- 
cipales del  espectáculo  ,  no  se  ocu- 
paba sino  en  glorificar  á  los  Dioses, 
y  hacer  justicia  á  los  hombres ,  en 
ponerse  de  parte  de  los  buenos  con- 
tra los  malvados ,  y  en  pedir  por  la 
inocencia  ,  y  hacer  imprecaciones 
contra  el  delito.  Me  seria  preciso  co- 
piar enteramente  á  Píndaro  y  Hora- 
cio, si  quisiera  referir  todos  los  gran- 
des principios  de  Pv^oral  que  se  ha- 
llan esparcidos  en  sus  Obras.  Siendo 
tan  Filósofos  como  Poetas  ,  se  esme- 
ran en  perfeccionar  el  entendimien- 
to ,  y  arreglar  el  corazón  ^  en  darnos 
reglas  para  gobernarnos  así  en  la 
fortuna  adversa ,  como  en  la  favo- 

rn- 


(  LVÍII ) 

rabie ,  que  muchas  veces  es  mas  di- 
fícil de  sostener  que  la  primera  5  y 
en  afirmarnos  en  una  feliz  tranquili- 
dad ,  libertándonos  de  la  tiranía,  del 
deseo,  y  del  temor. 

20.  Pero,  dirán  ,  aun  falta  mu- 
cho para  que  todos  los  Poetas  hayan 
hecho  igual  uso  de  la  Poesía ,  pues 
son  no  pocos  los  que  la  han  envile- 
cido y  deshonrado ,  empleándola  en 
las  cosas  mas  infames  y  desprecia- 
bles ,  y  haciendo  de  ella  un  tráfico 
indigno.  La  han  vendido  á  la  lison- 
ja,  y  la  han  hecho  servir,  no  solo 
para  mantener  sus  flaquezas  y  des- 
órdenes en  su  propio  corazón  ,  sino 
también  para  transmitirlos  en  quanto 
les  ha  sido  posible  ,  y  perpetuarlos 
en  el  ánimo  de  todos  hasta  el  fin 
del  mundo.  Es  cierto  que  no  hay 
abominación  que  baste  contra  estos 
corrompedores  públicos  ,  que  de  un 
Arte  divino  han  hecho  un  Arte  in- 
fernal. Si  los  hombres  doctos  que  se 
manifiestan  tan  enemigos  de  las  Mu- 
sas no  combatiesen  sino  esta  especie 
de  Poesía ,  al  instante  nos  uniríamos 

n 


(LTX) 
á  ellos  para  clamar  contra  el  abuso. 
Pero  sus  rodeos  y  modos  indirectos 
dan  lugar  á  creer  que  quieren  mal 
al  Arte  en  sí.  Expliqúense  ,  pues ,  y 
dígannos  quál  es  su  verdadera  inten- 
ción. ¿  Pretenden  acaso  que  la  Poe- 
sía es  mala  en  sí  misma  ?  No  puedo 
creer  que  tengan  tal  pensamiento, 
porque  es  principio  incontrastable, 
que  una  cosa  mala  por  su  naturale- 
za ,  no  puede  s^r  buena  en  ningún 
en  so :  y  no  se  puede  negar  que  la 
Poesía  és  buena  muchas  veces.  Era 
preciso  ser  de  un  humor  demasiado 
acre  para  vituperar  tantas  produc- 
ciones excelentes ,  que  solo  se  diri- 
gen á  corregir  las  malas  costumbres: 
y  ser  tam.bien  sobradamente  libre  é 
impío  para  condenar  aquellos  her- 
mosos pasages  de  Poesía  que  se  ha- 
llan en  la  Sagrada  F^scritura.  Lo  que 
pueden  ,  pues ,  pretender  en  razón, 
es  que  se  ha  abusado  muchas  veces 
de  la  Poesía.  ¿Pero  acaso  basta  esra 
razón  para  condenarla  ?  ¿  No  se  ha 
hecho  también  abuso  de  la  Prosa  ? 
Yo  me  atrevo  á  decir  que  esta  ha 

pro- 


(LX) 
producido  todo  lo  mas  pernicioso 
que  se  ha  escrito  contra  la  Religión 
y  las  buenas  costumbres.  En  todos 
tiempos  el  error ,  la  hercgía ,  el  11- 
beríinage,  y  la  impiedad  se  han  ser- 
vido de  ella  para  establecer  sus  de- 
testables máximas.  ¿  Se  inferirá  de 
aquí  ,  que  no  es  lícito  escribir  en 
prosa  ? 

2  r.  Se  abusa  ,  dicen  ,  de  la  Poe- 
sía ,  ¿  y  de  qué  no  se  abusa  ?  todos 
los  dias  se  hace  mal  uso  del  pensa- 
miento ,  y  del  hablar:  ¿nos  han  de 
reducir  por  eso  á  que  ni  hablemos, 
ni  pensemos  ?  ¿  Qué  diremos  de  las 
cosas  mas  santas  y  respetables  ? 
¿Quién  ignora  que  están  expuestas 
á  las  profanaciones  ,  y  á  ios  sacrile- 
gios ?  ¿  Habrá  que  desterrarlas  del 
mundo ,  porque  hay  hombres  teme- 
rarios que  se  arrojan  á  violarlas  y 
á  despreciarlas  ?  Seria  ,  pues  ,  injus- 
to condenar  la  Poesía  ,  porque  ha 
habido  Poetas  que  han  abusado  de 
su  habilidad  ,  y  se  han  servido  de 
ella  para  eternizar  la  memoria  de 
sus  disoluciones  y  de  sus  vicios.  Es 

co- 


( LXI ) 

como  si  se  quisiera  destruir  la  Pin- 
tura ,  por  haber  visto  Pintores  que 
han  abusado  del  pincel  ,  y  le  han 
prostituido  al  desorden  y  al  infame 
capricho.  Si  Caraci  ha  escandaliza- 
do el  mundo  con  la  inmodestia  y 
deshonestidad  de  sus  figuris  ¿no  lo 
han  edificado  Rafael,  Gíüdo  y  Pous- 
sin  ,  poniéndole  á  la  vista  los  mas 
bellos  sucesos  de  la  Historia  Sa- 
grada y  Profana  ,  Eclesiástica  y  Ci- 
vil ?  Por  algunos  Quadros  que  re- 
presentan acciones  infames  ¿  quántos 
tenemos  que  las  representan  hones- 
tas y  virtuosas  ?  Digamos  lo  mismo 
de  las  Obras  en  verso.  Para  algunas 
que  causan  impresiones  perniciosas 
I  quántas  hay  que  las  causan  saluda- 
bles ?  Compensemos  unas  con  otras, 
opongamos  á  las  infamias  que  se 
hallan  en  Catulo  ,  en  Ovidio  y  en 
Marcial ,  la  Moral  pura  que  se  con- 
tiene en  los  versos  de  Teognis  ,  de 
Focílides,  y  de  Pitágoras  ^  á  las  va- 
gatelas  y  frioleras  de  que  algunos 
han  llenado  sus  Obras  ,  los  Poemas 
graves  y  magesLuosos  de  Homero  y 

de 


(  LXIT ) 

de  Virgilio ,  y  las  Odas  brillantes  y 
magníficas  de  Píndaro  y  de  Hora- 
cio ;  á  las  Canciones  libres ,  y  á  los 
Cuentos  lascivos  que  se  han  com- 
puesto en  nuestro  tiempo  ,  el  libro 
de  la  Imitación  de  Christo  en  verso 
por  Corneille  ,  el  Poema  de  la  vida 
del  mismo  Jesu- Christo  por  Andilii, 
las  Poesías  Sagradas  de  Godeau ,  y 
las  hermosas  Estancias  de  Racan  y 
de  Mal  herbé.  O  pongamos  finalmen- 
te á  todo  quanto  mas  peligroso  ha 
producido  la  Poesía ,  el  Libro  solo 
de  los  Salmos  ,  y  los  dos  Cánticos 
de  Moyses ,  Obras  dictadas  por  el 
Espíritu  del  másmo  Dios ,  las  quales 
hablan  del  Ser  Supremo  con  una 
magestad  proporcionada  á  la  gran- 
deza del  asunto ,  y  nos  dan  á  todos 
reglas  de  conducta  para  qualquiera 
situación  en  que  se  digne  ponernos 
la  Providencia  ,  y  que  serán  la  eter- 
na justificación  de  la  Poesía  contra 
los  vanos  sofismas  de  los  que  la  com- 
baten. 

22.     Réstame  hacer  ver  que  los 
medios  de  que  se  vale  son  legítimos: 

lo 


(  LXÍÍI ) 

Jo  que  procuraré  fundar  en  pocas  pa- 
labras ,  respondiendo  á  las  objecio- 
nes de  Platón.  La  primera  es ,  que 
la  Poesía  tiene  el  fin  de  agradar  á 
la  imaginación.  Pero  no  temo  ase- 
gurar que  aquí  confunde  este  grande 
hombre  el  medio  con  el  fin.  El  de 
la  Poesía  no  es  el  de  agradar  á  la 
imaginación,  como  éí  lo  afirma,  sino 
el  de  instruir  é  ilustrar  el  entendi- 
miento. Pero  estando  el  hombre  com- 
puesto de  alma  y  cuerpo,  ha  mani- 
festado la  experiencia ,  que  por  una 
conseqüencia  necesaria  de  la  unión 
estrecha  que  hay  entre  ambos,  uno 
de  los  medios  mas  seguros  para  ir 
al  entendimiento,  es  el  de  pasar  por 
la  imaginación.  Se  ha  observado  que 
las  mas  sólidas  verdades  no  hacian 
la  mayor  impresión  quando  se  pro- 
ponian  de  un  modo  desnudo  y  sen- 
cillo ^  por  cuyo  motivo  se  ha  discur- 
rido el  vestirlas  de  adornos  ,  y  se  ha 
procurado  hacer  que  pase  lo  útil  á 
la  sombra  de  lo  agradable.  Lo  que 
únicamente  se  ha  de  examinar  es  si 
este  medio  tiene  algo  de  malo  en  sí: 

lo 


(  LXÍV ) 
ío  que  parece  no  dirá  ninguno ,  sea 
que  se  reflexione  la  práctica  de  to- 
dos los  siglos  ,  ó  que  se  considere 
nuestra  natural  constitución  ^  pues 
habiéndonos  dado  el  Autor  de  la  Na- 
turaleza una  imaginación  ,  su  inten- 
ción sin  duda  fué  ,  que  de  ella  hicié- 
semos algún  uso ,  y  mucho  mas  que 
lo  hiciésemos  bueno.  ¿  Y  qué  mejor 
que  sirviéndonos  de  ella  para  intro- 
ducir la  verdad  en  el  entendimiento 
y  en  el  corazón  V  Así  vemos  que  los 
sugetos  que  ha  habido  en  el  mundo, 
ya  Oradores,  ya  Historiadores,  ó  ya 
Filósofos,  de  qualquier  Pais,  de  qual 
quier  tiempo  ,  y  de  qualquier  Reli- 
gión que  hayan  sido,  no  han  hecho 
escrúpulo  de  usar  de  un  artificio  tan 
inocente  y  tan  útil.  Han  empleado 
sin  reparo  en  sus  escritos  los  circun- 
loquios ,  las  figuras  ,  los  movimien- 
tos y  la  riqueza  de  la  expresión ,  y 
el  número  y  cadencia  de  los  perio- 
dos ,  que  todas  son  cosas  que  depen- 
den de  la  imaginación.  Ninguno  ha 
icreido  que  hubiese  obligación  en 
conciencia  de  escribir  de  un  modo 

ay- 


( LXV  ) 
ayrado  y  desagradable.  ¿Quiere  aca- 
so Platón  formar  una  causa  á  los  Es- 
critores mas  insignes  que  ha  habido 
hasta  ahora  ?  Pero  de  todos  ellos 
ninguno  hay  que  deba  menos  que  él, 
reprobar  este  medio ,  porque  ningu- 
no hay  que  se  valga  de  él  ,  ni  con 
mas  freqüencia  ,  ni  mas  felizmente. 
Es  de  admirar  que  este  mismo  Pla- 
tón que  tanto  se  enfurece  contra  ía 
Eloqüencia  y  la  Poesía  ,  sea  qui- 
zá entre  todos  los  hombres  el  que 
mejor  conoció  la  belleza  de  una  y 
otra,  y  que  supo  emplearlas  mas  bien. 
Y  ciertamente  ¿  quién  ha  sido  mas 
eloqüente  que  este  grande  hombre  ? 
=%  i  No  poseía  en  supremo  grado  to- 
das las  qualidades  que  constituyen 
un  Orador  ?  ¿  Donde  se  encuentra 
mayor  elegancia,  mas  variedad,  mas 
dulzura,  mas  persuasiva  y  mas  des- 
treza ?  ¿En  qué  escritos  se  hallan 
mas  gracias  y  atractivos  de  los  que 
constituyen  el  principal  mérito  de  las 
Obras  Poéticas  que  en  los  suyos? 
Fácilmente  se  ve  en  su  prosa  :  tanto, 
E  que 


( LXVI ) 

que  la  antigüedad  le  censuraba  de 
que  su  estilo  era  demasiado  Poético, 
y  por  esta  razón  le  llamaba  el  Ho- 
mero de  ¡os  Filósofos:  y  así  como  han 
dicho  de  él ,  que  nadie  habia  escrito 
con  mas  eloqüencia  contra  la  misma 
Eloqüencia  ^  se  pudiera  decir  tam- 
bién que  nadie  ha  escrito  mas  poé- 
ticamente contra  la  Poesía.  Es,  pues, 
una  verdad  constante  que  Platón  se 
propone,  tanto  y  masque  otro,  agra- 
dar á  la  imaginación  ^  lo  qual  es 
loable  ,  porque  él  no  se  detiene  en 
esta  facultad  del  alma  ,  sino  que  se 
sirve  de  ella  como  de  un  camino  pa- 
ra llegar  hasta  el  entendimiento.  No 
condene ,  pues  ,  un  medio  de  que  ha 
creido  serle  lícito  servirse^  y  permi- 
ta á  los  demás  lo  que  él  se  permite 
á  sí  propio. 

23.  El  segundo  delito  de  que 
Platón  acusa  á  la  Poesía  ,  es  que  ex- 
cita las  pasiones.  ¿  Pero  quién  no  sa- 
be que  solo  el  moverlas  no  es  ningún 
mal,  y  que  antes  es  un  bien  moverlas 
acia  sus  verdaderos  objetos  ?  La  Fi- 
lo- 


(  LXVII ) 

losofia  parece  que  se  ha  propue<:to 
aniquilarlas:  pero  por  mas  esfuerzos 
que  ha  hecho ,  no  ha  podido  salir 
con  su  intento.  El  hombre  sin  pasio- 
nes es  up.a  chimera.  El  corazón  hu- 
mano está  hecho  de  modo  que  es 
necesario  que  ame  y  aborrezca  5  que 
se  admire  y  se  enfade  ^que  espere  y 
que  tema.  La  Poesía ,  pues,  mas  cuer- 
da en  esto  que  la  Filosofía  ,  piensa 
en  arreglar  lo  que  no  es  posible  des- 
truir. Como  no  puede  quitarnos  aque- 
llos diversos  afectos,  que  están  inse- 
parablemente inherentes  á  nuestra 
esencia,  procura  á  lo  menos  hacerlos 
tomar  el  curso  que  deben  seguir  ,  y 
ponerlos  en  orden.  Se  ocupa  en  for- 
tificar en  nosotros  el  amor  al  bien, 
y  el  aborrecimiento  al  mal  ^  á  lle- 
narnos de  admiración  de  las  buenas 
acciones  ,  y  de  indignación  contra 
las  malas  ^  á  resucitar  nuestras  es- 
peranzas ,  representándonos  la  vir^ 
tud  siempre  premiada  ^  y  nuestros  te- 
mores ,  pintándonos  siempre  castiga- 
do el  vicio. 

E  2  Fi- 


(  LXVIIÍ ) 

24.  Finalmente  ,  Platón  reprue- 
ba^ la  Poesía,  porque  es  una  imita- 
clon  :  y  aun  parece  que  este  es  el 
fundamento  de  toda  su  doctrina.  In- 
siste en  esta  razón  como  en  la  mas 
fuerte ,  aunque  yo  me  atrevo  á  decir 
que  no  es  la  mas  inteligible.  Porque 
I  qué  es  lo  que  pretende  este  Filó- 
sofo ?  ¿  Piensa  acaso  que  toda  imita- 
ción es  viciosa  ?  Pues  ¿qué  es  lo  que 
impide  que  una  imitación  pueda  te- 
ner el  grado  de  perfección  que  la 
conviene  ,  dirigirse  á  un  buen  fin  ,  y 
producir  buenos  efectos  ?  Y  así  de- 
fendemos contra  él ,  que  la  Poesía  es 
una  imitación  de  esta  especie  ^  y  si- 
no enséñenos  el  mismo  Platón  ¿  que 
debemos  pensar  de  sus  Diálogos  ? 
¿Por  ventura  no  son  estos  unas  imi- 
taciones que  nos  representan  al  na- 
tural aquellas  doctas  y  cultas  con- 
versaciones,  donde  personas  sabias 
ventilaban  el  pro  y  el  contra,  y  unian 
su  instrucción  para  descubrir  mejor 
la  verdad  ?  ¿  Qué  pueden  tener  de 
nialo  semejantes  imitaciones  ?  ¿  Y  á 

don- 


(LXIX) 

donde  vamos  á  parar  si  se  destierra 
del  mundo  todo  lo  que  Platón  entien- 
de por  esta  palabra?  En  ella  incluye 
generalmente  todas  las  Artes  ,  así  las 
que  se  dirigen  á  cultivar  el  entendi- 
miento ,  como  son  la  Eloqüencia,  la 
Poesía ,  la  Historia  y  la  Gramática, 
com.o  también  las  que  tienen  por  ob- 
jeto un  recreo  y  entretenimiento  ho- 
nesto ,  como  la  Pintura  ,  la  Escultu- 
ra ,  la  Música  ,  la  Danza  ,  y  las  que 
son  mas  necesarias  á  la  vida ,  como 
la  Agricultura,  la  Navegación  y  la 
Arquitectura.  ¿Quiere  acaso  que  se 
proscriba  todo  esto  en  las  Naciones 
cultas?  A  la  verdad  que  seria  una 
extraña  especie  de  República  aquella 
donde  no  se  permitiese  todo  lo  que  él 
llama  imitación.  Según  el  sistema  de 
este  gran  Filósofo,  era  preciso  prohi- 
bir todo  lo  que  existe  en  la  natura- 
leza, porque  atendidos  sus  principios, 
todas  las  diferentes  partes  que  con- 
curren á  formar  el  Universo,  no  son, 
propiamente  hablando  ,  sino  unas 
imitaciones  de  aquellas  ideas  eternas 

e 


(LXX) 

é  inmutables ,  que  en  la  creación  de 
las  criaturas  sirven  de  exemplares  y 
reglas  á  la  Divinidad.  No  temamos, 
pues,  decir  que  una  República,  qual 
es  la  que  imagina  Platón,  es  una  Re- 
pública ideal.  Mientras  los  hombres 
no  sean  espíritus  puros ,  y  mientras 
tengan  una  imaginación  y  seniidos,  es 
preciso  permitirles  que  concedan  al- 
guna cosa  á  aquella  y  á  estos  ^  y  lo 
mas  que  puede  pedirse  es  el  que  no 
se  haga  mal  uso  de  estos.  Pero  que- 
rer que  se  desapeguen  continuamente 
de  sí  mismos,  y  que  teniendo  un  cuer- 
po piensen  y  obren  incesantemente 
como  si  no  lo  tuviesen ,  es  pedirles 
que  hagan  unos  esfuerzos  contrarios 
á  los  designios  de  la  naturaleza  ^  es 
proponerles  un  grado  de  perfección, 
á  que  la  constitución  de  su  esencia 
no  les  permite  alcanzar.  Digamos, 
pues ,  de  Platón  lo  que  él  mismo  di- 
ce de  Homero  ,  quando  llega  á  criti- 
carle. Entonces  protesta  que  criado 
desde  su  niñez  en  la  admiración  de 
■este  gran  Poeta,  no  puede  sin  em- 

bar- 


( LXXI ) 

bargo  aprobar  sus  Obras  5  porque, 
dice  ,  mas  respeto  se  ha  de  tener  á  la 
verdad  ,  que  á  un  hombre.  Aplique- 
mos á  Platón  sus  propias  palabras. 
Aunque  miremos  con  una  veneración 
singular  á  un  ingenio  tan  elevado  que 
honra  á  la  especie  humana  5  aunque 
se  halle  uno  poseído  de  una  admira- 
ción sincera  de  la  excelencia  y  subli- 
midad de  su  doctrina  ^  con  todo  eso, 
no  se  puede  siempre  seguir  su  dicta- 
men en  lo  concerniente  á  la  Poesía^ 
porque  en  la  realidad  por  mucho 
respeto  que  se  deba  á  Platón,  mucho 
mayor  se  debe  á  la  verdad. 

25.  ¿  Podré  yo  ahora  resumir  en 
dos  palabras  lo  que  he  procurado 
establecer  en  esta  prolixa  Diserta- 
ción ?  Mi  ánimo  ha  sido  manifestar, 
que  toda  persona  imparcial  tendrá 
por  incontrastables  estas  verdades; 
que  la  Poesía  en  sí  misma  y  en  su 
origen  es  un  Arte  divino^  que  su  ob- 
jeto es  el  mas  excelente  de  todos, 
pues  es  el  de  instruir  á  los  hombres 
deleytándolos ,  y  de  mezclar  lo  útil 

coa 


»«> 


(  LXXIí ) 
con  lo  agradable  5  que  en  efecto  to- 
dos los  mayores  Poetas  que  ha  habi- 
do han  llevado  esta  mira  quando 
han  escrito ,  que  unos  en  Obras  pu- 
ramente Morales  han  predicado  la 
virtud  directamente  y  al  descubierto, 
que  otros  baxo  de  ficciones  y  alego- 
rías ingeniosas  han  disfrazado  las 
verdades  mas  importantes ,  que  es 
preciso  confesar  sin  embargo  que  ha 
habido  muchos  que  se  han  apartado 
de  un  fin  tan  noble ,  y  que  abusando 
de  su  ingenio  y  habilidad  han  escrito 
cosas  que  ojalá  no  las  hubieran  es- 
crito ^  pero  que  seria  injusto  conde- 
nar por  esta  causa  todas  las  Obras 
en  verso  5  que  esto  seria  confundir  el 
Arte  con  el  abuso  del  mismo  Arte, 
é  imputar  á  la  Poesía  lo  que  no  debe 
imputarse  sino  á  los  Poetas. 


ms- 


INSTIICITCIO  WM  S 
POÉTICAS. 

LIBRO     PRIMERO. 

CAPITULO  PRIMERO, 

TJe  la  Poesía  en  general, 
SECCIÓN     PRIMERA. 

Definición  de  la  Poesía» 

1  Jí-Jísta  palabra  Poesía  es  griega  de  origen, 
y  se  deriva  de  un  verbo  griego  que  en  nuestra  len- 
gua significa  hacer  ,  o  crear.  De  aquí  es  _,  que  el 
Arte  i'oéúca  es  un  arte  de  hai.er  ^  crear  ^  ó  in^ 
mentar  ^  y  por  eso  el  Poeta  es  hacedor  ,  cr^^  dor  ,o 
inventor  :  pues  á  Ja  acción  que  elige  para  ra  atería 
de  un  Poema  ,  la  da  una  forma  ciertamente  nue^- 
va  ,  que  consiste  en  la  disposición  artificiosa,  la 
qual  es  toda  suya  ,  y  creada  por  su  ingenio  ,  ayu- 
dado de  los  preceptos  del  Arte  ,  que  se  funda;n 
en  la  razón  natural  ,  común  á  todos  los  hombres 
pasados  ,  presentes  y  venideros.  Y  así  es  ,  que  el 
que  desprecia  estos  preceptos  ,  ó  se  burla  de  aque- 
llos que  los  siguen  j  desprecia  la  razón  ,  y  se  bur^^ 
la  de  aquello  que  nos  distingue  de  los  brutos. 

a  Pasando  á  la  cosa  significada  por  la  palabra 
Voesía  ,  se  entiende  unas  veces  el  ^rte  Poética, 
y  Otras  veces  toda  Obra  ,  ó  Poema  compuesto  se— 

A        •  ¿un 


C  INSTITUCIONKÍ  POETICES. 

gun  el  mismo  Arte.  I.a  Poesía  ,  pues  ,  en  la  sig- 
nificación de  Arte  Poética  ,  se  debe  definir  :  Vna 
colección  de  reglas  ,  tomadas  de  la  razón  natural, 
y  exactas  observaciones  ,  con  que  el  I >: genio  es  ayu- 
dado para  cotpponer  con  perfección  aigun  Poema. 
En  la  segunda  significación  del  vocablo    Poesía  se 
entiende  el  uso  y  práctica  de  las  reglas  del  Arte. 
J'  3     Aquí  na  vanrios  á  tratar  del    modo  de  com- 
poner un  Arte  Poética ,  que  es  el  primer  signifi- 
cado de  la   voz   Poesía ,  sino  de    la  práctica   del 
Arte  ü  obras  poéticas  ,  que  es  el  segunda  signifi- 
cado :  y  en  este  sentido    se   difine  la  Poesía  ;  l7ni- 
t ación   de  las  acciones  humanas    en  verso  ,  y    con 
ficción.  En  ser  imitación  ,  conviene  con  IciPiniuraf 
la  Música  ,  Bayle  miniico  ,  y  demás  facultades  imi- 
tadoras :  y  en  serlo  en  verso ,   se  distingue  de  to- 
das ellas.    Qiiando  decimos,  que   imita  las  accio- 
nes humanas  y  no  intentamos  excluir  otros  objetos 
existentes  ,  ó  posibles  5  sino   poner    como  su  obje- 
to primario  las  acciones  humanas.   Y  la  razón    es, 
porque  la  Poesía  entra   á  la  parte  de  las   ciencias 
Moral ,  Política  y  Civil  ,  las  quaies  tienen  por  ob- 
jeto principal  la  felicidad  de  los  hombres,  la  qual 
principalmente  consiste  en  sus  acciones.  Y  por  tan- 
to ,  aunque  también  imita  la  índole ,  genio,  y  ca- 
racteres de  las  personas ,  no  son  estas  cofas  su  ob- 
jeto primario  j  pues  nada    hacen  para  la  utilidad 
y  felicidad    de  los    hombres  unidos   en  un  cuerpo 
político  ,  los  caracteres ,  índole  ó  genio  ,  si  no  es- 
tan  en  exercicio ,  y    se    representan  mediante    las 
acciones.  Es  doctrina  de  Aristóteles  (i),  conforme 
á  la  qnal  dice  Juvencio  (a).  Poesis  non  tam  moreSf 
quam  act iones  primario  ,  (^  per  se  imitatur. 

4  Y  como  las  acciones  humanas  se  pueden 
considerar  en  univers-al  y  en  particular  ^  esto  es, 
ó  abstraídas  de  las  personas  ,  ó  contraidas  á  ellasj 

por 

<i)    Poet.  cap.  4. 

(3)  iDst.  Poet.  lib.  I.  cap.  t. 


Z  I  S  R  o      X.  ñ 

por  eso  dice  Aristóteles  que  la  Poesía  es  imita- 
ción de  lo  universal  y  de  lo  particular.  La  idea 
de  jt4íticia  f  es  una  ¡dea  ««/■u^r ja/,  porque  pres- 
cinde de  este  ,  y  del  otro  individuo  ,  y  es  común 
á  todos  ellos  por  su  aptitud  á  hallarse  en  todos. 
La  idea  de  Justo  ,  es  una  idea  particular  ,  porque 
expresa  un  particular  y  determinado  sugeto  que  se 
dice  justo.  La  Poesía  ,  pues  ,  ¡mita  las  acciones 
humanas  en  universal ,  y  en  particular  j  esto  es, 
imita  unas  ,  no  como  realmente  fueron  ,  sino  co- 
mo debieran  ser  ;  y  otras  como  realmente  fueron. 
Acaso  ^neas  no  seria  tan  piadoso  ,  magnánimo, 
valiente  ,  y  constante  como  le  pinta  el  Poeta; 
pero  es  loable  y  muy  ingeniosa  la  pintura  coa 
que  en  la  persona  de  ^neas  nos  retrata  ¡a  piedad, 
magnanimidad  ,  fortoleza  y  constancia  ,  como  vir- 
tudes de  que  deben  estar  adornados  todos  los  Prín- 
cipes, aun  quando  se  quiera  suponer  que  iEneas 
careciese  de  tan  ilustres  prendas. 

¿  Últimamente  se  dice  que  Ja  imitación  ha  de 
ser  con  ficción  j  circunstancia  esencialísima  de  to- 
do Poema  j  como  que  la  ficción  nada  menos  es  que 
la  forma  ,  ó  disposición  artificiosa  del  Poema  ,  co- 
mo se  dirá  en  su  lugar,  y  lo  declara  el  verbo 
fingo ,  de  donde  se  deriva  ,  el  qual  significa  ha- 
cer ,  formar  ,  disponer.  Lo  que  no  tuvo  presente 
el  Maestro  Feijoo  ,  quando  se  empeñó  en  poner  á 
Lucano  sobre  Virgilio,  entendiendo  "por  ficción  lo 
mismo  que  ent¡ende  el  \-v!go  en  la  voz  mentira  ¡ó 
fingimiento  j  y  dando  una  idea  Igualmente  equivo- 
cada á  la  palabra /j^z^/fl  ,  que  en  el  arte  poética 
tiene  el  mismo  sentido  que  la  de  ficción  ;  esto  es, 
forma  ó  disposición  de  un  Poema. 


A  3  SEC- 


^  t7i^STITUCl02VMS    FOETJCjíS» 

SECCIÓN    II. 

De  la   materia  de  la  Poesía, 

1  „S_Ja  materia  de  la  Poesía  ,  una  es  remofa, 
y  otra  próxima.  La  remota  no  se  contiene  dentro 
de  Jimites  íixos  ,  sino  que  se  dilata  tan  ancha- 
mente como  la  de  la  Oratoria  ,  que  discurre  y 
habla  sobre  qualquier  objeto.  La  próxima  ,  son  las 
acciones  humanas  ,  ó  como  ellas  fueron  ,  ó  C07na 
pudieron  ó  debieron  ser  :  esto  es  :  las  acciones  hu- 
manas consideradas  (como  se  dixo  arriba)  enuni- 
versal  ,  y  en  particular, 

1  Esta  materia  pues  unas  veces  deberá  stt 
verdadera  ,  y  otras  veces  bastará  que  sea  verisí- 
mil ó  posible.  En  los  Poemas  Épico  y  Trágico,  y 
en  algunos  menores ,  como  en  el  GenethliacOj 
Epicedio  ,  Epinicio  ,  &c.  debe  la  materia,  ó  ac- 
ción principal  ser  verdadera  ,  no  precisamente  en 
todas  sus  circunstancias  y  accidentes  ,  sino  en  el 
fondo  j  y  de  esta  suerte  le  queda  al  Poeta  siempre 
mucho  campo  para  cumplir  con  su  oficio  ,  exer— 
citando  el  ingenio  en  creiir  ,  ó  inventar  todo  aque- 
llo que  convenga  á  Ja  forma  y  debida  disposición 
del  Poema  ,  v.  g.  los  Episodios  ,  Sentencias  ,  Re—. 
conocimientos,  Dicción,  Narraciones,  Descrip- 
ciones, orden  y  colocación  de  sucesos,  y  los  de- 
más adornos  .  que  hacen  útil  y  deleytable  la 
Poesía. 

3  En  la  Comedia  ,  Égloga  ,  y  otros  Poemas  á 
este  tenor  ,  tiene  el  Poeta  arbitrio ,  y  amplia  li- 
cencia para  fingir  enteramente  ,  ó  crear  de  nuevo 
la  materia  y  acción  j  debiendo  poner  un  sumo  cui- 
dado en  que  ya  que  sea  falsa  ,  sea  en  todas  sus 
circunstancias  y  en  sí  misma  verisímil.  Y  no  es 
'aaenester  que  esta  verisimilitud  sea  siempre  aéso- 


Zi  I  B  n  o      T.  J 

Juta ;  pues  á  veces  bastará  que  sea  respectiva  ;  es- 
to es  ,  con  relación  á  la  situación  y  opiniones  re- 
ligiosas,  y  culto  que  profesan  los  personages  del 
Poema.  Y  así  son  verisímiles  en  esta  suposición, 
los  prodigios  que  refiere  el  Poeta  ,  de  la  baxada 
de  ^neas  al  Infierno  ,  de  la  conversión  de  sus 
Navios  en  Nynfas  marinas,  y  otros  innumerables 
portentos  que  los  Idolatras  creían  de  sus  falsos 
IDioses   y  Héroes. 

SECCIÓN    III. 

De  la  forma  de  la  Poesía, 

T  JLuia.  forma  d'é  la  Poesía  es  la  ficción  ó  /«— 
hala  y  en  el  sentido  que  se  dixo  en  la  Sección  pri- 
mera. Por  lo  qual  constituye  la  naturaleza  de  la 
Poesía  de  tal  manera  ,  que  sin  ella  ni  hay  Poesía, 
ni  nadie  puede  llamarse  Poeta.  En  los  compues- 
tos artificiales  no  hay  mas  forma  que  la  que  les  dé 
el  arte.  De  una  misma  materia  de  nogal,  v.  g.  ha- 
ce un  artífice  varias  cosas  ,  que  solo  se  distinguen 
entre  sí  por  la  forma  que  reciben  del  arte  ,  y  las 
constituye  tales,  como  se  ve  en  una  mesa  ,  pape- 
lera ,  &c.  Así  también  de  una  misma  acción  ó 
materia  puede  un  Poeta  componer  una  Tragedia 
y  un  Poema  Épico  ,  que  entre  sí  se  distinguirán 
solamente  ,  y  serán  esencialmente  tales  por  la  di- 
ferente ficción  ó  fábula,  que  no  es  mas  que  la 
disposición  y  forma  recibida  del  arte  ,  según  Aris- 
tóteler.  (i).  Definió  Fabular^i  es  se  covipositionem 
rerum.  Aun  se  hará  mas  palpable  esta  doctrina  con 
el  siguiente  símil  ,  de  que  usa  Aristóteles  mas  de 
una  vez.  Propóngase  pintar  á  Sócrates  :  la  ínateria 
de  la  pintura  es  el  mismo  Sócrates ,  que  ha  de  ser 

re- 

(i)     Lib.  6.  cap.  4. 

A3 


(5  JlVSTjlLrCIOJVES   POKTT^AS. 

retratado.  Pues  éste  represente  la  materia  de  la 
Pcesia.  La  descripción  y  dibuxo  del  cuerpo  ,  acti- 
tud ,  proporción  y  conformidad  de  sus  miembros, 
es  la  forma  de  la  pintura.  Pues  compárese  esta 
forma  á  la  fábula  ó  ficción  de  la  Poesía.  La  varie- 
dad de  colores  y  su  justa  distribución  ,  son  los 
adornos  del  Quadro.  Pues  represéntense  en  estos 
ios  adornos  de  la  fábula  ,  como  son  los  Episodios f 
y  demás  que  señalaremos  después. 

1  Esta  fábula  ,  ficción  ,  disposición  ,  d  forma 
artificial  (que  todo  es  lo  mismo),  debe  ser  ex- 
quisita ;  y  en  los  Poemas  mayores ,  como  el  Épi- 
co ,  y  Trágico  ,  magestuüsa  y  magnífica.  No  al- 
canza á  esto  un  ingenio  vulgar  ,  desnudo  de  cien- 
cia, critica,  observación  de  la  naturaleza  ,  discer- 
nimiento de  caracteres  ,  conocimiento  del  mundo 
y  de  sus  usos  y  costumbres  j  y  que  solo  pone  su 
cuidado  en  hacer  versos  ,  como  siente  Hora- 
cio  (i). 

::::::::  Ñeque  enim  concludere  versum 
Dixeris  esse  satis  :  ñeque  siquis  scribat ,  uti  noSj 
Sermoni  propriora  ,  putes  hunc  esse  Poetam. 
Ingenium  cui  sit ,  cui  niens  divinior  ,  atque  os 
Magna  sonaíurum,  des  nominis  hujus  honorem. 
Aquí  se  ve  que  no  son   Poetas   todos   los  que   es- 
criben versos  j  y  que  muchos  desdoran  y  afrentan 
la  Poesía ,  por  meterse  en  lo  que   no  saben ,  fia- 
dos en    la   vana    presunción   de  quatro    versillos  ó 
coplas ,    que    lograron   la    aprobación   de    algunos 
aduladores  o    necios  ,   que  con    sus  alabanzas  los; 
infatuaron  y  aumentaron  su  amor  propio  ,  y  ciega 
satisfacción  y  temeridad.  No  debe  ,  pues  ,  llamar- 
se Poeta  ,  sino  intolerable  versificador  y    coplero, 
el  que  sin    cuidar   mas  que  de    la  cantidad   de   las 
sílabas   y  medida  de  los  pies  ,  trata  el  asunto  fri- 
volamente ,  sin     substancia  ,    ni    ficción    poé- 
tica. 

To- 

(l)     sátira  4. 


Z  Z  S  RO     T.  7 

3  Toda  ficción  poética  ó  fábula  consta  de  va- 
rias cosas  ,  que  se  llaman  adornos  ,  los  quales  por 
lo  general  son  siete  :  es  á  saber  :  Peripecia  ,  ó 
mudanza  impensada  y  repentina  de  situacionj 
^nagnorisis ,  ó  reconocimiento  inesperado  de  per- 
sonas i  Episodio  ,  Machino  ,  Caracteres  de  per- 
sonas ,  Sentencia  y  Dicción.  La  Epopeia  y  Tra- 
gedia deben  brillar  con  todos  estos  adornos  i  los 
otros  Poemas  menores  con  algunos.  Quando  trate- 
mos de  los  Poemas  en  particular ,  diremos  que 
especie  de  ficción  y  adornos  convenga  á  ca- 
da   uno. 

4  No  será  fuera  de  propósito  el  prevenir 
aquí ,  que  todo  Poeta  tiene  libertad  de  usar  de  la 
ficción  también  en  el  sentido  vulgar  de  fingimiento^ 
ó  cosa  puramente  ideal,  que  solo  existe  en  su  mente; 
siendo  en  esto  igual  a  Its  Pintores ,  que  se  atre- 
ven á  todo,  y  pintan  lo  que  quieren  j  con  tal  que 
no  sslgm  de  ios  términos  de  la  verisimilitud ,  y 
no  compongan  entes  ridiculos  y  monstruosos,  como 
los  enfermos  delirantes  ,  según  lo  advierte  Hora- 
cio (i).  Y  así  agradan  mucho  las  personas  fingi- 
das ó  ideales  que  los  Poetas  antiguos  introducen 
muchas  veces  en  la  Epopeia  ,  Tragedia  ,  Come- 
dia ,  Bucólica  y  y  Sátira. 

5  Ni  tiene  poca  gracia  y  dignidad  el  atribuir 
alma  y  voz  á  las  cosas  inanimadas  y  mudas, 
como  quando  los  Poetas  introducen  á  Roma  ,  el 
Tiber  ,  el  Tajo  hablando  ^  y  personalizan  (digá- 
moslo asi)  las  Artes  y  Ciencias.  Es  muy  poética 
la  pintura  con  que  Lucano  representa  la  Patria, 
hablando  á  César  en  el  lib.  i-  de  su  Phar- 
salia. 

Ingens  visa  Ducí  Pairice  trepiJ antis  imagOy 
Clara  per  obscuram  vultu  mcestissima  nocíem, 
Turrigero  canos  effundens  vértice  crines  y 
Ccesarie  lacera  ,  nudisque  adstare  lacertis, 


Et 


Epist.  ad  Pisones. 

A  4 


S  IN-STITUÓlOl^ES  FOETlCuiS. 

"Pt  geniitu    per  mista  toqui :  ¿jC^«o    tenditis  ultral 
^Quo  fertis  mea  signa  y  viri^  si  jure  venistis, 
St  cives  ,  huvusque  Hcet. 

Es  también  muy  poética  y  bella  la  ficción  con 
que  Horacio  (i)  representa  á  Nereo  ,  Dios  mari- 
no ,  anunciando  al  adúltero Paris,  quando  navegaba 
con  la  hermosa  Helena  ,  los  males  que  le  sucede- 
rían á  él  y  á  Troya  su  patria  ,  por  aquel  rapto 
y  perfidia  ,  que  deberían  vengar  todos  los  Í*rinci- 
j)es  de  Grecia. 

Pastor  cum  traheret  per  freta  navibus 
Idaeis  Helenam  perfidus  hospitam. 
Ingrato  céleres  obruit  otio 

Ventos  ,  ut  caneret  fera 
Nereus  fata.  ,,Mala  ducis  avi  domum, 
„Quam  multo  repetet  Graecia  milite, 
j^Conjurata  tiias  rumpere  nuptias, 

,,Et   regnum  Priami  vetus. 
„Eheu  quantns  equis  ¡quantus  adest  virls 
5,Sudor!  quanta  moves  fuñera  Dardanae 
„Genti!   Jam  gaieam  Pallas,  &  ^Egida, 
-  , .  ,,Currusque  ,  6i  rabiem   parat. 
^'jNequidquam  Veneris  praesidio  ferox 
3,Péctes  cssariem  ,  grataque  fceminis 
„Imbelli  cithara   carmina  divides: 

i"'„Nfquidquam  thalamo  graves 
jjHastas  ,  &  calami  spicula  Gnosii 
5,Vitabis  ,  strepitumque  ,  &  celerem  sequi 
,,Aiaccm  :  tamen  ,  heu  !  serus  adúlteros 

, , Crines  pulvere  coliines.        -h-  2£i  !  - 
,,Non  Laertiadem  exitium'tuae'     '    "'' 
,,Gentis ,  non  Pyiium  Nestora  respicis? 
,,Urgent  impavidi  te  Salaminius 
jjTeucer  ,  te  Sfhenelus  sciens 
jPugnas  j   sive  opus  est  imperitare  equis, 
,  jNon  auriga  piger  Merionem  queque 
Nosces»  Ecce  furit  te  reperire  atrox         -       -' 
•^  „Ty- 

(i)    Odars,  lib.  r. 


Z.  J  B  RO      I.  p 

jjTydides  melior  patre^ 
j,  Queni  til ,  cervus  uti   vallis  ia  altera 
^,  Visum  parte  lupum   graniinis  inimemorj 
„Subliaii   tiigies  mullís  anhelitu, 

„  Non    hoc    poliicitus  tuas. 
5,  Iracunda  diem   proferet  Ilio, 
„  Matronisque  Phrygum  ,    classis  Achüleí, 
„  Post  certas  hienies   uret  Achaicus 

,,  Ignis  Iliacas    domos. 

Tambicn  es  muy  poética  la  Profecía  del  TajOy 
en  qne  Fr.  Luis  de  León  se  propuso  imitar  es- 
ta misma  Oda  de  Horacio  ,  anunciando  al  Rey 
Don  Rodrigo  los  males  y  desastres  que  le  sobre- 
vendrían á  él  y  á  todo  el  Reyno  ,  por  su  cie- 
go amor  á  la  Caba. 

Folgaba  el  Rey  Rodrigo 
Con  la   hermosa  Cabá  en    la  ribera 
Del  Tajo  sin    testigo. 
El    Rio  sacó  fuera 
El  pecho ,  y  le  liabló  de  esta  manera. 

„  En    mal    punto  te  goces 
„  ¡Injusto  forzador!  que  ya  el  sonido 
5,  Oigo  ,  ya  ,  y  las  voces, 
5,  Las   armas  ,  y  el  bramido 
„  De  Marte  ,   de  furor  y  ardor  ceñido. 

,,  ]  Ay !  esa  tu  alegría 
„¡Qué  llantos  acarrea!   y  esa  hermosa 
j,  (Qne  vio  el  Sol  en  mal  dia) 
j,  A    España,  ¡Ay!    ¡quán  llorosa! 
„  Y  al  cetro  de  los  Godos  ¡quán  costosa  I 

,,  Llamas  ,   dolores  ,  guerras, 
j, Muertes,  asolamientos,  fieros  males 
5,  Entre  tus  brazos  cierras, 
„  Trabajos  inmortales, 
,  A  tí ,   y  á  tus  vasallos  naturales; 

,,  A   los  que  en  Constancina 
„  Pompen   el   fértil  suelo  j  á  los  que  baña 
j.  El  Ebro  ^  á'  la  vecina 
„Sansueña,  á  Lusitana; 


10  IT^STITVCION-ES    POÉTICAS. 

5,  Y   á  toda  Ja  espaciosa   y  triste  España. 

„  Ya  dende  Cádiz  llama 
5,  El  injuriado  Conde  (á  la  venganza 
,,  Atento ,  y  no  á  Ja  fama) 
5,  La  bárbara   pujanza, 
„  En  quien  para  tu  daño  no  hay  tardanza. 

,,  Oye  que  al  Cielo  toca 
5,  Con  temeroso  son  la  trompa  fiera, 
5,  Que  en  África   convoca 
„  El   Moro  á   la  bandera 
5,  Que  al  ayre  desplegada  va  ligera. 

„  La  lanza  ya  blandea 
5,  El  Árabe  cruel ,  y  hiere   el  viento 
5,  Llaman-do  á  la  pelea. 
5,  Innumerable    cuento 
„  De  «squadras  juntas  veo  en  un  momento. 

„  Cubre  Ja  gente  el   sueloj 
5,  Debaxo  de  las  beiss  desparece 
5,  El  mar  j  la  voz  al  Cielo 
3,  Confusa  y  varia  crecej 
„  El  polvo  roba  el   dia  y  le  escurece. 

„  ¡Ay!  que  ya  presurosos 
5,  Suben  las  largas  naves:   ¡Ay!   que  tienden 
j,  Los   brazos  vigorosos 
5,  A  los  remos ,  y  encienden 
5,  Las  mares  espumosas  por  do  hienden. 

„  El  Eolo  derecho 
„ Hinche  la  beJa    en  popa:  y  larga  entrada 
5,  Por  el  Hercúleo  Estrecho 
5,  Con  la  punta  acerada 
„  El  gran   padre  Neptuno  da  á  la  armada. 

„iAy  triste!    ¿y  aun  te  tiene 
5, El  mal  dulce  regazo?   ¿ni  llamado, 
5,  Al  mal  que  sobreviene 
3,  No  acorres?  ¿ocupado 
„  No   ves  ya  el   puerto  á  Hércules   sagrado? 

„  Acude  ,  acorre,  vuela, 
j,  Traspasa  el  alta  sierra,   ocupa  el  Jilaao.j 
5,  No   perdones  la  espuela;  .,  ^x;í13íj.:.: 


,N6 


Z  I  S  KO      I.  II 

„  No   des  paz   á  la   manoj 

,,  Menea  fulminando   el  hierro  insano. 

„  i  Ay  ,  qr-anto  de  jatiga! 
j,  ¡Ay!    ¡quánto  de  sudor  está  presente 
„  Al   que  viste  loriga, 
,,  Al  infante    valiente, 
„  A   hombres   y  á   caballos  juntamente! 

,,  Y    tú  ,  Éctis  divino, 
j,  De  sangre  agena  y   tuya   amancillado, 
,,  Darás  al  mar  vecino 

„  ¡Quánto   yelmo    quebrado!  * 

„  ¡Quánto   cuerpo   de   nobles  destrozado! 

,,E1  furibundo  Marte 
,,  Cinco  veces   las   haces  desordena 
„  Igual  á  cada  parte: 
„  La  sexta    ¡  ay  !   te  condena, 
,,  ¡O  cara  Patria,  á  bárbara  cadena! 

Esta  manera  de  componer  la  usaron  también 
Garcilaso  ,  Villegas  ,  y  otros  Poetas  Castellanos 
de  algún  mérito.  Pero  es  de  notar  que  tales  be- 
llezas no  deben  prodigarse  y  hacerse  muy  co- 
munes. Es  menester  tino  y  discreción  ,  para  que 
no  se  hagan  ridiculas  y  despreciables ,  como  lo 
son  quando  se  echa  mano  de  ellas  para  ciertos 
Diálogos  y  Dramas ,  como  Autos  Sacramenta- 
les-^ Loas  y  Oc.  en  que  hablan  virtudes,  vicios, 
la  noche  ,  el  dia  ,  y  otras  cosas  que  mortifican 
y  tienen  en  tormento  al  buen  gusto  y  á  la  ra- 
zón ;  y  es  lo  mismo  que  arrojar  por  la  venta- 
na todo  el  menage  y  adornos  preciosos  de  una 
casa.  Esto  es  hacer  tocar  á  quema  un  Poeta, 
cuyo  ingenio  se  abrasa  con  el  fuego  de  unr.  lo- 
ca   y  ardiente    fantasía. 

6  De  lo  dicho  se  infiere  lo  primero,  que  á  un 
Poeta  le  es  indiferente  decir  cosas  verdaderas  ó 
lalsas  ,  con  tal  que  sean  verisímiles  5  á  no  ser 
en  les  Poemas  que  citamos  atrás,  en  los  quales 
debe  ser  verdadera  en  el  fondo  la  acción  o  ma- 
teria oue  se  propone  3  aunque  en  los  adornos  pue- 
da 


14  tN^STITVClOJVES    POÉTICAS. 

da  mezclar  lo  falso  ,  sin  perder  de  vista  la  ve- 
risimilitud. Lo  segundo,  que  no  desmerecen  el 
título  de  Poetas  los  que  en  sus  obras  no  cuidan 
que  la  acción  sea  enteramente  falsa,  y  mero  par- 
to de  su  imaginación.  Tan  merecedor  es  Virgi- 
lio del  nombrtí  de  Poeta  por  sus  Geórgicas  ,  co- 
mo por  sus  Églogas^  pues  aunque  en  aquellas 
solo  se  propuso  una  materia  verdadera,  la  tra- 
tó con  exquisita  cultura  y  artificio  ,  y  muy  poé- 
ticamente ,  y  por  tanto  no  sin  ficción  ó  fábula. 
Ahora ,  pues  ,  trataremos  de  los  adornos  de  és— 
ta  en  particular. 

SECCIÓN     IV. 

D^  la  Veripecia* 

I  JL  eripecia  es  vocablo  Griego  ,  que  quie- 
te decir,  mudanza  de  cosas  á  otra  situación  con- 
traria :  y  por  eso  la  define  Aristóteles:  Mudan- 
za de  los  acontecimientos  presentes  á  otro  esta- 
do contrario  (i):  esta  mudanza  puede  ser  feliz  ó 
infeliz  :  esto  es ,  de  una  situación  adversa  á  otra 
próspera  ^  ó  de  una  próspera  á  otra  adversa. 
Exemplo  de  mudanza  feliz  puede  ser  la  que  se 
representa  en  la  Comedia  titulada  :  el  Delinqüen- 
te  Honrado  :  en  la  qual  el  Delinqüente  que  se 
halla  para  perder  la  vida  en  un  suplicio  ,  y  su 
padre  (que  ya  le  habia  reconocido  por  hijo  su- 
yo) en  la  triste  situación  de  ser  su  Juez,  y  es- 
perar por  instantes  ver  cumplida  la  sentencia  ca- 
pital que  contra  él  habia  firmado  ,  pasan  en  un 
momento ,  y  quando  menos  lo  esperan  ,  á  otra 
situación  contraria  y  feliz,  como  la  de  llegarles 
el  perdón  del  Rey  oportunamente ,  y  en  térmi- 
nos 

U)     Arist.  c.  9.  Poet. 


nos  honrosos,  que  los  llenó  de  regocijo.  Semejan- 
te á  esta  Peripecia  hay  otra  en  la  Comedia  que 
se  titula:  El  Desertor:  y  en  otras  muchas,  Exem— 
pío  de  mudanza  infeliz  es  la  famosa  de  CEdipo. 
Un  Mensagero  de  Corinto  suplica  á  (Edipo  Rey- 
de  Tebss,  que  se  digne  admitir  también  el  Rey- 
no  de  Corinto  ,  que  por  general  consentimiento 
]e  ofrecían  los  ciudadanos  después  de  la  muerte 
de  su  ReyPolybio.  Rehusa  CEdipo  partir  á  aque- 
lla Ciudad  ,  temeroso  de  que  en  ella  se  cum- 
pliese el  Oráculo  de  mancharse  en  horrendo  in- 
cesto con  su  madre,  que  creia  era  Merope,  viu- 
da de  Polybio.  Empéñase  el  Mensagero  en  librar- 
le de  semejante  temor  diciéndole  tales  cosas  ,  que 
por  ellas  comprehende  CEdipo  que  ya  se  habla  ve- 
rificado el  Oráculo  del  temido  incesto  con  su  ma- 
dre iocasta ,  y  que  su  padre  Layo  habia  sido 
muerto  á  sos  manos»  De  esta  impensada  noticia 
concibe  una  tristeza  tan  extraordinaria,  que  ha- 
biéndose sacado  los  ojos  ,  se  resuelve  á  vivir  el 
resto  de  sus  dias  vagabundo  y  desterrado  de  su 
Reyno ,  mudándose  repentinamente  su  próspera 
fortuna  en   un   cúmulo  de  calamidades. 

a  La  Peripecia,  pues,  como  cue  es  uno-  de 
aquellos  adornos  con  que  la  Poes.a  sorpreheade 
maravillosamente  los  ánimos  ,  y  pone  en  movi- 
miento los  afectos  ,  especialmente  aquellos  que 
se  avivan  mas  entre  la  esperanza  y  el  temor,  de- 
be tener  tres  qualidades  necesarias  para  lograr  su 
fin  :  Primera  ,  que  la  mudanza  de  "-i'uacion  ,  y 
fortuna  sea  grande  j  bien  sea  de  e:tado  feliz  a 
infeliz,  ó  de  este  al  feliz.  Segunda,  que  esta  mu- 
danza sea  impensada  y  repentina:  de  manera  qie 
fuera  de  toda  esperanza  sobrevenga  el  trastorno 
de  la  fortuna  ,  sucediendo  á  la  ak  griA  el  susto 
y  terror^  ó  al  terror  la  alegría.  Tercera,  cue 
ia  mudanza  y  trueque  de  fortuna  sea  v^risín  'i, 
y  no  disparatada,  como  los  delirios  <jue  ví-  >.. 
en  muchas  íí  o  velas.  Comedias  é  Historjet^rf^^ ;.   ■ 


14  INSTITVCIOIVES   TO-ETICAS' 

didas  en  un  molde  semejante  al  de  la  Historia 
de  Cario  Magno  y  doce  Pares  de  Francia  ,  y 
otros  Libros  de  Caballería.  Quodcumque  ostendis 
tnihi  sic  ,  incredulus  odi  (i).  Es  excelente  Peri- 
pecia la  de  la  Eneida  (2).  Habiendo  los  Troya- 
nos  arribado  á  Italia  ,  saliéndoles  todas  las  co- 
sas con  prosperidad  ,  y  á  medida  de  su  deseo; 
despachados  los  Mensageros  por  Latino,  Rey  de 
aquella  tierra  j  y  quedando  concertado  con  La— 
vinia  su  hija  el  casamiento  de  iií.neasj  Juno  lle- 
na de  ira  todo  lo  muda  y  lo  trastorna ,  y  en 
medio  de  una  paz  y  tranquilidad  suma  ,  excita 
y  mueve  de  repente  una  suma  oposición,  y  guerra 
sangrienta  contra  los  Troyanos ,  que  nada  de  es- 
to  se  pensaban.. 


SECCIÓN     V. 

De  la  Anagnorisis^- 


I 


I     -¿TLí 


nagnorisis^  vocablo  GriegOj  és  lo  mis- 
mo que  en  castellano  reconocimiento  ,  ó  como  di- 
ce Aristóteles  (3).  Mudanza  desde  el  estado  de 
no  conocer  al  de  conocer.  Por  lo  qual  en  quan— 
to  adorno  poético  se  define  ;  reconocimiento  r^— 
cíproco  de  personas ,  del  qual  nace  entre  ellas 
amistad  ó  enemistad ,  y  se  hacen  felices  ó  infe^ 
lices.  Y  así  para  este  adorno  de  Poesía  son  in- 
dispensables tres  circunstancias  :  primera  ,  reco- 
nocimiento inopinado  y  mutuo  de  las  personas: 
segunda,  que  resulte  amistad  ó  enemistad:  ter- 
cera, que  resulte  felicidad  o  infelicidad.  Es  ce- 
le- 

*..;  fi)     Horar.ad  Pisones. 
^  í:^V  '  i-ib.  7. 
S,  (4/-    Cap.  «3.  Poet. 


1.1  BRO       1,  J¿. 

lebré  él  reconocimiento  de  Orestes,  hermano  de 
Iphigenia  ,  ^ue  estando  para  ser  sacrificado  por 
mano  de  su  misma  hermana  ,  á  quien  él  ya  no 
conocia ,  y  la  creia  muerta  y  sacrificada  á  la 
Diosa  Diana  ^  exclamó  que  él  moria  en  la  mis- 
ma forma  que  su  desgraciada  hermana.  Por  es- 
tas palabras  viene  Iphigenia  en  conocimiento  dé 
■que  es  aquel  su  hermano  Orestes  :  y  con  esto, 
de  común  acuerdo  huyen  ambos,  librándose  Ores- 
tes  del  sacrificio  á  que  estaba  destinado  ,  é  Iphi- 
genia de  la  dolorosa  necesidad  de  executar  co~ 
rao  Sacerdotisa  tan  detestable  ministerio, 

a  Como  el  reconocimiento  puede  ser  doble  ó 
simple :  esto  es ,  recíproco ,  quando  dos  perso- 
nas se  conocen  una  á  otra  :  y  sencillo  ,  quando 
una  reconoce  á  la  otra  ,  sin  que  ella  sea  tam- 
bién reconocida;  es  claro  ,  que  en  la  definición 
hemos,  puesto  solamente  el  reconocimiento  doblep 
ó  recíproco;  porque  ese  es  el  mas  poético,  co- 
mo que  excita  ccn  mayor  vehemencia  los  afec- 
tos. Y  si  el  reconocimiento  fuere  (como  es  lo 
común  )  implexo ;  esto  es ,  que  envuelva  Peri-^ 
peda,  ó  mudanza  de  fortuna,  entonces  será  un 
adorno  de  doble  aprecio.  El  reconocimiento  pue- 
de suceder  de  muchos  modos  ,  que  se  pueden 
ver  en  Heinsio  (i),  y  son  fáciles  de  hallarse 
por  qualquiera  dé  mediano  ingenio,  que  obser- 
ve lo  poíible  ,  y  verisímil  en  los  acontecioiiea- 
tos  de    la    vida. 

(i)     Lib.  de  Trag.  coostltut.  C.  6. 


S£C« 


SECC  ION    VB 


Bel  Episodio, 


77 


pisodio  es  voz  Griega  ,  que  quiere  de- 
cir cosa  añadida  al  cántico.  Y  así  trasladándo- 
la á  la  Poesía  se  define:  una  nccion  añadida  y 
secundaria  ,  que  con  cierta  proporchn  y  conexión 
necesaria  se  junta  á  la  acción  principal.  De  aquí 
es  que  las  narraciones  ,  descripciones  y  compa-« 
raciones  ,  como  que  no  sen  acciones  ,  tampoco 
son  Episodios.  !En  el  libro  s.  de  laiEneida  no 
es  Episodio  la  descripción  de  Ja  tempestad  sus- 
citada á  instancias  de  Juro  ^ , pero  lo  es  la  des- 
trucción de  Troya  en  el  libro  i.  y  la  peregri- 
nación de  iEneas  en  el  3  ,  porque  tienen  sus 
acciones. 

1  Llámase  añadida  ,  ó  ( lo  que  es  lo  mismo  ) 
accidental,  la  acción  episódica,  porque  no  es 
parte  de  la  principal  o  primaria,  la  qual  pue- 
de subsistir  por  sí  sola  ,  sin  que  se  la  arrime  el 
Episodio  :  como  es  claro,  que  pudo  ^neas  apor- 
tar á  Italia ,  y  vencer  á  Turno ,  sin  detenerse 
antes  en  referir  la  destrucción  de  Troya ,  y  sus 
peregrinaciones  ^  por  ser  ambas  cosas  unas  ac- 
ciones accesorias  y  distintas  de  la  principal  d© 
establecer  su  Imperio  en   Italia. 

3  Dicese  que  el  Episociip  tenga  cierta  propor- 
ción con  la  acción  primaria  ^  porque  no  debe  ser 
traído  con  violencia  ,  ni  de  muy  lejos  ,  ni  con 
afectación  y  cuidado  ,  como  la  Novela :  El  Cu~ 
rioso  Impertinente  en  la  vida  de  Don  Quijote, 
que  por  ser  acción  impertinente,  y  sin  propor- 
ción con  la  principal  ,  y  traída  de  muy  lejos 
con  estudio  ,  no  puede  ser  Episodio  de  aqueila 
Sátira  Varroniana  tan  digna  ,de  elogio  por  otros 
motivos.  üi- 


I.  I  S  R  o      Z.  IW 

4  Últimamente  se  dice  que  el  Episodio  ten- 
ga cierta  necesidad  de  estar  enlazado  con  la  ac- 
ción primaria  ,  de  manera  que  sin  incurrir  en 
falta  ,  no  pueda  omitirse.  Y  así  Virgilio  que  can- 
taba la  acción  ilustre  de  aquel  Héroe  guerrero 
que  prófugo  por  destino  de  los  hados  ,  vino  el 
primero  á  Italia ,  y  costas  Lavinias  desde  Tro- 
ya ,  no  pudo  menos  de  entretexer  en  su  Poema 
el  incendio  de  la  famosa  ,  y  desgraciada  patria 
de  su  Héroe  :  el  qual  no  debía  callar  en  el  Pa- 
lacio de  la  Reyna  Dido  lo  que  ya  la  fama  habia 
divulgado  por  todo  el  orbe  j  ni  la  curiosidad  de 
la  Reyna  podia  dexar  de  preguntar  sobre  estas 
■  cosas  á  su  huésped  ,  que  habia  tenido  en  ellas 
gran  parte  ;  ni  tampoco  podia  -Sineas  dexar  de 
satisfacer  la  curiosidad  de  una  Señora  Soberana, 
de  quien  recibía  entonces  tantas  demostraciones 
de  liberalidad  y  benevolencia.  Vov  aquí  se  ve  que 
es  menester  para  un  Episodio  algún  motivo  ,  cu- 
ya suficiencia  ha  de  ser  regulada  por  la  razón  ,  y 
juicio  del  Poeta. 

5  Los  Episodios  ,  pues  ,  en  los  términos  ex- 
plicados ,  no  son  los  que  reprueba  Aristóteles  (i) 
diciendo  que  no  hay  cosa  mas  insulsa  j  porque  el 
Filosofo  habla  de  aquellos  Episodios  inverisímiles 
p  inconexos  con  la  acción  principal. 

SECCIÓN    VIL 

i  • 


De  1(1  Máquina, 


1     JifJLa 


■  equina  es  vocablo  bien  conocido,  y  se 
na  trasladado  á  significar  uno  de  los  adornos  de 
la  Poesía  por   la  proporción  con   las   máquinas  ó 

tra- 

(í)    Cap.  s.  Pcet. 

B 


I?      '^  ZN'STlTVClOZfES  PQ-ETICAS. 

tramoyas  del  teatro  ,  de  las  que  se  valían  los 
actores  trágicos  para  el  descenso  ,  o  aparición  de 
alguna  Deidad  que  venia  en  socorro  de  alguno  que 
no  podía  recibirle  de  los  hombres  ,  ni  por  otro 
camino  ordinario.  Y  con  proporción  á  esto  ,  la 
Máquina  ,  en  quanto  adorno  Poético  ,  se  define: 
acción  ,  d  un  modo  de  acción  superior  ó  las  fuer- 
zas humanas  ,  que  sirve  para  salir  de  un  fuerte 
apuro  ,  o  desatar  un  enredo  indisoluble  en  el  or- 
den natural.  Asi  en  la  Illada  de  Humero  ,  ayrado 
Aquiles  ,  estaba  para  retirarse  el  exército  que  de- 
bia  perseverar  contra  Troya.  En  este  conflicto  la 
Diosa  Minerva  ,  baxando  del  Cielo  ,  á  impulsos 
de  la  Diosa  Juno  sosiega  los  ánimos  ,  y  deshace 
la  conjuración  de  la  tropa  resuelta  á  abandonar 
aquella  expedición. 

1  No  es  preciso  siempre  que  sea  visible  este 
auxilio  extraordinario  de  los  Dioses  ;  y  por  eso 
puede  la  Máquina  ,  ó  Acción  extraordinaria  di- 
ferenciarse en  el  modo ,  consistiendo  en  el  influ— 
xo  de  las  Deidades  :  como  en  Virgilio  vemos  que 
Juno  protege  ocultamente  á  Turno,  y  la  hermo- 
sa Venus  á  ^neas. 

3  Pero  siempre  es  necesario  que  el  Poeta  se 
abstenga  de  Máquina  ,  si  hay  otros  recursos  or- 
dinarios ,  y  naturales  para  salir  de  un  apuro  y 
desatar  el  nudo  según  el  precepto  de  Horacio  (i); 

JVec  Deus  intersií,  nisi  dignus  •vtndice  nodui 
Inciderit, 

Y  así  es  que  Aristóteles  tacha  la  Máquina  ,  que 
dexanios  dicha  ,  de  Homero  ,  por  haber  este  gran 
Poeta  hecho  baxar  del  Cielo  á  Minerva  sin  gra- 
vísima necesidad  ,  pudiendo  recurrir  al  medio 
natural  de  la  persuasión  ,  y  prudencia  de  alguw 
hombre  que  supiese  tranquilizar  á  ios  soldados. 

ViS" 

•    (i)     Ad  Pisones. 


ZI  S  RO     I.  Xtt 

4  Visto  el  fin  ,  y  naturaleza  de  la  Máquina, 
se  dexa  conocer  en  qué  ocasiones  deba  usarla  un 
Poeta  :  que  serán  quando  se  necesite  saber  lo  que 
está  por  venir  j  quando  se  intente  alguna  empre- 
sa superior  á  las  fuerzas  hiircanas  j  quando  se 
quiera  salir  de  un  paso  ,  y  no  hay  otro  recurso 
que   á  Diüs  ;   y  en  otros  lances    semejantes. 

¿  Todo  br,ea  Poeta  deb'.-rá  evitar  quanto  le 
sea  posib.e  el  valerse  de  Maquinas  ,  y  prodigios 
en  que  suele  aventurarse  la  te  humana  ,  y  aun  el 
gusto  el  qual  suele  hallar  mas  cebo  en  las  acciones 
naturales  ,  y  posibles  á  las  fuerzas  del  <  omun  de 
los  hombres  ,  que  en  las  prodij^iosas  y  nada  co- 
munes ,  ni  semeiantes  á  las  nuestras.  Por  cu- 
ya razón  fastidian  muchísimo  á  las  personas  de 
buen  gusto  aquellos  Comediones  llenos  de  .:ramo- 
yas  ,  y  ridiculos  prodigios  que  suelen  represen- 
tarse en  todos  los  teatros  nuestros  y  extranjeros, 
delevtando  únicamente  á  los  que  comen  naranjas, 
nueces  y  tostones  en  el  teatro  ,  esto  es  ,  al  popu- 
lacho. 

SECCIÓN     VIII. 

De   los  Caracteres. 

T.  J."Suquí  entendemos  por  Caracteres  las  pro- 
piedades de  las  costumbres  de  los  h  'mbres  ,  la 
índole  y  genio  de  cada  uno  ,  disti  'guién^-ose  en- 
tre sí  .conforme  á  la  diversidad  de  hábitos  ,  pa- 
siones ,  naciones  ,  edad  y  fortuna  :  v.  gr.  por  há- 
bito puede  uno  ser  justo  ,  benigno  ,  templado: 
por  pasión  ,  enamorado  ,  iracundo  :  por  luicwny 
Griego  ,  Rumano  ,  Español  :  por  edad  ,  niño, 
joven  ,  viejo  :  por  fortuna  ,  señor  ,  esclavo  ,  ven- 
cedor ,  vencido  ,  &c.  Cada  hombre  conforme  á 
estos  caracteres  suele  tener  sus  costumbres  ,  ea 
Ba  cu- 


na  X2VSTITUCI02VES  poetices. 

cuya  pintura  consiste  este  adorno  de  la  Poesía^ 
como  dice  Horacio  (i) : 

jíltatií  cujiiíque  7iotand'i  sunt  tibt  moresc        >, 

Y  el  Señor  Obispo  Gerónimo  Vida  (a).  ^ 

Hinc  vnrios  moresque  hominum  ,  moresque 

animantum^ 
j^ut  studia  hnparihus  divisa  cetatibus  apta 
Effingunt  facie  verborum  ,  ¿íc. 

Uniendo  á  este  adorno  poético  hasta  la  descrip- 
ción de  las  costumbres  de  los  brutos  ,  como  ei 
León  ,  Elefante  ,  Caballo,  Perro ,  Águila  ,  Palo- 
ma ,  &c  ,  que  también  se  distinguen  por  su  ín- 
dole propia  ,  y  característica. 

2  Las  costumbres,  pues,  que  según  sus  propie- 
dades y  caracteres  respectivos  han  de  ser  ador- 
no de  la  Poesía ,  deben  lo  primero  ser  buenas; 
porque  el  íin  de  todo  Poema  es  el  de  instruirnos 
con  deleyte  y  utilidad  5  y  nada  hay  útil  como 
sea  realmente  opuesto  á  la  bondad  moral  :  y  así 
no  deben  los  Poetas  introducir  personas  de  cos- 
tumbres corrompidas  y  estragadas  ,  y  mucho  me- 
nos si  la  persona  fuere  el  héroe  ,  ó  primer  su- 
geto  de  la  acción  principal  del  Poema  ,  por  ser 
el  que  se  propone  para  exemplo  de  las  virtudes 
que  deben  imitarse.  Pero  como  lo  blanco  resalta 
n:ucho  mas  en  contraposición  de  lo  negro  ,  ó  la 
hermosura  en  contraposición  de  la  fealdad  j  no 
se  prohibe  absolutamente  algún  Episodio  en  que 
con  arte  y  discreción  introduzca  el  Poeta  algunas 
personas  de  mal  carácter  ,  con  el  indispensable 
cuidado  de  retratarlas  de  modo  que  el  mismo  re- 
trato las  represente  aborrecibles  ,  y  merecedoras 

del 

.   (i)     Ad  Pisones, 
(a)     Lito.  2.  Poet.  ?*;  .  1 


Z.JBROX.  «T 

3el  común  desprecio  ,  detestando  qualqniera  el 
seguir  tan  mal  exempio.  En  este  caso  las  cos- 
tumbres malas  tendrán  una  bondad  indirecta  y 
poética  ,  que  es  el  contribuir  á  hacer  mas  ama- 
ble la  virtud  ,  y  aborrecible  el  vicio.  Esta  es  la 
razón  por  que  en  la  yEneida  no  es  culpable  la 
pintura  vivísima  de  los  malvados  caracteres  de 
Sinon  ,  y  Mezencio.  Y  por  falta  de  arte  en  for- 
mar este  contraste  de  caracteres  ,  son  .reprehen- 
sibles aquellas  malísimas  Comedias  en  que  entran 
traidores  ,  asesinos  ,  vandoleros  ,  majos  y  majas 
insolentes  ,  &c. 

3  Lo  segundo  ,  deben  ser  Convenientes  ,  atri- 
buyendo á  cada  persona  las  que  le  correspondan 
según  su  carácter  ,  edad,  sexo  ,  &c  ,  no  pintando 
é  una  muger  con  1",  intrepidez  y  valor  de  Achi- 
les ,  ó  con  la  prudencia  propia  de  Néstor  ^  ni  á 
un  niño  con  el  juicio  y  madurez  característica 
de  un  anciano.  Y  esto  es  lo  que  en  los  lugares 
arriba  citados  encargan  Horacio  ,  y  Gerónimo 
Vida.  Es  muy  diíicil  conocer  los  caracteres  de 
]os  hombres  en  particular  ,  por  el  artificio  con 
que  cada  individuo  encubre  su  f,en¡o  y  lo  disi- 
mula. \0  Jupiter\  exclama  Medea  en  Eurípides,  (i) 
^por  qué  diste  á  los  hombres  cloras  señales  para 
discernir  el  oro  verdadero  del  folso-^  y  ninguna  pU' 
siste  en  el  cuerpo  humano  para  distinguir  el  hom- 
bre de  bien  de  el  malvado'^  El  arte  Phigsicnomica 
puede  hacer  caer  en  juicios  temerarios.  Las  señales 
que  presenten  las  acciones  exteriores  ,  son  las  mas 
á  proposito  ;  pero  no  siempre,  ni  en  todos  son  in- 
falibles. Mas  nada  de  esto  importa  al  Poeta, 
quien  si  ha  de  tratar  de  un  personage  verdadero, 
cumple  con  pintarle  según  el  carácter  que  le  dio 
la  tama  y  opinión  común  ^  y  si  de  una  pereona 
nueva  ,  que  solo  ha  existido  en  su  imaginación, 
está  en  su  arbitrio  el  darla  éste  ,  ó  el  otro  ca- 
rde- 

Ci)       Med.  vers.  si6, 

B3 


á-2  TATSTITZfeiOJVET   POETICES. 

i-ácter  :  en  cuyo  caso  deberá  conforme  á  él  des- 
cribir sus  costumbres  :  y  para  hacerlo  con  acier- 
to habrá  de  observar  á  los  hombres  de  todas  cla- 
ses en  el  trato  común  ^  leer  con  cuidado  y  aten- 
ción en  los  varios  y  buenos  libros  de  Echica  que 
tratan  de  las  señales  ,  ó  caracteres  de  las  costum- 
bres y  pasiones  ^  y  notar  las  bellísimas  pinturas 
que  se  encuentran  de  esto  en  los  buenos.  Poetas 
y  Oradores  ,como  también  de  la  índole  de  los 
brutos  ;  siendo  dignas  de  leerse  las  que  en  su  ex— 
télente  obra  intitulada  Prcedium  rusticum  ,  hace 
Jacobo  Vaniere  del  Mastin  ,  del  Lebrel  ,  del  Do- 
^o  ,  y  otras  castas  de  Perros  ,  de  los  Bueyes  ,  de 
Jas  Gallinas  ,  y  de  los  Gallos  peleadores  ,  de  los 
Gansos  ,  de  las  Palomas  ,  &c. 

4  Lo  tercero  ,  deben  ser  iguales  y  constan- 
tes :  esto  es  ,  que  en  el  principio  ,  en  el  medio, 
en  el  fin  ,  y  siempre  sea  uno  mismo  el  carácter 
que  demuestre  la  persona  en  sus  costumbres  ,  sin 
que  jamas  se  diferencie  por  ellas  de  si  misma: 
de  manera  que  si  el  Poeta  fingiere  una  nueva 
persona  de  la  piedad  de  ^neas  ,  procure  que  no 
decaiga  ,  y  se  transforme  en  el  carácter  de  ua 
impío.  Y  estoes  lo  que  nos  dice  Horacio  en  los 
siguientes  versos  (i). 


Siqidd   inexpertum    seence    committts  ,  S 

mides 
Personam    formare    novam  ;  -servetur  ad 

■    iniínn 
jQualis    ab .  incepto    processerit  ,  i3  sibi 
constet. 


(i)       Epist.  ad  Pisones. 


SEC- 


Z.I  B  ItO     t.  «3 

SECCIÓN    IX. 

De    la  Sentencia. 

I  ,íLJa  Sentencia  es  adorrio  comim  á  los 
Oradores  y  Poetas  :  por  tanto  Aristóteles  trata 
de  ella  en  el  Hb.  i.  cap.  4.  de  la  Retorica  ,  y 
cap.  19.  de  la  Poética.  Son  dos  las  ideas  signifi- 
cadas por  esta  voz  :  la  primera  ,  quando  se  to- 
ma por  lo  mismo  que  praposicion  indefimda  ,  y 
universal  :  y  la  segunda  ,  quando  se  toma  en  el 
sentido  de  proposición  ,  cor.  que  se  define  ,  y  ex- 
plica la  natioaleza  áe  una  cosa  ,  sus  propiedades 
esenciales,  y  las  accidentales  que  dimanan  de  ellas: 
de  manera  que  la  Sentencia  en  este  concepto  rif>- 
ne  el  oficio  de  poner  en  claro  lo  que  se  halla 
obscuro  j  dividir  lo  que  está  confuso  é  intrinca- 
do ;  describir  las  propiedades  ,  circunstancias  ,  y 
adjuntos  de  las  cosas  ^  excitar  los  afectos  del  áni- 
mo con  interrogaciones  ,  admiraciones  ,  amplifi- 
caciones ,  &c.  Y  aunque  todo  esto  es  adorno  de 
]a  Poe«^ía  ,  en  la  qual,  no  menos  que  en  la  Ora- 
toria ,  debe  resplandecer  la  eloqliencia  ^  sin  em- 
bargo de  eso  ,  como  suponemos  al  que  quiere  ser 
Poeta  ,  instruido  en  la  Retórica  donde  esto  se 
trata  de  intento  ,  y  con  extensión  ,  nos  ceñire- 
iTios  á  hablar  de  la  Sentencia  en  el  primer  senti- 
do ,  por  ser  su  uso  mas  trascendental  ,  y  mas 
freqiiente  que  el  de  la  otra  ,  en  los  poemas  me- 
nores ,  donde  los  afectos  andan  mas  calmados. 

1  La  Sentencia  ,  pues  ,  en  el  primer  concep- 
to es  una  proposición  sencilla  ,  v  breve  y  no  con-^ 
trchida  á  circunstancias  individuales  ,  ni  deter-" 
minadas  personas  ,  sino  pronunciada  en  general^ 
sirviéndole  de  materia  la  conducta  moral  di  los 
hombres,  Comy  ésta  :  La  justicia  es  la  columna 
JÍ4  que 


34  IJVSTITirClOJVSS  TOKTICAS. 

que  sustenta  la  feiicidad  áe  los  Monarcas.  Pero 
si  esta  sentencia  se  amplificase  ,  como  pudiera 
hacerse  ,  señalando  las  caucas  ,  describiendo  las 
propiedades  y  efectos  de  esta  virtud  ,  y  demos- 
trando que  es  mas  eficaz  y  poderosa  que  los  exér- 
citos  para  mantener  á  un  Monarca  seguro  en  su 
magestad  y  elevación  ,  por  hallarse  interesada 
en  eso  mismo  la  felicidad  de  los  subditos  que  le 
miran  como  padre  que  da  á  cada  uno  lo  que  es 
suyo  ,  &c.  entonces  no  seria  Sentencia  conforme 
al  concepto  en  que  acabamos  de  defiairla  5  sino 
una  proposición  compuesta  ,  amplificada  ,  y  ves- 
tida como  la  Sentencia  tomada  ,  según  diximos 
en  el  segundo  sentido. 

3  La  sencillez  ,  ¿brevedad  ,  generalidad  y  mo- 
ralidad  son  los  caracteres  de  la  Sentencia  de  que 
hablamos  ;  y  por  ellos  conocerá  el  Poeta  la  que 
hubiere  de  usar  ,  sin  que  le  sea  precisa  la  dili- 
gencia de  averiguar  las  especies  en  que  la  divi- 
den otros  según  las  denominacior.es  de  real ,  per~ 
son  al  y  intelectual^  moral.  Sea  de  la  especie  que  se 
quiera  la  Sentencia  ,  ó  llámese  como  se  llamarej 
siempre  que  en  ella  se  encuentren  los  quatro  ca- 
racteres referidos  ,  es  lo.  que  importa  al  Poeta. 
Lo  mismo  digo  que  sea  ,  ó  no  ,  dicho  agudo  ,  jo- 
coto  ó  serio  ;  pues  según  la  seriedad  ,  jocosidcdf 
ó  sutileza  de  la  materia  de  un  Poema  ,  lo  ador- 
nará el  Poeta  con  sentencias  serias  ,  agudas  ó 
jocosas.  Pero  antes  necci-ita  tantear  la  disposición 
de  su  ingenio  para  saber  lo  que  le  esrá  mejorj 
pues  aurque  sea  fecundo  y  feliz  ,  puede  tal  vez 
ser  muy  estéril  ,  y  desgraciado  en  jocosidades  y 
agudezas. 

4  También  es  de  advertir  que  el  uso  de  este 
adorno, ha  de  ser  muy  moderado  en  ei  Poema  Épi- 
co ^  algo  mas  freqüente  en  el  Dramático  ,  Ly— 
rico  y  Elegiaco  5  y  se  ha  de  procurar  que  en  to- 
dos S9  oculte  el  arte  ,  y  no  aparezca  sombra  de 
afectación  ,  y  un  prurito  pedantesco  de  filosofar, 

ha- 


Z.  I  S  R  o     I.  «^ 

íiaciendo  á  cada  paso  papeles  de  Sócratej  ,  y  Sé- 
necas ,  ó  de  Barbas  predicadores  en  comedia:-,  fas- 
tidiosas de  ingenios  mendigantes  ,  y  centoneros. 
las  sentencias  son  como  las  flores  ,  las  quales 
agradan  mas  quando  se  ven  en  el  campo  nacidas 
casualmente  ,  y  sin  otro  orden  que  el  que  quiso 
la  naturaleza  ,  que  quando  se  presentan  en  un 
ramo  que  forma  el  cuidado  y  prolixidad  arrifícib- 
sa  de  un  Jirdinero.  Toda  afectación  es  opuesta 
á  la  sencillez  :  y  ésfa  ,  y  no  aquella  ,  es  amable^ 
porque  es  mas  cv)nforme  á  la  naturaleza  ,  que  se 
fastidia  del    demasiado  artificio. 

5  Últimamente  se  ha  de  evitar  ,  con  especia- 
lidad en  los  Poemas  serios  y  grandes  ,  que  las 
sentencias  parezcan  refranes  ,  en  los  quales  ,  aun- 
que verdaderos  y  sentenciosos  ,  se  descubren  cier- 
tas alusiones  baxas  ,  y  un  cierto  ayre  de  vulgari- 
dad ,  que  solo  podrá  tener  cabida  en  alguna  Sáti- 
ra ó  Comedia  ,  en  que  entran  personas  cuya  fi- 
iosofia  consiste  toda  en  adagios. 

SECCIÓN   X. 

Ve  la  Dicción  6  Locución  Voética* 

I  O'i  hubiéramos  de  tratar  de  la  Locuciot^ 
Poética  ,  atando  todos  los  cabos  de  las  líneas  por 
donde  se  alarga  ,  formaríamos  un  capitulo  tan  ex- 
tenso como  un  buen  tomo  en  folio ;  y  tan  moles- 
to como  desproporcionado  á  los  limites  de  unas 
instituciones  formadas  para  muchachos,  y  mucha- 
chos que  se  suponen  bien  instruidos  en  la  Gramática, 
latina  y  castellana^  en  la  Prosodia  :i  y  que  culti- 
van la  RetoricT.  con  el  método  y  buen  gusto  que 
se  requiere.  Y  así  nos  ceñiremos  á  tratar  sucinta- 
Diente  de  este  adorno  de  la  Poesía ,  en  quanto   lo 

de- 


'^6  lA-^STlTuClOIVES    POETICytS. 

demos  á  conocer  de  modo    que  qualquiera   prin- 
cipiante io  distinga  sin  equivocación. 

2  Llámase  ,  pues  ,  locución  poética  aquel  mo- 
do de  hablar  que  solo  á  Jos  Poetáis  está  concedido. 
Tres  son  los  caracteres  mas  nobles  con  que  se  dis- 
tingue el  divino  lenguage  del  Parnaso  :  es  á  saber, 
claridad^  niagestadyy  verso. 

3  La  claridad  consiste  en  la  pureza  y  propie- 
dad de  los  vocablos  :  y  en  la  buena  syntáxis  ó 
fácil  y  cómoda  colocación  de  los  mismos  vo- 
cablos. 

4  De  aquí  se  infiere  lo  primero ,  que  no  de- 
ben admitirse  ar'haismos  ó  palabras  antiquadas, 
que  están  en  olvido  y  sin  uso  :  como  muchas  de 
Plauto  ,  Terencio  ,  Lucrecio  ,  Juan  de  Mena  ,  Ro- 
mance del  Cid  ,  &c.  pero  tendrán  iugar  en  los 
poemas  jocosos  y  satíricos  ,  siempre  que  el  Poeta 
las  use  con  Ja  oportunidad  y  discreción  que  en  Ja 
prosa  las  usa  Cervantes  en  boca  de  Don  Quixote, 
para  satirizar  y  ridiculizar  los  libros  de  Ca- 
ballería. 

g  Lo  segundo ,  que  se  han  de  evitar  voca- 
blos latinos  castellanizados  caprichoramente  ;  y 
luas  si  fueren  compuestos,  como  MandibuUfran— 
gibulc  ^  Dentifrangibulo  ^  y  otros ,  de  cuyo  uso 
resulta  la  Cultilatiniparla  tan  gracicsaniente  ridi- 
culizada por  algunos  célebres  Ingenios  Españoles, 
que  hicieron  uso  de  dichos  vocablos  con  acierto, 
y  muy  buen  efecto  para  desterrarles  :  con  cuyo 'fin 
también  podrá  usarlos  licitamente  todo  buen  Poeta 
Castellano  \  así  como  el  Latino  los  griegos  contra 
los  GrecutOí  óGrecistas  ,  que  afectan  saber  la  Len- 
gua Griega  en  sus  Poesías  Latinas  :  como  gracio— 
samecte  los  ridiculiza  el  satírico  Lucio  Sectario 
en  su  excelente  obrita  de  tota  Grceculorum  hujur 
ístatis  literatura,  ad  Gaium  Salmeronem ,  &c. 
£n  P'illagarcía  ,  arlo  de  17^8. 
,  6  Lo  tercero  ,  que  debiendo  ser  fácil  y  cor- 
riente la   syntáxis ,  no    se  ha  de   interrumpir   ni 

de- 


Z.  I  3  RO      I.  27 

dexar  pendiente  el  sentido  de  la  oración  con  pe- 
riodos muy  largos,  y  ( permít:i.seme  e,ta  voz)  ¿?«- 
crucijadot  ,  que  dexan  al  que  lee  ,  sin  saber  qué 
camino  ha  de  tomar.  Algunos  Poetas  Castellanos 
olvidan  freqüentemente  en  sus  versos  la  buena 
syntaxis  caiteilana  ,  por  afectar  la  latina  en  la 
trasposición  de  vocablos  que  tiO  es  propia  de  nues- 
tra lengua,  ni  lo  sufre  el  uso  ,  que  es  el  legislador 
del  bien  hablar. 

7  La  ttiagestad  de  la  dicción  poética  se  fun- 
da ,  según  Ari.-.tó:eles  (1)  ,  en  un  modo  de  decir 
superior  al  familiar  y  com.m  :  de  manera  que  en 
sentir  de  Horacio  (2)  ,  ro  basta  que  el  Poeta  en  la 
composición  de  los  versos  tenga  pureza  y  propie- 
dad de  palabras  ,  sino  que  rambien  ha  de  tener 
una  boca  en  que  resuenea  ideas  grandes  ^  ó  cerno 
suelen  decir  ,  ha  de  tener  grandihojiencra  :  T  por 
eso  (añade  este  Pneta)  suscitaron  algunos  ¿a  ques- 
lian  de  si  la  Comedia  era  ó  no   Poema.  _^ 

quod  acer  spiritus  ,  £j*  vis 

Nec  ve* bis,  nec  rebus   inest  j    tiisi    qjiod 

pede  certo 
Dejfert  sermcni  sermo  merus. 

Y  es  cierto  que  el  lenguage  de  la  Comedía  ,  (cO'*- 
mo  se  dirá  en  su  lugar)  es  familiar  y  humilde, 
al  tenor  de  las  personas  que  hablan  en  ella. 

8  De  aquí  es  que  el  Poeta  para  hablar  con 
esplendor  y  niagestad  poética  ,  ha  de  conocer  la 
naturaleza  y  uso  de  los  tres  géneros  de  estilo,  su— 
i  lime  ,  medio ,  y  tenue  :  de  los  quales  se    trata  en 

la  Retorica,  en  que  le  suponemos  instruido.  Y  así 
bastará  advertir  aquí  ,  que  en  unos  Poemas  caben 
todos  tres  géneros  de  derir  ,  como  en  la  Epopeya, 
que  siendo    un  poema   dramático   mixto,   admite 

di- 

(2)  Cap.  27.  Poet. 
U)  Epist.  ad  Pisones- 


íS  XNSTirUClOKrES  POÉTICAS. 

diferentes  clases  de  personas ,  que  deben  hablar 
según  su  respectivo  carácter  ,  interés  y  situación; 
y  quando  hable  el  Poeta ,  usará  el  estilo  que  cor- 
tespondiere  á  sus  narraciones,  descripciones,  &c. 
En  la  Tragedia  por  lo  general  no  cabe  otro  estilo 
que  el  sublime  ,  á  causa  de  la  vehemencia  de 
afectos  que  hay  en  ella  ,  y  de  la  elevada  clase  de 
sus  personages  :  Omne  genus  scripti  gravitate  tra-^ 
gedia  vincit.  En  otros  poemas  alza  o  baxa  el  es- 
tilo ,  según  la  naturaleza  de  ellos  ,  como  se  verá 
quando  tratemos  de  cada  uno  en  particular.  Los 
Epítetos  ó  nombres  Apuestos,  dan  magestad ,  ó 
se  la  quitan  á  la  dicción  poética  :  y  es  menester 
cuidado  y  discreción  en  elegir  los  que  sean  mas 
propios  ,  y  representen  ideas  nobles  y  dignas  de 
los  sugetus  con  quienes  se  juntan.  Los  principian- 
tes se  encuentran  hecha  esta  diligencia  en  los 
muchos  Diccionarios  que  hay  de  Epítetos  ,  en- 
tretanto que  llegan  á  instruirse  en  la  Lógica, 
Crítica  ,  Erhica  ,  y  otros  ramos  de  la  Filosüíía, 
que  unidos  á  su  juicio  natural  y  exactas  observa- 
ciones ,  les  suministrarán  ideas  en  abundancia 
con  casi  todas  sus  propiedades  ó  notas  esenciales 
y  accidentales  :  que  éstas  son  los  Epítetos  ,  cuya 
naturaleza  y  .significación  bien  conocida  ,  será  una 
medicina  preservativa  de  la  peste  de  Ripio  que 
cunde  en  los  Poetas  ,  que  solo  cuidan  de  Henar  la 
medida  del   verso  ,  sea  por  fas  ,  ó    sea    por   ne-' 

Jü!. 

9  También  sirve  al  esr.lendor  y  magestad  de 
la  locución  poética  ,  si  los  modos  comunes  y  vul- 
gares de  hablar  se  visten  de  otra  forn^.a  mas  ex- 
quisita ó  (digamos  ssi)  pintoresca.  \ja  Filosofo 
diria  desnudamente  Todos  somos  mortales  :  pero 
un  Poeta  dice  la  misma  verdad,  pintándola  con 
vivos  colores  (i). 

la 

(i)  Fr.  Luis  de  León  Traduc.  de  la  Oda  4.  lib.  i.  de  Ho- 
racio. 


: ;  : :  la  muerte  amarilla  va  igualmente 
j,A  !a  choza  del  pobre  desvalido, 
j,Y  al  Alcázar  Real  del  Rey  potente. 

10  El  verso  (que  como  diximos)  es  la  ter- 
cera qualidad  característica  de  la  locución  poéti- 
ca ^  se  divide  en  muchas  especies,  bien  sea  latino 
o  bien  castellano.  Para  los  versos  latinos  tienen 
los  jóvenes  en  tomos  separados  de  la  Poética ,  Ar- 
tes de  Prosodia,  adonde  los  remitimos  ;  y  merece 
preferencia  en  la  elección  la  Prosodia  Boloniense 
de  Juan  Bautista  Riccioli.  Para  los  versos  caste- 
llanos carecemos  de  Prosodia  ,  porque  general- 
mente se  han  contentado  nuestros  Poetas  con  con- 
sultar á  su  propio  oido  ,  sin  reconocer  otro  maes- 
tro j  y  seguir  unos  lo?  pasos  de  otros  en  el  uso 
de  las  silabas  y  alternativa  de  versos  y  conso- 
nantes. La  Obra  de  Rengifo  ni  es  Prosodia  ,  y  mu- 
cho menos  merece  titularse  como  se  titula  ^rte 
Poética.  Cáscales  en  sus  Tablas  Poéticas  (i)  ,  y 
Luzan  en  su  Poética  (2) ,  insinúan  cosas  muy  bue- 
nas de  Prosodia  j  pero  en  suma  se  queda  casi  to- 
do en  insinuaciones  j  y  venimos  á  parar  en  que 
asi  estos  dos  hombres  sabios,  como  otros  extran- 
jeros que  allí  se  citan  ,  desean  un  Arte  de  Proso— 
i*ia  vulgar  ,  confesando  que  no  es  imposible  I3 
empresa  de  formar  reglas  para  conocer  la  quan- 
tidad  de  las  silabas  ,  la  diversidad  y  medida  de 
los  pies  y  de  los  versos  ,  asi  coino  se  han  forma- 
do para  la  Prosodia  Latina.  Yo  también  estoy 
persuadido  á  que  la  empresa  no  es  imposible  ^  pe- 
ro la  juzgo  muy  larga  y  dificultosa  ,  no  tomándo- 
ia  á  su  cargo  una  Sociedad  ó  Academia  de  hom- 
bres doctos  ,  entre  quienes  se  distribuyese  la   ob— 

ervacion  y  examen  de  las  sílabas  en   cada  voca— 
blo  f  combinándolas  de  todos  los    modos   posibles, 

asi 

(.^)  Tabla  5. 

U)  Tom.   1.  cap.  22.  hasta  el  íio. 


•^0  ÍNSriTVClOIf'ES    TOlÉTlCjiS. 

así  en  composición  como  fuera  de  ella  •  ya  unien- 
do los  artículos  ,  ya  separándolos  ,  &c.  &c.  Nadie 
distinguirá  por  el  oído  la  qnantidad  larga  de  las 
primeras  sílabas  de  Rama  ,  Musa  ,  Bola  ,  JVe— 
gra  ,  &c.  pero  si  de  caaa  vocablo  de  estos  unido  con 
su  articulo  se  formare  (para  no  mas  que  observar) 
uno  solo  ,  hallará  el  oido  la  quantiuad  larga  de 
la  primera  sílaba  ,  como  Labola  ,  Lanegya  ,  La— 
rama,  í3c.  y  así  inferirá  una  regla  ger.eral  ,  con 
rara  excepción  ,  de  que  los  vocablos  dib;labos  son 
pies  Careos ,  que  constan  de  la  primera  sílaba  lar- 
ga y  la  otra  breve.  Los  disi'abos  cuya  ultima  sí- 
laba es  larga  ,  tienen  la  primera  breve ,  y  son 
pies  Jambos.  Esta  ,  ó  diversas  otras  experiencias 
y  observaciones  se  pudieran  hacer  ,  para  hallar  la 
quantidad  d,e  los  vocablos  monosílabos  ,  trisílabos, 
tetrasilavcs  ,  &c.  y  de  esta  manera  ir  fixai.do  las 
reglas  generales  ,  las  particulares  y  las  excepcio- 
nes de  quantidad  en  cada  silaba  j  formar  los  pies, 
y  dar  á  cada  verso  el  que  le  correspondiera.  En- 
tre tanto  que  esto  se  h;  c^  por  los  que  puedan  ,  y 
sepan  hacerlo  ,  nos  coutentaremof  con  imitar  la 
versificación  recibida  entre  los  mejores  Poetas^  y 
no  nos  detendremos  en  averiguar  si  son  ó  no, 
versos  Sáficos  ,  Exámetros  y  Pentámetr-'s  ,  algu- 
nos que  están  en  lengua  vulgar  ,  y  se  hicieron  sin 
irías  reglas  de  Prosodia  que  las  de  un  cierto  son- 
sonete ,  que  al  oido  del  Autor  le  sonó  á  Sáfico, 
y  al  oido  de  orro  le  habrá  sonaoo  á  otra  cosa. 

II  Instruido,  pues  ,  el  Poeta  en  la  buena 
Prosodia  y  composición  corriente  de  los  versos, 
procurará  que  sus  expresiones  y  su  armonía  sean 
en  cierto  modo  significativas  de  los  objetos  adon- 
de se  dirigen.  La  alegría  ,  la  tribteza  ,  la  grave- 
dad ,  la  prontitud  ,  el  amor  ,  el  odio  ,  el  terror, 
el  horror  ,  la  blandura,  la  atrocidad  ,  la  ira  ,  &c. 
son  materia  que  en  los  versos  requiere  su  respec- 
tivo numero  ,  y  palabras  mas  o  nieuos  doras  ó 
suaves  en  la  pronunciación  ,  como  lo  deberán  no— 

tac 


2,  J  S  R  o      I'  31 

tar  todos  en  la  freqüente  lectura  del  Príncipe  de 
los  Poetas  Latinos  Virgilio  ,  quien  para  las  ac- 
ciones que  requieren  celeridad  ,  usa  de  versos  en 
que  reynan  los  pies  Dáctilos ;  para  Jas  graves  ,  de 
versos  en  que  reynan  los  Espondeos  ;  para  cosas 
terribles  usa  de  palabras  de  fuerte  pronunciación, 
en  las  quales  resuenan  la  t ,  la  r  ,  la  p  ,  la  f  j  y  á 
este  tenor  respectivamente  en  la  pintura  de  otras 
acciones  ó  pasiones  del  ánimo.  No  hay  arte  para 
este  primor  como  el  genio  ayudado  de  la  atenta 
lectura  de  los  Poetas  insignes.  Por  este  camino  no 
se  tropezará  en  expresiones  muelles,  almivaradas 
y  empalagosas^  ni  en  la  rimbombancia,  hinchazo- 
nes y  turgencias  de  un  estilo  parecido  á  una  nube 
<jMe  va  á  rebentar  en  granizo  y  rayos,  sin  que  se 
oigan  sino  truenos  ,  ladridos  de  Perros  ,  bramidos 
de  Bueyes  ,  relinchos  de  Potros  ,  y  rebuznos  de 
Jumentos.  Qualquiera  de  los  extremos  es  vicioso. 
Lo  natural  y  bello  de  la  pintura  de  los  Ciclopes 
encanta  en  Virgilio  j  y  desvia  la  de  Polifemo  ea 
Don  Luis  de  Góngora. 

SECCIÓN    XI. 

De  la  causa  eficiente  de  la  Poesía» 


I  ,^-Ía  causa  eficiente  de  la  Poesía  es  el  in- 
genio natural  del  Poeta  ,  auxiliado  con  las  reglas 
del  arte.  De  aquí  es  que  no  basta  para  hacer  bue- 
nos Poetas  el  ingenio  solo  ,  destituido  del  arte; 
ni  el  arte,  si  no  cae  en  sugeto  de  ingenio  y  dis- 
posiciones naturales  para  serlo.  Así  le  parece  á 
Honcio  (i). 

iVa- 

(i)  Epist.  ad  Püoneí. 


3»  IXSTJTVClOSírXS  TOETIC^S. 

Natura  fieret   Jaudohile  carmen  ,  an  Arte^ 
Quaisitum   est.  Ego  nec   studium   sine  di~       1 

vite  venOf 
jN^ec  Tude  quid  prossit  video  ingenium.  Al-       \ 

terzus  sic 
Altera  poícit  opem  res ,  &  conjurat  amice. 

Por  cuya  razón  es  fácil  de  entender  aquel  dicho 
vulgar  de  que  el  Poeta  nace  :  pues  es  preciso  que 
la  naturaleza  contribuya  con  las  dotes  ,  que  luego 
debe  pulir  y  perfeccionar  el  arte  y  el  estudio. 

1  Esta  vena  rica  y  copiosa,  de  que  (según 
Horacio)  no  deben  carecer  por  naturaleza  los  Poe- 
tas ,  es  la  misma  que  suelen  llamar  otros  furor 
poético  y  entusiasmo  ,  agitación  del  Numen  ,  Ins- 
piración de  Apolo ,  juego ,  (3c.  viniendo  á  ser 
todo  ello  en  suma  una  pronta  disposición  del  áni- 
mo ,  para  conmoverse  con  vehemencia  en  la  vi- 
vísima pintura  y  expresiones  que  haya  de  hacer 
de  las  pasiones  de  amor ,  odio  ,  deseo  ,  gozo  ,  do- 
lor ,  ira  ,  temor  ,  audacia  ,  esperanza  ,  desespera- 
ción ,  &c.  De  manera  que  quando  el  Poeta  se 
muestra  mas  conmovido ,  y  habla  con  mayor  ve- 
hemencia que  la  que  acostumbra,  revestido  del 
mismo  color  de  dichas  pasiones ,  entonces  se  dice 
que  está  arrebatado  del  furor  poético  ,  entusias" 
mo  ,   üc. 

j, ........  Si  vis  me  flere,  dolendum  est 

,,Primum   ipsi    tibi 

j, Tristia  moestum 

„Vultum  verba  decent  j  iratum  plena  mi- 
narum. 

3f . 

5,Format  enim  natura  pnus  nos  intus  ad 

omnem 
jjFortunarum  habitutn  ^  juvat ,  auí   impel- 

lit  &d  iram, 

ísAut 


Ti  S  RO      1,  30 

,,Aut  ad  humum  mcerore  gravi  deducit   8c 

angic, 
jjPostefFert  animi  motus  interprete  lingua. 

Todo  este  pasage  de  Horacio  (i)  hace  ver  la  ne- 
cesidad que  tienen  de  este  furor  y  enagenamientQ 
pool  ico  y  los  buenos  Poetas  ,  los  buenos  Actores,  y 
todos  los  que  han  de  escribir  ,  leer  ,  representar 
Poemas ,  ó  ensayar  en  ellos  á  los  que  sin  la  debi- 
da instrucción  son  Actores  ,  o  tienen  disposición 
natural  ,  aunque  sin  arte  para  la  declamación 
Teatral. 

3  Todo  el  que  carezca  de  esta  disposición  na- 
tural (que  no  se  adquiere,  sino  que  se  lima  y 
perfecciona  con  el  arte)  seguramente  puede  re- 
nunciar la  Poesía  y  el  Teatro  j  pues  no  nació  para 
tratar  con  las  Musas  ,  y  le  arrojaría  Meipomene 
desús  Teatros.  El  que  tiene  un  corazón  de  corchOj 
(estoes,  insensible  y  floxo)  no  es  á  propósito  pa- 
ra molde  de  donde  salgan  vivas  y  valientes  imá- 
genes de  los  afectos.  ¿Como  se  sentiría  el  cora- 
zoa  de  Virgilio ,  en  el  momento  de  pintar  las 
tristes  situaciones  de  Príamo  ,  del  piadoso  ^neas^ 
de  la  infeliz  Troya  ,  de  la  desesperada  y  zelosa 
Dido  &c.  &c.  ,  hablando  el  Poeta  con  expre- 
6Í0i'-es  tan  sensibles  y  vehementes  ,  como  acaso  no 
pudieran  ellos  nñsmcs? 

4  No  neg'-imos  que  aun  los  Poetas  mas  favore- 
cidos de  Apolo  ,  á  quienes  la  naturaleza  enrique- 
ció con  las  qualidades  propias  de  superior  y  dis- 
tinguido ingenio  ,  suelen  dormirse  á  veces  ,  y 
experimentar  en  si  mismos  tal  tibieza  ,  que  pare- 
ce haberlos  desamparado  el  Numen ,  o  amorti- 
guádose  en  ellos  el  Fuego  Poétüo.  Mas  no  por 
eso  deben  desanimarse.  Suspendan  la  obra  por 
algún  tiempo ,  hasta  que  el  Numen  inspire  mas 
favorable  j  lo  qual  sucederá  quando  menos  se  es- 

pe- 
(0  Epist.  ad  Pisones. 

c 


34,  ITUSTITUCTON-ES   POÉTICAS, 

pere.  También  á  los  árboles  falta  á  veces  su  fron- 
dosidad ^  á  las  fuentes  perennes  el  agua  ^  niengnan 
los  rios  mas  caudalosos  j. y  no  siempre  la  prima- 
vera inspira  en  los  campos  él  ayre  suave  que  los 
vivifica  1  mas  sin  embargo.,  los  árboles  ,  las  fuen- 
tes 5  los  rios  ,  y  los  campos  vuelven  ,  sin  que  se 
solicite^  á  su  natural  estado.  El  mismo  descanso  les 
aumenta  las  fuerzas  ,  con  que  resarcir  los  atrasos. 
Asi  es  en  los  Poetas.  Major  post  otia  'virtus^  Re- 
cobranse  insensiblemente  las  fiíerzas ;  el  ánimo 
vuelve  en  si  j  empieza  como  convaleciente  á  gus- 
tar la  lectura  de  éste  y  del  otro  Poeta ,  con  cuya 
variedad  y  sazonado  alimento  se  ve  restituido  en 
su  natural  vigor.  Ya  se  pasó  aquella  obscura  nube, 
y  vuelve  á  brillar  con  mas  clara  luz ,  así  como  el 
Sol  después  de  disipada  la  tempestad.  Ya  el  Nu- 
men entra  en  el  pecho  ,  y  con  el  hacha  encendida 
introduce  el  fuego  en  todas  las  venas  y  arterias 
del  Poeta  ,  que  en  este  caso  no  respira  sino 
aquel  divino  aliento  con  que  se  siente  agitado. 
5     Pero 

fjNe  tamen  ,  ha !  mmium   puer  ,  d  ne  fide 
calori  ! 

yylVon  te  fortuna   seniper  permitimus  uti. 

cuidado  con  este  ímpetu.  Es  menester  freno  para 
no  precipitarse.  No  todo  lo  que  puede  el  ingenio, 
le  es  permitido  ,  aunque  á  prim.era  vista  parezca 
una  bizarría.  El  Militar  que  sale  fuera  de  línea, 
contraviniendo  á  las  órdenes  ,  es  culpable  ,  aunque 
Vuelva  victorioso.  Esta  es  la  razón  por  que  desme- 
recen varios  Poetas  (que  no  cito)'  para  con  los 
hombres  sabios  y  juicicos  ,  al  paso  que  por  el 
contrario  logran  ser  ensalzados  hasta  el  Cielo  por 
el  ignorante  vulgo,  üiicna  es  la  naturaleza  j  pero 
si  (como  sucede  en  el  hombre)  se  halla  defectuosa, 
eg  preciso  que  sea  ^cprrggida  por  el  arte  :  este  es 
el  Código  de  las  leyes  quehan  de  obseri'arse  en  eí 
Parnaso  :  el  que  las  quebranta  es  culpable.  Y  tam- 
bién 


í  I  B  RO     I.  2< 

bien  lo  será  el  que  afectase  con  nimiedad  fastidiosa 
su  observancia.  Tiene  también  el  Parnaso  sus  Hy— 
pócritas.  Es  y  pues  ,  necesario  el  Arte  ,  pero  en- 
cubierto y  sin  jactancia  ,  que  lo  quiera  casi  indi- 
car con  el  dedo.  Véase  acerca  de  lo  dicho  el 
Señor  Obispo  Vida  (i). 

SECCIÓN    XII. 

Del  fin    de    la  Poes/a^ 


1  JLvJB.uy  otro  es  el  fin  de  la  Poesía  ,  que  el 
que  suele  ser  el  de  ]  js  Poetas.  El  de  aquella  es 
invariable  ^  el  de  estos  suele  estar  unido  con  el  de 
sus  intereses  ,  y  miras  particulares  que  se  vuel- 
ven á  todos  vientos.  El  Numen  que  los  agita ,  es 
á  veces  el  Protector  que  los  sustenta  j  O  el  pode-* 
roso  á  quien  adulan.  Él  entusiasmo  de  estos  Per- 
sonages  ,  que  acaso  no  será  muy  poético  ,  es  el 
que  se  apodera  de  los  ingenios.  Tiempo  hubo  ,  en 
que  no  se  creia  sugeto  autorizado  el  que  así  como 
Relox  ,  Papagayo  y  Mona,  no  tenia  también  un 
Poeta.  ¿Pero  qué  Poetas?  Levante  el  Tajo  su  ca- 
beza coronada  de  espadaña  ,  y  el  Manzanares  ia 
suya  entonces  pelona  y  entrapada  j  y  di^annos 
los  cantos  que  han  oído  ,  y  aturdieron  sus  ribe- 
ras. Amores  lascivos^  agudezas  picantes;  concep- 
tos equívocos  é  indecentes  ^  truhanerías,  6íc.  eran 
el  fin  de  aquellos  tenidos  por  Cisnes.  No  todos 
Jos  Protectores  fueron  Augustos  ni  Mecenas  j  y 
por  eso  no  todos  los  Poetas  fueron  Horacios  ni 
Virgilios.  Dense  Protectores  de  ideas  nobles  ,  y 
se  darán  Poetas  que  en  sus  obras  inmortales^  los 
inmortalicen  también  á  ellos. 

2  El  fin  ,  pues ,  de   la  Poesía  es  diverso':   es 

in- 

(i)  Poetic.  lib.  3. 

C  a 


3^  IJVSTlTirSlOI^ES   POÉTICAS. 

invariable  en  su  bondad  y  rectitud  :  es  el  mejor 
defensor  de  los  Poetas  contra  Platón  ,  que  se  pro- 
puso desterrarlos  de  su  República  :  es  la  executo— 
ria  de  la  nobleza  de  este  ramo  de  las  buenas  le- 
tras contra  las  impresiones  del  vulgo  ,  preocupa- 
do con  las  baxas  ideas  que  le  hacen  formar  los 
que  la  envilecen  con  sus  abusos  y  fines  torcidos, 
é  impropios  de  su  destino  :  es ,  digo  ,  su  fin  la 
instrucción  agradable  y  deleytosa  de  las  buenas 
costumbres. 

3  Dícese  Instrucción  de  las  costumbres ,  por- 
que la  Poesía,  lo  mismo  que  la  Ciencia  Moral,  y 
Civil ,  conspira  al  feliz  estado  de  los  Ciudadanos, 
el  qual  se  logra  con  la  buena  instrucción  de  las 
costumbres  en  que  se  exercita  la  Poesía  ,  celebran- 
do las  acciones  humanas  que  sirven  de  isuen  exem- 
pto  ,  en  las  q\iales  estriba  la  felicidad  civil.  Y 
por  esta  razón  abusa  de  la  Poesía  el  que  la  tuer- 
ce acia  otros  fines. 

4  Llámase  agradable  y  deleytosa  ,  para  dis- 
tinguirse de  la  instrucción  que  da  la  Filosofía  Mo- 
ral ,  Civil  y  Política  ,  que  lo  hacen  por  un  medio 
austero  y  sin  aliciente  alguno.  De  manera  que  la 
instrucción  filosófica  es  como  un  manjar  ordina- 
rio y  común  ,  á  que  se  acomoda  el  paladar  de  los- 
sugetos  robustos  ^  y  la  de  la  Poesía  es  como  un 
manjar  bien  aderezado  y  exquisito  ,  que  sirve 
para  paladares  delicados  y  melindrosos ,  que  de 
nada  gustan,  ni  lo  pueden  tragar,  no  dándoseles 
con  algún  saynete  que  avive  el  apetito  ,  como 
sucede  con  los  adornos  y  bellezas  de  la  Poesía. 
Esta  noble  facultad  es  la  que  ,  según  Horacio  (i), 
liia  cabalmente  el  punto  á  la  instrucción: 

Omne    tulit  Punctum  ,   qui   miscuit   utilt 

dulciy 
Lectorem  delectando ,  pariterque  nwnendo. 

Es 

(x)   Ad  FisoQM. 


Z.I  S  RO     I.  57 

g     En    su    nacimiento   se    puede   decir   que   su 
fin  fué  principalmente  teológico  ,  según  Vida  (i). 

„ ,  celebranda  %-eperti 

„y^í¿  íacra  sint   tantum   versus  ,  laudesv» 

,,Deoram 
jyDicendai ,  ne  Religio  sine  honor e  jaceret. 

Después  ,  sin  variar  en  su  bondad  y  rectitud  esen- 
cial ísima  ,  se  extendió  á  todas  las  cosas  agrada- 
bles y  honestas  que  no  desdicen  ,  ni  se  oponen  á 
la  Religión  ^  sino  que  son  muy  arregladas  á  su 
espíritu  :  por  lo  que  dice  Horacio  (2): 

j^Aut  prodcsse    volunt  ,    aut    delectcwe 
Poeta, 

jyAut  siniul  i^  jucunda  ,  (3   idónea    dice- 
re  vit<e. 
y   el  citado  Vida  (ubi  supra) 

traxere  etiam  paulatim  ad  cete" 

ra  Mu!íaT, 

l^ersibus  (3  variis  cecinerunt  omnia  Vates. 

Descendieron  los  Poetar,  á  cantar  todas  las  cosas 
conducentes  á  la  honestidad  de  la  vida.  Y  aunque 
estas  cosas  se  diferencien  entre  sí  ,  no  por  eso  re- 
sultan á  la  Poesía  muchos  fines  diversos  ^  porque 
todos  ellos  son  unos  fines  parciales  de  que  se  com- 
pone un  fin  universal  y  común  ,  que  es  la  ins- 
trucción de  las  cottumhres  ,  en  que  convienen  Ja 
Epopeia  ,  Tragedia,  Comedia ,  &c.  cuyos  fines 
respectivos  se  reúnen  baxo  la  razón  genérica  de 
instrucción  de  buenas  costumbres  -^  como  se  verá 
qur.ndo  tratemos  de  cada  Poesía  en  particular. 


SEC- 


íi^    Lib.  T.  Poet. 
(■■l)    Ad  Piioues. 

C3 


g-ft  IIVSTITVCIOI^ES  FOETTC^S. 

SECCIÓN  XIII. 

-     De  la  División  de   la  Poesía, 


.1  VJiendo  la  Poesía  (según  dixiinos  en  ía 
Sección  i.  de  este  libro)  una  imitación  de  las 
acciones  humanas  ,  se  dividirá  en  tantas  espe- 
cies ,  quantos  fueren  sus  diversos  modos  de  imi- 
tarias.  Tres  son  los  que  comunmente  se  señalan: 
el  primero ,  quando  el  Poeta  en  un  Poema  ha- 
bla por  sí  solo  -y  ó  refiere  lo  que  otros  han  di- 
cho ó  hecho  ,  sin  introducir  personas  que  hablen 
entre  ellas  mismas.  El  segundo ,  quando  jamas 
habla  el  Poeta  por  sí  mismo  ,  sino  que  introdu- 
ce interlocutores  que  conferencien  y  negocien 
unos  con  otros.  El  tercero  ,  quando  el  Poeta  ha- 
bla por  sí  algunas  cosas  ,  y  además  introduce 
personas  que  hablen  y  conferencien.  Según  el 
primer  modo  ,  sera  la  Poesía  del  género  pura- 
mente enunciativo  ó  narrotivo  :  como  lo  son  las 
Geórgicas  de  Vir^^ilio  hasta  la  primera  parte  del 
cuarto  libro  inclusive  ,  en  que  solo  habla  el  Poe- 
Vft :  y  lo  mismo  todos  los  Poemas  Didácticos ,  co- 
mo el  de  Lucrccij,  Jacobo  Vaniere  ,  &c.  Con- 
forme al  segundo  modo,  será  del  género  Dra- 
mático ó  activo  ,  en  que  se  comprehenden  las  Tra- 
gedias ,  Comedias  ,  Églogas  y  Operas  que  se  in- 
cluyen en  la  misma  cJase  de  Tragedias  y  Come- 
dias ,  así  como  nuestras  Zarzuelas  ,  en  que  solo 
hay  la  distinción  del  canto.  Según  el  tercer  mo- 
do ,  será  la  Poesía  del  género  Dramático  mixto: 
como  la  Uiada  ,  y  Odyssea  de  Homero  j  la. 
Eneida  de  Virgilio  5  la  Jerusalen  del  Tasso,  &c. 
a  A  estos  tres  géneros  está  reducida  la  divi- 
sión de  la  Poesía ,  que  otros  hacen  mas   especifi- 


I.  I  S  R  o     X.  3P 

ca  en  Epopeya  ,  Tragedia  ,  Comedia  ,  Zarzuela, 
Opera  seria  ,  Opera  bufa  ,  Sátira  ,  Elegia  ,  Oda, 
Epigrama  ,  &c.  de  donde  Jos  Poetas  se  llaman 
Épicos  ,  Trágicos  ,  Cómicos  ,  Melodramáticos, 
Satíricos  ,  Elegiacos  ,  Líricos  ,  Epigramatarios, 
y  así  á  este  tenor  :  de  todos  los  quales  Poemas  en 
particular  ,  y  de  otros  algunos  trataremos  en  es- 
vas  Instituciones,  empezando  por  la  Epopeya  ,  de 
la  que  dice  Gerónimo   Vida  (i); 

Sed  nullum  é   numero  Cavmen  prasiantius 

onini, 
jQ-.ínm    quo  post  Divos  Heroum  facta   re  • 

censent. 


(i)  Lib.  i.  Puet. 


C  4  INS- 


40 

IMSTITWCIO  WM  S 

POÉTICAS. 
LIBRO     SEGUNDO. 

CAPITULO   PRIMERO. 

De  la  Epopeia, 

SECCIÓN    PRIMERA» 

Definición  de  la  Epopeia» 


I  4Í_Jíste  término  Epopeia  es  griego  ,  y  su 
significación  común  á  todo  lo  que  es  locución 
juntamente  con  fingir  ó  hacer,  Y  así  como  ia  pa- 
labra Oración  ,  aimque  significa  una  idea  común 
á  todo  lo  (]ue  ts  decir,  con  todo  eso  se  turna  por 
una  pieza  de  eJoqiiencia ,  atendiendo  por  antono- 
masia al  significado  mas  noble  ^  del  mismo  modo 
la  voz  Epopeia  ,  por  antonomasia  se  contrae  á 
significar  el  Poema  Heroyco.  Por  lo  qual  la 
Epopeia  ,  según  su  etimología  ,  es  lo  mismo  que 
ficción  d  coff:posicion  del  Poema  Épico  ,  que  vul- 
garmente llaman   Heroyco. 

1  Defínese  ,  pues  ,  la  Epopeia  :  Imitación  de 
una  acción  sola  ,  entera  ,  verdadera ,  verisimilf 
ilustre  yfe'.iz  ,  de  persona  de  alta  gerarquía  ,  en 
drama  mixto  ,  y  verso  exámetro  ,  ó  endecasílabo 
castellano,  la  quül  excita  á  los  grandes  personageSg 
y  les  persuade  á  la  práctica  de  las  -virtudes  heroycas. 

En 


Z  X  S  RO     II.  41 

3  En  ser  Imitación  conviene  con  toda  especie 
de  Poesía  ,  y  con  la  pintura  ,  que  también  es  imi- 
tadora ,  de  la  qual  se  diferencia  (entre  otras  cua- 
lidades )  en  serlo  de  alguna  acción  ^  porque  como 
hemos  dicho  (i)  ,  las  acciones  humanas  son  la  i7:a~ 
feria  próxima  y  primaria   de  la  Poesía. 

4  En  que  la  acción  que  se  imita ,  sea  una^ 
antera  ,  verdadera  ,  verisímil  ,  ilustre  ,  feliz  ,  _y 
de  persono  de  alta  gerarquía  ,  se  significa  la  ma- 
teria del  Poema  Épico  ,  en  la  qual  conviene  en 
parte  con  otros  Poemas  ^  y  en  parte  se  distingue, 
como  de  la  Comedia  ,  cuya  materia  es  una  acción 
vulgar  ,  y  entre  personas  de  baxa  ó  mediana 
esfera. 

^  En  ser  en  Drama  mixto  ,  se  explica  el 
género  de  Poesía  á  que  pertenece  la  Epopeia, 
que  es  el  tercero  de  la  División  que  hicimos  al 
fin  del  Libro  primero  ,  es  á  saber  :  quando  el 
Poeta  habla  ,  y  también  las  personas  que  intro- 
duce  en  su  Poema. 

6  Y  en  que  sea  en  verso  exámetro  ó  endecO" 
sílabo  vulgar  ,  se  dice  que  debemos  seguir  los 
pasos  de  lus  Poetas  mas  insignes  que  así  escri- 
bieron ,  como  Homero  en  griego  ^  Virgilio  en 
latín  ;  Torquato  Taso  en  su  lengua  vulgar  \  y 
Ercilla  (si  merece  lugar  entre  los  buenos  Épi- 
cos) en  la  nuestra.  Y  esto  mismo  nos  dice  Ho- 
racio {ad  Pis), 

Res  gestan  Regumque  ,   Ducumqt/e,    ís* 

tristia  bella, 
Quo  scribi  possent  número  ,  monsiravit 

Homerus, 

1  Últimamente  se  dice  que  3a  acción  de  la 
Epopeia  excita  á  los  hombres  ilustres  ,  y  lot 
persuade  á  la  práctica  de   las  virtudes  heroycas-, 

por- 

(i>       Lib.  I.  5.    1. 


4»  ZJVSTlTZrCIOJ^^ES    POETICES. 

porque  este  es  el  fin  de  la  Epopeia  ^  pues  esta 
se  inventó  para  encender  los  ánimos  de  los  hom- 
bres ,  especialmente  de  los  Príncipes,  á  hazañas 
gloriosas  ,  poniéndoles  á  la  vista  alguna  acción 
heroyca  ,  y  muy  digna  de  seguirse  por  los  que 
aspiran   á  ser  contados   entre  ios   Héroes. 

8  Es  de  notar  que  Héroe  entre  nosotros  no 
Suena  lo  mismo  que  entre  los  antiguos  ,  los  qua— 
les  fingían  que  eran  una  especie  de  Semi-Dio— 
ses ,  nacidos  de  madre  Diosa  y  hombre  mortalj 
o  de  madre  mortal  y  padre  inmortal.  Nosotros 
entendemos  por  Héroes  unos  hombres  que  so- 
bresalen entre  los  demás  en  ciertas  qualidades 
y  prendas  naturales  ,  que  los  hacen  dignos  de' 
la  común  admiración  :  como  en  gallardía  de 
cuerpo  ^  robustez  y  firmeza  para  los  "trabajos; 
presencia  de  ánimo ;  magnanimidad  extraordina- 
ria j  sublimidad  de  pensamientos;  constancia  in- 
vencible ;  espíritu  elevado  en  un  cuerpo  de  tem- 
peramento y  estatura  no  común  ;  cierta'  forta- 
leza y  actividad  que  parece  mas  que  de  hom- 
bre ;  y  una  prudencia  tal  en  sus  deliberaciones, 
que  sorprehende  ,  y  llena  á  todos  de  un  cierto. 
pasmo. 

SECCIÓN     II. 

De  la  materia  de  la   'Epopeia, 

T  Jjuiíín  el  número  4  de  la  Sección  ante— 
cedente  se  indicó  la  materia  de  "la  Epopeia;  y 
en  el  7  se  manifestó  su  fin  ,  fundando  en^él 
3a  razón  por  que  debe  ser  acción  dé  persona, 
.ilustre  la  materia  del  Poema  Épico.  Pues  cierta- 
mente las  personas  del  estado  general"  y  plebeyas 
no  son  las  mas  á  propósito  para  que  los  Príncipes 
tengan  por  empeño  glorioso  el  imitarlas,  Y  «ton- 
que 


I.I  J¡  RO    1 1.  4T 

^(le  es  evidente  que  redundaría  en  mucha  gloria 
de  qualquiera  Príncipe  Christiano  el  seguir  el 
exemplo  de  los  Héroes  que  venera  la  Iglesia, 
(mas  que  en  la  tierra  hubiesen  sido  de  humilde 
extracción)  practicando  sus  virtudes  heróycasj  no- 
sotros no  aspiramos  i.  tanto  ^  sino  que  nos  con- 
teiiemos  en  los  límites  de  aquellas  virtudes  na- 
turales que  prescribe  la  razón ,  y  conocieron  y 
practicaron  mediante  la  luz  natural  los  Prínci- 
pes mas  gloriosos,  aunque  destituidos  de  la  luz 
de  la  revelación. 

2  Ahora  ^  p<3es ,  trataremos  con  mas  exten- 
sión de  la  materia  de  la  Epopeia  ,  explicando 
individualmente  las  prrtes  de  su  definición  ,  que 
es  la  siguiente  :  mateyia  de  la  Epopeia  es  una 
acción  de  persona  de  alta  clase  ,  única  ,  entera, 
lerdadcra  ,  y  'verisímil ,  ilustre  y  feliz. 

3  Dicese  que  la  accicn  ^ea  única  ó  sola ,  en 
el  sentido  de  que  sea  indivisible  en  mas  accio- 
nes primarias  ó  principales.  Asi  es  una  y  sim- 
ple la  acción  de  la  ^.neida  de  Virgilio,  que  se 
reduce  al  establecimiento  vde  ^neas ,  y  su  Ii  .- 
perio  en  Italia  por  medio  de  la  victoria  que  al- 
canzó de  Turno.  Y  aunque  el  Poeta  entretexió 
en  s'j  obra  el  incendio  de  Troya  ,  y  otros  he- 
chos de  su  Héroe  y  de  varios  pcrsonages  que  in- 
troduce en  ella ,  no  son  mas  que  unas  acciones 
secundarias  ó  accidentalmente  unidas  á  la  acción 
principal  ,  que  por  eso  se  llaman  Episodios.  Es- 
to es  lo  que  se  llama  unidad  de  acción  :  y  tiene 
su  fundamento  en  la  naturaleza  misma  de  las  ar- 
tes imitadoras  ,  como  se  advierte  en  la  pintu- 
ra ,  la  qual  siempre  se  propone  imitar  un  ob- 
jeto principal  9  y  al  lucimiento  de  éste  hace  que 
conspiren  otros  objetos  secundarios  y  accidentales 
que  quiere  añadir  en  el  quadro. 

4  No  guardan  la  unidad  de  la  acción  de  la 
Epopeia  los  que  ponen  muchas  acciones  prima- 
rias de   un    mismo   Héroe   en   un  mismo  Poema, 

co- 


44  xjvsTtTutioj^ES  roKtieAf^ 

como  lo  hace  Stacio  Papinio  en  su  Achileidét^ 
proponiendo  en  el  exordio  referir  todas  ias  ac- 
ciones insignes  ,  que  pueda  ,  de  su  Héroe.  Vicio 
que  reprehende  Aristóteles  en  aquellos  que  en  un 
Poema  de  Hércules  y  Teseo  intentaban  poner  to- 
das las  grandes  hazañas  de  estos  Héroes  :  pue» 
sentiejantes  empeños  son  propios  de  Historiadores, 
y  no  de  Poetas  Épicos.  También  incurren  en  esta 
falta  los  que  en  un  mismo  Poema  Épico  intro- 
ducen pluralidad  de  Héroes ,  á  quienes  atribuyen 
sus  respectivas  acciones  igualmente  grandes  y  glo- 
riosas j  pues  así  como  la  acción  debe  ser  una, 
también  el  Héroe  ha  de  ser  uno.  Pero  se  per- 
mite con  razón  la  pluralidad  de  Héroes,  siem- 
pre que  estos  queden  inferiores  en  gloria  ,  y  que 
á  vista  de  sus  memorables  virtudes  se  represen- 
ten mas  sobresalientes  y  heróycas  la?  del  Héroe 
principal  ,  como  se  ve  en  la  /Eneida  ,  donde  sin 
embargo  de  las  gloriosas  hazañas  de  varios  per- 
sonages  de  ella  ,  siempre  es  jíLn^zs  el  que  lu- 
ce como  el  Sol  entre  los  demás  Planetas. 

g  Dícese  que  la  acción  de  la  EpOpeia  sea 
entera:  esto  es,  que  (como  advierte  Aristóte- 
les) tenga  principio  ,  medio  y  fin.  Llamamos  pvin^ 
cipio  aquello  que  dio  motivo  á  la  determinación 
de  emprender  el  Héroe  su  acción:  medio,  los  efec- 
tos de  aquella  causa,  llenos  todos  de  grandes  di- 
ficultades ,  que  tiene  que  vencer  el  Héroe  para 
salir  glorioso  con  la  empresa  que  ha  premedi- 
tado y  resuelto:  ^?í,  la  solución  y  allanamiento 
feliz  de  todas  aquellas  dificultades.  Esto  se  per- 
cibe claramente  con  el  exe^íiplo  de  la  Eneida. 
Abrasada  Troya  por  los  Griegos ,  jí^neas,  ins- 
tigándole los  hados  ,  junta  un  buen  número  de 
Troyanos  ,  miserables  reliquias  de  su  patria ,  y 
determina  emigrarse  con  ellos  á  aquel  País ,  de 
donde  provenían  sus  mayores.  Este  es  el  prin- 
cipio. Ocürrenle  muchos  trabajos  y  dificultades 
que  sufrir  y   vencer   por  mar  y   tierra  ¡  siendo 

el 


ZIJIRO    II,  4g 

el  implacable  odio  de  la  Diosa  Juno,  quien  por 
todas  partes  le  alligia  con  crueles  persecuciones, 
hasta  que  al  cabo  de  muchos  años  aporta  á  Ita- 
lia ,  en  donde  es  recibido  amistosamente  de  el 
Rey  Latino ,  que  le  ofrece  por  esposa  su  hija 
Lavinia.  Turno  ,  hijo  de  Dauno  Rey  de  los  Ru- 
tulos ,  irritado  del  desayre  que  le  hacia  el  Rey 
Latino  ,  ofreciendo  á  JEnea.5  la  mano  de  su 
hija,  que  queria  para  si,  mueve  una  cruel  guerra 
contra  su  competidor ,  con  quien  atrozmente  pe- 
lea muchas  veces  mano  á  mano  ,  convirtiéndo- 
se de  repent.'í  la  feliz  situación  de  ^neas  en 
esta  nueva  dificultad.  Este  es  el  medio.  Al  cabo 
queda  victorioso  iEneas ,  que  siendo  superior  á 
los  estorbos  que  embarazaban  su  determinación,  y 
habiendo  dado  muerte  á  Turno,  logra  dichosa- 
mente la  mano  de  Lavinia ,  y  con  ella  el  es- 
tablecimiento de  su  nuevo  Imperio  en  la  tierra 
adonde  le  llamaron  los  hados  ,  y  de  la  que 
los  Troyanos  eran  oriundos.  Este  es  el  fin.  To- 
dos los  demás  hechos ,  que  no  sean  esta  ac- 
ción principal  del  Héroe,  son  Episodios.  Aquí  ve- 
mos que  la  Integridad  de  la  acción  está  en  que 
tenga  Principio  ,  Medio  y  Fin  ,  de  manera  qua 
no  se  emprenda  sin  causa  ;  que  las  dificultades 
sean  verisímiles ,  y  se  enlacen  en  la  forma  que 
exige  el  arte,  y  diremos  en  su  lugar;  y  que  la 
solución  ó  Fin,  no  sea  al  arbitrio  mero  del  Pos- 
ta ,  sino  una  como  conseqiiencia  natural  de  los 
caracteres  de  las  personas  ,  y  enlace  de  los  su- 
cesos. Todo  esto  es  lo  que  hace  perfecto  y  aca- 
bado un  Poema  Épico  :  en  esto  consiste  su  /«- 
tegridad  ,  sin  que  necesite  de  añadiduras  ó  d© 
Epílogos  superfluos  ,  en  que  solo  se  diga  ó  lo  que 
ya  esté  insinuado  ,  ó  lo  que  deba  dexarse  á  la 
consideración  de  los  Lectores  ,  que  por  rudos 
que  sean ,  alcanzan  que  á  un  éxito  feliz  sigue 
después  la  celebridad  y  regocijo  ;  y  al  contra- 
rio. Por  cuya  razoa  úenen  Igs  sabios  por  super- 


4*5  INSTITUClOíT'ES    POÉTICAS. 

fluo  ,  y   reduntante  el  libro    que   Mapheo  Vegío' 
añadió  al  Fin   de   la  iEneida^ 

6  Se  dice ,  que  la  acción  de  la  Epopeia  de- 
be ser  Verdadera  en  el  sentido  de  que  real  y 
verdaderamente  haya  sucedido ^  bien  que  dexan- 
do  al  Poeta  en  libertad  de  vestirla  con  ador- 
nos poéticos ,  cuidando  mas  de  la  verisimilitud, 
que  de  la  verdad  de  ellos.  De  suerte ,  que  el 
Poeta  tiene  obligación  de  elegir  para  Materia  de 
la  Epopeia  una  acción  Verdadera  en  el  fondo, 
aunque  no  en  las  circunstancias.  Pues  si  no  fue- 
se P^erdadera  en  la  substancia  ,  no  seria  á  pro- 
pósito para,  encender  los  ánimos  á  emprender 
acciones  dignas  de  famaj  porque  ninguno  se  mue- 
ve por  exemplos  imaginarios,  y  absolutamente 
fabulosos  :  y  por  consiguiente  faltaría  á  la  Epo- 
peia  el  fin   á   que   se   dirige. 

7  Como  hay  acciones  que  son  verdaderas,  y 
no  son  fácilmente  creíbles  por  su  rareza  y  cir- 
cunstancias extraordinarias  ,  por  eso  se  dice  que 
la  acción  de  la  Epopeia,  además  de  ser  verda- 
dera ,  debe  ser  también  Veriiímil ;  porque  na 
siéndolo  ,  no  se  creej  y  por  consiguiente  tampo- 
co es  á  propósito  para  mover  con  su  exempio.  La 
^Verisimilitud  es  de  dos  maneras ,  absoluta  y 
Respectiva  :  sobre  lo  qual  véase  eí  lib  i.  Sec- 
ción II.    niím.    3. 

8  Dícese  Ilustre  la  acción  de  la  Epopeia, 
porque  lo  debe  ser  ó  en  sí  misma  j  ó  por  ra- 
zón de  sí  y  de  la  persona  juntamente ;,  á  solo 
por  razón  de  la  persona.  Será  liustre  en  sí  mis^ 
ma  y  quando  ella  es  tal  que  puede  ennoblecer  á 
una  persona  humilde ,  igualándola  con  los  Hé- 
roes mas  gloriosos :  v.  gr.  la  Conquista  de  Mé- 
xico por  Hernán  Cortes,  si  se  eligiese  para  ma- 
teria de  un  Poema  Épico.  Será  liustre  en  sí  ^  y 
for  razón  de  la  persona  juntamente  ,  quando  sale 
de  persona  de  alta  clase,  v  da  mayor  realce  á 
su  nobleza  :  v.  gr.  el  establecimiento  del  Irape- 

ria 


XISRO    II.  A*f 

rio  Romano  en  Italia  por  ^neas  es  acción  ¡lus- 
tre en  si  misma  ,  y  por  razón  de  la  persona, 
que  es  ^neas ,  hijo  de  la  Diosa  Venus,  y  por 
tanto  un  Héroe  de  nacimiento.  Será  Ilustre  solo 
por  razón  de  la  persona  ,  quando  puede  ser  co- 
mún á  sugetos  de  qualquiera  clase ,  y  no  tiene 
de  suyo  circunstancia  notable,  sino  el  ser  de  per- 
sona insigne:  v.  gr.  la  acción  de  la  Odyssea  de 
Homero,  que  es  en  esta  forma.  Ulysses ,  destrui- 
da su  armada,  muertos  los  de  su  comitiva,  ha- 
biendo padecido  muchas  y  varias  borrascas  en  los 
mares ,  estuvo  muchos  años  ausente  de  su  Cor- 
te. Entretanto  los  galanes,  que  pretendían  ca- 
sarse con  su  muger  ,  malgastaban  sus  tesoros,  y 
buscaban  medio  de  matar  á  traición  á  su  hijo 
Telemaco.  Restituido  Ulysses  á  su  Corte ,  pren- 
de con  astucia  á  los  galanteadores  atrevidos  do 
su  muger  ,  y  los  quita  la  vida.  Aquí  se  ve  que 
esta  acción  nada  tiene  en  si  misma  de  Ilustre, 
sino  la  fama  y  dignidad  de  la  persona  :  y  así 
la  acción  Ilustre  en  el  sentido  primero  y  segun- 
do se  tiene  por  materia  la  mas  digna  de  la 
Epopeia.. 

p  Con  el  motivo  de  esta  doctrina  ,  ocurre 
la  qliestion  de  si  la  acción  de  una  muger  pue- 
de ser  materia  de  la  Epopeya  ,  respecto  de  que 
asi  como  hay  Héroes  ,  también  son  célebres  al- 
gunas  Heroínas. 

ACCIÓN    HE.    MUGER     ¿  í/    PUEDE    SER    MATERIA. 
DE    L.A.    EPOl'EIA^ 

TO  Sin  tomac  por  ahora  partido  en  esta  qlies- 
tion, se  expondrán  las  razones  de  los  que  están 
en  pro  y  en  contra  de  las  Mugeres.  Los  que 
llevan  la  afirmativa  en  favor  de  ellas,  se  fun- 
dan ,  lo  primero  en  que  no  siendo  el  ánimo  hem- 
bra ni  macho ,  sino  un  espíritu  independiente 
de    sexo ,    ó    indiferente     á    vivificar  el   cuerpo 

del 


4-8  XNSTITVClOA^ES   FOEtlCAS. 

del   uno  ó  del  otro  sexo ,  puede   caber  en  suer- 
te  á  una  Mugar   una  alma   varonil  como    la  de 
un  Héroe  i  y  por  consiguiente  ser  á  proposito  pa- 
ra el  manejo  de   las  armas.  Y  en  realidad  se  han 
visto  Mugeres  que  en  robusted,  y  constancia  en 
los   trabajos  y  fatigas  del  cuerpo   excedian  á  los 
hombres.  La  escritura  nos  refiere  varias,  y  en- 
tre otras  una  Judit  que   corto  la  cabeza  al  Ge- 
neral   de  los  Asirlos  en    su   mismo    pabellón  j    y 
una  Debora,  que  Capitaneando   á  los    Israelitas; 
los  liberto  y  defendió  varias  veces  de  las  corre- 
rías de  los  pueblos  circunvecinos.  No  menos  exem- 
píos  hallamos  en  las  historias  profanas,  pues  fue- 
ra de  las  guerreras  Amazonas,  hallamos  ya  una 
Zenobia  que  después   de   la    muerte  de  su  mari- 
do Odenato ,  se  apodero  del    Imperio   de  la  Si- 
ria, y  tomó  las  armas  contra  el  Emperador  Au- 
reliano.  Y  á  Valasca  Reyna  de  Bohemia  que  for- 
mando un  exército  de  mugeres  venció  á  otro  de 
hombres,  y  les  aseguró  á  sus  compañeras  la  li- 
bertad. Y  otras  muchas  que  se  encuentran  á  ca- 
da paso  en  la  historia.  Y  si  no  queremos  recurrir 
á  tiempos  tan  remotos  ,  á   la  vista  tenemos    las 
Montañesas  del  Valle  de  Pas,  que  corren  la  ma- 
yor  parte   de  España,  sin  que  sientan  mas  can- 
sancio  que  el  hombre  mas  robusto ,  llevando  so- 
bre   la  cabeza    ó   á  la   espalda  un   peso  enormej 
vadean   rios    caudalosos^    vencen    con   ligeros    y 
asombrosos  saltos  los  pasos   mas  difíciles  j  hacen 
frente  con  mucho   valor    á    los  hombres  que    in- 
tentan  hacerlas   daño  j  y  con   solo   un   palo    que 
manejan,  como  pudiera  la  espada  un  hombre  va- 
liente ,  han  salido  victoriosas   de   los   encuentros 
que  tuvieron  con   superior    numero   de   hombres; 
y  á  estas  qualidades  de  robustez  y  firmeza,  jun- 
tan  las    de    un   ingenio  claro  ,  y    decisivamente 
superior   al   común  de   los   hombres   de   su   mis- 
mo Pais.    Fúndanse ,  lo  segundo ,  en    que  siendo 
las  personas  de  la  Tragedia  ilustres  como  las  de 

I» 


I.IBROXI.  49 

la  Epopeia,  pueden  srs  acciones  ser  materia  de 
ésta,  lo  mismo  que  de  aquella.  Lo  tercero,  que 
la  acción  heroyca  de  una  muger  estimularia  a 
los  Principes  á  emprender  hazañas  mucho  mas 
gloriosas,  por  no  ser  menos  que  una  muger  ,  te- 
niendo por  cosa  fea  no  hacer  ellos  lo  que  una 
muger  pudo.  Lo  quarto  ,  que  los  Poetas  mas 
insignes  han  introducido  en  sus  Epopeias  mu- 
geres  ,  y  las  han  celebrado  con  muy  singula- 
res elogios  por  su  valor  y  espíritu  guerrero: 
V.  gr.  Torquato  Tasso  á  Clorinda  ,  y  Virgilio 
á  Camila.  Lo  quinto  ,  que  Dios  puede  enviar  una 
Heroína  ,  en  cuyas  manos  ponga  la  dirección  y 
comandancia  gener'.l  de  un  exército  ,  dotándola 
de  todas  las  prendas  de  un  Héroe  ,  y  eximiéndola 
de  todos  los  defectos  de  su  sexo. 

II      Los  que   llevan  la    opinión  contraria,  res- 
ponden á  lo  primero  ,   que  es  verdad  que  en  las 
almas  no  hay  sexo  j  pero  que  el   alma  en  la  mu- 
ger  es  débil    por  el  contagio"  de  debilidad  que  la' 
comunica    el    cuerpo    en    virtud  de  aquella  unión 
que  tanto  da  que  admirar  y    en   que  entender  á 
los  mas  grandes  Filósofos.  Y  así  no  son  las  mas 
á  proposito  para  empresas  de  guerra  las  mugeres, 
á  q^encjs    Aristóteles    solo    concede    el    gobierno 
doniésticd  :  quando  á  los  hombres   les  encomien- 
da las  armas  ,  y  les  negocios   que  requieren  ale- 
jarse  no   solo   de    sus  casas  ,  sino  también  de  su 
patria.    Los   exemplares    de   valor  ,  y  tolerancia 
en  las  fatigas  ,  no  se    creen   tales    como   se   pro- 
ponen ,  porque    los  hombres   regularmente  miran 
con  bastante    pasión    las  buenas    prendas  del  otro 
sexo  ^  y  con  ella  ,  como  con  un  microscopio  ,  mi- 
ran las  acciones    de  las  m.ugeres  ,  y   las   ven   mas 
grandes    y  abultadas    que    lo  que  ellas   suelen  ser 
en  si  mismas.  Y   por  lo   que   toca  á  las  Heroinas 
de  la  sagrada  Escritura  ,   son  exemplares   miste- 
riosos de  que  aquí  no  se  trata. 

12     A  Jo  segundo  dicen  ,  que   siendo  el  fin  de 
D  la 


}"'gO  iSTnVClON-KS  POÉTICAS, 

la  Tragedia  purgar  el  ánimo  por  medio  del  ter 
ror  y  compasión  j  y  lográndose  este  fin  toman- 
do por  materia  la  acción  de  una  muger  ,  ó  la  de 
un  hombre  indiferentemente  j  puede  muy  bien  la 
acción  de  una  muger  servir  de  materia  de  la 
Tragedia  j  pero  no  de  la  Epopeia  ,  cuyo  fin  es 
diverso  ,  pues  consiste  en  excitar  el  ánimo  de  los 
Príncipes  á  hazañas  muy  dificultosas,  y  superio- 
res á  los  esfuerzos  de  las  mugeres. 

13  Responden  á  lo  tercero  ,  que  aunque  la 
acción  heroyca  de  una  muger  sea  capaz  de  esti- 
mular los  Príncipes  á  empresas  arduas  ^  con  todo 
eso  no  la  tomarían  como  norma  y  exemplo  que 
debiese  seguir  ,  sino  como  un  motivo  fuerte  ,  ó 
despertador  que  los  avisase  de  la  baxeza  en  que 
caerían  si  ellos  no  emprendiesen  con  mayor  glo- 
ria y  valor  lo  que  pudo  emprender  y  concluir 
una  muger. 

14  A  lo  quarto  dicen  ,  que  no   hay  exemplar 
de  que  Poeta    alguno   de   los  mas  insignes    haya 
tomado  por  materia  de   la  Epopeia  la  acción   de 
muger  ninguna  :  y  que    las  célebres   en   Virgilio 
y  Tasso    están   como  arrinconadas  en    Episodiosj 
y  en    castigo    de  su  arrujo    y    temeridad  sufren 
una  muerte  obscura,  disponiéndolo  así  estos  Poe- 
tas porque  no  convenia  que  al  derramarse  su  in- 
digna y  floxa  sangre  ,  se  manchase  coi>  ella  algún 
varón  fuerte.  Y  así  es  que  Virgilio  hace   muera 
Camila  á  manos  de  un  hombre    baxo  y  descono- 
cido ;  y  Tasro  dispone  que  por  error  ,  y  de    no- 
che  mate  Tancredo  á   Clorinda.  Demás  de  esto, 
las  dichas  imaginarias   Heroínas  no  son    partida- 
rias del  Héroe  de   la  Epopeia  ,  sino  al  contrarioj 
pues  Camila   pelea   á   favor  de    Turno  ,  y  Clo- 
rinda á  favor  de  los  Mahometanos.  A  esto  se  lle- 
ga que  Virgilio   en  solo  un   libro  de   su  Eneida 
hace  mención    de  Camila  ,  cuyo    espíritu  marcial 
se  reduce  al   cabo   á   matar  á  un  Cazador  y  á  un 
Sacerdote  j  pero  á  Héroe  ó  varón  señalado  ,  nin- 
guno. A 


Z  I  S  R  o     ÍI.  i¡t 

ig  A  lo  quinto  responden  ,  que  no  es  á  pro- 
pósiio  para  la  Epopeia  acción  de  muger  ,  qu« 
viene  por  una  singularísima  providencia  de  Dios, 
y  que  se  mira  exenta  de  todos  los  defectos  de  su 
sexo  i  pues  entonces  se  desatarian  las  dificultades 
por  auxilio  divino ,  que  es  lo  que  se  llama  Má- 
quina ,  y  á  que  no  se  debe  acudir  en  la  Epopeia, 
nisi  dig'iius  'uindice  uodus  inciderit.  Fuera  de  que  . 
la  presente  qücstion  es  de  la  acción  ordinaria  ,  y 
natural  ,  no  de  la  extraordinaria  y  sobrenatural 
de  la  muger. 

i<í  Estas  son  las  razones  que  suelen  alegarse 
pOr'  una  y  otra  opinión.  Todas  tienen  su  peso  ,  y 
su  proDabilidad  mas  ó  menos.  Yo  ,  sin  entrar  en 
la  qüestion  ,  diría  que  no  hallaba  inconveniente 
en  que  se  diese  alguna  mas  extensión  al  fin  de  la 
Epopeia  ,  alargándole  de  modo  que  sirviese  tam- 
bién el  Poema  Épico  para  encender  en  el  ánimo 
de  las  alcas  Señoras  que  llegan  á  empuñar  el  ce- 
tro ,  un  eficaz  deseo  de  imitar  los  hechos  glorio- 
sos de  Reynas  heroycas  que  dieron  esplendor  á  la 
Corona  ,  gobernando  por  sí  solas  ^  como  hay 
ejemplares  en  las  Naciones  ,  en  que  á  falta  de 
varón  suceden  las  hembras  en,  el  Trono.  Yo  no 
hallo  razón  convincente  para  que  una  Reyna, 
que  lo  es  por  derecho  hereditario  ,  no  deba  te- 
ner exemplos  que  imitar  en  las  acciones  de  otras 
heroínas  que  sirvan  de  materia  de  una  Epopeia, 
que  dele/tando  interesé  ,  yanimeá  iguales  virtu- 
des y  empresas  ,  que  sin  dexar  de  dar  mayor  es- 
plendor á  la  magestad  ,  no  están  negadas  á  su 
sexo  por  la  naturaleza  :  v.  gr.  un  zclo  invariable 
por  la  Justicia  ^  una  diligencia  exquisita  en  la 
Elección  de  Generales  y  Ministros  ^  una  justa  dis- 
tribución de  prejiiios  sin  aceptación  de  personas) 
una  severidad  inilexibie  en  castigar  los  delitosj 
una  piedad  heroyca  para  con  la  Religión  y  la 
Patria  ^  una  frugalidad  var'onil  j  y  otras  virtudes 
verdaderamente  heroycas  y  reales  ,  no  son  supe- 
Di  rio- 


^2  IN'STITUCION-ES  POÉTICAS. 

riores  á  las  fuerzas  del  sexo  ^  ni  son  menos  ilus- 
tres y  benéficas  al  género  húm:ino  que  las  vicio— 
rias  y  conquistas  ,  en  que  se  derrama  tanta  san- 
gre ,  y  se  cubre  de  luto  y  horror  la  misma  na- 
turaleza. 

17  Últimamente  (volviendo  á  la  definición  dé 
la  materia  de  la  Epopeia  )  se  dice  que  debe  ser 
feliz  ;  esto  es  ,  que  el  éxito  de  la  acción  sea  ale- 
gre y  conforme  á  los  designios  del  Héroe  ,  aun- 
que haya  sufrido  antes  muchos  trabajos  ,  y  ha- 
Uadose  en  la  necesidad  de  vencer  extraordina- 
rias dificultades.  Y  esto  por  dos  razones  :  la  pri- 
mera ,  porque  siendo  infeliz  el  éxito  de  la  ac- 
ción ,  pudiera  darse  caso  en  que  no  fuese  entera^ 
como  lo  debe  ser  j  pues  podria  faltar  para  su  in- 
tegridad mucha  parte  del  medio  ,  y  todo  el  fin 
que  se  propusiese  el  Héroe.  La  segunda  ,  porque 
si  el  Héroe  pereciera  miserablemente  ,  ó  estando 
para  llegar  al  término  de  su  acción  le  sobrevi- 
niese una  gran  calamidad  j  entonces  moverla  á 
dolor  ,  é  indignación  ,  y  no  á  un  ardiente  deseo 
de  imitarle  :  de  que  se  seguiría  frustrarse  el  fin 
de  la  Epopeia  ,  que  es  encender  el  ánimo  de  los 
Príncipes  para  empresas  grandes  y  venturosas. 

SECCIÓN    1 11. 

De  la  Forma  de  la  Epopeia. 

I  Xj)iendo  la  Forma  de  la  Poesía  en  general 
la  ficción  ,  ó  composición  ,  y  extructura  de  las 
cosas  que  en  ella  se  tratan  j  es  claro  que  la  For- 
ma de  la  Epopeia  debe  ser  la  composición  y  dis- 
posición de  las  cosas  que  á  ella  pertenecen.  Esta 
composición  consiste  en  una  cierta  belleza  y  ador- 
no de  la  Acción  según  el  arte,  y  en  los  térmi- 
nos que  quedan  expuestos  en  la  Sección  antece- 
den- 


T.  r  s  R  o    iT.  g3 

dente  :  de  manera  que  !a  Forma  de  la  Epopeia 
no  es  otra  cosa  que  /a  ^^ccrnn  ordenada  ,  y  cons- 
tituida según  el  modo  ,  belleza  ,  y  adornos  que 
¡a  son  propios  y  característicos.  Para  esto  se  re- 
'  quiere  que  dicha  Forma  ,  Fábula  ,  Ficción  ,  Com- 
posición ,  Constitución  y  Disposición  (  vocablos 
que  en  la  Poética  todos  significan  una  mi?ma  co- 
sa )  sea  una  ,  de  cierta  magnitud  ^  espléndidoy 
distribuida  justamente  en  sus  partes  ^ y  puesta  en 
cierto  orden  :  y  en  esto  se  insinúan  ,  lo  primer  , 
las  jQualidades  ,  v  Dotes  de  la  Fábula  Épica. 
Lo  segundo  ,  sus  F%rtes.  Lo  tercero  ,  su  Dispo  — 
sicion  ,  V  artificie  :  de  todo  lo  qiial  vamos  á  tra- 
tar con  individualidad  ,  siguiendo  el  orden  de  es- 
ta División    que  queda  Iiccha. 

DOTES    DE    LA    FÁBULA    ÉPICA, 

2  Tres  son  las  Dotes  principales  de  la  Epo- 
peia :  Unidad  ,  Magnitud  ,  v  Magestad.  La 
Unidad  consiste  en  la  conexión  que  entre  sí  de- 
ben tener  todas  las  co'as  del  Poema  ,  resultando 
un  solo  todo  :  de  suerte  que  qualquiera  cosa  que 
se  quite  ,  ó  mude  del  lugar  que  la  compete  ,  se 
eche  de  menos  en  la  Fábula.  V.  gr.  si  en  la 
Eneida  se  quitase  la  relación  del  incendio  de 
Troya  ,  y  de  los  siete  años  de  peregrinación  de 
janeas  ,  tan  oportunamente  traida  para  satisfacer 
la  natural  curiosidad  de  la  Reyna  Jíido  ,  que  lo 
queria  oir  todo  de  la  boca  de  su  famoso  hués- 
ped ,  que  tanta  parte  tuvo  en  los  sucesos  de  aque- 
lla ruidosa  guerra  ^  ó  si  se  quitase  la  pintura  de 
la  celebridad  de  aquellos  juegos  que  debian  pa- 
sar á  los  Romanos  en  los  tiempos  venideros  ^  ó 
si  se  omitiese  la  baxada  de  ^'.neas  al  infierno, 
en  donde  alcanzó  saber  tantas  y  tan  grandes  co- 
sas acerca  del  Imperio  Romano  que  había  de  inun- 
dar ^  ciertamente  se  echarían  de  menos  en  la  Fá- 
bula todas  estas  cosas  ;  pues  aunque  no  son  la 
D  3  £c- 


^4  INSTITUCIONES  POÉTICAS. 

acción    principal  ,  tienen  mucha  y  muy  natura! 
conexión  con  ella. 

3  Aristóteles  compara  la  Epopeia  en  quanto 
á  su  Magnitud  con  el  cuerpo  de  un  animal  ,  el 
qual  aunque  elegante  ,  si  fuere  sumamente  pe- 
queño ,  se  podrá  llamar  proporcionalmente  cómo- 
do ,  pero  no  hermoso  ;  y  si  fuere  desmesurada- 
mente grande  ,  se  dirá  monstruoso  :  pues  su  Mag- 
nitud no  debe  apartarse  excesivamente  mas  ,  ni 
menos  de  aquella  marca  natural  ,  y  mas  común 
á  los  individuos  de  su  especie.  Así  es  el  Poema 
Épico  ,  que  ni  debe  dilatarse  excesivamente  ,  ni 
ser  demasiado  reducido  y  corto  ;  sino  form.ado 
de  manera  que  satisfaga  y  llene  la  vista ,  pero  no 
que  se  huya  de  ella. 

4  Para  mayor  inteligencia  de  esto  ,  se  ha  de 
advertir  que  una  es  la  Magnitud  de  la  Acción  ,  y 
otra  la  de  la  Fábula.  Aquí  no  tratamos  de  la  pri- 
mera que  ,  como  se  dixo  (i),  cousiste  en  que 
tenga  Principio  ,  Medio  y  J^'in  ;  sino  de  la  otra, 
la  qual  ,  según  Aristóteles  (i) ,  ss  considera  de 
dos  modos  :  es  á  saber  ,  Magnitud  de  acción 
Compuesta  (esto  es  ,  vestida  de  sus  adornos)  ,  y 
Magnitud  de  Quantidad. 

g  La  Magnitud  de  acción  Compuesta  consiste 
en  que  todo  lo  que  es  la  acción  primaria  sea  en 
el  espacio  de  un  año  ,  poco  mas  ó  menos  ^  así 
Homero  reduxo  á  un  año  la  acción  principal  de 
su  Iliada  ;  Virgilio  á  un  año  ,  y  dos  meses  la 
de  su  Eneida  ^  pero  ni  el  uno  ,  ni  el  otro  fíxan- 
do  tiempo  á  los  episodios  y  demás  adornos  que 
contribuyen  á  la  composición  ,  y  forma  de  la 
acción  primaria  ;  pues  en  la  Iliada  se  compre- 
henden  hechos  de  nueve  años  ,  y  en  la  iEneida 
de  siglos  :  esto  es  ,  cosas  pue  pasaron  desde  los 
tiempos  heroycos  en  que    vivió  .Saneas  ,  hasta  la 

edad 

(i)       Lib    a.  Sec.  a.  núm,  s- 
(a)       Cap.  5.  Poet. 


ZI  .n  K  o     XT.  ¿é 

€Had  del  Emperador  Octaviano   Augusto  ,  en  que 
«scribio  Virgilio. 

6  La  Mgnitud  de  jQuantidad  consiste  en  el 
número  de  versos  ,  que  en  la  iF.neida  suben  á  ca-r 
si  diez  mil  exámetros  ,  distribuidos  en  duce  li- 
bros. El  numero  de  versos  no  ha  de  contarse  tan 
escrupulosamente  ,  que  no  haya  su  mas  y  su  me- 
nos. El  exemplo  de  los  mas  célebres  Poetas  ,  y 
una  composición  que  no  canse  ,  ni  dexe  á  los 
lectores  sin  satisfacer  su  bien  fundada  curiosidad, 
serán  la  regla  de  la  Magnitud  de  jQuaníidad  de 
la  Epopeia. 

7  La  Majestad  de  la  Fábula  Épica  estriba 
en  tres  puntos  muy  esenciales  ,  de  los  quales  se 
habló  en  el  libro  i.  Sec.  iv.  v.  vi.  vii.  viii.  ix.  x. 
primero  ,  en  el  admirable  enlace  de  Peripecias, 
Agniciones  ,  Episodios  y  Máquinas  ;  segundo  ,  en 
la  narración  y  estilo  Dramático  mixto  ^  tercero, 
en  la  locución  espléndida  ,  y  digna  de  las  Musas. 

PARTES   DE   LA    FÁBULA    EIMCA. 

8  Sigúese  tratar  de  las  Partes  de  la  Epo- 
peia. Son  dos  :  Nexo  ,  y  Solución.  El  Nexo  es 
aquella  parte  del  Poema  que  empieza  desde  el 
Exordio  ,  y  llega  al  punto  en  que  los  trabajos  y 
dificultades  todas  del  Héroe  se  van  á  convertir 
en  felicidad.  Y  la  Solución  es  la  misma  mudanza 
de  fortuna  quando  quedan  desatadas  y  venci- 
das todas  las  dificultades  ,  y  por  consiguiente  el 
Héroe  llega  al  fin  de  su  empresa  ,  y  el  Poeta  al 
de  su  obra  :  v.  gr.  en  la  Iliada  de  Homero  es 
perteneciente  al  Nexo  todo  quanto  precede  á  la 
singular  batalla  entre  Héctor  y  Achiles  ^  y  la 
misma  singular  batalla  ,  y  victoria  toca  á  la  So- 
lución. Del  mismo  modo  en  la  jíZneida  ,  todo 
quanto  se  pone  antes  del  particular  combate  de 
^,neas  con  Turno  ,  es  el  Nexo  ^  y  el  combate,  y 
victoria  del  Héroe  es  la  Solución. 

D4  En 


g(5  nsrSTITUClOTSTES    POETIC'IS. 

p  En  el  Nexo  deben  evitarse  las  freqüentes 
digresiones  ,  episodios  largos  ,  y  de  no  mucha 
conexión  con  la  acción  principal  ;  y  todo  aquello 
que  confunda  ,  y  haga  perder  de  vista  la  acción 
del  Héroe  ,  y  fin  de  la  Epopeia.  Y  en  la  Solu- 
ción también  deben  evitarse  rodas  las  cosas  que 
ocasionen  detención  ^  y  si  en  ella  ocurriere  aigun 
episodio  ,  sea  muy  breve  ,  natural  ,  y  como  una 
conseqliencia  obvia  de  la  actual  situación  de  Jas 
cosas  ^  porque  en  la  Solución  se  halla  ya  impa- 
ciente el  lector  ,  anhelando  con  ansia  llegar  al 
término  para  saber  (como  suele  decirse )  en  qué 
para  todo. 

10  Como  la  Solución  de  la  Epopeia  puede 
ser  natural  ó  sobrenatural  ;  quieren  algunos  que 
en  ella  se  admita  la  Máquina.  Todos  suponen  que 
el  mejor  modo  de  Solución  es  el  natL.al  ^  pero 
ro  todos  excluyen  el  de  Máquina  ,  fundándose  en 
que  le  usaron  los  mejores  Poetas  •  pues  en  la 
Eneida  muere  Turno  por  ministerio  de  una  Fu- 
ria ,  y  mediante  la  disposición  de  Júpiter.  En  el 
Libro  I.  Sec.  vil.  se  dixo  bastante  sobre  el  uso 
que  deba  hacerse  de  la  Máquina,  Ahora  decimos 
que  dexaníio  á  la  Solución  natural  su  debida  pre- 
ferencia ,  no  dudamos  admitir  en  ella  Máquina, 
con  tal  que  sea  como  la  usa  Virgilio  :  esto  es, 
que  el  auxilio  divino  sea  en  tales  términos  ,  que 
no  dexe  al  Héroe  mano  sobre  mano  ,  sino  en  la 
obligación  de  hacer  mucho  por  sí  ,  y  manifestar 
con  su  propio  valor  y  fuerzas  naturales  ,  que  es 
un  verdadero  Héroe  ,  y  capaz  de  ser  imitado  por 
otros.  Pero,  no  aprobamos  el  uso  de  la  Máquina 
quando  la  Solución  se  dexare  toda  al  auxilio  di- 
vino ,  sin  que  el  Héroe  contribuya  de  su  parte 
con  la  nobleza  y  esfuerzo  digno  de  su  carácter. 

DISPOSICIÓN   DE    LA     FÁBULA   ÉPICA. 

11  ~E1  tercero  y  último  reqv.isito  de  la  forma 

de 


Z  I  Jt  JR  o     II.  g"7 

de  la  Epopeia  es  su  Disposicicn  ;  la  qual  es  de 
dos  maneras  :  Disposición  de  Cotas  ,  y  Disposi- 
ción de  Partes.  Sobre  la  Disposición  de  Cosas 
dicen  unos  que  debe  seguirse  el  orden  en  que  su- 
cedieron :  otros  son  de  dictamen  de  que  para  dis- 
tinguirse de  la  Historia  ,  debe  alterarse.  Pero 
los  unos  y  los  otros  aprueban  con  elogios  que 
Homero  y  Virgilio  no  hayan  observado  el  orden 
de  las  Cosas  en  sus  respectivas  narraciones.  De 
aquí  es  que  esta  oposición  de  dictámenes  ha 
nacido  de  que  ni  unos  ,  ni  otros  se  entienden 
entre  sí  ;  pues  conviniendo  todos  en  que  Homero 
y  Virgilio  son  laudables  en  lo  que  hicieron  ^  es 
preciso  que  convengan  en  que  también  lo  serán 
los  que  siguieren  sus  huelías.  Y  si  atentamente 
consideran  lo  que  los  dos  Poetas  hicieron  ,  halla- 
rán que  ambos  siguieron  el  orden  natural  de  los 
sucesos  en  la  narración  de  la  acción  principal  ^  y 
que  solo  le  alteraron  en  quanto  al  orden  y  colo- 
cación de  los  Episodios  ,  que  fueron  como  causa 
y  origen  de  la  acción  primaria  :  y  de  esto  nació 
la  equivocación  de  los  dos  partidos  opuestos ,  te- 
riendo  cada  uno  diferente  idea  de  la  alteración 
de  las  cosas  que  Homero  y  Virgilio  dispusieron 
en  sus  narraciones.  Desnúdese  de  Episodios  y  otros 
adornos  la  acción  principal  de  la  iEneida  ,  to- 
mando su  principio  desde  que  /Eneas  se  dio  á  la 
vela  en  Sicilia.  Sígase  la  narración  toda  sin  Epi- 
sodio alguno  ,  y  se  verá  que  toda  va  por  su  or- 
den natural  hasta  parar  en  Italia  ,  en  donde  con- 
cluye. De  modo  que  solo  en  las  acciones  secun- 
darias ,  ó  Episodios  es  donde  cabe  akeracion.  Y 
así  se  concuerdan  los  dos  partidos. 

14  Por  lo  que  mira  á  la  disposición  de  las 
Partes  ,  el  Poeta  ,  después  de  haber  ideado  la 
acción  primaria  en  el  modo  dicho  j  premeditado 
los  caracteres  y  oficios  de  las  personas  ^  inventa- 
do los  Episodios  ,  peripecias  ,  agniciones  ,  y  má- 
quinas j  y  dado  á  cada  cosa  el  U;gar  que  la  cor- 
res 


¿8  I'KSTITUClOnES  POÉTICAS. 

responde  5  empieza  por  fin  á  poner  en  execucion 
el  plan  de  su  obra  ,  proponiendo  lo  primero, 
qué  es  lo  que  va  á  cantar  ^  lo  segundo  ,  invo- 
cando algún  Numen  ,  con  cuya  inspiración  ,  ó 
protección  pueda  concluir  y  perfeccionar  su  obra 
dificultosa  ;  lo  tercero  ,  haciendo  narración  de 
todo  i  y  lo  quarto  ,  haciendo  alguna  peroración, 
ó  epílogo  ,  bien  al  fin  ,  ó  bien  quando  convenga 
en  otra  parte.  De  lo  qual  resultan  quatro  partes 
de  la  Epopeia ,  que  son  Proposición  ,  Invocación^ 
Narración  ,  y  alguna  vez  Epílogo  ,  de  las  qua- 
les  trataremos  ahora. 

SECCIÓN    IV. 

De  la  Proposición  de  la  Epopeia, 


X     MlJs 


la.  Proposición  de  la  Epopeia  es  la  par- 
te primera  en  que  el  Poeta  breve  y  sumariamen- 
te propone  lo  que  ka  de  decir  en  su  Poema. 

1  Las  qualidades  de  la  Proposición  son  las 
mismas  que  las  del  Exordio  de  una  Oración  elo-* 
qiiente  :  es  á  saber  ,  que  sea  breve  ,  modesta  ,  y 
ceñida  al  asunto.  Será  breve  ,  si  no  es  redundan- 
te ,  dilatándose  á  cosas  que  no  son  de  la  mate- 
ria 5  pues  no  debe  extenderse  á  otra  cosa  ,  sino 
á  lo  que  contribuya  á  captar  la  docilidad  ,  aten- 
ción ,  y  benevolencia  de  los  Lectores ,  por  quan- 
tü  en  ella  se  funda  el  Exordio  del  Poema. 

3  Será  modesta  si  estuviere  Egena  de  jactan- 
cia de  ingenio  y  erudición  ;  de  estiló  hinchado  ,  y 
palabras  altisonantes  y  huecas  ,  que  nada  signifi- 
can ,  ó  son  como  el  sonido  de  ima  zaranda  f  y 
de  una  cultura  muy  afectada  ,  nimia  ,  y  procu- 
rada con  estudio  excesivo.  Horacio  ,  en  cuyo 
tiempo  habría  Poetas  tan  pedantes  como   los  hay 

y 


T.I  B  RO      Jt.  (jp 

y  habrá  siempre  ,  pues  son  inderrotabhs  \  Hora- 
cio (  digo  )  ridiculiza  á  uno  de  Jos  Pedantones  de 
aquel  tiempo  ,  que  para  adquirirse  fama  entre 
los  ignorantes  ,  leyendo  sus  coplas  en  las  plazas 
y  corrillos  ,  empezaba  sus  Poesías  con  la  hiocíia- 
zon  y  arrogancia  que  aquí  se  reprueba  ,  y  es  da 
este   modo: 

Fortunam    Priams   cantado  ,    &    nohile 
lellum. 

A  lo  que  dice  Horacio:  ¿Qué  parirá  este  Poeta, 
cuya  hinchazón  promece  tanto?  Aquí  tendremos 
el  parto  de  los  montes  ,  nue  después  de  mucho 
ruido  parieron  la  visioncilla  de   un  ratón. 

¿jQtiid  dignum   tanto  feret    hic  promissor 

hiatiR 
Parturient  montes  ,  nascetur  ridiculas  mus. 

Luego  alaba  Horacio  á  Homero  porque  en  la 
Proposición  de  su  Odyssea  es  mas  modesto ,  y 
va  después  levantando  poco  á  poco  el  estilo  ,  se- 
gún lo  van  pidiendo  las  grandes  cosas  que  se 
siguen. 

¿  Quanto    rectíus   lie  ,   qui   nil  moJitur 

inepte  ? 
,,Dic   mihi ,  Musa,  virum  cn.pt.T   post 

,,  témpora  Trojx, 
,,Qu¡    mores  hominum  mulforum  vidir, 

&  urbes. 
Non   fumum  ex  fulgnre  ,  sed   ex  fumo 

daré  lueem 
Cogitat   ,    ut    sfcciosa    dehinc   miracula 

promut. 

4     Será  la  Proposición  ceñida  al  asunto  ,  si  no 
fuere    vaga  ,   y  generalísima  j  antes   bien    muy 

pi  o- 


(5o  X-S'STJlUClOTCES'   TOETlCyíS. 

propia  ,  y  acomodada  al  argumento  del  Poemaj 
de  manera  que  és^e  se  perciba  como  en  bosque- 
jo en  los  primeros  versos  de  la  obra.  Tal  es  la 
Proposición  de  la  ilíneida. 

j4vma  ,  v'tfunique  cano  ,  Tvo'jce  qui  pri^ 

mus    ab   c  ris 
Italiam  fato  profugus  ,  Lavtnaque  venii 
Littora. 

g  Me  es  sensible  no  hallar  un  Poema  Épico 
en  castellano  ,  adonde  acudir  para  sacar  exem- 
plos  con  que  demostrar  estos  y  otros  varios  pun- 
tos de  la  Epopeia  ;  pues  aunque  Ercilla  ,  Lope, 
Virues  ,  Juan  Rufo  ,  Gabriel  Lasso  ,  y  otros  que 
por  la  materia  de  sus  obras  se  llaman  Poetas 
Épicos  ,  hayan  esparcido  algunos  rasgos  dignos 
de  la  Epopeia  j  los  han  obscurecido  por  la  de- 
masiada libertad  con  que  se  abandonaron  á  su 
propio  ingenio.  Ello  es  que  no  tenemos  en  cas- 
tellano una  Epopeia  ,  á  no  ser  que  la  Titiadaj 
que  acaba  de  anunc-arse  en  la  Gazeta  ,  supla  es- 
ta falta  ,  como  es  de  esperar  del  ingenio  que  su 
Autor  ha  manifestado   en   otras  obras. 


SECCIÓN    V. 
De  la  Invocación  de  la  Epopeia» 

I  Ji--ía  Invocación  en  el  Poema  Épico  es 
aquella  parte  en  que  es  invocado  algún  Númen^ 
con  cuya  inspiración  ,  ó  patrocinio  se  lleve  á  su 
término  y  perfección  el  Poema  ,  de  suyo  arduo, 
y  creído  superior  al  ingenio  regular  de  los  hom- 
bres. De  manera  que  la  Invocación  llama  la  aten- 
ción ,  y  aviva  la    curiosidad    de  los  Lectores  j  y 

aun 


Z  Z  B  R  o     II.  St 

aun  añado  cierta  autoridad  al  Poema  ,  como  que 
cuanto  en  él  se  dixere  es  como  inspirado  del  Nu- 
men que  íe  invoca.  Sea  en  hora  buena  esta  vis~ 
piraeion  el  entusiasmo  del  Poeta  ,  nacido  de  su 
rnucho  estudio  ,  aplicación  ,  y  cuidado  intenso 
que  va  á  emplear  en  la  obra  ,  cuyo  mérito  y  au" 
toridad  debe  ser  á  proporción  del  cuidado  ,  y 
estudio  que  pusiere  en  ella  ,  como  es  consi- 
guiente. 

2  La  Invocación  en  los  Poemas  menores  ,  es- 
pecialmente Panegíricos  ,  suele  omitirse  enteía- 
mente.  Y  es  de  notar  que  en  la  Epopeia  ,  don- 
de siempre  se  pone  ,  es  con  alguna  diferencia  en- 
tre los  Griegos  ,  y  Latinos  :  aquellos  la  enlazan 
con  la  Proposición  ,  y  estos  la  colocan  después: 
asi  Virgilio  después  de  dicha  Proposición  :  ^r— 
ma  ,  virumque  cano  ,  ^c  ,  pone  la  invocación 
seguidamente  :  Musa,  mihi  causas  memora,  it^'c. 
Homero  las  entretexe  juntas ,  pues  empieza  la 
Iliada  :  Iram  cañe  Dea  Pelidce  u4chtliis  i¿c.~^ 
la  Odyssea  :  Dic  mihi  ,  Musa  ,  •vhum  ,  (¿V.  El 
mismo  Virgilio  en  las  Églogas  ^  y  otros  célebres 
Poetas  Latinos  antiguos  y  modernos  han  mezcla- 
do también  ,  como  Homero,  la  Invocación  y  Pro- 
posición j  y  qualquiera  que  siga  el  un  modo  ó  el 
otro  ,  irá  seguro  de  no  errar. 

3  También  es  de  advertir  que  se  suele  repe- 
tir la  Invocación  en  el  discurso  de  todo  el  Poe- 
ma ,  quando  ocurre  que  decir  alguna  cosa  gra- 
ve ,  y  se  desea  de  nuevo  avivar  mas  la  atención 
de  los  Lectores  ,  dándoles  con  eso  el  Poeta  á  en- 
tender ,  que  lo  que  va  á  decir  es  de  tanto  peso, 
que  para  hacerlo  diguamente  necesita  implorar 
otra  vez  la   asistencia  del  Niimen. 

4  Últimamente  se  debe  tener  en  considera- 
ción que  á  un  Poeta  Christiano  no  le  está  bien 
el  invocar  las  UeiHades  del  Gentilismo,  teniendo  á 
Jesu-Christo  ,  la  Virgen  Madre  ,  el  Argel  tute- 
lar ,  Stc  j  pero    no  le   es    prohibido   invocar   los 

fat- 


6t  TNSTITUCIOirES    POÉTICAS. 

falsos  Númenes  ,  si  Jo  hiciere  con  tal  artífícío, 
que  se  conozca  invocarlos  como  signos  de  algún 
atributo  ,  o  virtud  distinguida  :  v.  gr.  las  Musas 
como  signos  del  ingenio  y  entusiasmo  poético; 
Meptuno  por  el  mar  ,  en  cuya  criatura  resplan- 
dece la  omnipotencia  del  verdadero  Dios  j  Mar- 
te por  la  guerra ,  cuya  suerte  está  en  manos  def 
verdadero  Señor  de  las  batallas  ^  Minerva  por  la 
prudencia  y  sabiduría  que  proviene  del  Padre  de 
las  luces  ,  y  es  atributo  especial  del  Hijo  de 
Dios  ,  &c.  &c.  Puede  tanabien  el  Poeía  invocar 
Ja  asistencia  de  aquellas  singulares  virtudes  que 
tengan  conexión  con  la  materia  del  Poema  ,  ex 
presándolas  por  su  nombre  ,  y  en  cierto  modo 
personalizándolas.  Lo  mismo  puede  hacer  con  el 
Héroe  del  Poema  ,  o  con  el  ilustre  Personage  á 
quien  lo  dedicare ,  implorando  su  ínfluxo  y  pro- 
tección. Así  lo  han  practicado  insignes  Poetas 
antiguos  y  modernos  ,  como  Virgilio  (i)  que  in- 
voca á  Octaviano   Augusto. 

Tuque  adeo ,  quem  mox  qu¡s  sint  habita- 
ra Deorum 

Concilia  ,  incertum  ,  Urbesne  invisere 
Ccesar^ 

Terrarumque  velis  curam  ,  i^c, 

Pero  todo  Poeta  honrado  no  deberá  seguir  ,  sino 
abominar  la  torpe  adulación  de  Virgilio  ¡  y  otros 
Poetas  tan  débiles  como  él  ,  en  este  género  de 
Invocaciones  á  Personages  Poderosos  ,  que  aun 
viven.  Invoquelos  con  respeto  ,  pero  sin  baxeza. 


(i)       Lib.  I.  Georg, 


SEC- 


7t  I  s  R  o    II.  6t 

SECCIÓN    VI. 

"De  la  Narración  de  la  Epopeia. 


X     A-ia 


/a  Narración  de  la  Epopeia  es  el  cuer^ 
po  de  ¿a  obra  que  sigue  intiiediat emente  después 
de  ia  Proposición  ,  é  Invocación.  Como  la  Narra- 
ción abraza  todo  el  Poema  ,  es  preciso  que  en 
ella  recaigan  todos  ios  adornos  ,  y  preceptos  que 
hemos  explicado  ace-ca  de  la  Epopeia  ,  y  de  ia 
Poesía  tomada  en  su  generalidad.  Con  que  aquí 
no  nos  queda  que  hacer  ,  sino  manifestar  algu- 
nas qua.idades  en  que  conviene  con  la  Narración 
Oratoria.  Estas  son  quatro  :  Brevedad  ,  Proba- 
bilidad y  Suavidad  y  Claridad.        .  . 

1  Será  Breve  ,  lo  primero  ,  si  no  se  inter- 
rumpe con  largas  ,  ó  freqlientes  Digresiones  que 
no  sean  muy  del  caso.  Lo  segundo  ,  si  se  obser- 
va lo  que  diximos  (i)  tratando  de  la  Magnitud 
de  la  Fábula  Épica.  Lo  tercero  ,  si  nada  se  pu-^-' 
siere  que  sobre  ,  ó  sea  de  poquísima  considera»^ 
cion.  Pecan  contra  esta  Brevedad  los  que  incur- 
ren en  aquellos  defectos  que  reprueba  Hora- 
cio (a). 

Incccptis  gravibus  plerumque  ¿5*  magna 

professis 
Purpureusj  ¡ate   qui  splendeat  ,   unus  O 

alter 
yíssuiíur  pannus    ,   cum    ¡iicus   £5*    ara 

DianuCy 
Et  properantis  aquee  per  amcenos  avibitus 

ogroSf  Aut 

fi)       Lib.  3.  Sec.  3,  otím.  3. 
(2)       Ad  Pisouet. 


54  ^nSTITUClOTTES  POÉTICAS. 

^Ut  flamen  Rhenum  ,  aut  pluvius  des* 

cribitur  arcus; 
Sed  nunc  non  erat  his  locus  ,  &c. 

Son  insufribles  los  Romanceros  que  para  referir 
como  un  Caballero  se  dispuso  para  entrar  en  sin- 
gular batalla  ,  describen  menudisiniamente  sus 
vestidos  ,  armas  ,  movimientos  suyos  y  del  Ca- 
ballo ,  sin  omitir  la  pintura  de  la  clin,  cola  ,  boca 
espumante  ,  contando  hasta  los  relinchos  ,  &c. 

3  Será  probable  la  narración  ,  si  absoluta  ó 
respectivamente  fuere  verisímil ,  como  se  dixo  en 
el  libro  i.  Secc.  i.  nüm.  3  j  y  Secc.  3.  num.  (5; 
y  en  el  a.  Secc.  1.  num.  7  j  y  lo  previene  Ho- 
racio (i). 

Ficta  •voluptatis  causa  sint  próxima  veris ^ 
Nec  quodcumque  volet ,  poscat  sibi  fábu- 
la credi. 

Esta  probabilidad  y  verisimilitud  no  solo  ha  de 
observarse  en  la  narración  de  los  hechos ,  sino 
también  en  la  formacien  y  pintura  de  los  carac- 
teres de  las  personas  ,  nuevamente  inventadas  por 
el  Poeta  ,  según  el  mismo  Horacio : 

jTltatis  cujusque  notandi  sunt  tibi  mor  es  f 
Mobilibusque  decor,maturis  dandusi^  annis. 

La  verisimilitud  no  se  opone  á  lo  maravilloso^ 
pues  esto  ,  aunque  extraordinario ,  puede  ser  creí- 
ble en  un  Héroe  ,  cuyas  acciones  son  extraordina- 
rias ,  y  con  todo  eso  han  solido  ser  verdgderas. 
Esto  se  entiende  en  diferente  concepto  que  lo 
creible  y  prodigioso  por  Machina. 

4  Será  suave  ia  Narración  ,  si  ,  como  en  la 
Oratoria ,  se  compusiere  de  palabras  y  frases  ele- 

,  gan= 

(i)       Ad  Pisones. 


XI  S  R  o    XI.  6i 

gantes ,  fluidas  y  de  agradable  sonido  ;  si  se  evi- 
taren los  encuentros  de  consonantes  duras,  y  sí- 
labas que  causen  con  su  inmediata  concurrencia 
ó  freqüente  repetición  cierta  aspereza  en  el 
oido  y  dificultad  en  la  pronunciación  j  si  los 
periodos  no  fueren  muy  lar>íOs  y  superiores  á 
lo  que  alcance  el  alie.ito;  si  los  versos  cons- 
taren del  número  y  medidla  competenre  ;  si  se 
mezclaren  ingeniosas  metáforas  ,  prosopopeias, 
hipotyposes  ,  apostrofes  ,  exclamaciones  ,  adntira— 
clones  ,  suspensiones  ^  si  hubiere  conmoción  de 
afectosj  etopeias,  o  descripción  propia  de  costum- 
bres ^  diálogos  o  razoramientos  que  con  arte  hace 
pasar  el  Poeta  entre  personas  que  él  introduce^ 
acontecimientos  impensados  ,  pesares  ,  alegrías, 
sobrcaltos ,  deseos  ,  iras  y  otras  co'ías  que  por  su 
variedad  y  conexión  hacen  amena  y  suave  la  nar- 
ración épica  ,  y  se  explican  mas  de  intento  en  los 
tratados  de  Retorica  ,  ó  se  aprenden  mejor  en  la 
freqüente  y  arenta  lectura  de  ¡os  Poetas  clásicos. 

¿  Será  cla-a  ,  si  en  ella  no  hubiere  alusiones 
obscuras  de  historias  y  fábulas  que  no  se'jn  bien 
conucidas  j  o  de  hechos  remotos  y  particulares  que 
solo  se  conocieron  en  cierto  tiempo  ,  ó  por  cier- 
tas personas  en  cierta  ciudad  ,  y  en  tales  y  tales 
circunítr-ncias.  De  semejantes  alusiones  resalta  la 
obscuridad  que  se  advierte  en  las  Sátiras  de  Ju— 
venal  y  Persio  ,  que  para  que  se  entiendan  ,  nos 
precisan  á  acudir  á  la  historia  particular  ,  cos- 
tumbres y  usos  de  aquellos  tiempos  en  que  se 
escribió: on.  Últimamente  consiste  la  claridad  en 
la  observancia  de  la  buena  Locución  Poética  ,  de 
que  se  habló  en  el  libro  i.  Sección  X.  num.  i, 
a.  3.  4.  5.  6.  adonde  me    remito. 


SEC- 


éál  TNSTITU0mí/'BS  RÚSTICAS. 

SECCIÓN  VTI. 
Del  Epílogo  de  la  Epopeia, 

I  ►fl-JÍos  exemplos  de  la  IHada  ,  Odysea  ,  y 
Eneida ,  en  donde  se  omite  el  Epilogo ,  dexan 
autorizado  á  qualqiiier  Poeta  para  omitirle  tam- 
bién y  concluir  con  la  misma  narración  j  ó  para 
ponerle  en  el  cuerpo  de  la  obra  ,  corso  un  Epi— 
phonema  al  fin  de  -la  relación  de  algún  hecho 
ilustre,  ó  notable  acontecimiento  :  como  Virgilio, 
que  en  el  libro  p.  de  la  Eneida,  después  de  re- 
ferir la  muerte  de  los  dos  amigos  Niso  y  Eurialo, 
acaba  con  este   Epiphonema. 

Fortunati  ambo ,  si  quid  mea  carmina  pos- 

tunt, 
N^ulla  dies  unquam  memori  vox  eximet  avo^ 
Dum  domus  jEnece  Capitoii  immobile  sa— 

xum 
jíccolet  ,    Imperiumque    Pater  Romanus 

bubebit. 

a  En  otros  Poemas  distintos  de  la  Epopeia 
bien  acabada ,  suelen  concluir  con  Epílogo  los 
Poetas  ,  haciéndolo  con  diferentes  motivos  j  pues 
á  unos  los  mueve  el  hacer  mención  del  tiempo, 
lugar  ,  edad  y  ocupación  que  tenían  quando  es- 
cribieron ;  como  Virgilio  al  fin  de  sus  Georgicasj 
á  otros  el  congratularse  á  sí  mismos  ,  y  manifes- 
tar la  satisfacción  que  tienen  de  que  su  obra  los 
hará  inmortales  ;  como  Ovidio  al  fin  de  los  Meta- 
jnorphoseos  \  y  Horacio  al  fin  del  libro  tercero  de 
sus  Poesías  Líricas.  Estos  Epílogos  arrogantes  no 
suenan  bien  ,  sino  en  boca  de  ios  Poetas  de  pri— 
nier   orden, 

INá- 


^1 

INSTJOriUCIOWMS 
POÉTICAS. 

LIBRO      TERCERO. 

CAPITULO  PRIMERO. 

I)e  la  Poesía  'Dramática  en  general. 
SECCIÓN     PRIMERA. 

Definición  del  Poema  Dramático. 

I  JLjlaL  voz  Drama  griega  ,  es  en  castellano  lo 
mismo  que  hacer  ^  pues  el  Poema  Dramático  no 
es  narrativo  ,  sino  que  todo  está  en  acción  ;  y  por 
eso  se  llaman  Actores  ,  y  Actrices  las  personas 
que  hablan  en  él.  Jamas  debe  hablar  ,  ó  (  como 
dicen)  sacar  el  Poeta  la  cabeza.  Defínese  ,  pues. 
Imitación  de  una  aciion  sola  ,  entS^a  ,  de  ajusta^ 
da  n,agnitud  ,  verdadera  ,  ó  falsa  ,  vetisíiiiil ,  in- 
signe ,  ó  vulgar  ,  feliz  ,  ó  ir.Jeliz  ,  que  en  verso, 
y  cauto,  no  por  relación  ,  sino  attuúnJo  ó  repre— 
sentando  ,  excita  algunos  afectos  y  pu>ga  el  áni-r- 
tno  ^  ó  propone  exempios  de  la  vida  civzl  ,  y  pri- 
vada. 

1  Toda  Poesía  es  imitación  de  ¿as  acciones  hu" 
manas:  y  por  tanto  lo  es  también  la  Dramática. 
Y  en  serlo  de  una  acción  sola  ,  entera  ,  de  ajus" 
tada  magnitud  ,  verdadera  ,  ó  falsa  ,  verisími/j 
insigne  ,  o  vulgar  ,  fetiz  ,  ó  infeliz  j  parte   con- 

E  %  viers 


68  IJVSTZTUCIOJVES  POETICÉIS. 

viene  con  la  Epopeia  (cuya  acción  es  como  la 
definimos  en  su  lugar)  y  parte  se  distingue  de 
ella  j  porque  el  Poema  Dramático,  si  fuere  Co- 
media ,  admite  acción  lulgar  y  falsa  ,  con  tal  que 
sea  verisímil  y  tenga  éxito  feliz  j  y  si  fuere  Trage- 
dia, conc'uye  con  éxito  infeliz-^  y  uno  y  otro  es 
contrario  á  la  naturaleza  de  la  Epopsia,  cuya  acción 
en  el  fondo  es  ver  Jera,  ts  ilustre,  y  acaba  con  feli- 
cidad. Se  dice  qi;e  es  en  verso  y  canto,  porque  los 
interlocutores  iiablan  en  verso  ^  á  que  en  algunos 
lugares  se  añade  el  canto.  Dicese  también  no  por  re 
lacio»,  sino  actuando  ,  porque  el  Drama  no  tanto  es 
narrativo  como  activo  ,  según  lo  indica  la  etimolo- 
gía de  la  voz  :  y  en  esto  se  diferencia  también  de 
la  Epopeia ,  en  la  qual  habla  muchas  veces  el 
Poeta ,  quien  jamas  debe  hacerlo  en  el  Dramaj 
sino  solamente  los  Actores  que  sacare  á  la  scena. 
Últimamente  se  dice  que  excita  algunos  afectos, 
purga  el  ánimo  ,  y  propone  exemplos  de  la  vida 
privada  :,  porque  en  esto  se  comprehende  el  oficio, 
y  fin  de  la  Tragedia  y  de  la  Comedia,  como  sg 
demostrará  en  sus  respectivos  lugares. 

SECCIÓN  II. 

De  la  Materia  del  'Poema  Dramático, 


I     J-ia 


ía  Materia  del  Poema  Dramático  es  la 
misma  que  la  de  su  imitación  :  esto  es ,  la  ac- 
ción que  imita  j  la  qual  (como  se  dixo  en  la  Sec- 
ción antecedente)  debe  ser  una  entera  ,  de 
cierta  magnitud  ,  verdadera  ,  ó  falsa  ,  verisímil, 
insigne ,  ó  vulgar  ,  feliz  ,  ó  infeliz.  Será  una 
si  en  el  Drama  no  hubiere  pluralidad  de  ac- 
ciones primarias  y  de  igual  magnitud,  Y  no  se 
opone  á  esta  unidad ,  el  que  se  añada  uno   ú   otro 

Epi- 


X  J  S  RO     ItT.  gg 

Episodio  Ó  acción  secimdaria  ,  que  por  inciden- 
cia y  alguna  especial  conexión  se  enlace  con  la 
acción  primaria^  la  qual  para  que  sea  entera,  ha 
de  constar  de  principio  ,  medio  ,  y  fin  •,  esto  es, 
de  causas  que  motiven  la  acción  ;  dificultades  y 
enredos  que  deban  desatarse  ;  y  solución  ó  desen- 
lace de  todos  ellos  :  lo  mismo  que  se  dixo  de  la 
integridad  de  la  acción  de  la  Epopeia.  Será  de 
ajuítada  magnitud  ,  si  no  pasare  de  aquellos  lí- 
mites, á  que  deba  extenderse  la  acción  según  la 
trama  y  enlace  de  los  sucesos  ,  llegando  al  desen- 
lace y  última  solución  con  pasos  naturales  y  sin 
violencia  ^  de  manera  que  el  fin  y  desenredo  sea 
como  una  con<;eqüencia  inmediata  de  los  hechos 
antecedentes.  Será  verdadera  o  falsa  ,  si  efecti- 
vamente pasó  así ,  ó  si  fuere  una  mera  inven- 
ción del  Poeta.  En  llegando  á  tratar  de  la  Tra- 
gedia y  Comedia  ,  diremos  á  quál  de  ellas  com- 
pete la  acción  verdadera  ,  y  á  quál  la  falsa.  Será 
verisímil  ,  si  atendidas  las  circunstancias  de  la 
persona  ,  lugar  y  tiempo  fuere  creíble  ;  ó  si  no 
excediere  el  orden  natural  y  posible  de  los  acon- 
tecimientos humanos.  Exceptúase  el  caso  en  que 
intervenga  Máquina  ,  de  que  debe  huir  el  Poeta, 
si  le  es  fácil  ^  y  sun  en  ese  caso  de  intervenir 
Máquina  ,  será  verisímil  la  acción  por  las  cir- 
cunstancias que  han  de  tenerse  presentes.  Será 
insigne  la  acción  del  Drama  ,  si  fuere  Tragedia^ 
y  vulgar  si  Comedia  ^  como  se  dirá  mas  adelante. 
Del  mismo  modo  será  feliz  en  la  Comedia  ,  y 
infeliz  en  la  Tragedia  ,  tomándose  la  felicidad  ó 
infelicidad ,  no  del  medio  en  que  indiferentemen- 
te se  admiten  aventuras  buenas  y  malas  ,  sino 
del  fin  ó  éxito  infeliz  en  la  Tragedia,  y  feliz 
«n    la   Comedia. 


E  3  SEC- 


fO  XNSTlTUClOTfES    POÉTICAS» 

SECCIÓN    III. 

De  la  Forma  del  Poema  Dramático, 

r  JL  a  se  ha  dicho  bastantes  veces  lo  que 
entendemos  por  forma  d  fábula  de  qualquiera  espe- 
cie de  Poesia  :  y  lo  repetimos  aquí  por  lo  que  to- 
ca á  la  Dramática  :  y  es  la  constitución  d  exíruc— 
tura  de  la  materia  ó  acción  del  Drama.  Esta  For- 
ma,  Extructura  ,  ó  Fábula  Dramática  tiene  sus 
dotes  ,  partes  y  disposición  propia. 

DOTES    DE    I.A     ÍFABULA    DRAMÁTICA. 

a  Sus  dotes  son  tres  :  es  á  saber  y  unidad,  sim- 
plicidad, y  magnitud.  La  unidad  consiste  en  la  co- 
nexión de  todas  las  partes ,  y  de  la  acción  prin- 
cipal ,  dirigiéndose  todo  á  un  solo  fin  :  de  manera 
que  la  acción  ó  materia  primaria  ,  los  Episodios  y 
el  objeto  (sea  político  ,  moral  ó  civil )  del  Drama 
debe  ser  uno  íormalmentCjO  con  respeto  al  todO;  que 
se  llama  Fábula.  Todo  se  funda  en  la  unidad  de  ac- 
ción j  y  así  siempre  que  en  un  Drama  se  ponga 
pluralidad  de  acciones  de  igual  magnitud  y  quan- 
tidad  ,  resultará  pluralidad  de  objetos ,  de  fines, 
y  de  Protagonistas  ó  Actores  principales  j  y  por 
consiguiente  un  compuesto  monstruoso ,  que  no 
tendrá  otra  unidad  que  la  que  tendrían  dos  cuer- 
pos vivientes  inxertos  uno  en  otro. 
(  3  La  simplicidad  de  la  Fábula  Dramática  se 
puede  entender  de  dos  modos  :  es  á  saber  ,  sim- 
plicidad de  materia  ,  y  simplicidad  de  forma  :  la 
simplicidad  de  materia  es  la  misma  unidad  de  ac- 
ción ,  de  que  acabamos  de  hablar  en  eJ  número 
antecedente.  La  simplicidad  de  forma  es  la  simpü- 

ci- 


Z.rSBO      I  TI,  >Jt 

cidad  de  la  composición  ,  cí  extructura  artificiosa 
de  la  materia  o  acción.  Esta  siihpiicidud ,  pues 
(que  es  de  la  que  aquí  hablamos),  es  también  de 
dos  maneras  ,  una  q"'..ido  en  la  mutación  de  ior— 
tuna  todos  pasan  á  un  mismo  estado  de  infelices 
ó  felices  :  y  la  otra  es  ,  quando  la  fábula  es  con- 
ducida á  su  término,  sin  que  concluya  con  mu- 
tación alguna  de  fortuna,  ni  agnicion.  La  fábula 
simple  en  el  primer  concepto  se  ácbe  preferir,  se- 
gún Aristóteles  (i\á  la  doblen,  y  ambas  á  la  j/w- 
ple  tomada  en  el  segundo  concepto^  la  qual  co- 
mo es  continua  y  seguida  hasta  el  íin  sin  agni- 
cion ni  peripecia  ,  er  menos  á  propósito  para  de- 
leyrar  y  mover  los  afectos.  Pero  es  menester  saber 
qué  fábula  se  llama  do^le.  Llámale  tal  aquella  en 
que  unos  pasan  á  felices,  y  otros  á  infelices  :  co- 
mo en  la  yEneida  ,  que  es  fábula  doble  ^  en  que 
.ffineas  y  los  suyos  pasan  á  estado  feliz  j  y  Turno 
y  los  suyos  á  infeliz.  Y  es  claro  ,  que  mas  debe 
excitar  el  deleyte  ,  y  m.over  los  alectos  la  fábula 
simple  del  primer  concepto  ,  en  cuyo  éxito  todos 
Jos  personages  son  sin  excepción  ó  felices  en  la 
Comedia  ,  o  infelices   en  la  Tragedia. 

4  La  fábula  simple  en  el  primer  sentido  ,  ad- 
mite (como  es  constante)  reconocimiento  ó  mu- 
danza de  furtuna  ,  ó  ambas  cosas  juntas.  De  aquí 
es  que  no  solamente  no  se  opone  á  la  fábula  que 
se  llama  implexa  ,  sino  que  es  compatible  con 
ella  y  se  ai;menra  su  valor  :  lo  que  no  sucede  ala 
fábula  simple  en  el  segundo  sentido  ,  que  por  ser 
incompatible  con  la  implexa  ,  no  es  de  igual  va- 
lor ,  porque  ni  mueve  ni  delcyta  tanto  como  la 
otra  :  Llámase  fábula  implexa  aquella  que  bien 
sea  simple  en  el  primer  sentido  ,  o  bien  sea.  dobley 
incluye  peripecia  sola  ,  o  peripecia  y  agnicion 
juntamente.  De  donde  se  infiere  que  la  simplici- 
dad de.  la    fábula  (que  es  uno   de  sus   tres  dotes) 

con- 

(i)     Cap.  I.  Poet. 

E4 


7*2  XUrSTlTUC^lOA'ES     POETICES. 

consiste  en  que  la  peripecia  o  mutación  de  fortu-» 
na  sea  una  en  tal  conformidad  ,  que  todos  pasea 
á  felices  ó  infelices  sin  excepción  ^  y  no  unos  á 
felices  y  otros  á  infelices  ^  f  :es  esto  es  propio  de 
la  fábula  dublé  ,  á  la  qual  debe  anteponerse  la 
simple  compatible  con  la  implexa,  é  incompati- 
ble con  la  otra  simple  en  que  no  hay  mutación 
alguna.  Me  parece  superfluo  el  poner  exemplos  de 
la  fábula  simple  en  si  misma  ^  simple  en  compa- 
ración de  la  doble  j  exemplos  de  la  doble  ni  de  la 
implexa  ^  pues  son  fáciles  de  entenderse  por  lo  qué 
queda  dicho  ^  y  se  hallan  á  cada  paso  exemplos 
de  todas  eílas  en  los  Dramas  antiguos  y  mo- 
dernos. 

g  La  tercera  qualidad  ó  dote  de  la  Fábula 
Dramática  es  su  justa  magnitud.  Esta  es  de  tres 
maneras  :  es  á  saber  ,  niagnitud  de  la  materia  ó 
acción  primaria^  magnitud  Á^  la  forma  ,  fábula^ 
ó  acción  compuesta  ^  y  magnitud  de  quantidad. 
De  la  magnitud  de  la  materia  ó  acción  primaria 
ya  se  dixo  atrás  ,  tratando  de  su  definición.  La 
magnitud  de  la  forma  o  acción  compuesta  consiste 
en  las  unidades  de  tiempo  y  de  lugar  ;  sobre  las 
quales  se  habla  mucho  y  con  mucha  variedad,  co- 
mo si  acaso  fuese  el  negocio  mas  grave  del  Arte 
Dramática  ,  ó  el  mas  importante.  Lo  que  mas  im- 
porta es  la  unidad  de  la  acción  primaria.  Sea 
una  la  acción  primaria  ;  póngase  el  mayor  cuida- 
do en  ella  ^  y  se  verá  que  como  un  efecto  casi 
necesario  resudan  las  unidades  de  lugar  y  tiempo. 
La  razón  se  deduce  de  la  misma  naturaleza  del 
Drama.  El  Drama  todo  es  execucion  ,  todo  re- 
presentación. Con  que  siendo  una  la  acción  pri- 
maria que  se  executa  y  representa  ,  uno  debe  ser 
el  lugar  ,  y  uno  el  tiempo  ,  el  qual  debe  ser  igual 
y  "correr  al  mismo  paso  que  va  la  execi'cion  :  de 
manera  que  si  la  acción  primaria  se  representa 
en  dos  ó  tres  horas  ,  ese  espacio  será  la  unidad 
de  tiempo  de  la   Fábula  Dramática.    Sucesos  de 

ven- 


íisROiti.  73 

rentíquatro  horas ,  de  ocho  dias  ,  ni  de  mas 
tiempo  ,  no  es  fácil  que  se  executen  en  dos  o  tres 
horas  de  representación  ,  sin  que  se  aceleren  y 
atropellen  demasiado  ,  o  se  acuda  al  auxi  io  de  la 
narración  ,  que  tanto  se  opone  á  la  naturaleza  exe- 
cutiva  del  Drama  ,  el  qual  quanto  menos  tui/iere 
de  narrativo  ,  tanto  mas  conforme  será  á  su  esen- 
cial constitución.  Pero  dirán  :  supongamos  ,  que 
aun  siendo  una  l-i  acción  primaria  ,  no  pueda  me- 
nos de  dilatarse  á  dos  ,  tres  ,  o  nueve  dias  ,  en  cu- 
yo espacio  de  tiempo  sucedió  realmente  ,  ó  se 
finge  h<iber  sucedido.  En  este  caso  ,  es  preciso  que 
su  representación  se  ^iña  á  las  dos  o  tres  horas 
que  ha  de  durar  en  el  Teatru  ^  y  que  en  ese  tiem- 
po se  mude  de  lugar  ,  >\  (com.o  es  lo  coaiun )  suce- 
dió en  distintos  lugares  de  una  Ca^^a  ,  Palacio, 
CiuHad  ,  Campo  ,  &c.  y  tropezaremos  con  el  in- 
conveniente de  que  se  quiebren  las  unidades  de 
lugar  y  tiempo  ,  por  mas  que  quede  salva  la  uni- 
dad de  acción.  Yo  digo  ,  que  no  hallo  tropiezo  en 
esas  quiebras  ,  ni  tengo  inconveniente  en  dexar— 
las  pasar.  Lo  primero  ,  porque  nunca  serán  muy 
notables  ,  observándose  exactísimamente  la  unidad 
de  acción.  Lo  segundo  ,  porque  tampoco  hicieron 
gran  caso  de  ellas  los  mas  insignes  Dramáücos 
antiguos  y  modernos  ,  siempre  que  estorbasen  al 
mayor  lucimiento  del  Teatro  ,  y  deleyte  de  los 
Espectadores.  Lo  tercero  ,  porque  las  mutaciones 
y  decoraciones,  al  paso  que  recrean  ,  facilitan  la 
variación  de  lugares  ,  sin  que  esto  enfrie  el  gusto 
y  atención  de  la  conducta  y  orden  regular  de  la 
fábula,  que  es  Jo  mas  importante.  Lo  quarto,  por- 
que la  práctica  de  los  Dramáticos  Latinos  y  mo- 
dernos ,  de  dividir  en  tres  ó  mas  Actos  los  Dra- 
mas ,  presta  unas  buenas  coyunturas  para  disimu- 
lar ,  sin  que  se  note  mucho  ,  las  quiebras  de  lu- 
gFr  y  tiempo.  Y  así  (vuelvo  á  decir)  el  principal 
cuidado  '''i  Poeta  ha  de  ser  sobre  la  unidad  de  la 
acción  primaria.  Las  otras  unidades ^  ose  ven- 
drán 


74  IJVSTITVCISK'-E-S    POETICES. 

dráa  ellas  espontáneamente  como  conseqüencias  de 
aquella  ^  ó  su  quiebra  será  luuy  poca  y  fácil  de 
disimularse.  Los  Dramas,  en  que  ofenden  ex- 
traordinariamente al  buen  gusto  las  quiebras  de 
lugar  y  tiempo ,  no  tanto  son  Dramas  ,  como 
Historias  puestas  en  Diálogos  ,  en  las  quales  se 
quiere  tal  vez  representar  la  vida  de  una  persona, 
o  muchos  hecíios  memorables  de  ella.  Y  como  en 
estas  malísimas  composiciones  no  se  toma  por 
materia  una  acción  sola  ,  sino  muchas  ,  y  acae- 
cidas en  diversos  años  y  lugares  ,  resultan  unas 
quiebras  asombrosas  de  todas  tres  unidades.,  y  el 
origen  de  esta  extravagancia  es  (como  se  dexa  co- 
nocer) la  falta  de  unidad  de  la  materia  ,  ó  el  no 
tomar  por  asunto  una  sola  y  determinada  acción 
primaria.  Tal  es  entre  otras  muchísimas  el  Co- 
medión intitulado  el  Ger.ízaro  de  Ungría ,  que 
mas  es  una  Historieta  que  Drama  :  pues  allí  se  ve 
la  vida  de  un  Emperador  joven  ,  enamorado  ,  que 
se  casa  ;  que  tiene  un  hijo  ;  que  caen  los  dos  en 
cautiverio  j  que  llega  á  viejo  el  Emperador^  que 
le  reconoce  su  h'jo  ,  quien  ya  era  no  menos  que 
General ,  ó  no  sé  si  Baxá  de  tres  colas  ;  que  am- 
bos logran  restituirse  á  su  patria  ^  y  qué  sé  yo 
que  otras  mil  cosas  mas ,  las  quales  todas  se  exe- 
cutan  y  representan  en  dos  horas  en  el  Teatro, 
habiendo  ellas  sucedido  en  muchos  años  ^  siendo 
de  ver  como  un  misma  Actor  hace  papel  de  Ga- 
lán y  de  Barba  ,  en  prueba  de  que  es  hombre  pa- 
ra todo.  Concluyo  ,  pues  ,  con  repetir  ,  que  la 
mai^ííituü  de  la  acción  compuesta  ,  resulta  de  las 
unidades  de  lugar  y  tiempo  ,  cuya  observancia  no 
ha  de  ser  tan  estrecha  que  no  admita  alguna  dis- 
pensación discreta  y  juiciosa  en  los  términos  pro- 
puestos ;  ni  tan  relaxada  como  en  las  Comedias 
por  mal  nombre  llamadas  Historiales.  Y  los  rí- 
gidos partidarios  de  estas  unidades  no  tienen 
por  que  objetarnos  ,  que  si  no  se  observan  indis- 
pensablemente ,  se   seguirá  el  enorme   defecto   de 

ma— 


IjISROIIZ.  »7g 

hialograrse  la  ilusión  de  los  Espectadores.  Las 
diversas  ideas  que  se  conciben  de  esta  palabra  ilu- 
sión ,  son  causa  de  diversas  disputas  ,  que  en  su- 
ma son  nada.  Al  modo  que  la  Poesía  y  la  Pintu- 
ra son  hermanas  muy  parecidas  :  Poesis  sicut  Pie- 
tura  erit  ;  asi  también  lo  suelen  ser  sus  efectos. 
Efecto  de  la  pintura  es  la  ilusión  en  los  que  n^.i— 
ran  sus  obras  ^  pero  no  una  ilusión  que  engañe  y 
haga  creer  que  tiene  alma  y  vida  éste  o  aquel 
Retrato  j  sino  una  ilusión  ,  que  signifique  lo  mis- 
mo que  embeleso  y  edini ración  gustosa  por  la 
diestra  y  posible  imiíacian  del  objeto  pintado. 
Tal  es  la  ilusión  que  se  intenta  en  los  Dramas. 
Siempre  que  en  estos  se  vea  una  diestra  y  posi- 
ble imitación  de  las  acciones  humanas  ,  habrá  tlu- 
sien  en  los  Espectauores  :  esto  es  ,  embeleso  y 
gusto.  Dixe  posible  imiracion  :  pues  basta  esa  pa- 
ra el  deleyte  ,  por  quanto  se  supone  que  ni  el  Pin- 
tor da  alma  y  vida  á  los  lletratos  ^  ni  el  Poeta 
introduce  personas  verdaderas  ,  sino  Actores  que 
las  imiten  y  representen  ^  y  decoraciones  que  su- 
plan por  los  lugares.  Y  asi  nadie  va  á  la  Acade- 
mia de  Pintura  á  ver  en  ella  los  sugetos  vivos, 
sino  bien  imitados  según  su  arte  ^  y  nadie  va  á 
los  Teatros  á  ver  á  Ürestes  ,  Iphigenia  y  otros, 
creyéndolos  allí  reales  y  verdaderos ,  sino  bien 
imitados  al  modo  propio  de  la  Poesía  ^  y  con  es- 
to se  vuelven  contentos  á  sus  casas.  Pues  esta 
imitación  ,  según  ella  es  en  su  manera  ,  es  quien 
produce  aquel  e>nbeíeso  ,  ó  llámese  ilusión  ,  que 
sin  engañar  ,  como  las  uvas  de  Zeuxis  ,  recrea  y 
entretiene  :  así  como  recrea  y  entretiene  el  canto 
y  música  ,  aun  quando  imita  ,  según  su  modo  ,  un 
dolor  profundo  ,  sin  que  intervenga  otra  ilusión 
que  el  encanto  y  embeleso  que  produce  su  modo 
de  imitar  aquella  pasión.  Un  iluso  seria  verdade- 
ramente el  que  reprobase  un  canto  significativo 
de  tristeza  ,  solo  porque  se  fundase  en  que  el  que 
canta  no  está  triste  ;  y  que  por   tanto  seria  faltar 

á 


7<5  JIFSTITUCIOyrES    tckticas. 

á  la  ilusión.  Cada  una  de  las  Artes  imitadoras 
tiene  su  modo  distinto  y  propio  de  imitar  :  y  con 
él  recrea  y  produce  un  deleyte  respectivo  ,  y  con- 
moción de  afectos  en  el  ánimo.  Hasta  aquí  de  la 
magnitud  de  la  fábula  ó  acción  compuesta  :  résta- 
nos hablar    de    la   magnitud  de  quantidud, 

6  La  magnitud  de  quantidad  está  en  el  nú- 
mero de  versos.  Los  Dramas  antiguos  constan  de 
un  número  mucho  menor  que  los  modernos.  La 
experiencia  nos  hace  ver  que  estos  son  largos  ,  y 
molestos  en  pasando  de  dos  mil  versos.  En  dos  mil, 
ó  pocos  mas  versos  se  p„ede  decir  ,  y  hacer  quan- 
to  fuere  suficiente  para  la  integridad  de  la  fábu- 
la ,  y  expresión  viva  y  animada  de  los  afectos,  los 
quales  no  se  expresan  menos  con  pocas  palabras 
si  fueren  enérgicas ,  y  verdaderamente  poéticas, 
que  con  muchas  ,  si  fueren  vacias  ó  formaren  am- 
plificaciones fastidiosas  ,  que  nada  añaden  de  subs- 
tancia ni  adorno.  Explicadas  las  dotes  de  la  Fá- 
bula Dramática ,  sigúese  tratar  de  sus  Partes  y 
disposición. 

PARTES    DE     LA     FÁBULA    DRAMÁTICA. 

7  Como  el  Poema  Dramático  consta  de  mate- 
ria (que  es  la  acción  principal  )  y  forma  (que  es 
la  misma  acción  adornada  y  dispuesta  según  arte) 
de  aquí  es  que  los  Autores  han  hecho  diferentes 
divisiones  del  Poema  Diamárico  ,  atendiendo  unos 
á  la  materia  y  otros  á  la  forma.  Seis  maneras  de 
dividir  un  Drama  en  sus  partes  son  las  mas  co- 
nocidas. Usaré  (como  lo  he  practicado  hasta  aquí) 
los  vocablos  griegos  que  han  usado  otros  Escrito- 
res ,  y  se  han  hecho  propios  del  Arte  Poética, 
por  excusarse  con  ellos  de  otros  acasos  no  tan 
significativos  y  breves.  Todas  las  facultades  tie- 
nen sus   vocablos  technicos  ,  que  forman  su   len— 

■  guage  propio. 

8     La  primera  división ,  pues ,  es  en  Diver- 

bio 


ÍXSROIII.  ^7 

hh  y  chorico :  la  qual  es  la  mas  genérica  de  to- 
das j  porque  todo  quanto  hay  en  un  Drama  se 
reduce  á  estas  dos  partes  ;  pues  ó  representan  y 
hablan  unos  con  otros  los  Actores  :  y  esto  se  lla- 
ma Diverbio  j  ó  los  mismos  Actores  ,  u  otros 
cantan  cosas  que  tengan  conexión  con  el  Dramaj 
y  esto  se  llama  Chorico. 

9  La  segunda  es  en  Nexo  y  Solución.  Esta 
división  es  tan  genérica  como  la  primera  ,  aun- 
que en  el  modo  es  diferente.  El  Nexo ,  segua 
Aristóteles  (i),  es  todo  lo  que  en  el  Drama  lle- 
ga desde  el  principio  hasta  aquella  parte  desde  la 
qual  sucede  la  mudanza  de  fortuna  ,  de  infeliz  á 
feliz  en  la  Comedia  j  ó  de  feliz  á  infeliz  en  la 
Tragedia.  La  Solución  es  desde  el  principio  de  la 
mudanza  de  fortuna  hasta  la  conclusión  :  v.  gr. 
En  el  Edipo  de  Séneca  ,  todo  quanto  precede  al 
paso  en  que  Edipo  conoce  que  él  mismo  fué  el 
matador  de  su  padre  Layo  ,  y  él  que  se  halla 
casado  incestuosamente  con  su  madre  Jocasta  ,  de 
donde  le  proviene  su  infelicidad  ,  es  el  Nexo, 
y  lo  restante  toca  á  la  Solución. 

10  La  tercera  es  en  Prologo  ,  Episodio ^  Éxo- 
do ,  y  Choro.  El  Prologo  es  aquella  parte  en  que 
se  insiniía  lo  que  se  ha  de  decir  en  lo  restante 
del  Drama  ^  y  además  es  tal  que  ninguna  persona 
sale  después  á  la  Escena  ,  que  antes  no  se  co- 
nozca en  él  ,  de  vista  ,  ó  por  su  nombre  ,  ó  de 
otro  modo.  Esto  se  entiende  de  las  personas  prin- 
cipales ^  pues  las  episódicas  ó  allegadas  á  la  ac- 
ción primaria  ,  es  bastante  que  se  conozcan,  quan- 
do  salgan  á  la  Escena  en  su  lugar.  Los  Dramáti- 
cos Griegos  no  usaron  Prologo.  Y  los  oficios  que 
le  tocan,  según  esta  descripción,  son  propios  de 
la  Protasis  ó  Entable  del  Drama  ,  que  es  la  par- 
te en  que  de  vista  o  de  nombre  se  dan  á  cono- 
cer las  personas  que    han  de  hablar  en  él.  Varios 

son 

(i)     Cap.  16.  Poet. 


75  ZJVSTITUCIOT^ES  POETICÉIS. 

son  los  que  coniúnden  el  Prologo  de  los  Latinos 
con  la  Proíhasis  de  los  Griegos.  Las  Loas  que 
,traf!  Agustín  de  Koxss  en  su  viage  ,  nos  dan  una 
idea  del  Prólogo  quí  precedía  á  la  representa- 
ción de  los  Drtimas  Castellanos  :  y  son  muy  aná- 
logas á  los  Prólogos  de  los  Latinos.  El  Episodio 
aquí  tiene  otro  sentido  ,  y  se  toma  por  aquella 
parte  en  que  se  comprehende  la  trama  y  encade- 
namiento de  los  sucesos  9  por  lo  qual  se  incluyen 
en  esta  parte  ,  no  50I0  la  acción  primaria  ,  sino 
también  las  secundarias  ó  accesorias  ,  que  tam- 
bién se  nombian  Episodios  ,  y  se  executan  por 
las  personas  mas  señaladas  después  del  Protago- 
nista 6  primer  Actor  ^  y  se  llaman  Actores  Epi- 
sódicos :  asi  como  en  nuestros  Di  amas  vulgares, 
después  del  Primer  Galán  ,  ¡os  Segundos  y  Terce- 
ros. El  Excdo  es  aquella  parte  en  que  se  halla 
el  desenredo  y  solución  de  la  fábula.  £1  Choro 
es  el  que  va  antes  ó  después  de  algún  Acto ;  y 
las  personas  que  hacen  esta  parte  ,  cantan  ,  y  al- 
gunas veces  habían.  En  los  Dramas  Latinos  está 
el  Choro  al  fin  de  cada  Acto  ^  y  en  los  vulgares 
no  tiene  lugar  fixo ;  pues  cada  Poeta  lo  coloca 
según  su  capricho.  El  oficio  del  Choro  antiguo  SO 
halla  expresado  en  los  siguientes  versos  de  Hq— 
xacio    (i). 

jíctoris  partes  Chorus ,  officiumque   vi— 

rile 
Defendat  :    non    quid  medios   intercinat 

j^ctus, 
Quod  non  proposito  conducat ,  i¿  hareat 

opté. 
lUe    bonis    faveatque   ,    G    consilietur 

amiciSf 
Et  regat    tratos  ,  ií  amet  peccare  ti- 

mentes. 

Ule 

(i)     Aá  Pisones. 


Z.  J  £  R  o     I  J  I.  ^p 

JUe  dapes  laudet  mensa;  ¿revis  ;  lüe  sa- 

lutrem 
Justitiam  ,  Legesque  ,   &   apertis   ctia 

portis, 
lile  tegat  conimissa  ,   Deoíque  precetur 

i¿   aret, 
Uí  redeat  miseris  y  abeat  fortuna  superbit. 

11  La  quarta  división  es  en  Ffotasis ,  Epita~ 
sis  ,  Catástasis  ,  y  Catásírophe.  Protasis  (  que 
viene  á  significar  lo  mismo  que  entre  nosotros 
Ent¿ible  u  ordenación  preparatoria')  «s  el  princi- 
pio del  Drama  en  que  se  propone  ó  entabla  el 
asunto,  sin  manifestar  el  éxito  que  haya  de  te- 
ner i  de  manera  que  los  Espectadores  ,  no  solo  se 
enteren  de  las  personas  por  su  semblante  ó  pof 
su  nombre  ,  sino  qne  también  se  impongan  en  lo 
substancial  de  la  acción  ,  y  qiedcn  suspensos  y 
deseosos  de  saber  en  qué  para.  Kpitasis  (que  tn 
castellano  es  como  el  estado  ,  o  bien  la  extensión 
del  asunto)  es  aquella  rarte  que  sigue  inmediata  i. 
Ja  Protasts  ,  y  en  la  qual  se  pone  en  movimiento 
Ja  acción  ,  y  se  enredan  mas  y  mas  los  lances  de 
eJIa.  Catástasis  es  la  parte  ,  en  que  continuando 
la  trama  y  enredo  de  la  fábula  ,  se  divisa  el  mo- 
do como  puede  desenredarse  después  ;  y  muchos 
la  confunden  con  la  Epitasis.  La  Catastropie  {que 
«ignifica  lo  mismo  que  ¿ubvtrsion  ^  Revolución) 
«s  la  parte  en  que  se  desenreda  toda  la  trama  dp 
la  fábula  ,  pasando  el  Protagonista  de  feliz  á  in^ 
feliz  ^  o  al  contrario.  Como  esta  Revolución  ha  de 
•satisfacer  los  deseos  y  esperanza  de  los  Especta- 
dores ,  conviene  que  sea  lo  ultimo  del  Dram?. 
Esta  división  cabe  en  qualquiera  Drama  ,  sea  de 
dos ,  ó  tres  ,  ó  mas  Actos. 

12  "La  quinta  división  es  es  cinco  fictos  ,  lla^ 
mados  así  de  la  materia  ,  ó  acción  primaria  de  que 
son  partes.  Estos  se  suelen  llamar  también  Joma" 
das  j  porque   en   cada    uno  la   acción   hace   cierta 

es- 


8o  iNSTirvcioi^us  poéticas. 

especie  de  parada  ,  en  que  descansan  los  Actores 
y  los  Espectadores  ,  para  proseguir  los  unos  con 
menos  fatiga  ,  y  los  otros  con  nuevas  fuerzas  en 
su  atención.  Dice  Horacio  ^i)  que  no  liayan  de 
ser  mas  ni  menos  de  cinco. 

Nevé  minar  ,  neu  sit  quinto   productior 

Actu 
Fábula  ,   quce   potci  vult ,   i¿  spectata 

reponi. 

La  razón  en  que  lo  fundan  sus  intérpretes  ,  es 
porque  el  primero  se  necesita  para  exponer  en  él 
el  argumento  ,  y  entable  de  la  acción  ^  el  se- 
gundo ,  para  ponerla  en  movimiento  ^  el  tercero, 
para  su  trama  y  enredo  ^  el  qwartü  ,  para  ponerla 
en  estado  de  que  se  divise  de  algún  modo  su  des- 
enlace i  y  el  quinto  ,  para  su  solución  final.  Pe- 
ro esta  razón  no  me  parece  suficiente  para  una 
ley  tan  estrecha  como  Ja  de  no  permitir  mas  ,  ni 
menos  Actos  que  cinco  ^  pues  vimos  en  el  nú- 
mero antecedente  que  esa  misma  razón  se  salva 
con  la  anterior  división  ,  la  qual  es  admisible 
aun  en  los  Dramas  de  dos  y  tres  Acres.  Supón- 
gase una  acción  entera  :  esto  es  ,  que  tenga  prin- 
cipio ,  medio  y  fin  :  y  sirva  de  materia  de  un 
Drama  ,  reducido  ,  v.  gr.  á  dos  yíctos.  Pues  en 
ese  Drama  es  preciso  que  haya  su  entable  j  mo- 
vimiento de  la  acción  ;  enredo  ;  señales  del  des- 
enredo j  y  por  fin  la  solución.  Y  así  es  que  he- 
mos visto  Dramas  divididos  en  solos  tres  j¿4ctOTf 
que  por  eso  no  han  dexado  de  ser  aplaudidos  jus- 
tamente,  pues  no  les  faltaban  otros  requisitos  ,  y 
adornos  que  los  hacen  útiles  y  del-ytables.  El 
numero  ,  pues  ,  de  ^Jctos  ó  J^omudas  rae  parece 
que  no  debe  determinarse  por  una  ley  inviola- 
ble ;  sino  que  el  Poeta  es  arbitro  en  hacer  esta 

di- 

(i)     Ad  Pisones. 


Z.IBROIIT.  8r 

División  conforme  á  la  necesidad  que  tenga  de 
disimular  sagazmente  las  unidades  de  lugar  ,  y 
tiempo  ;  y  dar  algún  descanso  á  los  Actores  y 
Espectadores.  Y  esto  también  podrá  ser  regla  pa- 
ra dar  una  proporcionada  magnitud  á  caria  ^c 
to  en  el  número  de  versos  ,  y  de  Scenas.  Llá- 
mase Scena  aquel  ^uadro  (  digámoslo  asi  )  ,  ó 
Perspectiva  que  en  las  Tablas  o  Proscenio  del 
teatro  forman  lus  Actores.  Este  ^uudro  se  varia 
siempre  que  sale  ó  entra  algún  Actor  ,  como  es 
claro  :  y  el  número  de  estas  variaciones  es  el 
numero  de  las  Scenas  ,  tomándose  este  vocablo 
en  el  sentido  dicho  ,  que  es  el  mas  propio  j  pues 
también  se  ha  extendido  á  significar  el  iuiíar  de 
Ja  Scena  misma  ,  que  es  el  teatro  donde  aqueüa  se 
forma.  ¡Vías  como  lo"^  Actores  son  los  que  propia- 
mente forman  e.si3iS  Scenas  ó  QuiidroSy  es  menester 
que  no  sean  tantos  que  las  confundan.  Un  Qiiadro 
de  excesivo  numero  cíe  Figuras  hace  que  se  con- 
funda la  principal.  Y  si,  por  acaso  ,  en  él  se  pu- 
sieren muchas  ,  conviene  que  estén  separadas  á 
un  lado  para  evitar  la  confusión.  Sepárense  los 
que  forman  los  coros  ,  y  los  acompañamientos  y 
comparsas  ^  y  queden  en  el  lugar  mas  visible  y 
digno  los  Interlocutores  ,  procurando  el  Poeta  que 
nunca  sean  estos  mas  de  tres  ,  según  lo  ordena 
Horacio  (i\  Nec  quarta  loaui  persona  laboret.  Y 
es  cierto  que  si  muchas  personas  se  interesaseq 
en  una  misma  conversación  ,  se  fatigarla  la  aten- 
ción de  los  Espectadores  ,  que  siempre  anhelan 
por  oir  á  los  Actores  principales  ,  ó  Protagonistas, 
por  quienes  se  s\¡ponen  mas  interesados  que  por 
los  Actores  Episódicos  ,  cuyos  hechos  ,  con¡o  ac- 
cesorios ,  y  de  menor  interés  ,  se  desean  breves 
para  que  no  entibien  la  primera  atención.  No  es 
menester  ,  pues  ,  que  aquí  nos  detengamos  en  fí- 
xar  tampoco  el  numero  de  Actores  ,  quando   por 

lo 
(i)     Ad  Pisones. 


.  8l  lATSTITl/ClOJVEÍ  POETICES. 

lo  dicho  puede  el  Poeta  conocer  que  no  debe  dar- 
se número  fixo  j  y  que  el  que  se  diere  ha  de  ser 
corto  j  para  no  distraer  de  la  acción  primaria  la 
atención  que  ella  exige  con  preferencia  á  las  se- 
cundarias. 

13  La  sexta  División  es  en  Fábula  ,  Costum- 
bres ,  Sentencia  ,  Locución  ,  MehJfa  y  yípara- 
to.  La  Fábula  no  tanto  es  parte  del  Drama  ,  co- 
mo el  Drama  mismo  j  pues  e>  toda  la  composi- 
ción ,  extructura  ó  forma  artificiosa  de  él  ^  y  así 
viene  á  ser  como  el  alma  en  el  cuerpo  de  un 
viviente  ^  y  ella  es  la  qu^  contiene  les  Hechos, 
Costumbres  ,  Afectos  ,  Peripecias  ,  Agniciones  y 
demás  cosas  que  se  llaman  adornos  de  la  Fábula. 
Por  Costumbres  se  entiende  (  como  ya  se  ha 
dicho  )  el  genio  ,  d  índole  de  cada  uno  :  y  deben 
ser  buenas  ,  convenientes  y  constantes  :  sobre  lo 
quai  véase  en  el  Libro  i.  la  Sección  VIJL  nii- 
mer.  I.  a.  y  siguientes.  Por  Sentencia  entende- 
mos aquí  los  Dichos  ,  ó  Preposiciones  que  deben 
ser  acomodadas  al  carácter  de  las  personas^ 
de  manera  que  los  Dichos  de  un  Príncipe  se  dis- 
tingan en  todo  de  los  de  un  Plebeyo  j  los  de  un 
Viejo  de  los  de  un  Muchacho  ,  &c.  La  Locución 
es  el  modo  de  hablar  conveniente  al  Drama. 
En  la  Tragedia  es  mas  grave  que  en  la  Come- 
dia ,  según  diremos  después.  La  Melodía  es  el 
canto.  Hay  opi;¡iones  de  que  ks  antiguos  Dra- 
mas griegos  ,  especialmente  la  Tragedia  ,  se  can- 
taban totalmente  ,  sin  que  por  esto  se  parecie- 
sen á  las  Operas  de  nuestro  tiem.po.  En  los  Dra- 
mas L-:tinos  cantaba  solo  el  Coro  ,  sobre  el  qual 
ya  hemos  hablado  en  el  numero  9  de  la  presen- 
te Seccitn.  £1  ^4parato  es  todo  el  adorno  y  com^ 
postura  que  pert-nece  á  los  Actores,  y  al  lugar 
en  que  han  de  representar.  El  adorno  <ie  los  Ac- 
tores.es  tan  vario  como  lo  son  los  personages  á 
quienes  representen  j  pues  unas  veces  serán  Grie- 
gos ,  Romanos  ,  Asirlos  j  y  otras  Turcos  ,   Mo- 


LIBRO     III.  83 

ros  ,  Indios  ,  Americanos  ,  &c.  y  así  deberán 
presentarse  en  la  Scena  con  el  traga  nacional  del 
sujeto  que  representaren.  Los  Dramas  han  solido 
tomar  su  nombre  del  traga  de  las  Personas  •  y 
así  entre  nosotros  se  llaman  algunos  Comedias  de 
copa  ,  y  espada  ,  por  ser  ese  el  trage  de  los  Ac- 
tores ;  y  otros  hay  que  se  llaman  de  Figuroriy 
por  la  irregular  y  extravagante  compostura  del 
primer  Actor  ^  que  representa  un  hombre  acaso 
incapaz  de  haber  existido  sino  en  la  fantasía  de 
algunos  Poetas  poco  atentos  á  iniitar  las  acciones 
verisiiíiiles.  También  entre  los  antiguos  habia  Co- 
medias que  por  el  trage  de  los  Actores  Griegos 
(.que  era  el  Paüo)  se  llamaban  Pailiatas -^  por  la 
Tuga  de  los  Romanos  Togatas  ^  y  por  la  Prae— 
texta  Pr(£texta!at  La  To^ía  era  trage  común  del 
Pueblo  ^  y  la  Praetexta  de  los  sugetcs  de  dis- 
tinción: 

í^el  qui  py£textas  ,  vel  qui  docuere  to- 
gatas (I). 

El  adorno  del  lugar  en  que  representan  los  Acr- 
tores  ,  o  es  perteneciente  á  lo  Material  del  ediíí- 
cio  ^  ó  á  las  Decoraciones  y  Mutaciones  que  en 
él  se  usan.  Por  lo  que  hace  á  lo  Material  del 
edificio  ,  su  adorno  entre  los  antiguos  coosistia 
en  una  luagnifica  Arquitectura  en  lo  exterior  ;  y 
en  lo  interior  en  un  orden  cómodo  y  proporcior- 
nado  á  los  Espectadores  y  Actores.  En  los  prinr- 
cipios  fué  pobre  y  tosco  ^  después  fué  creciendo 
en  magnificencia  al  paso  que  ciecia  el  luxo  ,  y  la 
afición  á  los  juegos  S^énicos  :  lo  mi^mo  que  ha 
sucedido  con  nuestros  teatros  ,  que  en  los  princi- 
pios eran  unos  miserables  tablados  que  se  levan- 
taban en  unos  corrales  ^  y  después  se  aumenta- 
ron ,  y   adornaron  con  alguna  elegancia  ,  aunque 

nun- 

(i  )   Horat,  ad  Piíoues. 

Fa 


S4  II^STltVCIOIVBS'  POÍTIC^S. 

nunca  con  la  soberbia  suntuosidad  de  los  anti- 
guos Griegos  y  Romanos  ,  qi;e  así  como  en  la 
Poesía  también  en  la  Arquitectura  nos  llevaron 
unas  ventajas  casi  increíbles.  Un  semicírculo  era 
la  figura  del  edificio  por  dentro  5  y  se  llamó 
Teatro  ,  voz  griega  ,  q  "e  quiere  decir  Lugar  pa- 
ra ver.  La  misnia  íi'guia  semicircular  tienen  los 
modernos.  Al  frente  se  veia  la  Scena  ,  que  equi- 
vale al  espacio  entre  izquierda  y  derecha  ,  en 
que  los  modernos  tienen  los  Bastidores  y  Telo- 
nes. El  Proscenio  era  el  lugar  de  la  Scena  en 
donde  representaban  los  Actores  ;  y  ese  lugar 
era  como  en  los  nuestros  las  Tablas.  La  Orques- 
ta era  donde  se  colocaban  los  Espectadores  :  que 
venia  á  ser  todo  el  teatro  f^era  de  la  Scena  en 
su  semicírculo.  Por  lo  que  hace  al  adorno  for- 
mal ,  debe  ser  con  relación  al  Drama  que  se  re- 
presenta ^  pues  unos  requieren  magníficos  salonesj 
otros  tiendas  de  campaña  j  otros  casas  particu- 
lares ,  grutas  ,  selvas  ,  &c.  según  las  Decorado— 
ñas  que  pidiere  la  Fábula  que  se  representare. 
Vitrubio  (i)  hace  esta  necesaria  distinción  de 
Decoraciones  según  la  diferencia  de  Dramas.  El 
Trágico  (dice)  se  representaba  con  columnas  ,  ca- 
piteles ,  estatuas  y  demás  adornos  de  un  gran 
Palacio.  El  Cómico  con  casas  ordinarias  y  comu- 
fies  de  ciudaduíios.  T  el  Satírico  con  árboles, 
¿rutas  ,  montes  y  otras  Decoraciones  representa- 
tivas de  cosas  í^ue  pertenecen  á  los  campos.  Me 
parece  que  con  lo  dicho  hay  lo  suficiente  según 
la  brevedad  de  estas  Instituciones.  El  erudito  Sa- 
las en  la  Parre  primera  de  su  Ilustración  de  la 
PoHica  de  ^"Aristóteles  ,  Sección  X.  y  XI.  trata 
bien  á  la  larga  del  antiguo  aparato  y  adorno  de 
los  Actores  ,  y  del  teatro.  Allí  puede  acudir  el 
que  deseare  noticias  mas  menudas  sobre  este 
punto.  Sigúese  que  tratemos  ahora  de  la  Poesía 
Dramática   en  particular. 

INS- 
(i)       1.1b.  5.  cap.  I. 


IWSTITWCIO  WJE  S 

POÉTICAS. 

LIBRO   QU  ARTO. 

De  la   Poesía   Dramática   en 
particular, 

CAPITULO   PRIMERO, 

T)e  la  Tragedia. 
SECCIÓN     PRIMERA. 

Definiciotí  de  la  Tragedia» 

I  JJU  ragedia  ,  vocablo  griego  ,  quiere  decir 
según  unos  Canto  por  el  Macho  cabrío  ^  ó  por- 
que en  sus  principios  la  Tragedia  era  toda  can- 
tada en  honor  de  Baco  ,  á  quien  se  sacrificaba 
un  Cabrón  ,  destruidor  de  las  viñas  ,  cuyo  pa- 
trocinio tocaba  á  aquel  Numen  ^  ó  porque  el  Ca- 
brón era  el  premio  de  los  que  en  la  Tragedia 
sobresalían  en  el  canto,  según   lo  de  Horacio  (i): 

Carmine  qui  trágico  vÜem  certavit  ob  Hircum, 

Otros  quieren   que    la  voz  Tragedia  se  derive   de 
otra    griega    también  ,  que  significa  la  hez  ^  por- 
que antes  del  uso  de  la  Máscara  (Persona  trági- 
ca) 

(i)     Ad  PisoDes. 

F3 


%6  ITCSTITVCIOI^ES    FOETTCjíS. 

ca)  que  inventó  ^schyJo  ,  se  untaban  el  rostro 
con  hezes  de  mosto  para  cantar  ,  y  representar 
en  los  carros  de  los  vendimiadores  la  Tragedia, 
de  la  qvial  fué  Thespis  el  Autor  mas  famoso  :  y  á 
este  propósito  dice  Horacio  (i): 

Jgnotum  TragicíS  genus   invenisse  Ca— 

tucetiíe 
Dicitur  ,  S   plaustris   vexisse  Poemata 

Thespisy 
^u¿e  canerent  ,  agerent  ve  peruncti  fa- 

cibus   ora. 

Otros  buscan  por  otras  partes  la  etimología  de 
este  vocablo.  Lo  que  mas  importa  es  el  averi- 
guar la  esencia  de  la  Tragedia  en  el  estado  de  su 
perfección.  Aristóteles  (2)  Ja  define  :  Imitación  de 
una  accio7i  sola  ,  entera  ,  lerdadera  ,  veri.tímil ,  é 
infeliz  ,  que  en  verso  y  canto  ,  no  relacionandoy 
sino  exectitando  ,  ó  representando  excita  el  ter— 
tor  y  compasión ,  por  cuyo  medio  deieyta  ,  y  pur- 
ga el  corazón  de  otras  pasiones.  Las  palabras 
mismas  de  esta  definición  manifiestan  aquello  en 
que  conviene  la  Tragedia  con  la  Epopeia  ,  o  con 
3a  Comedia  ^  ó  en  que  se  distingue  de  una  y 
otra.  He  dicho  que  por  medio  dsl  terror  y  com~ 
pasión  deieyta  ,  y  purga  el  corazón  de  otras  pa- 
siones j  porque  ésta  creo  sea  Ja  mente  de  Aris- 
tóteles ,  con¡o  veremos  después.  Pudiera  también 
añadirse  á  la  Definición  :  T  sirve  de  exemplo  y 
escarmiento  á  los  grandes  personages  j  porque 
siendo  la  Tragedia  una  parte  tan  principal  de  la 
Poesía  ,  no  debe  carecer  de  instrucción  moraly 
siendo  ésta  el  objeto  de  todo  Poema  :  y  así  se 
debe  suponer,  aunque  no  se  exprese  ,  por  ser  cir- 
cunstancia común  á  toda  especie  de  Poesía  ;  Lec- 
íorem  delectando  ,  parit erque  monendú, 

SEC- 

(i)       Ad  Pisones. 

{i)      Cap.  3. 


z  I  s  RO    ixr.  87 

SECCIÓN    II. 

De  la  Materia   de   la   Tragedia. 


I  ,A-ia  Materia  de  la  Tr'ígedia  es  ««¿7  dic- 
ción sola  ,  entera  ,  verdadera  ,  verisímil  ,  ilustre  y 
é  infeliz,  que  excitando  el  terror  y  compasi'm,  de- 
leyta  ,  y  purga  el  áramo  de  otras  pasiones  ,  y 
sirve  de  hacer  cautos  á  los  hombres  en  su  con- 
ducta. Sobre  la  unidad  de  acción  ,  y  su  integri- 
dad nos  remitimos  ??  lo  que  dexanios  dicho  en  el 
Libro  3.  Sección  II.  numero  1.  y  Sección  III.  nu- 
mero 2.  y  por  lo  que  toca  á  bs  unidades  de  lu- 
gar , "/  tiempo  número  ¿.  todo  ^  pues  allí  se  aca- 
ba de  aclarar  mas  la  idea  de  la  unidad  de  Ga- 
vión, Vcase  también  en  el  Libro  a.  Sección  II. 
los  números  3.  4.  15.  en  que  se  trata  de  la  unidad^ 
é  integridad  de  ^^ccion  de  la  Epopeia  ,  que  en 
esto  conviene  con  la  Tragedia. 

1  Se  dice  verdadera  ,  y  verisímil  :,  porque  si 
no  lo  fuera,  ó  se  creyese  falsa  ,  no  excitaria  los 
afectos  con  la  vehemencia  propia  de  la  Tragedia^ 
pues  los  exemplos  de  mera  invención  son  poco 
eficaces.  Y  asi  la  Acción  debe  ser  verdadera  en 
la  substancia  ,  aunque  no  lo  sea  en  todos  sus  ac- 
cidentes ,  y  particularidades  ,  las  quales  suelen 
ignorarse  aunque  no  se  ignore  io  substancial  •  por 
loque  al  Poeta  le  queda  portillo  abierto  para  in- 
troducir Episodios  ,  ó  Acciones  accesorias  ,  y 
anexas  á  la  principal  ^  pero  con  tal  condición 
que  iamas  pierda  de  vista  la  verisimilitud  :  y  así 
no  le  será  pern'ltido  fingir  hechos  epi'ódicos^ 
que  aunque  no  sean  in'posibles,  no  son  verisími- 
les por  demaaiadamcnte  raros  ,  ó  inhumanos  :  co- 
nio  el  que  un  hijo  mate  á  su  padre  j  á  no  ser  que 
^4     |p  se- 


8S  XNSTITVCIOI^'ES   POÉTICAS. 

semejantes  hechos  consten  de  la  Historia  ,  ó  seaa 
muy  notorios. 

3  Dícese  ilustre  ,  porque  deben  serlo  las  per- 
sonas j  y  es  la  razón  ,  que  como  la  Tragedia  in- 
tenta mover  los  afectos  ds  terror  y  compasión  ,  es 
mas  á  propósito  una  persona  ilustre  ,  cuyas  des- 
gracias nos  suelen  compadecer  ,  y  aterrar  mas 
que  las  de  los  hombres  particulares.  Y  quanto 
mas  alta ,  y  conocida  sea  la  persona  ,  tanto  mas 
digna  de  lástima  se  considera.  Por  eso  quiere 
Horacio  (i)  que  el  Poeta  trágico  no  invente  la 
Acción  ,  sino  que  la  tome  ,  y  elija  de  entre  las 
ya  conocidas  y  famosas. 

Rectius  Iliacum  Carmen  deducís  in  Actus, 
^uam  si  profetres  ignota  y  indictaque  pri— 

mus. 

Pero  en  los  incidentes  caben  personas  menos  co- 
nocidas j  ó  Actores  ,  que  se  llaman  ,  Epi- 
sódicos. 

4  Se  dice  infeliz  ,  en  el  sentido  de  que  toda 
sea  lasiimosa  ,  y  acompañada  de  circunstarcias 
terribles  ,  terminando  regularmente  en  un  éxito 
desdichado  para  excitar  el  terror  y  misericoidiaj 
y  purgar  el  ánimo   de  otros  afectos. 

g  Se  dice  que  excitando  el  terror  y  compasión 
deleyta  ^  porque  en  deleytar  conviene  con  todas 
las  demás  especies  de  Poesía  ,  como  propiedad 
indispensable  ,  y  común  á  todas  :  y  en  hacerlo 
por  medio  del  terror  y  compaúon  se  distingue  de 
ellas.  E.n  lo  qual  es  de  advertir  que  no  son  los 
sucesos  trágicos  los  que  deleytan  ^  sino  la  per- 
fecta imitación  de  ellos  ,  y  excelencia  del  artifi- 
cio :  como  dice  Aristóteles  (2)  :  observando  este 
Filósofo  ,  que  los  hombres  por    naturaleza  somos 

pro- 

(i)       Ad  Pisonea. 
(3)       Cap.  2.  Foet, 


LIBRO       IVi  89 

propensos  á  imitar  ,  y  que  por  eso  miramos  no 
£iii  especiil  complacencia  las  imáícenes  de  los  ob- 
jetos de  que  huimos  ,  o  nos  horrorizamos,  v.  gr. 
las  figuras  bien  imitadas  de  las  fieras  ,  o  de  ca- 
dáveres humanos.  San  Agustin  (i'í  explica  con  la 
claridad  ,  y  viveza  que  acostumbra  ,  este  deleyte 
de  li  representación  trágica  :  l^ati  vult  ex  Tra— 
ga;Jia  doíorem  Spectotoy  ,  Et  DOLOR  IPSE 
ESr  [^OUJPTAS  EJUS.  Et  si  calamitatet 
ill£  koniinum  ,  vel  anrjqucs  ,  vel  fahee  sic  agan- 
tur  ,  ut  qui  spectat  ,  non  doieat  ,  abscedit  inde 
fastidiení  ,6?  reprehenden!  \  si  nuteni  doieat  ,  ma- 
r.et  intentns  ,  ET  G.líUDENS  LACRÍMA" 
TUR  Además  de  la  imitación  contribiiye  mu- 
cho para  e^te  deleyre  el  que  los  Espectadores  se 
miran  libres  de  aquellas  calamidades,  y  se  sien- 
ten instruidos  para  p:ecaverse  de  otras  :  lo  qual 
no  causa  poco  gozo.  De  aquí  es  ,  que  parece  se 
olvidan  de  este  deleyte  que  produce  la  Tragedia, 
los  que  condescienden  en  que  su  é,\ito  sea  feliz, 
para  que  los  Espectadon^s  no  salgan  tristes  del 
teatro  :  pues  el  Espectador  se  deleyta  en  sa 
misma  tristeza  gaudens  latrynuitur:  y  sin  este  do- 
lor se  saldría  fastidiado,  y  lacharla  la  represen- 
tación :  abscedit  inde  fastidiens  ,  ü  repte— 
hendens. 

6  Se  dice  que  purgí  el  ánimo  ,  (Se.  sobre  lo 
qual  trataremos  mas  oportunamente  en  la  Sec- 
ción  IV.  numero  a.    y  3. 


(i)       Lib.  3.  Confes.  cap.  i. 


ÍSEC- 


pO  IJVSriTVClOJVEÍ  FOETICuíS. 

SECCIÓN     III. 

De   la  Forma  de  la  Trao-edia, 


X  JÍlííxcusamos  repetir  aquí  lo  mismo  que 
queda  dicho  en  el  Libro  III.  Sección  lil,  de  la 
Forma  ,  ó  Fábula  Dramática  en  general  ,  adon- 
de remitimos  al  Lector  ,  por  hallarse  allí  trata- 
do con  bastante  extensión.  Al  presente  nos  ce- 
ñiremos á  lo  mas  propio  y  característico  de  la 
Fábula  trágica.  Esta  ,  pues  ,  además  de  tener  la 
unidad  ,  integridad  ,  magnitud  ,  partes  y  dispo- 
sición que  se  dixo  atrás  en  el  Jugar  cifado  ,  ha 
de  s^r  lr,)plexa  ;  esto  es  ,  que  incluya  Peripecia^ 
o  yígnkion  \  ó  ambas  cosas  juntas  ,  que  es  lo  me- 
jor ;  pues  estos  adornos  son  muy  á  propósito  pa- 
ra mover  con  admiración  los  afectos  trágicos  que 
resultan  de  una  impensada  mudanza  de  fortu- 
na. Los  Episodios  de  que  hzjs.  de  constar  ,  de- 
berán ser  poquísimos  ,  y  esos  muy  breves  para 
que  no  distraigan  la  atención  ,  como  se  explicó 
en  el  mismo  lugar.  Se  evitará  en  ella  todo  lo 
posible  el  uso  de  las  Máquinas.  Las  cosfumhresy 
é  caracteres  ,  ademós  de  tener  la  Bondad  ,  con" 
•veniencia  ,y  tenor  constante  que  se  dixo  en  la 
misma  Sección  ,  número  13*  y  en  el  Libro  I. 
Sección  VIH.  número  i.  1.  y  siguientes  ,  debe- 
rán ser  graves  ,  y  señajarse  con  aquella  severi- 
dad que  exigiere  la  naturaleza  de  los  casos.  Ho- 
racio (i)  compara  la  Tia^^edia  á  una  grave  Ma- 
trona: 


(i)       Ad  Pisones. 

Ff- 


ÍI  J3  R  o    IV. 


5» 


Fyffutire  leves  indigna  Tragadia  versufy 
Vt  fesiis  li  airona  moven  jussa  diebus, 
Jnte'e'it   satyris  paulum  fudibunda  pro- 
tervis. 


O'^idio  la  pinta  como  una  Reyna  de  carácter  vio- 
lento ,  y  aspecto  terrible  (i). 


f^enit    Ü    ingenti    violenta     Traga dia 
passu. 

Fronte  comee  torva  ,  palla  jacebat 
Áumi-, 
Lceva  iiianus  Sceptrum  late  Regale  te- 
ntbat: 

Lydius  apta  pedum  vincla  cot humus 
evo.t. 

Debe  esfar  sembrada  de  Sentencioí  que  sean  cor— 
respondienres  al  carácter  de  las  personas  ,  guar- 
dando aquella  economía  y  proporción  que  se  di— 
xo  en  el  Libro  I.  Sección  IX.  numero  especial- 
mente 4.  y  5.  La  Dicción  debe  ser  mas  ¡^rave  que 
en  otro  niugun  escrito  j  pues  según  Ovidio  ^a): 

Omne  genus  scripti  gravitóte  Tragccdia 
vincit. 

La  sublimidad  del  estilo  que  resulta  de  las  sen- 
tencias ,  y  de  la  locución  ,  es  muy  propia  de  es- 
te Poema  ^  aunque  tal  vez  pidan  las  circunstancias 
que  se  huniille  :  según  Horacio  (3); 


(i)       Lib   3.  Amor.  E.  r.  v.  ir. 
(a)        Lib    1.  Trist.  E.  i. 
(3)       Ad  Pisoues. 

Et 


p2  lA^STITVClOI^ES    POÉTICAS. 

Et   Trágicas  plerumqtie   dolet  sermone 
pedestri. 

Véase  lo  que  sobre  la  Dicción  Poética  se  dixo 
en  el  Libro  I.  Sección  X.  numero  especialmen- 
te 8.  y  Libro  III  Sección  líL  número  13.  Por 
lo  que  mira  á  la  verificación  ,  los  versos  latinos 
mas  usuales  en  la  Tragedia  son  para  los  coros  el 
Anapéstico  Dimetro  Acatalectico  ^  y  para  los^Ia- 
terlocutores  el  Senario,  Jámbico  ,  o  Trímetro  Jám- 
bico^ pues  le  llama  Horacio  (i)  altemis  Gptuvt 
setmcnilíis  ,  iS  populareis  vincentem  strepitus  Y 
yo  no  alcanzo  por  qué  en  las  Tragedias  vulgares 
no  se  deba  usar  el  verso  tetrasílabo  ,ó  de  ocho  síla- 
bas j  siendo  así  que  también  como  <t\  Senario  Jám- 
bico latino,  es  el  mas  á  propósito  [altemis  servw- 
nihus  )  para  los  Diálogos,  y  para  resistir  ú  la  hulla 
del  populacho.  El  verso  Tetrasílabo  vulgar  es  el 
que  mas  se  acerca  al  Trímetro  Jámbico  que  pide 
Horacio  ^  y  además  de  igualarle  en  la  aptitud  para 
los  Diálogos,  no  la  tiene  menor  para  expresar  con 
sublimidad  los  pensamientos  ,  y  hablar  con  elo— 
qüencia  digna  de  la  Tragedia.  Algún  Romance  de 
verso  Tetrasílabo  se  lee  en  nuestros  Diamáticos 
Castellanos  ,  que  no  cede  en  armonía  ,  locución, 
y  inagestad  de  estilo  á  los  Romar.ces  de  verso 
Endecasílabo  de  otros  célebres  Poetas  trágicos. 
Me  persuado  á  que  el  uso  de  los  Endecasílabos 
en  la  Tragedia  vulgar  ,  nació  de  que  las  Accio- 
nes ilustres  S8  cantaron  por  lo  común  en  este 
verso  ,  que  es  el  que  mas  se  acerca  al  Exáme- 
tro griego  y  latino  ,  en  que  solían  cantarlas 
los  antiguos.  Pero  estos  lo  practicaban  en  los 
Poemas  Épicos  ,  y  no  en  los  Dramáricos.  Es  me- 
nester mas  fuerza  de  pulruones  en  un  Actor  pa- 
ra   declamar  en  verso  Endecasílabo  ,  que    en   el 

Te- 

(i)       Ad  Pisones. 


Z  I  S  R  o      I  V.  53 

Tetrasílabo.  Si  los  Trágicos,  que  adoptaron  aquel, 
tuvieron  presente  para  ello  la  nobleza  de  la  Ac- 
ción Trágica  ;  al  mismo  tiempo  se  olvidaron  del 
«nibarazo  que  en  el  teatro  puede  ocasionar  á  los 
Actores.  Los  Ti  ágicos  Franceses  han  logrado  ha- 
cerse los  Maestros  de  la  Tragedia  moderna  ^  y 
como  se  aprecia  en  mucho  el  imitarlos  ,  todos  los 
siguen  con  sus  Endecasílabos ,  sin  otra  razón  (á 
mi  parecer  )  que  la  que  les  prestan  los  generales 
elegios  que  no  sin  causa  se  hacen  á  las  Tragedias 
Francesas  ,  aunqi¿e  por  otros  títulos  muy  dife- 
rentes ,  y  superiores  al  de  su  verificación.  Mi 
opinión  sobre  este  punto  no  es  decisiva  ^  pero 
aseguro  firmemente  que  debe  apreciarse  una  Tra- 
gedia  en  verso  de  ocho  silabas  ,  siempre  que  en 
ios  demás  requisitos  no  se  encuentre   defectuosa. 

SECCIÓN    IV. 

Del  Fin  de  ¿a  Tragedia»  [ 

1  4Í_Jíl  Fin  de  la  Tragedia  es  excitar  algu- 
nos afectos  en  el  corazón  para  purgarle  de  otros. 
De  la  idea  clara  y  distinta  que  se  tenga  dei  Fin 
de  la  Tragedia  ,  pende  la  exquisita  elección  de 
los  Argumentos  ,  y  Personas  de  ella  ,  y  el  arti- 
ficio ,  y  buena  constitución  de  la  Fábula  Trágica. 
Y  por  esta  razón  averiguaremos  lo  primero,  ^qué 
efectos  se  han  de  excitar  en  la  Tragedia^  Lo  se- 
gundo ,  ipor  qué  personas  ?  Lo  tercero  ,  ¿  de  qué 
modo  ? 

2  Viniendo  ,  pues  ,  al  primer  punto  ,  los 
afectos  que  han  de  excitarse  en  la  Tragedia  ,  son 
el  terror  ,  y  la  compasión.  Y  de  la  conmoción  de 
estos  resultan  tres  cosas  ,  en  las  quales  se  halla 
lo  útil  y  dcleytable  que   debe  tener  todo    Poema. 

La 


94  INSTItUClONES  POÉTICAS. 

La  primera  es  el  Recreo  del  ái.¡mo  en  ia  perfec- 
ta imitación  ,  como  se  dixo  atrás  en  la  Sec- 
ción II.  numero  g.  del  presente  libro.  La  segun- 
da una  prudente  precaución  de  los  hombres  en  su 
conducta.  La  tercera  purgar  el  ánimo  de  otras 
pasiones  :  la  qual  se  reduce  á  la  primera  ,  como 
veremos  luego.  Y  por  lo  que  mira  á  la  seguí. da, 
es  constante  que  quando  vemos  á  nue^ttos  .veme— 
Jantes  (  y  mas  si  son  sugeios  ilustres  )  agoviados 
de  alguna  grande  calamidad  ,  nos  cau;an  lástima, 
y  tememos  que  á  nosotros  i:Os  alcance  otra  igual: 
de  cuyo  temor  nace  el  que  reí]exionem(S  si  bre 
los  extraordinarios  aconrecimientos  de  ia  vida 
humana,  y  procuremos  arreglar  nuestras  costum- 
bres ,  escarmentando  en  las  degradas  agenas. 
Esta  utilidad  (  que  irrcluimos  en  la  Deíiuicicn  de 
la  Materia  de  la  Tragedia)  no  se  ve  tan  mani- 
fiesta en  las  composiciones  griegas  ,  como  en  las 
modernas.  Los  Griegos  ,  inflexibles  aborrecedo- 
res  del  gobierno  Monárquico  ,  no  parece  si  no 
que  en  sus  Fábulas  Trágicas  solo  intentaban  re- 
presentar á  los  ojos  del  Pueblo  Monarcas  odiosos, 
para  mas  afirmarlo  en  su  libertad.  Y  si  sacaban 
al  teatro  algún  Rey  inocente  ,  y  amable  ;  Con  to- 
do eso  le  representaban  desgraciado  ,  muriendo 
con  uua  muerte  inopinada,  y  al  parecer  inevita- 
ble en  el  orden  de  la  hiumana  providencia  :  con 
lo  qual  hacian  que  creyese  el  Pueblo  que  los 
Dioses  tomaban  á  su  cuidado  exterminar  los  Re- 
yes ,  quando  los  hombres  los  amaban  La  políti- 
ca era  sutil  para  sus  designios  ^  pero  infame  , 
detestable  ,  y  evidenrenente  opuesta  á  la  razón, 
ó  ley  natural  :  y  aun  se  puede  llamar  blasfema, 
por  quanto  á  la  Divinidad  la  atribuía  la  irijusti— 
cia  de  tomar  á  su  crago  la  desgraciada  ,  y  no 
merecida  muerte  de  los  inocentes.  La  ambición, 
y  el  amor  ciego  solian  ser  la  única  Materia  de 
sus  Tragedias,  como  mas  acomodaJa  para  enredar 
con  ella  el  odio ,  y  execración  contra  los  ambi- 
cio- 


r  I  B  RO    IV.  pe^ 

ciosos  ,  y  desenfrenados  ,  que  abusaban  del  poder 
supreuio.  Aristóteles  ,  vasallo  de  un  gran  Mo- 
narca ,  y  Filosofo  de  Moral  mas  justa  ,  no  podía 
menos  de  reprobar  en  esta  parte  la  Tragedia  Grie- 
ga :  y  asi  la  hizo  de.  mejor  naturaleza  ,  atribu- 
yéndola un  Fin  mas  honesto  ,  que  es  el  de  de- 
leytar,  é  instruir  en  las  buenas  costumbres  :  F"¡n 
que  es  cotiiun  á  toda  especie  de  Poesía  sin  ex- 
cepción alguna  ,  coiíio  lo  i-nsiniia  freqíSenteioente 
este  Filosofo.  En  virtud  de  lo  qual  ,  y  por  una 
especie  de  interpretación  hemos  puesto  en  la  De- 
ünicion  de  la  MiCeria  de  la  Tragedia  las  palabras; 
y  sirve  de  hacer  cautos  á  los  hombres  en  su  con- 
ducta.Esta,  utilidad  está  clara  en  la  Tragedia  mo- 
derna, que  por  lo  mismo  es  preferibleá  la  antigua. 
En  la  Fedra  de  Racine  se  representa  una  concien 
cia  atormentada  por  sus  mismos  remordimientos; 
y  en  una  situación  ten  asombrosa  y  terrible  ,  que 
qualquiera  se  horrorizará  de  caer  en  otra  seme- 
jante ,  y  evitará  a  jUel  ú  otro  afecto  vicioso  que 
lo  pueda  arrastrar  á  igual  miseria.  Y  á  este  te- 
nor respectivamente  ponen  en  práctica  los  Trá- 
gicos modernos  sus  Fábulas  con  arreglo  á  los  tér- 
minos en  que  va  puesta  la  Definición  ce  su  Ma- 
teria. 

,  3  Diximos  arriba  que  la  segunda  cosa  que 
resulta  de  la  conmoción  de  afectos  de  terror  y 
compasión  ,  es  purgar  el  ánimo  de  otros  afectos^ 
y  que  esto  se  reduce  á  la  primera  ,  que  es  ve- 
crearlo  ,  renovar  ,  y  fomentar  su  vigor  ,  para 
volver  después  con  mas  aliento  á  Irs  tareas  de 
obligación,  irires  initainat  ,  alitque  tempestiva 
quies  :  niajor  post  otia  virtus.  Et.ta  idea  que  da- 
mos á  la  palabra  Pwg¿.r  ,  tomada  de  la  Medici" 
na  con  una  traslación  metafórica,  es  la  misma 
que  ha  explicado  el  Abad  Jiatteux  en  sus  erudi- 
tas Notas  á  la  Poética  de  Aristóteles  cap.  6.  fun- 
dándose en  otro  pasage  del  mismo  Filosofo  en  el 
lib.  tJ.  cap.    7.  cié   su  Política  ,   donde  se    explica 

cía- 


9<5  jjítSt'itucionks  poetices. 

claramente  acerca  de  la  idea  de  esta  purgación 
del  ánimo.  Trata  el  Fiiosofo  en  el  libro  citado, 
de  las  artes  varias  qne  importan  á  ia  educación 
de  los  jóvenes  ,  y  entre  ellas  pone  la  Música  ,  cu- 
yas utilidades  son  muchas  ,  y  una  es  la  purga- 
ción de  las  pasiones.  Pnra  inteligencia  de  e^to, 
supone  el  Abad  Batteux  que  ea  el  canto  musical 
hay  tres  cosas  :  es  á  saber  ,  las  faiCétras  j  el  cari' 
ío  ^  y  el  rithmo  ,  e'  medida.  Estas  tres  cosas  es- 
taban unidas  en  la  Tragedia  g'iega  j  y  por  con- 
siguiente todas  tres  juntas  debian  Cuncurrir  á 
causar  un  mismo  efecto  ;  porque  en  una  compo- 
sición musical  seria  un  delirio  si  cada  cosa  fue- 
se por  distinto  rumbo  ,  de  manera  que  las  pa- 
labras expresaren  alegría  ^  el  cunto  tristeza  ^  y 
el  rithmo  otra  pasión  diferente.  Sigúese  de  esta 
suposición  (  y  es  indubi.able  )  ,  que  todo  lo  que 
se  pruebe  acerca  del  etecto  te  una  de  las  tres 
cosas  dichas  ,  quando  están  unidas  en  una  misma 
composición  ,  se  debe  tener  por  igualmente  bien 
probado  sobre  el  efecto  de  las  otras  dos.  Con 
que  si  en  Aristóteles  se  encuentra  una  idea  clara 
y  distinta  de  la  purgación  del  ánimo  por  medio 
del  canto  musical-,  esa  misma  es  la  que  debere- 
mos formar  de  la  purgación  por  medio  de  las 
palabras  ,  y  del  rithmo  que  acompañan  al  cauto: 
que  es  el  punto  de  la  qüestion. 

4,  Los  Filcsofüs  en  tiempo  de  Aristóteles,  con 
relación  á  los  efectos  que  la  Música  produce  erí 
el  ánimo,  la  dividían  en  Música  moral.  Mú- 
sica activa,  y  Música  entusiástica.  La  prime- 
ra era  grave ,  sencilla ,  de  movimiento  mode-» 
rado  y  uniforme  ,  acomodada  ,  o  ice  Cicerón  (i', 
í7  las  naturalezas  y  costumbres  y  comedida ,  sua- 
ve ,  y  dispuesta  á  conciliar  la  benevolencia.  La 
activa  era  de  un  canto  mas  compuesto,  que  el 
de  la  moral;  mas  variado   y   atrevido  en  sus  en— 

to- 

(i)       Orat.  128. 


ÍI  B  RO    IV.  t)*J 

tonaciones ;  mas  vivo  y  acelerado  en  su  rithmo 
y  movimiento^  y  muy  parecido  á  Jas  pasiones. 
La  tercera,  que  es  la  entusiástica  ,  se  apodera 
del  alma  ,  Ja  arrebata  ,  y  la  llena  de  cierta  es- 
pecie de  turor  y  enagenamiento  de  si  násma. 
En  suma  la  Muciica  inüuye  en  el  alma  de  tres 
maneras  :  la  primera  ,  comunicándola  un  exer— 
cicio  suave  y  uniforme.  La  segunda  comunicán- 
dola movimientos  vivos  y  apasionados.  Y  la  ter- 
cera ,  dándola  golpes  violentos  que  la  turban 
y    sacan    de  sus   casillas, 

g  Veamos  ahora  los  usos  que  se  pueden  ha- 
cer de  estas  tres  especies  de  Música.  Quatro  son 
los  que  cuenta  Aristóteles.  El  primero,  dar  al- 
gún descanso  al  alma  después  de  las  tareas  y  fa- 
tigas de  ob! ilación  :  vires  tnstaurat  ,  alitque  tem- 
pestiva quies.  El  segundo  ,  tenerla  ocupada  ho- 
nestamente en  los  ratos  libres  y  desocupados.  El 
tercero  ,  darla  un  carácter  conveniente  en  la  ju- 
ventud. Y  el  quarto  ,  purgarla  de  lus  afecciones 
que  la  son  molestas.  /  este  uso  es  el  obieto  (dice 
Bateux)  Je  nuestra  nota;  y  de  la  qüestion.  Pi- 
tágoras  (prosigue)  fué  el  primero  que  se  valió 
de  esta  voz  de  !a  Medicina.  Pues  aJ  modo  qus 
la  Medicina  puyga  y  limpia  los  cuerpos  de  los 
humores  excesivos  y  viciosos  ,  asi  también  Ja  iVid- 
sica  purga  el  alma  de  las  afecciones  viciosas  ó 
excesivas.  En  prueba  de  esto  cica  Aristóteles  lo 
que  decíp.n  los  Poetas  ,  que  Poliphemo  en  las  cos- 
tas de  Sicilia,  Orfeo  en  la  cumbre  de  Rodope, 
y  Achiles  en  sus  navios  purgaban  el  corazón  de 
sus  pesadumbres  con  las  dulces  consonancias  de 
la  Lira.  Pero  sin  recurrir  á  los  tiempos  fabu- 
losos ,  observamos  en  el  nuestro  los  mismos  efec- 
tos. Los  espectáculos  de  la  Poesia  y  de  la  Músi- 
ca en  nuestras  grandes  poblaciones  sirven  de 
dar  al  hombre  algún  descanso  en  sus  labores;  de 
ocupar  al  rico  ocioso  ;  o  de  distraer  de  sus  dis- 


p8  IN-SrjTVCION-ES    POÉTICAS. 

gustos,  al  hombre  acongojado. 

6  Ya  con  estas  advertencias  y  suposiciones, 
la  mente  de  Aristóteles  sobre  la  purgación  de 
la  Tragedia  se  dexa  entender  claramente  en  el 
citado  Cap.  7.  Lib.  8.  de  su  Política.  Estas  son 
sus  palabras,  yíhora  se  trata  de  saber  ,  si  en  la 
educücion  de  la  juventud  se  pueden  introducir  to- 
das los  especies  de  canto   ó  de  ritkmo  -^  ó  si  es 

necesario  usar   de  elección Cojuo  estamos  per-- 

suadidos  que  esta  materia  está  suficientemente  tra- 
tada  por  los  Músicos  del  dia  de  hoy  ,  y  por  al- 
gunos de  nuestros  Filósofos ,  no  nos  meteremos 
en  la  relación  por  menor  que  se  halla  en  ellos, 
contentándonos  con  tocar  sumariamente  los  prin- 
cipales puntos.  En  primer  lugar  aprobamos  la 
división  que  ellos  han  dado  á  los  cantos  músi~ 
eos  en  tres  especies ,  que  son  los  cantos  mora- 
les j  los  cantos  activos  j  y  los  cantos  entusiásti- 
cos :  cada  uno  -de  los  quüles  tiene  su  propia  vir- 
tud ,  y  producen  efectos  diferentes.  Diremos  des- 
pués, que  la  Música  puede  tener  diversos  usos, 
que  son  ,  formar  el  carácter  y  las  costumbres; 
purgar  el  alma  ( aquí  solo  tocamos  de  paso  el  ar- 
tículo de  la  purgación  ,  del  que  hablamos  lar- 
gamente en  nuestros  Libros  de  Poética)-,  en  ter- 
cer lugar  sirve  la  Música ,  para  ocupar  el  tiem- 
po libre  y  ociosfi  \  y  finalmente  para  recrear  el 
ánimo  j  y  darle  algún  descanso  después  de  la  apli- 
cación y  conato  en  el  trabajo.  Es ,  pues ,  evi- 
dente que  produce  la  Música  estos  quatvo  efec- 
tos ,  por  las  tres  especies  de  cantos  que  acaba- 
mos de  referir.  Pero  no  es  menester  usar  de  es- 
tos cantos  de  una  misma  manera.  Paro  formar 
el  ánimo  ,  es  necesario  usar  de  los  cantos  mas 
morales  ;  para  los  otros  efectos  bastará  oir  exe— 
cutur  á  ios  inteligentes  los  trozos  de  Música  ac- 
tiva o  ey-tusiüsttca.  Porque  los  cantes  que  hacen 
una  Juerte   impresión  en  algunas  almas  ,   obran 

tam— 


Z  I  URO    IV.  pp 

también  en  todat  ,  aunque  con  menos  velemen- 
cia  No  hay  diferencia  sino  en  el  grado  ,  sea 
compasión  ,  sea  terror  ,  ó  entusiasmo.  Hay  algu- 
nos que  salen  fuera  de  sí  con  la  misma  impre- 
sión ,  que  apenas  mueve  á  otros.  Pero  vemos  que 
estoí ,  oyendo  algunos  de  ios  cantos  graves  ,  y 
religiosos  ,  que  preparan  el  ánimo  para  la  cele- 
bración de  las  cosas  divinas  ,  se  aquietan  poco 
á  poco  y  como  si  hubiesen  recibido  una  suerte  de 
purgación  y  medicina.  Lo  mismo  acontece  nece- 
sariamente á  los  que  han  nacido  sensibles  al  ter- 
ror y  á  la  conmiseración  ,  tanto  á  los  que' son 
muy  sensibles  y  como  á  los  que  son  menos.  En  to- 
dos se  exacuta  una  especie  de  purgación  :  y  to- 
dos experimentan  un  alivio  mezclado  de  placer. 
Lo  mismo  sucede  en  los  cantos  morales  ó  catár- 
ticos que  producen  en  el  corazón  del  hombre  una 
alegría  pura  y  sin  mezcla  de  dolor.  Por  este 
pasage  de  la  Política  de  Aristóteles  se  manifies- 
ta claramente  el  sentido  en  que  tomó  la  purga- 
ción de  la  Tragedia  j  que  es  una  alegría  pura 
y  sin  mezcla  de  dolor  en  las  mismas  impresio- 
nes de  terror  y  compasión  :  consiguiendo  la  Tra- 
gedia esta  expiación  y  purificación  ,  que  obra, 
en  el  ánimo  ,  por  dos  medios  ,  de  los  quales  era 
entre  los  antiguos  el  primero  la  Música  ó  can- 
to que  acompañaba  á  la  Tragedia  ^  y  que  sien- 
do Dórico  ó  Moral ,  debia  en  el  sentido  reci- 
bido en  tiempo  de  Aristóteles,  purgar ,  pero  no 
aniquilar ,  ni  aun  disminuir  el  terror  y  compa- 
sión. El  stgundo  medio  era  la  imitación ,  que  se- 
gún Aristóteles  (i),  y  s<gun  lo  que  diita  la  miima 
realidad  ,  tiene  la  particular  propiedad  de  ha- 
cer que  amemos  en  la  pintura  lo  que  nos  hor- 
rorizaría fuera  de  ella  ,  como  acontece  en  la 
pintura  de  los  cadáveres,  y  fieras  horribles;  sien- 
do 
(O     Cap.  4.  I. 


100  IIVSTTTUCIOJVES   FOF.TICAS. 

do  ésta  (dice  Aristóteles)  la  gracia  de  las  ar- 
tes imitadoras  ,  entre  las  quales  se  puede  con- 
tar la  Tragedia  j  la  qual  nos  socorre  presentán- 
donos el  terror  y  lástima  que  amamos  ,  y  pur- 
gando nuestro  ánimo  de  la  mezcla  de  horror  y 
ailiccion  que  aborrecemos  :  de  manera  que  con- 
vierte aquellos  objetos  en  objetos  de  un  pla- 
cer puro  j  porque  su  artificio  y  diestra  imita- 
ción se  entra  en  nuestro  ánimo  ,  y  nos  causa 
gozo  al  mismo  tiempo  que  la  imagen  nos  causa 
lástima. 

.  7  Por  todo  lo  que  dexamos  dicho  se  viene 
fácilmente  en  conocimiento  del  fiíi  de  la  Tra- 
gedia. Siempre  es  el  m.ismo  ;  porque  la  Trage- 
dia es  y  será  siempre  un  retrato  de  las  infeli- 
cidades de  la  vida  humana  ^  el  qual  nos  ense- 
ñará siempre  por  medio  del  temor  á  ser  pru- 
dentes con  nosotros  mismos  j  y  por  medio  de  la 
lástima  á  ser  sensibles  y  oficiosos  con  nuestros 
próximos.  Solo  en  este  sentido  puede  tener  la 
Tragedia  un  efecto  Moral  ^  y  no  han  intenta- 
do otro  los  mas    insignes  Poetas  Trágicos. 

8  Esta  en  substancia  es  la  interpretación  del 
Abad  Basteux  sobre  la  purgación  de  la  Trage- 
dia. Y  esta  es  la  que  adoptamos ,  por  parecer- 
nos  la  mas  legítima  ,  y  conforme  á  la  mente  de 
Aristóteles ,  y  al  sistema  de  la  Poesía  en  ge- 
neral y  en  particular.  Y  nos  parece  indignado 
Ja  buena  moral  ,  y  del  talento  y  grande  erudi- 
ción de  Don  lusepe  Antonio  González  de  Sa- 
las, la  que  este  Autor  pone  en  la  Parte  I.  de 
su  Ilustración  ds  ¡a  Poética  de  Aristóteles , 
Sec.  I.  Cap.  6.  pág.  ag.  donde  dice:  jQue  la— 
bituándose  el  ánimo  á  oquelias  pasiones  de  mie- 
do y  de  lastima,  freqhentadas  en  la  Represen- 
tación Trágica,  vendrán  forzosamente  á  ser  mé— 
jiGs  ofensivas  ;  y  después  quando  sucedan  ocasio- 
nes propias  á  los  mortales  de  experimentar  aque- 
llas 


Uaí  pasiones  en  sus  infelices  sucesos  ,  Iíjs'  sen- 
tirán menos  sin  duda  ,  medicodo  y  a  el  sentimiento 
con  el  uso,  y  con  el  exemplo  de  oirás....  con  el 
uso  ,  porque  del  repetido  sentimier.to  se  ha  de 
seguir  la  insensibilidad  j  pues  es  natural  ,,  que 
„  de  las  acciones  acostumbradas,  aunque  psno- 
,,  sas  sean  ,  no  se  contraiga  pasión  **.  Sucede  ver 
al  hijo  d  al  espeso  peligrar  en  el  riesgo  de  al- 
guna rigurosa  enferriiedad-j  lastima  aquel  spec— 
táculo  con  gran  dolor  en  su  principio....  y  ha- 
bitúase el  ánimo  á  la  pena ,  y  viene  necesaria- 
mente á  moderarse  el  ser.tinúcnto  con  la  dilnciony 
y  <i  tratar  y  comunicar  al  que  ve  padeciendo. 
Bien  se  ve  que  el  Erudito  Salas  no  advirtió  la 
diterencia  que  va  de  lo  vivo  á  lo  pintado  ^  de 
la  imitación  á  la  realidad.  Este  Docto  Ei;cri- 
tor  siguió  aquí  la  opinión  ,  que  otros  también 
han  seguido  después ,  y  entre  ellos  Don  Igna- 
cio de  Luzan  (i),  quien  di.:e  ser  muy  acertada 
la  opinión  de  Don  lusepe.  Pero  yo  con  licen- 
cia de  esta  autoridad  respetable,  no  tengo  re- 
paro en  decir  que  lo  erró  Don  lusepe  j  y  que 
nada  puede  conciliarse  con  su  opinión,  sino  aque- 
Ho  que  tuviere  por  objeto  el  disminuir  ,  borrar, 
y  aun  aniquilar  las  quaÜdades  mas  amables  del 
hoir.bre.  Todo  el  mundo  deberia  detesíar  la  Tra- 
gedia ,  si  por  su  medio  se  consiguiese  disminuir, 
y  aun  apagar  la  compasión  de  las  miserias  agé- 
nas  ,  y  aquel  temor  que  nos  hace  prudentes  y 
cautos  con  las  desgracias  que  vemos.  No  es  ese 
el  fin  de  la  Poesía  ,  de  la  Tra<^,ed¡a ,  de  Aris- 
tóteles ,  ni  de  los  Poetas  sensibles  y  hombres 
de  bien.  ¿Quién  se  persuadirá  que  porque  al- 
guno se  acostumbrase  á  ver  cada  instante  un  qua- 
dro  de  un  toro  perfectísimaniente  pi.:tado  con 
un  infeliz   atravesado  y    pendiente  de  sus   bastas, 

se 
(i)     Tom.  2.  lib.  3.  cap.  ir.  pd^.  169.  última  edición. 
G3 


10»  TJVSTITirCTOIVKS  POÉTICAS. 

se  hiciese  tan  insensible  ,  que  llegado  el  lance 
verdadero,  tuviera  poca  ó  ninguna  compasión,  y 
poco  ó  ningún  terror?  Si  eso  fuera,  convendría 
que  los  soldados  tuviesen  siempre  á  la  vista  pin- 
turas de  hombres  que  de  resultas  de  una  bata- 
lla se  viesen  sin  narizes  ,  sin  piernas  ,  sin  bra- 
zos, con  las  tripas  fuera  ,  y  en  otras  actitudes 
horrorosas,  tendidos  en  el  campo,  y  aun  con 
señales  de  vida  ,  sufriendo  las  pisadas  c'e  otros 
hombres  ,  y  de  los  caballos;  porque  acostumbrados 
á  estas  pinturas  nada  los  amedrentaría  en  el  lan- 
ce verdadero  de  una  batalla.  El  exemplo  que  po- 
ne el  Señor  Salas  ,  solo  prutba  de  la  costum- 
bre en  los  trabajos  verdaderos  para  h4bituar¿e  á 
otros  verdaderos  ;  pero  no  prueba  ,  ni  es  pcsi- 
ble  que  pruebe  de  la  costumbre  en  los  pintados 
ó  imitados,  para  habituarse  á  los  q.ie  son  rea- 
les y  fi:>icos.  Ya  dixe  arriba  ,  que  va  mucha  di- 
ferencia  de  lo    vivo  á   lo   pintado. 

9  Explicados  ya  les  afectos  que  se  excitan  en 
la  Tragedia  (que  es  lo  primero  que  propusimos 
averiguar),  sigúese  lo  segundo  :  es  á  saber:  ^qué 
personas  deban  excitarlos?  Aristóteles  dice  que 
las  mas  aproposito  son  las  de  costumbres  seme- 
jantes :  esto  es,  aquellas  que  mas  se  parecen  al 
común  de  los  hombres  ,  por  no  ser  extraordina- 
riamente buenas ,  ni  extraordinariamente  malasj 
sino  de  un  carácter  regular  ,  ó  medio  entre  los 
dos  extremos.  Y  también  aquellas  que  son  en- 
tre sí  amigos,  ó  pnrisntes  muy  ce- canos,  como 
padres  ,  hijos  ,  esposos  ,  hermanos.  La  razón  es, 
porque  la  fortuna  feliz  de  los  malvados  causa  in- 
dignación, y  por  lo  mismo  no  puede,  si  es  in- 
feliz ,  causar  compasión  y  terror  :  no  compa- 
sión ,  porque  creyendo  todos  que  el  malvado  tie- 
ne muy  bien  merecida  la  infelicidad  ,  nadie  se 
compadece  ;  no  terror  ,  porque  los  espectadores, 
aun  dado   que   sean    malos,   ninguno  se  imagina 

tan- 


Zl^Rfi    IV.  103 

tanto  como  el  otro ,  cuyas  infeliciclades  miran 
como  un  efecto  de  su  perversa  conducta  ,  rie  la 
que  ellos  se  creen  muy  distantes  ^  y  por  con- 
siguiente no  tienen  miedo  de  que  les  suceda  otro 
tanto.  Esto  no  quita ,  que  con  las  precauciones 
que  dixinios  en  el  Lib.  i.  Sec.  8.  núm.  1.  se  in- 
troduzcan personas  de  mal  carácter,  que  mue- 
van ,  ya  que  no  á  lástima  ,  á  terror  ,  repre- 
sentándolas de  modo  que  su  infelicidad  les  pro- 
veni.?a  mas  que  por  su  culpa  ,  por  error  ,  de  que 
aun  los  buenos  no  están  libres.  Bien  que  los  bue- 
nos siempre  lo  atribuirian  á  una  oculta  provi- 
dencia  de  la  Justicia    Divina. 

10  En  quanto  á  los  muy  buenos  milita  la  mis- 
ma razón  en  sentido  diferente.  Porque  si  el  muy 
bueno  cae  en  alguna  terrible  calamidad  ,  mueve, 
no  á  compasión  ,  sino  á  una  grande  y  justa  in- 
dignación. Y  tampcco  mueve  á  terror ,  porque 
ninguno  que  fuere  muy  bueno,  teme  que  por  ser- 
lo le  sobrevenga  daño,  sino  felicidad,  que  es  el 
premio  de  la  virtud.  En  conclusión,  debe  el  Poe- 
ta componer  el  terror  y  compasión  con  el  buen 
exemplü,  de  suerte  que  evite  sacar  al  teatro  per- 
versos afortunados  ,    y    virtuosos  infelices. 

11  Esta  doctrina  no  es  absolutamente  inva- 
riable i  y  solo  la  propone  Aristóteles  como  pre- 
ferible á  otra  ,  que  no  desmerezca  alguna  aten- 
ción. Y  así  vemos  algunas  Tragedias  niodernas, 
que  no  han  perdido  mérito  por  introducirse  en 
ellas  personas  de  una  virtud  heroyca,  como  la 
del  Polieutes  de  Pedro  Cornelio  ,  en  que  se  pin- 
ta la  verdad  ,  pureza ,  y  magestad  de  la  Re- 
ligión Católica;  y  la  heroyca  fortaleza  de  los  San- 
tos Mártires  con  unos  colores  tan  dignos ,  que 
aun  los  mismos  Anti-Catolicos  la  oian  con  gus- 
to en  el  teatro  ,  y  celebraban  la  gravedad  del 
argumento  ,  y  del  estilo  de  la  Tragedia.  Si  los 
Dramas  Españoles  de  Santos  estuvieran  tratados 

G  4  con 


104  tl^^STITUCIOT.^ES'    POETICES. 

con  igual  y  mayor  dignidad  ;  acaso  no  se  pro. 
hibiíian  ,  como  los  ha  prohibido  jüstísimamen- 
te  el  Juzgado  de  Protección  de  los  Teatros  en 
Auto  de  17  de  Marzo  de  1788.  Siguiendo,  pues, 
la  doctrina  que  preferiiDOs  con  Ari.-toteies  ,  la 
persona  mas  2 proposito  para  las  pasiones  trá- 
gicas ,  es  la  de  costumbres  semejantes  ,  ó  pare- 
cidas á  las  comunes ,  y  regulares  del  resto  de 
los  hombres  ,  que  no  son  por  lo  general  famo- 
sos en  lo  malo  ,  ni  en  lo  bueno.  El  que  sin  pen- 
sarlo ,  comete  una  acción  mala  ,  ese  no  merece 
contarse  en  el  numero  de  los  perversos,  porque 
su  acción  provino  de  sn  ignorancia;  tampoco  me- 
rece ser  contado  entre  los  muy  buenos,  porque 
al  cabo  se  excedió  eín  lo  que  hizo  contra  la  ley: 
V.  gr.  Edipo  ,  no  ignorando  que  el  parricidio 
es  im  delito  impio  ,  con  todo  eso  por  error  ma- 
tó á  su  padre  Layo.  Débese  notar  también,  que 
quanto  mas  ilustre  y  grande  fuere  la  persona, 
otro  tanto  mas  moverá  á  terror  y  compasión  en 
su   calamidad. 

12  Por  lo  que  mira  á  los  anugos ,  y  suge— 
tos  de  una  misma  familia  ,  bien  se  dexa  cono- 
cer que  son  personas  las  mas  aproposito  para 
las  pasiones  trágicas;  pues  110  hay  duda  que  las 
excitará  mas  un  amigo  que  mata  á  su  amigo, 
que  un  enemigo  que  mata  á  su  enemigo,  o  que 
un  desconocido  que  mata  á  otro  desconocido:  y 
lo  mismo  un  hermano  que  mata  á  su  herma- 
no ;  un  esposo  que  mata  á  su  esposa ,  &c.  En 
que  se  ha  de  procurar  que  semejantes  muertes 
sean  efecto  de  algún  error,  engaño  ó  equivoca- 
ción del  matador  ,  ó  de  alguna  falsa  acusación, 
ó  informe  que  tenga  visos  de  verdadero.  Pues  de 
otro  modo  semejantes  muertes  se  tendrían  por 
una  atrocidad,  que  en  vez  de  terror,  causaría 
indignación  y  abominación.  Y  así  Edipo  mató 
á  sü  padre  sin  coiiocerlo  :  lo  conoce  después;  él 

mis- 


LIBRO    11'.  10^ 

mismo  siente  y  castiga  en   sí   su   delito j  y    esto 
mueve  á  lástima. 

13  En  el  numero  antecedente  se  ve  indica- 
do e¿  modo  de  excitar  las  pasiones  trágicas  j  que 
es  lo  tercero  que  propusimos  averijiuar.  Los  Poe- 
tas Trágicos  varían  este  niodo^  pues  6  el  Pro- 
tag-^nisra  exeeuta  la  muerte ,  o  no  la  executa. 
ítem  ,  o  la  executa  por  ignorancia  ó  sabiéndolo. 
También  ,  o  lo  conoce  antes  ó  después  de  execu- 
tada.  Ültimamenre,  o  es  conocida  la  persona  y 
buscada  para  ser  muerta,  y  en  presentándose  mu- 
da de  ánimo  el  matador.  Según  estos  quatro  mo- 
dos de  excitar  los  afectos  trágicos,  cuentan  qua- 
tro  clases  de  Tragedias.  La  primera  es  quando 
la  persona  que  ha  de  perecer  es  conocida.  :  v.  gr. 
quando  IVIeiea  mata  á  sus  hijos.  La  segunda,  quando 
la  persona  que  ka  perecido  no  se  conoce  basta  des- 
pués de  muerta  :  v.í^gr.  quando  Edipo  oye  que 
el  muerto  á  sus  manos  era  su  padre  Layo.  La 
tercera  ,  quando  solo  es  reconocida  en  el  momen^ 
to  en  que  va  á  perecer  ,  y  por  eso  se  liberta :  v. 
gr.  -quando  íphigenia  reconociendo  á  su  herma- 
no Orestes  lo  libra  d:íl  sacrificio.  La  quarta,  quan- 
do se  conoce  la  persona  y  es  buscada  para  qui- 
tarla la  vida  ,  y  al  coto  no  muere  :  v.  gr.  quan- 
do en  Sophocl:s  ¡Emc^n  sigue  á  su  padre  con  la 
espada  desnuda  y  no  le  mata.  De  las  quatro  cla- 
ses de  Tragedias,  la  primera  es  contra  las  re. 
glas  arriba  establecidas  ,  o  contra  la  doctrina  que 
se  infiere   de   ellas  legítimamente. 

14  Pero  en  quaiquiera  clase  de  Tragedia  se 
debe  huir  de  presentar  á  vista  de  los  especta- 
dores en  el  teatro  scenas  atroces  ,  y  san}:Hiina— 
rias  que  los  horroricen  ^  y  también  lances  in- 
creíbles ,  como  las  transformaciones  msgicas  ,  y 
enredos  de  Marta  la  Roniaraníina ,  y  otros  de 
Ja  misma  laña,  prohibidos  en  el  citado  Auto  de 
17S8,  conforme  á  lo  que   pide  la  cultura  de  ia 

Na- 


T05  XNSTITUCION-ES    TOKTICAS, 

Nación,  y  la  doctrina  de  Horacio  en  los  siguien- 
tes versos   (i). 

Nec  pueros  coram  populo  Medea  tru- 

cidet ; 
^ut  humana  palaní  coquat   exta  iiefa- 

rius  ^treuSy 
yíut  in  avem  Progne  mutetur ,  Cadmus 

in  anguem. 
^uodcumque  ostendis   mihi  sic ,    incre— 

dulus   odi,  ^ 

Horacio  mismo  {ibi)  propone  un  medio  de  tem- 
plar los  horrores  de  la  scena  ,  previniendo  que 
si  fuere  necesaria  la  noticia  para  que  los  espec- 
tadores nada  echen  menos  en  la  conducta  de  la 
fábula  ,  salga  el  matador  ü  otro  de  los  actores, 
á  referir  la  execucion  de  la  muerte ,  suponién- 
dola  executada  dentro. 

N'on  tomen  intus 

Digna  geri,  pronies  in  scenam;  multa- 

que  talles 
Ex   oculis  ,   qucc    mox    narret  facundia 

prcesens. 

También  se  podrá  moderar  la  crueldad  de  estos 
espectáculos  ,  sacando  las  prisiones  ó  el  puñal 
con  que  se  finge  executada  la  muerte  ^  y  aun 
el  mismo  cadáver  para  comover  mas  con  su  vista 
a  los  espectadores  ^  y  á  eíte  tenor  otros  instru- 
mentos y  señales  de  la  crueldad  que  se  figura 
executada  en  otro  sitio.  Pero  nunca  será  bien  he- 
cho el  herir  ó  matar  atrozmente  á  vista  de  los 
espectadores. 

SEC- 

(i)     Ad  Pisones. 


LIBRO  IV.  1  oy 

SECCIÓN     V. 

Modo   de  poner  en   práctica   las  reglas  y 

doctrina  que  hemos  explicado ,  y  formar 

un  plan  para  escribir  una  Tragedia, 

'  I     ,SlJo  primero  que  se  ha  de  hacer  antes  de 
efcribir   una  Tragedia  ,  es  füriuar  el   plan.    Elí- 
gese la  acción  primaria,  que   debe  servir  de  ma- 
teria ,    y    con   ella  se    forma    el    argumento  ,    el 
qual  ha  de  ser  breve,  y  sin  adorno  ninguno  poé- 
tico. Después  se   pasa  á  dar  la  forma  á   la  ma- 
teria elegida  y   preparada  en  el  argumento:   pa- 
ra lo  qual    es    preciso    también    deliberar    en    la 
elección  de  fíbula  j  pues  ésta    puede    ser   simple 
ó    implexa.   Si  se  adoptare  la  simple  ^  se  procu- 
rará darla  todo  el   orden  y    distribución  da  par- 
tes segiin  sil  naturaleza,  y  conforme  á  los  precep- 
tos de  la  Poesía  Dramática,  haciendo  que  su  con- 
clusión  sea   con    todo   el  artificio  posible.    Como 
]a  fábula  simple  carece  de   los  adornos,  con  que 
sorprchende    y    causa  admiración  la  implexa  ;    es 
forzoso  que  el  deleite  y  comocion  de  afectos  que 
ella  produce  ,  penda  únicamente   de  lo  grande  y 
extraordinario  de  la  acción  misma,  y  de  la  elo- 
qüencia  y    gravedad  del    estilo  del  Poeta.  Por  lo 
que  la  elección  de  esta  fábula  es  muy  arriesga- 
da para   el   teatro  y  gusto   de   los  Espectadores, 
si    el    Poeta    no    fuere   muy   diestro  ,   y    de    una 
eloqüencia  exquisita  :  en  cuyo  caso  la  fábula  sim- 
ple  le  grangeará    entre   los    inteligentes    mayores 
elogios  que  la  implexa;  porque  entonces  casi   todo 
el   deleyre   que  produzca ,  se  deberá  á  su   habili- 
dad y  talento. 

Si 


io3  '  x^rs^ITuCT02VES  pobtiCjís. 

1  Si  se  adoptare  la  implexa  ,  es  menester 
considerar  si  es  capaz  de  peripecia  y  agnicion 
juntas  ,  y  si  estos  adoraos  recaen  sin  violencia, 
y  con  natural  regularidad  sobre  los  hechos  an- 
tecedentes,  los  quales  deben  ir  poco  á  poco  pre- 
parándose mutuamente  ,  para  que  Ja  atención  de 
los  Espectadores  canii:ie  sin  tropiezo  ,  y  á  la  par 
con  la  conducta  de  la  fábula.  También  se  ha  de 
mirar ,  si  de  las  co;as  mismas  resultan  afectos 
de  terror  y  compasión  ^  ó  si  estos  afectos  se  pue- 
den excitar  por  algún  otro  uiedio.  Luego  se  me- 
ditan las  personas,  y  se  discurren  las  acciones 
Episódicas  que  se  dsban  enlazar  con  la  princi- 
pal según  el  arte  :  y  á  cada  persona  se  la  con- 
serva su  carácter  ó  índole,  si  lo  tiene  notorio^ 
ó  si  no ,  se  le  atribuye  y  fixa  de  manera  que 
las  personas  se  distingan  siempre  mutuamente  en- 
tre   sí    en    sus    ideas ,  costumbres   y    lenj^uage. 

3  Delineada  ya  de  este  modo  la  fábula,  se 
procede  á  examinar  que  es  lo  que  se  necesita 
colocar  en  el  nexo,  y  que  en  la  solución.  En 
el  nexo  y  no  en  la  solución  ,  deben  estnr  los 
Episodios  ,  los  quales  no  han  de  ser  largos,  ni 
ociosos  y  superiiuos  ^  sino  breves  y  bien  enca- 
denados con  la  acción  primaria.  Se  pondrá  mu- 
cho cuidado  en  la  conclusión  de  la  fábula  ,  sea 
simple  ó  sea  implexa  :  con  la  diferencia  que  la 
implexa  ha  de  concluir  con  agnicion  y  peripe- 
cia tal,  que  ella  por  sí  misma  puede  excitar  los 
afectos  trágicos.  En  la  distribución  de  Jas  par- 
tes de  la  fábula  ,  de  las  scenas  y  de  los  actos, 
habrá  de  tener  el  Poeta  presente  en  su  imagi- 
nación el  teatro,  para  hacerse  cargo  de  la  her- 
mosura que  allí  puede  caber  en  las  calidas  ,  y 
número  de  los  actores  ,  en  sus  coloquios ,  de— 
clamacio.Tes  y  execucion  ^  y  en  las  decoraciones 
y  mutaciones  de  éstas  ,  haciendo  que  unas  no 
estorben  á  las  otras  :  en  lo  quai  no  tendrá  mu- 
cho 


X.  1 S  RO    IV.  '  109 

cho  que  meditar,  si  g-j.irdare  (como  debe)  la 
unidad  de  acción  ^  pues  con  ella  no  se  necesi- 
tará acaso  mudar  de  decoraciones  ^  ó  serán  las 
mutaciones  pocas  j  y  esas  ,  puede  proporcionar 
que  se  hagan  durante  los  intermedios  de  los  actos, 
cuyo  número  de  3  ó  de  ¿  está  en  uso  por  esa, 
entre  otras  ventajas.  Las  unidades  de  lugar  y 
tiempo  las  mirará  como  conseqijencia  de  la  uni- 
dad de  acción ,  en  la  qual  pondrá  toda  su  aten- 
ción j  pues  la  quiebra  de  las  otras  será  fácil  ds 
disimularse,  si  el  Poeta  tuviere  sagacidad  en  la 
distribución  de  las  partes  de  la  fábula.  Para  ma- 
yor claridad  propondremos  un  exempJo  de  la  fá- 
bula simple  ,  y  otro  de  la  implexa  ,  tomados  de 
Séneca  el    trágico. 

4  Exemplo  de  la  simple  ,  la  Tragedia  inti- 
tulada Las  Tioyanas.  La  materia  ó  acción  pri- 
maria de  la  Tragedia  es  ésta  :  ,,  Los  Griegos, 
„  después  de  haber  destruido  á  Troya  ,  coiisul- 
j,  tan  al  Adivino  Calchas  sobre  restituirse  con 
„  felicidad  á  sus  casas ,  y  poder  tener  de  su 
„  parte  el  favor  de  los  Dioses.  Calchas  \zs  res- 
„  ponde  ,  que  para  conseguir  lo  que  quieren,  es 
j,  preciso  que  sean  entregados  á  la  muerte  Po- 
,,  lyxena  y  Astyanacte.  En  efecto  son  muertos '^ 
Con  esta  acción  (que  es  la  principal)  están  en- 
lajados dos  Episodios  :  el  uno  es  el  coloquio  en- 
tre Agamenón  y  Pyrro  :  el  qual  Episodio  nace 
del  consejo  y  deliberación  de  Calchas  sobre  la 
muerte  de  Polyxena.  El  otro  Episodio  es  toda 
aquella  scena  en  que  es  buscado  y  hallado  por 
Ulysses  Astyanacte:  y  este  Episodio  resulta  tam- 
bién de  la  resolución  que  se  habia  tomado  de 
precipitar  á  Astyanacte.  Con  que  ansijos  tienen 
conexión  con  la  acción  primaria  y  nacen  de  ella. 

g  El  de  la  implexa  es  el  EJipo.  La  mate- 
ria ó  acción  primaria  de  esta  Tragedia  es  la 
siguiente.    ,,Edipo  haciendo  diligencias  por  saber 

,,quien 


irO  J77STITUCI0JVES  POETICES. 

5,  quien  hubiese  sido  el  marsdof  de  su  padre  Layo^ 
„  viene  en  conocimiento  de  que  él  mismo  es  el 
„  parricida  ,  y  que  además  de  eso  se  encuen— 
„  tra  casado  con  su  propia  madre  locasta.  Lie- 
„  no  de  furor  y  vergüenza  se  saca  los  ojos  j  y 
„  su  madre  y  esposa  Jocasta  se  quita  á  sí  mis— 
5,  ma  la  vida  con  un  puñal*'.  Lo  que  Edipo  ha- 
bla en  el  primer  acto  sobre  la  peste  ,  aunque 
tiene  conexión  con  la  materia  ,  es  una  cosa  acci- 
dental ,  y  por  tanto  es  un  Episodio.  También 
lo  es  el  coloquio  üe  Edipo  con  Creonte,  y  Tire— 
sias  ^  y  la  descripción  del  infierno  ,  y  clamores 
á  los  M?nes  o  almas  que  en  él  habitan 5  excep- 
tuando quando  se  habla  distintamente  de  la  muer- 
te de  Layo.  Lo  que  hablan  Edipo,  el  Anciano, 
y  Phorbante  sirve  en  parte  para  preparar  poco 
á  poco  la  mudanza  de  fortuna  ^  y  es  cosa  qua 
pertenece  al  nexo  de  la  fábula.  Todo  lo  demás 
toca  á  la  solución ,  en  la  qual  hay  peripecia  y 
agnicion  admirable  :  que  es  lo  que  hace  la  íá-- 
bula  implexa. 


CA- 


Z.I  S  RO    IV.  )IX 

CAPÍTULO    II. 

De  la  Tragedia   que   llaman 

Urbana, 

SECCIÓN     I. 

Del  mérito  de  esta  especie  Dramática, 

I  JLJtwego  que  oaliéron  al  teatro  las  qué  se 
llaman  Trajee  Jius  Urbanas  y  fueron  por  lo  común 
bien  recibidas  y  aplaudidas.  Esto  fué  bastante  pa- 
ra despertar  la  envidia  de  los  orgullosos  ,  que 
reprueban  todo  lo  que  ellos  no  han  inventado. 
Y  así  Voltaire  y  sus  ciegos  admiradores  procu- 
raron ponerlas  en  desprecio.  Para  que  Voltaire 
hablase  mal  de  qualquiera  descubrimiento  lite- 
rario, no  era  menester  mas  que  el  que  no  fue- 
se suyo.  Tal  era  el  grado  de  soberbia  á  que  le 
habian  llevado  los  desmedidos  elogios  de  innume- 
rables hombres  ligeros  que  se  dexáron  deslum- 
hrar de  su  eloqlíencia  impostora.  Era  Voltaire 
entonces  el  que  dominaba  en  los  teatros,  y  no 
sufria  compañero.  Censurábanse,  pues,  estas  nue- 
vas composiciones,  lo  primero,  porque  eran  nue- 
vas, y  desconocidas  de  los  antiguos^  con)0  si  la 
Tragedia  Heroyca  de  los  modernos  haya  desme- 
recido por  las  novedades  que  en  ella  han  intro- 
ducido :  las  qiiales  la  diferencian  mucho  de  la 
Griega    y    Latina    antiguas.    £n    tiendo    la   cosa 

bue- 


I-il  XJVSTITUVIOIVES  POÉTICAS. 

buena ,  su  novedad  no  debe  ser  causa  de  su  des- 
precio ,  como  dice  Horacio   (i). 

Indignar  quidquam  reprehendí,  non  quia 

crusse 
Compositum,  illepideve  putetur ;  sed  quia 

nuper : 
INec  veniam  antiquis ,  sed  bonorem  y  (^ 

preemia  posci^  zj'c: 
l^el  quia  nil  rectum  ,  nisi  quod  placuit 

sibi  ,    ducunt-^ 
y  el  quia  turpe  putant  parcere  minori— 

bus,  6?  quie 
Imberbes  dtdicere,  senes  perdenda  fa- 

teri ,  &c. 

Lo  segundo  ,  las  censuraban  por  ser  fáciles ,  y 
consiguientemente  indignas  de  la  atención  y  es- 
tudip  de  quaiquiera  ingenio  distinguido.  Pero  eí 
Señor  Abate  Don  Juan  Andrés  (a)  satisface  á  esta 
censura,  con  que  el  mérito  de  una  Poesía  no  de- 
be medirse  por  su  mayor  ó  menor  facilidad  ,  sino 
por  la  instrucción  ,  y  mayor  ó  menor  placer  que 
ella  produce  :  añadiendo  que  la  Tragedia  Urbana 
no  requiere  poco  fondo  de  ingenio ,  eloqüencia 
y  filosofía  ^  porque  hiere  el  corazón  ,  é  instruye 
en  buena  moral  ^  y  por  tanto  ,  no  es  tan  fácil  co- 
mo les  parece  á  estos  cdricos.  £s  verdad  (dice  el 
Señor  Abate)  que  los  Poetas  que  han  abrazado  las 
Tragedias  Urbanas  ,  han  couietido  torpes  defec- 
tos ,  por  el  ayre  Romancesco  con  que  las  escri- 
ben, y  por  el  Suicidio  que  en  algunas  se  pinta 
como  una  acción  heroyca.  Pero  estos  defectos  no 
son  de  esencia  de  la  Obra  ,  sino  accidentales  á 
ella  ,  como  dimanados  de    la  ignorancia  o  inconsi- 

de- 
^     (i)       Epist.   ad  Augustum. 

(2)       Hiit.   de  toda  la  Ln.  tom,  4.  c.  4-  F^E-   SS^^ 
y  sig. 


ZJSRO    IV.  IIJ 

deracion  de  sus  Autores.  La  naturaleza  de  la  7"»-^- 
gedia  Urbana  es  de  suyo  buena  ,  como  lo  es  la 
de  toda  especie  de  Poesía  ,  quando  no  se  abusa  de 
ella.  Y>  así  me  determino  á  definirla  en  los  tér- 
minos  siguientes. 

SECCIÓN    II. 

"Definición  de  la  Tragedia  Urbana, 


I  JkJ) \go  ,  pues  ,  que  la  Tragedia  Urbana  es 
Imitación  draviática  en  verso  de  una  sola  acción, 
entera  ,  verisímil  ,  urbana  y  pcrticuli.r  ,  que  ex- 
citando en  el  ánimo  la  lástima  de  los  males  aje- 
nos ,  y  estrechándole  entre  el  íenior  y  lo  esperan— 
xa  de  un  éxito  feliz  ,  lo  recrea  con  la  viva  pintu- 
ra de  la  variedad  de  peligros  á  que  está  expues- 
ta la  vida  humana  ,  instruyéndolo  juntamente  en 
alguna  verdad  importante. 

a  En  ser  imitación  dramática  en  verso,  de  una 
sola  acción  entera  ,  conviene  con  todo  Poema  Dra- 
mático. En  lo  verisímil  conviene  igualmente  ;  con 
sola  la  diferencia  de  que  la  Tragedia  Heroyca, 
ademas  de  la  verisimilitud  común  á  todo  Drama, 
requiere  que  la  acción  sea  real  y  verdadera  en  la 
substancia  ó  fondo  ^  lo  que  no  requiere  la  de  la 
Tragedia  Urbana  ,  que  puede  ser  toda  de  pura 
invención  ,  con  tal  qne  sea  verisímil.  Se  dice  Ur- 
iana y  particular  ,  para  distinguirse  de  la  acción 
de  la  Tragedia  Heroyca  ,  que  aunque  Urbana  ,  no 
es  de  persona  particular  ;  y  también  para  distin- 
guirse de  la  Comedia  ,  cuya  acción  ,  aunque  par- 
ticular ,  puede  no  ser  Urbana.  Y  para  claridad  de 
esta  doctrina  ,  es  preciso  fixar  la  idea  que  hemos 
querido  dar  á  la  palabra  Urbana.  Por  esta  voi 
cnteademos  aquellas  acciones ,  que  según  la  opi- 

H  Ilion 


114  JTJ^STITUCIOJVES    POÉTICAS, 

nion  común  ,  y  circunstancias  de  que  se  acom- 
pañan ,  no  nos  dan  una  idea  vulgar  y  baxa  de  Jas 
personas  ^  ó  aquellas  que  son  mas  freqlientes  en- 
tre personas  de  un  carácter  regular  ,  o  entre  Ca- 
balleros particulares  :  v.  g.  Un  duelo  ,  un  desafio 
(que  es  la  materia  del  Delinquente  Honrado)^  suce- 
de mas  generalmente  entre  Caballeros  que  se  go- 
biernan por  ciertas  ideas  de  honor  ( falsas  o  ver- 
daderas) ,  que  entre  personas    de  interior    esfera. 

Y  las  acciones  que  pasan  entre  Militares  ,  aunque 
sean  Soldados  rasos  ,  son  también  en  nuestro  sen- 
tido Urbanas  ^  porque  sus  hechos ,  si  fueren  ca- 
racterísticos y  propios  de  la  Tropa  ,  no  son 
vulgares  y  comunes.  Tal  es  la  acción  de  la  Tra- 
gedia Urbana  ,  que  se  titula  El  Desertor.  De 
manera  que  las  acciones  de  los  Soldados  rasos  so- 
lo las  llamaremos  aquí  Urbanas ,  en  quanto  son 
tales  ,  que  no  es  regular  se  vean  en  otros  que  no 
lo  son  ,  y  tienen  cierto  ayre  de  nobleza.  Y  así  las 
acciones  Urbanas ,  en  nuestro  concepto  son  las 
que  comunmente  pasan  entre  personas  de  un  ca- 
rácter regular,  y  no  entre  las  de  un  carácter  ri- 
dículo 5  y  entre  Caballeros  ,  y  no  entre  gente  ple- 
b<*ya.  Por  cuya  razón  ¡a  materia  o  acción  de  la 
Tragedia  Urbana  siempre  deberá  distinguirse  de 
la  Comedia  en  que  entran  caraciéres  ridiculos, 
como  avaros ,  hipócritas ,  rábulas  ,  trapacistas, 
tunantes  ,  ardeliones  ,  y  otras  personas  scn:ejantes, 
que  aunque  se  supongan  de  honrado  nacimiento, 
se  diferencian  mucho  de  los  Caballeros ,  cuyas 
acciones  son  seriris  ,  de  mejor  carácter  y  Urbanas, 

Y  por  tanto  la  Tragedia  ,  de  que  hablamos  ,  se 
llama  tembien  Urbana  ,  por  serlo  la  acción  que  la 
sirve  de  materia.  En  suma  ,  se  puede  decir  que 
la  palabra  Urbana  se  pone  en  contraposición  del 
ridículo  que  caracteriza  á  la  Comedia. 

3     Lo  que  se  sigue  :   excitando  en   el  ánimo  la 
lástima  de  los  niales  ágenos  ,  y  estrechándolo  entre 
el  temor  y  la  esperanza  de  un  éxito  Jelix :  se  po- 
ne 


z  I  js  ji  o    IV.  lie 

ne  para  manifestar  el  medio  de  que  se  vale  esta 
especie  dramática  para  conseguir  su  fin  :  y  esa  es 
la  parte  ,  pur  la  qual  toma  el  nombre  de  Tuige- 
dia  ,  pues  mueve  ios  alectos  de  lástima  ,  temor ^ 
y  esperanza  ,  que  aunque  no  sean  tan  vehemen- 
tes como  los  de  la  Tragedia  Heroyca  ,  son  tris- 
tes y  lastimosos  f  y  en  cierta  manera  Trágicos. 
Dicese  de  un  éxito  feliz ,  porque  la  disposición, 
adorr.os  y  conducta  de  la  Tragedia  Urbana  han 
de  ser  de  manera  ,  que  los  Especradores  estén  sus- 
pensos y  dudosos  del  éxito  ,  aunque  con  algunos 
visos  ,  q"e  algim  tanto  los  inclinen  á  esperarlo 
feliz.  Y  efectivamente  no  deberá  ser  infeliz  ,  por- 
que? las  desgraci.is  del  Pri  tigonista  ,  no  tanto  se^ 
ran  originadas  de  su  natural  malignidad  ,  costum- 
bres impropias  cié  una  persona  Uriana  ,  como  de 
error  ,  acusación  falsa  ,  ó  de  alguna  fragilidad  de 
aquellas  en  quf;  caen  hasta  los  hombres  de  bienj 
que  por  tanto  son  dignos  de  lástima  ,  y  de  que 
disipados  y  vencidos  sus  trabajos ,  logren  una 
suerte  dichosa. 

4  Se  dice  ,  que  recrea  el  ánimo  con  la  viva 
pintura  de  la  variedad  de  peligros  á  que  está  ex- 
puesta la  vida  humana  ,  instruyéndolo  juntamente 
en  alguna  verdad  importante  :  con  las  quales  pala- 
bras se  manifiesta  el  fin  t'e  la  Tragedia  Urbana. 
Arriba ,  explicando  la  purgación  por  medio  del 
terror  y  compasiotí  (i),  se  dixo  como  los  afectos 
tristes  recrean  y  deteytan  el  ánimo  ^  pues  lo  lo- 
gran por  la  belleza  de  ¡a  pintura,  o  perfecta  imita- 
ción con  que  los  presenta  la  Poesía. 


(i)     Lib.  IV.  cap.  I.  Sec.  IV.  núm.  a.  3.  4-  5-  6.  7.  y  8, 


H  a  SEC- 


Il6  XNSTiruClOX^ES    POÉTICAS, 

SECCIÓN    III. 

De  la  Materia  de  la  Tragedia  Urbana. 

1? 
I  ,ú_iXn  la  definición  que  acabamos  de  expli- 
car de  la  Tragedia  Urbana  ,  se  halla  incluida  la 
de  su  materia  o  acción  primaria.  Ella  debe  estar 
dotada  de  aquella  unidad  é  integridad  ,  que  dixi— 
mos  ser  común  á  todo  Drama  en  general.  No  es 
preciso  que  sea  verdadera  ,  sino  verisímil.  Y  debe 
por  consiguiente  estar  purificada  de  aquellos  fan- 
tásticos incidentes  ,  que  son  lo  maravilloso  de  los 
Romances  y  Libros  de  Caballería.  Las  personas  no 
han  de  ser  tan  elevadas  como  las  de  la  Tragedia 
Heroyca  j  ni  vulgares  y  ridiculas  como  las  de  la 
Comedia.  Deberán  ser  Ciudadanos  distinguidos 
por  su  honrado  nacimiento  ,  ó  por  alguna  notable 
virtud.  Nunca  se  elegirán  personas  de  carácter 
maligno^  porque  su  acción  ha  de  servir  de  algún 
exemplo  ,  y  ha  de  mover  á  lástima  ^  y  las  accio- 
nes de  los  que  por  carácter  son  malos  ,  no  sir- 
ven para  lo  uno  ni  lo  otro.  Quando  digo  que  la 
acción  ha  de  servir  ele  algún  exemplo  ,  no  es  in- 
tentar que  sea  una  virtud  precisamente  j  pues  hay 
ciertas  fragilidades  en  hombres  por  otra  parto 
honrados  ,  las  quales  pueden  servir  de  materia 
también  ^  porque  hacen  cautos  á  los  demás  que 
miran  ser  ellas  el  origen  de  varias  infelicidades. 
En  suma  la  persona  principal  ha  de  ser  de  noble, 
ó  llámese  urbano  carácter  ,  aunque  caida  en  des- 
venturas por  error  suyo  ó  ageno  ;  de  modo  que 
se  haga  digna  de  lástima ,  y  de  que  se  la  desee 
con  ansia   un  éxito  feliz^ 

SEC- 


X.  I  S  R  o     IV, 


117 


SECCIÓN     IV. 

Ve  la  Forma  de  la  Tragedia  Urbana* 

T  -fi-ia  Forma  ,  así  como  en  todo  Poema  ,  es 
la  fábula  ó  debida  disposición  de  la  materia.  Por 
lo  qual  ,  en  la  Tragedia  Urbana  ha  de  haber 
aquella  distribución  de  Partes  y  adornos  de  que 
se  habló  ,  tratando  de  la  forma  de  la  Pcesia  Dra- 
mática en  general.  Y  en  particular  la  fábula  de  la 
Tragedia  Urbana  ha  de  ser  Implexa  ^  de  mane- 
ra que  resulte  admiración  ,  y  una  gran  conmoción 
de  afectos  por  la  agnicion  y  peripecia  de  que 
debe  estar  adornada.  No  por  eso  e.xcluimos  la 
fábula  simple ,  si  el  Ingenio  supliere  lo  que  falte 
de    maravilloso. 

2  Los  afectos  propios  de  esta  especie  de  fábu- 
la ,  ya  hemos  dicho  ,  que  son  la  liístimo  ,  el  te- 
m<jT  y  la  esperanza  \  para  cuyo  efecto  es  menes- 
ter también,  además  de  ser  la  fábula  Implexa^  una 
dicción  pura  y  eloqüencia  sublime  ,  capaz  de 
herir  el  corazón  ,  obligándole  á  sentir  los  males 
ágenos  :  á  lo  qual  contribuyen  las  sentencias  gra- 
ves y  oportunas  ^  las  admiraciones ,  interroga- 
ciones ,  exclamaciones  ,  suspensiones  ,  impreca- 
ciones ,  apóstrophes  ,  y  demás  figuras  propias  del 
arte  de  mover  los  afectos. 

3  Los  Episodios  ,  que  también  son  adornos 
de  la  fábula  ,  deberán  ser  breves  y  bien  enlazados 
con  la  acción  primaria.  Y  los  caracteres  ó  costum- 
bres serán  correspondientes  á  las  personas  propias 
de  este  Drama  ,  según  las  propusimos  en  las  Sec- 
ciones I.  y  II.  del  presente  Libro  ^  y  conforme 
á  la  doctrina  general  de  los  caracteres  ,  en  el 
Libro  I.  Sección  VIII.  num.  1.  y  siguientes. 

H  3  SEC- 


Il8  XKSriTVClONES    POÉTICAS, 

SECCIÓN   V. 

Del  Fin   de  la  Tragedia   Urbana. 

I  SlJ\  Sefior  Abate  Don  Ju?n  Andrés,  arri- 
ba citado,  expresa  el  Fin  de  esca  especie  Dramática, 
según  atrás  lo  explicamos  en  su  definición  :  y 
es  el  infundir  en  el  ánimo  un  dulce  placer  ,  é  ins- 
truirlo en  una  buena  moralidad.  De  lo  que  infiere 
este  erudito  Español  ,  que  la  Tragedia  Urbana 
ciertamente  merecerá  en  todos  tiempos  que  los 
Poetas  la  reciban  con  los  brazos  abiertos  ,  aun^ 
que  aparezca  nueva  ,  y  aunque  se  le  dé  el  nombre 
que  se  quiera.  Yo  me  arrimo  al  dictamen  de  este 
Escritor  juicioso.  Y  aunque  parece  que  el  fin 
aquí  propuesto  es  común  á  toda  especie  de  Poe- 
sía,  no  lo  es  en  realidad,  si  atendemos  á  los 
medios  con  que  se  va  á  él ,  y  ya  dexamos  ex- 
plicados :  que  son  los  efectos  que  se  excitan  ^  el 
modo  de  excitarlos  ^  y  las  personas  que  los  ex- 
citan :  todo  lo  qual  conviene  solamente  á  la 
Tragedia   Urbana. 


CA- 


ÍISRO    IV.  lip 

CAPITULO  TERCERO. 

De   la  Tragicomedia, 

SECCIÓN      PP.  IIVIERA. 

¿  Oué  sea  Tragicomedia  ? 

I  Jí-iia  voz  Tragicomedia  parece  no  haberle 
oido  ,  hasta  que  Plauto  en  su  ^niphitruon  la  usó, 
no  inconsiJcriidanieute  como  dice  Cáscales  (i),  si- 
no como  juzga  Luaan  (2)  con  la  fcrmul  intención 
de  hacer  reir  al  Pueblo  con  lo  jocoso  y  extraño 
del  nuevo  vocablo  ,  inventado  á  ese  fin  ,  como 
otros  muchos  por  el  Poeta,  con  ocasión  de  ocur- 
rir á  la  extrañeza  con  que  pensaba  oiria  e!  pueblo, 
que  se  iba  á  representar  una  Tragedia  ,  habien- 
do ofrecido  Comedia.  Y  así  en  persona  de  Mer- 
curio dice  en   el  Prologo; 

Quid    contiaxistis   frontón^  quia  Traga:— 

diam 
Dixi  futuram   banc  ?  Deus  sum  ,  commu— 

tavero 
Eamdem    banc  ^     si      voltis   :   faciam    ex 

Tragxdia 
Comosdia     ut     sit  ,    ómnibus    iisdem    ver- 

sibus. 
Utruní  sit ,  an  non  voltis  ?  Sed  ego  stul- 

tior^ 

jQua- 

(I)  Tabla  4.  pág.  187.  Ca-ital, 
(a)  Tom.  2.  cap.  18.  del  lib.  3.   pág.  «53. 
H  4 


140  X!VSTITUCI07^ES    TOETlCAS. 

jQuasi  tiesciam  vos  velle ,  qui  Divus  siem, 
Teneo    quid    animi   vostri    super    hac    re 

siet. 
Faciam   ut    commista    sit   Tragicomedia. 

g  Acaso  puede  estar  mas  patente  la   jocosidad   que 
intentaba  Planto  en  el  uso  del   nuevo  vocablo? 

2  Pero  las  burlas  de  Planto  se  han  tomado  á 
veras  por  mochos  Poetas ,  que  han  adoptado  este 
tercer  género  de  Poesía  Dramática  ,  esre  mons- 
truo ,  este  hernidphrodita  poético  ,  como  lo  l'ama 
Cáscales  :  quien  en  el  hití;ar  citado  dice  á  Pierio 
en  persona  de  Castalio  :  Si  otra  vez  tomáis  en  la 
boca  este  wtyibre  ,  me  ennjaré  mucho.  Digo  que  no 
hay  en  el  ñauído  Tragicomedia.  Y  dice  bien  :  y 
tiene  razón  que  le  sobra  para  ení'jarse.  La  uni- 
dad é  integridad  de  la  materia  6  acción  de  toda 
Poesía  Dramática  es  indivisible ,  como  es  cons- 
tante j  y  siéndolo  ,  no  puede  haber  mas  que  un 
Protagonista  ,  el  qual  será  Trágico  ,  si  su  acción 
fuere  trágica  •,  ó  Cómico  ,  si  fuere  cómica.  Y  si  se 
admiten  mas  acciones  primarias  que  una  ,  en  ese 
caso  se  quebranta  la  unidad  mas  indispensable  en 
todo  Poema  ;  y  resultarán  dos  entes  distintos,  y 
pegado  el  uno  al  otro  ,  cada  qual  con  su  respec- 
tiva integridad  ,  ó  principio  ,  medio,  y  fin  :  lo 
qual  es  una  monstruosidad  ,  es  un  aborto  ,  como 
los  partos  irregulares  de  un  cuerpo  con  dos  cabe- 
zas ,  quatro  manos  &c.  ¿Hay  aguante  para  ver  sin 
enojo  ó  sin  risa  un."s  producciones  tan  feas?  ¿No 
sor  éstas  como  aquella  pintura  ridicula  que  des- 
cribe Horacio?  (i)  ^ 

Humano    Capiti    cervicem   pictor   equi- 

rram 
yungere  si  veJlit  ,  i¿  varias   znducere 
plumas  y 

Un- 
ix) Ad  Pisones. 


Z  I  S  R  o      XV.  llt 

Undique  collatis  membris  :  ut  turpiter 
atrum 

Desinat  in  piscem  mulier  formosa  su- 
perité : 

Spectatum  admissi  risum  leneatiSf  amicil 

gNo  son  sueños  vanos  ,  y  delirios  de  un  enfermo? 
¿No  son  unas  figuras  cuyos  pies  y  cabeza  no  les 
corresponden  ?  -^Nec  pes  ,  nec  caput  uni  reddatur 
forma:'^  Estos  ingenios  achacosos  son  los  que  echa- 
ron á  la  visra  dei  Pueblo  aquellos  delirios  o  mons- 
truos de  los  Teatros  ,  v.  g.  Carlos  V.  sobre  Tú- 
nez :  La  Toma  de  Milán  :  Los  Carlos  XIl.  Los 
Federicos  :  y  toda  aquella  metralla  de  Comedio- 
nes que  llaman  Historiales  y  de  Teatro  j  como  si 
cupiesen  en  un  solo  Drama  muchas  acciones  his- 
tóricas diversas  entri;  si  j  ó  todos  los  Dramas  no 
fuesen  de  Teatro!  Ya  veo  que  llaman  de  Teatro 
solo  aquellos  en  que  se  representan  batallas, 
asaltos  ,  y  otras  varaundas  ,  que  mejor  que  en  el 
Teatro  se  pudieran  representar  en  la  Plaza  de 
los  Toros.  En  semejantes  composiciones  ,  especial- 
mente en  las  mas  recientes  ,  ni  hay  estilo  ,  ni  hay 
caracteres ,  ni  hay  forma  o  artificio  regular.  El 
Autor  de  la  que  se  titula  la  Comedia  nueva ,  lo 
hace  demostrable  con  una  gracia  verdaderamente 
cómica  en  el  Acto  I.  Scena  III.  pág.  14.  y  si- 
guientes. Lo  primero  demuestra  que  no  hay  es- 
tilo ,  de   esta  manera  : 

,fD.  yínt.  Leyendo. 

Ta  sabéis  ,  Vasallos  mios, 
Que  habrá  dos  meses  y  medio¡ 
Que  el  Turco  puso  á  l^iena 
Con  sus  Tropas  el  asediOy 
T  que  para   resistirle, 
Unimos  nuestros  denuedos^ 
Dando  nuestros  nobles  brios 

En 


112  lUrSTlTVCrON-ES  POÉTICAS. 

En  repetidos  encuentros 
Las  pruebas  mas  relevantes 
De  nuestros  invictos  pechos. 

„; Qué  estilo  tiene  !  ¡Caspita!   ¡qué  bien    pone  la 
„  pluma  el  picaro  ! 

Bien  conozco  que  la  falta 
Del  necesario  alimento 
Ha   sido  tal ,  que  rendidos 
De  la  hambre  á  los  esfuerzos^ 
Hemos  comido  ratones^ 
Sapos  y  y  sucios  insectos. 

jjEstos  insectos  sucios  serán  regularmente  arañas, 

^polillas  ,  moscones  ,  correderas 

„D.  Eleut.  Sí ,  Señor. 

y,D.  Ant.  Estupendo   potage  para  un  ventorrillo 

„de   Cataluña  ! 
„¿.   Eleut.    ¿Qué  tal  ?    ¿no  le   parece  á   Vmd. 

„bien  la    entrada  ? 

Lo  segundo    demuestra   que   no  hay   caracteres. 

,,Z>.  Anx. Pobrecita  ¡ya  se  ve!  el  Visir  se- 

,,ria  un  bruto. 
„í>.  Eleut.    Sí ,  Señor. 
„Z>.  Ant.  Hombre   arrebatado   ¿he? 
„r>.    Eleut.   Sí  ,  Señor. 
„Z>.  Ant.   Lascivo   como  un  Mico ,  feote  de  ca- 

,,ra  ,    ¿  es  verdad  ? 
„Z>.  Eleut.  Cierto. 
„Z?.   j4nt.   Alto  ,  moreno  ,  un  poco  vizco  ,  gran— 

,,des   vigotes. 
„D.   Eleut.    Sí ,  Señor  ,  sí :  lo  mismo  me   le  he 

, , figurado   yo. 
j,Ó.    Ant.    ¡Enorme  animal!    pues  no ,  la  Dama 

,,no  se  muerde  la  lengua  ,  Síc. 

Lo 


T.ISB.0   IV.  I  a* 

Lo  tercero  demuestra  que  no  hay  forma. 

,,Z?.  Eleut.  Me  alegro  que  le  guste  á  Vm.  pero, 
,,no  :  donde  hay  un  paso  muy  fuerte ,  es  al 
3, principio  del  Segundo  Acto  .  .  .  .  busquelo 
j,Vrn.  .  .  .  ahí  ....  por  ahí  ha  de  esrar  ,  quan- 
,,do   la  Dama  se  cae  muerta  de  hambre. 

„Z).   ^nt.    ¿  Muerta? 

„Z>.  Eleut.  Si  ,  Señor  ,  muerta. 

,yD.   ^nt.   ¡Qué  situación  tan  cómica  !    &c. 

y  en  la  Scena  VIÍ.  pág.  §9.  Acto  II.  en  perso- 
na de  Mariquita  hace  ver  el  Autor  ,  que  es  sin 
fundamento  la  culpa  que  los  malos  Compositores 
echan  al  pueblo  del  mal  efecto  que  en  él  hacen 
sus  composiciones^  y  que  no  pende  tanto  de  su 
estragado  gusto  ,  y  ninguna  inteligencia  ,  como  de 
lo  pébimas  que  ellas  son  en  si.  Por  Jo  qual  hace 
Mariquita  una  pintura  de  aquella  Comedia  nuevoy 
en  la  qual  se  retratan  las  Comedias  Historiales-^ 
las  Hercycas  ;  las  Trogiconiedias  (que  todo  es 
uno)  j  y  concluye  con  el  extraordinario  disgusto 
con  que  fué  oida  y  silbada  ,  en  piueba  de  que  so- 
lo por  casualidad  dexa  el  Pueblo  pasar  lo  malo, 
quando  siempre  aplaude  lo  bueno  ,  que  realmente 
es  bueno.  Oígase  la  Relación  de  Mariquita.  ,,Se— 
,,fior,  la  cosa  es  bien  sencilla  :  el  S^ñor  es  herma— 
,,no  mió  ,  Marido  de  esta  Señora  ,  y  Autor  de 
„esa  maldita  Comedia  que  han  echado  hoy  :  he~ 
,,mos  ido  á  verla  :  quando  llegamos  ,  estaban  ya 
3,en  el  segundo  Acto  :  a'lí  hakia  una  tempestad-^ 
jyy  luego  un  consejo  de  guerra ;  y  luego  un  hoyle\ 
yyy  después  un  entierto  :  eu  fin  ello  es  que  al  ca- 
jybo  de  esta  tremoiina  salia  la  Dan.a  con  un  chi~ 
j,quillo  de  la  mano  ,  y  ella  y  el  chico  rabiaban  de 
yyhamhre  ;  el  mucLacbo  decia  j  Madre  ,  déme  usted 
y,pan  :  y  la  Madre  invocaba  á  Deniorgogon  y  al 
¡yCancervero.  Pues ,  Señor ,  al  llegar  nosotros, 
„se   empezaba    este    lance  de  Madre  y  hijo :   eí 

„pa- 


124  iJVSfTtl/eiOTJ'Ef  TO-EflCAf. 

5,patio  estaba  tremendo  :  ¡  qué  bostezar  \  |  qué  io- 
y)Ser\  -^qtté  oleadasl  \qué  estornudos \  \qué  ruida 
^yconfuso  por  todas  partes\  ....  Pues ,  Señor,  co- 
j,mo  digo  ,  salió  la  Dama  j  y  apenas  hubo  dicho 
y,que  no  habia  comido  en  seis  dias  j  y  apenas  el 
jj-chico  empezó  ó  pedirla  pan  ,  y  ella  á  decirle 
i,que  no  lo  tenia  ^  quando  ,  para  servir  á  Vra  ,  la 
5jgente  ,  que  á  la  cuenta  estaba  ya  ostigada  de 
„la  tempestad ,  del  consejo  de  guerra  ,  del  bayle, 
f,y  del  entierro  ,  comenzó  de  nuevo  á  alborotar' 
,,se  ....  salió  renegando  toda  la  gente  ,  &c. 

3  Me  parece ,  que  aquí  el  Autor  de  dicha 
Pieza  nos  presenta  una  ¡dea  bastante  adequada 
de  las  Tragicomedias  ,  y  de  lo  mal  recibidas  que 
deben  ser  :  y  expresa  con  bastante  puntualidad  la 
reunión  de  materias  distintas  y  opuestas  en  un  so- 
lo Drama  ,  como  el  bayle  ,  la  muerte  ,  el  bambre, 
el  entierro  ,  la  tempestad ,  el  puente  roto  ,  el  con- 
sejo de  guerra  ,  los  amones  del  l^isir  ,  y  otras  co- 
sas ,  de  las  quales  unas  son  trágicas  ,  y  otras  có- 
micas :  y  hétele  ya  la  Tragicomedia  ,  la  Comedia 
fíeroyca  ,  y  la  Comedia  Historial :  tres  dispara- 
tes ,  que  todos  juntos  no  hacen  mas  que  uno  solo, 
pero  garrafal.  Y  así  ,  si  se  pregunta  5  qué  es  Tra- 
gicomedia? se  r&sponáe  ,  Comedia  fíeroyca.  Y  si 
¿qué  es  Comedia  Heroyca  ?  también  se  responde. 
Comedia  Historial.  Y  si  instan  ¿  qué  es  Comedia 
Historial?  se  dirá  ,  que  es  un  dÍ5parate  ,  y  se 
acabó.  Y  si  con  todo  eso  hubiere  Poetas  que  se 
empeñaren  en  defender,  qne  semejantes  com- 
posiciones no  son  delirios  ;  no  hay  mas  que  oigaa 
lo  que  dice  Don  Pedro  al  Poeta  Don  Eleute- 
rio  (i)  ,  y  en  su  persona  á  todos  los  malos  Poe- 
tas :  „es  demasiada  necedad  ,  después  de  lo  que 
j,ha  sucedido,  que  todavía  esté  creyendo  el  Se- 
„fior  qne  su  Obra  es  buen'a.  ^.Porqué  ha  de  ser— 
5,1o?  ¿Qué  motivos    tiene    Vm.     para    acertar? 

„qué 
I 

(i)  Ibi  Act.  II.  Scena  VIH. 


Z  I  B  R  o       IV.  J2^ 

„|qi:é  ha  estudiado  Vin.  ?  ¿  quién  le  ha  enseñado 
„el  Arte?  ¿qué  modelos  se  ha  propuesto  para  la 
,,imitacion?  ¿  no  ve  Vm.  que  en  todas  las  facul— 
,,tades  hay  un  método  de  enseñanza  ,  y  unas  re- 
jjglas  que  seguir  y  observar  ^  que  á  ellas  debe 
,,acompafiar  una  aplicación  constante  y  laboriosa^ 
,,y  que  sin  estas  circunstancias  ,  unidas  al  talen- 
,,to ,  nunca  se  formarán  grandes  artífices  ,  por— 
,,que  nadie  sabe  sin  aprender?  pues  ¿por  dónde 
„Vm.  que  carece  de  tales  requisitos  ,  presume  que 
,,podrá  haber  hecho  algo  bueno?  ¿Qué?  ¿No  hay 
,,mas  sino  meterse  á  escribir  ,  á  salga  lo  que  sal— 
,jga  ,  y  en  ocho  dias  zurzir  un  embrollo  ,  ponerle 
j,en  malos  versos  ,  darle  al  Teatro ,  y  ya  soy  Au- 
„tor?....Si  {las  Obras)  han  de  ser  como  la  de 
„Vra. ,  ó  como  las  demás  que  se  la  parecen  ,  po- 
,,co  talento  ,  poco  estudio  ,  y  poco  tiempo  son 
,,necesarios  j  pero  si  han  de  ser  buenas  (créame 
,,Vm. )  se  necesita  toda  la  vida  de  un  hombre, 
,,un  ingenio  muy  sobresaliente  ,  un  estudio  infa- 
jjtigable  ,  observación  continua  ,  sensibilidad,  jui- 
„cio  exquisito ,  y  todavía  no  hay  seguridad  d« 
„!legar  á  la  perfección. 


CA- 


12(5  XNSTnuClOlVES    POÉTICAS. 

CAPITULO  QUARTO. 

T)e  la  Comedia. 
SECCIÓN     PRIMERA. 

Definición  de   la   Comedia. 


I  JLJ'onato  y  Evanthio  ,  insignes  Gramáti- 
cos ,  y  antiquísimos  Comentadores  de  Terencio, 
quieren  que  la  Comedia  haya  tenido  su  principio 
semejante  al  de  la  Tragedia:  esto  es  unos  juegos  rús- 
ticos ,  en  que  cantaba  una  ,  o  mas  personas  ,  bay- 
lando ,  ó  parándose ,  ó  andando  al  rededor  del 
Altar  de  Baco ,  de  lo  que  en  los  tiempos  poste- 
riores se  conservo  alguna  señal  ^  pues  á  los  lados 
de  la  Scena  ,  se  ponian  dos  Aras  ,  una  siempre 
en  honor  de  Baco  ,  y  otra  de  la  Deidad  en  cu- 
yo obsequio  se  celebraban  los  Juegos  Sccnicos. 
Llamóse  Comedia ,  vocablo  griego  compuesto,  que 
quiere  decir  canto  rústico  ó  del  campo.  Fomenta- 
ban los  Griegos  estas  diversiones ,  para  suavizar 
las  costumbres  agrestes  de  aquellos  tiempos  gro- 
seros con  la  concurrencia  y  sociedad  ,  que  insen- 
siblemente los  atraía  á  reunirse  en  poblaciones, 
para  disfrutar  siempre  de  la  dulzura  ,  que  expe- 
rimentaban en  el  trato  sociable.  Aquella  nación 
de  carácter  sagaz  y  genio  político  ,  se  valió  de 
esta  ocasión  en  los  principios  ,  para  permitir  que 
aquel  canto  se  dirigiese  á  personas  determinadas, 
para  que  éstas  ,  por  no  ser  el  objeto  de  la  risa  de 
las  otras  ,  se  emendasen  y  corrigiesen  en  lo  ri- 
dículo de    sus  costumbres,  Como  las  intenciones 

mas 


1.  I  S  R  o      IV.  12<r 

mas  buenas  no  se  logran  por  la  fragilidad  huma- 
na que  las  tuerce  j  excedió  la  Comedia  sus  lími- 
tes ,  y  en  vez  de  la  diversión  (que  fué  el  primer 
motivo  de  su  instituto)  y  de  la  corrección  de 
ciertos  defectos  ridículos  ,  que  mas  que  á  la  buena 
moral  se  oponian  á  otras  prendas  de  urbanidad  y 
decoro  ,  se  introduxoun  extraordinario  disgusto, 
y  una  mordacidad  descarada ,  con  que  se  veian 
heridos  muchos  Espectadores  en  el  honor  y  en  la 
opinión  de  su  conducta.  Esto  ni  era  justicia  ,  ni 
caridad  ,  ni  honesto  recreo  del  ánimo  ,  sino  una 
piedra  de  escándalo ,  y  un  manantial  de  desazones, 
.odios  ,  y  venganzas.  Por  lo  qual  se  abolió  entera- 
mente por  una  Ley  rigurosa  la  Comedia  antigua, 
muy  cultivada  por  Eupolis ,  á  quien  siguieron 
Cr atino  y  ^Jriítophanes,  Lo  dicho  concuerda  con 
la  relación  de  Horacio  (i). 

Successit    vetus  hh  Comcsdia  non    sine 

multa 
Laude  :  sed  in   vitium   libertas  exciditj 

íí?  vim 
L/ignam  lege  regi :  lex  est  accepto :  cho- 

rusque 
Turpiter   obticuit   subí  ato  jure    nocendi, 

1  Prohibida,  pues,  la  Comedia  antigna,  su- 
cedió en  la  diversión  teatral  la  Sátira  Dramá- 
tica llamada  asi  (dice  Evanthio  )  de  los  Sáti- 
ros ^  Dioses  silvestres  y  desvergonzados;  á  Sa- 
tiris ,  quos  illotos  setnper  ,  ac  petulantes  Déos 
scimus  esse  ,  i'ocitata  est  ^  etsi  aliunde  nenien  tra- 
xisse  pravé  putent  alii.  En  este  nuevo  Drama, 
aunque  con  un  estilo  duro  y  grosero  ,  se  ridi- 
culizaban también  las  costumbres  de  los  ciuda- 
danos ,  no  expresando  sus  nombres.  Pero  muchos 
sugetos  poderosos  se  creian  retraiados  ,  y  ridicu- 

(i)  Ad  Pisones. 


laS  tJVSTjTUCI02^ES   POETICÉIS. 

lizados  en  la  Sátira  ,  la  qual  fué  por  esta  razón 
tan  fatnl  á  los  Poetas  ,  que  tuvieron  que  abando- 
narla ;  y  aun  entre  los  Romanos  se  proiiibio  por 
X.ey.  Pero  como  estos  tuvieron  siempre  una  pa- 
sión extraordinaria  á  la  Sátira  ,  inventaron  otra 
especie  satírica  ,  que  ya  que  no  satisfaciese  á  su 
pasión  en  los  espectáculos,  los  recrease  á  lo  menos 
privadamente  en  su  lectura.  Y  esta  especie  de 
Sátira  es  toda  Romana  :  de  la  qual  hablaremos 
quando  se  trate  de  los  Poemas  menores.  Quando 
la  Sátira  Dramática  estuvo  en  uso  ,  solia  repre- 
sentarse en  los  intermedios  de  la  Tragedia  ,  ob- 
servándose que  ninguno  de  los  Actores  Trágicos 
se  envileciese  ,  siendo  luego  Actor  Satírico ;  como 
lo  refiere  Horacio  (i;. 

Jffox   etiam  agrestes  Satyros    tiudavit, 

Í5  asfer 
Jncolumi  gravitate   jocum   tentavit  j  ea 

quod 
Jllecebris  erat  ,   (3  grata  novitate  mo- 

randus 
N       Spectator  ,  functusque  sacris  ,   Í5*  potus, 

Ü  exlex. 
l^erutn    ita    risores  ,    ita    commendare 

dicaces 
Conveniet    Satyros  j   ita    verteré  seria 

Judo  : 
■ZV#  ,  quicumque   Deus  ,  quicumque  adhi- 

betitur  Heros, 
Rigali  conspectus  in  auto  nuper,  £5*  ostro. 

Y  es  cierto  que  no  era  conveniente  el  que  uno 
que  acababa  de  hacer  un  papel  de  Rey  ,  saliese 
después  en  la  Sátira  á  hacer  otro  papel  ridículo, 
como  lo  vemos  executar  en  nuestros  Teatros  ,  por 
la    pobreza   de  ellos,   que    no  pueden   mantener 

gen- 

(i)   Ad  Fisonoi. 


í  J  S  R  o       IV.  I2p 

gente  para  todo  :  y  así  uno  que  acaba  de  hacer 
papel  de  Rey  ó  Reyna  ,  sale  luego  á  hacer  papel 
de  Manolo  ,  ó  de  Labandera,  en  el  Saínete  o  Sá- 
tira moderra. 

3     Desterrada  la  Sátira  Dramática  ,  y  array- 
gada  la  pasión   á   ios  Espectáculos  alegres  ,  y  que 
hacían   reír,  volvió  á    la    Scena   la  Comedia,  la 
qual  expurgada    de    su    primitiva    mordacidad  ,  y 
amargura  ,   fuese  mas  lítJl  y   dí-ieytatie  á  los  Es- 
pectadores ,  siendo  su    argumento    mas  general   y 
abstracto,   y  deducido   de   acciones  que  tocan   á 
perdonas   particulares    ,    y    de    mediana    fortuna. 
Esta  Comedia  se    llamó    Nueva  ,   de  argumcüto 
agradable  ,  costumbres  convenientes    ,    sentCDcias 
útiles  ,  sales    graciosas  ,  y  verso  acomodado.    Y 
así  coriiO  la  Comedia  ^'liíúigua  tuvo  sus  cultiva- 
dores ,  los  tuvo  también   Ja    Nueva  ,  como  entre 
otros  muchos   Menandro  Griego  ,  y  Terencio  La- 
tino ,   á  cuyo  ¡ario    no    ponemos    á  Piauto  ,   por 
acercarse   mas  sus  Comedias  al  sistema  de  la  an- 
tigua ^  según  Heinsio  (i)  Donato  tiene   por  cierto "^ 
que  Livio    ^'nc/rdnico  fué  el   primero  que  iniro— ^ 
duxo  en  Italia  la    Comedia  :  de   la  qual    ya   los 
Latinos  habían    dado   una  idea  informe  y  ruda  en 
los  juegos    Con?pit alivios  á    semejanza  de  la  ^ír— 
ligua  Comedia  griega.  Y  la  define  el  mismo  Do- 
nato :  Comedia  est  Fábula  ,  diversa  iastiiuta  con- 
tinens  ,  ajectuihque   civilium  ,  O'  privaí orum  ,  qui- 
tus  discifur  ,  quid  sit    in  vita  utile  ,   quid  coiilra 
evitandum.  Una  Fábula  que  contiene    argumentos 
diversos  ,  y  de  costumbres  civiles  ,  y    privadas, 
con   que   se  aprende    lo  que   es    litil  en    la  vida, 
humana  ,  y   lo  que  por  el  contrario   se  debe  evi- 
tar. Y    por  eso  la  llama  Cicerón  Iniitationem  vi~ 
tce  ,  speculuí»  consuetudinis  ,  imaginem  veriíatis. 
Imitación  de  la    vida  ,  espejo    de  las  costumbres, 

imá— 

(i)       Dis^ert.  de  Plaut.  &  Tprent.  ad  Harat.  judicium 
in  ¡llis  verbibus.  At  nonti  froaví  Fíautims  de. 
í 


130  IT^STITUCIOl^ES  POETICES. 

imagen  de  la  verdad.  Nosotros  también  ,  siguien- 
do el  espíritu  de  estas  .Definiciones  ,  decimos 
que  la  Comedia  es  hniiacion  Dramática  en  ver' 
sOj  de  una  sola  ^'ccion  ,  entera  ,  verisímil ,  civil, 
ó  privada  ,  escrita  eyi  estilo  familiar  ,  de  éxito 
alegre  ,  que  moviendo  á  risa  hace  (¡ue  se  evite  al- 
gún vicio  ,  y  sirve  de  exewplo  de  la  vida  priva- 
da. En  esta  Definición  se  indica  la  Materia, 
Forma  ,  y  Fin  de  la  Comedia  j  sobre  lo  qual 
se  dixo  bastante  quando  se  trato  De  la  Poesía 
Dramática  en  general  j  por  lo  que  solo  añadire- 
mos algunas   breves    observaciones. 

SECCIÓN    II. 

De  la  Materia  de  la   Comedia» 


I  3l^3.  Materia  de  la  Comedia  es  una  Ac- 
ción de  las  qiialidades  que  se  expresan  en  la  de- 
finición de  arriba  ,  y  se  han  tocado  repetidas  ve- 
ces. Puede  ser  inventada  por  el  Pceta  en  la  subs- 
tancia ,  y  en  sus  incidentes  ,  á  distinción  de  la 
Tragedia  que  en  el  fondo  ha  de  ser  verdadera; 
pero  es  indispensable  su  verisimilitud.  Deben  ex- 
cluirse aquellas  Acciones  que  sean  maravillosas, 
o  capaces  de  excitar  vehementes  afectos  9  y  con 
mucha  mas  razón  las  obscenas  ,  o  qi;e  por  peca- 
minosas sean  dignas  de  reprehensión,  y  castigo  mas 
serio  que  ei  de  la  burla  y  risa.  La  charlatanería 
de  los  falsos  Eruditos;  los  enredos  de  un  Tunan- 
te ;  las  intrigas  de  un  Pi  etendiente  ;  las  I'*lodasj 
los  Petimetres  ;  los  Tramposos;  los  Estafadores; 
los  Mentirosos  ;  los  falsos  Aiquimisias  ;  los  Va— 
ladrones;  los  Proyecti.vtas  místeos  ;  los  Viageros 
habladores;  los  malos  P(.e:as  ;  los  Viejos  imper- 
tinentes ;  las  Damas  n^elindrosas  ;  los  falsos  Di.en- 

des; 


LIBRO    IV.  131 

des  ;  la  casa  de  las  Brujas  ^  los  Saludadores  ^  los 
Zaoríes  ;  el  Soldado  fanfarrón  9  los  Curanderos; 
las  Viejas  andorreras  j  las  falsas  Beatas  ;  las  Gaz- 
moñas j  el  Tutor  avariento  ;  el  Viejo  enamora- 
do i  el  Ayo  hipócrita  ;  el  Rico  mentecato  j  el 
Gurrumino  ;  la  Muchacha  bolera  ;  el  Maestro  de 
cantar  ;  la  Dama  boba  ^  el  Agente  atolondrado; 
el  Ceremonioso  ;  el  Pedante  ;  la  Dama  etiquete- 
ra ;  el  Caballero  hinchado  ;  el  Antiquario  ;  el 
Papelista  ;  el  Pegote  ;  el  Filosofo  impostor ;  la 
Viuda  posadera  ;  el  Memorialista;  la  Vieja  pren- 
dera ;  el  Bufón  ;  el  Genealogista  ;  el  Señorito  mi- 
niado ;  la  Poltronería  ;  y  otros  defectos  semejan- 
tes ,  y  sugetos  de  carácter  igualmente  ridiculo 
(que  seria  nunca  acabar  el  referirlos  todos)  soa 
Materia  propia  de  la  Comedia.  Estos  caracteres 
mueven  á  risa  ;  y  en  estando  bien  imitados  ,  se 
hacen  despreciables  de  modo  ,  que  nadie  quisiera 
incurrir  en  defectos  tan  dignes  de  la  burla  co- 
mún ,  con  la  qual  se  suele  conseguir  mas  emien- 
da que  con  una  grave  y  iéria  reprehensión.  Las 
Personas  ,  pues  ,  de  indigno  ,  y  perverso  carác- 
ter ,  ó  las  Acciones  obscenas  ,  escandalosas  ,  pro- 
hibidas ,  y  punibles  por  la  severidad  de  las  le- 
yes ,  no  son  ( como  diximos  )  Materia  de  la  Co- 
media, porque  moverían  á  indignación  ,  y  tal  vez 
serian  de  mal  exemplo.  Tampoco  pueden  serlo  los 
Locos  por  enfermedad  ,  ni  los  Ciudadanos  ino- 
centes ,  é  infelices  por  sus  persecuciones  ,  o  por 
su  pobreza  inculpable  ;  pues  no  es  digna  de  risa, 
sino  de  lástima  la  infelicidad  dt  1  próximo  ,  como 
lo  dicta  la  razón  ,  y  lo  enseña  Aristóteles  :  {x'^pud 
Heinsium  loen  citao)  ;  Rtdiculum  autem  á  miseria 
frudeníer  sejungit  yíristoteles  ;  risus  enim  cum 
atroci  aitcujuí  malo  ,  aut  calamitate  si  conjunc— 
tus  sit  ,  imnianis  fit  ,  ac  bavbaius.  Siendo  seme- 
jantes Personas  y  Acciones  menos  impropias  de 
la  Tragedia  urbana. 

a     Y  por  quanto  podrá  suceder   que  esta  doc- 
1  2  tú- 


IJl  mSTlTUCIONES  PO-ETICAS. 

trina  padezca  demasiado  estrecha  ,  y  contra  lo 
que  han  prpcticado  nuestros  Poetas  cómicos  con 
aplauso  •■,  debo  decir  que  ella  se  deduce  de  Ja 
razón  ,  y  de  la  naturaleza  mistua  de  la  comedia; 
y  que  la  práctica  en  contrario  solo  prueba  el 
extravío  de  la  razón  ,  y  del  b'ien  gusto.  En  cu- 
ya contírniacion  copiaré  anuí  el  diciamen  del  sa- 
bio ,  y  juiciosísimo  Editor  de  las  comedias  de 
Cervantes  ,  sobre  las  de  Calderón  :  Poeta  que 
siendo  el  mas  bien  recibido  y  aplaudido  ,  servi- 
rá para  formar  juicio  de  los  demus  que  no  le 
han  igualado  en  ingenio,  ni  en  nombre.  Valgo— 
me  del  dictamen  ageno  ,  porque  no  se  atribuya 
á  temeridad  mia  lo  que  dicta  la  razón  ,  y  la  au- 
toridad de  un  hombre  .«^abio.  Dice  ,  pues  ,  asi: 
,,A  Calderón  le  levantaron  altares  como  á  un 
„Dios  del  teatro  ;  y  su  ingenio  superior  tropeza- 
j,ba  algunas  veces  con  cosas  inimitables  j  pero 
5,acompañadas  con  otras  tan  poco  nobles  ,  que 
5,se  pi:ede  dudar  si  la  baxeza  de  ellas  ensalza  Jo 
jjSublime  ,  ó  si  el  sublime  h::ce  menos  tolerable  su 
jjbexeza.  A  nadie  imito  quando  escribía  de  pro- 
opósito  :  todo  lo  sacaba  de  su  propia  imagina— 
,,cion  :  abandonó  sus  obras  al  cuidado  de  su 
jjfortuna  ,  sin  elegir  las  circunstancias  nobles  ,  y 
„necrsarias  de  sus  asuntos  ,  y  sin  descartar  ias 
jjinutiles.    Despreció   el    estudio  de    las  antiguas 

„comedias La   ufanía  ,  el    punto   de  honor  ,  la 

,,pendencia  y  bnbura  ,  los  exércitos  ,  los  sirios 
j,de  Plazas  ,  los  desafíos  ,  los  discursos  de  estado, 
,,las  Academias  Filosóficas,  y  todo  quanto  ni  es 
f,verisíniil  ,  ni  pertenece  á  la  comedia  ,  lo  pone 
,,sobre  el  teatro.  No  hace  retratos  ,  espejos  ,  ni 
j, modelos  ,  sino  decimos  que  lo  son  de  su  fanta— 
,,sía.  Es  verdad  que  para  disculparle ,  quieren 
,, decir  que  retrata  la  Nación  ,  como  si  toda  ella 
„fuese  de  Caballeros  andantes ,  y  de  hombres 
„iniaginarios.  Pues  ¿qué  diré  de  las  mugeres  ? 
„Todas  son  nobles  ,  todas  tienen  una  fiereza  á  les 

„pr¡n- 


í  I  R  n  o    ir.  133 

„princíp!OS  ,  que  infunden  en  lugar  de  amor, 
,, miedo  ^  pero  luego  pasan  de  este  extremo  (por 
, , medio  de  los  zelos)  al  extremo  contrario,  re— 
j, presentando  al  Puebio  paaiones  vioientas  ,  y  ver— 
jygonzosas  ,  y  enseñando  á  las  honestas  y  iiicau— 
jjtas  doncellas  loí  caminos  de  la  pevdi<.ion  ,  y  ¿os 
y^modoí  de  mantener  ,  y  criar  atuores  impuyus  ,  y 
,//?  enredar  y  engañar  á  los  padres  ,  y  de  cor— 
f ^romper  á  los  domésticos  ,  esperanzándolos  con 
jyCasamier.tos  desiguales  y  clandestinos  ,  en  des- 
f, precio  de  la  autoridad  de  los  padres  ,  disculpa— 
g,dos  solo  con  la  pasión  amorosa  ,  y  extremada 
,,qtie  se  pinta  romo  honesta  y  decente  ,  que  es  la 
f, pesie  de  la  juventud  y  y  el  escarjiio  de  la  edad 
jyprovecta.  Es  verdad  que  en  esta  parte  retrata 
,,mas  de  lo  que  era  razón  que  se  viese  j  pero  re- 
jjtrata  como  honesto  ,  y  aun  heiuyco  lo  que  no  es 
felicito  representar  ,  sino  como  reprehensible.  Da 
y,al  vicio  fines  dichosos  ,  y  laudables  :  endulza  el 
f^veneno  :  enseña  á  bebería  atrevidamente  ,  y  qui- 
P,ta  el  temor  de  sus  estragos/' 

3  Esta  es  la  materia  de  las  malas  comedias, 
y  la  que  no  admite  el  Arte  ,  cuyas  re^'Jas  son  tan 
antiguas  ,  y  tan  inalterables  como  la  misma  ra- 
zón en  que  se  fundan.  T  si  aquí  nieva  ,  ^qué  será 
en  la  Sierra'?  Quiero  dtcir  ,  que  si  un  lioaibre 
como  Calderón  ,  dotado  de  ingenio  ,  y  liitiaiu- 
ra  ,  criado  casi  en  brazos  de  las  Musas  ,  desati- 
nó tan  ciegamente  en  la  elección  de  la  Materia 
cómica  ,  ¿qué  podremos  esperar  de  aquellos  Com- 
positores que  se  atreven  á  escribir  ,  hallándose 
enteramente  destituidos  de  tan  precisas  qualida- 
des?  „E1  Poeta  Consico  (  dice  el  citado  Autor  ) 
jjdebe  ser  muy  Filosofo  :  debe  conocer  perfecta- 
,,niente  los  corazones  humanos  :  las  costumbres 
„de  las  gentes  ;  los  usos  ,  las  mudanzas  de  ellosj 
,,y  debe  ayudarse  de  los  descubrimientos  de  lus 
,,antiguos  ,  que  hicieren  niénos  difícil  csre  Poema 
„con  las  reglas  que  ncs  dexáron  ,  cuya  observan- 
I3  „cia 


t34  I/^STITUCION-SS  POÉTICAS. 

„cia  ,  y  cumplimiento  hicieron  y  hacen  útiles, 
,,y  agradables  las  Comedias.**  Y  efectivamen- 
te el  exemplo  de  los  que  las  abandonaron ,  ha 
fomentado  la  ^'anidad  ,  y  arrojo  dé  los  ignoran- 
tes que  se  persuaden  ser  cosa  tan  fácil  la  come- 
dia ,  que  es  empresa  no  de  Filósofos  ,  sino  de 
Barbilampiños,  Escriblentuelos  ,  Estudiantes  per- 
dularios ,  y  otros  aun  mas  distantes  de  saber  á 
lo  menos  leer  y  escribir  :  á  vista  de  lo  qual  dixo 
tiempo  hace  el  ingenioso  Villegas  á  su  mozo  de 
espuela; 

Que  si  bien  consideras   en  Toledo 
Hubo  Sastre  que  pudo  hacer  Comedias, 
Y   parar  de  las  Musas  el  denuedo: 
Mozo  de  muías  eres  :  haz  Tragedias. 

4  De  lo  dicho  se  infiere  que  entre  los  Latinos 
no  hubo  mas  especies  de  Comedia  buena  y  arregla- 
da ,  que  la  que  hemos  definido  ,  y  cuya  Mate- 
ria hemos  explicado  ^  bien  que  la  daban  diferen- 
tes nombres  según  las  Personas  ,  ó  Acciones  ,  y 
trage  nacional  que  usaban.  Por  lo  que  si  la  Ac- 
ción era  Romana  ,  se  llamaba  Togada  la  Come- 
dia 9  si  Griega  ,  Pallzata  ^  si  de  gente  muy  hu- 
milde que  no  calzaba  zuecos  ,  Planipedia  ,  y 
también  Mímica  ^  si  era  de  las  que  se  executa- 
ban  al  modo  de  las  de  Atella  ,  ^tellanas  j  y  to- 
das ellas  tenian  un  nombre  común  con  relación 
á  la  mayor  o  menor  conmoción  de  afectos  ,  y  mu- 
taciones de  Sce.nas  ,  llamándose  Motorias  ,  Sta~ 
tartas  ,  y  Mixtas.  Toda  Comedia  que  no  era  se- 
gún la  hemos  definido  ,  se  tenia  por  det'ectuosa. 
Cicerón  (i¡  escribiendo  á  su  amigo  M.  Mario  so- 
bre las  funciones  con  que  se  estrenó  el  teatro  de 
Pompeyo  (  á  las  que  asistió  por  mero  cumpli- 
miento )  ,  le  dice  lo   mal  que  le  parecieron  j  y 

que 

(i)       Epist.  fam.  7.  5. 


Z  I  S  R  o      IV.  Ijg 

que  al  mismo  Mario  le  hubiera  sucedido  lo  pro- 
pio si  se  hubiese  hallado  en  el.'a.s  j  no  obí,rante 
haberlas  representado  los  Comeoiantes  jubilados 
mas  célebres  ,  como  Escpo  ,  que  disgusto  ,  y  se 
enronqueció  al  recitar  unos  versos  en  que  juraba 
por  Túpiter.  ,,Pues  ¿qué  gusto  (dice)  podian  cau- 
jjSar  seiscientos  muios  que  se  presentaron  en  la 
,,C/yfemnestral  ¿tres  mil  armidos  de  adargas  y 
3,escudos  en  el  cnha'lo  Troyano'?  ¿  y  otros  de  á 
,,pie  y  de  á  caballo  fingiendo  una  pelea  ?  Estas 
,, magníficas  funciones  no  han  gustado  aun  como 
5jSuelen  gustar  otras  medianas  ^  porque  la  aten— 
5,cion  que  se  ponia  en  el  Aparato  ,  no  daba  lu- 
5,gar  al  regocijo.  Esto  ,  que  para  el  populacho 
j,era  una  co-a  admirable  ,  para  tí  no  hubiera  si- 
,  do  de  diversión  alguna.*'  OihTiino  ,  si  qtuvrisj 
¡udi  appayathsJnñ  ^  sed  non  iui  stomachi.  Con- 
jecturom  enifti  fació  de  meo.  Nam  priwum  hono— 
lis  causil  in  Scenaní  redierant  ii  ,  qucs  ego  ho- 
fwris  cüusa  de  Scena  decessisse  arlütrabar.  Deli- 
cice  vero  tu¿e  noster  j^sopus  ejnsmodi  juit  ,  ut 
ei  desinpre  per  omnes  bomines  liccret.  Is  jurare 
cum  ccepisset  .  vox  eum  defecit  in  tilo  loco  ,  si 
scif.ns  fallo.  iQuid  tibi  ego  alia  narretn'?  ...jQ:¿idl 
fie  id  qtíideni  leporis  kahucrunt  ,  qucd  solcnt  nte— 
diocres  ludí,  yípparatús  enim  spectaiio  tolhbat 
Cmnem  hilaritntem  :  ....  j,  Quid  enim  delectatiortis 
hahcnt  sexcenfi  muli  in  Clytsemnestra?  aut  in  Equo 
Trojano  cetrorum  tria  milliui  aut  armalura  varia 
feditatus  ,  {3  eqnitatus  in  aliqua  pugna"?  quce  fo- 
pularem  ndnñrationem  kahuerunt  ,  deleitiJtion.'tn 
tibi  riullam  attullissent.  Aquí  vemos  el  estraga- 
do gusto  de  los  Roníancs  en  el  Teatro  nuevo  y 
magnífTco  de  Pompeyo  la  primera  vez  que  se  es- 
trenó. Comediantes  que  vocean  ,  y  se  enronque- 
cen como  los  nuestros  :  populacho  que  gusta  de 
di3:^arates  :  hombres  de  juicio  que  se  estomagan 
con  ellos  :  caballos  ,  batallas  ,  y  otros  estruendos 
que  no  dan  lugar  al  placer  y  recreo  del  ár.imo. 
I4  No 


XS*^  ,  IN-STITZTCIOKES  POÉTICAS. 

No  hay  mas  üiferencia  entre  nuestras  funciones 
(que  dan  en  Jiamar  de  Te  tro  ,  ó  Comedias  He— 
roycas)  y  las  que  aquí  refiere  Cicerón  ,  que  la 
riqueza  y  protusion  en  la  represeiuacion  de  és- 
tas,  y  la  pobreza  y  mísero  aparato  en  la  repre- 
sentación de  aquellas.  Lns  que  llamaban  Pre^ex— 
tatas  ,  eran  de  este  jaez  ^  pero  se  tenían  por  bue- 
nas quando  se  temaban  de  la  Historia  Romnna 
iiiiitando  á  los  Griegos  ^  pues  siendo  de  personas 
ilustres,  que  vestían  Ja  Pratexta  ,  eran  ,  no  Co- 
medias ,  sino  Tragedias  que  solo  se  distinguiaa 
de  las  Griegas  en  el  nombre  que  las  daba  el  tra- 
ge  Romano. 

4  La  Sátira  Dramática  era  también  de  la 
misma  naturaleza  de  la  Comedia  ,  no  distinguién- 
dose sino  en  el  nombre  que  recibió  de  la  Materia, 
que  eran  Acciüues  de  personas  del  campo  ;  como 
hoy  sucede  con  las  que  laman  Postor  ules  ,  que 
no  son  mas  que  unas  Comedias  (como  dice  Lu— 
zan  7'om.  i.  L.  3.  cop.  18.  )  „doniie  se  introdu— 
„cen  pastores  ,  y  pastorcillas  ,  imitando  alguna 
yjAccion  entera  en  estilo  natural  y  afectuoso  ,  pa- 
,5ra  deleytar  con  la  pintura  de  los  objetos  mas 
^agradables  y  amenos  del  campo  ,  y  de  los  afec- 
,,iüs  ir.as  tiernos  de  les  pastores  ,  inspirando  al 
„misnjO  tiempo  amor  á  las  costumbres  inocentes 
„y  sencillas  de  aquella  gente  feliz,  que  contenta 
„en  su  retiro ,  ignora  aun  los  nombres  de  la 
„amb¡cion  y  de  ia  codicia.*'  En  el  Lib.  III.  Sec- 
ción III.  niim.ero  la.  de  estas  Instituciones  ,  co- 
piamos un  lugar  de  Vitrubio  sobre  las  Decora- 
ciones del  teatro  Romano  en  su  tiempo  ,  y  seña- 
la unas  para  la  Tragedia  ;  otras  para  la  Come- 
dia cümun  ^  y  otras  para  la  Satírica  con  órbo— 
les  ,  gruías  ,  niontes  ,  y  otras  Decoraciones  re- 
p'^esenf Olivas  de  cosos  que  pertenecen  á  los  cam- 
pos. Por  lo  qual  se  presume  que  la  Comedia  Sa-i 
t frica  anticua  ,  que  también  í:e  prohibió  en  Ita- 
lia ,  vino  después  á  usarse  otra  vez  ;  y  esto  se- 
ria 


Xj  I  S  R  o      IV.  13^ 

ría  reformándola  ,  y  inoderú.;dola  :  y  es  de  creer 
que  á  esta  Comedia  se  asemejen  las  modernas 
Pintoraies.  Los  hombres  por  mucho  que  aisteii 
entre  si  los  unos  de  los  otros  en  lugar  y  tiem- 
po ,  siempre  esran  unidos  baxo  una  naturaleza 
común  ^  y  así  no  es  maravilla  que  sin  que  se  co- 
muniquen sus  ideas  ,  sean  auto:es  originales  de 
unos  mismos  pensamientos  ,  y  inventores  de  unos 
mismos   mudos  de   divertir  y  recrear   el   ánimo. 

SECCIÓN    III. 

"De   la  Forma   de  la  Comedia, 


rp 

I  JL  rafando  de  la  Forma  de  la  Poesía  Dra- 
mática en  general  ,  se  dÍA0  lo  bastante  para  que 
aquí  no  tengamos  en  qué  detenernos,sino  sobre  al- 
gunas observaciones  particulares  ,  y  propias  de 
la  debida  constitución  y  adornos  de  la  Comedia. 
Esta  ,  pues  ,  aunque  conste  de  Agniciones  y  Pe- 
ripecias, las  ha  de  presentar  talts  ,  que  no  ex- 
citen afectos  trágicos  ,  sino  suaves  y  alegres,  l.os 
Epi'íodios  deben  ser  cortos  ,  y  no  fuera  de)  asun- 
to. El  ridículo  con  que  ha  de  caracterizarse  la 
Fábula  ,  es  bien  que  nazca  de  los  pensamientos, 
situación  ,  y  costumbres  de  las  personas  ,  mas 
ánres  que  de  las  palabras  ,  ó  sales  y  dichos  gra- 
ciosos :  los  quales  nunca  deberán  str  groseros  ,  y 
baxos  j  porque  son  oidos  con  frialdad  ,  y  solo 
hacen  reír  á  personas  tan  groseras  como  su  mis- 
n;o  lenguage.  Mucho  menos  deberán  ser  obsce- 
nos ,  y  ofensivos  de  los  oidos  Christianos  j  pues 
Jas  personas  de  forma  no  van  al  teatro  á  relaxar 
el  ánimo,  sino  á  recrearlo  ,  como  dice  Heinsio 
en  el  lugar  citado  :  Covstantis  enim  viri  ,  ac  sn- 
pientis  uuímus    laxar  i  lult  ,  non    solvi.  Por    eso 

Ho- 


138  INSTITUCIOIsrES  POETICES. 

Horacio  (1)  se  admira  de  la  demasiada  necedad, 
y  sufrimiento  con  que  los  antiguos  oian  en  los 
teatros  de  Roma  las  sales  picantes ,  é  indecorosas 
de  Plauto. 

jí4t  nostri  proavi  Plautinos  ,  6'  nutrie- 
ras ,  & 

Laudavere  sales  y  nimium  patienter  utrum- 
que, 

Ne  dicam    stitlte  mirati  5   si  modo  egOy 

(3    "VOS 

Schnus  inurbanum   ¡epido   seponere  dicto. 

Sobre  los  quales  versos  escribió  Daniel  Heinsio 
ui;a  Disertación  filosófica  ,  y  erudita  acerca  del 
Ridículo  de  la  Comedia  ,  dando  la  preferencia  á 
Terencio  por  las  sales  mas  cortesanas  ,  y  finas  de 
sus  Comedias. 

2  El  estilo  ha  de  ser  el  familiar  ,  y  humilde, 
pero  no  tanto  que  arrastre  por  el  suelo.  Alguna 
vez  será  licito  levantarlo  mas  ,  si  lo  exigiere  el 
momento  de  alguna  pasión  arrebatada  ,  según 
Horacio  (2). 

Imte-'dum  tomen  i$  vocem  Comedia  tollitf 
Iratusque  Cbremes  túmido   delittgat   ore. 

Los  Adagios  y  Refranes  comunes  son  las  senten- 
cias mas  acomodadas  al  estilo  cómico  ,  bien  que 
se  permiten  otras  sacadas  de  la  naturaleza  del 
asunto,  y  conforme  al  carácter  de  quien  habla. 
Nunca  se  permite  una  locución  afectada  ,  sutil  ,  y 
de  mucho  estudio  ^  y  lo  mismo  decimos  de  los 
versos  ,  los  quales  serán  mas  á  propósito  ,  quan- 
to  mas  se  acerquen  á  la  prosa.  Y  esta  es  la  ra- 
zón por  qué  antiguamente  dudaron  algunos  (  se- 
gún 

(i)       Ad  Pisones. 
'     (»)       Ibid. 


Z  I  JS  R  o      IV.  139 

eun  Horacio  ad ^ugust.)  si  la  Comedia  era  o  no, 
Poema. 

3  Nuestros  Poetas  han  echado  á  rodar  estos 
preceptos  sienipre  qi;e  les  dio  la  gana.  Óigase 
sobre  esto  al  citado  anónimo  y  sabio  Editor  de 
las  Comedias  de  Cervantes.  j,Hace  hablar  (^'Jal- 
jyderon  )  á  sus  personas  una  lengua  .seduciente, 
,,con  metáforas  ensartadas  unas  en  otras  ,  y  tan 
, , atrevidas  ,  y  fuera  del  modo,  que  los  sueños  de 
,,los  calenturientos  de  Horacio  serian  menos  des— 
,,variados.  No  hablan  ciertamente  así  las  gentes 
,,á  quienes  no  falta  del  todo  el  juicio  ,  ni  aun 
,,las  mas  apasionadas  ^  siendo  cierto  que  les  re- 
„pugnan  del  todo  las  que  llaman  discreciones  ,  y 
,,aun  mas  las  erudiciones  afectadas  fuera  de  tiem- 
,,po  y  sazón  ,  equivocídss  y  traidas  de  los  cabe- 
„liüs ;  y  de  todo  esto  viste  y  engalana  Calderón 
„sus  Comedias.  Sus  amantes  ,  sus  desfavorecidos, 
,já  nadie  se  parecen  ,  y  asi  no  retrata  ^  antes  bien 
, , desfigura  ,  y  peca  gravemente  en  esto  contra  la 
j,razon  ,y  contra  el  a^te  de  la  Comedia.... porque 
,,todo  Puenia  debe  ser  como  la  pintura  ,  la  qual 
„consiste  en  la  imitación  de  la  na.'uraleza. ..íNí 
,,humana  ,  ni  poéticamente  son  sufribles  semejan- 
„tes  locuciones.**  Pues  en  quanto  á  las  ideas  obs- 
cenas que  excitan  sus  frases  excesivamente  amo- 
rosas ,  y  los  dichos  equívocos  ,  añade  ;  ,,No  supo 
, , Calderón  que  los  Autores  de  Comedias,  cono- 
,,ciendo  la  utilidad  de  ellas  ,  se  deben  revestir 
,jde  una  autoridad  publica  para  instruir  á  sus 
jjConriudadanos  ;  persuadiéndose  que  la  Patria  les 
, , confia  tácitamente  el  oficio  de  Filósofos  ,  y  de 
, , Censores  de  la  multitud  ignorante  corrompida, 
,,ü  ridicula.  Es  así  que  los  preceptos  de  la  Filo- 
„sofia  puestos  en  los  lib-os  ,  son  áridos  ,  y  casi 
„muertos  ,  y  mueven  llacamente  el  ánimo  ;  pero 
jjpresentados  en  los  espectáculos  animados  ,  lo 
j^conm  evcn  vivamente... .El  tono  dominante  de 
,,ias  uiá-ximas  deJ  Filosofo  ,  ü  ofende  ,  ó  cansa.... 

„E1 


140  XNSTITVCIOITES    POÉTICAS. 

,,E1  Cómico  no  da  lecciones  alcanas  :  cada  uno  de 
,,los  oyentes  se  las  da  á  si  mismo  ,  y  se  toma  los 
, ¡dictámenes  que  quiere  inspirarnos  ,  sin  que  ppii- 
,, sernos  que  nos  los  quieren  dar.'*  De  aquí  es  la 
ob:igactün  de  un  Poeta  Cómico  de  ser  Maestro, 
y  no  corrompedor  de  las  costun^bres  con  dichos 
indecentes  ,  ágenos  de  un  Filósofo  ,  y  tanto  mas 
perjudiciales  ,  quanto  mas  aniasados  y  vives  en 
el  teatro.  Y  de  aquí  es  el  deber  procurar  que  la 
Fábjla  sea  monta  9  esto  es  de  costumbres  bue- 
nas ,  y  convenientes  ,  como  se  dixo  hab'ando  de 
los  caracteres  en  el  Lib.  I.  Sección  VIH.  nú- 
mero 2. 

4  Sobre  las  unidades  de  Acción  ,  tiempo ,  y 
lugar  ,  no  tenemos  que  añadir  á  lo  dicho  y  repe- 
tido en  otras  partes  ,  sino  que  eviten  los  Cómi- 
cos incurrir  en  aquellos  quiebras  s<^^ombrosfis  que 
el  sabio  Anónimo  reprueba  en  cabeza  de  Calde- 
rón,  ,, cuyas  personas  (dice)  vagan  desde  el  Orien- 
„te  al  Occidente  ,  y  obliga  á  los  oyentes  á  que 
„vay«n  con  ellas  ahí  ra  á  una  parte  del  mundo, 
j,ahora  á  otra.'*  ¿Quién  ,  pues  ,  á  vista  de  Ir.s 
qiialidades  que  rcquier"'.  !a  k'.iena  Comedia  ,  y 
los  buenos  Poetas  Cómicos,  será  tan  ridiculo  y 
mentecato  ,  que  se  persuada  á  que  su  composi- 
ción es  tan  fácil  que  la  puedan  desempeñar  Mos- 
cones y  otros  Avcchuchos  como  el  S.istre  de  To- 
ledo ,  y  el  mozo  de  Muías  de  Villegas?  Ridicuii 
enint  (dice  Heinsio  loco  cit.  )  ce  inepti  sunt  ^  qtd 
plebeiiT  íontwn  scriki  Coniccdiam  existimant  ,  cum 
non  minus  eruditts  sc-ibatur.  íQuién  dudará  del 
noble  ,  y  distinguido  ingenio  .,  y  erudición  de 
Calderón?  Pues  con  todo  eso  hímos  visto  que  no 
es  oro  todo  lo  que  reluce.  Con  que  ¿qué  podre- 
mos esperar  de  otros  ingenios  ,  y  almas  de  cor- 
cho ,  sil  sensibilidad  ,  y  sin  doctrina? 

5     Por  lo   que  hace  á   las   partes  de    que  debs 

constar  la  Fábula  Cómica  ,  no    tenemos  que  añi- 

,  dir  sobre  lo  que  se  dixo  de  las  partes   ds  la  Fá- 

bu- 


r  I  s  R  o    IV.  141 

bula  Dramática  en  general  ,  en  donde  se  advir- 
tió que  los  Griegos  no  las  componían  con  Prolo- 
go ,  como  ios  Latinos  á  quienes  imitaron  algún 
tiempo  los  Españoles  con  sus  Loas  unipersonales. 
Y  en  realidad  no  es  precisa  esta  parte  ^  pues  so- 
lo servia  de  prevenir  el  Poeta  al  auditorio  lo  que 
le  parecía  sobre  si  mismo  ,  ó  acerca  de  la  Fábu-- 
la  ,  o  de  los  Actores  ;  lo  qual  no  era  esencial  al 
argumento  j  ni  hacía  falta  ,  siempre  que  la  Come- 
dia tuviese  sin  é!  la  integridad  de  Acción  que  ne- 
ceíariamente  se  requiere. 

6  Tampoco  se  considera  el  Coro  como  parte 
indispensable  de  la  Coiiiedia  ^  pues  ainque  en 
su  origen  fué  (como  dice  Evantriio)  toda  ella  Co- 
ro ,  y  cantada  como  la  Tragedia  ,  se  fueron  au- 
mentando despi:es  poco  a  peco  los  Actores  ;  y 
disminuyendo  con  el  numero  de  ellos  el  del  Coro, 
llegó  éste  á  faltar  enteramente  ,  con  especia'idad 
en  la  Comedia  Nueva.  Bien  que  la  principal  cau- 
ca de  omitirse  en  los  teatros  ,  fué  porque  los  Es- 
pectadores se  sallan  al  empezar  el  Coro  ;  y  así 
los  Grie¿',os  le  omitían  en  la  Scena  ,  aun  qu?ndo 
el  Poeta  lo  hubiese  escrito  ,  como  solia  escribirle 
Menandro.  Pero  los  Cómicos  latinos  no  se  cansa- 
ron en  escribir  lo  que  no  habia  de  tener  uso  en 
el  teatro. 

7  Mas  aun  qnando  habia  Coro  j  y  se  cantaba 
en  la  Comedia  Griega  ,  no  por  eso  era  como  las 
que  aquí  llaman  Zarzuelas  ^  porque  en  estas  unas 
veces  decian.an,  y  otras  cantan  unes  mismos  Ac- 
tores j  y  tn  la  Griega  no  era  así.  Esto  de  esiar 
hablando  un  Actor  ,  y  en  el  momento  inmedia- 
to ,  quando  menos  se  espera  ,  cantar  ,  y  luego 
volver  á  su  primera  declaiiiacion  ,  me  parece  co- 
sa muy  irregular  ,  y  fuera  de  lo  que  dicta  la  ra- 
zón ,  y  el  bnen  gusto.  Yo  bien  creo  que  la  Músi- 
ca y  el  Canto  imitan  no  menos  que  la  Poesía, 
cada  cosa  segun  su  modo.  Pero  no  encuentro  esta 
imitación  en  las  Zarzuelas  ;  lo  que  encuentro   es 

un 


14*  INSTlTUClOTfES  POETlCyíS. 

un  remedo  de  Jocura  ,  viendo  á  un  hombre  ó 
mugar  que  está  hablando  con  mucha  forniaiiJad, 
y  que  luego,  sin  qué  ni  para  qué,  se  pone  á  can- 
tar. Esto  no  es  poner  en  la  debida  y  propoicio- 
nada  unión  ,  ó  acompañamiento  las  facultades 
imitadoras  de  Poesía  ,  Música  y.  Canto  ,  expre- 
sando los  afectos  de  manera  que  vengan  los  prin- 
cipios ,  medios  y  fines  enlazados  con  la  naturali- 
dad que  requiere  la  Fábula  ,  sin  que  quando  me- 
nos se  piense  se  escape  la  Música  y  Canto  por 
un  lado  ,  y  la  Poesía  por  otro  ,  hasta  que  se  vuel- 
van á  juntar  por  el  mismo  motivo  que  tuvieron 
para  desunirse.  Semejante  especie  de  función  Tea- 
tral (en  mi  dictamen  defectuosa)  dicen  que  tuvo 
su  origen  en  la  Real  Casa  de  Campo  que  se  lla- 
ma la  Zarzuela  ,  de  donde  tomo  el  nombre  en  el 
Reynadú  ee  Felipe  IV.  inventada  entonces  acaso 
sin  otro  fin  que  el  de  divertirse  privadamente 
con  la  mezcla  de  Representación  ,  Música  y  Can- 
to ,  para  gozar  un  poco  de  cada  cosa  de  por  sí 
No  discurro  tenga  esta  invención  otra  ventaja 
que  la  de  mostrar  con  la  e.xperiencia  ,  que  la 
Poesía  Castellana  es  tan  á  proposito  como  la  de 
otra  qualquiera  Lengua  ,  para  acompañarse  con  la 
Música  ,  y  servir  al  establecimiento  de  una  Opera 
Española  de  superior  mérito  que  la  Francesa  ,  cu- 
yo lengiiage  no  puede  ser  por  su  índole  tan  ar- 
monioso como   el  Castellano. 

8  Acerca  del  aparsto  del  teatro  ,  y  variedad 
de  vestiduras  de  los  Actores  Cómicos  antiguos, 
y  sobre  los  instrumentos  y  género  de  Muíica  ea 
los  Coros  ,  ó  en  los  intermedios  ,  no  nos  parece 
preciso  detenernos  aquí  ,  quando  lo  mas  importan- 
te se  explicó  arriba  i  y  lo  que  faltó  ,  además  de 
no  importar  mucho  ,  se  halla  á  cada  paso  en  los 
comentadores  de  los  Cómicos  latinos  ,  y  en  el 
discurso  preliminar  de  Donato  á  las  Comedias  de 
Terencio ,  o  fragmentos  sobre  la  Comedia  y  Tra- 
gedia. 

SEC- 


Z  I  S  R  o     IV.  143 

SECCIÓN     IV. 

Del  Fin  de   la  Comedia, 


1  JkLíl  Fin  de  la  Comedia  no  es  otro  que  el 
de  representar  exemplos  de  la  vida  privada  ,  pa- 
ra que  cada  uno  corrija  sus  defectos.  Para  lograr 
«n  fin  tan  bueno  ,  se  vale  de  los  medios  que  no 
tiene  una  severidad  filosófica ,  que  son  la  risa  y 
burla.  ¿Qué  duda  tiene  que  la  risa  suele  ser  un 
azote  mas  temiblejque  la  reprehensión  para  los  hom- 
bres ridículos  j  y  medio  mas  eficaz  que  los  discur- 
sos y  raciocinios?  Acaso  tendríamos  aun  en  esti- 
mación los  libros  de  Caballería  ,  si  no  los  hu- 
biera ridiculizado  con  sus  aventuras  Don  jQuixote. 
La  jactancia  de  un  nacimiento  hidalgo  ,  pero  des- 
tituido de  prendas  nobles  ,  se  ha  disminuido  con 
las  ridiculeces  del  Domine  Lucas.  Los  defr-ctos 
que  hacen  la  iVIateria  cómica  ,  son  ó  deben  ser 
tales  ,  que  no  se  deban  castigar  con  las  penas 
graves  de  las  leyes.  No  queda  ,  pues ,  mejor  re- 
curso que  el  de  la  risa  y  desprecio  ¡  para  corre- 
girlos y  sofocarlos. 

2  Por  todo  lo  dicho  hasta  aquí  se  ve  clara- 
mente la  diferencia  que  hay  entre  la  Tragedia 
Heroyca  y  la  Comedia.  Lo  primero  ,  la  Tragedia 
Heroyca  se  vale  de  Materia  verdadera  ^  la  Co- 
media la  inventa.  Ut  Tragicus  disponit  (dice  Hein- 
sio  citado  arriba)  ita  quoque  Ccmicus  invenit  j  al- 
ter  enim  accipit  ab  aliis  ;  alter  ipse  sibi  dot, 
quod  diíponenduní  est.  Lo  segundo  ,  las  personas 
de  la  Tragedia  son  ilustres  j  las  de  la  Comedia 
particulares  de  mediana  fortuna.  Lo  tercero  ,  los 
afectos  Trágicos  son  vehementes  ;  los  Cómicos 
suaves  ,  y  lejos  de  peligros  que  causen  terror.  Lo 

quar- 


144  ITírSTITUCIÓKrES  fOETlC^S. 

qiiarto  ,  el  éxito  de  la  Tragedia  es  funesto ;  el  de 
la  Comedia  alegre.  Lo  quinto  ,  en  la  Tragedia  se 
representa  la  vida  inquieta  y  turbulenta  ,  que  de- 
be huirse  j  y  en  la  Comedia  la  quieta  y  tranqiii- 
Ja  ,  que  es  dulce  y  menos  expuesta.  Últimamen- 
te ,  el  estilo  de  la  Tragedia  es  grande  ,  sublime, 
y  dictado  de  Melpon.ene  ,  que  trágico  proclamat 
tnceyfa  hoattt  j  y  el  de  la  Comedia  ,  familiar  ,  pe- 
ro terso  ,  festivo  ,  y  ñorido  ,  como  dictado  de 
Thalia  ,  que  siempie  fiorece  con  gloria  de  los 
Poetas. 

3  Habiendo  ya  tratado  de  los  Dramas  mas 
insignes  ,  parece  que  correspondía  tratar  ahora 
de  la  Egltga  ,  por  ser  tanibien  Poema  Dramá- 
tico antiguo.  Pero  atendiendo  á  que  puede  no 
5erlo  ;  y  á  que  este  lugar  le  destinaa.os  para  las 
Poesías  de  teatro^  dt-xamos  la  Égloga  para  quan- 
do  hubiéremos  de  hablar  de  los  Poemas  nienoreSy 
y  pasaremos  á  decir  alguna  cosa  de  la  Opeyu  que 
tanto  lugar  se  ha  merecido  en  los  Teatros  mo- 
dernos ,  y  en  la  estimación  del  Abate  Español, 
el  Señor  Don  Es'evan  de  ^irteaga  ,  quien  por 
su  fondo  de  filosofía  ,  sutileza  ,  y  erudición  se 
puede  llamar  el  Aristóteles  del  Melodrama.  Lo 
poco  que  aquí  diré  ,  será  todo  recopilado  de  la. 
obra  Le  Rivo/uzioni  del  Teatro  Musicaie  de  di- 
cho Autor  ,  repartida  en  tres  tomos  ,  á  Ir!  qiial 
remitimos  á  los  que  deseen  enterarse  por  exten- 
so ^  pues  la  brevedad  que  intento  en  estas  Insíi- 
tuciones  ,  solo  me  permite  dar  ¡dea  de  ¡a  natura- 
leza de  la  Opera  ,  en  quanto  los  principiantes, 
para  quienes  se  escriben  ,  no  ignoren  su  esencial 
constitución. 


CA- 


CAPITULO    QUINTO. 

T)el  Melodrama  ú  Opera. 
SECCIÓN     PRIIVIERA.    ' 

Definición  de  la  Opera, 

I  JLj?a  palabra  Opera ,  en  el  sentido  en  que 
generalmente  se  usa  ,  nos  hace  formar  una  idea 
coiTijiuesta ,  que  significa  ^'gregado  de  Poesíüy 
Música  y  Lecüraciun y  y  Pantomnia.  Esta  última, 
como  que  solo  suele  servir  en  los  intermedios  de 
la  Opera  ,  no  es  parte  esencial  de  ella  ,  sino  in- 
cidente extraño  ,  que  no  entra  en  su  furmal  cons- 
titución. Pero  las  otras  tres  cosas  se  unen  entre 
sí  tan  intimamente  ,  que  no  puede  considerarse 
una  sin  que  se  consideren  las  o^ras  ^  ni  compre— 
hendérsela  naturaleza  del  Mt;iodrama  sin  la  unión 
de  todas  tres.  Por  lo  qual  nada  diremos  del  Bay- 
le  ,  y  nos  ceñiremos  á  las  otras  tres  partes  cons- 
titutivas de  la  Opera  ,  cuya  definición  nos  abrirá 
el  camino  ,  para  descender  á  su  análisis. 

2  Defínese  ,  pues  ,  la  Opera  una  Inñíacion  ó 
representación  teatral  de  una  acción  ,  con  el  fin 
de  ap-:Ovechtír  deleytando  al  ánin.o  ,  á  la  imagina-' 
cion,y  al  oído.  La  acción  puede  ser  vulgar  y  co- 
mún ,  como  en  ia  Comedia  j  o  ilustre  y  grande 
como  en  la  Tragedia.  De  aquí  nace  la  distinción 
de  la  Opera  en  Bufa  y  Serta.  Pero  lo  que  la  lia- 
ce  diferenciar  de  la  Comedia  y  Tragedia  ,  es  la 
qualidad  de  deleytar  no  solo  al  ánimo,  sino  tam- 
bién á  la  imaginación,  y  al  oído.  Y  esta  es  ia  ra-< 
K  5,0  n 


14*5  rivsTiTvcioivES  poetices: 

zon  porque  no  puede  menos  de  acompañarse  de  la 
Poesía  ,  del  Canto  ,  de  los  Instrumentos  músicos j 
y  de  !a  Decoración.  De  esta  unión  de  cosas  re- 
sulta un  Todo  Dramático  ,  o  la  Opera  ,  que  tiene 
sus  leyes  propias  y  peculiares  ,  como  las  tienen 
la  Comedia  y  la  Tragedia  :  las  que  explicaremos 
tratando  de  su  Materia  y  Forma ,  o  Disposi- 
ción   artificiosa. 

SECCIÓN    II. 

De  la   Materia   de   la   Opera, 


1  iOiendo  la  Opera  un  todo  ,  que  resulta  de 
j>artes  pertenecientes  á  distintas  facultades  y  pro- 
fesores j  debe  cada  uno  de  estos  contribuir  con  la 
parte  que  le  toca ,  y  suministrar  la  materia.  El 
Poeta  tiene  tres  cosas ,  mover  ,  pintar  ,  é  ins- 
truir :  y  así  debe  concurrir  con  Poesía  afectuosa, 
y  patética  ^  con  pintoresca,  y  llena  de  imágenesj 
y  con  la  que  haciéndonos  conocer  la  belleza  in- 
telectual ^  y  la  belleza  fisica ,  nos  conduce  al 
amor  y  conocimiento  de  la  belleza  moral. 

a  El  Músico  no  tiene  mas  que  dos  cosas  ,  la 
una  como  fin  principal  ,  que  es  mover  j  y  la  otra 
como  fin  secundario  ,  que  es  pintar  :  conque  solo 
con  esas  dos  cosas  debe  contribuir  á  la  materia 
de  la  Opera  ;  con  la  primera  para  acompañar  á 
la  Poesía  en  sus  afectos  j  con  la  segunda  ,  para 
acompañarla  en  las  imágenes  de  los  objetos  físi- 
cos ,  ya  sean  alegres,  ya  tristes,  ya  terribles, 
como  truenos  ,  batallas ,  &c.  De  instrucción  nada 
puede  dar  ^  porque  los  sonidos  forman  imágenes, 
pero  no  ideas.  Y  así  en  la  parte  de  instrucción  no 
puede  el  Músico  agregar  algo  que  acompañe  á  Ja 
Poesía  j  por  lo  qual  deberá  ésta  ser  mas  lírica  que 

di- 


LIBRO      JV.  I^^J 

di'dascálica  ;  mas  pintoresca  ,  que  narrativa  :  y  ce- 
der á  la  necesidad  del  Músico  que  no  puede  se- 
guir en  esta  parte  al  Poeta,  sino  con  un  ruido 
monótono,  que  si  dura  mucho,  engendra  fastidio, 
como  sucede  en  los  recitados. 

3  El  Decorador  es  un  dependiente  de  los  otros 
Profesores  ^  y  por  tanto  no  le  toca  otra  cosa ,  que 
contribuir  con  el  aparato  y  decoraciones  que  exija 
la  Poesía  y  la  Música  ,  que  van  siempre  uniformes. 

4  De  lo  dicho  se  infiere  que  el  Poeta  no  ha 
de  suministrar  para  materia  de  la  Opera  ar- 
gumentos de  razonamientos  largos  ,  y  reflexiones, 
que  son  del  género  instructivo  ,  á  que  no  alcanza 
la  Música  ,  que  en  la  Opera  es  esenciaiísima  ;  si- 
no argumentos  patéticos  y  llenos  de  imágenes  j  y 
letras  breves  ,  enérgicas  ,  sin  amplificaciones  ,  y 
otros  adornos  m..s  propios  de  la  declamacioa 
Trágica  ,  que  del  Melodrama.  A  esto  se  reduce 
la  Materia  de  la  Opera.  Veamos  ahora  su  Forma 
ó  disposición  j  la  qual  se  conocerá  fácilmente  con 
solo  hacer  una  explicación  mas  clara  y  circuns- 
tanciada de  los  puntos  que  dexamos  tocados  en 
la  presente  Sección. 


SECCIÓN    III. 


De  la  Forma  de  la  Opera. 

I  JLjfa  unión  de  la  Música  con  la  Poesía  as 
el  primer  constituvo  de  la  Opera  ,  y  el  carácter 
que  la  distingue  de  la  Tragedia  y  Comedia.  Ea 
estos  Dramas  la  Poesía  es  la  Señora  dominante  á 
quien  se  subordina  lo  demás  ^  pero  en  la  Opera 
la  Poe.sia  no  es  absoluta  Señora  ,  sino  compañera 
de  la   Música    y   Decoración.  Y  en    tanto  se  djrá 

K  a  bus- 


148  TT^STITUCION-ES  POÉTICAS'. 

buena  ó  mala  ,  en  quanro  se  adapte  mas  ó  manos 
al  genio  y  naturaleza  de  las  dos.  De  manera  que 
los  Argumentos  Poéticos,  que  no  son  á  proposito 
para  eacanrar  al  oído  con  la  suavidad  de  los  to- 
nos ,  ni  agradar  á  los  ojos  con  la  hermosura  del 
espectácuio  ,  deberán  excluirse  de  la  Opera  j  co- 
mo al  contrario  deberán  enirar  en  su  Forma  los 
que  en  sí  reúnen  las  dichas  qiialidades.  Pero  así 
como  la  Música  se  reputa  comunmente  por  parte 
la  mas  esencial  del  Melodrama,  y  de  ella  toma 
la  Poesía  su  mayor  fuerza  y  gracia  ,  así  también 
las  mutaciones  introdu<:idas  por  la  misma,  for- 
man   el  carácter  principal  de  la  Opera. 

a  De  la  unión  dicha  no  resulta  un  todo  in- 
verisímil y  como  juzgan  algunos,  que  tienen  por 
extravagancia  el  que  los  Héroes  y  Heroínas  se 
alegren  ,  se  enejen  ,  se  hablen  ,  y  se  digan  sus 
razones  cantarjdo.  Esto  verdaderamente  seria  un 
absurdo ,  si  se  tomase  al  natural.  Pero  ilo  debe 
tomarse  asi  ^  pues  la  Opera  (lo  mismo  que  las 
otras  producciones  de  las  arles  imitadoras)  no  tie- 
ne por  objeto  propio  lo  verdadero  ,  sino  la  imi- 
tación de  elio  ^  y  eso  no  simple  y  desnudamente, 
según  es  en  sí  ,  sino  con  cierta  hermosura  y  per- 
fección ^  como  sucede  á  un  diestro  Pintor  ,  qual 
era  Zeuxis  ,  quien  queriendo  retratar  á  la  hermo- 
sa Elena,  y  no  haliar.do  en  el  natural  algún  mo- 
delo que  igualase  á  la  sublime  idea  de  perfección, 
que  él  había  delineado  en  su  mente  ,  fué  reco- 
giendo de  varias  jóvenes  hermosísimas  los  rasgos 
mas  perfectos  ,  con  los  que  luego  formó  un  todo, 
que  no  existia  sino  en  la  mente  del  Pintor.  El 
Trágico  y  Cómico  hacen  lo  mismo ;  imitar  á  su 
modo  ^  es  á  saber  ,  con  el  verso  y  esíiio  poético, 
sin  que  esto  se  tenga  por  extravagancia  j  pues  de 
otra  manera  seria  preciso  que  Zazda  ó  Xaira  ha- 
blase en  Arábigo  y  no  en  Francés  o  Ca.stellanoj 
en  prosa  coniuii ,  y  no  en  versos  Alexandrinos  ,  o 
romance  Endecasílabo.  Asi ,  pues  ,  la  Priusica  imi- 
ta 


1.1  S  R  o    1  It.  149 

ta  el  natural  á  su  modo  ^  esto  es  ,  con  el  canto 
y  tono.  Y  mediante  el  tácito  consentimiento  que 
interviene  entre  los  oyentes  y  el  M Ubico  .  nu  es 
menos  verisímil  el  ItDguage  de  la  Música  que  el 
de  los  versos  del  Poeta  ,  y  la  (oloracion  da  colO' 
res  del  Pintor  ^  supuesto  que  los  objetos  quú  imi- 
ta la  Música  existen  en  la  natur.'lcra  ,  como  exis- 
ten los  del  Poeta  y  el  Pintor  que  recoge  colores 
y  gracias  realmente  existentes  ,  aunque  separadas; 
pero  cuya  unión  es  veñsímil.  Con  que  el  repro- 
bar la  verisimilitud  en  la  imitación  de  la  Música, 
es  reprobar  la  misma  Música  ,  solo  porque  es 
Música. 

3  Sentado  el  fundamento  ,  ó  establecida  la 
primera  regla  de  la  Forma  y  constitución  de  la 
Opera  ,  pasaremos  á  examinar  hs  mutaciones  que 
deten  rmultar  di  la  unión  íntivia  ,  que  ya  supone- 
mor ,  t¿e  la  Poesía  y  de  la  Música  en  un  todo  Dra- 
mático. En  la  declaración  de  este  punto  consiste 
la  mas  perfecta  inteligencia  ,  é  individual  cono- 
cimiento de  la  intrínseca  constitución  del  Melo- 
drama :  y  para  esa  declaraf^iün  es  meneiier  exa- 
minar las  relaciones  que  hay  entre  las  dos  fa- 
cultades. 

4  Ya  se  dixo  en  la  antecedente  Sección  que  el 
Poeta  tiene  por  objeto  tres  cosas  :  mover  ,  pintar^ 
é  instruir.  El  Poeta  mueve  de  dos  maneras  :  es  á 
saber  ,  directa  ó  indirectamente.  Mueve  directa- 
mente ,  descubriendo  en  los  objetos  las  circuns- 
tancias que  tienen  mas  inme  üata  relación  con 
nosotros,  y  que  por  conseqiiencia  despiei  tan  nues- 
tro interés  ,  puesto  que  ninguna  viva  pasión  pue- 
de nacer  de  nuestro  corazón  acia  objeto  que  nos 
sea  del  todo  indiferente.  Alueve  indirectamente^ 
moviendo  con  la  ritma  y  cadencia  poética  ,  y  con 
la  modulación  y  acento  natural  de  la  voz  ,  las  fi- 
bras internas,  á  cuya  acción  está  (digamos  asi) 
adherida  la  sensación.  Este  segundo  modo  es  el 
que  da  proporción  a    la  Poesía  para  acompañarse 

K  3  con 


IgO  IN-STITUClOI^nS    PO'ETICAS. 

con  la  Música  :  esta  propiedad  (que  hasta  cierto 
término  es  común  á  la  Eloqüencia  y  á  la  Poesía) 
no  es  otra  cosa  que  el  fundamento  de  la  melodía 
imitadora  ;  esto  es,  del  canto  :  de  que  también  se 
sigue  que  la  eficacia  y  poderío  de  la  Eloqüencia, 
sino  en  el  todo  ,  á  lo  menos  en  gran  parte  pende 
de  la  qualidad  musical  del  ¡enguage  ,  ó  del  encanto 
de  ¡Oí  sonidos  diversamente  covihinados  en  el  nú- 
mero oratorio,  ó  en  la  pronunciación.  El  Poeta  ^¿w- 
ta,  !o  primero  ,  revistiendo  de  imágenes  materiales 
las  ideas  espirituales  y  abstractas.  Lo  segundo, 
recogiendo  las  bellezas  esparcidas  en  la  naturale- 
za ,  para  reunirías  en  un  solo  objeto.  Lo  tercero, 
con  metáforas ,  trasladando  aUernativamente  la 
propiedad  de  un  ser  á  otro  distinto.  Lo  quarto, 
cuidando  que  la  colocación  ,  pronunciación  ,  y  so- 
nido mismo  de  los  signos  arbitrarios  ,  que  son 
las  pfl/íj^rflí  j  expresen  bien  las  imágenes  menta- 
les ,  que  él  ha  creado.  También  consiste  en  et.tos 
modos  de  pintar  ,  otro  motivo  de  analogía  ,  y  pro- 
porción de  la  Poesía  con  la  Miisica  :  pues  qi;anto 
mas  se  acerca  la  expresión  poética  de  las  palabras 
á  la  naturaleza  de  las  cosas  ,  que  se  significan, 
tanto  nia.s  fácilmente  las  podrá  imitar  la  Mubica. 
El  Poeta  instruye ,  procurando  por  medio  de  la 
belleza  intelectual  y  de  la  belleza  física,  condu- 
cir los  hombres  al  conocimiento  y  amor  de  la  be- 
lleza mora!.  Como  la  instrucción  no  es  propiedad 
característica  y  constitutiva  de  la  Poesía ,  sino 
una  consequencia  ó  propiedad  dimanada  de  las 
otras  dos  j  por  eso  una  instrucción  desnuda  de 
afectos  y  de  imágenes  (esto  es,  sin  mover  ni  pintar) 
nada  se  conformarla  con  la  Poesía.  Lucrecio  es 
buena  prueba  de  esto  :  luego  que  pasamos  desde 
sus  episodios  gustosos  y  deleytables  á  lo  pura- 
mente didascálico  de  su  Poema  Filosófico  ,  nos 
cansamos  ,  y  sentimos  fastidiados^  Lo  mismo  su- 
cede con  otras  obras  ,  ó  Poemas  didascálicos  ,  mo- 
dernos de  Ingleses,  Franceses,  y  Españoles,  que 

so- 


Z  T  S  R  o     IV.  T^I 

solo  gustan  ,  quando  dan  en  un  movimiento  de 
pasión  o  en  alguna  imagen  ^  y  concluido  esto  ,  al 
instante  cansan.  Y  si  siempre  gust  ¡n  loí  Poemas 
didabcálicos  de  Virgilio  y  de  Vaniere  ,  es  porque 
en  ellos  todo  es  alma  ,  todo  delicadeza,  tocio  ii^iá- 
genes.  Pero  son  pocos  los  Virgilios  y  Vanieres, 
aunque  son  muchos  los  Poemas  Filosóficos  o  Di- 
dascálicos. 

5  De  las  tres  cosas  qne  vemos  tiene  la  Poe- 
sía ,  solas  dos  se  propone  la  Música  :  una  como 
fin  principal  ,  que  es  mover  :  y  otra  como  fin  sub- 
alterno ó  secundario  ,  que  es  pintar.  La  Música 
mueve  ,  lo  primero  ,  imitando  con  la  melodía  de 
la  voz  las  interjeciones  ,  suspiros  ,  exclamacio- 
nes ,  acentos  ,  y  las  inílexiones  del  modo  común 
de  hablar  ,  con  qu-j  se  despiertan  las  ideas  que 
fueron  principio  de  los  afv  ctos.  Lo  segundo ,  re- 
cogiendo y  juntando  las  inflexiones  que  ordinaria- 
mente se  hallan  esparcid. s  en  la  voz  afectuosa, 
y  reuniéndolas  en  un  canto  continuo  ,  que  es  lo 
que  56  llama  sujeto.  Lo  tercero  ,  buscando  con 
los  sonidos  armónicos  ,  con  la  mt-dida  ,  con  el 
movimiento,  y  con  la  melodía  aqui;llos  nervios 
físicos  que  están  en  calma,  ios  quales  moviéndose 
con  una  cierta  ,  aunque  inexplicable  ley  ,  nos  im- 
pelen al  odio  ,  ai  amor  ,  á  la  ira  ,  al  gozo  ,  á  la 
tristeza  ,  &c.  La  Música  pinta  ,  lo  primero  ,  imi- 
tando con  el  ruido  de  los  instrumentos  de  la  rit- 
ma musical ,  diestramente  arreglados  ,  el  sonido 
material  de  los  objetos  físicos  ,  que  son  capaces 
de  obrar  en  nuestro  ánimo  ,  quando  los  percibi- 
mos en  la  naturaleza  ^  como  lo  hace  quando  ex- 
presa la  función  de  una  batalla,  o  el  estallido  de 
los  truenos  de  una  terapestad.  Lo  segundo,  avi- 
sando con  la  melodía  las  sensaciones  que  en  no- 
sotros producen  las  imágenes  de  los  objetos  ,  q'ic 
por  carecer  de  sonido  ,  no  caen  baxo  la  estera  de 
la  Música  :  como  en  no  pudiendo  significar  el  se- 
pulcro de  Niao,  el  olor  de  las  llores  ,  ó  cosas 
K  4  se- 


Ic{2  IJVSriTl'!'I(ÍA-nS   POÉTICAS. 

semejantes  ,  que  pertenecen  á  otros  sentidos  ,  y 
no  al  oido  ,  el  Músico  en  su  lugar  representa  ei 
efecto  que  produce  en  nosotros  la  vista  melancó- 
lica de  aquel  Mauseolo  ,  ó  la  agradable  Imgui— 
dez  que  ocasionan  las  flores  olorosas.  Lo  tercero, 
excitando  por  medio  del  oido  movimientos  análo- 
gos á  los  que  en  nosotros  excitan  los  demás  sen- 
tidos :  como  qnandc  el  Músico,  queriendo  expre- 
sar el  tranquilo  repeso  de  uno  que  duerme  ,  ó  la 
soledad  de  la  noche  ,  y  el  silencio  raagestuoso  de 
la  naturaleza  en  medio  de  ella ,  trueca  (digámoslo 
•asi)  los  ojos  en  oidos ,  y  nos  representa  la  suspen- 
sión y  tácito  pavor  de  que  se  halla  comprimido 
el  Espectador  al  conlentpiar  dichos  objetos.  Se- 
ria cosa  prolixa  ,  y  no  muy  esencial  á  nuestro 
propósito  ,  el  averiguar  aquí  el  modo  con  que  los 
sonidos  exercen  su  operación  sobre  la  máquina  de 
nuestro  cuerpa;  y  la  relación  íntima  que  hay  en- 
tre la  vista  y  el  oido,  relación  anteriormente  co- 
lumbrada por  la  experiencia ,  y  después  ilustrada 
por  Newton.  La  instrucción  directa  de  ningún  mo- 
do (como  diximos  en  la  anterior  Sección)  toca 
á  la  Miisica  ;  porque  siendo  su  destino  hablar  á 
los  sentidos  ,  y  por.  medio  de  ellos  al  corazón  ;  y 
lio  pudiciido  exercer  su  actividad  por  otra  via  que 
por  la  ael  movimiento  :,  no  tiene  de  consiguiente 
medios  para  llegar  hasta  las  ideas  universales  y 
ábf.tractas.  Los  sonidos  no  son  mas  que  sonidos: 
ellos  causan  sensaciones  ,  y  forman  imágenes,  pero 
no  ideas  :  esto  es  ,  mueven  y  pintan  ^  pero  no  im— 
fruyen  derechamente.  Ni  la  Música  puede  acom- 
pañarse con  las  sensaciones  instructivas  de  la  Poe- 
sía ,  no  siendo  con  la  viva  expresión  de  un  canto 
imitador,  siguiendo  siquiera  ccn  la  medida,  con 
el  paso,  y  con  el  tiempo  el  tono  general  del  dis- 
curso ,  con  ta!  que  los  versos  qoe  se  acompa- 
fían  ,  no  tengan  sonido  tan  áspero  y  tosco  ,  que 
sean  ineptos  para  el  canto  ,  y  por  consiguiente  no 
sean  dramáticos  :  por  exemplo  los  siguientes. 

„Co- 


ZIBRO     IV.  3¿3 

j,Comíncia   il   regno 

„Da  te  medesnió  :  i  desiderj  tuoi 

,,S¡ano  i  prini.i  vassalli  :  onde  i  soggetti 

„Abbiano  in  chi   coinanda 

„L'  esempio  d'    ubbidir.    Sia    quel  che 

„dei, 
jjNon  quel  che  puoi  delP  opre   tiie    m¡- 

„£Ura. 
5,11  puhblico    procura 
,,Piu  che  ¡1  tuo  ben.  Fa  che  in  te  s'ami 

„il  pndre, 
,,Non  si    tema   il  Tirano.   E'    de'  reg- 

j.naiiti 
,,Mal  sicuro  cnstode 
5jL"  aitrui  time  re. 

Si  bien  la  Música  no  señala  el  significado  ,  su- 
puesto que  en  estos  versos  nada  se  halla  de  iiiia- 
gi-;acion  ni  de  afectuoso  ,  puede  no  obstante  dar 
con  la  melodía  natural  in?.yor  fuerza  y  aumento 
á  ias  varias  pausas  y  modulaciones  de  la  voz.  Pe- 
ro i:omo  no  tiene  la  necesaria  disposición  intrínseca 
p?ry  su  expresión  ,  sucede  ,  que  á  poro  que  dure 
el  recitado,  se  convierte  en  un  rumor  nada  sig- 
riíií.ntivo  ,  que  tiene  la  exterior  apariencia  de 
Mii.-.ica  ,  sin  haber  allí  espíritu. 

6  De  esta  comparación  de  la  Prúsica  con  la 
Foesja  resultan  dos  observaciones  muy  del  caso. 
1,3  primera,  que  la  Miísica  es  mas  pobie  que  la 
Poesi.'i  j  porque  la  Música  está  limitada  al  cera- 
zon  j  al  oido  ,  y  en  cierta  manera  á  la  imaírina- 
c:op.  ;  y  la  Poesía  se  extiende  al  corazón  ,  al  oido^ 
á  la  imaginación  ,  á  la  razón  ,  y  al  espíritu.  E.n 
re.iarciiniento  de  esto  la  P.'Iúsica  es  mas  expresiva 
que  la  Poesía  ^  porque  imita  los  signos  no  articu- 
lados ,  que  son  el  lenguage  natural  y  y  por  con- 
siguiente el  mas  enérgico  :  y  los  imita  por  n;a- 
dio  de  los  sonidos ,  los  quales  porque  obran    íisi- 

ca 


Ig4  I  INSTITUCIÓN  ES  TOV.TICAS. 

camente  en  nosotros  ,  son  mas  á  propósito  para 
lograr  su  efecto  ,  que  los  versos  ,  los  quaies  de- 
pendiendo de  las  palabras  (que  son  unos  signos 
arbitrarios)  y  Jiablando  únicamente  á  las  poten- 
cias interiores  del  alma  ,  tienen  ,  para  ser  agra- 
dables ,  necesidad  de  un  sentido  mas  exquisito  y 
delicado.  De  aquí  es  que  una  IVLúsica  sencilla  ge- 
neralmente mueve  mucho  mas  que  una  bella  com- 
posición Poética.  La  otra  observación  es  ,  que  la 
Poesía  htcha  para  acompañarse  con  la  Muíica, 
debe  revestirse  de  las  qualidaJes  que  ésta  requie- 
re, y  desechar  todas  las  otras  :  circunbtancia  que 
se  hace  tanto  mas  neceíaria ,  quanto  la  lengua 
fuere  menos  musical.  Porque  ¿qué  cosa  imitarla 
]a  Música  en  un  lenguage  privado  de  armonía,  si 
]a  Poesía  no  le  suministrase  imágenes ,  ni  sen- 
timientos ? 

7  Lo  dicho  hasta  aquí  nos  allana  el  camino 
para  conocer  las  mutaciones  que  deben  resultar  de 
la  unión  íntima  de  la  Poesía  y  de  la  Música  en  un 
todo  Dramático  ;  que  es  el  punto  que  propusimos 
averiguar. 

Si  la  Poesía  debe  atemperarse  ,  y  seguir  la  ín- 
dole de  la  iVIusica  :  y  si  ésta  no  puede  expresar 
sino  los  objetos  oue  contienen  pusion  ó  pintura, 
se  infiere  que  la  Opera  debe  principalmente  ver- 
sarse sobre  argumentos  que  abunden  de  la  una  y 
de  la  otra  ;  y  desechar  aquellos  que  trayendo  con- 
sigo discusiones  molestas  ,  razonamientos  largos, 
y  reflexiones  ,  pertenecen  enteramente  al  género 
instructivo  ,  de  que  no  es  capaz  la  Miioica  Y  así 
tenemos  otra  regla  en  esta  qualidad  esencial  ,  que 
distingue  la  Opera  de  la  Tragedia  y  Comedia. 
Estas  ,  no  sujetándole  á  las  leyes  de  la  Música, 
pueden  aprovecharse  mas  de  las  ventajas  de  la 
Poesía,  por  las  quales  no  las  son  impropios  los 
diálogos,  discursos  ,  negocios  políticos,  y  cosas 
á  este  tenor,  con  tal  que  vengan  á  propósito  y 
sean  agradables.  La   primera  Scena   del    Pompcyo 

ce 


Z  I  S  R  o      IV.  Ig^ 

de  Cornelio  es  de  singular  b-Jleza  en  aquella 
Tragedia  ^  pero  si  la  quisiésemos  trasla- 
dar á  la  Opera  ,  cansaria  y  fastidiaría  á  los 
oyentes. 

8     De    aquí   es   que  la    progresión  del   Drama 
para  Opera  debe  ser  rápida  ;    pues   si  el   Poeta  se 
engolfa   en    pualos  demasiadamente  circunstancia- 
dos ,  la  Miüica   no  puede    sino  muy    tarde    arri- 
bar   á  aquellos    momentos  de  execucion   y  de  in- 
terés ,    en  que  ella  pri.icipalmente  sobresale.    De 
Jo  qual   nacen    dos    inconvenientes  :    el    primero, 
que  siendo  el  íenguage    de    ia  Música  muy    vjgo 
y  genérico  ,  y     por  consiguiente     debiendo    para 
individualizar  el  objeto  que  intenta  exprtsar,  ha- 
cer largos  rodeos  ,  y  pasar   por  multitud  de  notas, 
vendria  la   acción  á  ser  de  una  languidez  y    frial- 
dad insufrible  ,  si   el  Poeta    no  se    tomase  el   cui- 
dado de  cortar  las   menuciercias    o    circunstancias 
nimias.  El  segundo  inconveniente  es  ,  que   las  ta- 
les menudencias  ,  por  estar   destituidas  de  fuego  y 
energía,  no  pu:lieran  acompañarse  sino  de  una  mo- 
dulación   insignificante    y  confusa ,  que    no    diese 
alma  á  las  palabras.  Un  tránsito  fácil  y  pronto  de 
situación    á  situación  ^    un   ahorro  de  circunstan- 
cias menudas  y    ociosas  j    una    serie   artificiosa- 
mente combinada  de  Scenas  vivas  é    interesantes^ 
una  economía  de   razonamiento  que   sirva  (digá- 
moslo así)    como   de    texto  ,    sobre  el  qual    haga 
después     la   Música    su   comento  ,   son     las    co- 
sas  que  el  Poeta    Dramático  debe   suministrar    al 
Compositor    Músico  ^  y  dexando   para  el    Cómico 
y  Trágico    las   amplificaciones   de  las    palabras    y 
lento  desenredo  de  los  lances  ,  aténgase  á  la  pre- 
cisión de  los    afectos  ,  y   á  la   facilidad  y  rapidez 
de  Ja  trama.  Merope  en  la  Tragedia  Francesa  de 
su  título  hace  un  largo  y   eloqücnte  discurso,  pi- 
diendo á  Polifonte    que  la   sea  restituido  su    hijo. 
Una  Madre  introducida  por  Metastasio  en    «.cnic— 
jantes  circunstancias,  dexando  á  un  lado  las  am- 

pli- 


Jtí,6  IN-STITUCIONES    POETICES: 

pliiicaciones  retoricus  ,  se  explica  asi  en  poquísi- 
mas y  enérgicas  palabras. 

jjRendimi  11  flglio  mío: 
,,Ahi !  mi  si  spezza    il  cor  : 
,,Non    son  piü   madre,    oh  Dio! 
,,Non  ho  piü  figlio. 

Veis  aquí  un  exemplo  de  la  precisión  y  laconis- 
mo ,  que  exige  el  Melodrama.  Solos  estos  quitro 
versos ,  acon.pañaáos  del  movimiento  y  viveza 
que  reciben  de  una  Música  buena,  harían  (como 
reiiexiC'na  sabiamente  Grimni  en  su  discurso  so- 
bre la  Poíisia  Lírica)  un  efecto  que  sorprehendiese 
los  ánimos  de  los  oyerites  mucho  mas  que  la  Sce- 
na  trágica ,  y  artificiosa  de  la  Merope. 

9  Por  la  misma  razón  ,  una  trama  demasiado 
complicada  ,  no  se  corif^'rniaria  bien  con  !a  natu- 
raleza del  Drama  de  la  Opera.  La  Música  ,  para 
que  baga  efecto ,  necesita  de  ciertos  intervalos, 
que  dexen  lugar  á  la  expresión  ^  á  no  ser  así, 
corriendo  coa  demasiada  velocidad  por  las  diver- 
sas notas  ,  se  confurden  con  ellas  los  pasages  ,  y 
se  desperdicia  la  armonía.  Por  lo  qna!  si  se  la 
junta  una  Poesía  excesivamente  cargada  de  inci- 
dentes ,  el  atropel'amiento  de  ellos  hace  que  la 
una  no  vaya  de  acuerdo  con  la  otra  ,  y  que  ia 
iVlasica  no  pueda  contraseñar  las  situaciones  que 
Ja  suministra  la  Poesía.  Veis  aquí  otra  regla  en 
este  distintivo  mas  de  la  Opera  ^  es  á  sabjpr ,  la 
simplicidad  y  rapidez  del  argumento. 

10  Demás  de  esto  la  dependencia  de  la  Poe- 
sía con  relación  á  la  Música ,  induce  una  muian-- 
za  no  pequeña  en  el  estilo  ;  el  qual  en  la  Come- 
dia y  Tragedia  debe  ser  puramente  DramátirO'y 
y  en  la  Opera  Dramático- lírico.  Para  que  mejor 
se  entienda  esta  diferencia  ,  es  necesario  volver  á 
subir  hasta  los  pi  incipios.  El  canto  es  una  expre- 
sión natural  de  los  afectos  del  ánimo  ,  inipiraios 

por 


Z  I  B  R  o      IV.  I^Y 

por  el  instinto,  según  nos  son  inspiradas  las  otras 
señales  exteriores  de  dolor  ,  gozo  ,  tristeza  ,  -ie- 
leyte  ,  esperanza  ,  y  temor  ,  con  la  circunstancia 
de  que  cada  una  d¿  estas  pasiones  tiene  su  parti- 
cular signo  que  la  expresa  ,  quando  el  canco  las 
expresa  todas  sin  dilerencia.  El  canto  ,  pues  ,  su- 
pone agitación  en  el  ánimo  ,  asi  como  la  supo- 
nen las  lágrimas  y  la  risa  :  y  es  tanto  mas  gran- 
de la  conmoción  ,  quanto  mas  vivo  y  recalcado  es 
el  canto.  Por  eso  el  que  canta  está  de  algún  mo- 
do fuera  de  su  estaJo  natural  ,  como  se  dice  que 
lo  ebtan  los  hombres  agitados  de  alguna  pasión, 
ó  impensado  acontecimiento.  De  lo  quai  se  sigue, 
que  el  lenguage  que  corresponde  al  canto  ,  debe 
ser  distinto  del  común  :  esto  es  ,  debe  ser  tal, 
como  convendria  á  un  hombre  que  expresase  una 
no  ordinaria  situacior.  de  su  ánimo. 

II  Ahora  ,  pues  ,  este  enagenamiento  ,  agita- 
ción ,  ó  como  quieran  que  se  llame ,  ó  tiene  por 
objeto  cosas  que  interesan  vivamente  el  ccrazonj, 
ó  cosas  ,  que  hieren  la  imaginación  :  Si  lo  prime- 
ro ,  entonces  el  estilo  del  que  canta  será  pa1étt~ 
coy  afectuoso -^  Y  si  lo  segundo,  usará  el  que 
canta  de  un  iengüage  figurado  y  pintoresco,  que 
en  substancia  no  es  otro  que  el  lírico.  De  aquí  es 
que  el  estilo  figurado  y  translaticio  de  los  Poetas 
líricos  ,  por  mas  que  á  primera  vista  parezca  ex- 
traño ,  es  sin  embargo  muy  conforme  á  Ja  natu- 
raleza -^  pues  suponiendo  que  ellos  cantan  aquello 
que  dicen,  igualmente  se  supone  que  están  ab- 
sortos y  arrebatados.  El  canto  ,  pues  ,  es  el  len- 
guage de  la  ilusión  ó  encantamiento  :  y  el  que 
canta  se  ergaíia  á  sí  propio  ,  y  también  al  que 
escucha  ,  haciéndole  pensar  que  es  mayor  que 
los  dcm.as,  y  que  casi  se  ha  divinizado.  Para  mas 
disimular  este  engaño  (o  llámese  embeleso)  ^  ayu- 
da nnicho  Ja  Musita  instrumental  ,  la  qual  acom- 
pañada con  la  de  vez,  hace  mas  vehemente  y  du- 
rable la  admiración  o  encanto  j  y  entreteniendo  al 

oyen- 


IgS  IlfSTITVClONUS    POETlCjiS. 

oyente  con  su  dulzura  ,  h:..ce  que  persevere 
en  su  ilusión ,  así  conio  el  cinto  misterio* o  de 
Arminda  impedia  á  Reynaldo  conocer  que  esta- 
ba encantado.  La  eficacia  y  poderlo  de  nna  y 
otra  ,  para  despertar  ideas  grandes  ,  sublimes  ,  y 
extraordinarias  ,  se  ve  en  que  los  Profetas  sagra- 
dos antes  de  anunciar  los  vaticinios  que  Dios  les 
había  inspirado  ,  pedian  freqüentemente  un  ins- 
trumento músico  que  los  avisase  :  y  también  se 
ve  en  los  Poetas  profanos,  como  en  ei  principio 
de  algunas  Odas  de  Horacio  ,  y  mas  en  las  del 
inimitable  Pindaro  ,  á  vista  del  qual  todos  los 
mas  insignes  modernos  son  como  el  ave  que  re- 
volotea al  rededor  de  las  lagunas  ,  comparada  coa 
el  Águila  que  se  señorea  imperiosamente  por  el 
inmenso  vacío  de  la   región  del  ayre. 

12  La  naturaleza  misma  del  canto  nos  indu- 
ce ,  pues  ,  á  abrazar  el  estilo  lírico.  Y  así  mu- 
chos modos  de  decir  ,  que  agradan  en  la  Opera, 
no  agradarían  en  la  Tragedia.  Por  exemplo  esta 
donosísima  Aria  de  Metastasio. 

„Placido  Zeffiretto 

,,Se  trovi  il  caro  obggetto 

jjDigli  ,  che  sei    sospiro, 

„Ma  non  gli  dir    di  chi. 
,,Limpido   Ruscelleto, 

,^Se  ti  rinconiri    in  lei, 

, , Dille  ,  che  pianto  sei, 

„IVIa  non    le   dir   qual  ciglio 

,,Cresce  ti  fe'    cosi. 

Y  estos  otros  versos  de  Quinaut  en  la  Iside ,  lle- 
nos de  delicadeza    y  armonía. 

,,Le  Zephir   fut   temoin  ,  1'    onde 

,,fut  attentive 
jjQuand  la  Nimphe  jura  de  ne  chan- 

„ger  jamáis, 

,,Mais 


Z  I  S  R  o    IV.  i¿n 

„Mais   le   Zephir    leger ,  &   l'onde 

„fugitive, 
jjOnc  enfin  emporté  les  serroens  qu' 

„elle  afaits. 

Estarían  sin  duda  puestos  muy  mal  en  la  ^Icira, 
en  el  Polieutes ,  en  el  Mitridates  ,  y  demás  Tra- 
gedias j  pero  seria  preciso  ser  quaiquiera  dema- 
siado odioso  al  Numen  que  preside  á  los  deleytes 
Músicos,  para  querer  excluiílos  del  Teatro  Líri- 
co. También  tenenios  otra  razón  mas  para  ad- 
mitir el  estilo  líbico  en  la  Opera  :  y  es  la  uni- 
formidad que  resultaría  en  la  Música  ,  si  hubiese 
de  girar  solamente  sobre  objetos  patéticos  ,  pri- 
vándonos volunrarianiente  del  rico  manantial  de 
bellezas  armónicas  ,  que  suministra  la  pintura  de 
los  otros  objetos.  Es  1-ellísima  la  Música  que  ex- 
presa los  afectuosos  furores  de  Timantes  en  los 
siguientes    versos: 

¡j  Misero  pargoleto 

„  II    tuo  distin  non  sai; 

j,  ¡Aha!   non  gli  díte  mai 

,,  Chi  fosse  il   genitor, 
j,  Come   in    un  punto,    ¡oh  Dio! 

j,  ¡Tutto  cangio    d'  aspettol 

„  Voi   tosté  il   mió  diletto, 

„  Voi  siete    il  niio  terror*^ 

Y  no  es  menos  bella  la  otra  Aria  que  corres  ^ 
ponde   á    aquella    toda  lyrica  del   Qrpheo. 

„  Chi   mai  dell'    Erebo 

,,  Fra    le    caligini 

„  Sull'  orme  d'  Ercule 

j,  O  di   Piritoo 

,,  Conduce   il  pie  ? 
„  D'    orror  1'  ingombrino 

jy  Le   íiere    Eumenidi, 


1 5o  íríT-STlTUCÍON-ES     POETICES. 

j,  E  lo    spaveniino 
„  Gli   urli  del   Cerbero 
„  Se    un  Dio  non    é. 

¿  Q'jánto  mas  varia,  y  por  consiguiente  mas  de— 
leytable  no  se  hace  la  Miisica  mezclando  las  belle- 
zas de  este  segundo  género  con  las  del  prime— 
TO  ?  ¿qué  prodigio  de  contrastes?  ¿qué  riqueza 
no  se  aumenta  á  la  Poesía  ?  De  lo  qual  se  de- 
xa  ver  que  se  han  declarado  demasiado  enemi- 
gos de  nuestros  placeres  aquellos  Autores  (por 
otra  parte  recomendables )  que  han  querido  li- 
mitar á  solo  el  género  patético  todas  las  par- 
tes   á2\  Melodrama. 

13  Pero  es  de  advertir,  qué  sin  embargo  de 
ser  generalmente  verdadero  ei  principio  qL,e  he- 
mos establecido  ;  con  todo  eso  se  modiíica  de 
diversa  maaera  ,  según  los  diversos  géneros  de 
Poemas  á  que  se  aplica.  Así  como  en  las  Oaas 
el  qi;e  canta  ,  se  siente  singuiarnienre  agitado 
del  estro  i  y  su  faniasia  se  supone  estar  en  el 
mayor  delirio  ^  de  !a  misma  iiíanera  la  expre- 
sión de  conceptos  debe  ser  mas  desordenada,  li- 
bre ,  y  llena  de  vuelos  atrevidos ,  ae  traspcti- 
ciones  y  de  imágenes  que  expresen  la  sitLacion 
en  que  se  halla  el  espíritu  del  Cantor,  Mas  en 
un  Drama  ,  en  que  no  se  puede  ni  debe  supo- 
ner que  tengan  ia  mente  enagenada  hasta  tal 
punto  los  personarles  j  y  en  que  tienen  tanto 
lugar  la  acción  ,  el  interés  ,  y  el  afecto ,  pue- 
de á  la  verdad  ser  itrzco  el  lenguage  que  corresr 
ponde  j  pero  con  aquella  mediaa  que  baste  á 
dar  gracia  y  vivaciaad  al  canto,  sin  quitar  sus 
derechos  á  la  verisimilitud  teatral  ,  y  al  diver- 
so género  de  pasiones  que  se  repretenran.  De 
aquí  viene  el  origen  del  estilo  lírico- (/r.-rnático, 
proprio  de  la  Opera  ,  cuya  e.tíicta  proporción  es 
la  que  caracteriza  y  distingue  al  Meiastasio  so- 
bre todos  los  demás. 

Fa- 


z.  I  s  n  o     IV.  i5i 

14     Fácilmente  se  dexa  conocer  quanto   deba 
influir   la    naturaleza  del    canto ,    y    estilo    miisi- 
co  en  el   carácter    de    los  personages.    Si  el  can- 
to ,    pues  ,   es  el  lenguage    del   sentimiento  y    ae 
la   ilusión,    no    deben   introducirse    para  Interlo- 
cutores ,   sino    personas  capaces    de   conmociones 
vivas   y    profundas  :   y  esto  no  en  otras  circuns- 
tancias   y   situaciones ,  que   en    las   que    suponen 
agitación.  Mal  se  aplicaria  á  un   discurso  trio   y 
nada    expresivo    la    mas    poderosa  y    enérgica    de 
las  artes    imitadoras.  Mal  se   aplicaria  á  un   Só- 
crates, á  un  Stoico  de  aspecto  severo,  á  un  Pe- 
ripatético ,   que    desnudo  de    toda   conmoción   de 
afectos  ,  me  introduxc'^e  en  una  Aria  quatro  sen- 
tencias  o   apotegmas  del   Lyceo.  Mal  á  un  Vie- 
jo ,  q'!e  agoviado    de    la  edad  ,   convierte  única- 
mente acia  si  la  sersibiliJad  que  le  exigirían  otros 
objetos,    ivial   á    un    Estadista  ,    á  un    Político,  á 
un   Avariento ,  y   en    fin  ,  á    aquello';   sugetos   de 
un  carácer    tal  ,    que   capaces   solamente  de  pa- 
siones sórdidas   o  encubiertas  ,    y    llenos    de    re- 
serva y  disimulo  ,  por  interés  ,  ó  por  otros  mo- 
tivos   no  descubren  jamas  el  corazón,  ni  le  des- 
plegan á  la  fuerza  de  un  ingenuo  y    pronto  arre- 
bato  de   ánimo.    Estos    personages  ,    usando   co- 
munmente   un    tono    de  voz   compuesto  y    uniíor- 
me,    no    hacen,  quando  hablan,   que    se    desen- 
vuelva aquella  claridad  y  fuerza  de  acento,  aque- 
lla   variedad  de    inilexiones    que   son  el  alma    de 
la   Música  imitadora.   Se  debe,    pues,  evitar  que 
se  introduzcan  en  el  Melo-Dramaj  y   en  ca?o  de 
introducirse  ,    no   deberán    ocupar    sino    un  hipar 
subalterno  ,  dexándoles  el   honor    de  obtener   la- 
gares  mas  considerables  en    la   Tragedia,    dontie 
una    trama  mas   circunstanciada  descubre  dilata- 
do campo    para    el    desenredo  en    taiss    caracte- 
res. Calicrates   en  el  U:oiij    Lusifian   en  Ja  Z ai- 
da  i    Polidoro  en    la  Merope  ^  y    otros    sen^ejan— 
tes  hacen  gran  efecto  en   el  teatro  trágico,  por- 
L  que 


j6i  I^SrjTUClOATBS    POÉTICAS. 

que  los  personages  que  se  representan  habían 
también  al  entendimiento  :  y  porque  la  l'oesia 
agrada  no  menos  quando  instruye  ,  que  quando 
conmueve.  La  primera  de  estas  dos  cosas  puede 
igualmente  conseguirse  con  caracteres  frios,  quie- 
tos ó  disimulados ,  que  con  los  opuestos.  Mas 
]a  naturaleza  del  canto,  para  el  qual  se  requie- 
re energía  y  conmoción  de  afectos,  y  que  no  sa- 
be imitar  sino  los  transportes  del  alma ,  los  des- 
echaría como  nada  oportunos  á  su  blanco  prin- 
cipal. Pero  por  quanto  ellos  tal  vez  son  nece- 
sarios para  el  desenredo  de  los  lances  ,  se  pre- 
gunta ^qué  lugar  deben  obtener  precisamente  en 
el   Me/o -Drama  1 

15  Veis  aquí  que  esta  qüestion  nos  lleva  á 
otro  conocimiento  no  menos  importante  :  es  á 
saber  ,  al  de  los  diversos  géneros  de  canto  que 
corresponden  al  distinto  cardcter ,  y  diversas  si- 
tuaciones de  los  personages. 

Hay  una  situación  tranquila  en  que  los  per- 
sonages se  informan  mutuamente  del  actual  es- 
tado de  las  cesas  j  en  que  se  exponen  las  cir- 
cunstancias ,  y  se  llena  (  por  decirlo  así )  el  es  - 
pació  que  media  entre  tal  ,  y  tal  movimiento  de 
pasión.  Este  género  (que  enteramente  toca  al  nar- 
rativo) es  el  que  caracteriza  el  recitado  simple^ 
del  que  (así  como  de  otra  qualquiera  narración) 
son  propias  la  perspicuidad  y  claridad  y  breve- 
dad: advirtiendo  que  esta  ultima  propiedad  es 
mas  necesaria  en  Ja  Opera  que  en  la  Tragedia, 
tanto  por  la  exactitud  y  rapidez  que  exige  la 
Música  ,  como  porque  siendo  el  canto  ó  melodía 
el  ultimo  fin  de  la  Música  imitativa ,  está  el 
oyente  impaciente  hasta  que  llega  á  gozarlo.  En 
el  simple  recitado  y  pues  (que  mas  propiamente 
que  canto  y  debe  llamarse  iJeclamacion  musical^ 
porque  de  la  Música  no  toma  otra  cosa  que  el 
Baxo,  que  de  quando  en  quando  sirve  para  sos- 
tener la  voz  ,  y  no  corre  sino   raras  veces,   por 

in- 


í  I  S  R  o    IV.  I  ¿Jj 

intervalos  perfectamente  armónicos)  tienen  su  lu- 
gar los  personages  subalternos  que  hasta  ahora 
habíamos  supuesto  inútiles  para  el  canto.  Hay 
otra  situación  de  ánimo  mas  vehemente  y  con- 
citada ,  en  que  se  desenvuelven  y  descubren  los 
primeros  ímpetus  de  las  pasiones ,  quando  el  alma 
fluctuando  en  uu  tumulto  de  contrarios  afectos, 
se  siente  atormentada  de  sus  propias  dudas,  sin 
saber  qué  partido  tome.  Esta  incertiduinbre,  y 
el  tránsito  alternativo  de  movimiento  á  movi- 
miento ,  es  lo  que  forma  el  recitado  obligado^ 
cuyo  estilo  por  consiguiente  debe  ser  vibrado  é 
interrumpido  ,  de  manera  que  muestre  en  su  se- 
rie la  suspensión  y  turbación  del  que  habla:  y 
dexe  á  la  iVIiisica  instrumental  la  incumbencia 
de  expresar  en  lo;  intervalos  de  la  voz  lo  que 
calla  el  que  canta.  El  alma  oprimida  de  sus 
dudas  toma  en  fin  alguna  resolución  ,  y  abraza 
el  partido  que  la  parece  mas  conveniente.  Ex— 
pláyanse  mas  libres  los  afectos  ,  y  están  (di- 
gámoslo así )  en  lo  último  de  su  periodo.  Esta 
situación  es  la  propia  de  la  yíria  ,  la  qual  con- 
siderada baxo  este  aspecto  filosófico  ,  no  es  otra 
cosa  que  una  conclusión  ó  epilogo,  ó  epifonema 
de  la  pasión,  y  un  complemento  el  mas  per- 
fecto de  la  melodía.  Declarará  mejor  mi  pensa- 
miento un  exemplo.  „Ana,  hermana  de  la  des- 
„  graciada  Dido  ,  viene  á  avisarla  que  jíEneas, 
3,  sin  hacer  caso  absolutamente  de  sus  ruegos,  ha 
„  juntí.do  en  el  silencio  de  la  noche  sus  com— 
„  pañeros  ,  alistado  las  naves  ,  y  huido  de  Car- 
„tago''.  Esta  scena  es  para  el  recitado  simple. 
j.  Herida  Dido  de  la  impensada  noticia,  Huctua 
„  en  un  tumulto  de  afectos  ,  discursos  y  dudas 
„  sobre  si  debe  seguir  con  mano  armada  á  ^ííneas 
j,  que  huye  j  ó  ponerse  en  brazos  de  Jarbas  su 
,,  rival  ^  ó  darse  si  no  pronto  la  muerte".  Esta 
situación  (que  comunmente  se  expresa  en  un  So- 
liloquio) es  propia  del  recitado  obligado.  "  Re- 
L  a  „  suél- 


l54  IKTSTITUClOK'ES    POPJTiCaS. 

„  suélvese  en  fin  la  Reyna  ,  y  la  vence  el  cíe- 
j,  go  ímpetu  de  morir",  fe'ts  aquí  la  situación 
oportuna  para  la  yíria.  Pero  si ,  el  personage  no 
toma  resolución  alguna,  sino  que  se  queda  en 
sus  dudas  (cornos  alguna  vez  sucede),  entonces 
la  ^ria  debería  ser  como  una  salida  ó  escape 
del  sentimiento:  esto  es  ,  aquella  última  refle- 
xión en  que  se  entretiene  el  alma  para  desaho- 
gar en  aquel  momento  su  dolor,  ü  otra  pasión 
qualquiera.  Esta  reflexión  es  á  veces  moral  y  sa- 
cada de  la  consideracioa  que  se  hace  sobre  las 
propias  circunstancias :  y  la  j^^ria  en  este  caso 
incluye  naturalmente  alguna  sentencia.  Pues  yo 
no  convengo  con  la  opinión  de  los  que  dicen: 
que  no  es  propio  de  la  pasión  el  dogmatizar.  Es 
cierto  que  no  es  propio  ,  si  por  dogmatizar  se  en- 
tiende el  entonar  en  el  teatro  un  párrafo  de  Séne- 
ca ,  ó  alguno  de  aquellos  largos  centones  morales, 
de  que  tanto  abundan  las  Comedias  y  Tragedias 
de  los  Poetas  adocenados  :  en  el  qual  sentido  yo 
también  lo  he  reprobado.  Mas  no  es  así  de  las 
sentencias  breves  ,  y  sumamente  lacónicas ,  que 
nos  suele  sugerir  el  estado  ó  actual  constitución 
de  nuestro  espíritu:  las  quales,  lejos  de  no  con- 
venir á  un  personage  poseído  de  pasión  ,  por  el 
contrario  le  son  naturalísimas  ,  conforme  al  se- 
creto vínculo  que  estrechamente  liga  y  reúne 
todas  las  potencias  interiores  del  hombre:  pro- 
viniendo de  aquí,  que  la  reflexión  despierte  en 
nosotros  las  pasiones^  y  que  estas  recíprocamen- 
te aviven  la  reflexión  :  como  puede  qualquiera 
observarlo  en  sí  mismo  :  y  vemos  que  lo  prac- 
tican en  sus  composiciones  los  Autores  de  me- 
jor  nota. 

1(5  El  error  de  dicha  opinión  es  nacido  (  á 
mi  parecer)  de  no  haber  penetrado  sufíciente- 
rnente  la  Filosofía  de  las  pasiones ,  y  de  ha- 
ber establecido  como  regla  general  lo  que  so- 
lo debiera  ser  una  excepción.  Hay  unas  pasio- 
nes 


ZIJiRO    71'.  lí7¿ 

nes  que  admiten  sentencias  nacidas  de  la  refle- 
xión: y  otras  que  las  rehusan.  Entre  estas  ul- 
timas se  considera  el  amor :  y  está  la  razón  pen- 
diente de  la  índole  de  este  afecto.  El  Ainai-te 
que  puesto  á  los  pies  de  su  Dama  pide  el  sus- 
pirado premio  de  sus  repetiJas  ansias  ,  sabe  muy 
bien  que  nci  debe  á  su  ingenio  ni  erudición  la 
fortuna  de  ser  correspondido  :  sabe  que  el  amOYy 
independiente  por  lo  común  de  la  reflexión  y 
de  la  razón  ,  no  tiene  otro  domicilio  que  el 
corazón,  ni  otra  ley  que  la  que  le  dicta  el  afec- 
to. Las  lágrimas  son  sus  argumentos  :  la  fideli- 
dad y  constancia  sos  sus  títulos  :  toda  su  Ló- 
gica consiste  en  hacer  valer  su  ternura  y  sus 
rendimientos.  Seria,  pues,  iniitil  ,  y  aun  contra- 
rio al  fin  que  se  propone  ,  si  combatiese  el  co- 
razón de  su  quer'.da  coa  teoremas  ,  ó  principios 
traídos  de  una  filosofía  que  el  amor  no  entien- 
de ni  conoce. 

„  Egle  distratta  intanto 

,,  Torna  ,  disse  ,  á   ridir  ch'  io  nulla  intesi. 

Ved  aquí  por  que  los  apotegmas  ó  dichos  amoro- 
sos,  parecen  tan  insípidos  en  el  teatro.  Lo  mis- 
mo digo  del  Desden  ,  el  qual  como  se  deter- 
mina en  un  momento  ,  no  tiene  lugar  ni  tiem- 
po de  generalizar  las  ideas.  No  es  lo  mismo  la 
ambición  v.  gr.  pues  el  objeto  que  ésta  se 
propone  de  sobresalir  á  todos,  y  de  reynar,  si 
pudiese  ,  en  un  mundo  entero  de  esclavos  ,  no 
puede  conseguirse  sin  un  íntimo  conocimiento  de 
los  hombres  ,  de  sus  propiedades  y  flaquezas,  de 
las  vicisitudes  ó  vueltas  de  la  fortuna ,  de  las 
circunstancias  de  los  tiempos  ,  y  de  los  medios 
de  precaverse.  Semejante  estudio  supone  en  el 
ambicioso  un  genio  observativo  ,  y  de  sistema 
capaz  de  aprovechar  la  conexión  de  las  causas 
con  sus  efectos ,  y  retroceder  hasta  su  origen. 
L  3  Es, 


1 66  I2^STITVCI0JVES  F3 ETICAS. 

Es  ,  pues ,  muy  conforme  al  carácter  de  esta  pa- 
sión el  expresarse  con  máximas  generales  que 
suponen  reHexion.  No  es  virisimil  que  Mirtilo  en 
el  Pastor  fido  la  primera  vez  que  se  aboca  coa 
yímariiis  para  descubrirla  su  amor  ,  se  entre- 
tenga con  ella,  haciéndola  (digámoslo  asi)  un 
repiquete  de   sentencias ,  y  la  diga: 

I^on   é  in  man  di   chi  perde 
L!   anima  y  il.   non   moriré. 

Y  que  ella    le  conteste: 

Chi  s    arma  di  virtu ,  vinci  ogni  afeito. 
y  que   él   la  reponga: 

í^irtu  non  vince  oi'e  trionfa   amere. 

Y  que  ella  le    recarge: 

Chi    non   puo    quel   che    vuol  ,    quel   puo 
•voglia.,.. 

Con  la  larga  filatería  que  se  sigue.  Pero  es  muy 
natural  que  yírtabano  ,  oprimido  del  inmoderado 
deseo  de  reynar  ,  á  que  tiene  dirigidas  sus  mi- 
ras, se   explique   con  su    hijo  en  estos  términos: 

„  E'  1'   innocenza  ,  Arbaze, 

„  Un  pregio  che  consiste 

„  Nel  crédulo  consenso 

„  Di   chi  1'  ammira,  é  se  le  tgli  questo 

„In  nuUa  si    risolve.  li  giusto  é   solo. 

„  Chi  sa  fingerlo  meglio  ,  é  chi  nasconde 

„  Con  piu  destro  artificio  i  sensi  sui 

„  Nel  teatro  del  mondo   agli  occhi  altrui. 

En  lo  primero  se  ve  que  el  Poeta  quiere  ha- 
cer obsfentacion  de  ingenio  á  falta  de  juicio: 
en  lo  segundo  se  distingue  un  hombre ,  á  quien 
su  pasión  le  ha  hecho  ser  malvado  por  sistema. 
De  la  conveniente  aplicación  de  tales  princi- 
pios á  otras  diferentes  pasiones ,  se  podria  de- 
ducir una  teoría  general ,  tomada  de  la  natu- 
ra- 


X.T  a  no   ir.  l  Sf 

raleza  de  las  cosas,  Ja  qiial  evitarla  muchas  cri- 
ticas, poco  fundaJas^  y  set  ia  muy  útil  para  quien 
quisiese  adelantar  en  la  difícil  y  delicada  car- 
rera   del    teatro. 

17  Lo  mismo  debe  decirse  de  las  Cnmpara- 
Cíonet.  Tan  injusto  me  parece  el  desterrarlas  del 
teatro  ,  como  el  intentar  defenderlas  todas  sin 
excepción.  El  hombre  por  lo  común  está  mas 
dominado  de  los  sentidos  que  de  la  razón.  Las 
cadenas  con  que  por  naturaleza  está  ligado  á  los 
demás  entes  del  Universo  ^  y  la  necesaria  de- 
pendencia en  que  vive  de  los  objetos  exteriores, 
le  precisan  freqüentemente  á  acompañarse  con  ellos, 
y  descubrir  las  secretas  relaciones  que  hay  en- 
tre la  naturaleza  de  ellos  y  la  suya.  La  fanta- 
sía ,  llena  de  lo  que  ha  recibido  por  medio  de 
los  órganos  sensorios,  no  sabe  producir  sino  imá- 
genes correspondientes  á  los  objetos  que  ha  vis- 
toj  y  el  hombre  (sobre  quien  tiene  mucho  im- 
perio esta  facultad)  no  sabe  imaginar  las  cosas, 
aun  la«  mas  abstractas  ,  sino  revestidas  de  las 
propiedades  que  observa  en  los  objetos  materia- 
les y  sensibles.  De  aquí  es  el  origen  de  la  Me- 
tájora  :  tropo  ó  figura  la  mas  conforme  de  to- 
das á  la  humana  naturaleza  ^  pues  vemos  la  usan 
á  cada  instante  los  niños ,  y  aun  las  personas 
mas  rudas  en  sus  discursos  familiares,  aun  sin 
advertirlo  ellos.  A  cada  paso  se  oyen  en  boca 
de  los  mas  idiotas  ;  me  abraso  de  ira  :  Cielo  ale- 
gre :  d:a  melancólico  :  y  otras  mil  expresiones 
semejantes.  De  aquí  también  es  el  origen  de  las 
comparaciones  igualmente  naturales  al  hombre, 
quien  quando  no  halla  expresión  correspondien- 
te á  lo  vivo  de  su  idea  o  concepto  nientai ,  se 
vale  para  hacerse  entender  de  comparaciones  sen- 
sibles. En  lo  qual  debe  observarse  para  confir- 
mación de  mi  propósito  ,  que  el  uso  de  hablar 
figurado  ,  y  por  símiles  es  tanto  mayor  en  un 
pueblo  ,  quanto  mas  escasa  es  su  lengua,  y  quan- 
L  4  to 


l68  XI<rSTITUCION-ES    TOF.TIOA.V. 

to  menores  progresos  ha  hfcho  en  él  la  cultura 
de  las  Artes  y  Ciencias.  Léanse  las  primeras 
Poesías  de  todas  las  naciones,  como  son  los  frag- 
mentos de  los  habitadores  de  la  Islandia  \  los 
Poemas  de  Ossian  j  las  Fábulas  de  Pilpai  ^  el 
GuÜstan  de  Saadi  ^  y  las  tonadas  Americanas; 
y  se  verá  entre  eilas  una  semejanza  que  á  pri- 
mera vista  sorprehende,  aunque  escritas  por  na- 
ciones ,  y  en  tiempos  tan  diferentes.  Todo  en 
ellas  es  Metáfora^  todo  Comparación.  Parece  que 
ni  vive  ,  ni  siente  el  Poeta  ^  pero  que  siente  y 
vive  la  naturaleza.  A  medida,  pues,  que  la  len- 
gua se  enriquece j  que  se  multiplican  las  Artes; 
y  que  con  ellas  se  aumenta  la  cultura  de  las  le- 
tras: el  estilo  de  las  figuras  v  signo:  va  á  me- 
nos ^  se  introduce  el  uso  de  términos  abstractos; 
Ja  Filosofía  ,  reduciendo  á  su  significado  natu- 
ral las  expresiones,  va  poco  á  poco  apagando  el 
entusiasmo  ;  la  Poesía  y  Eloquencia  son  mas  li- 
madas y  regulares,  aunque  por  consiguiente  sean 
menos  expresivas  :  lo  mismo  que  los  granos  de 
oro  adelgazado  y  reducido  á  hojas  ,  los  quales 
(como  dice  el  Abate  Terrasen)  pierden  de  so- 
lidez todo    lo  que  adquieren  de    extensión. 

1 8  Puede,  pues,  el  Poeta  poner  en  boca  de 
sus  personages  las  Comparaciones.  Mas  para  que 
parezcan  verisímiles  ,  debe  ponerlas  como  lo  ha- 
ría la  naturaleza  y  no  de  otro  modo.  Ahora  bien 
¿qué  enseña  la  naturaleza  sobre  este  asunto  á  los 
hombres  poseídos  de  pasión?  A  no  usar  Compa- 
raciones directas if  á  no  pararse  sobre  todos  los 
puntos  de  conveniencia;  á  no  examinar  cada  mí- 
nima relación.  Esto  es  mas  propio  de  un  espí- 
ritu tranquilo,  que  de  uno  arrebatado  de  pasión; 
porque  está  únicamente  embebida  en  sí  misma, 
no  ve  los  demás  objetos  sino  muy  de  paso.  Lue- 
go que  oigo  una  persona  poseída  de  cólera  que 
hablando  por  si ,  prorumpe; 

„  Orsa 


LIBRO  IV,  j6g 

5,  Orsa  nel  sen   piagata, 
5,  Serpe  ,  che   é  al    siiol  calcata, 
„  Ti^re ,   che   ha  perso    i  figli> 
„  León  che    apri  gli  artigli, 
„  Fiera  cosi   non   é. 

Conozco  por  las  tales  Comparaciones ,  proferidas 
con  brevedad  y  energía  ,  un  hombre  fuertemen- 
te agitado  del  despecho.  Pero  quando  oigo  á 
Aquilio  ,  que  sumergido  en  los  mas  profundos 
pensamientos  ,  me  sale  con  esta  Comparación  cir~ 
cunstanciada: 

ff  Saggio   guerriero  antíco 

j,  Mai  non   fe.risce   in   fretta 

,,  Esamina  il    nemioco 

j,  11   suo   vantaggio   aspetta,  ' 

3,  Egl'   impeti  dcir   ira 

,,  Cauto    frenando    va. 
j,  Muove  la  destra  é  il  piede:  - 

„  Finge  s'  avanza  ,  e  cede 

5,  Finche  il  momento   arriva 

„  Che  vincitor  lo  fa. 

Entonces  creo  yo  escuchar  un  Poeta  que  inten- 
ta enseñarme  el  arte  de  la  Esgrima  ^  y  no  un 
personage  sumergido  en  pensamientos  de  impor- 
tancia. Lo  que  digo  de  la  presente  Comparación, 
]o  digo  también  de  todas  las  otras  que  están  tra- 
bajadas por  este  estilo.  Podrán,  si  se  toman  se- 
paradamente ,  considerarse  como  bellísimos  tro- 
zos de  Poesía  ,  que  un  gran  Compositor  acomo- 
daría muy  bien  á  la  Miisica  ^  p¿ro  siempre  les 
faltaría  la  principal  belleza  ,  que  consiste  en  la 
íiei  expresión  de  la  naturaleza  ,  y  en  la  rela- 
ción con  el  todo.  Horacio  me  suena  al  oido:  pul- 
chrttm  est ,  sed  non  erat  hic  locus.  Sé  que  algu- 
nos para   defender  á  Metastasio  ( quien  cae  fre- 

qüen- 


170  INSTITUCIONES  POÉTICAS, 

qüentemente  en  este  defecto)  sacan  el  exemplo 
de  Sófocles  y  Eurípides.  Pero  (no  temo  decirlo) 
ni  Sófocles  ,  ni  Eurípides  ,  ni  Metastasio  tienen 
autoridad  que  sea  bastante  para  des'ruir  los  se- 
guros  é   invariables  juicios  de   la   razón. 

19  Además  de  eso,  tampoco  las  Comparacio- 
nes ,  ni  las  Sentenciat ,  ni  una  Poesía  Frasea- 
da deberán  tener  lugar  en  los  Duetos  ,  Terce- 
tos ,  &c.  Lo  mismo  seria  esto  que  hacer  inve- 
risímiles absolutamente  semejantes  Composicio- 
nes ,  las  quales  necesitan  de  todo  el  encanto  de 
Ja  Música  para  ser  probables.  Si  la  cosa  se  exa- 
mina con  justa  crítica ,  nada  hay  mas  extrava- 
gante al  oido  (como  reflexiona  bien  el  Marques 
de  San  Lamberto  en  su  bello  Tratado  Francés 
sobre  el  Drama  intitulado  Onfale) ,  que  dos  ó 
tres  personages  que  hablan  á  un  tiempo  ,  y  se 
confunden,  diciendo  unas  mismas  palabras,  sin 
cuidar  el  uno  de  quanto  responde  el  otro  :  lo 
qual  es  tan  contrario  á  la  urbanidad  de  quien 
habla,  como  á  la  paciencia  de  quien  escucha:  y 
por  eso  se  destierran  con  razón  de  la  Tragedia, 
donde  se  tiene  tanto  cuidado  con  el  decoro.  No 
obstante  eso  ,  en  atención  á  que  el  Dueto  tra- 
bajado como  se  debe ,  es  un  punto  cardinal  de  la 
Música  imitativa  ,  y  produce  gran  efecto  en  el 
teatro:  reflexionando  también  que  la  vehemente 
agitación  del  ánimo  que  se  supone  en  los  persona- 
ges, basta  para  hacer,  si  no  verdadera  ,  á  lo  menos 
posible^  la  confusión  simultanea  de  palabras  y  acen- 
tos en  qualquier  momento  de  interés,  la  qual  posi- 
hilidad  es  suficiente  para  disculpar  al  Poeta  en  su 
imitación:  y  haciéndome  cargo  que  desterrar  del 
Drama  estos  pedazos  será  lo  mismo  que  cerrar  un 
manantial  fecundo  de  recreación  para  un  talen- 
to fino  ,  es  preciso  que  el  crítico  juicioso  ven- 
ga en  aprobarme,  quanto  mas  en  permitirme,  es- 
te uso  ,  persuadiéndose  que  en  las  Bellas  Artes 
debe   la   razón    abstracta    sujetarse    al  gusto  ,   a^í 

co- 


ÍIBRO    IV.  171 

como  éste  se  sujeta  al  entusiasmo  y  genio  verda- 
dero. El  único  oficio  de  la  crítica  es  el  de  per- 
feccionarlos ,  reduciéndolos  á  la  mayor  simpli- 
cidad y  verisimilitud.  Para  que  el  Poeta  elija 
para  un  Dueto  el  punto  mas  vivo ,  o  crisis  de 
la  pasión,  usará  (lo  mas  que  le  sea  posible)  del 
Diálogo  en  la  Aria  que  le  precede  ;  será  bre-^ 
ve  en  los  periodos ,  conciso  y  animado  en  los 
afectos.  Si  son  pocos  los  Autores  que  en  sus  es- 
critos han  observado  las  distinciones  dichas  j  sí 
se  leen  ^^rias ,  Recitados  y  Duetos ^  compuestos 
baxo  de  diferentes  principios,  eso  no  prueba  otra 
cosa  sino  que  son  pocos  los  que  han  penetrado 
el  espíritu  del  Arte  :  y  q^'-e  cabalmente  se  ven 
tantos  Dramas  lánguidos  y  fastidiosos  por  no  ha- 
berse eícrito  según  las  reglas  que.  prescribe  una 
crítica  filosófica. 

20  Examinadas  las  mutaciones  que  en  la  Poe- 
sía resultan  de  su  acompañamiento  con  la  Música, 
pasemos  ahora  á  examinar  las  que  induce  la  Pers- 
pectiva ,  ó  (según  el  vocablo  mas  usado)  la  De- 
coración. La  Opera  no  es ,  ó  no  debería  ser  sino 
un  encantamiento  del  alma  continuado  ,  á  cuyo 
efecto  concurren  todas  las  Bellas  Artes  ,  tomando 
cada  una  la  empresa  de  deleytar  respectivamente 
]os  sentidos.  Y  así  como  por  la  unión  con  la  IVIú- 
sica  padece  algo  la  verisimilitud  poética  ,  por  lo 
dificultoso  de  concebir  un  agregado  de  personas, 
cuya  acción  se  exprese  siempre  cantando  :  difi- 
cultad que  no  se  vence  sino  teniendo  al  Especta- 
dor entretenido  en  una  continua  ilusión  ó  embe- 
leso ,  que  le  impida  pensar  en  su  engaño  ^  del 
mismo  modo  se  debe  procurar  por  qualquiera  ma- 
nera entretenerle  allí  ,  llamando  un  sentido  en  so- 
corro de  otro,  especialmente  en  aquellos  momen- 
tos de  ocio  en  que  no  pudiendo  la  IMúsica  mos- 
trar toda  su  energía  ^  el  Espectador ,  en  nada 
ocupado,  tiene  tiempo  de  reHexionar  lo  que  ve. 
A  este  fin  contribuye  la  perspectiva  o  decora- 
ción. 


17*  INSTITUCIONES  POÉTICAS. 

cion ,  ya  vistiendo  á  los  personages  de  aquella 
pompa  que  embelesa  mucho  la  vista  j  ya  descu- 
briendo todas  las  bellezas  de  la  pintura  con 
esmerado  ,  y  artificiosamente  variado  esplendor; 
ya  ofreciendo  á  la  vista  objetos  siempre  nuevos, 
y  siempre  agradables  con  las  freqiientes  renova- 
ciones de  la  Scena.  Todas  las  quales  cosas  pro- 
ducen la  ilusión  ,  no  solo  como  un  suplemento  de 
la  Música  y  Poesía  ó  substituto  de  ellas ,  sino 
también  como  un  refuerzo  de  la  una  y  de  la  otra. 
Y  es  esto  tan  evidente  ,  que  ni  la  acción  mas 
bien  pintada  por  el  Poeta  ,  ni  la  composición  mas 
bella  del  Músico  ,  surtirán  perfectamente  su  efec- 
to ,  si  el  lugar  de  la  Scena  no  está  preparado  y 
dispuesto  según  conviene  á  los  personages  que 
representan  :  y  si  el  que  tiene  el  oficio  de  De- 
corador ,  no  ordena  una  correspondencia  tal  en- 
tre la  vista  y  el  oido  ,  que  los  Espectadores  ima- 
ginen hallarse  sucesivamente  trasladados  ,  y  ver 
en  efecto  aquellos  lugares  donde  oyen  la  Música. 
Deslumhrados  ellos  con  estos  encantos  ,  y  asalta- 
das (por  decirlo  así)  sus  potencias  por  todas  par- 
tes ,  se  ven  repentinamente  arrebatados  ,  como 
Psiquis  al  Palacio  encantado  de  Amor.  Su  imagi- 
nación ocupándose  toda  en  el  gozo  ,  no  dexa  tiem- 
po á  la  razón  tranquila  para  reflexionar  ,  si  lo 
que  ve  en  el  Teatro  es  verdadero  y  fingido.  La 
imagen  del  lugar  que  se  tiene  presente ,  sigue  en 
mantener  la  ilusión  ,  quando  los  tonos  ya  no  se 
escuchan  :  y  la  grande  arte  combinada  de  Músi- 
ca ,  y  Pintura  consiste  en  mantenerle  constante- 
mente en  su  engaño  ,  o  embeleso.  ¡Ay  si  á  los 
ojos  se  les  cae  el  velo!  jAy  si  los  críticos  vienen 
á  despertarlo  del  sueño! 

jQu''  il  matidiroit  le  jcur ,  ou  son  ame 

insensée 
Perdit  /'  heureux  erreur  qui  charmoit  sa 

pensce. 

En 


En  una  palabra  el  Blanco  de  la  Opera  es  re- 
presentar las  pasiones  humanas  por  medio  de  la 
Música  y  aparato  teatral  ,  ó  (lo  que  es  lo  mis- 
mo) por  niedio  del  interés  y  la  ilusión.  El  buen 
gusto  y  la  filosofía  deben  sacrificarlo  todo  á  es- 
tos dos  fines.  Y  así  el  Poeta,  si  ha  de  conser- 
var y  aumentar  los  placeres  del  corazón  y  de 
la  imaginación  ,  y  abrir  campo  á  la  Música  para 
que  logre  completamente  su  fin  ,  no  debe  em- 
barazarse mucho  en  las  charlatanerías  de  algu- 
nos críticos  opuestos.  Es  menester  perder  el  Poe- 
ta algunos  derechos  para  conservar  ilesos ' Jos 
demás.  La  primera  ley  de  la  Opera  ,  superior 
á  los  tiros  de  toda  critica  ,  es  embelesar  ó 
tener  en  un  gustoso  engaño  á  los  Espectado- 
res  (i). 

ai  Por  lo  qual  ,  siendo  necesaria  para  la  ilu- 
sión la  ligereza  y  rapidez  de  la  decoración  (pues 
si  no  ,  caerla  el  Espectador  en  la  cuenta  de  su 
engaño),  la  unidad  de  la  Scena  que  se  opondría 
á  uno  y  otro ,  está  desterrada  del  Drama  por 
su  naturaleza.  Y  no  es  una  regla  absolutamente 
indubitable  ,  el  que  en  la  Tragedia  se  deba  siem- 
pre mantener  una  misma  Scena  o  unidad  de  lu- 
gar ^  atendiendo  á  que  la  necesidad  de  conser- 
var la  vcvisimilitud  en  una  cosa,  puede  ser  cau- 
sa de  que  en  otras  muchas  se  quebrante  ,  fal- 
tando  continuamente  al  decoro ,  á   la   verdad  y 

á 

(i)  Toda  esta  doctrina  es  muy  conforme  á  los  principios, 
que  sacados  de  la  r.izon  y  iiaturnleza  del  Drama  ,  poue 
A-istóteles  en  su  Poética ,  cap.  6.  6.  4.  y  cap  s-  §.  i.  y  supo- 
niendo que  la  vcrisimú'nuA  es  indispensable,  deberá  esto  en- 
tenderse concibiéndola  también  aquí  de  dos  modos  :  una 
absoluta,  y  otra  re'a//í/a.  Esta  última  es  bastante  en  laOpe- 
ra  ,  en  la  qual  la  Decoraci<y>i  ,  Musku  y  Comocion  de  Ihs  pa— 
sioues  deben  ser  respecnvus  ¿.  su  esencial  coustituciou  ,  y 
fin  primario,  que  es  delí'yrar  eiie\  m.odo  que  la  es  propio. 
Parece  que  no  penetran  la  mente  del  Filósoí'o  los  Críticos 
que  censuran  el  Melo-Dram.a  ,  porque  eehan  menos  la  ve- 
risimilitud absoluta ,  y  quisieran  por  ella  sacrificar  el  díi- 
leyte  de  la  Música  ,  y  aparato  teatral. 


174  JJVSTITUClOJVtlS   POÉTICAS. 

á  Jas  costumbres ,  por  hacer  que  todos  los  lan- 
ces se  executen  en  un  mismo  lugar  ,  como  se 
ve  en  algunas  Tragedias  de  los  Griegos  j  en  las 
de  Séneca  ;  y  con  mas  freqüencia  en  las  de  los 
modernos  Grecistas.  Pero  esta  duda  no  cabe  en 
el  Melodrama  ,  donde  dicha  unidad  traería  mu- 
chos inconvenientes  además  de  los  indicados  en 
la  Tragedia.  Hemos  dicho  que  debe  la  Poesia 
estar  variada  :  y  que  igualmente  lo  debe  estar 
la  Música,  de  manera  que  las  situaciones  se  su- 
cedan rápidamente  unas  á  otras ,  pasando  de  lo 
afectuoso  á  io  imaginativo ,  y  de  lo  expresivo 
á  lo  pintoresco  ,  de  suerte  que  todo  sea  mo- 
vimiento y  acción.  Se  frustrarla,  pues,  este  fin 
si  lo  que  se  ve  fuese  contrario  y  opuesto  á  lo 
que  se  oye  j  si  gozando  el  oido  de  una  sucesi- 
va variedad  de  tonos  ,  fuese  la  vista  condenada 
á  una  constante  uniformidad  de  unos  mismos  ob- 
jetos j  y  si  obligásemos  al  Espectador  á  oir  una 
Música  de  guerra  en  el  estrado  de  una  tierna 
Dama  ^  o  una  Arieta  de  amor  en  un  campo  de 
batalla. 

22  Aquí  se  nos  ofrece  una  duda  de  impor- 
tancia ,  que  conviene  declarar :  es  á  saber ,  si 
á  la  intrínseca  constitución  del  Drama  para  Opera 
son  mas  convertientes  ¡os  argumentos  traidos  de 
lo  verdadero-^  ó  al  contrario  y  los  maravillosos  sa- 
cados de  la  Mythología ,  ó  de  las  Fábulas  mo-^ 
dernas. 

El  motivo  de  la  duda  es  tal  ,  que  siendo 
la  Opera  (como  se  ha  visto )  una  composición 
hecha  para  deleytar  la  imaginación  ,  y  los  sen- 
tidos ,  parece  que  para  lograr  este  fin  son  mas 
á  propósito  que  otros  los  argumentos  fabulosos, 
en  que  el  Poeta  no  viéndose  ligado  á  la  expo- 
sición histórica  de  los  hechos  ,  puede  á  su  ar- 
bitrio variar  las  situaciones ,  ser  mas  ligero  en 
los  lances  ,  y  aumentar  y  sostener  mejor  la  ilu- 
sión ,   presentando  á  la   vista  mayor  numero  de 

de- 


LIBRO   IV.  I^^ 

decoraciones  nuevas,  bellas  y  maravillosas.  Ace- 
mas de  esto ,  debiendo  excluirse  de  la  Música 
todo  lo  que  no  conmueve  ,  ni  pinta  \  y  debién- 
dose en  ella  evitar  las  situaciones  en  que  que- 
da el  alma  (digámoslo  asi)  ociosa  ,  parece  que 
esto  no  se  consigue  con  tanta  facilidad  en  los 
argumentos  de  historia ,  en  los  quales  abrazán- 
dose principalmente  lo  verdadero  ,  entran  por 
necesidad  discusiones,  moralidades ,  y  otras  cir- 
cunstancias que  li^an  un  accidente  con  otro,  y 
substituyen  á  la  pasión  la  lentitud.  Nos  convie- 
Tie ,  pues,  acelerar  mucho  los  lances^  porque  si 
no  caeremos  en  la  Jria/dad  y  languidez.  Tales 
son  acerca  de  esto  las  razones  de  Alembert  (i), 
y  de  Marmontel  (2)  para  dar  la  preferencia  á 
la  Opera  Francesa ,  donde  reyna  lo  maravilloso, 
sobre  la  Italiana  ,  eri  que  comunmente  reyna  Jo 
verdadero. 

Sin  faltar  á  la  estimación  que  hago  de  tan 
ilustres  Escritores  ,  me  atrevo  á  separarme  de 
su  opinión  tanto ,  quanto  mas  fundada  la  hallo 
en  las  falsas  nociones  que  nos  da  de  la  Opera. 
Tocante"  á  nosotros  (dice  el  primero)  la  Come- 
dia es  un  Espectáculo  del  ingenio:  la  Tragedia  lo 
es  del  alma:  la  opera  lo  es  de  los  sentidos.  La 
Opera  (dice  el  segundo)  no  es  mas  que  lo  ma- 
ravilloso de  la  Épica  trasladado  al  teatro.  Pe- 
ro (si  mal  no  me  engaño)  en  ninguna  de  dichas  co- 
sas consiste  la  naturaleza  del  Drama  en  Música. 
No  en  la  primera^  pues  aunque  la  Opera  deba  ha- 
blar á  los  sentidos,  esto  no  es  sino  un  fin  se- 
cundario para  llegar  al  principal,  el  qual  con- 
siste en  penetrar  hasta  lo  interior  del  corazón  y 
enternecerle.  El  fin  liltimo  de  la  Tragedia  y  de 
la  Opera  es  el  mismo  j  y  no  se  distinguen  sino 
por   los    medios    que     conducen     á    el  :    aquella 

por 

(i)      Esa!  sur  la  liberté  della  IVlusiqué. 
(a)     Poetiqutí  Tom.  2.  Artlc.  del'  Opera. 


f^S  INSTITUCIONES    POÉTICAS. 

por  la  exposición  mas  circunstanciada  ds  los  ca- 
racteres y  de  los  afectos  j  esta  por  los  arcanos 
de  la  ilusión  y  de  la  melodía.  De  otra  mane- 
ra,  si  la  Opera  no  se  versase  mas  que  en  de- 
leytar  los  sentidos,  ¿  en  qué  se  distinguirla  de 
una  mera  perspectiva ,  ó  de  un  concierto  mú- 
sico ?  2  A  qué  cüütribuiria  la  Poesía  llena  de 
variedad,  y  del  ínteres  su  principal  fundamen- 
to? ¿  Se  dirá  acaso  que  la  Olimpiada,  y  el  Z>í— 
niüfonte  hablan  menos  al  alma  que  la  Fedia,  ó 
la  Zaida'?  ¿No  son  otra  cosa  que  un  Espectá- 
culo de  los  sentidos  los  caracteres  de  Tito ,  y 
de  Temístoclesl 

No  en  la  segunda ,  porque  siendo  la  Opera 
una  composición  teatral  ,  dirigida  á  mover  los 
afecto^  ,  y  no  distinjíuiéndose  de  la  Tragedia  sino 
pQr  las  modifík,aciones  que  resultan  de  su  acom- 
pañamiento con  la  Música ,  es  claro  que  su  esen- 
cia no  consiste  en  lo  marcvilloro  de  la  Épica ,  lo 
qual  destruiría  con  la  inverisimilitud  el  ínteres 
principal.  Yo  entiendo  aquí  la  palabra  mataviii'o- 
so  como  la  toma  Marmontel  :  esto  es  ,  por  una 
sene  de  hechos  que  acontecen  sin  intervención  de 
las  leyes  físicas  del  universo  por  el  inesperado 
medio  de  alguna  potencia  superior  al  homb-e. 
Ahora  en  este  sentido  no  se  puede  dudar  que  lo 
maravilloso  de  la  Épica  trasladado  al  Drama  ,  no 
haga  perder  su  efecto  á  todas  las  partes  que  lo 
comporien.  Si  miramos  á  la  Poesía  ,  ninguna  tra- 
ma artificiosa  se  puede  esperar  del  Poeta  >  quando 
los  prodigios  vienen  á  trastornar  el  orden  de  los 
lances  :  ningún  carácter  bien  sostenido  ,  quando 
son  quiméricos  los  Personajes  :  ningima  pr.sion 
bien  pintada  ,  o  manejada  ,  quando  los  que  se  ale- 
gran, ó  entristecen,  son  apariciones  mágicas  de  Ge- 
nios ,  y  otros  entes  imaginarios  ,  cuyas  propieda- 
des y  naturaleza  ignoro  ,  y  cuya  suerte  en  nin- 
gún tiempo  puede  lucarme.  Lo  mismo  que  esto 
vendría  á  ser    el  interesarme  por    las  idecit  obs- 

trac" 


Z,  I  S  R  o     IV.  J<77 

tractat  de  Platón  ,  y  por  el  Hírco-cervus  de  los 
Escolásticos.  Si  se  atiende  á  la  Música  ,  poca 
unidad  de  expresión  puede  darla  el  Compositor, 
pues  no  se  halla  esta  en  el  argumento  ;  poco  in- 
terés en  la  melodía  ,  porque  hay  poco  en  la  Ac- 
ción. Y  porque  la  Poesía  no  es  mas  que  un  texi— 
do  de  Madrigales  mezclados  de  extravagancias, 
no  es  otra  cosa  la  Modulación  que  un  agregado 
de  motivos  trabajados  sin  designio.  Si  se  pone  la 
consideración  en  la  execucion  ,  no  hay  cosa  mas 
inverisímil  ,  y  juntamente  difícil  de  poner  en 
práctica  ,  que  estos  Personages  fantásticos.  ¿  No 
os  parece  que  el  semblante  ,  y  aspecto  de  un  Rio 
el  del  ^qtíiion  ,  el  del  Zefiro ,  el  del  Pavor  ,  ei 
de  los  Demonios  ,  y  el  de  otros  nombres  igual- 
mente graciosos  ,  sean  fáciles  de  imitarse?  ¿Es 
posible  hallar  el  ger.to  y  lenguage  que  les  corres- 
ponde ?  un  trage  ,  un  adorno  de  cabeza  que  les 
sea  propio?  ¿donde  hallaremos  los  modelos?  ¿dón- 
de está  la  regla  de  comparación  ,  con  que  peda- 
mos juzgar  de  la    propiedad  ó  impropiedad  (i)? 

Estando  ,  pues  ,  los  argumentos  maravillosos 
sujetos  á  tantos  defectos,  la  razón  pide  que  los 
Históücos  sean  pieferidos.  Ni  tampoco  es  cierto 
(como  pretende  Marmontel  )  que  estos  no  sumi- 
nistren al  Decorador  abundancia  de  nuevas  y 
brillantes  perspectivas  ,  ó  mutaciones  de  teatro. 
Si  no  se  verá  en  el  salir  de  repente  una  Furia, 
volar  por  los  ayres  una  Esfinge  ,  aparecerse  y 
desaparecerse  luego  un  Castilío  :  si  un  Sel  no  se 
tomara  la  diversión  de  bayiar  entre  las  nubes, 
con  otras  semejantes  extiavagancias  que  se  acos- 
tumbran en  lab  Operas  Frarcesas  ,  no  es  porque 
no  tenida  un  gran  1»  par  la  hersfectiva  ,  repre— 
sentanJo  amenos  Jardines,  Mí-res  borruscososy  Ba- 
tullas  navales  y  terrestres  ,  Bosques  ,  Despeña- 
de- 

(i)      Fntre  otras  mil  razones  ,  es  una  ésta  paf^  dester- 
rar los  Miiterios- ,  y  Autos  óacramentulet  de  loa  ttaUOS. 

M 


178  IT^SrnUCIONES  POETXCuIS. 

deros  ,  Cascadas ,  en  fin  todo  el  magestuoso  tea- 
tro de  la  Naturaleza  considerada  en  el  rrnindo 
Jjsico  :  espectáculo  mucho  mas  vario  ,  deleytoso, 
y  mas  fecundo  que  el  mundo  ideal  fabricado  en 
el  celebro  de  los  Mythologos  ,  y  de  los  Poetas. 
Demás  de  esto  no  hay  peiigro  de  que  la  expre- 
sión musical  caiga  en  languidez ;  porque  según 
las  reglas  arriba  establecidas  ,  escogerá  el  Poeta 
en  la  Historia  argumentos  llenos  de  afectos,  y 
de  interés  ,  huyendo  las  menudencias ,  y  particu- 
laridades que  no  son  de  substancia  :  antes  al 
contrario  el  haber  de  representar  acontecimien- 
tos humanos  que  tantas  veces  ha  visto  el  Músico, 
ó  de  los  que  á  lo  menos  puede  formar  una  justa 
idea  ,  le  servirá  de  mucho  auxilio  para  internar- 
se mas  en  las  pasiones  ,  y  penetrarse  mas  aden- 
tro en  el  ánimo  de  los  oyentes  :  como  también 
el  haber  de  pintar  objetos  naturales  ,  que  están 
á  la  vista  de  todos  ,  le  dará  mas  brio  ,  y  movi- 
miento para  imitarlos  con  destreza.  En  lo  qual 
se  ve  que  aunque  el  Pintor  saque  del  Músico 
inuy  poca  ,  ó  ninguna  ayuda  ,  no  es  corta  la  que 
el  Músico  puede  sacar  del  Pintor.  La  vista  de 
una  Scena  bien  decorada,  la  viveza,  y  valentía  de 
los  objetos  pintados  y  expresados  por  él ,  darán 
mayor  fuego  al  genio  del  Compositor.  No  solo 
se  oirá  salir  mas  terrible  de  la  orquestra  el  re- 
lámpago en  la  tempestad ,  que  habrá  pintado  el 
Decorador  diestramente  en  el  teatro  ;  no  solo 
harán  los  instrumentos  mas  espantosa  la  entrada 
de  la  Gruta  de  Polifemo  ,  ó  las  olas  de  un  mar 
alborotado  ,  sino  que  con  los  sones  da  una  bella 
Música  se  representará  mas  deliciosa  y  agradable 
la  soledad  de  un  bosque  dedicado  al  repeso  y  fe- 
licidad de  los  amantes  :  correrá  mas  ligero  y 
cristalino  el  arroyuelo  ,  quando  Lysis  se  entrega 
al  sueño  :  saldrá  mss  rubia  la  Aurora  que  asiste 
á  las  ternezas  de  Mandane  ,  y  de  Arbaze  :  y  la 
.bóveda   de    los  Cielos   pintada   por    la   mano  de 

Ayac- 


Z  I  S  R  o    IV.  l>íp 

Ayaccioli  ,  ó  de  Bibbiena,  parecerá  adornarse  de 
un  azul  mas  bello  ,  y  representarse  mas  alegre 
después  de  los  dulcísimos  tonos  de  un  Tartini. 

Si  acaso  alguna  lentitud  ,  ó  pausa  momentá- 
nea ,  en  que  cesa  la  Música  ,  se  interpola  en  los 
Dramas  sacados  de  lo  verdadero  j  eso  solo  prueba 
que  no  rodas  las  situaciones  son  igualmente  suscep- 
tibles de  un  mismo  grado  de  pasión  ;  que  la  Músi- 
ca también  debe  tal  vez  doblarse,  y  ceder  áia  Poe- 
sía e.i  atención  á  los  muchos  sacrificios  que  ésta 
hace  en  obsequio  de  aquella  :  y  que  se  requieren 
innrvaios  ,  en  los  quaies  el  Poeta  tenga  lugar  de 
entretexer  los  lances  j  y  el  oyente  ,  y  el  Músico 
de  respirar  (digámoslo  así)  de  la  conmocioQ  de- 
masiado viva  que  se  despertaría  por  una  melodía 
incesante.  Las  quaies  circunstancias  son  las  mis- 
mas no  solo  para  los  argi^pientos  Históricos  ,  si- 
no también  para  los  Fabulosos  ,  los  quaies  no 
están  exentos  de  defectos  semejantes  ,  como  se 
podría  hacer  ver  con  el  examen  imparcial  de  los 
Dramas  Francese!>  de  Quinaut  ,  si  se  ofreciese  la 
ocasión.  Yo  convengo  con  el  sabio  Autor  citado 
en  que  no  todo  argumento  de  Historia  es  propio 
para  la  Opera  ,  asi  como  no  la  es  impropio  todo 
argumento  Fübuioso.  Este  se  puede  admitir  siem- 
pre que  la  Fábula  mezclada  de  hechos  históricos, 
y  trasmitida  hasta  nosotros  por  una  larga  serie 
de  siglos  ,  haya  adquirido  una  especie  de  credi— 
biltdad  que  la  limpie  de  inverisimilitud.  Tales  se- 
rian p(  LO  mas  o  menos  Euridice  ,  y  Orfeo  ^  la 
T>esrruccion  de  Tehas  j  o  la  de  Troya  ^  Teséo  ,  y 
uiriadne  \  Ifigeiúa  en  yíuiíde  ^  y  otras  semejan- 
tes. Pero  querer  des. errar  del  Drama  misical  lo 
verdadero  f^p^ra.  substituir  el  plan  adoptado  por 
Quinaut  :  abatir  la  Opera  Italiana  por  ensalzar 
la  Francesa  ,  es  lo  mismo  que  querer  imitar  las 
costumbres  de  aqueiios  pueblos  de  la  Guinea  ,  que 
pintan  negros  á  los  Angeles  ,  porque  juzgan  que 
el  sumo  grado  de  ia  fealdad  consiste  en  el  color 
blanco.  M  2  Yol- 


l8o  INSTITVCJON'ES   POÉTICAS. 

23  Volviendo  ,  pues  ,  á  nuestro  propósito  ,  pa- 
rece que  con  lo  dicho  hasta  aquí  queda  bien  ex- 
plicada ia  Forma  y  esencial  constitución  de  la 
Opera  ,  y  probada  la  Definición  que  de  ella  hi- 
cimos al  principio  ,  mediante  la  análisis  hecha 
de  todas  sus  partes  :  de  manera  que  ^or  una  es- 
pecie de  Sypnosis ,  ó  breve  recapitulación  de  to- 
do lo  dicho  j  tenemos  en  suma  las  reglas  si- 
guientes. 

REGLA    I. 

,,Ei  Poeta  ha  de  examinar  con  atención  la  ín- 

^doie  de  ia  Música. 

REGLA     IL 

„E1  Poeta  ha  de  conocer  las  relaciones   de  la 
^Música  coa  ia  Lengua   en  que  escribe. 

REGLA    II L 

„El  Poeta  ha  de  acomodar ,  y  sujetar  á  la 
jjMúsica  el  Lenguage ,  y  la  Poesía. 

REGLA     IV. 

5,El  Músico  ha  de  conocer  el  verdadero  ca- 
^jtácter  del  Verso  ,  su  genio,  y  el  de  la  Lengua. 

REGLA    V. 

„E1  Músico  ha  de  saber  sacar  ventaja  de  la 
j,Lengua  ,  y  del  Verso  á  favor  de  la  Modulación. 

REGLA     VI. 

,,EI  Decorador  debe  ayudar  á  la  Ilusión ,  dis- 
„poniendo  la  Decoración  según  el  plan  estabieci- 
,,Üo  por  el  Poeta  ,  y  por  el  Múüico. 

RE- 


zisRO   IV.  i8i 

REGLA    VIL 

,,E1  Poeta  está  obligado  á  guardar  sus  dere— 
5,chos  á  la  Poesía  ,  y  al  Teatro  ,  siempre  que  la 
jjMusica  no  se  oponga  :  haciendo  consistir  su  ha- 
„bilidad  en  combinar  las  cosas  de  modo  que  sea 
„compañero  y  no  esclavo  del  Compositor  Músico^ 

REGLA     VIII. 

,,Si  al  Poeta  le  obliga  tal  vez  el  Músico  á  ser 
,,remiso  en  algunos  puntos  de  la  severidad  tea— 
„tral ,  no  por  eso  está  dispensado  de  atender  ¿ 
j,ia  verisiíxiilitud  ,  decoro  ,  costumbres  ,  caracté— 
5,res  ,  unidad  de  i^cciori  ,  y  de  Tiempo  ,  y  á  las 
„universales  leyes  comunes  á  qualquiera  composi— 
jjCion  Dram.ática.  El  quebrantar  estas  leyes  genes- 
erales  ,  no  es  en  él  menos  culpable  que  en  el  Trá- 
„gico  y  el  Cómico. 

REGLA    IX. 

r"  „E1  Poeta  en  aquellas  ocasiones  en  que  se  le 
jjpermite  ceder  ,  y  someterse  á  lo  que  exige  la 
„JVIüsica  ,  no  debe  llevar  esta  licencia  hasta  el 
„exceso  ,  sino  solamente  hasta  donde  lo  requiere 
„el  fin  propuesto. 

REGLA    X. 

,,E1  Poeta  ha  de  huir  los  argumentos  dema— 
,,siado  largos  ,  y  complicados  :  y  de  enredar  en 
j,ellos  una  serie  de  Scenas  desnudas  ,  y  sin  de— 
,,signio    alguno. 

REGLA    XL 

„Al  Poeta  se  le  permite  el  uso   de  las  Com- 
IVI3  „pa- 


iS*  l^rSTTfUClOJffSI  POÉTICAS. 

-jparaciones  ,  y  del  estilo  Lyrico- dramático  ,  con 
„tal  que  lo  use  con  moderación  ,  y  atienda  prin- 
„cipalmente  á  la  verisimilitud. 

REGLA    XII. 

,,E1  Poeta  tiene  privilegio  para  no  estar  li— 
..gado  á  la  unidad  de  lugar  ,  ó  Scena  ^  pero  no 
„debe  descuidarla  ,  ó  perderla  tanto  de  vista, 
,,que  á  cada  Scena  se  vea  una  Mutación  ,  ó  que 
jjlos  Espectadores  en  un  instante  sean  trasladados 
jjdesde  Pechin  á  Madrid  ,  ó  desde  el  Erebo  al 
jjOlympo  :  In  vitium  ducit  culpa  fuga. 

REGLA    GENERAL. 

,,E1  Poeta  Lyrico-dramático  no  debe  olvidar 
,,que  el  buen  juicio  pide  ser  atendido  sobre  todoj 
,,y  que  los  mas  graciosos  ,  y  bellos  golpes  de  ima- 
,,ginacion  ,  y  afectos  no  defienden  á  un  Poeta  de 
,,la  censura  quando  procede  contra  los  dictáme- 
„nes  de  la  razón." 

24  De  estas  reglas  establ'^cidas  acerca  de  la 
Forma  ,  y  Cunstitucion  intrínseca  del  Drama  pa- 
ra Opera  ,  se  deducen  otras  pertenecientes  priva- 
damente á  las  partes  que  lo  componen.  Pero  mu- 
chas de  ellas  se  han  apuntado  ya  al  paso  j  y  otras 
se  infieren  de  los  principios   propuestos. 

it^  Omitiendo  hacer  Sección  aparte  del  Fin  de 
la  Ópera  ,  por  haberse  ya  tocado  repetidas  ve- 
ces ,  y  ser  el  mismo  que  el  de  la  Tragedia  ,  si  la 
Opera  es  Seria  ,  o  el  de  la  Comedia  ,  si  es  Bu" 
fa,ú.  diferencia  de  los  medios  de  que  cada  una 
se  vale  para  conseguirlo  ^  concluiremos  con  decir 
que  del  conjunto  de  las  reglas  dichas  nace  una  di- 
fere  •«  a  esencial  entre  la  Opera  ,  y  lae  otras  Com- 
posiciones teatrales  ,  bastante  diversa  de  las  que 
hgn  sido  hasta  ahora  señaladas  por  los  Autores. 
No  consiste  ( como  quieren  algunos)  en  el  número 

de 


Z,  T  S  R  o     IV.  183 

de  Actos  ;  pues  puede  darse  una  bellísima  Opera 
dividida  tanto  en  dos  ,  como  en  tres  ,  ó  como  en 
cinco.  No  en  el  carácter  del  Protagonista;  pues  no 
se  ve  diferencia  esencial  entre  éste,  y  el  de  la  Tra- 
gedia ,  ó  Comedia  :  ni  los  afectos  que  debe  exci- 
tar el  primero  ,  se  diferencian  de  los  que  debe 
excitar  el  segundo.  Ni  tampoco  en  la  elección 
de  los  argumentos  Fabulosos,  con  preferencia  de  los 
Verdaderos  ;  pues  (  como  hemos  visto  arriba  )  los 
argumentos  traídos  de  la  Historia  ,  se  acomodan 
á  la  naturaleza  de  la  Opera  tan  bien  ,  y  aun  me- 
jor que  los  Fabulosos.  Hablase  aquí  de  la  Opera 
Seria  ,  y  no  de  la  Bufa  ,  en  la  qual  se  quiere 
(como  en  la  Comedia)  fin  alegre.  Ni  veo  porqué 
ti  íin  de  la  Opera  Seria  no  deba  ser  infeliz  ,  y 
trágico  ,  sino  porq.ie  Zeno  ,  y  Metastasio  han  ter- 
minado todos  sus  Dramas  con  éxito  alegre.  Pero 
semejante  exemplo  y  uso  tuvo  un  origen  ente- 
ramente diverso  que  el  de  las  leyes  fundamen- 
tales de  la  Composición.  El  Emperador  Car- 
los VI  ,  á  quien  la  Italia  es  en  gran  parte  deu- 
dora de  su  gloria  Lyrico-dramática  ,  era 
uno  de  aquellos  Señores  á  quienes  no  agradaban 
los  Espectáculos  de  fin  funesto  ,  no  queriendo 
que  el  Pueblo  volviese  á  casa  desconsolado  del 
teatro.  De  aquí  es  que  su  gusto  particular  sirvió 
de  principal  regla  á  Stampligia  ,  después  á  Apos- 
tólo Zeno  ,  y  últimamente  á  Metastasio ,  Poetas 
de  la  Corte.  Supongamos  que  Carlos  VI.  hubiese 
tenido  un  genio  contrario  :  estos  mismos  Poetas, 
por  agradarle  ,  habrían  hecho  caminar  todas  sus 
Composiciones  á  un  fin  triste  :  y  de  su  exemplo 
se  hubiera  sacado  una  regia  general  para  sus  su- 
cesores. Luego  al  punto  hubieran  dicho  los  críti- 
cos que  el  éxito  infeliz  era  esencial  á  la  Opera 
Seria  ,  como  lo  dicen  ahora  para  probar  lo  con- 
trario. Esto  sucederá  siempre  que  la  crítica  no 
ande  acompañada  de  la  filosofía. 

2(5    £n  este  Capítulo  se  ha  hablado  de  la  uuion 
M4  de 


1 84  XA'-STITVClOJVEt  POETlCyí.V. 

de  la  Poesía  ,  Música  ,  y  Decoración  ,  atendido 
el  estado  en  que  acfualmetite  se  hallan  entre  no- 
sotros estas  tres  Facultades  ^  sin  pretender  apli- 
car las  mismas  observaciones  á  qiialquiera  ijiiion 
posible.  El  diferente  genio  de  la  Música  ,  Len- 
gua ,  y  Poesía  en  una  Nación  ;  sus  usos  ,  y  sus 
íinss  políticos  pueden  inducir  tales  mudaiízas,  que 
•los  teatros  tengan  necesidad  de  otras  reglas,  y  de 
otra  Poética.  De  aquí  es  que  siempre  me  ha  pa- 
recido poco  fundada  la  comparación  ,  y  semejan- 
za entre  nuestro  sistema  Dramático-lyrico  ,  y  el 
de  los  antiguos. 

27  Después  de  esta  Doctrina  sobre  la  natu- 
raleza ,  y  constitución  intrínseca  de  la  Opera 
(que  no  nos  ha  costado  mas  trabajo  que  el  de 
una  traducción  casi  literal )  pasa  el  Señor  Abate 
Arteaga  á  proponer  algunas  observaciones  sobre 
la  aptitud  de  la  Lengua  Italiana  para  la  Músi- 
ca ,  deducidas  de  su  construcción,  y  mecanismo, 
y  haciendo  en  una  Nota  una  apreciable  Apología 
de  la  Lengua  Castellana,  y  su  no  menor  aptitud 
para  el  canto  ,  me  ha  parecido  insertarla  aquí 
por  modo  de  Apéndice  ,  por  lo  que  pueda  inte- 
resar á  los  que  quisieran  ver  en  nuestra  Nacioa 
subrogada  la   Opera  Castellana  á  la  Italiana. 

APÉNDICE. 


Aptitud  de  la  Lengua  Castellana  para 
la  Opera. 

I  JÍLfl  Jesuíta  Bouhours ,  Francés ,  en  su 
obra  intitulada  Entrefiens  J'  triste  ,  et  d''  Eu— 
gente  ,  Dialog.  a.  con  su  acostumbrada  ligereza 
ei;  juzgar  ,  no  tuvo  embarazo  en  decir:  ,,Que  la 
ijLengua  italiana  no  puede  expresar    la  naturale- 

,,za. 


z  I  s  R  o     ZV.  iSg 

,,■73 ,  ni  dar  á  las  cosas  el  ayre  y  gracia  propia  y 
„conveniente  á  ellas.  Que  las  continuas  Ivletáfo- 
,,ras  ,  y  Alegorías  son    las    delicias  de  los  Italia- 
„nos  ,  y  aun  de  los  Españoles.  Que  su  Lenguaje 
5,ileva   siempre  las  cosas  á  algún  extremo.  Que  la 
jjTiiayor  parre  de  las  palabras  Italianas  ,  y  Espa- 
jjñelas   está  llena  de    obscuridad  ,  de  confusión   y 
,,de  hinchazón."  (  como  si    la  hinchazón  ,  y   obs- 
curidad fuesen    un    vicio    de    las   palabras  ,  y    no 
de  los  Autores.)    „Que  los    Chinos,  y  casi   todos 
j,los  Pueblos  de  la   Asia   cantan   ,  los    Tudescos 
j,rolufznan  ,  los  Españoles  djclamnn  ,  los  Ingleses 
yySilvan  ,  los  Italianos  suspiran  ^  lo  que  no  es  pro- 
„piamente  como  en  los  Franceses ,  los  quales  ha- 
f,blan.''   A  vista  de  tales   despropósitos ,  de  nin- 
gún   modo  debemos   maravillarnos  del    modo  ,  y 
ligero  juicio  que  hace  de  las  tres  Lenguas  Hiin}a- 
nas  :  e«to  es  :  ,,Que  la    Lengua   Española  es   una 
yySoherbia  ,  de  genio  altivo  ,  que    quiere    parecer 
5,grande  ,  ama   el    fausto  ,  y  el  exceso   en    todas 
,,las  cosas.  La  Italiana  es  una    Mozuelo  ,   y    una 
fjLoca  presuniidiilcí  ,  siempre  cargada  de  adornos 
3,y    afeytes  ,  con    que    no    procura   sino    parecer 
,,bien  á  otros  ,  y  ama  las  bagatelas.  La  Francesa 
5,es  una   Matrona  ,  mas  una  Matrona  noble  y  tra- 
„table  ,  la  qual,  aunque  sabia  y  modesta  ,  con  to- 
5,do  eso  nada    tiene    de  áspera  ,  ni  de  fiera.''  El 
que  así    habla    j  entendía   por    ventura  la  Lengua 
Italiana  ,  ni  la  Española?  ¿  ó  se  creia  si  no,  bas- 
íantemente  recompensado  el    desprecio  que  de  los 
Extrangeros    merecen     sus    Decisiones   ,    con    el 
aplauso  de  algún  Petimetre  ,  y  ocioso  Parisiense? 
1     Permítase  al    amor  de    la   verdad  ,  y   de  la 
Patria     decir    aquí  dos    palabras  acerca  de  la  pre- 
ocupación de   este  Escritor    sobre   la  Lengua  Es-" 
pafiola  :    y    mas  quando  no  solo  ha    quedado    en 
Francia  ,  sino  que   pasando    los  Alpes  ,  ha   pene- 
trado también    dentro    de  Italia  ,  donde  comun- 
mente se  cree  que  la  Lengua  Española  está  llena 

de 


lS5  INSTITUCIOWEt  POKTICAS. 

de  hinchazón  ,  y  fausto  ,  no  siendo  en  manera  al- 
guna á  propósito  para  expresarla  suavidad  ,  y  los 
afectos.  Demás  de  esto  se  cree  que  en  casi  toda 
nuestra  pronunciación  se  percibe  una  voz  gutu^ 
val  :  y  que  la  mayor  parte  de  las  palabras  aca- 
ba en  as.  es.  os.  us.  de  lo  que  ligerísimamente  se 
concluye,  que  no  es  buena  para  acompañarse  con 
la  Música.  Un  tomo  entero  se  pudiera  escribir 
contra  tan  inconsiderada  Aserción  ,  en  e)  qual  se 
probase  con  evidencia  ,  que  la  pronunciación  gu* 
tur  al  de  nuestra  Lengua  se  reduce  á  solas  tres  le- 
tras de  las  veinte  y  quatro  que  componen  el  Al- 
fabeto:  es  á  saber,  X.  G.  J.  y  que  el  sonido  de 
estas  letras  ,  quando  sale  de  boca  Castellana  (que 
es  la  ünica  depositaria  entre  nosotros  de  la  be- 
lleza y  cultura  de  la  Lengua)  es  menos  áspero  y 
tosco  que  la  pronunciación  del  Pueblo  mas  culto 
de  Italia  ( el  Florentino  )  en  pronunciar  el  co, 
donde  ellos  hacen  sentir  mucho  mas  el  sonido  gu- 
tural. Ni  la  freqiiencia  de  estas  letras  es  tal, 
que  no  pueda  fácilmente  excusarse  quando  se 
quiera  componer  para  el  canto.  Demás  de  esto, 
apenas  la  tercera  parte  de  las  palabras  Españo- 
las acaban  en  letra  consonante  ,  y  por  felicidad 
las  dos  terceras  partes  acaban  en  vocal  :  con  la 
circunstancia  que  estas  consonantes  finales  son  las 
mas  dulces  y  suaves  del  Alfabeto  ,  v.  gr.  s.  d.  1. 
n.  r.  en  las  quales  poquísimo  ,  ó  ningún  embarazo 
halla  la  pronunciación.  Las  consonantes  mas  at- 
peras  ,  y  menos  musicales  ,  tan  usadas  de  los  La- 
tinos ,  Franceses  ,  y  Pueblos  Septentrionales  ,  co- 
mo serian  f.  p.  t.  c.  b.  li.  m.  11.  rr.  están  entera- 
mente desterradas  del  final  de  nuestras  palabras. 
Ningún  vocablo  termina  con  dos  consonantes  se- 
guidas ,  como  sucede  á  los  Ingleses  ,  Tudescos, 
Franceses  ,  y  Latinos :  por  cuya  razón  las  dichas 
terminaciones  hacen  nue.'tra  Lengua  magestuosOy 
,y  sonora  ,  sin  hacerla  por  eso  menos  iel'a  ,  así 
como  las  mismas  freqüentes  terminaciones  en  as. 

es. 


ZlBRO     JV.  1S7 

9S.  Oí.  no  quitaban  á  la  Lengua  Griega  su  suavi- 
dad y  dulzura.  En  suma  casi  tedas  la  ventajas, 
que  han  sido  observadas  por  nü  en  la  Lengiia 
Italiana  sobre  la  limpieza  de  los  sonidos  ,  de  los 
acentos  ,  y  la  prosodia,  se  hallan  justamente  en 
la  Española  ,  como  se  veria  haciendo  una  con- 
frontación   imparcial  ,   y  filosófica. 

3  Estas  razones  no  permiten  que  convenga  yo 
en  la  opinión  de  un  excelente  Español  Don  An- 
tonio Eximeno  ,  Escritor  de  una  obra  llena  de 
luces  ,  y  filosofía  ,  sobre  el  origen  ,  progresos ,  y 
decadencia  de  esta  Arte  :  el  qual  abiertamente 
pospone  la  Lengua  Castellana  á  la  Italiana  para 
la  Música.  Pero  á  mí  me  parece  que  esta  qlies- 
tion  quedaría  demasiado  dudosa  ,  exáminánclola 
con  imparcialidad.  L?3  ventajas  están  equilibra- 
das entre  una  y  otra  parte.  Si  la  Italiana  tiene 
la  apreciable  prerogativa  de  acabar  casi  siempre 
fen  vocales  ,  la  Castellana  tiene  otra  no  menos 
aprec-able  de  ser  mas  vaiia  en  las  terminaciones, 
contándose  en  ella  ,  sobre  poco  mas  o  menos, 
quatro  mil  maneras  diferentes  de  terminar  las 
palabras.  Si  aquella  tiene  libertad  de  admitir  eli- 
siones ,  y  cortes  ,  para  facilitar  los  transites,  tam- 
bién ésta  se  sostiene  mucho  mejor  con  la  moges— 
tad  f  y  plenitud  que  la  suministran  sus  silabas  fi- 
nales. Si  la  pronunciación  Italiana  es  mas  blan- 
da ^  y  dulce  ,  la  de  las  vocales  Castellanas  es 
mas  clara  ,  y  rotunda.  Finalmente  ,  si  nuestra 
Lengua  ha  conservado  algunas  terminaciones  Go- 
das ,  por  las  quales  se  hace  tal  vez  chocante  al 
oído  ,  también  la  Italiana  cae  muchas  veces  en 
el  defecto  de  Huecos  ,  y  Concursos  desagra- 
dables. 

4  Al  poner  esta  Nota  ,  no  dexo  de  tener  pre- 
sente quánta  materia  habré  yo  dado  á  los  Italia- 
nos mozalvetes  ,  y  sabidillos,  para  que  se  rian 
mucho.  Pero  tampoco  se  me  oculta  que  los  peti- 
metres ,  y  preciados  de  eruditos  en  Italia  ,  son 

co- 


i88  iNSTUveíON-ns  poéticas. 

como  los  de  todos  los  demás  paises  :  gente  la  ma« 
ridicula  ,  que  orgullosamente  se  pasea  sobre  la 
haz  de  la  tierra.  Feliz  yo  ,  que  tendré  por  com- 
pañero en  la  burla,  así  como  le  tengo  en  el  dic- 
tamen ,  á  un  Autor  ,  que  por  ser  Moderno,  y  Fi- 
lósofo ,  y  (lo  que  es  nías)  Francés  ,  espero  me  sir- 
va de  escudo  contra  estos  feroces  prosélitos  de  la 
moda.  Hablo  del  famoso  Alambert  ,  en  quien  de 
ningún  modo  sospechan  ellos  que  se  puedan  ha- 
llar ias  palabras  siguientes:  Una  Lengua  que  abun- 
dase en  vocales  ,  y  sobre  todo  en  vocales  dulces  y 
como  la  Italiana  ,  seria  la  mas  dulce  de  todas. 
Ella  acaso  no  seria  la  mas  armoniosa  j  pues  la 
melodía ,  para  hacerse  agradable  ,  debe  ser  no  so- 
lamente dulce  ,  sino  también  variada.  Una  Len- 
gua ,  que  tuviese  ,  como  la  E.fpa0ola  ,  una  opor- 
tuna mezcla  de  vocales  ,  y  consonantes  dulces  y 
sonoras  ,  seria  acaso  la  mas  armoniosa  de  todas 
las  Lenguas  vivas  ,  y  modernas.  Essai  sur  1'  ar— 
monie  des   Langues. 


INS- 


i8p 

IWSTITWCIONJE  S 

POÉTICAS. 
LIBRO   QUINTO. 

De  Jos  Poemas  menores. 


■     TT 

I  Jarjo-abiendo  tratado  de  la  Poesía  Épica,  y 
Dramática  ,  sigúese  que  tratemos  de  otros  Poe- 
mas menores  ,  cuya  notable  diferencia  entre  sí 
constituye  diversas  especies,  como  la  Sátira,  Ele- 
gía ,  Égloga  ,  &c.  y  de  otros  ,  que  aunque  dis- 
tintos entre  sí  ,  como  por  lo  general  son  del  gé- 
nero heroyco  ,  tienen  algo  conjim  en  que  se 
parecen  9  y  por  tanto  también  pueden  caer  baxo 
una  misma  razón  común  de  Poesía  Lyrica  ,  co- 
mo que  se  suponen  aptos  para  el  canto  :  Estos 
son  el  Epithalamio  ,  Genethliaco  ,  Epicedio,  Epi- 
nicio ,  Soterico  ,  Propemptico  ,  Parsenetico  ,  &c. 
de  cada  uno  de  los  quales  daremos  una  breve 
razón  ,  empezando  por  los  de  la  priaiera  clase. 


CA- 


ipO  IN-^TITI/CIONES  POÉTICAS. 

CAPITULO  PRIMERO. 

SECCIÓN     PRIMERA. 
De  la  Sátira, 

I  JLjía  Sátira  tuvo  malos  principios  ,  y  por 
consiguiente  los  medios  ,  y  los  íines  no  habian  de 
ser  muy  buenos.  La  embriaguez  ,  y  otros  excesos 
que  se  cometían  en  las  Fiestas  Saturnales  ,  abor- 
taron la  Sátira  entre  los  antiguos  Romanos ,  sien- 
do invención  suya  ,  según  Quintiliano  (i)  ,  Sáti- 
ra quidem  tota  nostra  est.  Trasladáronla  al  tea- 
tro los  Toscanos  ,  que  en  su  lengua  se  llamaban 
Histriones  ,  porque  iban  en  compañías  á  Roma 
para  ganar  la  vida  con  sus  bayles  ,  y  representa- 
ciones. Empeoró  cada  vez  mas  la  Sátira  ,  dando 
en  un  desenfreno  ,  y  mordacidad  insufrible  ,  sin 
perdonar  á  los  ciudadanos  de  la  mas  alta  clase, 
como  nos  lo  refiere  Horacio  ,  Libro  a.  Carta  i. 
al  Emper.Tdor  Augusto  César  j  y  otros  Escritores 
clásicos  de  aquellos  tiempos.  Ds  manera  que  fué 
menester  que  el  Gobierno  tomase  providencia  ,  co- 
mo lo  hizo  ,  publicando  aquell.»  Ley  de  las  do- 
ce Tablas  ,  en  qie  se  imponía  pena  capital  á 
qualquiera  que  hiciese  ,  o  representase  Sátiras: 
peí  a  que  también  impusieron  los  Griegos  (  como 
diximos  hablando  de  la  Comedia  )  quando  preva- 
lecía su  Comedia  antigua  ,  que  era  muy  análoga 
con  la  Sátira  Romana  que  se  cantaba  en  los  tea- 
tros. Y  este  es  el  primer  género  de  Sátiras. 

fl     Sin    embargo    de  la    Ley  ,  solia  el  pueblo, 

apa- 

(i)       Lib.  10.  Orat.  cap.  i. 


LIBRO     IV.  ipl 

apasionadísimo  de  las  Sátiras  ,  pedirlas  de  quan- 
do  en  quando ,  así  como  solían  pedir  otras  extra- 
vagancias ,  teniendo  el  Magistrado  que  ceder  al 
furor  de  un  numeroso  vulgo  congregado  en  el 
Coliseo.  Doscientos  y  veinte  años  duraron  las 
Sátiras  en  los  teatros  de  Roma  ,  hasta  que  en  el 
año  ^14  de  su  fundación  vino  á  ella  un  Poeta 
Griego  ,  llamado  I.ivio  Andronico  ,  que  en  Jos 
teatros  Romanos  intioduxo  el  buen  gusto  de  Ja 
Tragedia  ,  y  de  la  Comedia  corregida  ,  ó  nueva 
Griega.  •  * 

3  Mejorado  el  gusto  de  los  Romanos  ,  se  des- 
terró de  los  teatros  la  Mordacidad  de  las  Sáti- 
ras j  pero  persevero  fuera  de  elics  j  pues  en  Com- 
posiciones privadas  empezó  el  primero  (según  Ho- 
racio ,  y  otros  )  á  cultivarla  LuciJio  ,  también 
Ermio  ,  Pacuvio ,  !ueL,o  Horacio,  y  últimamente 
Juvenai  ,  y  Persio  ,  todos  mordaces  y  atrevidos 
hasta  en  citar  personas  conocidas  con  sus  nombres 
ó  con  señales  nada  equívocas.  Y  este  es  el  segun- 
do género  de  Sátiras. 

4  Menipo  ,  Griego  de  nación  ,  y  sectario  de 
la  impudente  ,  y  mordaz  escuela  Cynica  ,  intro- 
duxo  otra  tercera  especie  de  Sátira  ,  compuesta 
de  prosa  y  verso  ,  que  de  su  nombre  se  llamó 
Menipea  ,  y  también  íyarroniana  ,  por  haberla 
imitado  ,  y  cultivado  Varron.  A  estos  siguieron 
Luciano  ,  Petronio  Arbitro  ,  y  otros  :  llegando 
aun  hasta  nuestros  tiempos  el  uso  de  la  Sátira 
Menipea  ó  Varroniana  ,  como  se  ve  en  Barcla- 
yo  ,  Qiievedo  ,  Cervantes  en  su  Don  ^uixotey 
en  el  Autor  de  las  Cuevas  de  Salamanca  ,  y  en 
otros  varios  Satíricos    modernos. 

g  Aquí  no  vamos  á  tratar  de  la  primera  es- 
pecie de  Sátira  j  porque  corregida  y  limpia  ,  co- 
mo debe  ser  ,  se  reduce  á  la  Comedia.  Tampoco 
nos  pertenece  ¡a  tercera  ,  ó  Varroniana  j  porque 
la  parte  de  verso  de  que  se  compone  ,  puede  to- 
car á  distinta:»  clases   de  Poesía  ^  sia  que   forme 

un 


ipi  mSTITUCIOT^TES  POETICES. 

un  Poema  determinado  :  y   la  parce  de  prosa   es 
fuera  de  nuestra  Provincia.   Con  que  solo  habre- 
mos  de   tratar  de  la    segunda  especie  de  Sátira, 
que  hice  número  entre  los  Poemas   menores  ,  que 
son  el  objeto  de  este  Libro  V.  La  dificultad  está 
en   si  convendrá  ó  no  su  uso.    La    mansedumbre 
del   Evangelio  y   caridad  christiana  parece  que  se 
oponen.  Pero  esta  oposición   cesaría  siempre  que 
se  presentase  despojada    de  las  armas  vedadas  ,  y 
comunes  á   los   Libelos  famosos  ,  prohibidos  por 
ley  divina  y  humana  ,  dexándola  con    las  gracias 
inocentes  de  que  es  susceptible.  No  se  puede  ne- 
gar que    separando    á    un   lado   las   obscenidades 
y  la  mordacidad    contra    personas   conocidas  ,   ó 
gremios  ,  y  sociedades   útiles  á  la  sociedad  uni- 
versal ,    se    hallan    en   los    Satíricos   antiguos   y 
modernos,  primorosos    rasgos   de   ingenio  y   ex- 
celentes   máximas    para    la    vida   moral  ,   civil    y 
política.    Hinque     la   Sátira   sus     agudos  dientes 
solo   en   los    vicios    y    abusos  ,  sin    penetrar    en 
las    personas  ^    y    con    esta    condición    puede  ser 
útil  ,    y    también  deleytable   por  las   sales  y   jo- 
cosidad con   que  debe  estar  sazonada.  En  este  su- 
puesto ,    pues  ,   la    definimos  ser  un   Poema  jo- 
coso y  libre  ,  (igudo  ,   que  sin  dirigirse  á  deter- 
minadas persones  dtrectii  ,  ni  indirectamente ,  sir- 
ve   para    reprehender  las    malas   costumbres  ,  y 
corregir  abusos. 

6  La  materia  de  este  Poema  son  defectos  ri- 
dículos u  odiosos  :  v,  gr.  la  Pereza  ,  la  Adulación, 
la  Charlatanería ,  el  Engaño,  la  Fortuna  loca, 
la  Ingratitud,  la  Ambición,  la  Avaricia,  la  Pro- 
digalidad ,  y  como  dice  Juveaal: 

jQuidquid  agunt  bomities  ,  votum  ,  timor, 

tra  ,  voiuptüs 
Gctudia  yUisLursus  y  nostri  fárrago  libelli. 

7  Por  lo  que  toca  á  su  Forma  y  Composición, 
•  necesita  cierta    gracia  ,  jocosidad  ,   y    suavidad, 

pa- 


Z  I  Jt  R  o     V.  193 

para  que  las  reprenensiones  se  reciban  sin  des- 
agrado j  y  por  tanto  se  requiere  en  el  Poeta  un  in- 
genio astuto  ,  chistoso  ,  penetrante  ,  sagaz  ,  dis- 
creto y  agudo.  La  Sátira  pide  sentencias  freqUen- 
tts  y  agudas  ,  y  picantes  ^  versos  elegantes  ,  aunque 
sin  pvolixidad  nimia  en  su  armor.ia  ,  como  se  ve 
en  ios  versos  de  las  Sátiras  de  Horacio  ,  quien  al 
contrario  en  los  de  sus  Odas  fué  armonioso  ,  o  (co- 
mo le  llama  Ovidio)  numeroso.  Y  así  los  versos  de 
la  sátira  se  contentan  con  una  locución  familiar, 
pero  pura  y  concisa.  Son  de  bastante  mérito  las 
letrillas  satíricas  y  jocosas  de  Gongora  ,  y  varias 
composiciones  de  Que  vedo. 

8     En  quantü  á  su  fin  ,  tiene  el  de  apartar  á  los 
hombres  de  los  vicios  ,  é  incitarlos  á  la  virtud.  Y 
es  cierto  que  tal  vez  la  Sátira,  por  medio  de  sus 
sales  y  dichos  jocosos  y  picantes  ,  suele  sacar  mas 
fruto  que   un  discurso  fiiosófico  ,  árido  ,  y    auste- 
ro,  lleno  de    verdades    desnudas   y    sin  atractivo, 
Pero  no  á  todos  los    ingenios  concede    esta  gracia 
la  naturaleza.  Y  así   vemas  que  en   nuestros  Tea- 
tros ,  donde  se  ha  introducido  la  Sátira  para  can- 
tar en  los  intermedios  ,  es  insulsa  ,  fiia  ,  y  sin  mas 
qualidades    que  las  que   putae  recibir  de  unos  Poe- 
tas que  carecen  de  todas  para  componer  con  acier- 
to. Y  así  concluyo  con  Mr.  Dacier  (i).  ,,La  Sáti- 
,,ra  es  un  Poema   mucho  mas  difícil  de  lo  que  f.q 
jjdiscurre.   En  primer  lugar    es  difícil  por   la  mo— 
j,deracion  que  debe  guardarse  en  él  :  el  camino  es 
j,resvaladizo  y  rodeado  de  precipicios.  En  segun- 
,,do  lugar  es   otro  tanto   mas    dificultoso  ,  quanto 
„ménos    perdón  merece  j  pues   el  que   voluntaria- 
,,mente   se  hace  Censor    publico  ,  debe  esiar  muy 
3, libre  y  puro  de  todos  los  vicios,  defectos,  y  ri- 
„dicu!ezes  que  nofa  en   los    dt-mas.  !No  riebe  espe- 
„rar  perdón  ,  no  dando  él  el  exemplo.  Su  intento  es 
„hactr  reir  j  y  lo  conseguirá  ¿  costa  suya. 

SEC- 
(i)  Acad.  de  Inscripc.  y  buenas  letras.  Dis.  de  U  Sityra, 


ip4  IUrSTITVClONES    TOKÍIQAS, 

SECCIÓN    II. 

D(?  la  Égloga, 

I  Jí-ifa  Égloga  ,  que  también  se  llama  Poe^ 
nm  Bucólico  y  Pastoral  por  las  personas  de  que 
trata  ,  que  son  pastores  de  bueyes  ,  ovejas  ,  &c.  es 
una  imitación  en  verso  de  accior.es  tocantes  ai  cam- 
po ,  en  estilo  sencillo  y  suave  ,  ya  meramente  nar~ 
rativo  ,  ó  ya  dramático.  Como  en  sus  principios 
fuese  este  Poema  inculto,  pero  con  mezcla  de  al- 
gunos pensamientos  finos,  y  expresiones  elegan- 
tes ,  se  iban  escogiendo  y  separando  estos  primo- 
res j  y  por  eso  se  llamó  Égloga ,  vocablo  griego 
que  proviene  de  la  elección  que  hemos  dicho,  se 
haci:i  en  ella,  entresacando  lo  mejor. 

2  La  materia  de  este  Poema  son  amores  cas- 
tos y  sencillos  ^  promesas  ^  disputas  inocentes  j  que- 
jas j  regocijos^  enhorabuenas  j  juegos  del  cam- 
po ,  &c.  y  las  personas  son  pastores  ,  pescadores, 
labradores ,  y  muchas  veces  baxo  el  nombre  ,  y 
oficio  de  pastores  otros  Personages  ilustres  ,  cuyas 
acciones  se  suelen  celebrar  con  este  disfraz  inge- 
nioso. 

3  El  carácter  del  lenguage  ha  de  ser  como  el 
de  las  personas.  Adornan  mucho  este  Poema  las 
comparaciones  y  descripciones,  haciéndose  de  ma- 
nera que  nada  se  toque  en  ellas  que  no  sea  per- 
teneciente al  campo  ,  y  á  la  vida  sencilla  ,  costum- 
bres y  usos  de  los  Paitores.  Suelen  algunos  Crí- 
ticos censurar  á  Virgilio  ,  porque  en  sus  Poemas 
IÍ!  cn'lcos  hace  hablar  á  los  Pastores  algunas  ve- 
ces de  un  modo  impropio  de  su  carácter  rustico, 
J^ero  Virgilio  lo  executa  con  tal  destreza  ,  que 
stgun  ios  pinta,  parece  natural  en  ellos.  Virgilio 

imi- 


imitó,  y  aun  tomo  (como  se  cree)  á  Teócrito 
todo  lo  mas  apreciable  de  la  Poesía  Bucólica  ;  y 
es  el  Poeta  Clásico  Latino  ,  que  debv'iiiüs  ob- 
servar en  este  genero.  Entre  los  Castellanos  ocu- 
pa el  primer  lugar  Garcilaso  ,  dexando  su  mérito 
á  los  dem'.s  Espinóles  que  le  siguieron.  Quando 
la  Égloga  es  Dramática,  no  loes  tan  rigurosamen- 
te ,  que  no  dé  lugar  á  que  hable  alguna  vez  el 
Poeta  ,  especialmente  en  el  principio.  El  verso  que 
la  eorresponJe  es  el  Exámero  :  y  en  Castellano 
el  Endecasílabo  entretexido  con  los  de  seis  ,  de 
siete  ó  de  ocho  silabas  ,  pareándose  los  versos  y 
consonantes  al  arbitrio  del  Compositor. 

SECCIÓN    III. 

De  la  Elegía. 

T 

I  A-ia  Elegía  es  propiamente  canfo  fúnebre, 
llamada  asi  por  las  interjecciones  freqüentes  hel 
heu\  bei\  expresivas  de  tristeza  y  dolor.  Su  ma- 
teria son  objetos  fúnebres  y  tristes  :  por  lo  qijsí 
Ovidio  á  la  muerte  de  Tibulo  ,  hablando  con.  1.4 
misma  Eiegia,  se  explica  así  : 

Flebilis  indignos  Elegeia  solve  cnpilJos: 
^b  !   nimis  ex  vero  nunc  titi  nomen  erit, 

y  en  el    Libro   V.    de  los  Tristes  : 

Flehilis  ut  noster  status  est  ,  ita  flebile 
Carmen. 

Después  la  Elegía  ,  extendiéndose  á  mas  de  lo  que 
significa  su  nombre  ,  trató  de  cosas  alegres  j  amo- 
res j  súplicas  j  acciones    de  gracias  j  cartas  j   pun- 

N  a  tos 


ígS  II^rsTiTUClOJr^ES    POETICES. 

tos  históricos  ;  o  filosóficos  ^  ó  sagrados  ^  ó  polí- 
ticos ,  en  estilo  preceptivo  o  didascálico  ^  y  tam- 
bién Invec'ivas  (que  eran  asuiuo  de  versos  Yám- 
bicos) como  lo  hizo  Ovidio  In  Ibim ,  &c.  Sobre 
la  materia  de  la  Elegía ,  y  su  s  Inventores  dice 
Horacio  (i)  : 

l^ersibus  impariter    junctis    querimonia 

primimr. 
Poít   efiam   inclusa    est    voti    senteníia 

compoí, 
jQuts    turnen    exiguos   Elegos    emiserit 

^uthor, 
Grammatici  certant ,  ü  adbuc  sub  judice 

lis  est. 

1  La  Forma  ó  disposición  de  la  Elegía  consis- 
te en  que  sea  clara ,  agradable  y  fácil  :  su  locu- 
ción propia,  pura,  igual  ,  nada  vehemente  (á  no 
ser  en  alguna  Invectiva)  ,  sentenciosa  ,  moral ,  tier- 
na ,  llena  de  afectos  ,  y  de  una  suavidad  delicada 
y  fina.  Los  versos  latinos  de  que  se  sirve,  son  el 
Exámetro  y  Pentámetro  pareados ,  que  por  eso 
se  llaman  Dísticos.  Los  Elegiacos  Latinos  que  en 
este  género  podemos  imitar ,  son  Tibulo ,  Pro— 
percio  y  Ovidio.  En  Castellano  no  se  ha  íixado 
Metro,  que  caracterice  y  distinga  el  Poema  Ele- 
giaco de  los  demás  j  sin  embargo  de  que  se  ven  en 
nuestros  Poetas  asuntos  Elegiacos  tratados  con  un 
mérito  razonable.  Me  parece  que  aquel  género  da 
composición  ,  que  llaman  Endechas  ,  seria  acomo- 
dado para  los  asuntos  tristes  :  y  el  Romance  en 
Tercetos  de  versos  endecasílabos  lo  seria  sin  dis- 
tinción para  toda  materia  elegiaca  ;  pues  creo  que 
es  el  que  mas  se  acerca  á  los  Dísticos  Latinos. 


SEC- 

(0     Ad  Pisones, 


ZISRO      V.  ip7 

SECCIÓN    IV. 

Del  Epigrama, 


1  Jí—ifl  Epigrama  ,  voz  griega  ,  que  significa 
lo  mismo  que  Inscripción  ,  no  icé  en  sus  princi- 
pios otra  cosa  que  lo  que  significa  el  nombre  :  Ins- 
cripciones que  se  ponian  á  las  Estatuas^  Fachadas 
de  los  Templos  ,  y  otros  edificios  públicos  o  pri- 
vados. Después  dieron  los  Poetas  titulo  de  Epi- 
grama á  qualquiera  compo'^icion  poética  ,  breve, 
y  aguda  :  y  en  es^te  concepto  es  un  Poema  brevey 
en  que  se  da  una  simple  noticia  de  qualquiera  co- 
sa ,  persona  ,  hecho  j  ó  en  que  del  asunto  que  se 
hubiere  frutado  se  deduce  alguna  sentencia  ,  de 
modo  que  termine  el  Epigrama  en  un  dicho  agu- 
do, Y  así  conforme  á  las  dos  partes  que  compre— 
hende  esta  definición  ,  hay  dos  géneros  de  Epi- 
gramas :  uno  simple  y  otro  compuesto. 

2  El  Epigrama  simple  es  el  que  se  expresa 
en  la  primera  parte  de  la  definición  :  esto  es  ,  una 
simple  noticia  de  qualquiera  cosa  ,  persona  ,  o  he- 
cho ;  como  son  las  Inscripciones  en  mármoles  ,  es- 
tatuas ,  edificios  ,  monedas  ,  medallas  ,  blasones, 
como  ésta  del  escudo: 

JEneas  hcec  de  Dañáis  victorihus  arma. 

El  Compuesto  es  ,  el  que  de  todo  su  contenido 
(como  se  dice  en  la  segunda  parte  de  la  Defini- 
ción) deduce  como  de  ciertas  premisas  la  conclu- 
sión de  algún  dicho  agudo  y  sentencioso  :  como  el 
siguiente  : 

Ómnibus  in  triviis  recitant   tua  carmina 
laudas  : 


Ip8  INSTITUCIÓN- ES  POETICES. 

Si  vis  ut  laudem ,  disce  tacere  prius. 

O  este  de  Marcial  traducido  por  Villegas: 

guando  una  Liehre  me  enviaSj 
afirman  con  grande  jéy 
(^ue  si  la  €07)10 ,  seré 
Hermoso  por  siete  dias. 
Si  desto  experiencia  viste, 
u^unque  es  para  mí  tan  nuevo j 
^  jurar  ,  Celia  ,  me  atrevo, 
Que  tu  jamás  la  comiste. 

3  La  Materia  de  este  Poema  son  todas  las  co- 
sas ,  personas  y  acciones  que  pueden  ser  exorna- 
das ,  hechas,  reprehendidas,  ó  alabada'.  Su  Forma 
es  su  misma  constitución  artificiosa  ,  cuyas  quaÜ- 
dades  características  son  brevedad ,  claridad  ,  y 
agudeza.  Los  versos  Latinos  en  que  se  escribe,  son 
ó  el  Exámetro  ,  ó  el  Elegiaco  ,  ó  el  Phaleucio  ,  ó 
el  Jámbico.  Catulo  y  Marcial  son  los  Epigra ma- 
tarlos mas  antiguos  de  los  Latinos  :  y  hay  otros 
modernos  célebres  ,  entre  los  quales  merece  leerse 
el  Ingles  Juan  Owen.  Entre  los  Poetas  Castella- 
nos no  me  determino  á  señalar  el  mérito  sobrcja- 
liente  de  alguno  ^  sin  embargo  del  Cacoetes  Epi— 
gramatario,  de  que  se  suelen  sentir  picados  los  mas. 
Yo  creo  que  la  Poesía  Epigramática  ha  sido 
como  la  csxa  de  Pandora  ,  que  llenó  de  una  peste 
poética  á  todo  el  mundo.  T  os  equívocos  ,  antithe— 
sis  ,  y  retruécanos  pueriles  han  salido  de  allí.  Ape- 
nas sucede  una  cosa  ,  que  sea  sonada  ,  quando  era 
los  Poetas  equivoquistas  faltan  manos  para  escri- 
bir Epigramas  ,  y  en  sus  admiradores  para  co- 
piarlos :  de  manera  que  las  tiendas  ,  las  casas ,  y 
los  estrados  de  las  Damas  ,  y  las  carteras  de  los 
Petimetres  atolondrados  se  llenan  de  Redondillas, 
Quintillas  ,  Octavas  ,  Décimas  y  Sonetos  Epigra- 
máticos. En  semejante  coyuntura  no  hay   hombre 

de 


de  gusto  ,  y  sano  juicio  que  no  se  sienta  muchas 
veces  escalabrado  con  una  terrible  granizaua  de 
Epigramas.  Ni  todos  los  conjuros  de  la  recra  ra- 
zón alcanzan  á  disipar  estos  nublados.  ¿Quién  di- 
ría que  un  tan  bello  ingenio  como  el  de  Villegas 
habla  de  haber  tropezado  en  esta  piedra  de  escán- 
dalo poético  ?  pues  á  mi  entender  tropezó.  Véanse 
los  siguientes  Epigramas  al  Escurial, 


5,Estos  altos  chapiteles, 
jjEstas  colunas  ,  y  vasas 
,,Son  Parrillas  ,  y  son  Brasas 
j,De  un  Santo  :  luego  crueles? 
„No  :  que  si  adviertes  en  ellas, 
„Verás   que  solo    su  zelo 
,,Es  al  que  vive  en  el  cielo, 
,,Subirlo  hasta  las  Estrellas. 

IL 

yíl  núímo. 

„Soy  el  primero  ,  y  me  fundo 
,,En  larga   posteridad  : 
„Bien  que  mi  Padre  en  el  mundo 
,,Por  nombre  ,  y  por  calidad 
„Es  primero  ,  y    fué  segundo. 
,,Pues  no  pases  en  silencio 
,,Lo  que    ya  me  diferencio 
„De  ayer  acá,  si  en  un  dia 
,,Mudé  el  Campo  en  Policía, 
„Y  el  Robredal  en  Laurencio. 


V  í  III. 


aOO  ^MSTITUCIO^TES   POÉTICAS, 

IIL 

yíl  mismo. 

,jEste  Edificio   que  ves 
j,De   tan  insigne  grandeza, 
jjjuzgale   por   Roma  ,  pues 
j.Siendo  del   Mundo  Cabeza, 
jjOcupa  montes  por  piesj 
5,Cuya  simpatía  es  tal, 
„Que  sin  discrepar  un  paso, 
jjViene  á  ser  tanto  su  igual, 
„Que  ya  por  el  mismo  caso 
,,Que  ella  es  Curia ,  él  Es-curial. 

Ella  es  Curia  ,  y  él  Es-curial  y  es  un  retruécano 
digno  de  un  muchacho  ,  o  de  un  Petimetre  barbi- 
lampiño ,  que.  tiene  en  la  uña  las  Poesías  del 
Maestro  León ,  y  en  su  vida  tomo  en  las  manos 
las  del  Maestro  Fray  Luis  de  León  j  y  que  jamas 
oyó  el  nombre  de  Marcial  ,  sino  quando  alguna 
Dama  le  alabó  el  peyuado  ,  y  los  demás  requisitos 
de  un    Petimetre    que  viste  á  lo  marcial. 

4  Si  Jas  agudezas  ,  y  antithcsis  fueren  tales  que 
consistan  en  los  pensamientos  ,  y  no  en  las  pala- 
bras ,  podrán  deleytar  y  enseñar  los  Epigramas, 
ya  alabando  ,  ó  ya  reprehendiendo  :  que  es  el  fin 
de  todo  Poema. 


SEC- 


SECCIÓN   V. 

Del  Apólogo. 


1  Mliíl  Apólogo,  que  según  Scaligero  en  su 
Poética  ,  se  llama  así  ,  como  que  una  «osa  dice 
expresamente  ,  y  otra  cosa  insinúa  ,  y  enseña  por 
un  modo  mi.sterioso  ,  es  nna  Fábula  moral  que 
refiere  lot  hechos  de  los  brutos  ,y  expresa  sus  ca- 
racteres para  instruir  á  ios  hombres  en  buenas  cos- 
tumbres. No  solo  se  introducen  en  las  Fábulas  bru- 
tos que  hablen  ,  sino  también  otras  criaturas  in- 
sensibles ,  como  algún  árbol  ,  o  planta  ,  el  marti- 
llo ,  el  yunque  ,  la  piedra  de  afilar  ,  y  otras  cosas 
semejantes.  Y  si  se  introducen  personas  raciona- 
les tra'?nuo  con  las  fieras  ,  entonces  la  Fábula  se 
llama  Mixta.  Pero  en  todo  caso  se  han  solido  lla- 
mar Esópicas  estas  Fábulas  ^  no  porque  fuese  Eso- 
po  su  Inventor  ,  sino  porque  fué  el  que  mas  se 
dedico  á  este  género  de  composición  entre  los  Fi- 
lósofos antiguos. 

a  La  Materia  del  ApClogo  son  todos  los  pun- 
tos de  la  ciencia  moral ,  civil  y  política  ,  simbo- 
lizados en  los  caraetéres  de  los  brutos  ,  o  retrata- 
dos en  sus  dichos  y  hechos.  De  aquí  es  la  dife- 
rencia entre  el  Apólogo  y  la  Parábola ,  en  la  qual 
se  expresa  lo  mismo  ,  pero  de  di-tinto  modo  ,  fi- 
gurando acciones  humanas  que  pudieron  suceder; 
qual  es  la  Parábola  del  Hijo  Prodigo. 

3  La  Forma  ó  artificio  consiste  lo  primero,  en 
que  antes  ,  o  al  fin  del  Apólogo  se  acostumbra  po- 
ner un  dicho  sentencioso  ,  que  sirve  de  tema  que 
se  intenta  demostrar  ,  ó  de  conclusión  que  se  de- 
duce mediante  la  aplicación  del  cuento  fabuloso. 
Es  indiiereme  que  el  dicho  sentencioso  se  ponga  en 

el 


lOi  IJVSTITUCZOIVES    POETICES, 

el  principio  ó  en  el  fin  j  pero  es  indispensable  el 
ponerle  ,  porque  es  el  alma  de  la  Fábula.  Consis- 
te lo  segundo ,  en  que  ¡a  narración  sea  breve, 
clara  ,  sazonada  ,  suave  ,  gustosa  ,  y  verisímil.  Y 
no  obsta  á  la  verisimilitud  el  que  se  supongan  fie- 
ras ,  y  aun  entes  inanimados  ,  con  habla  y  discur- 
sos como  los  de  los  hombres  ;  pues  siendo  condi- 
cional esta  verisimiiitud  ,  no  es  repugnante.  Y 
así  ,  si  fuese  capaz  de  hablar  un  Cordero  ,  es  ve- 
risímil que  hablase  conforme  á  su  carácter  ino- 
cente y  sencillo  :  lo  mismo  un  Lobo  voraz  ,  un 
Perro  fiel  ,  una  Gata  astuta  ,  una  Zorra  dolo- 
sa ,  &c.  Por  lo  qual  ia  verisimilitud  del  Apólogo 
se  funda  en  que  el  lenguage  y  pintura  de  lus  he- 
chos se  conformen  con  la  idea  respectiva  que  se 
tiene  de  la  índole  de  los  brutos,  los  quales  en  la 
hipothesi  dicha  hablarían  y  obrarían  según  aquel 
carácter  que  los  distingue  mutuanjente.  La  cele- 
bridad que  entre  todos  los  hombres  de  gusto  ha 
tenido  Fedro  justamente,  por  el  singular  mérito 
de  sus  Fábulas  ha  sido  causa  de  aumentarse  la 
Poesía  con  este  género  de  composición  ,  que  an- 
tes de  él  no  soÜa  publicarse  sino  en  prosa  ,  usán- 
dola ios  Oradores  con  mucha  utilidad  en  sus  aren- 
gas ,  como  Demóstenes  ;  y  es  celebrado  el  Apólo- 
go de  Menenio  Agrippa  ,  referido  por  Tito  Li— 
vio  en  el  lib.  2.  para  apaciguar  el  tumulto  de  la 
Plebe  Romana  ,  y  reducirla  á  la  obediencia  de  los 
Senadores.  Debe  ,  pues  ,  á  Fedro  la  Poesía  este 
precioso  aumento  ,  sin  que  le  disputen  la  primacía 
algunas  rarísimas  Fábulas  que  se  hallan  esparci- 
das en  uno  ü  otro  Poeta  ,  que  no  tuvo  por  objeto 
ó  instituto  principal  suyo  el  escribirlas.  A  Fedro  han 
seguido  varios  :  y  tenemos  en  nuestra  lengua  las  Fá- 
bulas del  Señor  Don  FeÜx  María  Samaniego  ,  que 
no  ceden  (á  mi  parecer)  á  las  celebradas  en  otras 
lenguas  vulgares.  No  es  un  mero  traductor  ^  sino 
un  verdadero  compositor,  que  (como  Fedro  dicede 
sí  mismo)  no  escribió  las  Fábulas  de  Esopo  ,  sino 

las 


las  Esopzanas  9  pues  es  original  en  su  armoniosa 
versüicaciün  9  original  en  muchos  pensamientos 
finos  y  delicados  j  original  en  la  propiedad  de  la 
lengua  j  "original  en  la  claridad  ,  naturalidad  y 
sencillez  de  la  expresión  ^  original  en  cierta  gra- 
cia ,  y  suavidad  de  estilo,  que  limpio  de  afecta- 
ción y  nimio  estudio  ¡  se  dexa  percibir  de  los  ni- 
ños ,  de  los  viejos  ,  de  los  ignorantes ,  y  de  los 
sabios  Excuso  recomendar  una  Obra ,  cuya  lectu- 
ra se  ha  hecho  común  y  agradable  á  todos.  Ella 
con  Jas  Fábulas  de  FeJro  pueden  servir  de  mo- 
delo para  componer  en  versos  castellanos  y  lati- 
nos esta  especie  de  Poesía.  Y  sin  entrarme  en 
comparaciones  ,  son  recomendables  las  Fábulas  Li- 
terarias del  Señor  Yriarte  ,  íobre  cuyo  elogio, 
véase  el  que  hace  eí'  Señor  Abate  Andrés  ea  su 
Historia  Literaria  ,  Tom.  4.  cap.  6. 

SECCIÓN     VI. 

•'  De  las  Silvas, 


I  JL-ias  Silvas  son  versos  hechos  en  fuerza  de 
algún  repentino  entusiasmo  ó  acaloramiento  ,  y 
por  consiguiente  poco  o  nada  limados.  Y  llámanse 
Silvas  porque  así  como  la  naturaleza  produce  en 
las  selvas  variedad  de  árboles  ,  y  plantas  sin  el 
orden  ,  cuidado  ,  y  artificio  con  que  están  en  los 
jardines,  del  mismo  modo  un  Poeta  en  medio  de 
su  repentino  entusiasmo  ,  produce  versos  sin  mu- 
cho artificio  ,  como  nacen  los  árboles  en  las  sel- 
vas. Estas  composiciones  solo  tienen  (como  dice 
Stacio)  la  gracia  de  ser  repentinas. 

2     De  aquí    es  ,  que  no   merecen  el    titulo   de 
Silvas    aqrellas  Canciones  de   Poetas  Castellanos, 
que  solo  tienen  el  no  dar  una  alternativa  constan- 
te. 


204  XTVSTITVCIOX-ES    POETlC^-f. 

te ,  y  lugar  fixo  á  Jos  consonantes  ,  pies  quebra- 
dos ,  &c.  Se  requiere  ,  que  la  materia  de  la  Can- 
ción haya  ocurrido  al  Poeta  de  repente  ,  y  que 
éste  en  el  momeato  de  la  ocurrencia  la  exprese 
sin  estudio  ,  y  componga  los  versos  sin  lima  ,  sean 
ó  no  ,  en  octavas  ,  canciones  ,  &c.  de  manera  que 
la  Silva  se  ha  de  conocer  que  lo  es,  en  que  en 
una  misma  especie  de  versificación  se  vean  unos 
pensamientos  bellos  ,  otros  muy  comunes  ^  unas 
expresiones  delicadas  ,  otras  como  ocurridas  de 
repente  ;  unos  versos  armoniosos  ,  otros  duros ;  y 
en  fin  una  mezcla  de  alto  y  baxo  ,  de  árido  ,  y  llo- 
rido ,  como  es  la  desigualdad  de  plantas  y  árbo~ 
les  mezclados  en  las  selvas,  que  no  se  cuidan  co- 
mo  los  jardines. 

SECCIÓN     VII. 
De  las  Dirás. 


I  Muía.  Dirá  es  aquella  en  qne  se  pinta  al- 
guna persona  ,  que  ciega  y  arrebatada  de  ira, 
venganza  y  furor  ,  en  el  mismo  momento  de  la 
agitación  de  estas  pasiones  prorumpe  en  que- 
jas ,  execraciones  ,  palabras  injuriosas  ,  adema- 
nes furiosos ,  y  quanto  inspira  la  vehemencia 
y  ceguedad  de  la  pasión,  que  mueve  el  ánimo. 
Así  en  Virgilio  se  pinta  enfurecida  Dido  contra 
JEneas  :  y  Medea  contra  Jason  en  Séneca  el 
Trágico. 


SEC-        / 


SECCIÓN     VIII. 

Del  Poema  Intercalar. 

I  Jl!íÍ1  Poema  Intercalar  eS  qualquíera  com- 
posición Poética  de  las  menores  ,  en  que  de  trecho 
en  trecho  se  repite  un  mismo  verso  (  por  eso  se 
IJama  Intercalar)  :  como  en  las  Églogas  de  Vir- 
gilio  aquel    veriO  : 

Incipe   Mcenalios    mecum  ,  mea    tibia, 
versus. 

Y  aquel 

Ducite  ab  urbe  domum ,   mea  carmina ^ 
ducite  Daphnim. 

También  nuestros  Poetas  han  usado  con  mucha 
gracia  esta  intercalación  de  versos.  Las  Letrillas 
burlescas  y  jocosas  de  Gongora  ,  y  algunas  serias 
merecen  leerse  :  pondré  aquí  por  exemplo  trozos 
de  una ; 

jjQue  tenga  el  engafio  asiento 
jjCerca  de  alguna  Grandeza, 
,,y  que  pueda  la  riqueza 
,,Dar  á  un  necio  entendimiento: 
„Que  perezca  el  buen  talento, 
,,Si  á  decir  verdad  aspiraj 
„Y   que  tenga  la  mentira 
, , Título  de  adulación: 
Milagro í  de  Corte  ton. 

m  „Qne 


aO(5  lJVSTITUClO!fES-  PX)ETlCjtS, 

jjQiie  la  Dama  escavechada 
, , Preste  al  ayre  trenzas  roxasj 
„Y  que  engañe  con  las  hojas, 
„Comc>  parra  vendim'iadaj 
jjQue  la  pildora  dorada, 
„Receta  de  mano  suya, 
„Con  afeyte   de  aleluya, 
, , Cubra  arrugas  de  pasión; 
Milagros  de  Corte  son. 

jjQue  no  vean  mil  Maridos 
,,Cosas  que  las  viera   un  ciego; 
,jY  que  á  Jas  voces  del  fuego 
jjQuieran  tapar  los  oídos: 
,,Que  se  precien  de  entendidos, 
,,Y    presuman  de  valientes, 
,,Y  no  fueron  mas  pacientes 
,,Los  Asnos  de  San  Antón: 
Milagros  de  Corte  son.  &c.  &c. 

SECCIÓN     IX. 

De  la  Parodia» 


T 

I  M^dL  Parodia  es  una  especie  de  Trova,  con 
que  los  versos  de  un  Poema  se  tuercen  á  otro  sen- 
tido diferente  del  que  tuvieron  en  su  primera  com- 
posición. Esto  se  hace  o  por  alteración  y  substi- 
tución de  algunas  palabras ,  como  se  ha  practi- 
cado con  algunas  Odas  de  Horacio  ,  haciéndolas 
pasar  de  un  sentido  profano  á  otro  piadoso  y  ho- 
nesto :  ó  por  imitación  de  la  Forma  del  Poema: 
la  qual  imitación  ,  si  es  por  un  medio  ridiculo, 
hace  que  la  Parodia  degenere  en  burla  :  como  la 
pequeña  pieza  intitulada  el  Manolo ,  imitando  la 
Forma  Trágica  ,  es  una  burla  injusta  de   la  Tra- 


Z.ISKO    V.  207 

gedía  :  y  tanto  mas  injusta  é  intolerable  ,  qnanto 
inas  propia  fuere  la  Imitación  ,  siempre  que  la 
bondad  del  Poema  que  se  ridiculiza  no  merecie- 
re ser  ridiculizada.  Las  Parodias  regularmente  no 
son  objeto  digno  de  la  aplicación  y  estudio  de  los 
Ingenios  grandes  ;  pero  logran  mucha  acepracioa 
entre  el  vulgo  ignorante  que  se  perece  por  Paro- 
dias ,  Trobas  ,  Glosas ,  y  otras  composiciones  de 
este  jaez.  Ni  el  exemplo  de  algunos  buenos  Poe- 
tas puede  autorizar  lo  que  la  razón  y  el  buen 
gusto  condenan. 

3  Habiendo  ya  tratado  de  aquellos  Poemas  me- 
nores ,  que  diximos  al  principio  de  este  libro  dis- 
tinguirse entre  si  con  una  notable  diferencia  ^  pa- 
saremos á  tratar  de  los  que  convienen  en  la  razón 
común  de  Poesía  Lírica  ,  por  ser  su  materia  en  la 
niayor  parte  Heroyca  y  acomodada  para  el  canto. 

CAPITULO  SEGUNDO. 

SECCIÓN      PRIMERA. 

De  la  Voesía  Lírica, 


I    II^ 


Ji-Ja  Poesía  Lírica  tomó  su  nombre  de  la 
Ijyra  ,  uno  de  los  antiguos  instrumentos  mubicos 
con  que  se  acompañaba  en  el  canto  :  y  lo  que  se 
cantaba  se  llamo  Oda  ,  que  es  lo  mismo  que  Can- 
ción. Su  Materia  fué  la  Religión  j  las  alabanzas  de 
los  Dioses  y  de  los  honibres  ^  sus  votos  ^  suplicas; 
exhortaciones  para  seguir  la  virtud  y  huir  los  vi- 
cios j  sentimientos  del  ánimo  en  las  calamidades^ 
deseos  ;  quejas  j  alabanzas  j  pinturas  de  las  fuen- 
tes,  montes  ,  valles,  ciu.iade.-; ,  y  otros  ligares 
amenos  j  coijllictos  del  corazón  ^  dudas  j  resolucio- 
nes; 


'    lOS  INSriTUCION-ES   POETICÉIS'. 

nes  i  juegos  públicos  ;  convites  j  victorias  ;  pro- 
digios ^  y  otros  innumerables  objetos  que  son  aco- 
modados á  la  brevedad  ,  concisión  ,  y  sublimidad 
del  canto.  Horacio  (i)  comprehtnde  la  materia  de 
la  Poesía  Lírica  en  los   siguientes  versos: 

Musa  dedit  fidibus  Divos  ,  puerosque 
DeoruiUy 

Et  pugilem  victorem  ,  G  equum  certa- 
mine  primum, 

Et  juvenum  curas  ¡  <¡J  libera  vina  referre. 

1  La  Forma  ó  disposición  de  este  género  de 
Poesía  es  tan  varia  ,  como  son  los  ímpetus  del 
corazón  ,  que  prorumpe  de  infinitos  modos  en  la 
expresión  de  los  afectos  que  le  tienen  en  rnovi- 
mienco.  Pero  se  debe  hallar  dotada  siempre  de 
una  quaüdad  característica,  que  la  distinga  de  las 
demás  especies  de  Poesía  :  que  es  Ja  suai'idud 
acompañada  de  un  exquisito  lacoyúsmo,  Y  asi  se 
deben  usar  en  ella  palabras  íloridas  o  metafóri- 
cas ,  cr.ltas  y  limadas  ^  sentencias  nobles  ^  ierras, 
cuya  pronunciación  no  sea  áspera  y  dura ,  sino 
fácil  y  armoniosa  ^  y  en  fin  se  han  de  observar 
todas  aquellas  circunítancias  ,  que  tratando  de  ia 
suavidad  de  la  Narración  Épica  y  Locución  Poé- 
tica ,  diximos  .-er  incispensüble.'.  para  la  suavidad 
del  estilo.  La  Poesía  Lírica  se  puede  decir  que  es 
por  antonomasia  Poesía -^  o  que  ella  contiénete^ 
das  las  gracias  que  se  hallan  repartidas  en  las 
demás  especies  ;  pues  se  halla  dora<ia  de  Jo  grave 
y  maravilloso  de  la  Epopeia  j  de  lo  patérico  ,  y 
vehemente  de  la  Tragedia  j  ce  lo  jocoso  de  la  Co- 
media ;  de  lo  tierno  de  la  Eiegia  j  de  lo  acerbo 
de  la  Sátira  ^  y  de  lo  agudo  del  Epigrama.  No 
puedo  menos  aquí  de  remitir  al  Lector  á  lo  que 
se  dixo  de  la   Poesía  Lírica  en  el  lib.  4.  cap.    ¿o 

de 

(i)  Ad  Pisones. 


z  I  s  R  o    V.  aop 

de  la  Opera  ,  niím,  lo ,  ii  ,  12  ,  y  13.  de  la  Sec- 
ción 3.  Y  aun  para  dar  una  idea  mas  magiufi— 
ca  de  Ja  Poesía  l.yrica  ,  copiare  aquí  lo  que  di- 
ce Rollin  (I).  ,,i\o  se  puede  dudar  ,  que  tiene 
,,su  principio  en  el  fondo  mismo  de  la  natura- 
,,leza  humana,  y  que  ha  sido  desde  luego  co— 
„rao  la  voz  ,  y  la  expresión  del  corazón  del 
jjhombre,  admirado,  ajrebatado,  trasportado  fue- 
„ra  de  sí  mismo  á  la  vista  del  obj^^to ,  solo  dig- 
j,no  de  ser  amado.  (  Habla  del  primitivo  objeto 
j^de  la  Poesía  ,  que  fué  Dios  ).  Ardientemente 
^poseído  de  este  objeto  ,  que  miraba  á  un  tiem- 
j,po  como  término  de  su  gloria  y  alegría  ,  era 
,, natural  se  esrorzase  á  publicar  su  benéíica  gran- 
„deza^  que  no  pudiendo  contener  en  sí  mismo 
„sui>  sentimientos^  acudiese  al  socorro  de  la  vozj 
„y  no  explicando  con  bastante  fuerza  todo  Jo 
„que  sentía ,  ayudase  su  ilaqueza  con  el  sonido 
„de  los  insti  uiiientos  ,  como  fueron  desde  luego 
„ios  timbales ,  los  órganos  y  cuerdas  ,  que  las 
jjmanos  tocaban,  y  que  los  acompañaban  lüs  pies, 
,,para  que  á  su  modo  explicasen  con  su  movi- 
, , miento,  y  con  diversas  cadencias  los  sentimien- 
,,tos ,   y   agitaciones    del  corazón. 

jjQuando  estos  sonidos  confusos ,  y  mal  ar- 
„ticüladob ,  llegan  á  ser  claros  y  distintos  ,  y 
jjtormaa  palabras  que  traen  ideas  precisas  de 
,,loá  sentimientos  Ge  que  escá  penetrada  el  alma, 
„en'ónces  desprecia  el  Lenguage  crmun.  El  es- 
jjtilo  ordinario  y  famili.;r  le  parece  demasiado 
,,baxo.  Se  eleva  á  lo  grande  y  sublime  ,  para 
,,acercarse  á  la  grandeza  y  hermosura  del  ob- 
,,jeti;  ^i;;e  la  enüiiiora.  isusca  los  persamienros  mas 
,, nobles  ,  acumi;ia  Jas  íiguras  mas  atrevidas,  mul- 
„tiplica  las  comparaciones  ,  y  Jas  imágenes  mas 
,, vivas,   recorre   toda  la  numiaieza,  y  agota  sus 

Í1I  Tom.  r  L.  1.  Cap.  i.  del  Método  de  eiistñar  y  estu- 
diar las  Buenas  LetraJ. 

O 


aiO-  IN-STITUCIOIVES   POÉTICAS, 

jjriqueííís  para  pjritar  io  que  siente,  y  dar  de 
jjeilo  U'ia  alta  idea.  Se  recrea  en  caracterizar 
,,sus  palabras  con  el  nu:iiero,  medida  y  caden- 
ee ia ,  que  había  señalado  con  las  acciones  de 
,,sus  manos  toc^indo  les  instrumentos  ,  y  con  el 
,,entretKXÍc'o  de  sus   pies   en   la  danza. 

,,Este  es  el  origen  ,  forma  y  esencia  de  la 
jjPoesia.  De  aquí  cacen  el  entusiasmo  de  los 
5jPoetas,  fecundidad  de  la  inventiva,  nobleza  de 
,,las  ideas ,  raptos  de  la  imaginación  ,  magnifi- 
,,cencia  ,  y  atrevimiento  de  las  voces,  y  el  amor 
,,á  lo  gra  ide ,  á  lo  sublime,  á  lo  maravilloso. 
,,De  aquí  nacen  la  armonía  de  los  versos  ,  la 
, , cadencia  de  las  ritmas  ,  la  elección  de  los  ador- 
ónos ,  y  la  inclinación  á  derramar  en  todo  mu- 
,,cha  gracia  ,  mucho  agrado    y   admiración... 

,,És  fácil  reconocer  todos  estos  caracteres 
„de  la  Poesía  ,  si  se  sube  hista  los  tiempos  en 
j,que  estaba  pura  y  sin  mezcla  ^  y  si  se  exámi- 
„nan  las  obras  mas  antiguas  que  hay  de  esta  es- 
„pecie  ,  como  lo  es  el  Cáutico  de  Moyses  so- 
mbre el  paso  del  Mar  Roxo: : :  Este  prodigio  de 
j-,la  omnipotencia  y  bondad  de  Dios  para  con  su 
, , Pueblo  ,  llenó  de  alegría  á  todos,  y  les  infun- 
„d¡ó  tanto  regocijo,  que  no  pudieron  méncs  de 
^desahogarse  por  medio  de  la  Poesía  Lyrica". 
Sutnpsit  Marta  prophetissa ,  Sóror  alaron  ,  tym- 
panum  in  manu  sua :  egress^cque  sunt  omnes  mu- 
lleres post  eam  ci:m  tyrn pañis  &  choris ,  qui- 
bus  prcccinehüt  dicens :  Contetnus  Domino  ,  ijc. 
(Exod.  15.  10.  21).  „Los  mismos  caracteres  se  ob- 
,, servan  en  el  Cántico  de  Debora  ,  en  los  de 
, , Isaías  ,  en  los  Fsalmos  de  David  ,  quien  en  los 
,, Cánticos  de  alegría  y  acción  de  gracias  une  casi 
5,siempre  á  las  eAclaniaciones  de  regocijo  el  to- 
,,no  de  la  Harpa  y  los  Bayles.  Convidando  á 
,, todos  los  oyentes  ,  les  da  exemplo  en  el  dia 
^,de  la  translación  de  la  Arca  Santa  ,  entregán- 
j,dose   sin   reserva   á  los  movimientos  de   su  go- 

„zo. 


zi jbro  V.  2ir 

j,zo.  Tocaba  y   baylaba  á  un  tiempo  :  David  sal- 
^ftabat    tctis  viribus   ante    Dcminum.  (a.  Reg). 

,,De  Jo  dicho  se  infiere  que  el  veraadero 
,,uso  de  la  Poesía  pertenece  á  la  Religión  ,  la 
j,que  solo  propone  al  hombre  su  verdadero  bien, 
,,y  no  se  ie  muestra  sino  en  Dios  ,  por  cuya 
„razon  solo  estaba  consagrada  en  el  Pueblo  San- 
óte á  la  Religión.  Solo  se  empleaba  en  cantar 
,,la5  alabanzas  del  Criador  ,  en  ensalzar  sus  d¡- 
j, vicos  atributos  ,  en  celebrar  sus  bcni  ficios  ,  y 
„en  elogio  también  de  los  grandes  hombres,  aun- 
,.que  siempre  con  relación  á  Dios. 

„Este  ha  sido,  ai.n  entre  los  antiguos  Pue— 
5,blos  idolatras  ,  el  primer  asunto  de  íus  versos, 
„como  son  los  Hymnos ,  que  cantaban  durante 
„sus  sacrificios ,  y  en  los  convites  que  á  ellos 
5, se  seguían  :  las  Odas  de  Pindaro,  y  cemas  Poe- 
,,tas  Ly^icos  :  y  la  Tlieogonia  de  Hesiodo. 

,,De  los  Dioses  baxo  poco  á  poco  á  los  Semí— 
jjDioses,  á  los  Héroes  ,  á  los  Fundadores  de  CiU:- 
jjdades ,  á  los  Libertadores  de  la  facriar,y  se 
,,ex'endió  á  todos  aquellos  que  se  miiaban  co-r- 
,.nio  Aurores  de  la  felicidad  publica.  £1  Paga- 
crismo,  prodigo  de  la  Divinidad,  la  daba  cie- 
jjgsmente  á  todo  lo  que  tenia  el  carácter  de 
,, cierta  bondad,  bastante  poderosa  'para  procu- 
,,rarle  venraj.'s  ,  que  iiiesen  superiores  al  poder 
,, ordinario  de  los  hombres  ,  o  tuviesen  mucho 
„de  admirables ,  teniendo  por  justo  hacer  par— 
,,ticipa:;tes  de  las  alabanzas  de  los  Dioses  á  los 
„que  partían  con  ellos  Ja  glcria  de  procurar  al 
„género    humano   los    miycrcs    btr.eficios. 

„Xo  podian  los  Poetas  tratar  estos  grandes 
j,asuntüs  sin  elogiar  la  virtL.tl  ,  por  ser  eJ  mas 
j,bello  adorno  de  la  Divinidad,  y  la  que  habia 
„servido  á  los  hombres  £.an¿es  de  escala  pa— 
,,ra  la  gloria  que  en  e!los  se  admirñba  Por  Ja 
„naturai  propersion  á  aderrar  todo  lo  que  se  ania 
„y  que  se  uesea  que  lo  rmcn  otros,  los  Pvie— 
O  1  ,.tas 


312  JJCSTITVCIOA^KS    POKTICAS. 

5,tas  se  aplicaron  á  realzar  con  les  mas  vivos 
,,coIores  la  hermosura  de  la  virtud,  y  á  derra- 
„mar  todos  los  atractivos  y  gracias  posibles  en 
^,sus  máximas  é  instrucciones,  para  que  fuesen 
,,mas  deJeycables  á  los  hombres.  Pero  en  los  Poe- 
„tas  Gentiles  uo  era  eso  por  un  amor  sincero 
„á  la  virtud  (supuesto  que  nada  hablaban  de 
,,las  virtudes  que  no  hacen  ruido  y  que  por  lo 
„mismü  son  mas  sólidas):  y  así  dirigían  sus  cán- 
, , ticos  ,  y  alabanzas  á  las  acciones  que  brilla— 
,,ban  con  mas  resplandor  á  los  ojos  de  la  so— 
,,berbia  y  ambición ,  y  les  podían  atraer  los 
,,aplausos    populares'^ 

3  Hiraos  visto  el  elevado  carácter  de  la  Poe^ 
sía  Lyrica  en  su  primera  institución  :  su  deca- 
dencia por  la  ignorancia  torpe  de  los  Poetas 
Gentiles  :  y  nada  hemos  dicho  de  su  corrupción 
increíble  por  la  demasiada  licencia  de  los  Poe- 
tas Christianos.  Pero  se  ha  dicho  ba^tanre  pa- 
ra que  estos  la  restituyan  á  su  primitivo  resplan- 
dor. No  se  hizo  la  Poesía  Lyrica  para  cantar 
obscenidades.  La  Religión,  la  virtud  ,  y  los  no- 
bles hechos  de  personas  esclarecidas ,  deben  ser 
el  asunto  de  un  Poeta  Lyrico  Christiano.  En 
Fray  Luis  de  León  ,  en  Herrera  ,  y  en  algunos 
oíros  Castellanos  se  encuentran  composiciones  dig- 
nas ,  por  el  número  y  suavidad  de  sus  versos, 
y  por  la  grandeza  de  la  materia,  propia  verda- 
deramente de  un  Peerá  Christiano  que  hace  el 
uso  que   deiie   de   la  F'ocsía  Lyrica. 

4  Horacio  entre  los  Latinos  es  el  Príncipe 
de  los  Ly ricos.  Sus  Odas  (si  se  exceptúan  algu- 
nas obscenas)  están  adornadas  de  las  qualidades, 
y  dores  que  hemos  dicho  caracterizan  la  Poe- 
sía Lyrica.  La  variedad  de  sus  versos  combina- 
dos o  pareados  unos  con  otros  de  mil  maneras, 
es  muy  grande.  De  esta  combinación  resultan  las 
Clausulas  ó  Strophas  de  las  Odas,  y  Jas  varias 
especies  de  ésias.  Y  aiinque  este  asunto  se  tra- 
ta 


ta  largamente  en  la  Prosodia,  me  parece  no  ser 
iniicil  para  los  principiantes  dar  una  idea  bre- 
ve de  él,  y  ponerles  á  la  vista  los  vario';  Gé- 
neros y  Especies  de  Oi.is  en  el  mismo  Hora- 
cio. Pero  áares  declararemos  la  significación  de 
los  vocablos  griegos  que  hacen  el  lengu?.ge  de 
esta   Alte. 

g  La  OJa  se  consideraba  en  tres  partes:  es 
á  saber,  Strophe  ^  Aiit'istrophe  \  y  E podón.  De- 
cíase Strophe  aquella  parte  de  Oda  que  canta- 
ba el  Coro  andando  de  Oriente  á  Ponier.te  al 
rededor  de  la  Ara  de  la  Dsidad  en  cuyo  elo- 
gio era.  ^ntistrcph?  ,  quando  cantando  el  Coro 
daba  la  vuelta  de  Poniente  á  Oriente.  Y  EpO" 
don  y  quando  quieto  y  parado  el  Coi  o  en  medio, 
y  frente  á  la  A^a  ,  acababa  de  cantar  lo  que 
resrsba  de  la  Oda.  La  n^ilibra.  E podón  vino  des- 
pués á  significar  también  aquel  género  de  Oda, 
ó  Canción  en  que  á  cada  sentencia  se  le  íixa 
casi  siempre,  su  Cláusula  ó  Slrophe  ,  colocando 
los  verses  pareados  de  manera  que  un  Heroyco, 
ó  TrimetJO  Yámbico  alterne  con  un  Dinsetro 
Yámbico ,  como  se  observa  en  el  Epodon  de  Ho- 
racio. 

6  Las  Odas  toman  su  nombre  por  el  niime- 
ro  de  versos  de  que  ?e  compone  cada  Strophe, 
y  también   por  las  diversas   especies  de  ellos. 

POR    KL    NUMERO    DE    VERSOS, 

Monoitrophos:  Oda  que  no  se  divide  en  Stro- 
phis  ,   y    consta  de    solo   un  género    de   versos. 

Distrophos :  quando  á  cada  dos  verses  de  qufe 
se  compone  la  Strophe  ,  vuelve  á  torpar  el 
mismo  orden. 

Triítrophos :  quando  á  cada  tres  versos  se  re- 
pite el    mismo  orden. 

Telrr.strophos'.  quanJo  á  cada  q'iatro  versos  de 
cada  Strophe,  .e.^lpic^a  otia  igual. 

O  r-  -pon 


3 1 4'  XJV^STITUCIOJVES  POÉTICAS» 

POR    LA    DIVERSIDAD    DE    VERSOS. 

Tf'Ionocolos  :  Oda   que    no  consta   sino  de  un  gé-<- 

ñero  de    versos. 
Dicohs:  quando  cada  Strophe  consta  de  dos  gé- 
neros de  versos. 
Tricólos  :  quando  cada  Strophe  consta  de  tres  gé- 
neros   de  versos. 
Tetracclos  :  si  constare  de  qu3tro  géneros. 
.    '7     Los  versos    tienen   taníbien  sus  nombres    ó 
por    los  que  mas  los  usaron  ;  ó  por    los    que    los 
íjiventáron  ^  o  por  su  m::teria^    ó    por  falta  ó  ex- 
ceso de  silabas,  ó  de  pies  j  ó  por  los  pies  que  mas 
reyíian  en  ellos. 

POR  sus  avtof.es, 

cicateo  por  Alceo. 
anacreóntico   por  Anacreonte, 
^rchzlochio    por  Archilocho. 
yír'istcphaníco    por  Aristophanes, 
^Jsclspiüdeo  por   Asclepiades. 
Gliconio  por    Glicon.   ■ 
Hyplo^tacteo   por  Hypponactes, 
Pbaleucto  por   Phaleuco; 
rherecratio   por   Pherecrates, 
Pindnr/co  por  Pindaro. 
Saphico  por  la  Poetisa  Sapho. 

for  el  a'vmero  de  pies. 

Manómetro:  verso  de  dos  pies:  un  Par. 

Dimeíro:  de  quatro    pies:    dos  Pares. 

Triiuetro  :  de  se's  pies  :  tres  Pares.  Este  tam- 
bién se  llama  Senario  :  y  aunque  tenc>a  solos 
tres  pies  sencillos  ,  suele  llamarse  Trímetro^ 
así  como  se  llama  Peníáivetro  el  de  cinco  pi-s, 
'Exámetro  ti  4^  seis,  Hepíáiueíro  el  de   siete. 

POR 


TOR    LA    MATERIA. 

adorno  \  Elegiaco  \  Horoyco  %  y  Dytiramhico 
por  Bacho,  dos  veces  nucido  (que  eso  significa 
Dytiran:ho)  en  cuya  memoria  se  cantaba  :  y  son 
versos  Monornetros  y  Dirr.etros  ^  pjestcs  sin  or- 
den ííxo  en  una  Oda  o  Hymno  ,  como  signifi- 
cando el  furor  Bacchico  de  que  están  agita- 
dos  los   Cantores. 

■pOR    F^LTAy    o    ESirCESO. 

^catalectico  :   verso,  al  qual  no   falta    sílaba. 
I/vpercata/ectico ,  ó  Hypermetro:    al    que    sobra 

u  :ia . 
Cat.ilectico  :    verso ,  al   que    falta   una   sílaba    al 

fin. 
Mesypercatalectico  :    al  que   falta    una   silaba   en 

njedio. 
Bracbicatalectico  :  al   que  falta    un  pie  entero. 

POR    LOS    PIES    QUE    RErA^^IV, 

jámbicos  :  porque  reynan   los  Yambos. 
Tróchateos :  porque   reynan    los    Trócheos. 
Choriambicos  :    porque   reynan  los  Choriambos. 
Dactylicos^  porque  reynan    los   Dactyios. 
anapésticos  :    porque  reynan  los  Anapestos,  &c. 
8     Vamos   ahora    á    las    ciento   veinte   yu  dos 
Odas  de   los   cinco   Libros   de    Poesía   Lyrica   de 
Horacio.   Son   varios   sus    Géneros  j   y   varias  las 
especies  de   cada    Género. 


O  4  GE- 


GENERO     I. 

Momeólos   Monostrophos, 

De   este    género    hay    dos  especies    de    Odas   en 
Horacio. 

ESPECIE     I. 

Consta  de  solos  Asclepiadeos  pequeños  :  CorI_ 
ambleos,  Tetrámetros  ,  Acata¡ec(icos  :  que  cons- 
tan de  un  Spondec,  des  Coriambos,  y  un  Pyr- 
richio,   ó   Yambo. 

Y  íi  se  consideraren  como  Daty]icos,  cons- 
tan de  un  íjpondeo,  un  Dactylo  ,  una  Sílaba, 
ó  Cesura  ,  y  luego  dos  Dáctilos.  Lib.  i.  Oda  i. 

Mécae-nás  atávís-éuité  Ké-gíbíis: 

Mtícác-nas  atá-vIs-édíte-Hégibüs: 
Odas    de  esta   especie.   Lib.  3.  Ja  30.  Exegi  nio- 

numentum ,    (3c. 
Lib.  4.   la    8.  Donarem  pateras  ^  '<3c. 

ESPECIE     II. 

Monocolos   Monostrcphos» 

Solos  versos  Asclepiadeos  grandes  ,  que  se 
componen,  como  Dactylicos  ,  de  un  Spondeo, 
un  Dactylo,  un  Spondeo ,  un  Anapesto,  y  dos 
Dáctilos. 

Y  como  Coriambicos  Alcaicos ,  son  Pentá- 
metros, Acatalecticos ,  que  constan  de  un  Spon- 
deo, tres  Choriambos ,  y  un  ryrrichio  ó  Yambo, 
Lib.  I.  Oda  1 1.  (tibi* 
Tü  ne-qutí  sie-iis  scT-re  (nefás")-quera  míbí- quem 
Tu  r.e  q^ué  síérísscüe  (nefas}  quem  mihi  quém-tibi. 

De 


I)e  fsta  especie,  Lib.    i.  Oda   i8.  T^ullonij  VU" 

re ,  (Je. 
Lib.   4.   la   10.  O  crudelis  aJhuc  ^  (Se, 

GENERO     II. 

Dicolos   Diitrophos, 

Ue  este    género  hay    en  Horacio  nueve  especies 
de  Odas. 

ESPECIE    I. 

Conipórese    cada  Strophe  de   dos  géneros    de 
verses.  £1    primero  es    un   Gliconio  ,   que   consta 
de   un   Spondeo ,   y   dos  Dactylos.    Le    sigue   un 
pequeño   Asclepiadeo.    Lib.    1.   Oda  3. 
Síc  te-Dívá    pií-tens  Cypri, 
S:c  frá-trés  Héiené-lücidá  sy-cera. 
De  esta   especie  son    Lib.    i.  la  X3.  Cum  tu  Ly-^ 

La  10-   Müter  sceva   cuptdinum,  (Je. 

La  3(5.  Et  thure ,  G  fiJibus  ,  &c. 

Lio.  3.  la  9.  Doñee  gratu:  evam  tibi ,  (ja. 

La  15,  Uxor  pauferi,-  íbyci,  (Je, 

La  19.    fJuuntum  distet  ab  Inacbo,  (Je. 

La  14.  I'itoctts  opulentior  y  (Je. 

La  a  (5.  ^uo  me  y  Bacrhe  ,  r-jpis  tuiy  (Jc^ 

La  aíí.  Festo  quid  poñus  die ,  (Je. 

Lib.  4.  Ja  I.  Jiilermissü ,  (Je. 

La  3.  J¿uem  íu,  Melpomene ,  (Je,  . 


ES- 


4l8  JIirSTlTUCIONES    POÉTICAS, 

ESPECIE     II. 

Dicolos  Distrophos. 

El  primer  verso  es  Trochaico  ,  Dimetro  Ca— 
talectico,  que  le  falta  una  sílaba.  Consta  de  tres 
Trócheos ,  y   una   sílaba. 

Alterna  con  este  un  Yámbico  ,  Archilochio, 
Trímetro,  Catalectico  ,  Je  cinco  Yambos,  y  una 
sílaba  ,  faltándole  otra.  Puede  admitir  Spondeos 
en   Jos    lugares  impares. 

De  esta  especie  es  única  la  i8.  del  Lib.  2» 
Non  é-bur  ,  ne-que  aüre-üm 
Meá-rénI-dec  ¡n-domo-lácü-nar. 

ESPECIE     III. 

Dicolos  Distrophos, 

El  primer  verso  de  cada  Strophe  es  Exáme- 
tro,  Heroyco:  que  consta  de  seis  pies:  el  quin- 
to Dactylo  ,  el  sexto  Spondeo  ,  los  demás  Dac- 
tylos,  o  Spondeos  ,   o  Mixtos. 

Alterna  con  él  un  Dacty'lico,  ArchÜocbio, 
Monometro  Hypercataiectico^  pues  consta  de  dos 
Dactylos  y   una  silaba  mas. 

Es  tánica  de  esta  Especie  !a  7.  del  lib.  4. 
Dífü-gére  ní-ves,  rédé-fuit  jam-gramínk-cárnpi. 
Arborí- busque  co-niae. 


ES- 


ESPECIE     IV. 

Dicolos  Distrophos» 

El  primer  verso  es  también  Exámetro  He- 
royco.  Alterna  con  él  ua  Falisco  o  Dactilico, 
de  quatro  pies,  masde  la  mitad  ultima  del  Exáme- 
tro Heroyco.  Lib.  i.  O  a  y. 
Laüdá-búnt  áli-í  cla-rám  Rhodon-aüt  IVIyti-ieneni, 
Aüt  Ephe-súin,  bíiiiá-risvé  Cíio-rlnthí. 
De  la  misma  eí.pecie  son  Lib.  i.  la  28.  Te  mariSf 

i¿   térra  ,-  (3c. 
Lib.  Epodon,  la  12.  Quid  tihi  tíí  ,  nvjlier  ^  i3c. 
Y  la  otra  del  mismo  Lib.:  Albus  ut  obscuro,  <3c. 

ESPECIE     V. 

Dicolos  Distrophos, 

El  primer  verso  es  también  Exámetro  ,  He- 
royco. Alterria  con  éi  un  Yámbico,  Dimetro,  ó 
de  quatro  pies  ,  de  los  qnaics  el  tercero  ,  y  el 
primero  pueden  íer  S¡~ondeos  :  el  liitimo  siem- 
pre Yambo.    En  el   Epodon    la    14. 

Móllis  in-értVá-cür  tán-tam  dif-füdérít-ImTs. 

Oblí-vjó-nem  sén-sibGs. 
De   esta   especie  en  el   mismo  Lib.  la    i¿.    Nox 
erat  j  et  y  z3c. 


ES- 


220  tNSTITUClOWES   POÉTICAS, 

ESPECIE     VI. 

Dicolos  Distrophos. 

-    Primer   verso   Exámetro  ,    Heroyco.   Alterna 
con  é!  un  Senario  Yámbico  puro,   ó   de  seis  pies, 
todos  Yambos.  Es  úíiica  la    i6.   del   Epodon.     « 
AUérá-jám  ter'í-tür  bel  iís  cí-bHíbüs-cíás, 
Süis-ét  íp-sá  R5-má  vi-ribüs-rüit. 

ESPECIE     VII, 

Dicolos  Distrophos, 

''^' El  primer' verso  es  Dactylico  ,  Archilochío, 
Heptámetro  ,  ó  de  siete  pies  ,  de  los  qviales  los 
Qoatro  primeros  son  Dactylos ,  ó  Spondeos  ^  y 
les  tres   últimos   Trócheos. 

•  Alterna  con  él  un  Yámbico  Archilochio,  Pen- 
támerro ,  Mesypercataieccico  :  el  primer  pie  es 
Spondeo  ,  o  Yambo  j  el  segundo  siempre  Yambo, 
y  una  silaba  ,  ó  cesura  ;  después  tres  Yambos. 
Es  única  en  su  especie  la  4.  Lib.  i. 
S<31vitür-  ácrís  hí  éms  grá-ra  vice-veris-et  fa-vün¡. 
Trahúat-que  sic-cás  i  machi- u^  cá- riñas. 
Este  última  verso  se  llama  también  Trochaico^ 
por  los  Trócheos   que  reynan  £,jx  él.  . 


ES- 


^  Z.  IB  RO    V.  \  !l%% 

ESPECIE     VIII. 

JDicolos  Dístrophos. 

El  primer  verso  es  Choriambico,  Monome— 
íro  ,  o  de  dos  pies  :  el  primero  Choriaiiibo ,  y 
el  segundo  Bachio. 

Alterna    con    él   un    Choriambico  ,    Alcaico, 
Diiíietro ,   ó  de    quatro   pies ,    de    los    qi-ales    Jos 
tres   priniTos  son  Choriambos,  y  el   ülrimo  Bac- 
hio. Es  única   en  su  especie  la  8.   Lib.    i. 
J-ifáíá  díc-pér  ümnés 
•Xé  Déos  ó-ro  ,  í)yúarim-cür  prbperas- amando, 

ESPECIE     IX. 

Di  col  os  Distrophos. 

El  primer  verso  es  el  grande  Yámbico,  Hyp- 
■ponacteo,  Trímetro  Acatalectico.  Todos  los  seis 
pies  son  Yambos  ^  .pero  en  los  lugares  impares 
puede    admitir  Spondeos. 

Alterna  con  él  un    Yámbico,  Dimetro,  ó  de 
quatro  pies  ,  todos  Yambos  ^  y   admite  Spondeos 
en  los   lugaies   impare».    Lpotlun  ,  Oda   i. 
Ibis- Libiír-ii'j;;  ín-ier  á¡-tá  ná-víüni, 
Aml-cé,  piü- pügna-cüla. 

De  esta  misma  especie  son  todas  las  prime- 
Tas  Odas  del  citado  Libio  EpoUon  hasta  la  dé- 
cima lixlusive. 


GE- 


22»  JJVSTITUCIOTVES   POETICES, 

GENERO    III. 

Dicolos  Tristrophos, 

Metro  Sotadico  ,  por  haberle  usado  Sotades; 
ó  Rythmico  ,  que  dicen  no  tener  casi  ningua 
número  cierto   de   pies. 

ESPECIE     ÚNICA. 

Los  dos  primeros  versos  constan  de  tres  pies 
Jónicos  á  minore.  El  tercero  que  alterna  des- 
pués ,  consta  de  quatro  pies  Jónicos  á  minüre, 
Lib.    3.  Oda   11. 

Muséraruní  est-neque  amorl-dare  liádüm, 
ÜSéque  dülci-maia  vino- lávere  aür  éx- 
An'iraári-metaenies-pátrüé  bér-berá  llngue, 

Otrcs  quieren  que  esta  O'á.  sea  Incoíos  Te^ 
trastrophos:  de  modo  que  los  dos  primeros  ver- 
sos sean  Saphicos  ,  Trimetros  ,  Acatale.cticos.  El 
tercero,  Anacreóntico,  Dimetro,  Cataleciico.  El 
^uarto,  Adonio  :  y  leen  asi: 

Jlíiierarum  est  ñeque  amori  daré  ¡udum, 
JSeijue  dulcí  *>w/a  vino  1  a-ver e  ,  aut  ex— 
animar  i    metui'ntes  patruje 
¡^'^erbera  linguce. 


GE. 


ZIJ3R0      V.  013 

GENERO     IV, 

Tricólos  Tristrophos, 
De  este  género  de  Odas  hay  dos  Especies, 

ESPECIE     I. 

El  primer  verso  es  Exámetro  ,  Heroyco.  El 
segundo  Yámbico,  Archilcchio,  Dimetro  Acata 
lectico^  de  quatro  Yambos,  ó  en  los  luj^ares  im- 
pares Spondeos.  El  tercero  es  Daciylito ,  Ar- 
chilochio,  Münomecro  ,  Hypercatalectico  ;  de  dos 
Dactyios  ,  y  una  sílaba  de  sobra.  Es  única  ea 
su   especie    la    13.   Epodon. 

Hórridá-témpés-tás  coé-lOm  cón-traxit  é-ímbres. 
Nívés-qué  dé-dücünt- jovém: 
Künc  niáre-nünc  silü-áé. 

ESPECIE     II. 


Tricólos  Tristrophos. 

El  primer  verso  es  Yámbico,  Trímetro,  Hyp- 
ponacteo  ,  Acatalectico  ^  de  seis  piesYan.bos,  ó 
en   los  lugares   impares   Spondeos. 

El  segundo  Dactylico  ,  Moncmetro,  Hyper— 
catalecticü,  como  se   dixo  atrás. 

El  tercero  Yámbico,  Dimetro,  Acatalectico, 
como  también  se  ha  explicado.  Es  única  en  su 
especie  la  ix.   Epodon. 

Péti-níhil-mé  sl-cüt  án-tea-jübát 

Scrl  veré- versVcü- los, 

Amo-ré  per-cülsúm-gravj. 

GE- 


!i'44  xsrsTiTuciojarES  poéticas^ 

GENERO    V. 

Dicolos  Tetrastrophos, 
De  este  Género  hay  en  Horacio  dos  Especies, 

ESPECIE     I. 

Los  versos  primero  ,  segundo   y    tercera    sois 

Saphicos,  que  constan  de   un  Trocheo,  un  Spon- 

deo  ,    un  Dactylo,  y  dos   Trócheos. 

El   quarto  es  Adonio  :  de  un  Dactylo,  y  un 

Spondeo.   Lib.    i.  Oda    a. 

Jám  sá-tis  ter-rís  nívís-atqiié-dJr^ 
Grándi-nís  ml-sit  Páter-ét  rü-bente 
Déxté-rá  sa-cras  jacü-iátus-árcés 

Térríiit-Urbérn. 
De  esta  misma  especie  son  en  el  Lib.  r. 

La  10.  Mercurt  facunde ,  nepos  y^t ¡antis,  (3c. 

La  11.    (Jue7n  virunif  aut  hcrcc;  lyra  y  vel  acri¡  C3c>- 

La  20.  y  lie  potabií  modicis  Sabinunjy  (3  c. 

La  0,2.  ínteger  •vitíc,  sceíerisque  purus,  i3c. 

La  ag.  Parcius  juncias  quatiunt  Jenestras ,  (Se. 

La  30.  O  P'enus ,  Re^ina^Cnidi y  Paphiquey  &c. 

La  3a.  Fbscimufy  siquid  vocui  sub  timbra  y  (3c. 

La  38.  Persicm  odiy  puer  y  upparatusy  (3c. 

Lib.  1.  La  2.  Nuüus  a^^-gennr  <  olor  est ,  avarts y  (3c, 

La  6.  ¿epñnii  Gades  ctditure  mecum ,  et  y  (3c. 

La  8.  Uita  si  juris  ,  tic  i  pejeraH,  (3c. 

La  10.  Rectius  fives ,  Licini,  ñeque  a/tuniy  (3c. 

La  16.  Otium  Divos  rcgai  in  pa/tuíi,  (3c. 

Lib.  3.  La  8.  Martiis  csiets  quid  agamy(3c. 

La  II.  T'j'eycuYt  rtatn  (3  dobiízs  fuagtstro  y  (3c, 

La  14.  Ner culis  ritu  modo  dictus ,  ó  fíebs  j  (3c, 


La  1 8.  Fnum  'Nymfhawm  fugientum  aniafor ,  C^c. 
La  20.  Non  vi  Jes  quanto  nwvcas  pericia,  Cíe. 
La  11.  Montium  Cusios,  nemorumque  f^irgo,  Üc. 
La  27.  Impíos  porree  recinentis  cnien,  ¿j'c. 
Lib.  4.  la  1.  Pindarum    quisqitis  studet ,  6V. 
La  6.  Dive,  quem  proles  Niohxa  magníS,  i^c. 
La  II.  Est  nnhi  nonum  superantis  onmmi,  íí'c. 
Epodon,  la  última.  Phcebe y  silvarumque ^  ííc, 

ESPECIE      II. 

Dicolos  Tetrastrophos. 

Los  tres  primeros  versos  son  pequeños  Ásele— 
piadeos  conio  ios    de  h  Oda  1.  del  Lib.   i.  Alter- 
na con  ellos  v¡n  Giiconio    de  un  Spondeo  ,    y    dos 
Dactylos.  Lib.  i.  Oda  6. 
Scrivé-rls  Varío- lürtís  ét  hüs-tiüra 
Vlctor-Maeoí  ií-carminií.  á-lire 
Qu5m  réin-cümqué  férox-nlvibüs  aüt-equis 
Miles- té  Dü^é-Resíérit. 

De   esta  especie  son  la  ig.  del  Lib.  i. 
Pastor  cuiit  traheret ,  (3c. 
La  24.  Quis  desiderin  sit  ,  iic. 
31a  33.  ^Ibi ,  ne  doleas  ,  (Jc 
Lib.  2.  la  12.  Nolis  ionga  bella  ,  (¿c. 
Lib.  3.  la  10.  Extremum  Tanaim  ,  (Se, 
La  i'¡.  Inclusam  Danaem  ,  i¿c. 
Lib.  4.  la  5.  Diiis  orte  bonis  ,  (3c. 
La  la,  Jam  veris  comités  ,  (3c> 


GE- 


flíaíP  ZlíSTIJVClONMS  rOETlCAS, 

GENERO  VI. 

Tricólos  Tetrastrophos. 
-ESPECIE    PRIMERA. 

Los  dos  primeros  versos  son  pequeños  Ascle- 
piadeos  ,  como  los  de  la  Oda  i.  del  Lib.  i. 

El  tercer  verso  es  Pherecracio,  Heroyco ,  de 
tres  pies  ,  que  son  un  Spondeo  ,  un  Dactylo  ,  ua 
Spondeo. 

Elquarto  es  Gliconio,  de  un  Spondeo ,  y  dos 
Dactylos.  Lib.  i.  Oda  g. 
¿Quls  mül-ta  grácills-té  püér  ín-rosa 
Péifu-füs  líquidls-ürget  odo-ribus 
Grató-Pyrrha  süb-antro? 
Cui  fla-vám  reií-gás  comam. 

De  esta  misma    especie  es  la  14.  del  Lib.  Ip 
O  navis  referent  in  mare  te  novi  ,  i¿c. 
La  21.  Dianam  terrae  dicite  P'irgines  ,  £j'c. 
La  23.  Imitas  hinnuleo  me  stmilis  ,  Chloe ,  íj'c. 
Lib.  3.  la  7.    ()uid  fies ,  yísterte  ,  quem  tibi  ,  (3c, 
La  13.  O  foHS  Blandusice  splendtdior  litro yi¿c. 
Lib.  4.  la  13.  ^udivere ,  Lyce  ,  Dii  mea  vota.  Ge, 

'  ESPECIE  II. 

Tricólos    Tetrastrophos, 

Los  dos  primeros   versos   son  Alcaicos  ,  Dac- 
tylicos    ,  Dimetros  ,  Mesypercatalecticos  ,    de  un 
Spondeo,  o  Yambo  j  el  segundo  pie  siempre  Yam- 
bo con  una  cesura  j  el  tercero  y  quarto  Dictylos. 
,,  El  tercer  verso  es  yámbico  Archilochio  ,  Di- 
''*  me- 


Z  I  S  R  o      V.  2^7 

metro  ,  Hypercatalectico  :  el  primer  p!e  ,y  el  ter- 
cejiO  Yan.bos  ,  o  Spori'ecs  :  el  sCHiiiido  y  quarto, 
siempre  Yambos  ,  y  una    silaba  al  fin. 

El  quarto  verso  es  Dacrylico,  Alcaico  ,  Di—' 
metro  ,  Acatalectico  ,  o  como  otros  le  llaman  Pin- 
darico  :  de  dos  Dactylos,  y  dos  Chóreos.  Libro  i. 
Oda  9. 

Vídés-ut  51-tá-stét  nívé-candídíím 
Sorac-té-nec-iam-süstine-ánt  onüs 
Sí  I  vae- labó  -  rantés- gelü- qué 
Flumíná-Cünstíté-rínt  a- cuto. 

Desta  misma  especie  son  del  Lib.  i.  la  16. 
O  matre  pulckra  filia  pülchrior  ,  &c. 
I.a  17.  P^elox  amanum  sape  Lucretilem  ,  üc. 
La  16.    Musií  amicus  ,  tristitium  ,   i3c. 
La  47.  Ncitit  in  usum  latitiíS  scyphis  ,  i^c. 
La  29.  Icci  ,  heatis  mmc  yírabum  invides  ,  &c. 
La  31.  Oifid  dcdicütum  pnscit  ^pol/inem  ,  <¡3c.      - 
La  34.  Parcus  Deoruvi  cultor  ,  &  infrequens  ,  i^c. 
La  35.0  DU'a  ,  graium  q<u€   regís  yíntium  ,  &c. ' 
La  37.  NutiG  e.st  bibendum  ,  nunc  pede  libero,  Oc. 
Lib.  2.  la  I.  Motum  ex  Metello  consule  ,  &c. 
La  3.  yEíiuam  memento  rebus  in  arduis  ,  GV. 
La  5.  Nondum  subactu  ferré  jugum  valet  ,  C^c. 
La  7.  O  sccpe  mecum  tempus  in  ultimum  ,  (3c. 
La  9.  Non  setfiper  imbres  nubibus   hispidos  ,  í;V. 
La  1 1.  jQiiid  BeUicosus  Cantaber  ,  i¿  Scytis  ,  <¡Jc, 
La  13.  lile  &  nefasto  te  posuit  die  ,  i¿c. 
La  14.  Heu  fugaces  ,  Poestume  ,  Póstame  ,  &c. 
La  15.  Jat?i  pituca  aratro  jugera  vegtcc  ,  &c. 
La  17.  Cur  me  querelis  exunimas  tuis^  i^c. 
La  19.  Biicchuní  in  remotis   carmina  rupibus  ,i^c. 
La  20.  Non  visiíata  ,  nec  tenui  ferar  ,  ijc. 
Lib.  3.  la  I.  Odi  profanum  vulgus  ,  &  arceo  ,  Oc, 
La  2.  ^'^ngustam  ,  amici  ,  paupcricm  pati ,  <i3c. 
La  3.  Justum  ,  £í'  tenacem  propositi  viruní ,  i3c. 
La  4.  Descende  C'cclo  ,  i¿  dic  age  tibi-a  ,  üc. 
La  5.  Co:lo  tonantem  tredidmius  Jovem  ,  üc. 
La  6.  Delicia  mojorum  immevitus  lúes ,  iüc. 

Pa  L» 


aiS  INSTITUCIÓN- ES  POUTlCjiS. 

1.a  17.  ^li  'vetusto  nobilis  ub  Lamo  ,  (3c. 
La  11.0  nata  mecum  Cónsul e  Manilo  ,  (3c, 
La  «3.  Ca?/o  supinas  si  tuleris  nianus  ,  ¿¿"c. 
La  49.  Tyrrena  Regum  progeniis  ,  íi/?/' ,  cÜjV. 
Lib.  4.  la  4.   ^ualem  ministrum  fulminis  ,  i3c. 
La  9.  A^í  joríe  credos  interitura  qu£  ,  i3c. 
La  14.  ^«íí"  ¿'«'■¿í  Paírum ,  quave  jQuiritum  ,  ¿¿"c. 
La  I  g.  Phcebus  volentem  pralia  me  loqui ,  (¿c. 

ij  Quando  qualquiera  Genero  ,  o  Especie  de 
Oda  tiene  por  objeto  cantar  algún  Misterio  sagra- 
do ,  votos  religiosos  ,  acción  de  gracias  ,  preces, 
alabanzas  de  Dios  ,  y  de  los  Santos ,  que  son  los 
Héroes  de  la  Religión  ,  entonces  la  OJa  se  suele 
Hangar  Hymno.  La  Iglesia  usa  de  estas  canciones 
Lyricas  y  Sagradas  en  los  Oficios  Divinos  de  to- 
do el  año  ,  en  varias  especias  de  Metro.  Lus  mas 
freqüentes  son  en  versos  Trochaicos  ,  Diiiietros, 
Alcmanios  ;  ó  en  Saphicos  con  Adonios. 

8  También  tienen  las  Odas  otros  nombres  to- 
mados de  la  Materia  que  tratan  ,  resultando  de 
eso  cierta  variedad  d¿  Poemas  Menores,  que  aun- 
que consten  de  una  misma  especie  de  versificación, 
ó  metro  ,  se  distinguen  en  la  materia  ,  por  la 
qual  se  llama  una  Oda  ,  Poenia  Epit alamio  ,  ü 
Genethiiaco  ,  ó  Epicedio  ,  o  Epinicio  ,  ó  Eucha- 
ristico  ,  o  Propemptifo  ,  o  Soterico  ,  trotreptico, 
Parcenetico  ,  (3c.  Todos  los  quales  Poemas  caen 
baxo  Ja  razón  común  de  Poesía  Lyrica  ,  porque 
$e.  acomodan  a!  canto  ,  y  bU  asunto  generaln;en:e 
es  Heroyco.  Diremos  de  caaa  uno  alguna  cosa, 
como  lo  ofrecimos. 

SECCIÓN     II. 

Del  Epithalamio, 

I  »K_jl  Epithalamio  ,  como  lo  indica  la  ver 
griega,  es  un  Poema  en  celebridad  de  alguna  lio- 

da. 


I.  X  s  RO     r.  44^ 

da.  En  Ja  constitución  de  este  Poema  deberán  en- 
trar las  alabanzas  de  los  nuevos  Consortts  ^  las 
esperanzas  de  su  feliz  unión  ,  y  pronósticos  del 
fruto  de  tan  dichosas  Bodas  ^  los  votos  por  la 
felicidad  de  los  esposos  ,  y  de  la  prole  futura, 

SECCIÓN    IIL 

Bel  Genethliaco, 

I  JCJ/I  Genethliaco  ,  que  quiere  decir  Naci- 
miento ,  es  un  Poema  que  se  canta  en  celebri- 
dad del  nacimie.ito  de  alguno.  En  este  Poema  se 
celebran  las  prendas  y  virtudes  de  los  Padres  ^  se 
pintan  los  motivos  de  concebir  buenas  esperanzas 
del  infante  recien  nacido  ;  V  se  notan  las  varias  cir- 
cunstancias   del  tiempo  y  lugar  de  su  nacimiento. 

SECCIÓN    IV, 

Del  Epicedio, 


I  m1jI\  Epicedio  ,  que  quiere  decir  Cuidado^ 
por  el  que  se  debe  tener  de  ios  Difuntos  ,  es  un 
canto  fúnebre  ,  que  los  Romanos  llamaron  NcE" 
lizas.  En  este  Poema  se  refieren  los  hechos  me— 
rnorabies  del  Difunto  :  se  pinta  la  pompa  funeral 
de  su  entiero  ^  se  da  una  idea  de  la  Inscripción 
scDulrral  ,  ó  Epitafio  \  y  concluye  el  Poeta  pi- 
diendo á  Dios  la  eternidad  gloriosa  para  el  sugeto 
del  Epicedio, 


P3  SEC- 


a  30  TfTSTITUClONBS  POÉTICAS, 

SECCIÓN     V. 


Del  Epinicio» 


W. 


I  ^'-ífl  Epinicio  ,  que  suena  l^ictoria  ,  es  un 
Poema  para  cantar  alguna  insigne  victoria.  Los 
elogios  de  ésta  se  toman  de  las  varias  circunstan- 
cias del  Itgar  ,  tiempo  ,  número  de  enemigos, 
celebridad  de  los  Capitanes,  y  Comandantes  con- 

-trarios  ,  áíc.  Se  notan  las  memorias  de  valor  ,  y 
prudencia  militar  que  el  General  del  exército  ha 
dexado  á  los  venideros.  Se  declara  el  fruto  ,  y 
felices  conseqiiencias  de  la  Victoria.  Y  concluye 
el  Poeta  con  sus  votos  ,  y  súplicas  por  la  felici- 

.dad  de  la  Patria  y  del  Vencedor. 

SECCIÓN    VI. 

Del  Euchartstico. 


I  jSL¿\  Eucharístico  ,  que  es  lo  mismo  que 
acción  Je  gr.cias  ,  es  un  Poema  en  que  se  dan 
gracias  por  algún  señalado  beneficio.  Deben  elo- 
giarse en  él  •  la  t)uiiianidad  ,  y  munificencia 
del  que  lo  iiace  j  y  tai  vez  la  necesidad  del 
que  lo  recibe  ;  y  se  expresan  los  votos  ,y  cons- 
tante reconocimiento  acia  la  persona  que  ha  exer- 
citado  su  liberalidad. 


SEC- 


SECCIÓN     VII. 


Del  Propemptico. 


I  JT-ifl  Propemptico  ,  que  es  lo  mismo  que 
retirar  ,  o  que  ir  con  otro  ,  es  un  Poema  ,  cuyo 
objeto  es  la  ausencia  ,  ó  viage  que  emprende  al- 
guno. En  este  Poema  se  expresan  los  deseos  ,  y 
votos  por  la  felicidad  del  que  se  ausenta  ,  pi- 
diendo que  vaya  seguro  de  malos  acontecimien- 
tos ^  que  lleve  un  viage  feliz  ,  y  logre  una  vuel- 
ta dichosa.  Es  excelente  Propemptico  la  Oda  3. 
del  Lib.  I,  de  Horacio  á  su  amigo  Virgilio  al 
embarcarse  para  Atenas  :  Sic  te  Diva  potens 
Cypri  ,   (¿c. 

SECCIÓN    VIII. 

Del  Poema  Soterico, 


1  M-J\  Soterico  ,  que  significa  salud  y  ?s  un 
Poema  por  la  salud  recobrada  ;  ó  por  haber  sa- 
lido felizmente  de  algún  peligro  grave.  Debe  ma- 
nifestarse la  grandeza  del  peligro  5  el  valor  y 
constancia  de  ánimo  á  vista  de  él  j  la  prudencia, 
ó  felicidad  en  evitarlo  ^  y  se  celebran  los  bienes 
que  resultan  de  haberlo  vencido. 


P  4  SEC- 


«31  t-^STiruCiOlTES  TOETICAS. 

SECCIÓN    IX. 

Del    Voema    Vrotreptico, 


X  JSlil  Protreptico  ,  que  es  lo  mismo  que 
exhortación  ,  es  un  Poema  en  que  se  intenta  en- 
cender los  ánimos  para  alguna  ardua  empresa, 
V.  gr.  la  de  una  batalla.  Fundase  la  exhortación  en 
la  ferocidad  del  enemigo  ;  en  las  funestas  conse— 
qüencias  de  sus  felices  suceso?  ;  en  la  deso';?c¡on 
de  las  provincias  donde  entra  ;  en  Ja  antigüedad, 
y  esclarecidos  títulos  de  la  Patria  que  se  defien- 
de ;  en  la  ignominia  ,  y  opresión  en  que  caeria 
si  fuese  subyugada:  en  las  conjeturas  y  señales  de 
una  victoria  cierta  j  y  en  otras  cesas  capaces  de 
mover  los  ánimos. 


S  E  C  C  I  O  N  X. 

Del  Poema   Par  ¿ene  tico. 


I  j£íl  Paraeüetico ,  que  significa  amonesta' 
cion  ,  es  un  Poema  en  que  se  dan  máximas  de 
sabiduría.  Por  lo  qual  el  Poeta  se  propone  amo- 
nestar á  otros  que  no  se  expongan  temerariamen- 
te á  los  peligres  ;  que  no  tomen  empeños  supe- 
riores á  sus  fuerzas  j  que  no  hagan  cosa  de  que 
después  les  pese  ,  que  consideren  esta  vida  como 
carrera ,  y  no  como  término  de  su  felicidad  ^  que 
no  executen  en  secreto  lo  que  les  daria  vergüen- 
za executar  en  públicoj  y  á  este  tenor  otras  máxi- 
mas morales  ,  y  convenientes  á  la  vida  humana. 

SEC- 


LXSRO    V,  433 

SECCIÓN    XI. 

I  J3U  ocios  estos  Poemas  reducidos  al  género 
lyrico  ,  se  pue  !en  formar  en  un  mismo  género 
de  versos  ,  o  en  diferente  ,  combinándolos  con  va- 
riedad ,  de  suerte  qi¡e  resulten  diversas  especies 
de  Odas  ,  como  se  ve  en  Horacio  ,  cuyas  Odas 
pueden  casi  todas  titularse  respectivamente  con 
los  nombres  de  los  Poemas  meno.es  que  acaba- 
mos de  referir  aquí.  En  los  Poetas  Castellanos 
de  mayor  mérito  ,  v.  gr.  Fray  Luis  de  I.fon, 
Herrera  ,  Garcilaso  ,  Villegas  ,  Quevedo  ,  y  al- 
gunos otros  se  hal'an  modelos  bastante  regulares 
para  semejantes  Composiciones  en  nuestra  len- 
gua. En  la  Larina  ,  además  de  Horacio  que  siem- 
pre debe  tenerse  entre  manos  ,  hay  muchos  mo- 
dernos que  merecen  leerse  ,  como  Frizonio  ,  Ja- 
cobo  Biderman  ,  Tarquino  Galhicio  ^  Dpiici<e 
Poetarum  Danarum  en  eos  Tomos  en  8.0  mayor, 
Sanizaro  ,  y  otros  varios.  Y  es  de  advertir  que 
asi  como  estos  Poemas  tienen  una  materia  co- 
mún á  otras  piezas  de  Oratoria  ,  las  quales  por 
esa  razón  se  titulan  con  los  mismos  nombres^  así 
también  pueden  componerse  todos  ellos  en  Exá- 
metros solos  ,  ó  en  versos  Elegiacos:  de  lo  qual 
se  hallan  buenos  exeniplares  latinos  antiguos  y 
modernos.  Pero  en  semejante  caso  no  deberán 
contarse  entre  los  Poemas  Lyricos  ,  sino  entre 
los  otros  Poemas  menores  de  que  hablamos  al 
principio  del   presente  Libro. 

2  Hemos  tratado  ya  en  los  cinco  Libros  an- 
tecedentes de  todas  las  especies  de  Poesía  ,  y  se- 
ñalado sus  leyes  ,  y  reglas  á  cada  una.  Conven- 
go en  que  no  todas  sean  invariables,  siempre  que 
la  razón  y  el  juicio  las  puedan  mejorar.  Pero  las 
que  inmediatamente  se  fundan  en  la  razón  mis- 
ma^ 


«34  INSTITUCIÓN- ES    POETICES, 

ma  ,  no  pueden  abandonarse  sin  echar  por  el  suelo 
]a  Poesía.  Decir  que  la  licencia  Poética  se  ex- 
tiende á  quebrantarlas  á  su  nrbitrio  ,  es  no  en- 
tender los  limites  de  semejante  licencia.  La  ii^ 
cencia  que  no  va  regulada  por  el  juicio  ,  es  ma- 
dre de  toda  confusión  ^  ó  es  una  espada  puesta 
en  manos  de  un  furioso  ,  ó  un  torrente  que  sa- 
liendo de  madre  destruye  todo  quanto  encuentra. 
No  son  ,  pues  ,  arbitrarias  las  reglas  aquí  estable- 
cidas. Son  todas  fundadas  en  la  razón  natural ,  ó 
sacadas  de  las  muchas  ,  y  juiciosas  observaciones 
que  han  hecho  con  grande  trabajo ,  y  estudio  los 
hombres  sabios.  Mas  debo  advertir  que  no  bastan 
para  formar  Poetas  si  en  ellos  no  hay  ingenio: 
y  aun  no  faltándoles  este  don  de  la  naturaleza, 
necesitan  además  agregar  otras  reglas  tan  indis- 
pensables como  las  que  hemos  expuesto.  Estas 
son  una  continua  ,  y  atenta  lectura  en  los  Puetas 
mas  insignes  ,  tanto  antigües  ,  como  modernos: 
una  meditación  profunda  j  una  observación  dis- 
creta ,  y  exacta  de  las  costumbres ,  usos  y  carac- 
teres de  todas  clases  de  hombres  ,  y  aun  de  los 
brutos  j  y  un  estudio  serio  de  la  Filosofía  en  ro- 
dos sus  ramos.  Bien  veo  que  esta  no  es  empresa 
á  que  alcancen  las  débiles  fuerzas  de  los  princi- 
piantes j  pero  también  es  evidente  que  no  deb^n 
carecer  de  estos  avisos  ,  para  aprovecharse  de 
ellos  en  lo  sucesivo.  Las  reglas,  y  quantos  consejos 
se  les  dan  en  estas  Instituciones  ,  son  como  una 
semilla  que  se  esconde  en  la  tierra  ,  la  qual  no 
da  el  fruto  hasta  su  tiempo.  El  fruto  sazonado  de 
esta  doctrina  lo  recogerán  los  jóvenes  ,  quando 
creciendo  en  edad  ,  aplicación  ,  y  variedad  de  co- 
nocimientos ,  puedan  lograr  la  utilidad  del  traba- 
jo en  que  ahora  se  hubieren  exercitado.  Hay  fa- 
cultades cuyos  eleriientcs  ,  si  se  difieren  hasta 
una  edad  madura  ,  se  hacen  poco  menos  que  in- 
.aecesibks.  Tal  es  la  Poesía.  Si  el  entusiasmo  de 
la  juventud  se  entibia  co»  los  años  f  tarde  ó  nun- 
ca 


z  z  s  R  o    t':  ^35 

ca  56  recobra.  Y  no  son  buenos  Poetas  los  que 
intentan  este  honor  quando  el  fuego  natural  ha 
baxado  mucho  de  su  primitivo  grado.  Y  asi  es 
menester  alistarse  entre  los  alumnos  de  Apolo  en 
la  edad  tierna  ,  para  que  se  reciban  con  facili- 
dad sus  impresiones  ,  echen  raices  y  crezcan  des- 
pués con  el  cultivo  ,  y  con  el  riego  muy  necesa- 
rio de  otras  ciencias. 

3  Algunos  Escritores  ponen  al  fin  de  su  Poé- 
tica cierta  cla?e  de  Ccniposiciones  extraordina- 
^^as  ,  que  suponen  mas  trabajo  que  mérito  ,  mas 
ingenio  que  juicio  ;  y  que  por  lo  gentral  solo 
sirven  de  atormentar  ,  y  poner  grillos  á  los  ta- 
lentos generosos  que  libres  de  tan  dura  prisión  ,  se 
remontarían  acaso  como  Águilas.  Aqi:i  también 
daremos  alguna  noticia  de  ellas  para  que  se  apre- 
cie lo  que  tuvieren  de  bueno  ,  y  se  evite  lo  que 
fio  merezca  ser  imitado. 


APÉNDICE 

De  ciertas  Composiciones, 
§.    I. 

Del  Symholo  Heroyco, 

I  JL-J\  Symbolo  Heroyce  (que  también  se  lla- 
ma Diviía  ,  y  Empresa)  es  una  Metáfora  pinta- 
da ,  o  {  lo  que  es  lo  mismo  )  una  Figura  ,  o  ima- 
gen pintada  ,  que  representa  otra  cosa  distinta 
del  objeto  retratado  en  la  imagen  por  cierta  se- 
mejanza que  hay  entre  los  dos  ,  añadiendo  algu- 
na palabra  ,  ó  sentencia  que  explique  esta  seme- 
jan- 


43^  XJSrSTlTUClONKS  POmiCAS. 

janza  entre  el  objeto  pintado  ,  y  el  que  en  él  se 
significa.  Por  exemplo.  Pintase  la  figura  del 'Sol, 
y  se  le  pone  este  epig-afe  :  Sufficit  Orbi.  ti^te 
es  un  Syrabolo  Herc^/co  ,  en  que  se  simboliza 
muy  bien  qualquiera  de  los  mas  grandes  E.mpe- 
radores  Romanos  ,  v.  gr.  Augusto  César.  Porque 
así  como  el  í>ol  tiene  bastante  luz  para  alumbrar 
é  todo  el  mundo  ,  y  bascante  calor  para  fonien'- 
tarlo  ,  del  mismo  modo  Augusto  tuvo  bastante 
sabiduría  para  gobernar  todo  el  orbe  ,  y  sufi- 
ciente poder  para  conservarlo  y  contenerlo  en  paz. 
a  La  Figura  pintada  se  llama  el  cuerpo  del 
Symbolo,  y  el  epígrafe,  ó  sentencia  el  alma  ;  sin 
la  qual  la  Figura,  v.  gr.  del  Sol,  no  reprí  sentaria 
sino  el  mismo  Sol.  Quando  no  hay  alguna  se- 
mejanza entre  la  Figura  pintada  y  la  cosa  que 
en  ella  se  significa  metafóricamente  ,  entonces  no 
es    Sy  mbolo. 

3  El  cuerpo  del  Symbolo  no  ha  de  ser  Figu- 
ra de  un  hombre  que  se  supcne  vivo  ^  pe:  o  pue- 
de ser  alguna  estatua  que  lo  represente  aludiendo 
á  alguna  cosa  :  v.  gr.  si  se  pone  una  ettarua  que 
un  Escultor  está  labrando ,  y  puliendo  á  golpe  de 
martillo  9  y  por  alma  de  este  cuerpo  Symbolico 
se  escribe  este  epígrafe  :  Perficitur  dum  CíCdiíun 
Pues  de  este  modo  se  expresa  muy  bien  la  btn— 
dad  de  un  hombre  que  sale  aprovechado  en  la 
virtud  á  fuerza  de  trabajos  y  golpes  de  la  for- 
tuna. 

4  Las  Figuras  han  de  serlo  de  cosas  natura- 
les ,  muy  conocidas  de  todos  ,  y  nada  fabcloías, 
á  no  ser  las  que  se  tomaren  de  la  Mitología.  El 
epígrafe  puede  ser  en  latin  ,  en  griego  ,  ó  en 
la  lengua  vulgar  del  pueblo  en  que  se  escribiere. 
Los  hemistichios  ^primera  ,  ó  ultima  parte  de  los 
versos  Exámetros)  son  muy  acomolados  para  los 
epígrafes  ^  y  en  castellano  qualquiera  verso  ,  ó 
pie  quebrado  de  un  endecasílabo  ;  pero  la  mira 
principal  es  ,  que  Jas  palabras  sean  pocas  ,  cla- 
ras 


Z  1  B  RO       V.  227 

fas  y  acomodadas  á  la  sigaificacion  que  se  intenta, 
g  Ei  Emblema  ,  aunque  parece  lo  mismo  que 
el  Symbolo  ,  se  diterencia  en  que  en  él  se  ficru— 
ran  todas  las  cosas  que  tocan  á  la  instrucción 
iBoral^  y  no  se  observan  tan  estrecliamente  las 
reglas  señaladas  para  el  Symbolo  Heroyco.  La 
voz  Emblema  es  griega  ,  que  significa  qualqiiie- 
ra  obra  tmbajada  con  primor  por  los  artífices, 
para  allomo  de  mesas  ,  vasos  ,  pavimentos  ,  pa— 
redtíS  ,  &c.  y  se  na  trasladado  á  significar  esta 
especie  de  Composiciones  ,  porque  primero  ss 
pinta  el  Emblema  ,  o  Figura  ,  y  luego  se  sigue 
la  expiicacioi,  y  aplicacioa  del  Emblema  al  obje- 
to de  instrucción  moral  que  se  propuso  el  Poe- 
ta. Nuestro  insigne  Político  Saav?dra  nos  ha  de- 
xado  bellos  exeraplares  de  Symbolos  Heroyco  :  y 
merecen  también  leerse  los  Emblemas  de  Alciato, 
Krehins,  y  otros  que  los  explicaron  en  buenos  ver- 
sos  Latinos. 

§      II. 


Del  Acróstico, 


4  ' 

1     JL  Jjucrof 


cróstico  es  voz  griega  que  significa  un 
Poema  brc-e  ,  en  que   las  letras   iniciales  de  cada 
verso  forman  un  vocablo  ,  ó  sentencia  entera  :  co- 
cino V.  gr.  en    la  suguieate  Decima. 

■q  tú  q'J?  la  testa  dura, 
guando  Acrósticos  destilas, 
Crees  n^cio  :   y  despavilas 
Wl  sueño  que  otro   procura; 
lástima  oas ,   ten   cordura: 
Ocupa  ,  si  á  ser  aspiras 
Oisne  entre  las  dulces   Lyras, 
<arias  horas   imiranao 
Jzcas^üs  bellos  ,  y  observando 
autores  ,  y  usos  que  luiras. 

Tam- 


238  IWSTÍTUClOKrtS     TOETICAS. 

También  se  doblan  al  fin  de  cada  verso  las 
mismas  letras  iniciales  ,  o  se  hacen  oíros  juguetes 
con  ellas  ,  que  llaman  Laberintos  por  el  modo  in- 
trincado con  que  se  colocaa.  Y  es  cosa  lastimo- 
sa el  v^er  un  ingenio  ,  tal  vez  sobresaliente  ,  em- 
bebido en  estas  puerilidades  ,  para  las  quales  ne- 
cesita muchas  horas  de  atormentarse  la  cabeza, 
y  devanarse  los  sesos.  Infinitas  veces  se  verá  en 
la.  precibion  de  abandonar  un  fino  concepto  ,  una 
viva  pintura  ,  una  expresión  enérgica  ,  y  una  voz 
muy  propia ,  por  dar  cabida  á  la  letra  que  le  ha- 
ce al  caso  para  su  enredoso  Liberinto.  Los  Poe- 
tas Acrósticos  se  pudieran  llamar  los  Titerete- 
ros    del   Parnaso. 

§.      III. 

Del  Anagrama, 


I  JL-ii\  Anagrama  es  una  Sentencia  ó  Di- 
cho que  se  forma  de  las  letras  del  Nombre  de  al- 
guno en  su  alabanza  o  vituperio  ,  trasponiéndo- 
las el  Compositor  Aaagramatista  á  su  arbi- 
trio, sin  disminuir,  ni  aumentar  su  numero  :  co- 
mo de  Úrsula  Laurus  ,  de  Culvino  Luciano  ,  de 
Lógica  Caligo  ,  &c. 

§.     IV. 

Bel  Gripho, 


1     jSZj\  Grlpho  ,  palabra  griega  que  significa 
Red  f  es  ua  enigma  encubierto  en  lo  escrito  ,  y 

taa 


z  I  s  R  o    V.  a3p 

tan  obscuro  y  enredado  ,  que  aun  al  ingenio  ums 
sutil  le  da  muchísimo  que  hacer  para  desenredar- 
lo. Lorenzo  Le  Brun  ,  Jesuíta  ,  tiene  bastante 
surtido  de  Griphos  en  su  eloqüencia   Poética. 

§.     V. 
Dd  Logogripho, 

1  mLi1\  Logogripho  no  mira  tanto  á  cubrir, 
y  dificultar  las  cosas  ,  quanto  las  palabras,  cor— 
tíindo  algunas  letras  ,  ó  silabas  ,  ó  trocándolas  ,  y 
trasponiéndolas  de  varios  modos  :  v.  gr.  la  voz 
Naveni  ,  si  se  le  quita  la  primera  y  última  le- 
tra ,  dirá  yíve  :  en  la  voz  ^per  se  encuentra 
aer ,  pera  ,  per  ;  en  Estovan  queda  Esteta  :  y 
por  eso  dixo  de  un  Estevan  ,  estudiante  rudo, 
esta  redondilla   otro  estudiante. 

,,Si  es  que  no    ha  de  saber  mas 
j,De   lo  que  aprendido  tiene, 
,,Bien    puede  quitar  la  N 
,,Y  arrimarse    á  lo  demás. 

También  se  llaman  Griphos  las  figuran  ,  vo- 
cablos ,  letras  que  por  su  disposición  ,  numero, 
acción  ,  ó  color  ,  representan  alguna  palabra, 
sentido  ,  proposición  ,  o  cosas  semejantes.  Tal  es 
la  figura  de  Cupido,  pintado  en  ademan  de  ligar  un 
gran  globo  con  una  cinta  ,  poniéndole  este  epí- 
grafe :  Ontnia  vincit  amor.  Semejantes  Composi- 
ciones no  se  han  propuesto  aquí  para  que  se 
imiten  ,  sino  para  que  se  tenga  de  ellas  alguna 
noticia  i  pues  si  se  intentase  otra  cosa  ,  seria  ro- 
bar á  los  jóvenes  el  tiempo  que  necesitan  para 
Otros  estudios  mas  dignos  de  su  Ingenio  ;  y  seria 

des- 


1^0  iNSTrrzrciOJsrKS  poetices. 

desconcertarles  él  juicio  ,  y  estragarles  el  buer» 
gusto  ,  acostumbrándolos  á  unas  obras  que  en  ellos 
fácilmente  degenerarían  en  juguetes  y  puerilidades 
sin  substancia. 

1  Pasaremos  ,  pues  ,  ahora  á  la  Mytbohgia, 
ó  Historia  de  los  falsos  D,o-.es ,  cuyo  estudio, 
prescindiendo  de  su  utilidad  para  recordarnos  el 
incomparable  beneficio  que  debemos  á  nuestro 
lledentor  en  habernos  librado  de  las  tinieblas  de 
la  idolatría  j  es  la  llave  que  nos  abre  la  puerta 
para  penetrar  el  sentido  de  ir.numerables  pasages 
poéticos  ,  que  sin  este  auxilio  no  se  pudieran  en- 
tender ^  y  que  por  lo  mismo  debe  ser  parte  <ie 
las  Instituciones  Poéticas.  Excuso  hablar  antes  so- 
bre el  origen  de  las  falsas  Deidades  ;  pues  el 
mas  cierto  es  la  ignorancia  ,  en  que  fué  sumergi- 
do el  hombre  por  el  pecado  ;  dexándolo  Dios  en 
manos  de  su  consejo  ,  y  negándole  por  su  rebel- 
día los  auxilios  eficaces  de  su  divina  gracia  ,  sin 
1^  qual  es  forzoso  que  el  hombre  corra  ciega- 
mente á  su  precipicio  ,  impelido  de  sus  pasiones^ 
y  viva  baxo  !a  esclavitud  del  demonio  ,  que  por 
quantos  medios  puede  ,  proca.'-a  barrar  el  conoci- 
miento del  verdadero  Dios  ,  y  apartarnos  de 
nuestro  ultime  fin  ,  y  eterna  felicidad  de  que  él 
se  halla  privado  para  siempre. 


IiYS- 


INSTJnCUCIONJKS 
POÉTICAS. 

LIBRO      SEXTO. 

Compendio  de  la  Historia  Poética 

ó    Mythologia   para   inteligencia 

de  los   Poetas    antiguos^ 

y  modernos, 

CAPITULO  PRIMERO. 

De    las   Deidades  mayores* 
SECCIÓN     PRIMERA. 

De  Saturno, 


,  s, 


'afumo  fué  hijo  del  Cielo.  Llamóse  tam- 
bién el  Tiempo.  Con  una  guadaña  hizo  á  su  padre 
impotente  ,  arrojando  al  mar  lo  que  le  corto  ,  ue 
cuya  espuma  nació  la  Diosa  Venus. 

1  Titán  ,  hermano  mayor  de  Saturno  ,  y  su- 
cesor del  Reyno  ,  le  cedió  voluntariamente  su 
derecho  por  complacer  á  Venus  su  madre  ,  y  á 
Cibeles  su  hermana  ^  pero  con  condición  de  que 
Saturno  no  criase  hijos  varones  ,  para  que  el  Im- 
perio universal  del  orbe  volviese  otra  vez  á  los 
Q  Ti- 


1^2  Z7VSTITUCI02VES  POETICES. 

Titanes.  Por  eso  Saturno  se  tragaba  los  hijos  va- 
rones luego  que  nacían.  Cibeles  ,  que  lo  sentía 
mucho  ,  qnando  parió  á  Júpiter,  y  Juno  ,  le  pre- 
sentó la  hembra  j  y  entrego  á  los  Curetes  ,  d  Co- 
ribantes  el  niño  Júpiter  para  que  lo.  criasen  ocul- 
tamente :  y  así  lo  hicieron  ,  inventando  un  cier- 
to juego  ,  que  con  el  ruido  estorbase  que  fuesen 
oídos  los  llantos  del  Infante.  Este  juego  consistía 
en  una  Marcha  con  cierta  cadencia  armónica, 
que  llamaban  Dactyla  ,  y  por  ella  se  llamaron 
también  Dactyli  Idcei :  y  armados  los  Curetes  de 
broqueles  de  cobre,  se  embestían,  y  retiraban  en 
manera  de  una  danza  armoniosa  ,  cuyo  ruido  con- 
fundía el  del  llanto  del  niño  Júpiter. 

3  Con  este  ardid  crió  también  Cybeles  á  otros 
dos  hijos  Neptitno  y  Pluton  ;  pero  en  un  aprieto 
de  ser  descubierta  ,  le  presentó  á  su  marido  en 
vez  de  un  hijo  una  piedra  envuelta,  y  él  se  la 
trago. 

4  Supo  Titán  lo  que  pasaba  ;  y  enojado  por- 
que no  se  cumplía  lo  pactado,  y  se  le  imposibili- 
taba el  derecho  al  Reyno ,  hí/o  guerra  con  sus 
hijos  á  Saturno  :  lo  venció  y  puso  preso  con  Cy- 
beles ,  hasta  que  Júpiter  ya  grande  los  puso  en 
libertad. 

g  Percibió  Saturno  que  su  hijo  Júpiter  había 
de  quitarle  el  Cetro  ;  y  por  eso  intentó  perderle: 
de  lo  qual  irritado  Júpiter  ,  se  armo  contra  su 
padre  ,  y  lo  arrojó  del  Cíelo.  Desterrado  en  la 
tierra  ,  se  escondió  en  Italia  ,  la  que  por  eso  se 
llamó   Lütium   (a  latente  Deo). 

6  y^ino  ,  Rey  de  aquella  Región  ,  le  hospedó 
en  su  casa  ,  y  vio  el  siglo  de  Oro  que  traxo  Sa- 
turno al  mundo  ,  dando  copiosos  frutos  la  tierra 
sin  cultivo  alguno,  ^x/ríií/,  üamada  por  otro  nom- 
bre yusticia  y  reynaba  también  en  aquel  Siglo  cé- 
lebre ;  y  los  hombres  gobernados  por  ella  ,  vivían 
Vina  vidu  común  y  amistosa.  Jano  fué  alistado  des- 
pués entre  los  Dioses,  así  por  los  benefícios  he- 
chos 


LIBRO      X'T.  «245 

chos  á  Saturno ,  como  por  su  prudencia  y  conoci- 
miento que  tenia  de  lo  pasado  y  venidero  ,  por 
cuyo  motivo  le  pintaban  con  dos  caras.  Numa  Pora- 
pilio  ,  Rey  de  los  Romanos ,  le  dedicó  un  Tem- 
plo ,  cuyas  puertas  se  abrían  en  tiempo  de  guerra, 
y  se  cerraban  en  tiempo  de  paz. 

SECCIÓN    II. 

De  Cyheles. 

1  ^^ybeles  ,  muger  de  Saturno,  se  llamó 
también  DindemeiMy  Beyecinthia  ,  y  la  Gran  Ma- 
dre  ,  porque  lo  fué  de  muchos  üioses  ,  y  por  ser 
Diosa  de  la  tierra,  que  produce  tanta  variedad  de 
frutos  y  riquezas  ^  por  cuya  causa  la  llaman  tam- 
bién los  Latinos  Opis  ,  y  los  Griegos  Rhea.  Ca— ; 
minaba  en  carroza  tirada  de  quatro  leones.  La 
celebraban  cada  quatro  meses  unas  fiestas  que  lla- 
maban Magülesias  ,  en  que  los  Coribantes  toca- 
ban como  locos  ,  tambores  ,  trompas  ,  y  otros  ins-. 
trunientos.  Lo  mismo  hacian  los  Phrigios ,  y  auo' 
estos  se  acucliiilaban  ,  y  por  fin  de  fiesta  se  iban 
á   lavar  la  sanjfre  en  la  fuente  de  esta  Diosa. 

2  Vesta  es  nombre  también  de  Cybeles  j  aun- 
que en  esto  se  contradicen  los  Poetas  ,  porque  unas 
veces  liacen  á  Vesta  madre  de  Saturno  ,  otras  mu- 
ger  ,  otrps  hija  ,  y  otras  hermana.  Las  mismas  con- 
tradiciones  se  encuentran  en  ellos  hablando  de  Jú- 
piter ,  Hércules  ,  íkc.  Ello  es  que  Cybeles  con  el' 
rombre  de  Vesta  es  la  Diosa  del  fuego.  Numa 
Pompilio  arregió  su  culto  con  su  acostumbrada  su- 
perstición ,  consagrándola  el  fuego  que  llarraban' 
eterno  ,  porque  ardia  sie;7ipre  en  sus  Aras.  La  se- 
ñaló Sacerdotisas  ,  que  llamaron  Vírgenes  Vesta^ 
¡es  j  que  tenían  pena  de  muerte,  si  dexaban   apa- 

i¿  a  ¿ar 


244  7JVSTnvClON-ES   POÉTICAS. 

gar  el  fuego  eterno  ,  ei  qual  no  debía  ser  ejicendldo 
sino  con  los  rayos  del  Sol.  Las  Vírgenes  Vestales, 
mientras  pernianecian  Sacerdotisas  ,  guardaban 
castidad  ,  y  la  qi,e  faltaba  en  esto,  era  enterrada 
viva.  Todas  debian  ser  de  familia  ilustre. 


SECCIÓN    III. 
De  Júpiter, 


1  «y  üpiter  ,  hijo  de  Saturno  y  Cybeles  ,  re- 
partió el  Imperio  del  Mundo  ,  que  quitó  á  su  Pa- 
dre, entre  sus  hermanos.  El  se  quedo  con  el  del 
Cielo ;  á  Neptuno  dio  el  de  los  Mares  ^  y  á  Plu- 
ton  el  de  los  Infiernos.  Fué  llamado  Padre  de  los 
Dioses  y  de  los  hombres.  Era  dueño  absoluto  de 
los  Rayos :  y  por  haberlos  arrojado  contra  los 
Titanes  ,  se  indigno  la  tierra  contra  él  ,  y  aborto 
unos  Gigantes  monstruosos  para  que  le  hiciesen 
guerra  ,  y  arrojasen  del  Cielo. 

1  Los  Gigantes  se  juntaron  en  los  campos 
Phlegrenos  de  Thesalia  ,  donde  poniendo  unos  mon- 
tes sobre  otros,  empezaron  á  combatir  el  Cielo, 
arrojando  á  centenares  inmensas  peñas  de  un  gol- 
pe ,  que  Egeon  ,  Gigante  de  cien  manos  ,  arran- 
caba del  fondo  del  mar.  Le  acompañaban  Encela- 
do y  Eriareo.  'El  que  mas  miedo  causaba  era  el 
Gigante  Thipheo  ,  porque  tocaba  con  su  cabeza  lo 
mas  alto  del  Cielo  ,  y  alargaba  las  manos  del  un 
cabo  del  mundo  al  otro  ,  siendo  de  tan  horrible 
figura,  que  parte  era  de  hombre  ,  y  parte  de  Dra- 
gón que  vomitaba  llamas  j  de  manera  que  los  Dio- 
ses auxiliares  de  Júpiter  ,  al  verlo  ,  huyeron  sin 
parar  hasta  Egipto,  transformados  en  árboles,  y 
animales  para  no  ser  conocidos  y  vivir  seguros, 
íío  por  eso  desmayo  Júpiter  íiado  en  sus  rayos :  y 

en 


«n  efecto  los  confundió  con  ellos  ^  y  para  que  orra 
vez  no  fuesen  atrevidos  ,  ios  puso  bien  amarrados, 
cargándoles  encima  varios  montes  como  el  Etna, 
Ossa  ,  &c.        . 

3  Prometbeo  en  este  tiempo  formó  los  prime- 
ros hombres  de  tierra  y  agua  ,  y  les  dio  alma  he- 
cha de  un  fuego  que  robó  del  Cielo.  Enojido  Jú- 
piter de  este  atrevimiento  ,  mando  á  Vulcano  que 
le  pusiese  preso  con  cadenas  de  hierro  en  el  mon- 
te Caucaso  ;  y  que  una  Águila  y  un  Buitre  le  co- 
miesen diarismente  parte  de  las  entrañas  ,  las  qua- 
les  se  reintegraban  de  nociré  para  que  así  fuese  su 
tormento  eterno  :  lo  qual  hubiera  sucedido  ,  si 
Hércules  no  le  hubiera  valerosamente  libertado. 

4  Pandora  ,  muger  formada  de  orden  de  los 
Dioses  por  Vulcano,  y  agraciada  porcada  uno  de 
ellos  con  alguna  singular  prerogativa  ,  vino  lla- 
mada de  Jiipiter  ,  quien  insistiendo  en  su  enojo, 
la  mandó  que  fuese  en  busca  de  Epimeteo  ,  hcr 
mano  de  Prometeo  ,  y  le  entregase  de  su  parte  una 
caxa  llena  de  males  de  la  naturaleza.  Luego  que 
la  abrió  inundaron  el  mundo  ,  qi;eaando  en  el  fon- 
do de  la  caxa  la  Esperanza  sola. 

g  Júpiter  ,  vencidos  ya  sjs  enemigos ,  no  pen- 
só sino  en  sus  gustos  ,  entregándose  á  rienda  suel- 
ta á  los  vicios  mas  infames.  Fué  marido  incestuo- 
so de  su  hermana  Juno  :  robó  á  Troas  ,  Rey  de 
los  Troyanos  ,  su  hijo  Ganimedes  convirtréndole  en 
Águila  :  se  transformó  en  Toro  para  robará  Euro- 
pa ,  hiia  de  Agenor  ,  Rey  de  los  Phenicios:  con- 
virtiéndose en  lluvia  de  oro  ,  burló  el  cuidado  de 
Acrisio  ,  Rey  de  los  Argivos  ,  q\ie  á  su  hija  Da- 
nae  tenia  guardada  en  un  castillo  de  cobre  ,  na- 
ciendo de  este  delito  el  famoso  Perseo  :  y  en  fin 
cometió  quantas  abominables  acciones  puede  ins- 
pirar el  Demonio.  Si  tal  era  el  Padre  de  lo?;  Dio- 
ses y  de  los  hombres  ,  ¿qué  serian  sus  Adorado- 
res? ¿Y  quánta  es  la  hjiidad  del  verdadero  Dios, 
que  enviü    á    su   Hijo  Lnigénito  para   destruir    la 

Q  3  Ido- 


24*^  U^STITUOIOKTES    FOKTICAS, 

Idolatría  ,  y  purificar  la  tierra  de   tantas  sucie- 
dades? 


SECCIÓN    IV. 

De   Juno  y  de   sus    hijos, 

1 
I     eJ'  uno  ,  hermana ,  y  muger  de  Júpiter,  era 

la  Diosa  de  los  Reyes  y  de  las  riquezas  j  protec- 
tora de  las  bodas  y  partos  ^  y  fué  madre  de  He- 
Be  Diosa  de  la  juventud  ,  quien  por  industria  de 
su  madre  servia  el  Néctar  y  ambrosia  á  Júpi- 
ter ,  hasta  que  éste  se  traxo  á  Ganimedes  ,  y  lo 
puso  en  este  empleo  ,  que  quitó  á  Hebe. 

1  Juno  tomo  á  desayre  esta  determinación  con- 
tra su  hija  :  y  no  sintió  menos  el  que  Júpiter  por 
sí  solo  engendrase  en  su  celebro  á  la  Diosa  Palas, 
por  otro  nombre  3Iinerva  ,  la  qual  nació  armada 
de  pies  á  cabeza  ,  con  la  lanza  en  la  mano  ,  bay- 
lando  la  danza  Pyrricbia ,  inventada  por  Pyrro, 
padre  de  Achiles  ,  al  son  del  canto  llamado  Hy— 
porchematico  ,  propio  de  gente  guerrera :  por  cu- 
ya razón  fué  venerada  por  Diosa  de  las  batallas. 
Inventó  Minerva  varias  ciencias  y  artes ,  que  son 
frutos  de  la  paz  ^  y  por  eso  los  Athenienses  la  ve- 
neraban con  unas  grandes  fiestas.  Juno ,  por  ven- 
garse de  su  marido  ,  quiso  á  su  exemplo  ,  y  sin 
su  intervención  ,  tener  otro  hijo ,  como  en  el'ecto 
tuvo  al  Dios  Marte  ,  que  nació  del  contacto  de  una 
flor ,  que  enseñó  á  Juno  lá  Diosa  Flora  :  de  suer- 
te quede  estos  dos  caprichos  nacieron  las  dos  Dei- 
dades tutelares  de  la  Guerra. 

3  Como  Juno  era  no  sin  motivos  muy  zelosa, 
tenia  por  espía  de  su  Marido  á  ^rgos  ,  lleno  su 
cuerpo  de  tantos  ojos  ,  que  quando  rendido  al  sue- 
ño se  le  cerraban  unos ,  quedaban  otros   abiertos 

y 


z  r  s  R  o  VI,  i^<j 

y  vigilantes.  Júpiter  hizo  que  lo  matase  el  JJios 
Mercurio ,  adormeciéndole  este  enteramente  con 
Ja  dulzura  de  su  Lyra.  Pero  agradecida  Juno  á  los 
buenos  oficios  de  su  espía  ,  lo  convirtió  en  Pavo 
Real ,  cuyas  plumas  están  ileuas  de  ojos. 

4  f^ulcano  también  fué  hijo  de  Juno  :  pero 
tan  desgraciado ,  que  viéndole  Júpiter  asi  qne 
nació  muy  feo  ,  le  pegó  un  puntapié  ,  y  le  arrojó 
del  Cielo  ,  de  modo  que  al  caer  se  perniquebró, 
y  anduvo  siempre  coxo.  En  siendo  grande  ,  se  pu- 
so al  oficio  de  Herrero  ^  y  trabajaba  al  serviciq 
de  otros  Dioses  con  tanto  arte,  que  Júpiter  le 
encomendó  la  fábrica  de  los  Rayos.  Tenia  sus  Fra- 
guas en  las  Islas  de  Lemiios  ,  I.ypari ,  y  en  el 
monte  Etna  ,  donde  fueron  sus  Oficiales  los  céle- 
bres Brontes  ,  Sterope,  y  Piracinon  ,  llamados  Cy- 
clopet ,  porque  no  tenian  mas  que  un  ojo  muy 
grande   en  la  frente. 

SECCIÓN  V. 
"De    Apolo  y   del  Sol, 

1  JlL/1  genio  de  Juno  entibió  el  afecto  de  su 
esposo  Júpiter  ,  quien  se  ocupó  en  galantear  á 
Latona.  Furiosa  de  zelos  su  muger ,  incito  contra 
su  rival  una  espantosa  serpiente,  que  se  llamaba 
Pytbon  ,  engendrada  de  la  humedad  de  la  tierra 
después  del  DiUivio  de  Deucalion  ,  de  que  se  dirá) 
adelante.  La  tierra  misma  dio  á  Juno  palabra  de  no 
dar  á  Latona  lugar  de  refugio  ,  sino  sola  la  Isla, 
de  Délos  ,  que  entonces  era  una  isla  vag'intc  por 
los  mares.  Pero  Neptuno  tuvo  lástima  de  I-atona, 
y  mas  sabiendo  que  estaba  en  dias  de  parir  j  y 
asi  elevo  sobre  las  aguas  y  fixó  la  Isla  para  que 
se  guareciese  y  pariese  en  eüa.  Parió,  pues  ,  á 
Q4  .fpo- 


'248  IN-STITtfCÍOI^Í.S  POÉTICAS. 

Jipólo  ^  y   á   Diana  encima  de   una  Palma,  qué 
por  fortuna  hallo  en  Délos. 

2  No  podia  Apolo  ,  en  siendo  grande  ,  dexar 
de  vengar  el  ultrage  hecho  á  su  Madre  ^  y  así  pe- 
leó y  mató  á  flechazos  á  la  Serpiente  Python, 
oyéndose ,  quando  la  vencía  ,  estas  voces  :  /o, 
Pann  :  las  quales  por  eso  se  repetían  en  los  triun- 
fos y  juegos  públicos. 

3  Esculapio  también  fué  hijo  de  Latona  ,  quien 
lo  dio  á  criar  al  Centauro  Chyron ,  el  qual  le  en- 
señó la  ciencia  médica  ,  y  por  eso  llego  á  ser  Dios 
tutelar  de  la  Medicina  ,  y  resucitó  al  miserable 
Hypdlito  ,  después  de  arrastrado  por  sus  mismos 
caballos  ,  huyendo  I2  colera  de  su  padre  ,  como  se 
dirá  tratando  de  Theseo.  Júpiter,  no  llevando  á 
bien  esta  cura  prodigiosa  ,  mató  al  Médico  con 
sus  rayos.  Pero  su  hermano  Apolo  ,  ya  que  no 
podia  tomar  venganza  de  Júpiter  ,  la  tomó  en  los 
Cyclopes  que  fabricaron  los  rayos  contra  Escula- 
pio :  por  cuyas  muertes  Júpiter  lo  desterró  del 
Cielo  ,  y  le  privó  de  la  Divinidad  por  algún 
tiempo. 

4  Pobre  y  desvalido  Apolo  en  su  destierro  ,  se 
metió  á  Pastor  de  los  ganados  de  Admeto  ,  Rey 
de  Thesalia  ^  y  los  demás  P?stores  le  reconocie- 
ron por  su  Dios  tutelar ,  y  le  sacrificaban  Lobos, 
enemigos  de  las  reses.  El  ladrón  Dios  Mercurio 
le  robo  un  dia  una  Vaca  :  y  quejándose  de  esra" 
picardía  ,  le  robó  tanibien  ,  sin  que  lo  conociese, 
la  Aljaba  que  traia  al  hombro  :  y  viendo  Apolo* 
la  sutileza  de  Mercurio  para  hurtar,  convirtió  sus 
quejas  en  mucha  risa. 

g  En  medio  de  sus  infortunios  no  dexó  Apolo 
de  enamorarse  de  Daphne  ,  quien  huyendo  de  sus 
megos  se  convirtió  en  Laurel.  Otro  dia  jugando 
al  tejo  con  Hyacifito  su  querido ,  lo  mató  sin 
pensarlo ,  de  cuya  desgracia  la  tieri-a  compadeci- 
da* lo  convirtió  en  la  flor  que  se  llama  Hyacinto: 
y  Ap^lo  temeroso  por  esta  muerte,  huyó  á  Tro-- 


z  T  :b  R  o   VI.  249 

ya  ,  donde  encontró  á  Neptww  y  que  también  er- 
tab:»  en  desgracia  de  Júpiter.  Estos  dos  miserables 
Dioses  forrados  de  s\i  pobreza  ent'áron  á  servir  á 
LaoniedofTte  ,  para  ayudarle  á  edificar  la  Ciudad. 
Y  como  no  les  pagase  Laomedonte  sus  jornales  ,  se 
vengó  Neptuno  anegando  Ja  Ciudad  ,  y  Apolo  der- 
ramando una  peste  tan  terrible  ,  que  causó  en  el 
pueblo  fatales  estragos.  Laomedonre  instruido  por 
él  Oráculo  ,  se  vio  en  necesidad  de  aplacar  á  los 
Dioses  ,  sacrificando  en  cada  un  año  una  Donce- 
lla Tróyana  ,  exponiéndola  á  los  monstruos  mari- 
nos en  la  costa.  Tocó  esta  suerte  á  Hesione  ,  hija 
del  Rey.  Hércules  se  ofreció  á  librarla ,  si  el  Rey 
su  padre  le  daba  en  recompensa  los  caballos  for— 
irados  de  la  semíll?  de  los  Dioses.  Convenidos  los 
dos ,  cumplió  Hércules  su  oferta  \  y  el  pérfido 
Laomedonte  faltó  al  concierto.  Pero  bien  caro  le 
salió  ^  porque  Hércules  llevó  la  Ciudad  á  sangre 
y  fuego  j  mató'á  Laomedonte  ,  y  se  llevó  cautivo 
el  hijo  ,  quien  rescatado  después  por  los  Troya- 
nos ,  se  llamó  Priatno  ,  como  se  verá  adelante, 

6  Restituido  Apolo  á  sn  primitiva  Divinidad, 
fué  célebre  por  sus  Oráculos  ,  por  sus  heroycos 
hechos  ,  y  por  hijos  que  tuvo  famo.'.os.  Era  tenido 
también  por  Sol  ^  y  así  le  llamaban  Pheho ,  que  es 
lo  n^rsmo  que  Padre  cíe  los  iñfienfes. 

7  Otros  dicen  que  el  45*0/  era  hijo  de  \«no  de 
los  Ti'anes,  llamado  HypsvioH  ,  y  por  eso  tam- 
bién se  llama^  Titán.  Caminaba  en  una  Carroza 
que  de  noche^sé  ocultaba  en  el  Occidente,  hasta 
que  Jas  Horas  uncian  por  la  mañana  sus  Caballos 
j^ara  ^ue  rejiitiBfeé '$if  cirso  diario.  Flié  muy  ve- 
nerado en  la  Isla  de  Rhodas ,  donde  hizo  llover 
oro  ,  y  florecer  muchas  rosas  en  celebridad  drf  na- 
cimiento de  Rhoda  su  hija  ,  qi:e  nació  allí.  Los 
Rhodios  le  erigieron  un  famoso  Coloso  de  metal 
de  mas  de  cien  pies'  de  alto. 

8  Entre  los  lugares  mas  célebres  de  los  Orá- 
culos de  Apolo  se  cuenta  Delfhos  ,  donde  tenia  un 


2g0  IJVSTITVeiOJVES  POÉTICAS. 

riquísimo  Templo  con  una  Sacerdotisa,  que  se 
llamaba  Phebcs  ,  ó  Pythia  ,  y  Pytboiiisa  ,  ia  qiial 
para  recibir  el  entusiasmo  ó  furor  poético ,  se  sen- 
taba en  un  banco  ,  que  se  llamaba  Trípode  ,  por 
ser  de  tres  pies  j  o  Cortina  ,  por  estar  cubierto 
con  Ja  piel  de  la  Serpiente  Python. 

9  Fué  inventor  de  la  Música  ,  y  mandó  deso- 
llar vivo  á  Mantas  ,  porque  le  desafió  á  cantar. 
Júpiter  le  hizo  Maestro  de  las  hijas  que  tuvo  en 
Mnemosyne ,  que  fueron  las  nueve  Musas  :  á  sa- 
ber ,  Caliope  ,  Clio  ,  Erato  ,  Thalia  ,  MelpómenCy 
Tberpsicore  ,  Euterpe  ,  Polymnia  y  Urania  ,  cuyos 
nombres ,  y  sus  inventos ,  y  oficios  se  hallan  com- 
prehendidos  en  los  siguientes  versos  que  trae  Geo- 
fredo  Linocerio  in  Musarum  Libello. 

Clio  gesta  canens  transactis  témpora  red— 

dit. 
Melpómene    Trágico    proclamat  moesta 

boatu. 
Cómica  lascivo  gaudet   sermone  Thalia. 
DuJciloquis    calamos     Euterpe    flatibus 

urget. 
Terpsicore  aíFectus  citharis  movet ,  im- 

perat ,  auget. 
Plectra  gerens  Erato  saltat  pede  ,  carmi- 
ne ,  vultu. 
Carmina  Calliope  libris  Heroica  mandat. 
Urattfe  coeli  motus  scrutatur,&  astra, 
Signa  cuneta  manu.   Loquitur  Polymnia 

gestu. 
Mentís  Apollines  vis  has  movet  undique 

Musas. 
In   medio    residens  coraplectitur  omnia 

PhcBbus, 

Tienen  las  Musas  en  general  otros  nombres  ,  co- 
mo Piérides  por  el  monte  Pieris  de  Beotia  ,  don- 
cié  ron  ;  Heliconides  por  el  monte  Helicón  y 

su 


z.  r  s  R  o    VI.  2^1 

su  célebre  fuente  cerca  del  Pamasso  ,  por  el  qual 
también  se  llaman  Parnassiades  ,  como  por  el  mon- 
te Cytheron  CytheriaJes -^  y  Casui/ides  ,  ó  -^ga- 
nipides  por  las  fuentes  de  estos  nombres  \  Carnee— 
v£  ,  por  la  Poesía  ^  PeganJes  por  el  Caballo  Pe- 
gaso ;  Theípiades  por  ia  Ciudad  de  T hespís  cerca 
del  Helicón  ;  Pimpleides  por  el  monte  y  fuente 
Pimpiea  j  Libetridcs  por  la  fuente  Libetra  en 
Macedonia  j  Meonides  por  Homero  Principe  de 
ios  Poetas  j  yíonides  por  el  monte  Aonio  de  Beo- 
da ,  &C.  Eran  amantes  de  la  pureza  virginal ,  y 
se  empleaban  en  cantar  alabanzas  de  los  hombres  , 
de  mérito  ,  y  en  mover  los  ánimos  á  acciones  ilus- 
tres en  los  Banquetes  Sagrados  á  que  siempre 
asistían,  adonis ,  galán  de  la  deshonesta  P^enuí, 
las  disparó  una  ííeciía  para  herirlas  con  el  veneno 
del  amor  impuro  ;  pero  ellas  le  quitaron  la  vida. 
Esta  fábula  manifiesta  la  noble  idea  que  en  los 
principios  se  tuvo  de  la  Poesía  ,  cuyo  objeto  fué 
sagrado  y  puro  ,  así  como  también  lo  eran  los 
que  profesaban  esta  facultad. 

10  Además  de  Rhodia  fué  también  hijo  d^ 
Apolo  yíetha  ,  Rey  de  la  Colchida  ,  padre  de  Me- 
dca  ,  á  quien  dio  el  l^cUocino  de  oro  ,  quando 
huia  con  su  hermana  de  las  asechanzas  de  la  Ma- 
drastra P¿r¿A:o  ,  hijo  de  ^í¿rtt?2flH,'^  Rey  de  The- 
bas.  También  tuvo  por  hija  á  Pasiphae  ,  que  casó 
con  Minos  Rey  de  Creta  ,  la  qual  concibió  de  un 
Toro  al  Minotauro  ,  del  que  después  se  hablará. 

11  Phaetonte  fué  otro  de  los  hijos  de  Apolo: 
y  deseoso  de  correr  en  la  carroza  de  su  padre 
el  Sol  o  Phebo  ,  siquiera  un  dia  ,  montó  en  ellaj 
y  no  sabiendo  ,  ni  teniendo  fuerzas  para  gobernar 
los  caballos  fogosos,  se  extravio  y  pegó  (sin  po—  . 
derlo  remediar)  fuego  al  Cielo  y  á  la  rierra.  En- 
fadado por  eso  Júpiter,  le  quitó  la  vida  con  un 
rayo  ,  y  le  precipitó  en  el  Po  ,  que  por  otro  nom- 
bre se  llama  Kridano  ,  en  donde  sus  hermanas  las 
Heliadas  lloraron  su  desgracia  ,  y  se  convirtie- 
ron 


1^1  JNSTITUCIOJVES    POKTICAS. 

ron   de  dolor  en  Alamos   blancos  ,  y  sus  lágrimas 
en  Ámbar. 

\l  Poco  después  de  este  incendio  general  del 
Mundo  j  sucedió  un  Dilubio  universal,  reynando 
en  Thesalia  Deucalion  ,  hijo  de  Prometheo  ,  con 
su  muger  Pyrrha ,  que  se  libraron  subiéndose  á  la 
cumbre  del  monte  Parnaso  :  los  quales  viéndose 
solos  en  este  mundo  ,  pidieron  á  los  Dioses  ó  la 
itiuerte  ,  ó  sociedad  con  otros  hombres.  Themiíy 
Diosa  de  la  Justicia  ,  les  dixo  que  tomasen  los 
huesos  de  la  Gran  Madre  ,  y  los  arrojasen  acia 
la  espalda.  Comprehendiendo  que  los  huesos  de  la 
Gran  Madre  eran  las  piedras  de  la  tierra  ,  las 
arrojaron  acia  atrás,  y  las  de  DeucaÜon  se  con- 
vertían en  hombres,  y  las  que  tiraba  Pyrrha  en' 
mugeres  ,  con  lo  qual  se  pobló  el  mundo  otra  vez. 
Esfe  Dii libio  ,  y  el  que  se  cuenta  del  tiempo  de 
Ogyges  y  son  los  mas  famosos  en  los  Poetas. 

SECCIÓN    VI. 

De  Diana, 


I  ^iL-í'iana,  hija  de  Júpiter  y  de  Latona, 
hermana  de  Apolo.  Los  Poetas  le  dan  el  nombre 
de  Diana  en  los  Bosques  ,  de  Luna  en  el  Cielo, 
y  de  Hecata  en  los  Infiernos,  donde  en  opinión 
de  algunos  se  llamó  también  Proserpina  ,  á  quien 
robó  Pluton  ,  viéndola  coger  ilores  en  el  Etna  :  y 
Ceres  (que  en  esta  opinión  fué  su  madre)  la  an- 
duvo buscando  por  el  mundo  5  y  con  ese  motivo 
enseñó  á  los  horhbres  la  labranza  y  modo  de  ha- 
cer el  pan  ,  por  lo  qual  era  venerada  por  Diosa 
de  la  Agricultura.  Diana  se  llamó  también  Trivia, 
y  Triformif  ,  porque  la  pintaban  con  tres  csbezasj 
Luci/ia  ,  que    presidia  á   los  partos  :  y  DictyntWy 

Dio- 


í  I  B  B  o    VI.  a ¿3 

Diosa  tutelar  de  la  caza  y  de  los  bosque*  ^  muy 
amante  de  la  castidad  9  y  por  eso  convirtió  en  Cier- 
vo al  incauto  Acteon  y  que  andando  de  caza,  I3 
vio  desnuda  bañándose  con  sus  doncellas  ;  y  el  mi- 
serable fué  infeliz  presa  de  sus  mismos  perros,  que 
lo  embistieron  como  ciervo.  Tuvo  un  famoso  Tem- 
plo en  la  Taiiru  a  del  Ponto  Exino  ,  en  el  qual  era 
Sacerdotisa  lyhygenia  ,  y  se  sacrificaban  en  él  por 
su  mano  todos  los  extrangeros  ,  como  se  dirá  tra- 
tando de  Orestes.  Otro  Templo  magnífico  tuvo  en 
Epheso  ,  por  el  qual  se  llamo  Epheszna.  Le  puso 
fuego  Erostrato  ,  por  dexar  nombre  en  el  mundo  j 
y  los  Ephesinos  pusieron  pena  de  muerte  al  quQ 
pronunciara  su  nombre. 

2  Diana  sin  embargo  de  preciarse  mucho  de 
honesta  y  recatada  ,  tuvo  la  flaqueza  de  enamo- 
rarse del  Pastor  Endlmion  ,  que  galanteaba  á  \a. 
Diosa  Juno  ,  por  lo  qual  Júptier  le  condenó  á  per- 
petuo sueño.  Esta  fábula  nació  de  que  Endimion 
pasaba  las  noches  en  observaciones  astronómicas  en 
las  montañas.  Los  hechiceros  de  Thesalia  se  jac- 
taban de  poder  con  sus  encantos  hacer  baxar  la 
Luna  á  la  tierra  :  y  creian  que  quando  se  eclip- 
saba ,  se  paseaba  entre  los  bosques. 

SECCIÓN    VII. 

De  Baco, 


I  JO^aco  nació  en  Tebas.  Fué  hijo  de  Júpi- 
ter, y  6  entele  ,  la  qual  antes  de  parirle,  se  dexó 
engañar  de  la  zelosa  Juno  ,  que  en  figura  de  una 
buena  vieja  ,  la  persuadió  que  se  dexase  visitar  de 
Júpiter  en  el  trage  en  que  iba  á  verse  con  su  mu- 
ger  ,  llevando  en  la  mano  un  rayo  :  que  le  pidiese 
esta  gracia  ,  pues  la  importarla  mucho.  En  efec- 
to. 


2  ¿4  IlXrSTirUClOJN'ES     POÉTICAS, 

to ,  conseguida  la  gracia,  vino  Júpiter  en  su  tra- 
ge.  Y  Juno  logró  que  su  enemiga  Semele  quedasa 
abrasada  :  y  aun  lo  hubiera  quedado  Baco  ,  si  Jú- 
piter no  hubiese  tenido  la  advertencia  de  metérse- 
le dentro  de  su  muslo  ,  donde  le  tuvo  guardado 
hasta  llegar  á  cumplir  el  término  de  su  nacimien- 
to ,  haciendo  veces  de  madre.  Por  esto  Baco  se 
llamó  Bimater  ^  y  tuvo  otros  nombres  como  el  de 
Dyoniszo  ,  Evan  ,  Lceneo  ,  Libero  ,  Lyceo  ,  Bro~ 
mió  ,  Í5*c.  Fué  dado  á  criar  á  Sileno  y  á  las  Nym- 
phas ,  á  las  quales  Júpiter  recompensó  con  subir- 
las al  Cielo  ,  y  convertirlas  en  las  estrellas  que  se 
llamaban   Hyadas. 

1  Baco  anduvo  por  casi  todo  el  Orbe.  Con- 
quistó la  India  y  edificó  á  Nisa.  Introduxo  la  pom- 
pa triunfa!  ,  siendo  el  primero  que  coronó  la  ca- 
beza con  Diadema  de  Rey.  En  su  triunfo  tiraban 
tygres  de  la  carroza  :  iba  vestido  de  pieles  de 
ciervo  :  su  Cetro  era  un  Tyrso ,  ó  pequeña  lanza 
cubierta  de  yedra  y  pámpanos.  Inventó  el  vino, 
que  los  Indios  al  principio  creyeron  que  era  ve- 
neno ,  porque  los  privaba  de  juicio.  En  otro  tiem- 
po le  sacrificaban  hombres  ^  pero  desde  la  con- 
quista de  la  India  le  sacrificaban  asnos  y  machos 
cabrios  ,  dando  á  entender  que  el  hombre  vinoso 
se  enrudece  como  el  burro  ,  y  se  hace  lascivo  co- 
mo los  cabrones.  Y  para  que  el  uso  del  vino  sea 
lícito,  necesita  del  cuidado  de  las  Nymphas,  es- 
to es  ,  de  que  se  temple  con  el  agua.  Sus  Sacer- 
dotes fueron  Satyros  ,  y  también  mugeres  ,  por- 
que en  sus  viages  le  siguieron  muchas  con  sus  dan- 
zas y  cantos  :  llamábanse  Bacchantes ,  Bassari— 
des  ,  Ménades  y  Tbiades  ,  voces  desentonadas  de. 
borrachera  y  locura  ,  al  tenor  de  sus  fiestas  trie- 
nales llamadas  Trietericas  ó  Orgias  de  la  voz  Or— 
gi  ,  que  significa  cólera  impetuosa  :  cuyas  cere- 
monias consistían  en  que  dichas  mugeronas  ves-' 
tidas  de  pieles  de  tygres  y  pantheras ,  desgreña—^ 
¿as  y  con  hachas  encendidas  se  iban  á  los  mon- 
^  tes^ 


Z  I  B  R  o     VI.  I  di 

tes ,  y  gritaban  como  borrachas  :  Euhoe  ,  ICvan, 
íCuhoe  f  Bocche ,  que  es  lo  mismo  que  Buen  hijo: 
nombre  que  le  dio  Júpiter  ,  quando  en  figura  de 
león  acometió  y  hizo  pedazos  al  primer  Gigante 
con  quien  peleó  en  la  guerra ,  que  hicieron  los 
Gigantes  al  Cielo. 

SEX^CION    VIII. 

De  Mercurio. 


I  IvJLercurio  fué  hijo  de  Júpiter  y  de  Maya, 
hija  de  atlante  ,  que  mantenía  el  globo  celesce 
sobre  sus  hombres.  ISiació  en  el  monte  Cylleno  de 
Arcadia.  Era  el  Intérprete  y  Embaxador  de  los 
Dioses  ,  con  alas  en  pies  y  cabeza  ,  y  el  Caduceo 
en  la  mano  ,  que  era  una  vara  con  dos  culebras 
enroscadas  en  ella  en  señal  de  paz  y  concordia.  Se 
dice  que  en  Mercurio  y  sus  insignias,  se  symbo- 
lizan  las  palabras  ,  intérpretes  de  los  pensamien- 
tos ,  que  vuelan  y  con  su  discreción  unen  los  co- 
razones. 

1  Tenia  también  la  comisión  de  Director  de 
los  caminos  ,  y  de  conducir  Las  almas  de  los  muer- 
tos al  Infierno.  Dicen  los  Poetas  que  nadie  pedia 
morir  sin  que  iVIercurio  con  su  Caduceo  rompiese 
el  lazo  que  une  el  cuerpo  con  su  alma.  También 
con  la  virtud  del  Caduceo  hacia  que  las  almas  de 
los  difuntos  transmigrasen  á  otros  diferentes  cuer- 
pos ,  después  que  hubiesen  cumplido  su  tiempo  en 
los  campos  Elíseos  ,  y  bebido  en  el  rio  Letheo. 

3  Inventó  las  Luchas  ,  y  también  la  Lyra  ,  que 
regalo  á  Apolo.  Es  Dios  de  la  Eloqliencia  ,  por 
haberla  exercitado  en  sus  negocios  y  embaxadas. 
Fué  muy  ladrón  ,  de  manera  que  sin  que  nadie  lo 
encendiese  ,  robo  á  Apolo  parte  del  ganado  de  Ad- 

me- 


a  ¿6  INSTITUCIONES    POETICES. 

meto  que  guardaba.  Y  porque  Bato  descubrió  el 
robo  ,  faltando  al  secreto  concertado  entre  los  dos, 
fué  convertido  por  él  en  peñasco. 

4  Dédalo^  insigne  arquitecto  y  maquinista, 
fué  discípulo  de  Mercurio  j  y  pasando  desde  Ate- 
nas á  la  Isla  de  Creta  al  servicio  del  Rey  Minos, 
fabrico  el  famoso  Laberinto  de  tanta  variedad  de 
hermosas  calles  ,  y  tan  semejantes  ,  y  entretexi— 
das  ,  que  los  que  una  vez  entraban  no  acertaban 
á  salir.  El  mismo  Dédalo  y  su  hijo  Icaro  se  vie- 
ron allí  presos, hasta  que  con  una  máquina  de  ce- 
ra ,  que  discurrió  Dédalo  ,  salieron  ambos  volan- 
do por  los  ayres  :  aunque  a  Icaro  le  costó  tara  la 
fiesta  ,  porque  no  haciendo  caso  ¿o.  los  consejos  de 
su  padre  ,  se  remontó  como  muchacho  travieso 
hasta  el  Sol  ,  que  le  abrasó  y  quemo  la  máquina, 
viniendo  á  precipitarse  en  el  mar  ,  que  de  su 
nombre  se  llamó  Icario. 

g  De  la  Diosa  Venus  tuvo  Mercurio  un  hijo 
llamado  Hermafrodita  ,  muy  querido  de  la  Nim— 
pha  Sahnacis  ,  á  cuyos  ruejjos  ,  estando  ambos 
junto  á  una  fuente,  quedaron  hechos  un  solo  cuer- 
po ,  conservando  los  dos  sexos  en  él.  Esta  fábuia 
significa  la  estrecha  unión  de  los  casados ,  que  no. 
deben  tener  sino  un  £olo  corazón  ,  como  dicen  los, 
¡Poetas, 

SECCIÓN  IX. 

[De    la   Diosa    Venus. 


I    Sil 


i'in  embargo  de  lo  dicho  sobre  el  naci- 
miento de  Venus  en  la  Sec.  I.  otros  Poetas  la  ha- 
cen hija  de  Júpiter  y  de  la  Diosa  Dione.  Es  tu- 
telar de  los  amores  y  delicias  por  su  h'írmosura 
ounca  vista  :  y  así  tiraban  de  su  carroza  lascivos 


cis- 


X  1  a  R  o    VI.  ix¿m 

Cisnes  y  amorosas  Palomas  :  y  era  venerada  en  Jos 
mas  deliciosos  paragts  de  la  tierra  :  á  saber, 
yímathunte  ,  Cytkeru ,  y  P aptos. 

1  Hymeneo ,  Dios  de  las  bodas ,  y  las  tres 
Charites  y  ó  Gracias  j  fué  on  sus  hijos,  y  siem- 
pre la  acompañaban.  Los  dos  Cupidos  ,  el  uno 
puro  ,  y  el  otro  impuro  ,  que  Levaba  alas  y 
aljaba  con  flechas  para  introducir  el  amor  en 
los  corazones  ,  la  tuvieron  también  por  madre. 
También  fué  hijo  suyo  el  infame  Priapo  ,  Dios 
de  los  jardines,  de  quien  hace  mención  la  Sa- 
grada Escritura  j  y  al  qual  sacrificaban  jumen- 
tos. JEneas  hijo  de  Anchises  la  tuVo  por  ma- 
dre suya.  Y  de  esta  impura  y  vergonzosísima  Dei- 
dad fue  marido  el  Dios  Vulcano  ,  de  quien  no 
tuvo  hijos  ,  habierdo  tenido  tantos  de  otros  de 
quienes  fué  barragana.  ¡Qué  torpes  tinieblas  ro- 
deaban al  hombre,  esciavo  del  demonio,  y  del 
sus  mismas   paciones! 

SECCIÓN     X. 

De  la  Aurora.^  y  otras  Deidades  celestes, 

T , 

1  JJLJ'a  Diosa  Aurora  es  la  primera  luz  al 
rayar  el  dia.  Creian  venir  en  una  carroza  de 
oro ,  y  que  sus  dedos  eran  ramos  de  rosas  que 
anunciaban  Ja  alegría  del  dia.  Robóse  á  Tilhorif 
hijo  de  La07nedonte  ,  haciéndole  Jufíiter  á  rue- 
gos de  la  Aurora  inmortal  ,  pero  sin  el  privi- 
legio de  no  envejecer  :  y  así  llego  á  tan  viejo, 
que  molestado  de  Jos  achaques  de  la  vejez,  se 
convirtió  en  Cigarra.  A  e»ta  fábula  dio  funda- 
nicnto  la  freqücntia  con  que  lithon  madruga- 
ba para  hacer  sus  observaciones  astronómicas, 
con  cuyo    método   de   madrugadas   Ue^o   á    muy 

K  vic- 


^^8  INSTTTUClOTCrES   TO'ETlCAS. 

viejo  ;  y  como  los  viejos  Jiablan  mucho ,  to— 
máron  ocasión  para  fingirle  transformado  en  Ci- 
garra. 

1.  La  Aurora  tuvo  de  Tithon  á  Memnon,  que 
llegando  á  Troya  en  socorro  de  Priamo  ,  fué 
muerto  por  Achiles  ^  y  puesto  su  cadáver  sobre 
la  pyra  ,  lo  transformó  su  madre  en  ave.  Los 
Egypcios  levantaron  á  su  memoria  una  Estatua 
que  brillaba  al  salir  la  Aurora  ,  y  en  tocándo- 
la ligeramente  ,  sonaba    muy  bien  al   oído. 

3  La  Estrella  que  se  llama  Venus  ^  dicen  que 
también  es  hija  de  la  Aurora:  y  se  llama  tam- 
bién Lucifer  y  Pkospboro  que  va  delante  del 
Sol  por  la  mañana:  y  Vesper  ó  Héspero  por 
la  tarde,  que  va  detras,  y  viene  guiando  las  otras 
estrellas ,  que  han  de  iluminar  de  noche.  Por 
esta  Estrella  ó  Lucero  dicen  que  recibió  España 
el  nombre  de  Hesperia. 

4  Esto  de  trasladar  al  Cielo,  y  convertir  en 
Estrellas  hombres  y  brutos  ,  lo  soñaron  con 
freqiiencia  les  Gentiles.  Asi  lo  hicieron  con  Hér- 
cules Cepheo ,  con  su  muger  Casiopea ,  con  su 
hija  Andrómeda  ,  y  su  yerno  Persea,  y  con  Eri- 
tonio ,  que  nació  de  la  semilla  de  Vulcano ,  y 
fué  el  inventor  de  los  carros,  para  cubrir  la  de- 
formidad de  sus  pies  de  Dragón.  En  el  Polo  Ár- 
tico está  la  Estrella  llamada  Cinosura  y  ó  Ursa 
minar ,  que  es  la  guia  de  los  navegantes ,  y  fué 
la  Nympha  que  cuidó  de  Júpiter  en  su  infancia. 
La  Ursa  mojar ,  llamada  Hélice  ó  Calyxto  ,  se 
inga  hija  de  Lycaon  y  Rey  de  Arcadia,  y  trans- 
formada en  Osa  por  Diana  ,  porque  siendo  una 
de  sus  Vírgenes  ,  admitió  los  Galanteos  de  Jií- 
piter  ,  el  qual  compadecido  la  convirtió  en  Es- 
trella ,  que  con  otras  compañeras  forman  el  que 
se  llama  Carro  ,  al  qual  va  guiando  ArctofhilaXy 
que  quiere  decir  Guarda  de  la  Ursa;  ó  BooteSf 
que  significa  Boyero. 

*3     Fingieron   también  Estrella  á  Orion,   que 

en 


LIBRO   VI.  2^p 

en  la  caza  era  Montero  de  Diana  ,  muy  dies- 
tro y  de  muchas  tuerzas.  Es  la  Estrella  que  pro- 
nostica lluvia.  En  fin  se  halla  en  el  Cielo  el 
caballo  Pegasd'y  la  Sierpe  que  guardaba  las  man-- 
zanas  Hesperides  j  la  ^^uila  ,  que  arrebato  í 
Ganimedes  ^  la  Ballena  que  envió  Neptuno  para 
que  deborase  á  Andrómeda -^  el  Can  mayor -^  la 
Canícula  ,  llamada  Procyon-,  y  otros  innumerables 
brutos  del  Zodiaco   y  otras  partes  dgl  Cielo. 

SECCIÓN     XI. 

De  Neptuno ,  y  otras  Deidades  del  mar. 

■i 

I  JlIl  Neptuno,  hijo  de  Saturno,  cupo  ea 
la  repirticion  del  Imperio  paterno  el  mando  de 
las  aguas.  Se  casó  con  ^mphitrtte  ,  que  se  lla- 
mo así  ,  porque  el  mar  rodea  toda  la  tierra,' 
Un  Delfín  negoció  esta  boda,  y  por  eso  fué  tras- 
ladado al  Cielo  por  Estrella.  Tiene  por  cetro  un- 
Tridente  :  tiran  de  su  carroza  Ballenas  o  Be- 
cerros marinos,  ó  Caballos  medio  peces.  Dispu- 
tando con  Minerva  en  el  Areopago  sobre  el  nom- 
bre que  se  habia  de  dar  á  Athenas  ,  dio  im  >;ol- 
pe  en  el  suelo  con  su  Tridente ,  y  salió  un  Ca- 
ballo ,  cuyo  uso  enseñó  á  los  hombres.  Por  cóm- 
plice en  una  conjuración  contra  Júpiter,  fue  des- 
terrado del  Cielo  ^  y  para  mantenerse  se  puso 
á  servir  en  Troya  al  Rey  Laomedonte  ,  junta- 
mente con  Apolo  ,  como  queda  dicho.  Eue  pa- 
dre de  los  Tritones ,  medio  hombres  y  medio  pe- 
ces, que  le  aconjpañaban  tocando  unas  trompas 
de  figura  de  conchas  largas.  También  lo  fué  de 
las  Harpias  mediante  su  comercio  con  la  tierra. 
Estos  monstruos,  símbolo  de  los  avarientos,  tie- 
nen el  rostro  de  muchachas  descoloridas  :  el  cuec-r- 
Ka  po 


a6o  XT^STITUCION^ES   TOETICAS. 

po  de  Buitre  :  alas  y  uñas  de  rapiña  en  manos 
y  pies:  vientres  grandes  é  insaciables:  inficio- 
nan todü  quanto  tocan  :  y  roban  quanto  encuen- 
tran. Dieron  mucho  que  hacer  á    ^neas. 

1  El  Océano ,  donde  Neptuno  tiene  su  Cor- 
te ,  es  también  Dios  ,  y  padre  de  los  ríos  ;  y 
asi  estos,  como  él  tienen  la  figura  de  un  hom- 
bre coronado  de  espadañas,  y  con  hastas  de  to- 
ro en   la   frente. 

3  De  Thetis  le  nacieron  á  Neptuno  Nersa 
y  Doris ,  que  casados  ,  tuvieron  por  hijas  las 
Miníphas  y  de  las  quales  unas  fueron  trasladadas 
al  Ci?loi  y  otras  de  cabellos  verdes  se  queda- 
ron á  vivir  en  las  aguas  ,  prados  y  bosques  ,  de 
cuyos  lugares  son  guardas  las  Napeas  ,  Dryadas 
y  ^madxiadas  :  y  lo  son  también  todas  de  las 
ilores  y  pastos.  Las  Mayadas  lo  son  de  las  fuen- 
tes y  rios :  las  Nereydas  de  los  mares,  las  qua- 
les aman  mucho  á  los  Alcyones  ,  aves  maríti- 
mas que  anidan  sobre  las  olas  aun  en  el  rigor 
del  Invierno  \  y  mientras  empollan  los  huevos 
está  el  mar  en  calma.  La  mas  l^ella  de  las  Ne- 
reydas, que  conservó  el  nombre  de  su  madre 
Thetis  ,  fi;é  muy  cortejada  de  Júpiter  ,  quien 
sabiendo  por  revelación  de  los  Hados  ,  que  el 
que  se  casara  con  ella  o  la  galanteara  ,  había 
de  tener  un  hijo  mas  memorable  que  su  padre, 
la  dexó  ,  y  la  casó  con  Peleo  ,  padre  que  fué 
de  achiles. 

4  Protheo ,  uno  de  los  hijos  de  Océano  ,  y 
de  Thetis  ,  fué  pastor  de  los  Phocas  de  Neptu- 
no. Los  Latinos  le  llaman  f^ertumno  ,  porque  se 
convertía  en  las  figuras  que  le  daba  la  gana. 
Era  adivino  :  y  para  que  diese  respuestas  era 
menester  cogerle  descuidado  ,  y  tenerle  atado 
hasta  que  volviese  á  su  figura  natural  j  y  enton- 
ces contestaba  á   las    preguntas. 

•  5  Ino  ,  Glauco  ,  y  Melicerta  fueron  tam- 
bién Deidades  marinas.  Ino   fué  muger  de  y4t-^ 


I  1  a  KO      VI,  4^1 

tomante  Rey  de  Thebas  ,  en  segundas  nup;ias, 
habiendo  repudiado  á  Nephela  ,  á  cuyos  hijos 
PJbrixo  y  Helle  quiso  matar  Ino.  Para  evitar 
Phrixo  su  suerte  ,  se  apodero  de  cierto  Carne- 
ro ,  cuyo  Vellocino  era  de  oro  ,  y  todo  el  ma- 
nantial de  la  riqueza  de  su  padre  j  y  montan- 
do sobre  él  con  su  hermana  Helle  ,  se  huyeron; 
pero  amedrantada  Helle  al  pasar  el  mar,  se  ca- 
yó y  ahogo ,  dando  con  su  muerte  el  nombre 
al  Hellesponto.  Prosiguió  Phrixo  su  fuga  hasta 
Cokhos  ,  donde  sacrifico  á  Júpiter  el  Carnero, 
el  qual  fué  después  uno  de  los  doce  signos  del 
Zodiaco  ,  que  es  el  yíries.  El  Vellocino  quedó 
en  poder  de  ^eta.  Rey  del  País,  quien  le  co- 
loco en  un  bosque  consagrado  á  Marte  ,  como 
se  verá  tratando  de  Jaíon.  Juno  interesada  á 
favor  de  los  hijos  de  Nephela ,  lleno  á  Atha— 
maute  de  tantos  sobresaltos  ,  que  furioso  quiso 
despedazar  á  Ino ,  y  los  hijos  tenidos  en  ella. 
Aturdida  Ino  se  arrojo  al  mar  con  Melicerta. 
Y  Neptuno  compasivo  las  hizo  de  su  comitiva. 
Fué  Ino  tenida  después  ñor  Diosa  también  del 
^Iba  ,  y  se  llamó  Leucoíhea  ,  madre  de  Pale- 
món^  Intendente   de    los    puertos    de  mar. 

ó  Glauco  fué  antes  pescador  ;  y  notando  que 
los  peces  que  echaba  sobre  la  yerba  recobra- 
ban fuerzas  y  saltaban  al  mar  ;  quiso  probar  es- 
ta yerba  ,  y  al  gustarla  ,  se  enfureció  de  mane- 
ra ,  que  se  echo  al  mar  ,  donde  aquellas  Dei- 
dades   le    recibieron    en    su    compañía. 

7  Eolo  pretende  derechos  sobre  el  mar.  Es 
Dios  de  los  vientos  ,  y  reside  en  Sicilia  ,  don- 
de los  tiene  encerrados  ,  y  los  suelta  qiiando  le 
parece.  En  el  estrecho  de  esta  Isla  se  hallan  los 
terribles  monstruos  Scila  ,  y  Caribdis  :  ésta  fué 
una  muger  tan  fiera  que  despedazaba  á  los  pa— 
sageros,  y  un  dia  robo  los  bue;es  de  Hérculesj 
por  cuyas  c?.usas  Jiipiter  la  arrojó  un  rayo  ,  la 
transformó  en  monstruo,  y  la  precipitó  en  uro 
R  3  <^- 


^6t  lA^SIITUCIOTirn^   POÉTICAS. 

de  lüs  vagíos  de  su  nombre.  Scila  es  hija  de 
JViso ,  Rey  cíe  los  M;'garenses  ,  la  qual  enamo- 
rada de  Minos  ,  Rey  de  Creta  ,  en  tiempo  que 
éste  hacia  guerra  á  Niso  porque  sus  vasallos  le 
hablan  muerto  á  su  hijo  Androgeo  ,  fué  traido- 
ra á  su  padre.  Acostumbraba  esta  Princesa  re- 
crearse todos  los'  dias  con  el  armonioso  ruido 
de  las  murallas  de  la  Ciudad  ,  edificadas  por 
Apolo ,  que  habiendo  puesto  sobre  ellas  la  Ly- 
ía,  las  imprimió  su  virtud  musical  ,  de  manera 
,que  á  poco  que  las  tocasen  ,  sonaban  sus  pie- 
dras dulce  y  armoniosamente.  Vio  desde  las  mu- 
rallas á  Minos. y  y._  rendida  á  su.  pasión  amoro- 
sa ,  concertó  con  el  que  le  entregarla  la  Plaza, 
como  él  la  correspondiese.  Toda  esta  empresa 
pendia  de  un  pelo  fatal  encarnado  de  la  cabe- 
ra de  su  padre  Niso,  quien  no  podia  ser  ven- 
cido mientras  se  conservase  con  el.  Su  hija  se 
lo  cortó  mientras  dormia.  Pero  aunque  agrada 
Ja  traición  ,  no  agrada  jamás  el  traidor,  y  me- 
nos traidor  tan  impio  ^  y  asi  el  Rey  Minos  la 
hizo  arrojar  á  un  vagio  del  mar,  baxo  el  pro- 
montorio que  mira  á  Caribdis  ,  transformándose 
en  monstruo  tan  horrible ,  que  todo  su  ci^erpo, 
menos  la  cabeza  ,  se  convirtió  en  varias  figuras 
de  perros,  que  ladran  sin  cesar.  Ovidio  dice  otra 
cosa  :  que  Sciia  se  transformó  en  Calandria  ,  y 
su  padre  Niso  en  Gavilán  que  la  persigue  siem- 
pre por  su  impiedad.  Mas  esta,  dicen  ,  fué  otra 
Scyla,  ú  quien  la  hechicera  Circe  transformo  del 
modo  dicho ,  por  zelos  que  tuvo  de  que  Glauco 
no  la  amaba  tanto  como  á  Scyla.  En  la  Sec- 
ción   19.   del  Cap,  a.    se  tratará  de    Circe. 

8  En  las  costas  de  la  misma  Sicilia  están 
las  Sirenas  y  cuyos  rostros  son  de  hermosas  don- 
cellas, y  el  resto  del  cuerpo  remata  en  cola  de 
pez ,  según  los  pintores  ^  pero  los  Poetas  anti- 
guos las  pintan  con  alas  y  pies  de  páxaro.  Su 
cántico  €S  un  embeleso  que  atrae  á  los  pasage- 

ros 


Z.TSRO    VI.  5<?3 

ros  para  ^ozar  de  su  dulzura  ;  pero  al  acercar- 
se son  muertos  y  despedazados.  Así  es  el  atrac- 
tivo de  las  malas  niugeres ,  hermosas  de  rostro; 
sucias  en  lo  restante  de  su  cuerpo  ^  graciosas 
y  embaucadoras  en  sus  conversaciones;  y  el  in- 
feliz que  las  da  oidos  y  se  acerca  demasiado, 
muere  desgraciadísimamente.  Es  menester  huir 
ó  taparse  los  oidos,  como  el  prudente  Uiysses 
mandó  lo  hiciesen  sus  IMarineros  ,  cuidando  de 
que  á  él  también  le  atasen  al  mástil  del  navio: 
porque  de  otra  suerte  es  irresistible  el  dulce  en- 
canto de  las  Sirenas  engañosas.  Quien  oye  ,  y 
gusta  oir  á  las  mugeres  de  voz  tan  dulce  como 
la  de  las   Sirenas  ,   no  dude   de  su   peligro. 


SECCIÓN     XII. 

De  las  Deidades  silvestres. 


T 

I  r^^os  Pastores  reconocían  por  su  tutelar 
á  Cibeles,  que  en  la  Sección  a.  diximos  ser  Dio- 
sa de  la  tierra ,  y  por  eso  la  pintan  coronada 
de  castillos ,  y  rodeada  de  árboles  y  animales, 
y  la  llaman  Magna  PaJe^. 

1  Pan  es  el  primero  de  los  Dioses  del  campo, 
y  fué  hijo  de  Mercurio,  quien  le  engendro  des- 
pués que  tomó  la  forma  de  macho  cabrío  :  y 
por  eso  tiene  barba  y  pies  de  cabra ,  y  cuer- 
nos en  la  cabeza.  Se  llamó  también  SihanOy 
aunque  no  en  la  forma  que  le  pinta  Virgilio.  Las 
Nymphas  le  querían  mucho  j  se  entregaban  á 
su  dirección  ,  y  danzaban  al  son  de  la  flauta  que 
él  tocaba.  Fué  muy  venerado  de  los  de  Arca- 
dia ,  los  qualcs  le  hacían  ofrendas  de  leche  y 
miel.  Los  Romanos  celebraban  por  Febrero  en 
R  4  su 


a^4  iN-STiTuciONES  po  nrrCAS. 

su  obsequio  las  fiestas  que  llamaban  Lupercaleí 
de  Lupercal ,  lugar  donde  Romu/o  y  Remo  fue- 
ron alimentados  con  leche  de  una  Loba,  y  con- 
sagrado   por  E'uandro. 

3  jPico ,  Rey  de  los  Latinos,  tuvo  un  hijo 
llamado  Fauno  ,  fam:  so  entre  los  Dioses  silves- 
tres ,  y  inventor  de  muchos  instrumentos  y  co- 
sas útiles  á  la  Agricultura.  Le  creían  padre  de 
otros  Faunos  y  Sáiyros  ,  que  tenian  cuernos  y 
pies  de  cabra.  En  sier.do  viejos  los  Sátyros  se 
llamaban  Silenosy  y  eran  muy  borrach;s.  El  mas 
viejo  de  toJos  ,  qiie  si-mpre  cabalgaba  sobre  un 
asno ,  crió  á  Bacch'  :  y  el  asno  que  sirvió  al 
Sileno  se  distinguió  mucho  en  la  guerra  de  Baccho 
contra  los  Indios,  porque  al  primer  rebuzno  suyo 
se  espantaron  los  elefantes  del  entrhigo ,  y  se 
ganó  la  batalla.  Bien  se  lo  pagaron  ;  pues  fue 
después  colocado  en  el  niintero  de  las  Estrellas 
cerca   del  Signo   Cáncer ,  según  algunos. 


SECCIÓN  XIII. 

De  los  Dioses  del  Infierno. 


1  -^l^ luton,  hermano  de  Júpiter  y  de  Neptuno, 
ocupó  en  la  repartición  del  Imperio  de  su  pa- 
dre Saturno,  el  lüfisrno  ,  que  dicen  los  Poetas 
ser  un  lugar  cavernoso  en  el  centro  de  la  tier- 
ra, adonde  van  las  timbras  ó  almas  de  los  di- 
funtos. Ninguna  Diosa  queria  casar  con  él  por 
ser  hediondo,  y  Dios  de  un  lugar  tenebroso  y 
espantable  :  y  por  eso  robó  á  Proserpina  ,  hija 
de  Ceres. 

1  Antes  de  llegar  al  obscuro  reyno  de  Plu— 
ton ,  hay  que  atravesar  varios  rios ;  el  primero 

es 


Z.ISRO  VI.  4<yg 

65  Acheronte  :  sígnese  la  laguna  Stygia  ,  madre 
de  la  í^ictoria  ,  que  favoreció  á  Júpiter  en  la. 
guerra  de  los  Gigantes  ^  y  por  eso  en  atención 
á  los  méritos  de  la  hija  logro  el  privilegio  da 
que  en  jurando  los  Dioses  por  sus  aguas  ,  es- 
tuviesen obligados  á  guardar  el  juramento  ,  so- 
pena  de  cien  años  de  privación  de  su  divinidad, 
y  de  beber  el  néctar.  Tiene  esta  laguna  su  orí- 
gen  de  una  fuente  de  Arcadia,  cuyas  aguas  son 
mortíferas  ,  y  no  las  sufre  ningún  metal  j  y  so- 
lo se  mantienen  en  vasos  hechos  de  uña  de  mu- 
lo. Después  se  pasa  el  rio  Co< yto  ,  que  solo  cre- 
ce con  lágrimas  de  los  miser:ibies.  Luego  está 
el  rio  Phiegetonte ,  cuyas  aguas  son  ardientes 
como  fuego.  Para  pasar  las  umbras  estos  rios 
hay  una  barca  ,  r'onde  las  recibe  el  Barquero 
llamado  Cbiéronte  ,  sin  distinción  de  personas,  pa- 
sando igualmente  al  rico  ,  y  al  pobre  ,  al  gran- 
de, y  al  pequeño,  al  noble,  y  al  humilde j  por- 
que los  muertos  son  iguales  ,  y  de  una  misma 
condición  en  saliendo  de  este  mundo.  Al  desem- 
barcar las  umbras  encontrábanse  con  el  horri- 
ble Cancerbero  ,  que  en  vez  dé  pelo  le  nacen 
culebras  en  bs  tres  cabezas  que  tiene.  Es  por- 
tero del  Infierno ,  y  dexa  entrar  en  él  á  todos; 
pero  á  nadie  permite  salir  este  monstruo  tri- 
fauce. 

3  La  negra  Noche  ,  Diosa  la  mas  antigua, 
hija  del  Caos ,  y  madre  de  muchos  monstruos 
que  rodean  la  entrada  de  este  funesto  lugar,  se 
halla  allí  ,  acompañada  de  la  Envidia  ,  Dolor, 
Pobreza,  Melancolía,  Trabajo,  Enfermedad,  Cruel- 
dad ,  Desesperación.  También  el  Sueño  es  Dios 
infernal  ,  y  Morpheo  es  su  ministro  ,  que  toma 
varias  figuras  que  presenta  á  los  hombres  mien- 
tras duermen.  Allí  están  condenadas  á  perpetuo 
destierro  y  eternas  tinieblas  las  Harpías :  y  se 
\e  la  Clymera  vomitando  llamas  ,  con  cabeza 
de  León ,  cola  de  Dragón ,  y  vientre  de  Ca- 
bra. 


266  INSTITUCIOKTES    PO  ETICAS. 

bra.  También  habitan  en  el  infierno  las  Furiaí, 
que  se  nombran  también  Dirás  o  Eumenides ,  y 
son  Ty:iphone  y  Megera,  y  Alecto ,  armadas  de 
hachas  ardientes,  vomitando  espumajos  de  rabia, 
centeileando  Jos  ojos  como  relámpagos  ,  y  la  ca- 
beza  poblada    de    vivoras   en    vez  de  cabellos. 

4  Las  tres  hermanps  Clotho  ,  Átropos  y  La- 
chesis  ,  llamadas  las  Parcas  ,  porque  á  nadie 
perdonan  ,  viven  en  el  palacio  de  Pluton.  Son 
Diosas  fatales  :  lo  que  determinan  con  acuerdo 
de  los  Dioses  ,  es  irrevocable  :  su  oficio  es  hi- 
lar la  vida  de,  los  hombres  :  la  mas  moza  tie- 
ne la  rueca  :  la  que  sigue  recoge  la  mazorca; 
la  vieja  corta  el  hilo  ,  de  que  se  sigue  la  muerte. 

g  Las  umbras  ó  almas  ,  cuyos  cuerpos  care- 
cen de  sepultura  ,  se  detienen  á  la  orilla  del 
Acheronte  ,  hasta  que  son  sus  cuerpos  enterra- 
dos. Pasados  los  rios ,  van  á  dar  cuenta  de 'su 
vida  al  tribunal  que  se  compone  de  Eaco,  Mi- 
nos y  Rhadamanto ,  que  tienen  la  urna  fatal  en 
que  se  ponen  los  nombres  de  los  vivientes  que 
se  sacan  por  suerte  para  dar  fin  á  sus  dias.  Tie- 
nen esta  judicatura  ,  porque  fueron  en  este  mun- 
do unos  Príncipes  muy  justicieros.  Eaco  fué  muy 
querido  de  Júpiter  ,  quien  le  concedió  la  gra- 
cia de  que  la  lila  Egini  en  que  habla  reynado, 
y  se  hallaba  despoblada  por  una  peste  ,  se  po- 
blase convirtiendo  en  hombres  las  hormigas  ^  por 
cuyo  motivo  aquellos  Isleños  se  llamaron  Myr^ 
midones.  La  verdad  es  que  aquellos  Isleños  fue- 
ron labradores  muy  diestros  en  el  cultivo  ,  de 
que  recogían  mucho  grano  como  las  afanosas 
hormigas.  Luego  que  los  tres  Jueces  han  pro- 
nunciado la  sentencia,  las  almas  facinerosas  son 
precipitadas  por  las  Eumenides  en  lo  profundo 
del  Infierno  ,  donde  están  los  Titanes  y  los  G¿- 
gantes ,  rodeados  de  llamas,  y  amarrados  á  unas 
inmensas  montañas  para  que  no  puedan  escapar- 
se. Allí  esta  Tántalo  rabiando  de  hambre  y  sed, 

en 


L  T  S  R  o    VI.  '3.6'J 

en  medio  de  la  comida  y  bebida  que  toca  coa 
la  boca  ,  sin  poderla  alcanzar.  AUi  está  Salmo- 
neo  y  Rey  que  fué  de  la  Elide  ,  á  quien  por  que- 
rer imitar  los  rayos  y  truenos ,  corriendo  con 
6u  carroza  por  un  puente  de  metal  ,  y  matan- 
do con  hachas  encendidas  á  los  hombres,  arro- 
jó Júpiter  al  Infierno.  Allí  están  las  Danaideíy 
ó  Be/ides,  biznietas  del  Rey  Danao  y  por  quien 
los  Griegos  se  llaman  Dañaos:  las  quaies  casa- 
das con  los  cincuenta  hijos  de  su  tio  EgiptOy 
mataron  todas  las  cincuenta  ,  menos  una  ,  á  sus 
maridos  en  la  primera  noche  de  boda^  por  cuya 
perfidia  están  condenadas  á  llenar  de  agua  en 
el  Infierno  una  gran  tinaja  ,  que  por  no  tener 
suelo  es  imposible  que  se  llene.  AHi  está  Ty~ 
do  y  que  quando  es.aba  en  este  mundo  ocupa- 
ba su  cuerpo  agigantado  nueve  fanegas  de  tier- 
ra y  y  en  castigo  de  un  desayre  que  hizo  á  La- 
tona  ,  le  mató  Apolo  á  flechazos  y  lo  arrojo  al 
Infierno  ,  y  mandó  que  los  buitres  comiesen  sus 
entrañas ,  las  que  se  renuevan  diariamente  para 
que  no  se  acaben  jamas  sus  tormentos.  Alii  está 
Sisypho  y  ladrón  famoso  ,  condenado  á  subir  un 
grueso  peñasco  á  la  cima  de  una  elevadisima 
montaña  ,  desde  donde  se  le  cae ,  teniendo  por 
fuerza  que  subirla  otra  vez  á  cuestas  eterna- 
mente. Allí  está  Ixion  atado  á  una  rueda  de 
perpetuo  movimiento ,  por  haberse  atrevido  á 
galantear  á  Juno  ,  teniendo  Júpiter  que  poner- 
le delante  una  Nube  ,  para  engañarle,  en  lu- 
gar de  Juno  :  y  de  esta  Nube  nacieron  los  Cen^ 
toaros  y  medio  hombres   y  medio  caballos. 

6  Los  que  en  el  tribunal  de  aquel  Triumvi— 
rato  eran  declarados  inocentes  ,  pasaban  á  los 
campos  Elíseos  y  lugares  imponderablemente  de- 
liciosos. Pero  al  cabo  de  cierto  tiempo  volvían 
á  este  mundo  su»  almas  ,  trasmigrando  á  otros 
nuevos  cuerpos.  Y  para  que  no  conservasen  me- 
moria  de   los  campos  Elíseos  ,  las   precisaban  á 

be- 


a68  XJVSTITUCIOT^ES    POKTJCAS. 

beber  las  aguas  del  rio  Letheo ,  que  tienen  la 
virtud  de  causar  un  total  olvido  de  todo  lo 
pasado. 

SECCIÓN     XIV. 


De  otras  Deidades  particulares, 

T 

1  JjLíos  Penates  ó  Lares  eran  los  Dioses 
de  cada  casa ,  en  donde  se  colocaban  como  pro- 
tectores de  la  familia  ,  siendo  unas  pequeñas 
figuras  j    á   las   quales    ofrecían   incienso    y   vino. 

2  Los  Genios  ó  Demonios  eran  unos  Dio- 
ses destinados  á  cada  persona  desde  el  momen- 
to que  nacia.  Eran  dos  :  el  uno  bueno  ,  que 
les  inspiraba  el  bien  ;  el  otro  malo  ,  que  les 
procuraba  todo  daño. 

3  La  Fortuna  era  una  Diosa  que  tenia  en 
su  mano  todas  las  felicidades  y  condiciones  de 
la  vida  humana  ,  para  darlas  ó  quitarlas  según 
su  capricho.  Era  buena  con  unos  ,  y  con  otros 
mala  ,  porque  obraba  como  ciega  que  era  :  y 
así  ni  los  méritos  la  mcvian  á  ser  favorable  ,  ni 
los  delitos  á  ser  contraria.  Pero  con  todos  era 
inconstante  ;  pues  ni  sus  favorecidos  duraban  en 
la  felicidad  ,  ni  los  desfavorecidos  en  la  infeli- 
cidad. Sin  embargo  de  su  natural  capricho  y 
locura  ,  tenia  muchos  adoradores  aun  entre  los 
grandes  Principes  ,  que  para  tenerla  propicia ,  la 
tenían  en    sus    palacios    fabricada    de  oro. 

4  El  Dios  Momo  es  hijo  del  Sueño  y  de 
la  Noche.  De  tales  padres  no  podía  ser  sino 
un  sugeto  aborrecible  y  fastidioso.  Era  menti- 
roso ,  inhábil  para  todo  ,  y  óiuy  débil  de  ce- 
Jebro  ,  y  charlatán  ,  vano  y  descontentadizo^  na- 
da le  agradaba  que  no  fuese  parecido  á  los  de- 

li- 


z isno  VI,  aiíp 

lirios  de  su  padre,  y  obscuridad  de  su  madre. 
En  todo  ponía  tacha  menos  en  sus  obras  ,  que 
ninguna  era  buena.  Simbolo  muy  propio  de  Jos 
críticos    ignorantes    ó    presumidos. 

g  Nfmesis  era  una  Diosa  de  solo  un  ojo, 
y  ese  empleado  siempre  en  atisvar  los  delitos 
de  los  mortales    para  castigarlos. 


CAPITULO    II. 

T)e  los  Semí-Dioses, 

S^e  la  disolución  y  libertinage  de  las  Dei- 
dades de  la  ciega  Gentilidad  provino  una  co- 
mo tercera  especie  de  Semi-Dioses  ,  hijos  de  al- 
gún Dios  y  de  muger  mortal  ^  o  de  alguna  Dio- 
sa ,  y  de  hombre  mortal  :  los  quales  tasnl  ien  se 
llamaban  Héroes :  título  que  llegó  á  darse  des- 
pués á  los  varones  ilustres  por  sus  hechos.  Les 
erigían  Estatuas  muy  grandes  con  respecto  á  la 
idea  que  tenían  de  su  valor  sobresaliente  i  y  al 
pie  de  las  Estatuas  ponían  la  figura  de  una  Ser- 
piente ,  en  señal  de  su  inmortalidad,  ó  de  su 
prudencia  merecedora  de  eterna  fama.  De  estos 
Semí-Dioses  o  Héroes  vamos  á  dar  razón  en 
ks  Secciones  de  este  Capitulo. 


SEC- 


»7<*  3iNSTlTUei02ffES  POETICES. 

SECCIÓN     I. 

De   Persea. 

i  Jl.  erseo  fué  hijo  de  Júpiter  y  de  Da- 
nae  ,  hija  de  Acrisio,  Rey  de  los  Argivos,  quien 
por  temor  del  Oráculo  que  le  habia  pronosti- 
cado le  quiíaria  la  vida  el  varón  que  naciese 
de  su  hija  ,  la  encerró  en  una  torre  de  metal 
para  alejarla  de  ocasiones  de  poder  tener  hijos. 
Pero  Júpiter  transformado  en  lluvia  de  oro,  en- 
tró á  visitarla  sin  tropiezo :  y  de  ambos  nació 
Perseo ,  como  se  dixo  en  la  Fábula  de  Júpi- 
ter. Noticioso  Acrisio  del  suceso ,  metió  en  un 
cofre  á  la  madre  y  al  niño ,  y  mandó  arrojar- 
los al  mar  ,  de  donde  los  sacaron  unos  pesca- 
dores casualmente.  Siendo  ya  joven,  se  halió  Per- 
seo  en  unas  justas  en  que  también  combatía 
Acrisio ,  quien  recibiendo  un  golpe  de  su  nie- 
to murió,  y  con  su  muerte  se  verifico  el  Oráculo. 

4  Fué  Perseo  muy  favorecido  de  los  Dioses. 
Minerva  le  regalo  su  espejo  para  que  le  sirvie- 
se de  escudo.  Mercurio  le  prestó  alas  para  la. 
cabe2a  y  los  pies,  y  le  dio  un  alfange  fabrica- 
do por  Vulcano,  con  que  hizo  grandes  hazañas, 
conquistando  la  región  que  de  su  nombre  se  lla- 
ma Persia,  y  libertando  á  yJndromeda  y  á  quien 
las  Nereydas  ataron  á  una  peña  en  el  mar,  pa- 
ra que  los  monstruos  marinos  la  tragaren  en 
venganza  del  desprecio  que  su  madre  habia  he- 
cho de  su  hermosura:  y  luego  se  casó  con  e.la. 
Después  de  esto  corto  con  su  alfaiige  la  cabe- 
za de  Medusa  ,  de  cuya  sangre  nació  el  Caba- 
llo Pegaso  con  alas  ,  que  de  una  coz  hizo  sa- 
lir la  fuente  Hypocrene  ,  tan  celebrada  por  los 
Poetan.  Este  caballo   sirvió  á  Bellerophonte  para 

iriun- 


Z,  I  S  R  o    VT.  ift 

triunfar  de  la  Chymera  ^  pero  espantándole  Jú- 
piter, echo  en  el  suelo  al  ginete,  y  velo  á  ser 
estrella  o  signo  celeste.  Volviendo  á  Medusa,  su 
cabeza  ,  aunque  cortada  ,  convertía  en  piedras 
á  los  que  la  miraban,  como  sucedió  á  Atlante, 
á  quien  la  mostró  Perseo  en  venganza  de  no 
haber  querido  hospedarle  en  su  casa.  Fué  Me- 
dusa hija  de  Phorcyí ,  Dios  marino  ,  quien  tu- 
vo otras  dos  hijas  muy  horribles  y  monstruosas, 
y  muy  crueles.  Todas  tres  hermanas  no  tenian 
sino  un  ojo  ,  y  se  llamaban  Gorgonas  :  aunque 
dicen  que  Medusa  no  era  fea  ,  sino  hermosa  sin 
igual  ,  de  manera  que  al  verla  Neptuno  un  dia 
en  el  templo  de  Minerva  ,  no  pudo  contener  su 
pasión.  Ofendida  Minerva  de  la  liviandad  y  des- 
acato de  Medusa,  convirtió  sus  cabellos  en  es- 
pantosas culebras,  que  mataban  á  quantos  las  mi- 
raban :  lo  que  excitó  el  valor  de  Perseo  para 
cortar  tan  perjudicial  cabeza  como  queda  re- 
ferido. 

3  No  seria  Héroe  Perseo  ,  si  no  hubiese  si- 
do Protector  de  las  Letras  :  y  así  fundó  una 
escuela  para  la  juventud  en  el  monte  Helicón^ 
y  en  agradecimiento  los  Poetas  y  Astrónomos 
le  colocaron  en  el  número  de  los  Astros,  co- 
mo pueden ,  y  saben  hacerlo ,  según  su  modo. 
Perseo  daba  muestras  de  su  sabiduría  ,  y  de 
su  valor  hasta  en  las  insignias  que  traía  ,  las 
guales  eran  otros  tantos  Geroglyficos  :  pues  en 
el  espejo  de  Minerva  que  le  servia  de  escudo, 
se  figuraba  la  Prudencia.  En  el  alfange  que  le 
fabricó  Vulcano  ,  y  en  las  alas  que  le  prestó 
Mercurio  ,  se  simboliza  el  valor  y  grandeza  de 
alma  ,  juntamente  con  la  ligereza  o  prontitud 
que  se  necesita  para  la  execucion.  Y  lo  que  se 
dice  de  la  cabeza  de  Medusa  ,  significa  que  un 
hombre  sabio  ,  valeroso  y  dotado  de  todas  las 
prendas  de  verdadera  y  solida  nobleza  ,  infun- 
de tanto  respeto  con  su  vista  y  venerable  pre- 
sea- 


l^*  JJVSTITUCIO^ES    POÉTICAS. 

sencia ,   que   tudos  se   suspenden  -y   quedan  como 
inmobles   en   un    respetuoso  silencio. 

SECCIÓN     II. 
De  Hércules, 


1  JtLJLércules  fué  hijo  de  Júpiter  y  de  ^¡c- 
mena ,  quien  sin  embargo  de  estar  enibarazada 
de  Iphiclo  ,  admitió  los  galanteos  de  aquel  des- 
enfrenado Dios  durante  la  ausencia  de  su  ma- 
rido ^mphytrion  ,  Rey  de  Thcbas  ,  que  estaba  en 
la  guerra  á  vengar  la  muerte  de  un  hermano 
de  su  muger.  Júpiter  había  tomado  su  figura 
para  el  mejor  y  mas  fácil  logro  de  sus  amo- 
res. Nacieron  ,  pues  ,  Hércules  y  Iphiclo  de  un 
mismo  parto  :  y  aunque  Héicjjies  no  e¡a  verda- 
dero hijo  de  Amphytiion  ,  con  todo  eso  los  Poe- 
tas le  dan  el  nombre  patronímico  ^mphytrio- 
niades. 

2  Steleno  entonces  esperaba  tener  un  hijo,  que 
fué  Eurtsteo.  Juro  Júpiter  que  el  que  naciese  pri- 
mero de  los  düs  ,  u'.andaria  sobre  el  otro.  La  ze— 
losa  y  vengativa  Juno  hizo  que  Euristeo  naciese 
é  los  siete  meses  p^ra  preferirle  á  Hércules  ,  y 
por  consiguiente  puso  el  Cetro  de  Micenas  en  sus 
manos.  Palas  mitigo  el  odiu  de  Junu  contra  Hér- 
cules, y  aun  hizo  que  le  diese  leche  de  sus  pe- 
chos^ y  mamando  el  niño,  üexo  caer  algunas  go- 
tas que  extendici.dose  por  una  parte  cel  Cielo, 
formaron  aquelia  taxa  que  se  Ihuiia  Vw  la.  tea. 
Esta  beni^;nidad  de  Juno  era  incompatible  con  sus 
rabiosos  zek^s  y  ouio  implacable  contra  las  man- 
cebas de  Júpiter:  y  los  electos  ulteriores  mani- 
festaron que  rué  fingida  ,  y  por  cumplir  con  el 
empeño  de  Palas  j  puts  envió  un  dia  a  la  cuna  de 

/  Hér~ 


zi  a  R  o    VI,  273 

Hércules  dos  horribles  serpientes  ,  para  que  lo  de- 
vorasen ^  pero  el  niño,  sin  amedrentarse,  las  co- 
gió y  las  hizo  pedazos. 

3  Quar.do  ya  era  joven  ,  le  expuso  Euristeo  á 
varios  peligros  :  y  enfadado  Hércules  ,  hubiera  sa- 
cudido el  yugo  de  este  Tyrano,  si  el  Oráculo  no 
Je  hubiese  advertido  que  importaba  le  obedeciese 
todavía  doce  veces ,  de  que  resultaron  sus  doce 
trabajos  ,  que  le  hicieron  célebre  en  el  mundo.  El 
primero  fué  ,  que  habiendo  caido  del  Cielo  de  la 
Luna  en  el  Bosque  Ñemeo  un  León  que  hacia  es- 
tragos fatales  en  el  pais ,  y  no  podia  ser  herido 
con  dardos  ,  Hércules  de  orden  de  Euristeo  le  aco- 
metió y  le  ahogo  j  y  desollándole  después  ,  se  vis- 
tió de  la  piel  en  memoria  de  su  hazaña  :  y  el  León 
fué  trasladado  al  Cielo  ,  donde  es  uno  de  los  doce 
Signos  del  Zodiaco. 

4  El  segundo  fué  en  la  laguna  de  Lerna  ,  cer- 
ca de  Argos ,  dond¿  venció  á  la  Hydra  ,  Serpiente 
horrible  de  siete  cabezas  ^  y  quando  la  cortaban 
una  renacían  otras,  de  manera  que  no  podia  ser 
muerta  sino  á  sangre  y  fuego.  Otra  Hydra  es  el 
corazón  humano  ,  si  dexa  echar  raices  á  los  siete 
vicios  capitales. 

3  El  tercero  fué  en  el  monte  Erymantos  en  Ar- 
cadia ,  donde  cogió  á  un  dañoso  y  formidable 
Javalí ,  y  lo  llevo  vivo  á  Euristeo,  que  al  verle 
pensó  morir  de  miedo. 

6  El  quarto  fué  en  los  montes  de  Menala,  don- 
de por  espacio  de  un  año  estuvo  persiguiendo  á 
una  Cierva  ,  que  tenia  los  pies  de  metal  ,  y  los 
«uernos  de  oro  ,  y  la  alcanzo. 

Y  El  quinto  fué  en  la  laguna  Stymphalo  ,  de 
donde  ahuyento  un  gran  numero  de  Aves  asom- 
brosas ,  que  cubrían  el  Sol  ,  y  devoraban  á-  lo$ 
hombres. 

8     El  sexto  fué  la  batalla  contra  las  Amazo~ 

ñas.  Estas  mugeres  de  Scythia  á  la  costa  del  mar 

Hyrcano  ,  viendo    muertos  á    sus  maridos    en    la 

S  guer- 


274  I2VSTITUCZ07VF.S    POÉTICAS. 

guerra  ,  cerca  del  rio  Tcrmodonte  en  Capadocia, 
resolvieron  ellas  proseguirla  por  si  mismas  ,  sin 
permitir  mas  hombres  jamas  en  su  Reyno  ,  sino 
por  cierras  temporadas  á  los  Extrangeros  pa- 
ra tener  sucesión  ;  y  luego  los  despedían  :  y  si 
parlan  varones  ,  los  mataban  ,  y  solo  se  queda- 
ban con  las  hembras  ,  cortándolas  la  teta  del  la- 
do derecho  para  que  pudiesen  disparar  el  arco. 
Fueron  famosas  en  ei  sitio  de  Troya  baxo  la  co- 
mandancia de  Pentheñlea.  Pero  Hércules  su  con- 
temporáneo ,  asociado  con  Theseo,  y  obedeciendo 
las  ordenes  de  Euristeo  ,  las  venció,  y  h;zo  pri- 
sionera á  su  Reyna  Hypólita  ,  á  la  qual  permitió 
casase  con  Theseo. 

9  El  séptimo  trabajo  fué  limpiar  los  establos 
de  y^ugias  Rey  de  Elida  ,  que  tenia  en  ellos  mi- 
llares de  Bueyes  ,  con  cuyo  estiércol ,  que  no  se 
había  limpiado  en  muchos  años  ,  se  infestaba  el 
ayre.  Hércules  dirigió  á  ellos  las  aguas  del  rio 
^Ipheo  ,  y  las  dexo  limpias,  siéndole  Augias  muy 
ingrato  ;  pero  pagó  su  ingratitud  con  la  muerte. 
Nuestro  Augusto  Monarca  Carlos  III.  de  feliz 
memoria  ,  hizo  mas  que  Hércules  en  la  limpieza 
de  Madrid  ,  que  su  Augusto  hijo  ,  el  Rey  nues- 
tro Señor  (que  Dios  j^uarde)  está  hoy  facilitando 
y  asegurando  para  siempre  con  anchas  y  costosas 
cloacas. 

10  El  octavo  trabajo  fué  apoderarse  ,  y  do- 
mar un  Toro  que  vomitaba  llamas  para  vengar 
en  Jos  Griegos  un  agravio  hecho  á  Ncptuno, 
quien  le   envío  con  ese  fin. 

11  El  nono  fué  hacer  que  el  Rey  Diomedes 
fuese  devorado  por  sus  Caballos  ,  en  castigo  de 
que  él  hacia  lo  mismo  contra  los  infelices  ex— 
trangeros  que  hallaba  en  su  Reyno.  Igual  castigo 
dio  á  Busiris  Rey  de  Egipto  ,  que  con  pretexto 
de  hacer  sacrificios  á  Júpiter  ,  degollaba  impía- 
mente en  sus  Aras  á    todos  los  extrangeros. 

*ia     Ei  dscimo  fué  hacer  con  Gcryon  ,  Rey  de 

Es- 


Z.  T  E  R  o     VI,  a»*e 

España  ,  lo  mismo  que  con  Dlomedes  ;  porque 
Geryon  ,  Rey  con  tres  cabezas  ,  criaba  uaos  Bue- 
yes muy  feroces  ,  y  con  el  propi-j  fin  que  Dlo- 
medes sus  Caballos.  Mató  también  un  Perro  de 
tres  cabezas  ,  y  un  Dragón  de  siete  que  los  guar- 
daban. 

13  El  undécimo  trabajo  fué  entregar  á  Eu- 
risteo  unas  manzanas  de  oro  de  la  t)iüsa  Juno, 
que  las  Hesperides  ,  hijas  de  Héspero  ,  Rey  de 
España  ,  hermano  de  Atlante  ,  Rey  de  Maiirita- 
nia  ,  conservaban  en  un  huerto  de  su  nombre  en 
la  Retica.  Serian  naranjas  y  limones  ,  cuyo  co- 
lor cs  como  de  oro.  Para  esto  mató  antes  un  es- 
pantoso Dragón  que  guardaba  la  puerta  de  aquel 
huerto.  Dicen  algunos  Poetas  que  fué  Atlante  á 
coger  las  manzanas*.,  y  que  entretanto  se  quedó 
Hercules  en  Ja  Mauritania  sosteniendo  el  Cielo 
sobre  sus  honibros  ,  como  lo  hacia  Atlante. 

14  El  duodécimo  y  último  trabajo  ,  con  que 
obedeció  á  Euristeo  ,  fué  sacar  de  los  infiernos  al 
Cancervero  j  librando  de  camino  a  Theseo  ,  que 
habla  baxado  á  aquel  lugar  para  hacer  compañía 
á  su  amigo   Pirithco. 

■  ig  Después  de  estas  hazañas  se  hizo  respetar 
y  temer  no  so^o  de  Euristeo  ,  sino  de  todo  el 
mundo  j  y  prosiguió  cxecurando  otras  por  su  vo- 
luntad ,  y  sin  aguardar  otras  ordenes  que  las  q.;e 
le  dictaba  su  valor.  Mató  monstruos;  venció  ti- 
ranos 5  y  hizo  tajadas  á  Cuco  ,  famoso  ladrón, 
que  tenia  tres  cabezas  ,  hija  de  Vulcano  ,  que 
vivia  como  vancolero  en  el  monte  Aventino  :  pu- 
so en  libertad  á  Pron.etheo  ,  preso  en  el  monte 
Caucaso  ,  y  mato  al  Ruitre  que  le  devoraba  las 
entrañas  :  matu  al  cruel  y  agigantado  AntheOj 
hijo  de  la  Tierra  ,  la  qual  ,  quando  cai5  en  el 
suelo  ,  le  comunicaba  nuevas  fuerzas  para  que  ia 
muerte  no  se  le  atreviese  ;  pero  Hércules  le  le- 
vantó en  el  ayre  ,  y  le  ahogo  entre  sus  brazos. 
1(5  Como  Hércules  era  muy  grueso  ,  y  alto, 
Sa  co- 


2  7  5  IMSTITUCIONES  POÉTICAS, 

comía  mucho  :  y  una  vez  acosado  de  la  hambre 
quito  á  Theodomante  ,  que  estaba  atando  ,  uno 
de  los  Buejes  ,  echándosele  al  honribro  ,  y  lo  co- 
mió todo  entero  :  de  lo  qual  se  quejó  y  enfadó 
mucho  aquel  labrador  :  y  desde  entonces  quedó 
la  costumbre  e«  aquel  pais  de  sacrificar  á  Hércu- 
Í€S  un  Buey    con  muchas  imprecaciones. 

17  Pasando  á  España  fundo  la  ciudad  de  He- 
raclea  ,  y  abrió  junto  á  ella  la  comunicación  del 
Océano  con  el  Mediterráneo  ,  separando  la  mon- 
taña de  Abila  en  Mauritania  de  la  de  Calpe  en 
España.  Estas  dos  montañas  se  llamaron  las  Co~ 
lunas  de  Hércules  ,  quien  puso  en  ellas  esta  ins- 
cripción :  Non  plus  ultra  :  haciéndolas  el  último 
término  de  la  tierra,  y  fin  de  sus  conquistas.  Pero 
los  Reyes  Católicos  con  el  descubrimiento  de  un 
nuevo  Mundo  ,  y  conquistas  inauditas  en  la  otra 
banda  del  Océano  ,  reformaron  la  inscripción  de 
Hércules  ,  poniendo  Plus  ultra.  Jamas  usó  Hér- 
cules otras  armas  que  una  Clava  de  Olivo  ,  que 
después  consagró  á  Mercurio  ,  Dios  de  la  elo— 
qüencia  ,  en  quien  reconocía  una  virtud  mas  po- 
derosa que  la  de  las  armas.  Y  á  la  verdad  no  hay 
armas  tan  poderosas  como  la  saoiduria ,  simboli- 
zada en  el  Olivo  ,  de  cuya  madera  se  hÍ20  la 
triunfante  Clava  de  este  Héroe. 

18  La  vengativa  Juno  envidiosa  de  Jas  glo- 
rias de  Hércules  ,  mientras  éste  hizo  su  viage  á 
los  infiernos  ,  incito  á  Lyco  ,  desterrado  de  The— 
bas,  para  que  sorprehendiese  á  esta  Ciudad,  donde 
mato  al  Rey  Cyeon  ,  y  á  sus  hijos  :  y  estaba  pa- 
ra violentar  á  Megara  ,  hija  de  Creon  ,  y  muger 
de  Hércules  ,  quando  volviendo  éste  de  los  infier- 
nos ,  y  entendiendo  la  infame  intención  de  Lyco, 
le  mató  con  todos  sus  compañeros.  Corrida  Juno 
de  esta  afrenta  ,  se  vengó  infundiendo  tal  furor 
en  Hércules  ,  que  sin  conocer  lo  que  hacia  mató 
á.  su  propia  muger  ,  y  á  sus  hijos  ^  y  volviendo 
en  su  saao  juicio  se  dexó  llevar  tanto   del  senti- 

mien- 


T.  I  S  R  o    VI.  277 

miento  ,  qi;e  se  hubiera  quitado  la  vida  si  las  lá- 
grimas de  Amphytrion  ,  y  de  Theseo  no  le  hu- 
biesen   contenido. 

19  Este  Héroe  ,  siempre  victorioso  en  los  tra- 
bajos ,  fué  torpemente  vencido  en  las  felicidades. 
Quien  venció  á  tantos  ,  no  supo  vencerse  á  sí 
mismo.  Fué  victima  de  sus  pasiones  ,  y  la  irri- 
sión de  las  mugeres  que  lo  dominaban.  Una  de 
ellas  fué  Ompbala  ,  Rey  na  de  Lydia  ,  que  le  hi- 
to tomar  en  vez  de  la  Clava  la  Rueca,  y  que  vis- 
tiéndole de  muger,  sirviese  de  IVloza  de  Retrete  á 
esta  Reyna.  Después  se  enamoro  de  Deianira  ,  por 
cuya  causa  peleo  con  ^^cheloo  ,  hijo  de  Tetis, 
quien  por  tener  menos  fuerzas  ,  se  convertía  unas 
veces  en  Serpiente  ,  y  otras  en  Toro  ,  á  quien 
arrancó  una  de  suo  hastss  ,  de  que  confundido 
Acheloo  tomó  figura  del  Rio  de  su  nombre  :  y 
sus  hijas  las  Nereides  apesadumbrídas  entregaron 
el  cuerno  de  !a  abundancia  ,  o  Cornucopia  ,  que 
las  ívgalo  Júpiter,  para  recobrar  el  de  su  padre. 
Es  de  suponer,  que  siendo  Júpiter  alimentado  en 
su  infancia  con  leche  de  i-ria  Cabra  llamada  yímal- 
thea  ,  y  estando  al  cuidado  de  alj^unas  Nimphas, 
en  señal  de  agradecimiento  coloco  á  la  Cabra  en- 
tre las  estrellas  ,  y  regalo  á  las  Nimphas  una  de 
sus  bastas  que  tenia  la  virtud  de  abastecerlas  de 
todo  ^  y  por  eso  la  llaman  el  cuerno  de  la  abun- 
dancia ,  ó  Cornucopia  de  Amalthea. 

20  Hércules  volviendo  victorioso  con  Deia- 
nira ,  se  detuvo  en  la  ribera  de  un  rio  ,  donde 
Neso  el  Centauro  ofreció  pasar  á  Deianira  j  pe- 
ro este  vil  ,  después  de  haberla  pasado  ,  quiso 
violarla  ,  lo  q-.:e  Hércules  atajo  hiriéndole  con 
una  Hecha.  Viéndose  morir  el  Centauro,  por  ven* 
garse  ,  dio  á  Deianira  su  ropa  ensangrentada» 
dicicndola  que  si  su  marido  se  la  ponia  ,  no  s^ 
apasionaría  jarnos  de  otras  mugeres.  Creída  de 
esto  ,  envío  con  Lycas  á  su  marido  la  ropa  en 
ocasión   que  hacia   sacriñ<~ios  á  los  Dioses  en  el 

S  3  mon- 


478  INSTITUCIONES  POKTIC.^S. 

monte  Oeta.  Tomó  Hércules  aquel  vestido  ,  teñi- 
do en  la  venenosa  sangre  de  Neso  ,  cuya  eficacia 
penetró  todo  sii  cuerpo  ,  abrasán.iole  tan  furio- 
samente ,  que  desesperado  se  arrojó  sobre  tina  ho- 
guera ,  donde  se  convirtió  en  ceniza.  Lycas  su 
criado  se  precipitó  en  el  mar,  donde  se  convir- 
tió en  Roca.  Dei  ¡nira  se  mató  de  pesadumbre  con 
Ja  Cla,va  de  su  marido. 

ai  Hércules  ,  antes  .de  morir  ,  tomó  juramen- 
■to  á  Philoctetes  ,  hijo  de  Pean  su  compañero  y 
amigo  ,  de  no  descubrir  jamas  el  lu^ar  de  su  se- 
pultura :  y  le  re^jaló  sus  flechas  templadas  en  la 
sangre  de  la  Hylra.  Pero  hallándose  Philoctetes 
en  la  guerra  de  Troya  ,  y  constando  por  el  Orá- 
culo que, era  la  Ciudad  inconquistable  sin  las  ce- 
nizas y  flechas  de  Hércules ,  se  vio  en  recesidad 
de  descubrir  el  secreto  que  habia  jurado ,  mos- 
trando con  el  pie  el' lugar  ,, creyendo  que  de  es- 
te raodo  no  faltaba  á  la  reJigiv^n  del  juramento. 
Pero  no  tardó  en  Teñirle  su  castigo  9  pues  es- 
tando ya  en  camino  para  Troya  ,  una  de  aque- 
llas fleclia'í  le  hirió  el  pie  con  que  señaló  ellu- 
gar  de  la  sepultura  ,  resultando  de  la  herida  un 
hedor  tan  pestilencial  ,  que  nadie  lo  podia  su- 
frir 5  por  lo  qual  le  echaron  á  la  lí-la  de  Lemnos. 
Pero  viendo  los  Griegos  que  sin  las  flechas  de 
Hércules  no  podian  tomar  á  Troya  ,  enviaron  á 
Ulises  para  que  traxesa  al  sitio  á  Philoctetes  ,  á 
quien  después  curó  perfectamente  Macaón  ,  fa- 
moso Médico  j  hijo  de  Esculapio. 


ítec- 


I.  I  Jt  R  o     T  7.  ^79 

SECCIÓN     III. 
De  Theseo. 


I  JL  heseo  fué  hijo  de  Pgeo  ,  Rey  de  Athe- 
nas  ,  de  quien  tomo  su  nombre  el  mar  Egeo.  Era 
pariente  ,  y  contemporáneo  de  Hérculcí.  ,  com- 
pañero en  sus  aventu¡as  ,  y  imitacor  de  su  gene- 
rosidad ,  después  que  le  libro  de  un  veneno  que 
su  madre  Medea  le  intento  dar  para  que  no  tu- 
viese sucesor  del  Reyno.  La  aiayor  parte  de  aque- 
llos antiguos  Príncipes  eran  usi.r^-adores  del  Tro- 
no ,  ladrones  ,  y  crueles  con  sus  vasallos  y  con 
quantos  calan  en  sus  manos.  Pbalaris  en  Sicilia 
tenia  un  Toro  de  metal  ,  en  cuya  cavidad  encer- 
raba los  hombres  vivos  ,  hacia  aplicar  fuego  ,  y 
se  divertía  en  oir  los  lamentos  de  los  miterabies 
que  sonaban  como  los  bramidos  de  los  Toros.  The- 
seo ,  que  á  su  grandeza  de  alma  jiuitaba  la  bon- 
dad ,  resolvió  reprimir  la  inhumanidad  de  estos 
Tiranos  usurpadores.  Embistió  á  Sciron  que  se 
recreaba  en  ver  arrojar  al  mar  á  los  pasageros. 
Castigo  las  atrocidades  de  Procusto  ,  que  hacia 
desquartizar  á  los  que  le  daba  gana  ,  o  igualar- 
los con  su  cama  ,  y  si  sobraban  piernas  ,  se  las 
mandaba  cortar.  Sujetó  el  Toro  de  Maratton  de 
terrible  monstruosidad.  Mato  al  javalí  que  Dia- 
na ,  irritada  contra  el  Rey  de  Calcedonia  ,  envió 
contra  sus  tierras  ,  y  al  que  no  pudo  vencer  Me- 
leñero  sin  ayuda  de  Th-jseo  :  por  lo  que  quedo  el 
refrán  :  Non  sine  Theseo.  Nótese  por  manera  de 
digresión,  que  á  Meleagro  le  costó  caía  esta  vic- 
toria ^  porque  presentando  la  cabeza  del  JavaJt  á 
una  p»írsona  de  su  carafio  ,  este  trofeo  le  excitó 
varios  envidiosos  ,  que  armando  una  pendencia 
S4  fue- 


ftSO  I77STITUCI0TTES  POÉTICAS. 

fueron  causa  de  la  muerte  de  sus  tios.  ^^Itbsa,  her- 
mana de  ellos  ,  atribuyendo  el  origen  de  esta 
desgracia  á  Meleagro  ,  sin  embargo  de  ser  ma- 
dre suya ,  se  vengó  echando  en  el  fuego  hasta 
que  se  hiciese  cenizas  un  Tizón  ,  á  cuya  dura- 
ción habian  ligado  las  Parcas  la  vida  de  este 
Príncipe ,  que  murió  abrasado  al  paso  que  el  Ti- 
zón se  iba  consumiendo.  La  pasión  de  ira  despo- 
jo á  esta  muger  del  oficio  de  madre  que  antes 
habia  exercido  cuidando  de  la  conservación  del 
Tizón  fatal. 

a  Volviendo  á  Theseo  ,  fué  célebre  la  victo- 
ria que  logró  del  Mijiotauro  ,  medio  hombre  y 
medio  toro  ,  de  cuyo  nacimiento  se  habló  en  el 
cap.  I.  tratando  de  Fasiphae  ,  muger  de  Minos 
Rey  de  Creta.  Para  inteligencia  de  la  empresa 
de  Theseo  ,  es  preciso  tener  presente  la  guerra 
que  hizo  Minos  á  los  de  Attica  ,  por  vengar  la 
muerte  de  su  hijo  ^ndrogeo  :  y  que  después  de 
vencidos  les  Athenienses  y  Megarenses  ,  les  im- 
puso el  tribuio  anual  de  nn  niimero  de  jóvenes 
para  alimentar  con  ellos  al  Minotauro.  Ofreció- 
se Theseo,  en  lugar  de  otro  sorteado  ,  á  este  sa- 
crificio ,  con  ánimo  de  matar  al  monstruo  que 
devoraba  tantos  ciudadanos.  Habitaba  el  Mino- 
tauro en  el  Laberinto  fabricado  por  Dédalo  :  y 
para  no  perderse  Theseo  en  sus  enredosas  ca- 
lles ,  ganó  la  voluntad  de  yíriadna  ,  hija  del  Rey, 
la  qual  le  dio  un  ovillo  ,  con  cuyos  cabos  se  go- 
bernase para  volver  á  salir  por  donde  hubiese  en- 
trado. En  efecto  ,  consiguió  con  este  arbitrio  ma- 
tar al  monstruo ,  y  después  se  llevó  consigo  á 
Arisdna  ,  ofreciéndola  grandes  ventajas  en  su 
Reyno  de  Athenas  5  pero  por  coniplacer  al  Dios 
Baco  ,  que  la  quería  para  esposa ,  se  la  cedió  en 
la  Isla  de  JVaxo  ,  y  Baco  la  regaló  una  corona, 
que  después  se  colocó  entre  los  Astros. 

.3     Navegó  á   Creta   Theseo  «n    un  Navio  con 
velas  negras ,  ofreciendo  á  su    padre  Egeo  ,  que 

si 


í  I  S  R.  o     VI.  281 

si  volvía  victorioso  ,  pondría  velas  blancas.  Ol— 
vidaiio  con  el  regocijo  de  poner  la  señal  concer- 
tada ,  el  padre  que  aguardaba  por  instantes  la 
gloriosa  restitución  de  su  hijo  ,  luego  que  divisó 
las  velas  negras  se  ailigió  de  suerte,  que  se  preci- 
pitó al  mar  ,  que  por  eso  se  llaina  Egeo.  Aquel 
Navio  se  custodiaba  y  cuidaba  religiosamente  en 
Athenas  por  memoria  de  un  íuceso  que  ocasionó 
otras  felicidades.  El  zelo  de  su  conservación  y 
reparo  servia  ,  según  Piutarcho  ,  de  exemplo  ea 
Jas  disputas  sobre  los  medios  de  que  se  vale  la 
naturaleza  para  la  conservación  de  los  cuerpos 
elementales  ,  y  en  especial  de  los  que  se  conser- 
van por  nutrición  ,  que  es  substituyendo  partes 
nuevas  á  las  antiguas. 

4  Pirithoo  y  Rey  de  los  Lapithas  en  Thesa- 
lia  ,  ansioso  de  ver  á  tan  glorioso  Héroe  ,  y  no 
pudiendo  lograrlo  de  otro  modo  que  con  preci- 
sarlo á  salir  á  Campp.ña  ,  emprendió  talarle  las 
tierras.  En  efecto,  logró  que  ambos  se  encontra- 
sen ^  y  puestos  frente  á  frente  ,  quedaron  el  uno 
del  otro  tan  prendados  de  su  gentileza  y  ardi- 
miento ,  que  se  hicieron  muy  amigos  ,  jurando 
de  ayudarse  mutuamente  en  sus  respectivas  em- 
presas. En  virtud  de  esta  alianza,  Pirithoo  ,  au- 
xiliado de  Theseo  ,  castigo  los  Centauros  (\\i&  ha— 
bian  ultrajado  ,  y  medio  nuierto  á  los  Lapithas 
en  un  banquete  á  que  los  convidó  el  dia  de  sus 
bodas  con  Hipodamia.  La  fábula  de  les  Centauros 
provino  de  Sí'r  los  primeros  que  montaron  caba- 
llos ,  siendo  tenidos  por  medio  hombres  y  medio 
caballos  ,  como  lo  fueron  los  Españoles  en  la  con- 
quista de  las  Indias  :  y  asi  se  llamaron  Hipocen~ 
laums.  También  se  experimentó  la  amistad  de  ios 
dos  en  el  robo  de  Helena  ,  de  quien  hablaremos 
adelante  ,  y  en  baxar  juntos  al  infierno  á  llevarse 
á  Proserpina  de  quien  Theseo  estaba  enamorado^ 
pero  les  costó  cara  la  temeridad  ;  porque  Tluton 
los  cogió  ,  y  tonJeno  á  Piritho   á  los    tormentos 

de 


lil  mSTITUCION-ES  POETTC^S. 

de  Ixion  ;  y  á  Theseo  que  estuviese  ,  sin  poder 
moverse  ,  sentado  sobre  una  piedra  :  de  cuya  pe- 
na le  libro  Hércules  con  bastante  dificultad  ,  pues 
al  levantarle  dexó  Theseo  pegado  el  pellejo  en  el 
asiento.  Al  cabo  quando  murió  volvió  Pluton  á 
condenarle  á  la  misma  pena. 

g  Diximos  en  la  Sección  antecedente  que  ca- 
5Ó  Theseo  con  Eiypólita  ,  Reyna  de  las  Amazo- 
nas ,  de  quien  tuvo  á  Hypolito  ,  que  otros  lla- 
man u^ntiope.  Después  csso  con  Pted-a  ,  una  de 
las  hijas  de  Minos  ,  la  qual  enamorada  de  Hy- 
polito ,  y  no  pudiendo  lograr  ser  correspondida, 
le  acusó  infamemente  á  su  padre  de  haber  que- 
rido manchar  su  honor.  Fácil  Theseo  en  creer  la 
calumnia  ,  desterró  á  su  hijo  ,  rogando  á  Nep- 
tuno  que  lo  castigase.  Huyendo  Hypóüto  en  su 
carroza  ,  un  monstruo  marino  á  la  orilla  del  mar 
espantó  los  caballos  de  suerte  que  le  arrojaron, 
arrastraron  ,  y  hicieron  pedazos  entre  las  peñas. 
Arrepentida  Phedra  ,  y  obligada  de  los  remordi- 
mientos de  su  conciencia  ,  declaró  á  Theseo  Ja 
X'erdad  ,  y  luego  se  mató  á  sí  misma  ,  dexando  á 
Theseo  el  dolor  de  su  ligera  credulidad.  En  fin, 
Esculapio  ,  de  pura  compasión  ,  resucito  á  Hy- 
polito, quien  en  lo  sucesivo  s;  llamó  l^trbio  y  que 
quiere  decir  dos  veces  hombre. 

SECCIÓN  ir. 

De  Castor  ,  y   Pollux, 


I  .sS-íeda ,  muger  de  Tyndaro  ,  Rey  de  Eha^ 
lia  ,  concibió  de  Júpiter  dos  huevos  :  del  uno, 
en  que  tuvo  parte  Jiípiter  ,  nacieron  los  gemelos 
Pollux  ,  y  Helena  :  del  otro  ,  en  que  solo  tuvo 
parte  Tyndaro  ,  nacieron  los   gemelos  Castor  ,  y 

Ch- 


í  I  S  RO    VI,  2??3 

Clyfemnestra  :  y  todos  quarro  se  llamaron  Tyn- 
darides  ,  por  haber  nacido  de  la  muger  d-:  Tyn— 
daro.  Castor  ,  y  Pollux  fueron  siempre  íntimos 
amigos  ,  y  nada  hacia  el  uno  sin  el  otro.  Pollux 
por  el  derecho  de  su  nacimiento  era  inmortal  ,  y 
muy  querido  de  Júpiter  ,  de  quien  logró  la  in- 
mortalidad para  Castor  ,  su  amado  herniano  ,  de 
ir;anera  que  los  Griegcs  los  llamaban  DioscoroSy 
ó  hijOi)  de  Júpiter.  Este  Dios  fi.é  después  de  dic- 
tamen que  partiesen  la  inmortalidad  entre  am- 
bos ,  de  modo  que  el  uno  viviese  dcípues  del  otro, 
hasta  que  juntos  fi'éron  trasladados  al  Cielo  ,  don- 
de son  signos  del  Zodiaco,  que  se  llaman  los  Ge- 
melos ,  o  el  signo  Gémhiis.  Pero  no  lograron  tsta 
fortuna  sin  merecerla  piimero  ,  librando  del  po- 
der de  Theseo  á  su  hermana  Helena,  que  él  ha- 
bía robado  ;  y  limpiando  los  mares  de  piratas 
que  arruinaban  el  comercio  ,  por  cuya  hazaña, 
fueron  venerados  como  Dioses  marinos,  y  colo- 
cados entre  los  Apotropéos  ,  ó  Dioses  que  pre- 
caven Jas  desdichas  ;  y  baxo  este  titulo  les  sacri- 
ficaban corderos  blancos. 

2  Los  Romanes  los  veneraban  mucho  ,  por- 
que se  creyeron  favorecidos  en  sus  mayores  con- 
flictos ,  como  en  !a  batalla  qne  dieron  á  los  La- 
tinos cerca  del  Lago  Rte^Ula  ,  en  cuya  memo- 
ria les  erigieron  un  magnífico  Templo  ,que  res- 
petaban con  tanta  religiosidad  ,  que  las  mugares 
juraban  ^^castor  :  que  qriere  decir  :  por  el  Tem- 
plo de  Cnstor  :  y  lo-  hombres  JEdepol  :  que  es 
por  el  Templo  de  Pollux. 


SEC- 


484  IN^StlTUClONKt  POÉTICAS^ 

SECCIÓN    V. 
Ve  Orpheo, 


I  IV^uchas  maravillas  cuentan  los  Poetas 
de  los  Miísicos  ,  y  Cantores  antiguos,  ^i/mption^ 
dicen  ,  edificó  las  murallas  de  Thebas  con  la  ar- 
monía de  sus  instrumentos  músicos  ,  á  cuyo  son 
se  ordenaban  ks  piedras,  ^rion  estando  para 
ser  muerto  ,  y  robado  por  los  marineros  en  su 
viage  de  Italia  á  Grecia  ,  les  pidió  que  antes  de 
matarle  le  permitiesen  tocar  un  poco  la  Lyra. 
Conseguida  esta  gracia  ,  la  tocó  ,  y  cantó  con 
tal  dulzura  ,  que  rodearon  el  Navio  ,  para  oiría, 
infinitos  Delfines  :  entonces  Arion  se  echó  al  mar, 
y  un  Delfín  tomándole  sobre  sus  espaldas  ,  lo  lle- 
vó á  Corintiio  ,  donde  le  acogió  el  Rey  Perian— 
dro  y  que  hizo  quitar  la  viJa  á  los  ladrones  ma- 
rineros :  y  los  Dioses  ,  atentos  á  la  humanidad 
del  Delfín  ,  que  no  se  eiccntró  en  los  hombres, 
le  colocaron  entre  los  Astros.  Omito  hablar  del 
Sátiro  Marsios  ,  de  cuya  vanidad  ,  y  rudeza  bien 
castigada  ,  se  habló  en  el  Cap.  i.  Secc,  ¿.  del 
Dios  Apolo  ,  al  qual  Dios  también  tuvo  la  osa- 
día de  desafiar  á  tocar  el  silvestre  Pon  ,  Dios  de 
los  Pastores  ,  á  quien  habian  llerado  de  vanidad 
las  adulaciones  de  los  rústicos  ,  haciéndole  creer 
que  su  ilauta  era  mas  dulce  que  la  Lyra  de  Apo- 
lo. Midas  ,  Rey  de  Phrigia  ,  de  un  talento  ,  y 
gusto  despreciable  ,  fué  nombrado  por  Juez  de 
esta  competencia,  y  sentenció  en  contra  de  Apo- 
lo ,  quien  para  darle  á  entender  su  ignorancia, 
hizo  que  le  naciesen  orejas  de  Burro.  Este  Mi- 
das fué  el  que  en  pago  de  cierto  servicio  ,  pidió 
á  un  Sileno ,  que  le  hiciese  gracia  de  que  quan- 

to 


Z  I  S  R  o     VI.  1%¿ 

to  tocase  se  le  convirtiese  en  oro.  En  efecto  Jo 
logró  j  y  hasta  lo  que  prevenia  para  comer  ,  se  le 
convertía  en  oro  ,  viéndose  perecer  de  hambre. 
Symbolo  propio  de  los  avarientos  ,  que  sobre 
aborrecer  las  delicias  de  las  bellas  artes,  solo  an- 
helan á  su  sórdida  infelicidad  por  el  oro  ,  único 
objeto  de  sus  desconcertados  deseos. 

^  Orpheo  ,  eminente  Poeta  ,  y  Philósopho,  fué 
el  que  sobresalió  á  todos  los  Músicos  :  y  no  es 
de  admirar  ,  pues  sobre  las  dichas  dos  qualida— 
des  tan  ventajosas  para  un  Músico  ,  tuvo  la  de 
ser  hijo  de  Apolo  ,  y  de  la  Musa  Caliope.  Acom- 
pañaba á  la  Lyra  con  su  voz  tan  encantadora  y  dul- 
ce ,  que  suspendía  el  corriente  de  los  Rios  ,  sere- 
naba las  tempestades  ,  atraía  los  brutos  mas  mon- 
taraces y  fieros  ,  y  ¿e  llevaba  tras  de  sí  los  ár- 
boles ,  pefias  y  montes.  A  esto  se  añade  ,  que 
habiendo  muerto  su  muger  Euridice  (huyendo  de 
yíristeo  que  la  solicitaba )  de  ¡a  mordedura  de 
una  Vívora  que  pisó  ^  y  no  sabiendo  de  ella ,  lle- 
gó en  su  busca  á  las  puertas  del  infierno  ,  donde 
con  su  Lyra  ,  y  canto  embelesó  de  tai  modo  á 
Pluton  ,  Proserpina  ,  Cancervero  ,  y  á  quanto 
había  de  cruel  y  horrible  en  aquel  lóbrego  lugar, 
que  le  entregaron  la  muger  para  que  volviese  á 
vivir  en  su  compañía  ,  previniéndole  que  ai  sa- 
carla no  volviese  atrás  la  cabeza.  Pero  como  la 
amaba  tieMiamente  ,  no  pudo  contenerse  en  mi- 
rar si  le  seg\iia  :  por  lo  qual  fué  en  el  mon)ento 
llevada  otra  vez  Euridice  á  los  infiernos.  En  fuer- 
za de  este  fracaso  ,  propuso  no  tener  en  adelan- 
te afición  á  muger  ninguna  ,  procurando  desviar 
de  todas  ellas  á  todos  los  hombres.  Las  mugeres 
de  Thracia  se  agraviaron  tanto  de  esto  ,  que  en 
ocasión  de  celebrar  las  fiestas  Bacchanales  con  el 
furor  acostumbrado  ,  le  hicieron  pedazos  :  y  des- 
pués se  transformo  en  Cysne  j  y  su  Lyra  fué  co- 
locada entre  las  estrellas. 

SEC- 


a8(5  nvsTiTuciojvES  poeticéis. 

SECCIÓN    VI. 

De  Jason  ,  y  de  los  Argonautas» 

T 

I  í  ason  en  s\is  primeros  años  estuvo  baxo  la 
turela  de  su  tia  Pelliits  ,  Rey  de  The- 
salia  ,  quien  desccntiando  de  su  sobrino  por  su 
índole  y  extraordinaria  impetuosidad  ,  quiso  des- 
hacerse de  él  ,  y  por  eso  Je  envió  á  la  conquista 
del  yeílocino  de  oro  ,  como  á  un  peligro  evi- 
dente. 

1  Ya  diximos  que  Etha  ,  Rey  de  Colchos, 
guardaba  este  Vellocino  en  un  bosque  consagrado 
á  ¡Vlarte  ,  poniendo  para  mayor  seguridad  de  aquel 
tesoro  unos  terribles  Toros  que  vomitaban  fuego, 
y  eran  sus  pies  de  bror.ce  ;  y  también  un  grande 
y  espantoso  Diíi^íon  ,  y  un  esquadron  de  hombres 
armados  ,  que  nacieron  de  los  dientes  del  mismo 
Dragón  que  Cadmo  había  sembrado  en  la  tierra. 
Para  empreía  tan  ardua  hizo  Jason  fabricar  un 
Navio  por  mano  de  ^rgos  ,  c¡e  madera  cortada 
en  el  monte  de  Dcdone  ,  cuyos  árboles  eran  otros 
tantos  Oráculos  ;  y  esta  fué  la  causa  de  que  aque- 
lla Nave  tuviese  el  uso  de  la  palabra  ,  oyéndola 
todos  hablar.  IVluchos,  deseosos  de  tener  parte  ea 
esta  célebre  expedición  ,  se  eiiíbarcáron  con  Ja- 
son  ,  y  se  llamaron  yírgoticiuias  tíel  nombre  del 
artífice  del  Navio.  Estes  fueron  Hércules,  The- 
seo  ,  Castor  ,  y  Pollux  ,  Orpheo  ,  Linceo ,  Thy- 
phis  y  otros  de  menos  fama.  Thyphis  era  el  Pi- 
loto :  Lynceo  ,  de  vista  muy  perspicaz,  des- 
cubría los  escollos  ,  y  demás  peligros  de  la  na- 
vegación :  Orpheo  con  su  música  suavizaba  los 
Trabajos  del  viage.  Hércules  les  incomodaba  bas- 
tante ,  porque   el  NaviO  apenas    podia  sufrir  la 

<-  car- 


zisn.e    VI.  287 

carga  de  su  pesado  cuerpo  ^  y  era  tanto  lo  que 
recesiííib,!  comer  ,  que  casi  no  alcanzaban  las 
provi-iiones  j  y  á  cada  paso  quebraba  su  remo.  Pe- 
ro un  acaso  ios  libro  de  esta  maula  ;  y  fué  que 
fatigado  de  sed  un  dia  ,  envió  á  su  querido  //y— 
¿aa  por  agua  dulce  ,  y  cayó  en  el  pozo  de  don- 
de la  sacaba.  Corrió  la  voz  de  que  las  Nimphas 
se  le  habían  llevado  :  con  esto  Hércules  dexo  el 
Navio  y  los  compañeros  por  ir  á  buscarle.  De 
aqcí  provino  ti  que  los  del  pais  instituyesen  unas 
fiesus  anuales  ,  en  qi.e  corrían  por  los  bosques 
gritando  Hylas  ,  Ilylas. 

3  Tuvieron  los  Argonautas  otros  contratiem- 
pos ,  bieiidoitís  forzoso  pasar  las  SymplegoJaSf 
que  se  llaman  también  las  peñas  Cyaneus  á  la 
otra  banda  del  Bosphoro  Tracio  ,  entrando  en  el 
Ponto  Eüxino  ,  pareciéndoles  de  lejos  que  se  iban 
junta,  d'j  para  impetlirles  el  paso.  Pero  ello  fué 
que  ilejjáron  finalmente  á  Colchos. 

4  Jasen  procuro  desde  luego  ganar  el  favor 
de  Msdea  ,  grandísima  hechicera  ,  hija  del  Rey, 
la  qual  con  sus  encantes  adormeció  los  monstruos 
que  custodiaban  el  Vellocino  de  oro  ,  y  con  eso 
dio  Itjgar  á  que  Jason  lograse  su  fin  :  y  luego  al 
instante  se  huyo  con  él  ,  y  se  casaron  j  habiendo 
sacado  consigo  aquella  malvada  muger  á  su  her- 
mano el  niño  Absy\to  para  hacerle  pedazos  ,  y 
arrojarlos  al  mar  ,  con  el  fin  de  que  deteniéndo- 
se su  pobre  padre  á  recogerlos  ,  no  la  pudiese  dar 
alcance  en  su  fuga. 

^  Luego  que  Medea  llegó  á  Tesalia  ,  por  ha- 
cerse buen  lugar  con  Eson  Padre  de  su  marido, 
que  era  muy  viejo  ,  le  remezo  con  sus  encantos.  Y 
para  vengarse  del  odio  que  Pelias  los  tenia  ,  me- 
tió á  sus  hijas  en  ganas  de  ver  también  remoza- 
do á  su  padre  :  y  creídas  de  las  malvadas  persua- 
siones de  la  encantadora  ,  le  dividieron  en  peda- 
zos ,  que  pusieron  á  cocer  en  una  caldera  con  cier- 
tas 


a?)9  INSTITVOIONES    POÉTICAS. 

tas  yerbas.  Pero  viéndose  engañadas,  se  entrega- 
ron á  un  extremo  dolor,  por  haber  ellas  mismas 
dado  tan   cruel  muerte  á  su  anciano  padre. 

6  Jason  ,  cansado  y  olvidado  de  lo  mucho  que 
debia  á  Medea ,  de  quien  ya  tenia  dos  hijos  ,  se 
retiró  á  Corinto ,  Corte  del  Rey  Creon  ,  donde  se 
enamoró  y  caso  con  su  hija  Creusa.  Zelosa  Medea 
V  irritada  ,  ungiendo  complace! se  del  nuevo  em- 
pleo del  amor  de  Jasen  ,  regaló  á  la  Novia  un 
coire  con  pedrería  y  varias  joyas  en  señal  de  su 
amistad.  Recibido  el  regalo  de  mano  del  mensa- 
gero  ,  abrió  el  coíVe ,  que  por  estar  encantado  des- 
pidió un  fuego  tan  activo,  que  abrasó  el  Palacio, 
en  cuyo  incendió  pereció  Creusa  ,  y  su  Padre 
Creon. 

7  Fué  Jason  en  busca  de  Medea  ,  para  ven- 
garse con  su  muerte.  Llego  á  verla  ,  que  desde 
la  ventana  de  una  torre  le  acusaba  y  reprehen- 
día su  mudanza  y  ingratitud.  Persistiendo  Jason 
en  su  ira  ,  tomó  la  cruel  Medea  los  dos  tiernos 
hijos  que  tenia  de  Jason  ,  y  á  su  vista  los  hizo 
mil  pedazos  :  luego  se  hizo  llevar  sobre  dos  asom- 
brosos Dragones  á  Atenas  ,  donde  se  casó  con  el 
Rey  Egeo  ,  de  quien  tuvo  á  su  hijo  Medo.  Inten- 
tó dar  veneno  á  su  hijastro  Theseo  ^  pero  descu- 
bierta su  maldad  ,  tuvo  que  huirse  con  su  hijo 
Medo  á  aquela  Región  del  Asia  ,  que  de  él  to- 
mó el  nombre  de  Media ,  donde  pasó  el  res- 
to de  su   vida. 


SEC- 


ZIBRO      VI.  a8p 

SECCIÓN    VII. 

De  Cadmo  ^y  de  la  Ciudad  de  Thehas, 


1  ^.^admo  ,  hijo  de  j^genor  Rey  de  TyrOj 
después  que  Júpiter  robo  á  su  hermana  Europa, 
como  se  dixo  en  el  cap.  i.  Sec.  III.  fué  enviado 
por  su  padre  á  buscarla  ,  con  orden  de  no  volver 
jamas  sin  ella.  Cadmo  viendo  inútiles  sus  exquisi- 
tas diligencias  ,  consultó  al  Oráculo  de  Delphos, 
quien  le  respondió  ,  que  en  encontrando  un  Toro, 
se  detuviese  en  el  lugar  que  el  bruto  le  señalara, 
y  allí  edificase  una  Ciudad.  El  encuentro  de  este 
Buey  dio  á  aquella  tierra  el  nombre  de  Beotia. 
Preparándose  primero  con  un  sacrificio  de  los 
Dioses  ,  envió  sus  compañeros  por  agua  á  la  fuen- 
te Dirce  ,  que  estaba  próxima  :  donde  luego  de 
repente  les  asaltó  un  Dragón  ,  que  los  tragó  á  to- 
dos. Minerva  le  amonesto  que  matase  este  mons- 
truo ,  le  arrancase  los  dientes ,  y  los  sembrase  en 
la  tierra.  Obedeció  puntualmente  ,  y  al  cabo  de 
algún  tiempo  nacieron  muchos  hombres  armados, 
los  quales  se  mataron  rauruaniente  ,  menos  cinco, 
que  se  entregaren  á  las  órdenes  de  Cadmo  para 
edificar  y  poblar  la  Ciudad  :  la  qual  se  llamo  The^ 
bas,  donde  reynó  muchos  años,  y  tuvo  varias  hi- 
jas ,  como  fueron  Itw ,  Semele  ,  madre  de  Baco, 
y  j4gave  ,  la  qual  hallándose  un  dia  poseída  de 
furor  en  compañía  de  las  Ménades  ,  mato  á  su  hi- 
jo Pantko  ,  que  hablaba  mal  de  esta  ceremonia. 
Vio  Cadmo  la  miseria  en  que  cayeron  sus  des- 
cendientes ;  y  él  con  su  muger  tuvo  necesidad  do 
retirarse  á  Illiria  ,  donde  desesperados  se  trans- 
formaron en  culebras  ,  después  de  haber  sido  echa- 
T  dos 


apO  Xl^-^STITVClON"ES   POETICjíS, 

dos  de  su  Ciudad  por  Amphion  ,  quien  edificó  las 
murallas  al  son  de  su  Lyra ,  como  se  dixo  en  la 
Seo.  V.  de  este  Capítulo. 

a     Es  de   notar  ,  que   antiguamente  hubo   mu- 
chas Ciudades  con  el  nombre  de   Thebas  :  una  en 
Cilicia  ,  donde  nació  ^ndromaca  muger  de    Héc- 
tor ,  y  fué  saqueada  por    los  Griegos  ,  quando    la 
guerra  de  Troya  :  otra  en  Egypto  ,  de  cien  puer- 
tas ,  que  dio  nombre  á  la  Provincia  de  Thebaiday 
célebre  por  los  desiertos  que  sirvieron  de  retiro  á 
innumerables  Santos  Anacoretas  :  otra  en   Beotia, 
famosa  por  sus  guerras ,  y  por  los  insignes  Capi- 
tanes que  dio  á  la  Grecia ,  como  Epaminondas,  y 
Pelopidas :   y    por  ser   Patria   también    de  Baco, 
Hércules  y  y  Pyndaro  Príncipe  de  la  Poesía   Ly  ri- 
ca ,  cuyo  nacimiento  celebraron  con  grandes  fies- 
tas las   Nymphas  y  el  Dios  Pan  :  y  estando  en  la 
cuna  ,  las  Avejas  formaron  en  sus  labios   un  panal 
de  miel,  como  pronóstico  de  la  futura  dulzura  de 
sus  versos.  Alexandro  Magno ,  quando  mando  pa- 
sar á  sangre  y  fuego  esta  Ciudad  ,  honró  á  Pinda- 
ro  exceptuándole   de   su  rigor  con  su    Madre  ,  y 
todos  sus   parientes.  ¡  Tanto  aprecio  debió  siem- 
pre la  dignidad  da  la  Poesía  á  los  Príncipes  Gran- 
des y  Sabios  como  Alexandro! 


SEO- 


íi s  R  o    VI.  api 

SECCIÓN    VIII. 

Be  (Edipo, 

I  \_^asándose  Layo  ,  Rey  de  Thebas  ,  con 
Jocasta  hija  de  Creon  ,  Príncipe  Thebano  ,  supo 
del  Oráculo  que  un  hijo  que  tendría  de  este  ma- 
trimonio ,  le  daria  muerte  :  por  lo  qual  Jocasta  se 
vio  forzada  á  matar  á  los  hijos  varones  que  parie- 
se. Nació  (Edipo  :  y  la  madre  se  horrorizó  de  exe— 
cutar  la  cruel  orden  de  su  marido  por  su  mano^ 
y  así  entregó  el  infante  á  un  Soldado,  cuyo  co- 
razón no  tuvo  valor  de  ensangrentarse  con  la  san- 
gre de  aquel  inocente  ;  pero  á  mas  no  poder  ,  se 
resolvió  á  taladrarle  los  tiernos  pies  y  dexarlo 
pendiente  de  un  árbol  en  el  monte  Cytheron. 
Phorbas  j  pastor  de  Policio,  Rey  de  Corintho, 
encontró  por  casualidad  este  miserable  espectácu- 
lo :  se  compadeció  de  la  infelicidad  y  hermosura 
del  niño  ;  le  tomó  en  sus  brazos  ,  y  le  presentó  á 
la  Reyna  su  Señora  ,  que  prendada  de  su  graciosi- 
dad le  crio  como  hijo  ,  y  le  puso  el  nombre  de 
(Edipo,  que  significa  pies  horadados. 

1  En  siendo  grande  ,  y  noticioso  de  que  no 
era  verdadero  hijo  de  Polibio,  consulto  al  Orácu- 
lo para  saber  quien  era  su  padre  ^  y  le  fué  res- 
pondido que  le  hallaría  en  la  Phocida.  Marcho  á 
esta  Provincia  ,  y  Ht-gó  en  ocasión  de  un  motin 
popular  oue  Layo  procuraba  apaciguar  :  y  (Edipo, 
no  conociendo  á  su  padre,  lo  mato  por  desgracia; 
y  durando  en  su  incertidumbre  ,  se  restituyó  á 
Thebas. 

3  En  aquella  sazón  Juno  ,  enemiga  de  los  The- 
banos ,  envió  á  aquella  tierra  un  monstruo  llama— 

T  a  do 


api  tNSTTTUClONZÍ  POnjICAS, 

do  Sphinge  y  <ie  rostro  y  voz  de  muchacha,  cuer- 
po de  perro  ,  cola  de  serpiente  ,  y  uñas  de   León, 
con   aías.  La  Sphinge    proponia  varios  enigmas  á 
ios  paságeros ,  para  que  los  declarasen  ,  y  al  que 
no  acertaba  le  hacia  pedazos  :  con  lo  qial  estaban 
amedrentadas  las  gentes  ,  y  no  se  atrevían  á  acer- 
carse á  la  Ciudad.  El  Oráculo  les  aixo ,  que  con- 
tra este  mal  no  habia  otro   remedio  ,  sino   decla- 
rar el  sentido  de  este  enigma,  i  Qué  aninuil  es  ,  el 
que  por  ¡a  mañana  anda  en  quatro  pies  ,  á  medio— 
dia  en  dos ,  y  por  la  tarde  en  tres  i  Creon  que   se 
habia  levantado  con  la  corona ,  después  de  muer- 
to Layo,  publico  por  toda  la  Grecia  ,  que  al  que 
acertase  el  enigma  ,   le   cederia  el    Reyno  ,  y   le 
casarla  con  Jocasta  ,  viuda  de  Layo.  Tomólo  (Edi- 
po  por  su  cuenta  y  descifró  el  acertijo  ,  diciendo, 
que  aquel  animal  era  el  hombre  ,  que  en  su  niñez 
anda  en  quatro  pies  ,  en  su  juventud  en  dos  ,  y  en 
su  vejez  en  tres  ,  porque  gasta  báculo.    El   mons- 
truo con  esto  se    lleno  de    tanta  rabia  ,  que  se  es- 
trelló  la  cabeza  contra  un  peñasco  ,  y  todos   que- 
daron libres  del  miedo.  (Edipo  ,  en  virtud  del  ban- 
do ,  obtuvo  el  Reyno  ,  y  la  mano  de  Jocasta  ,  que 
ignoraba  fuese  su  madre,  de  quien    tuvo  dos  hijos 
Éteocles  j  y  Polinice  :  y  dos  hijas  ,    yíntigone  ,  y 
Jmena. 

4  Los  Dioses  en  venganza  de  la  muerte  de  La- 
yo enviaron  una  furiosa  peste  sobre  Thebas ,  la 
que  (según  el  Oráculo)  no  cesaria  sino  con  el  des- 
tierro del  matador.  Buscáronle,  y  se  supo  por  la 
nigromancia  que  fué  (Edipo  su  hijo.  Este  cuitado 
Príncipe  sintió  con  tanto  extremo  su  incestuoso 
casamiento  y  casual  parricidio  ,  que  se  arranco  los 
ojos,  y  se  condeno  voluntariamente  á  un  perpetuo 
destierro  ,  cediendo  el  Reyno  á  la  disposición  de 
sus  hijos  Éteocles  y  Poiiaice, 


SEC- 


ZiISRO    VI.  2p3 

SECCIÓN    IX. 
De  la  Guerra  de    Thebas, 


1? 

X  X^^sta  Guerra  ,  de  que  S tocio  ,  Poeta  La- 
tino ,  escribió  iin  Poema  de  doce  libros  ,  tuvo  su 
Origen  de  que  los  hijos  de  CEdipo  Eteocies  y  Po- 
linice ,  por  no  desmembrar  el  Reyno  ,  tuvieron  por 
conveniente  gobernar  el  uno  después  del  otro  ,  sin 
dividirle.  Eteocies  ,  como  mayor  ,  reyno  primeroj 
mas  habiendo  ccnrluido  su  sfío  ,  no  quiso  alargar 
el  cetro.  Polinice  á  vista  de  esto  ,  resolvió  ven- 
gar la  injuria  con  las  armas  ^  y  para  eso  pidió  so- 
corro á  ^chasto  ,  Rey  de  los  ^rgivos  ,  con  quien 
tenia  alianza  ,  habiendo  casado  con  una  desús  hi- 
jas. El  Suegro  no  solo  le  ofreció  su  auxilio ,  sino 
también  el  de  otros  Príncipes  sus  aliados. 

1  Los  Thebanos  se  perti  echaban  ,  y  hacían  sus 
preparativos  de  guerra  ofensiva  y  defensiva.  El 
Adivino  Tiresias  les  prometió  un  éxito  feliz  ,  si 
Meneceo  hijo  de  Crcon  ,  y  ultimo  de  la  sangre  de 
Cadmo  ,  quisiera  sacrificarse  voluntariamente  por 
la  Patria.  Creon  nunca  quiso  consentir  en  una 
condición  tan  dura  ;  pero  al  cabo  el  joven  Prínci- 
pe halio  de  la  Ciudad,  desen'.iynó  su  azero ,  y  á 
vista  de  los  Ciudadanos  que  le  miraban  desde  las 
murallas  ,  le  atravesó  por  su  cuerpo,  y  executo 
el  funesto  sacrificio  ,  que  tanto  había  repugnado 
su  padre. 

3  Hicieron  los  Thebanos  varias  salidas  5  y  der- 
rotaron á  los  Argivos  de  tal  suerte  que  de  todos 
los  comandantes  ninguno  q;;edó  vivo  sino  Adrasto. 
Fué  derribado  en  tierra  Hyppomedonte  ,  de  quien 
dice    Eurípides,  que  su   est^-Mira  era  de   Gigante, 

T3  y 


Í5)4  XN'STITUClOTfES  POETlCyíS. 

y  llevaba  en  su  escudo  el  retrato  de  ^rgos  ,  lle- 
no de  ojos,  que  causaba  espanto  j  igual  suerte  cu- 
po á  Parthenope  ,  cuyo  humor  y  genio  era  como 
el  de  su  madre ,  Princesa  Argiva  ,  muy  diestra  en 
correr  y  disparar  el  arco ,  y  tan  altiva  que  jamas 
quiso  casarse  ,  no  siendo  con  algún  Héroe  ,  que 
pudiese  aventajarla  en  valor  y  destreza  ,  como  Hip- 
pomenes  á  quien  dio  su  mano.  Pero  ambos  fueron 
transformados  él  en  León  y  ella  en  Leona ,  por 
haber  faltado  al  respeto  que  debian  á  Cybeles. 

4  Allí  también  murió  Tydeo  ,  de  pequeña  es- 
tatura y  grande  corazón  ,  que  enviado  por  Em- 
baxador  á  Eteocles  de  parte  de  Polinice  ,  viendo 
que  nada  lograba,  á  su  despedida  ,  desafió  á  todos 
los  de  la  Corte  de  Thebas  al  combate  que  ellos 
eligiesen  :  y  aceptado  por  algunos ,  murieron  to- 
dos :  y  acobardados  los  demás  ,  se  unieron  cin- 
cuenta de  los  mas  valientes  para  matarle  á  trai- 
ción en  una  emboscada  que  le  armaron  á  la  vuel- 
ta ,  pero  todos  murieron  á  sus  manos  menos  uno, 
á  quien  concedió  la  vida  para  que  fuese  á  contar- 
lo á  Eteocles.  Sin  embargo  de  su  valor ,  quedó 
mortalmente  herido  de  una  flecha  :  por  lo  qual 
irritado  Amphiarao  amigo  suyo  ,  persiguió  y  al- 
canzó al  que  la  disparo  ,  le  corto  la  cabeza  ,  y  la 
puso  entre  las  manos  de  Tydeo  ,  el  qual  vilmente 
la  despedazó  con  los  dientes  ,  la  sacó  los  sesos ,  y 
se  los  trago.  Esta  ruin  acción  desagradó  tanto  á 
Minerva  ,  que  retrató  su  promesa  de  inmortalizar- 
le ,  trasladando  esta  gracia  á  su  hijo  Diomedes. 
Después  de  estos  se  siguió  Capaneo  ,  de  quien  cuen- 
ta Philostrato  ,  que  era  de  una  altura  espantosa, 
presumido  ,  y  tan  soberbio  ,  que  no  hacia  caso  de 
los  rayos  de  Júpiter  ,  lo  mismo  que  si  fueran  los 
de  la  luz  del  dia  j  y  diciendo  que  tomaría  la  pla- 
za de  Thebas  ,  aunque  se  opusiese  Júpiter  ,  dispa- 
ró este  Dios  uu  rayo  ,  que  lo  abrasó  en  castigo  de 
;su  blasfemia. 

Am- 


X.  I  B  R  o       VI.  1()^ 

g  Amplyarao  el  Adivino  ,  era  también  uno  de 
los  Generales  ^  y  temeroso  de  igual  suerte  se  es- 
condió. Descubrióle  su  muger  :  y  Adrasto  le  obli- 
gó á  incorporarse  con  la  tropa  :  intentó  huir ,  y 
la  tierra  se  abrió  ,  y  le  tragó  á  él  y  á  su  carro. 
Con  todo  eso ,  fué  venerado  por  Dios  ,  y  tuvie- 
ron en  Grecia  mucha  fama  y  autoridad  sus  Orá- 
culos. 

6  Al  cabo  los  dos  hermanos  Eteocles  y  Poli- 
nice combatieron  juntos  ,  y  se  mataron  uno  á  otro. 
Antigone  ,  su  hermana  ,  les  dio  sepultura  ;  y  las 
Furias  hicieron  asiento  allí  ^  pues  naciendo  ua 
Naranjo  ,  destilaban  sangre  las  hojas  en  señal  de 
que  el  odio  de  los  dos  hermanes  no  habia  cesado 
con  la  muerte.  Aun  en  la  Pyra  se  separaron  los 
cadáveres  ,  de  manera  que  Antigone  ,  viendo  que 
no  podia  unirlos  ,  tuvo  que  mandar  enterrar  á 
Polinice  ,  sin  que  lo  hiciera  antes  cenizas  la 
llama  fúnebre. 


SECCIÓN    X. 

De  Antigone  ,  y  de  otros  sucesos  de  la 
Guerra  de  Thebas, 

■  M 

I  J.VJü.uerto  CEdipo  y  sus  dos  hijos ;  volvió 
Créente  á  empuñar  con  la  misma  autoridad  que 
antes  ei  cetro  que  habia  cedido.  Lo  primero  que 
hizo  como  Rey  ,  fué  privar  de  sepultura  á  Poli- 
nice,  arrojándole  al  campo  para  pasto  de  perros, 
por  haber  movido  un  exército  de  extrangeros  con- 
tra su  Patria.  Pero  Antigone  ,  hermana  de  este 
infeliz  ,  incitada  del  amor  fraternal  ,  secretamen- 
te le  dio  sepultura  :  de  lo  qual  ofendido  el  Rey, 
hizo  desenterrar  el  cadáver  y  arrojarlo  á  un  mula- 
T  4  dar. 


ap5  xKSTiruciox-ES  ponricAS. 

dar.  Repitió  Antigone  su  obra  de  ii^iserlcordla, 
y  denunciada  por  las  espías  que  acechaban  ,  fué 
condenada  á  ser  enterrada  viva.  De  esta  inhuma- 
nidad sobrevinieron  muchos  pesares  á  la  faniilia  de 
Creon  ^  pues  su  hijo  Hemon  ,  que  estaba  enamo- 
rado ,  y  para  casarse  con  la  desdichada  Princesa» 
se  mato  á  sí  mismo  por  no  poder  vivir  sin  ella: 
y  Euridice  ,  muger  de  Creon  ,  no  pudiendo  to- 
lerar el  dolor  de  la  muerte  desgraciada  de  su  hi- 
jo ,  se  atravesó  un  puñal.  Esta  acción  fué  la  ma- 
teria de  una  de  las  mas  famosas  Tragedias  de 
Sophoclss  ,  por  la  qual  le  aplaudieron  mucho  los 
Atheaienses ,  y  le  dieron  en  premio  el  Gobierno 
de  Sainos. 

1  Quando  levantaron  el  sitio  de  Thebas  los 
Argivos  ,  dexáron  el  campo  cubierto  de  cadáve- 
res,  cuyas  almas  (según  creían)  tenían  que  espe- 
rar muchos  años  sin  ser  recibidas  en  la  barca  de 
Charonte  ,  por  carecer  del  honor  de  la  sepultura. 
Lastimado  el  piadoso  Adrasto ,  envió  á  Creon  un 
Embaxador  ,  suplicándole  les  permitiese  enterrar 
sus  muertos.  No  fué  oído.  Irritado  Adrasto  de 
semejante  impiedad  ,  imploró  el  auxilio  de  The- 
seo  ,  Rey  de  Alhenas ,  para  vengar  el  -desayre  ;  y 
con  su  ayuda  le  obligo  ó  dar  sepultura  honrosa 
á  todos  los  cuerpos  ,  á  excepción  del  de  Capaneo, 
que  por  haber  muerto  de  un  rayo  que  le  fulminó 
Júpiter  por  sus  blasfemias  ,  fué  quemado  aparte: 
y  su  muger  Evadna  ,  en  prueba  del  grande  amor 
que  ie  tuvo  ,  se  adornó  de  sus  mas  preciosas  jo- 
yas ,  y  se  arrojó  en  medio  de  la  Pyra  ,  para  ser 
quemada  con  el  cadáver  de  su  marido. 


SEC- 


Z.J SRO  VI.  ap7 

SECCIÓN    XI. 

De  Tántalo ,  y    de  Velope  su   hijo. 

I  „S_ia  impiedad  de  Tántalo  ,  Rey  de  Phri- 
gia  ,  le  atraxo  muchas  calamidades  ,  y  á  los  Tan- 
taüdcí y  sus  descendientes.  Qoando  los  Dioses  via- 
jaban de  incógnitos  por  Ja  tierra  ,  como  era  hijo 
de  Júpiter,  le  honraron  con  hospedarse  un  dia  en 
$'1  palacio.  Les  dispuso  una  gran  mesa  j  y  para 
ver  lo  que  alcanzaba  el  conocimiento  de  ellos  ,  y 
averiguar  si  eran  verdaderos  Dioses  ,  entre  varios 
platos  que  les  sirvió  ,  les  dio  en  uno  los  pedazos 
asados  de  su  hijo  Peiope.  La  Diosa  Ceres  ,  como 
tenia  mucha  hambre  ,  sin  conocer  lo  que  ello  era, 
se  comió  i;na  costilla  del  difunto.  Los  demás  Dio- 
ses horrorizados  ,  y  por  compasión  al  pobre  Prin- 
cipe ,  determinaron  resucitarle.  Mercurio  fué  á 
bu.icar  su  alma  á  los  infiernos  :  los  otros  Dioses 
fueron  reuniendo  los  miembros  en  su  respectivo 
lugar  :  y  para  suplir  la  costilla  que  comió  la  Dio- 
sa Ceres  ,  le  pusieron  una  de  marfil  ,  que  tuvo 
después  la  virtud  de  sanar  todas  las  enferme- 
dades. 

1  En  castigo  de  su  impia  extravagancia  y  cu- 
riosidad ,  fué  Tántalo  condenado  á  eterna  sed  y 
hambre  eu  los  infiernos  en  medio  del  agua  ,  y  co- 
mida que  le  llegaba  á  los  labios  ,  sin  poder  gus- 
tarlo ,  como  se  dixo  en  la  última  Sección  del 
cap.   I. 

3  Tuvo  Tántalo  una  hija  llamada  Niohe ,  tan 
presumida  y  temeraria  ,  que  porque  tenia  muchos 
hijos,  quiso  preferirse  á  Latona  ^  por  cuyo  moti- 
vo á  todos  sus  hijos  ,  menos  á  Clori  ¡  les  asaetea- 
ron 


■298  IK'STITUCIOJfirES    POÉTICAS. 

ron  Apolo  y  Diana.  Niobe  se  secó  de  pesadumbre, 
y  dio  causa  á  que  se  creyese ,  que  se  había  trans- 
formado en  Roca. 

4  Pelope  ya  resucitado  ,  abandonando  á  Phrí- 
gia  ,  se  fué  á  Elida  ,  en  donde  enamorado  de  Hyp— 
podamia  ,  hija  del  Rey  (Enomao  ,  la  pidió  para  es- 
posa. Pero  como  el  Rey  tenia  entendido  ,  que  se- 
ria causa  de  su  muerte  el  que  casara  con  su  hija, 
siempre  repugno  casarla  ,  no  siendo  con  la  condi- 
ción de  que  el  pretendiea'e  eligiese  ,  ó  perder  la 
vida,  o  vencerle  en  el  ejercicio  de  correr  la  carro- 
za. Pelope  ,  sin  acobardarse  ,  admitió  el  combate, 
procurando  antes  sobornar  á  MyrtUo  ,  cochero  del 
Rey  ,  el  qual  dispuso  los  exes  de  la  carroza  de  tal 
manera  ,  que  su  Amo  cayó  en  tierra  y  murió  del 
golpe  ,  quedando  dueño  de  Hyppodamia  y  del  Rey- 
no  Pelope  ,  que  fué  un  Príncipe  ilustre  ,  de  quien 
tomó  el  nombre  la  región  del  Peloponeso.  Pero 
después  tuvo  que  sentir  con  sus  hijos  Atreo  y 
Tbieste  :  bien  que  los  hijos  de  Atreo  {Agamenón 
y  Menelao)  fueron  de  los  mas  célebres  de  aque- 
llos tiempos ,  como  lo  veremos. 

SECCIÓN     XII. 

De  Atreó  y  Thieste, 

I  .ll_j/l  odio  recíproco  y  mortal  que  estos  dos 
hermanos  se  tuvieron  ,  ha  dado  materia  á  famosas 
Tragedias.  Ansioso  Thieste  por  molestar  de  todos 
modos  á  Atreo,  deshonró  su  tálamo,  y  se  puso 
en  cobro  con  la  ausencia.  Atreo  por  otra  parte  te- 
nia ya  en  su  poder  á  sus  sobrinos  ,  hijos  de  Thies- 
te 9  y  fingiendo  con  su  padre  reconciliación  y 
'olvido  délas  pasadas   injurias ,  le  convidó  á   una 

fun- 


z. I  B  RO     VI.  app 

función  con  pretexto  de  terminar  en  ella  siis  di- 
ferencias. Arrebatado  Thiesre  del  df.seo  de  abra- 
zar á  sus  hijos,  admite  el  convite  :  sirvióse  lo 
primero  la  mesa  :  y  al  concluir  ,  mando  Arreo  sa- 
car por  postres  las  cabezas  de  los  hijos  de  su  her- 
mano ,  quien  conoció  el  inaudito  n^ai  jar  que  ha- 
bía camido.  Dicen  los  Poetas  que  el  Sol  se  eclyp— 
so  y  retrocedió  á  su  Oriente  ,  por  no  ver  atro- 
cidad tan  execrable. 

a  Una  cadena  de  delitos  se  fué  eslabonando  en 
esta  feroz  familia.  Supo  Thieste ,  que  EgistOy 
hijo  natural  suyo  ,  aunque  era  tenido  por  muerto 
en  un  bosque  en  que  le  abandonaron  para  que  pe- 
reciese ,  vivía  por  beneficio  de  unas  cabras  que  Je 
alimentaron  ,  por  lo  que  se  llamo  Egisto.  Vióse 
con  él  ,  y  le  incitó  á  venganza  contra  el  pérfido 
Atreo.  Tomóla  Egisto  á  su  cargo  :  mato  á  -¿Aga- 
menón ,  hijo  de  Atreo  ,  después  que  volvió  de 
Troya  coronado  de  laureles  ,  valiéndose  para  su 
infame  alevosía  de  su  misma  muger  Clytemnestra, 
corrompiendo  y  ganando  antes  su  corazón  pérfido 
y  cruel.  Orestes ,  hijo  de  Agamenón  ,  vengó  la 
iDuerte  de  su  padre  ,  como  adelante  se  verá. 


SEC- 


300  INSTITUCION-ES    POETICES» 

SECCIÓN    XIII. 

De  Progne  ,  y  de  Philomela  su  hermana» 

1  Jí.  rogne  ,  famosa  entre  las  que  dieron  asun- 
to á  los  Poetas  ,  fué  hija  de  Pandion  Rey  de  Athe- 
nas ,  y  muger  de  Tereo  Rey  de  Tracia ,  de  quien 
tuvo  á  Itis.  Estando  su  marido  para  ir  á  Athenas, 
le  encargo  que  á  la  vuelta  traxese  á  Philomela  su 
hermana  por  tener  el  gusto  de  verla.  Entrególa 
Pandion  á  Tereo  con  motivo  tan  justo  j  pero  abu- 
sando de  ella  infame  y  torpemente  en  el  camino, 
procuró  encubrir  su  alevosía  con  la  atrocidad  de 
cortarla  la  lengua  ,  para  que  no  lo  parlase,  y  cer- 
rarla en  una  secreta  cárcel  ,  esparciendo  la  voz  de 
que  habia  muerto  de  un  accidente.  El  ingenio  de 
la  afligida  Philomela  discurrió  escribir  con  una 
aguja  teñida  en  su  sangre  en  un  pequeño  lienzo  su 
miserable  estado  ;  y  con  igual  industria  halló  me- 
dio de  ponerle  en  manos  de  su  hermana  Progne: 
la  qual  se  apesadumbró  y  encolerizó  de  manera, 
que  para  vengarse  ,  eligió  el  dia  de  la  fiesta  de 
Baco  ,  llamada  Orgia  ,  para  conseguirlo  con  la  fa- 
cilidad que  presrabael  desarden  y  furor  de  las  mu- 
gcres  que  hacían  número  con  las  Bacchantes.  Fue- 
se ,  pues  ,  aqüc!  dia  á  la  prisión  de  su  hermana, 
y  ia  puso  en  libertad  :  y  juntas  las  dos  empezaron 
su  venganza  con  hacer  pedazos  al  niño  Itis  ,  hijo 
linico  de  Tereo  :  luego  guisaron  su  cuerpo  ,  y  se 
le  dieron  á  comer  al  padre  ;  el  qual  comprehen— 
diendo  la  funesta  comida  por  la  cabeza  de  Itis  que 
le  presentaron  de  postre  ,  iba  á  tomar  venganza, 
,  quando  repenrinsmente  los  Dioses  transformaron 
á  Progne  en  Golondrina  ¡  i  Philomela  en  Ruise- 
ñor. 


Z.  I  S  RO      TI.  20I 

íor  ,  al  cocido  Itis  en  Faisán  ,  y  á  Terco  en  abu- 
billa ,  que  siempre  anda  en  busca  de  su  hijo  ,  pre- 
guatando  por  él  con  este  triste  canto.  Bu  ,  Bu. 

SECCIÓN    XIV. 
De  los  Reyes   Troyanos, 

I  JU  roya  ,  celebre  y  antigua  Ciudad  de  la 
Asia  Menor ,  era  la  Capital  de  Piírigia  ,  cuyas 
costas  baña  el  mar  Egeo  ,  cerca  del  Heiesponto, 
y  frente  al  Chcrsoneso  de  Tracia  ,  y  Isla  de  Te- 
nedos  ,  no  muy  distai.te  ,  que  se  halla  á  la  entra- 
da del  Heiesponto  viniendo  del  mar  Egeo.  Riega 
sus  campos  el  rio  Escamandro  ,  que  nace  del  mon- 
te Ida  ,  y  llega  á  juntarse  con  el  rio  Simeunte  ,  y 
ambos  desembocan  en  el  mar  acia  el  promonto- 
rio Sigeo. 

1  IJardnno  ,  hijo  de  Júpiter  y  Electra  ,  pre- 
cisado á  huir  por  la  muerte  que  dio  á  su  herma- 
no Jasias  ,  llegó  á  Phrigia  ,  y  casó  con  una  hija 
del  Rey  Teucro  ,  y  ambos  fundaron  y  gobernaron 
juntos  á  Troya  y  su  provincia^  que  por  eso  en- 
tonces unas  veces  se  llamaba  Teucria  ,  y  otras  Dar- 
dama  ^  y  los  paisanos  Teatros  y  Dardanos.  Esto 
era  por  los  tiempos  en  qi:e  Josué  conduela  el  pue- 
blo de  Israel  ,  cerca  de  setecientos  años  antes  de 
Roma  ^  y  seiscientos  y  quarenta  ó  cincuenta  afios 
deípues  del  esteblecimiento  del  Imperio  de  los  Asi- 
rlos en  la  Asia  Mayor. 

3  Sucedió  á  Dardano  su  hijo  Erictonio  ,  padre 
de  Troas  ,  que  en  siendo  Rey  puso  su  nombre  á  la 
Ciudad  de  Troya  ,  por  el  qual  se  llamó  Troada  Ja 
provincia. 

4  Fueron  hijos  de  Troas  primeramente  Gañí-' 

me- 


30*  XA'STITirCIONES     POETICES. 

medes  arrebatado  por  Júpiter^  después  u:íssarac9^ 
padre  de  Capys ,  que  engendró  á  ^ncbises  ,  padre 
de  /^neaí  j  habido  en  la  Diosa  Venus  á  la  frondo- 
sa ribera  de  Simeunte.  Pero  el  hijo  mas  principal 
de  Troas ,  y  heredero  del  trono  ,  fué  lio  ,  por 
quien  Troya  mudó  su  nombre  en  el  de  Ilium  ,  des- 
pués de  haberla  enriquecido  y  hecho  poderosa. 

g  Hijo  y  sucesor  de  lio  fué  Laomedonte  ,  quien 
levantó  los  muros  de  la  Ciudad  con  ayuda  de 
Apolo  y  de  Neptuno ,  en  la  forma  que  referimos 
en  el  cap.  i.  Secc.  V.  dando  lugar  su  avaricia  y 
mala  fe  ,  á  que  su  hija  Hesione  fuese  expuesta  á 
la  voracidad  de  los  monstruos  marinos^  por  cuya 
libertad  empeñó  á  Hercules  ,  con  quien  fué  tan  in- 
grato y  pérfido  como  con  los  otros  Dioses;  lo  que  fué 
causa  de  que  Hércules  ofendido  juntase  las  tropas 
de  sus  amigos  ,  especialmente  las  de  Telamón,  Mty 
de  Salamiüa  y  padre  de  ^iax ,  con  las  quales  vi- 
no contra  Laomedonte  ,  á  quien  mató  ,  robó  los 
tesoros  ,  y  tomo  á  la  Princesa  Hesione  ,  casándola 
con  Telamón  ,  y  se  llevó  prisionero  á  su  hijo  pri- 
mogénito ,  que  rescatado  por  los  Troyanos  ,  se 
llamó  Prianw  ,  que  significa  rescatado. 

6  Colocado  Priamo  en  el  Trono  de  sus  mayo- 
res ,  engrandeció  la  Ciudad  j  la  ilustró  con  los 
trofeos  de  sus  muchas  victorias^  renovó  y  fortifi- 
có sus  murallas  con  castillos  y  torres  ,  que  se  lla- 
maban Pergama.  Estaba  casado  con  hecuba  ,  hija 
del  Rey  de  Thracia ,  de  la  qual  tuvo  los  varones 
Héctor  j  PoUites  ,  Deipbobo  ,  Heleno  el  Adivino, 
Troylo  ,  Páris  ,  Polydoro -^  y  las  hembras  de  mas 
nombre  Polixena,  Cusandra,y  Creusa.  Todo  respi- 
raba esplenaor  y  magnificencia  en  la  Corte  de- 
Priamo  ,  quien  para  exemplar  de  la  inconstancia 
de  la  suerte  ,  vio  después  por  sus  mismos  ojos  des- 
truida aquella  grandeza,  abra.'adüs  sus  palacios, 
muertos  sus  hijos  j  y  reducioa  á  la  nada  aquella 
'soberbia  población  ,  no  habiendo  durado  mas  gue 
tres  siglos,  SEC- 


Z,  I  B  R  C       VI.  203 

SECCIÓN    XV. 

Be  Varis, 


:.  X  JTLístando  Hécuba  embarazada  de  París, 
^uien  también  se  llamó  u4lexand^o  ,  soñó  una  no- 
che que  de  su  .vientre  salia  una  hacha  encendida. 
Temeroso  Priamo^e  los  males  que  se  anunciaban 
en  este  sueño  ,  luego  que  nació  Páris  ,  fué  entre- 
gado á  un  Guardia  llamado  ^cheleo ,  para  que 
en  un  bosque  le  abandonase  á  las  fieras  ,  evitando 
así  el  pronóstico  fatal  i  su  Reyno.  La  madre  en- 
ternecida ,  y  prendada  de  la  singular  hermosura 
del  Infante  ,  tuvo  industria  de  darle  á  criar  se- 
cretamente á  unos  Pastores  en  el  monte  Ida.  La 
educación  rústica  y  trato  familiar  con  sugetos  tan 
humildes  y  toscos  ,  no  fueron  capaces  de  sofocar 
el  ardor  noble  que  la  naturaleza  habia  encendido 
en  el  ánimo  de  Páris.  En  todas  ocasiones  vino  á 
manifestar  un  corazón  generoso  ,  un  talento  claro, 
una  prudencia  exquisita  ,  y  una  equidad  digna  de 
un  Principe  :  de  manera  que  las  Diosas  Juno, 
Palas  ,  y  Venus  no  hallaron  dificultad  en  some- 
terse al  Juicio  de  Páris  sobre  un  pleyto  que  traian 
las  tres.  Era  el  caso  ,  que  agraviada  la  Diosa  de 
la  Jjiscordia  ,  porque  no  la  convidaron  á  la  boda 
de  Peleo  y  de  Thetis  ,  quiso  desazonar  el  Ban- 
quete con  disputas  ,  arrojando  invisiblemente  so- 
bre la  mesa  una  manzana  de  oro  del  huerto  de  las 
Hesperides  ,  con  este  letrero:  Para  la  mas  hermo- 
sa. Como  cada  Diosa  no  se  tenia  por  menos  her- 
mosa que  otra,  armaron  un  pleyto  sobre  la  Man- 
zana :  y  no  queriendo  ceder  ninguna  ,  convinieron 
todas  en  que  se  pasase   por  la  seatencia  que  úicse 

Pá- 


304  INSTITUCIÓN-ES  POETICySS. 

Páris.  No  se  descuidaron  las  Deidades  en  sobor~ 
nar  al  Juez  ,  y  atraerle  á  su  devoción  con  gran- 
des promesas.  Como  Páris  era  mozo  ,  Haqueo  por 
e)  amor  ,  y  sentenció  á  favor  de  Venus  ,  que  le 
tenia  ofrecida  la  Dama  mas  hermosa  del  rxiundo. 
Obedecióse  la  sentencia  ,  abrigando  las  otras  dos 
en  lo  íntimo  de  su  pecho  un  imponderable  ren- 
cor ,  que  á  cierto  tiempo  vino  á  rebentar. 

2  No  podia  permanecer  obscu-ra  en  una  Selva 
la  nobleza  de  Páris  :  y  así  en  unos  juegos  de  yít- 
letas  ,  o  luchadores  que  celebraban  los  Troyanos 
mas  ilustres  á  vista  de  la  Corte  ,  se  presentó  con 
valor  ,  y  derribo  en  tierra  á  quantos  se  le  presen- 
taron á  la  lucha.  El  mismo  Héctor  fué  á  medir  con 
él  sus  fuerzas  ,  y  quedó  vencido  :  de  lo  qual  se  re- 
sintió de  modo  ,  que  (como  no  le  conocía)  le  hu- 
biera muerto  ,  si  Páris  no  le  mostrara  cierta  pren- 
da que  Hecuba  su  madre  entrego  al  Ayo  que  le 
crió  ,  por  la  qual  Héctor  conoció  á  su  hermano; 
el  que  regocijado  dio  parte  á  Priamo  ,  el  qual  lle- 
no de  no  menor  alborozo  y  admiración  del  valor 
de  su  hijo  ,  y  dando  gracias  á  los  Dioses  por  ha- 
ber guardado  su  vida  ,  le  llevo  á  palacio  ,  man- 
dando le  respetasen  como  á  los  demás  Príncipes 
hijos  suyos:  sin  que  entóíices  se  acordase  del  fatal 
pronóstico  del  sueño  ,  y  interpretación  de  los  Orá- 
culos ,  que  decían  había  de  ser  la  causa  de  la  des- 
trucción de  Troya. 

3  No  eran  las  delicias  de  la  Corte  objeto  dig- 
no del  grande  espíritu  de  Páris  :  y  así  juntó  una 
esquadra  de  veinte  navios  con  el  fin  de  ponerse  en 
Grecia,  y  pedir  le  entregasen  su  media  hermana 
Hesione  ,  robada  que  fué  por  Hércules  ,  y  que  se 
hallaba  en  poder  de  Telamón.  Pa.so  por  la  Corte 
de  Menelao  ,  Rey  de  Esparta  ,  quien  por  ocultas 
inspiraciones  de  la  Diosa  Venus ,  le  hospedo  roag- 
nificamente  ^  y  aun  le  confió  toda  su  casa  y  fami- 
lia durante  un  viage  que  hi¿o  á  Creta. 

Ce- 


3.1  SRO     VI.  gOg 

4  Cesa  el  Heroísmo  quando  voluntariamente  se 
admite  Ja  ocasión  de  degradarle.  Páris  justo ,  y 
Páris  valiente,  se  transformó  en  injusto  ,  y  de  dé- 
biles fuerzas  para  vencerse  á  sí  mismo  ,  en  el 
punro  que  abrió  las  puertas  de  su  noble  pecho  al 
amor  infame  y  lascivo.  Olvidóse  Páris  del  objeto 
primero  de  su  expedición  ,  y  se  olvidó  de  sí  mis- 
mo ,  entregándose  á  los  amores  de  Helena  ,  tenién- 
dola por  premio  y  recompensa  de  su  juicio  favo- 
rabie  á  Venus.  Ayudóle  esta  infame  Diosa  para 
robarla  y  llevarla  consigo  á  Troya  ,  sin  reparar  en 
su  afrenta  ,  ni  en  la  ingratitud  y  ruin  correspon- 
dencia á  la  confianza  de  Menelao  su  esposo.  No  le 
peso  por  entonces  al  Rey  Priamo  el  feo  y  temera- 
rio arrojo  de  su  hijo  ;  pues  se  acordaba  de  los  ma- 
los tratamientos  que  durante  su  cautiverio  le  ha- 
bían hecho  los  Griegos  ,  después  de  haber  saquea- 
do á  Troya  en  tiempo  de  Laomedente  j  y  además 

de  eso   esperaba   por  este  medio  sacar  á  Hesione 

de  sus  manos. 


SECCIÓN    XVI. 

De  la  Itga  de  lo  f  Griegos  contríi  Troya, 


.  No 


podia  j^ gamemnon  ,  Rey  de  Micenas 
en  el  Peloponeso  ,  mirar  con  indiferencia  la  afren- 
ta hecha  por  Páris  á  su  querido  hermano  Mene- 
lao :  ambos  yílridas  ,  ó  hijos  de  Atreo.  Despachó 
correos  á  todos  los  Príncipes  de  Grecia  ,  hacién- 
doles presente  el  insulto  deshonroso  á  toda  la  na- 
ción. Resolvieron  todos  coligarse  :  y  en  un  con- 
sejo general  tenido  en  Esparta  y  en  Argos,  acor- 
daron reunir  sus  fuerzas  y  dar  el  mando  del  exér- 
cito  al  Rey  Agamemaon,  haciendo  todos  juramento 

V  so- 


2o5  'xT7STiTuc'i07\rES   poetices. 

solemne  dé  no  dexar  las  armas  nunca  hasta  haber 
castigado  á  los  Tróvanos. 

a      Ulyses ,  hijo  de   Laercio ,  Rey   de  ítaca  y 
de  Dulichia  ,  pequeñas  Islas  del  mar  Jcnio  ,  hom- 
bre sumamente  astuto  ,  preveía  la  diíicukad  de  tan 
ardua  empresa  ,  y  que  como  Príncipe  de  corto  po- 
derío   no   sacaría  acaso  otras  ventajas  para  su  po- 
bre Keyno,  que  el  próximo    peligro  de  perder   la 
vida  ,  y  la  esperanza  de  restituirse  á  los  brazos  de 
su  amada  Esposa  Penelope ,  de  quien  no   acertaba 
á  desprenderse  ,  y  de  quien  ya  tenia  un   hijo    lla- 
mado  Telemaco.    Reflexionando  sobre    el  asunto, 
determinó   quedarse  :  y  para  que  no  se    extrañase 
su   determinación  se  fingió  demente  ,  unciendo    al 
arado  dos  animales  de  distinta  especie  ,  y  no  usa- 
dos en  la  labranza  9  y  se  puso  á  arar  con  ellos  los 
arenales  de   la  costa  del  mar,  y  á  sembrarlos  de 
sal  en  vez  de  trigo.  Esto  consternó  el  ánimo  de  los 
aliados  ,  que  fiaban  para  el  buen  éxito  de  la  expe- 
dición en  la  prudencia  y  singular  política  del  sa- 
gaz Ulises.    Palamedcs  y  que  conocía    muy  bien  el 
carácter  del   ÜLilichio  ,  malició  lo  que  podría   ser 
esto  j  y  para  descubrir   la  ficción  ,  cogió   al   niño 
Telemaco,  y  le  tendió  en  el  suelo  ala  parte  mis- 
ma por  donde  su    padre  dirigía  la   reja  :  el   qual 
por' no   herir   al  niño  >   declinó  la  esteva;   con  lo 
que  se  conoció  que  su  demencia  era  fingida  :  y  así 
no  piii?o  excusarse  de   ir  á  la  guerra.  Bien  caro  le 
costo  después  á  Palamedes  este  examen  ;  pues  Uli- 
ses durante  el  sitio  de  Troya,  tuvo  tal  persuasiva, 
que  hizo  creer  á  todos  que  Palamedes  era  traidor, 
y  se  correspondía  secretamente  con  Priamo  ,  con 
lo  que  consiguió  que  muriese  apedreado. 

3     No    hubo  menos  dificultad  en    que  yíchiles 
hijo  de  Peleo ,  y  de  la  Diosa  Thetis ,  fuese   á  la» 
guerra.  Temía  iniicho  su  madre  que    pereciese  ;  y 
procuraba  ocultarle,  por  mas  que  los  Griegos  so- 
licitaban  llevarlo  por   la  común   opinión  en   que 

es— 


Z  I  S  K  o     VI,  207 

estaba  de  Capitán  invencible  5  y  de  que  Troya  sin 
él  no  podía  ser  tomada  ,  según  el  decreto  de  los 
Hados.  Por  lo  que  pudiera  suceder ,  Thetis  le  ha- 
bía puesto  acompañado  de  su  pariente  y  annigo 
Patroclo  al  cuidado  del  Centauro  Chiron  ,  habilí- 
simo en  la  Miisica  y  Medicina  ,  y  en  el  Arte  mi- 
litar ,  para  que  desde  su  infancia  fuese  bien  ins- 
truido en  estas  cosas  ,  y  en  otras  ciencias  de  que 
el  Centauro  era  gran  Maestro.  No  le  permitía  su 
Ayo  comer  sino  entrañas  de  leoies  y  jabalíes, 
para  que  tuviese  un  coiazon  como  el  de  estas  fie- 
ras. No  satisfecha  su  madre  con  la  educación  del 
Centauro  ,  le  baxo  á  los  infiernos  para  bañarle  en 
la  laguna  Stygia  ,  con  que  se  hizo  invulnerable 
todo  su  cuerpo  ,  menos  el  talón  de  donde  su  ma- 
dre le  tuvo  agarrado  ,  mientras  le  sumergía  en  las 
aguas.  No  bastaron  tantas  y  tan  extraordinarias 
diligencias  para  que  Thetis  dexase  de  temer  la 
pérdida  de  su  hijo  :  y  así  le  ocultó  en  el  palacio 
del  Rey  Lycomedes  disfrazado  de  muger ,  cuyo 
disfraz  le  proporcionó  un  trato  libre,  y  muy  ín- 
timo con  Deidamia ,  de  la  qual  tuvo  un  hijo  lla- 
mado Pynho  ó  Neoptolemo.  Pero  el  íagaz  Uiysses 
penetrando  los  ardides  de  la  Diosa  Thetis  ,  paso 
al  palacio  de  Lycomedes  con  varios  regalos  para 
"las  Damas  de  la  Ccríe  ,  y  entre  ellos  mezclo  al- 
gunas armas  militares  ,  ú  las  que  al  momento  se 
abalanzo  Achiles  ,  arrebatado  de  su  inclinación  na- 
tural y  propia  de  los  hombres  ,  con  lo  que  al  ins- 
tante fué  conocido.  No  le  quedó  arbitrio  para  exi- 
mirse de  ir  á  la  guerra  ;  con  que  Thetis  su  madre, 
por  no  dexar  nada  que  hacer  en  favor  del  hijo, 
pidió  al  Dícs  Vulcano  que  le  hiciese  unas  armas 
tales  ,  queccn  ellas  estuviese  bien  seguro  en  medio 
de    los  peligros. 

4  Debían  juntarse  todas  las  tropas  en  el  puer- 
to de  yJulide  ,  en  la  Beocia  ,  frente  á  la  isla  Eu— 
bea.  Pero   se  paiáron  muchos    años    primero    que 

V  4  es- 


303  XKrSTlTUClOJSTES    POHTICAS. 

estuviese  todo  á  punto  ,  y  ¿e  aprestase  la  Armada, 
■que  era  de  mil  y  trescientas  velas.  Y  aun  al  tiem- 
po de  salir  del  puerto  ,  retardó  el  viage  un  fatal 
accidente  :  y  fué  que  el  General  Agammenon  sa- 
liendo á  caza  ,  rna:ó  ,  sin  pensarlo  ,  á  la  Cierva  de 
Diana  j  de  lo  que  ofendida  esta  Diosa  ,  descargó 
tan  furiosa  peste  sobre  la  Armada  ,  que  pereció 
un  sin  numero  de  Soldados  :  y  además  de  esto  le- 
vanto en  el  mar  nía  borrasca  tan  terrible,  que 
los  Navios  no  podían  darse  á  la  vela.  Consultáron- 
se los  Oráculos  :  y  la  respuesta  fue  que  no  habla 
mas  remedio  que  derramar  sobre  las  Aras  de  Dia- 
na Ja  sangre  de  Agammenon. 

g  Ulyses  ,  que  no  ignoraba  la  lengua  de  los 
Adivinos  ,  tuvo  arte  para  hacer  que  allí  viniese 
Iphigenia  f  hija  del  triste  Agammenon  ,  quien  por 
la  ternura  con  que  la  amaba,  pensó  morir  de  pena, 
al  considerar  que  venia  á  ser  una  victima  inocen- 
te. Llegó  el  momento  del  sacrificio  9  y  al  recibir 
el  golpe  del  cuchillo  ,  substituyó  Diana  compade- 
cida una  Cierva  que  fuese  sacrificada  ,  mandando 
llevar  á  la  inocente  Princesa  á  su  Templo  de  TaU'- 
rica  en  Scytia  ,  donde  entregada  al  Poniífice 
Thoas  y  hiciese  las  funciones  de  Sacerdotisa. 

6  Aplacado  el  enojo  de  Diana  ,  se  hicieron  los 
Griegos  á  la  vela  ,  logrando  una  feliz  navegación. 
No  lialláron  oposición  en  su  viage  hasta  Troya, 
sino  por  parte  de  Teiipko  Rey  de  Mysia  ,  que  sa- 
lió á  disputarles  el  paso.  Pero  cesó  la  oposición, 
por  haber  sido  herido  Telepho  de  un  golpe  de  lan- 
za que  le  tiró  Achiles  :  cuya  amistad  solicito  des- 
pués,  por  haber  entendido  de  los  Oráculos,  que 
no  calmarían  los  dolores  de  la  herida  ,  no  curán- 
dola la  lanza  que  se  la  abrió.  En  efecto  Achiles, 
instruido  por  su  Ayo  Chiron  ,  excelentísimo  Mé- 
dico ,  le  envió  un  especifico  ,  mezclado  con  lima- 
duras de  Ja  misma  lanza ;  con  lo  qual  se  cerró 
y  curó   la  herida, 

SEC- 


1.  I  S  R  o    VJ,  30p 

SECCIÓN    XVII. 

Cerco  de  Troya» 

I  VJ'itiando  los  Griegos  á  Troya,  hallaron  ma- 
yor resistencia  que  hablan  pensado.  Prianio  tenia 
bien  provista  la  Ciudad  de  municiones  de  boca  y 
gnerra.  Memnon  ,  Capitán  valerosísimo  ,  vino  en 
Isu  socorro  de  parte  del  Rey  de  los  Asyrios.  Pen— 
thet\lea  ,  Comandanta  de  las  Amazonas  ,  había  lle- 
gado con  sus  animo?DS  y  bellos  esquadrones,  Rhe— 
so  ,  Rey  de  Thracia  ,  y  Snrpedon  h'jo  de  Júpiter, 
y  Rey  de  Lycia  ,  se  unieron  también  con  los  otros 
auxiliares.  A  todo  e«to  se  llegaba  la  suma  confian- 
za que  tenian  en  el  Palladion  o  imagen  de  Fallas, 
que  habia  caido  del  Cielo  ,  y  era  2I  apoyo  de  su 
felicidad  ,  y  de  todas  sus  esperanzas  sobre  el  éxi- 
to de  la  guerra  ^  pues  habian  asegurado  ios  Orá- 
culos ,  que  jamas  seria  tomada  Troya  ,  mientras 
el  Palladion  se  conservase  en   ella. 

1  Pero  lo  malo  era  ,  que  muchos  Dioses  eran 
contrarios  de  los  Troyanos  ^  pues  refiere  Homero, 
que  h-^biéndose  jungado  todos  á  tratar  de  este  ne- 
gocio en  una  Asamblea  presidida  de  Júpiter  ,  ja- 
n!£s  se  pudieron  convenir,  y  hubieron  de  llegar  á 
]as  manos  ,  si  Júpiter  no  se  hubiera  puesto  de 
por  medio.  Apolo  se  declaro  contra  Neptiino  :  Mi- 
nerva contra  Marte  :  Diana  contra  Juno  :  Mercu- 
rio contra  Lathcna  ,  y  el  rio  Escnmavü-o  { Xanto 
le  llamaban  ios  Dir.ses)  contra  Vulcano.  Este  Rio," 
encolerizado  porqre  Achiles  talaba  la  campiña  de 
Troya  ,  y  embarazaba  sus  corrientes  con  multitud 
de  cadáveres  ,  se  unió  á  su  vecino  el  rio  Simeun- 
te  j  y  salieron  ambos  de  madre  con  tal  hincharon, 

V  3  que 


3T0  rNSTlTVClOI'TES  POETICES'. 

que  le  hubieran  anegado  ,  s¡  Juno  ,  visto  el  ries- 
go ,  no  hubiese  prontamente  enviado  á  Vulcano, 
para  que  con  llamas  de  fuego  se  echase  sobre  el 
pobre  Escamandro ,  y  consumiese  parte  de  sus 
aguas. 

3     Muchos  años  duró  este  sitio.  Muchos  gran- 
des Capitanes  murieron   de  ambas  partes.  Y    mu- 
chos otros  adquirieron  una   gloria   inmortal.    Los 
^tridas  (esto  es  ,  Agameninon  y  Menelao)    dieron 
exemplo  de  valor.  El  intrépido  achiles  y  su  ami- 
go Patroclo  se   señalaron  en    increíbles    hazañas. 
Idorr.eneo  ,  hijo  de  Deucolion  ^  ^iax  hijo  de    Te- 
lamón j  y    otro  yliax   hijo  de   Oileo  Rey    de  los 
Lorrenses  ;  Steleno  hijo  de    Tydeo  ,  y    su   grande 
amigo  Diowedes  Rey  de   Etholia ,  hijo  de   Capa- 
neo  ,  adquirieron  eterna  fama.  Este  Diomedes   no 
es  aquel  Diomedes  cruelísimo  ,  Rey  de  Tracia  ,   á 
quien  mato   Hércules.   Nuestro  Diomedes   era   de 
mas  noble  carácter:  peleaba   (dice  Homero)  cor- 
riendo como  un  rayo  ,  ó  cerno  un  torrente  que  to- 
do lo  arrebata  :  jamas  se  conoció  Capitán  de  mas 
nombre  y  reputación  que  él ,  sino  Achiles  y  Aiax 
de  Telamón.    U/yses  unió  á  su  valor  la  sagacidad, 
prudencia   y  arte  de  la  guerra ,  de  que  se  ayudaba 
en    las   estratagemas  que  le  hicieron    famoso.    El 
venerable  y  experimentado  Néstor  ,  de  trescientos 
años    de   edad  ,  ya  que  no  podia   con  los   brazos, 
peleaba   no  menos  gloriosamente  con  sus  consejos 
y  eloqüencia  ,  la  que  era  tan  suave,  que  sus  aren- 
gas parecían   destilar    almivar.  Decia   freqüente- 
mente  el   General  en  Xefe  Agamemnon  ,  qne  con 
diez  Nestort's  que  hubiera  tenido  en  su  exército,  la 
Ciudad  de  Troya  no    se  hubiera  defendido  tartos 
años.  Es  constante  que  el  hombre  siendo  mas  dé- 
bil que  las  fieras  ,  triunfa  de  todas  ,  porque  tiene 
la  prudencia  y  sabiduría  de  que  ellas  son  incapa- 
c,es.  Un  Soldado  que  solo  tiene  la  qualidad  de  fuer- 
te ,  es  un  bruto. 
•   ,  No 


z  T  s  n  o    vr.  jir 

4  No  faltaban  en  aquel  exército  bien  discipli- 
nado personas  consagradas  al  culto  religioso  ,  que 
adivinasen  lo  futuro ,  para  dar  las  providencias 
que  se  necesitasen,  como  fueron  Calcas  y  ^uripylo. 
Habia  excelentes  Cirujanos  ,  como  Macaón  ,  hijo 
de  Esculapio  ,  que  curaba  á  todos  los  enfermos. 
Habia  también  hábiles  Ingenieros  ,  siendo  Maestro 
quartel  General  el  famoso  Epeo  ,  quien  entre  otras 
máquinas  de  guerra  invento  los  Caballetes  de  ma- 
dera ,  y  los  ^rieffs  para  batir  y  derribar  las  mu- 
rallas. Entre  tatitos  Héroes  y  otras  personas  úti- 
les ,  habia  un  hablador,  charlatán  ridiculo,  lla- 
mado Thersite  ,  hombre  contrahecho  de  cuerpo  y 
alma,  que  siendo  de  poco  valor  y  muy  ignorante, 
era  osado  ,  y  demas-adamente  atrevido  en  contra- 
d  -cir  y  disputar  con  los  mas  hábiles  y  valerosos 
C/ipitsnes  del  exército  :  de  manera  que  un  día  fas- 
tidiado Achiles  de  semejante  vicho,  le  dio  una 
fuerte  bofetada  ,  que  le  hizo  callar  para  siempre, 
dexandole   muerto. 

¿  Pyothesilao  fué  el  primero  de  la  Armada  de 
los  Griegos  que  saltó  en  tierra  ,  recibiéndole  Héc- 
tor con  un  golpe  de  lanza  ,  que  le  hizo  ir  á  em- 
barcarse en  el  navio  de  Acheronte  en  los  infier- 
nos. Su  muger  Laodamia  en  medio  de  su  aflicción, 
logró  de  los  Dio';es  ,  que  se  le  apareciese  el  ani- 
ma ,  ó  umhra  de  su  marido  \  pero  al  abrazarse  con 
ella  ,  murió  y  se  fueron  juntas  las  dos  umbras  al 
infierno. 

6  Los  sitiados  hicieron  valerosas  salidas  en  que 
se  derramó  mucha  sanare.  Troyio  ,  uno  de  los  mas 
mozos  hijos  de  Priamo  ,  embistió  con  Achiles  ,  y 
murió  en  la  pelea  j  lo  que  fué  muy  doloroso  á  los 
Troyanos  ,  porque  les  dixo  un  Oráculo,  que  no 
seria  tomada  Troya  mientras  viviese  este  joven. 
Su  hermano  mayor  Héctor  en  venganza  acometió 
como  un  león  ,  y  paso  á  cuchillo  quantos  Griegos 
halló  por  delante  j  y  solo  él  era  capaz  de  haber 
V  4  acá- 


Jl»  TN^STITUCION'ES    TOETlCAS. 

acabado  con   todos,  (según   la  opinión  común)  si 
los  hados  no  hubiesen  decretado  otra  cosa. 

7  Venus  no  vivia  olvidada  de  las  obligaciones; 
en  que  la  puso  Páris  :  y  asi  ,  sin  que  sonase  ruido 
de  armas  ,  hacia  un  e;.trago  terrible  en  el  exército 
griego  ,  enviando  con  s\is  invisibles  flechas  ei  aynor 
lascivo  ,  que  destruía  mas  hombres  que  el  azero  de 
los  Troyanos.  Una  de  las  hijas  de  las  Sacerdoti- 
sas de  Apolo  sirvió  á  Venus  de  instrumento  pa- 
ra que  irritado  Apolo  encendiese  ima  mortal  pes- 
te en  el  campo.  La  í,aco  Achiles  del  poder  de  Aga- 
memnon.  Y  hubiera  el  castigo  de  la  peste  concluido 
con  el  exército,  si  el  mismo  Achiles,  movido  de 
las  persuasiones  de  Calcas  ,  no  hubiese  aplacado  la 
ira  de  Apolo  ,  restituyendo  la  Sacerdotisa  á  sus 
parientes.  Agamemncn  quería  vengar  el  agravio  que 
le  hizo  Achiles^  y  para  que  lo  lograse  ,  hizo  Ve- 
nus que  Cupido  le  disparara  una  flecha  ,  con  que 
enamorándose  de  Briseida  ,  d  Hyppodamia  ,  hija 
de  Brises ,  y  Dama  de  Achiles,  la  robó:  de  lo 
qual  provino  el  retirarse  Achiles  del  campo,  re— 
soielro  á  no  tomar  las  armas  contra  Troya.  Pero  le 
obligo  á  mudar  de  resolución  ,  el  que  peleando  con 
sus  armas  su  grande  amigo  Patroclo  con  el  vale- 
roso Héctor  ,  fué  muerto  ^  porque  no  tenia  las  mis- 
mas calidades  que  él  logro  con  los  baños  de  la  la- 
guna Stygia.  Volvió  ,  pues  ,  al  campo  para  vengar 
la  muerte  de  su  amigo.  Venia  con  las  nuevas  ar- 
mas que  le  fabricó  Vulcano.  Busco  á  Héctor  j  y 
al  cabo  de  un  combate  terrible  ,  y  jamas  visto  ,  lo 
mato  ^  y  atando  el  cadriver  detras  de  su  carroza, 
lo  arrastró  tres  veces  al  rededor  de  los  muros  de 
Troya  ,  y  del  sepulcro  de  Patroclo  :  y  luego  ven- 
dió á  su  padre  Priamo  el  afeado  cuerpo  de  su 
glorioso  ,  aunque  desgraciado  hijo,  para  que  dis- 
pusiese de  él  como  le  pareciera. 

8  Toda  Troya  se  llenó  de  espanto  y  conster- 
nación con  la  muerte  de  su  valeroso  Héctor.  Cre- 
ció 


LIBRO      VI.  313 

ció  el  terror ,  guando  vieron  que  la  heroyca  Pen- 
tbesilea  fué  muerta  también  por  Achiles  ,  y  he- 
chas pedazos  ,  y  arrojadas  al  rio  Escamundro  por 
Diomedes  todas  sus  compañeras.  Mcmncn  ,  grande 
apoyo  de  los  Troyanos  ,  intentó  repar.ir  esta  pér- 
dida ;  pero  cayo  herido  por  ^iax  Telamón  ;,  y  en 
singular  batalla  acabó  de  matarle  Achiles  ^  con— 
virtiéndole  después  en  ave  su  madre  la  Aurora, 
como  se  dixo  en  el  cap.  i.  Sec.  X. 

9  Hecuba  ,  vista  la  muerte  de  Memnon  ,  en 
seguida  de  la  de  sus  ma<;  esclarecidos  hijos  ,  no  pen- 
s:'.ba  sino  en  vengarse  de  Achiles.  París  se  ofre- 
ció á  su  madre  para  ese  fin.  Sabia  que  el  bravo 
Achiles  estaba  locamente  enamorado  de  su  her- 
mana Polyxena.  Se  insinuó  con  él  dolosamente: 
líízole  venir  al  Templo  de  Apolo  ,  para  tratar  con 
satisfacción  sobre  sus  amores  :  y  quando  Achiles 
«•stuvo  mas  descuidado  ,  ei  alevoso  Páris  le  hirió 
con  un  dardo  la  parte  mortal  del  pie  ,  que  no  ha- 
bla sido  bañada  en  la  laguna  Stygia  :  y  asi  murió 
el  amado  hijo  de  Thctis. 

10  Cubrióse  de  luto  todo  ei  campo  de  los  Grie- 
gos con  su  muerte.  Erigiéronle  un  magnifico  se- 
pulcro en  el  Promontorio  Sigeo,  donde  fueron  tam- 
bién sepultados  yíiax ,  y  otros  Héroes  esclare- 
cidos. 

11  Entre  Uiyssés  y  Aiax  de  Telamón  se  le- 
vantó después  una  ruidosa  competencia  sobre  he- 
redar las  armas  de  Achiles.  Aiax  alegaba  sus  mé- 
ritos, y  el  derecho  de  Parentesco.  Pero  la  sagaci- 
dad y  persuasiva  eloqlicnci.i  de  Ulysses  gano  los 
ánimos  de  los  Capitanes  de  ia  Armada  ,  que  eran 
los  Jueces  ,  y  se  dio  la  sentencia  á  su  favor.  Aiax 
se  puso  loco  de  íentimienro  :  encontró  unos  cer- 
dos^ y  figurándosele  que  eran  Agamemnon  y  Me— 
nelao  ,  Jueces  del  pleyto  ,  embistió  con  ellos  j  pe- 
ro vuelto  en  su  juicio  ,  se  avergonzó  tanto  de  esta 
locura  ,  que  se  mató  á  sí  mismo  con  la  espada  que 

Hec- 


3^4  IJVSTITUCIOI^rES    POÉTICAS. 

Héctor  le  habia  regalado  ;  así  como  también  el  mis- 
mo Héctor  fué  atado  y  arrastrado  sobre  e!  escudo 
que  en  retorno  le  habia  regalado  Aiax ;  pues  sue- 
len ser  sospechosos  y  funestos  los  regalos  entre 
enemigos. 

12  Recobraron  aliento  los  Troyanos  con  la 
muerte  de  Achiles.  Pero  no  tardo  mucho  en  venir 
á  vengarla  su  hijo  Pyrrho  ,  heredero  del  valor,  de 
las  dignidades  ,  y  de  la  fortuna  de  su  padre.  Hizo 
un  destrozo  sangriento  en  los  Troyanos  :  y  mató 
al  alevoso  Páris  ^  aunque  según  otros  ,  le  mató 
Philoctetes  con  una  de  las  flechas  de  Hércules. 

13  Volvieron  á  desalentarse  los  Troyanos  j  y 
mas  quando  el  astuto  y  animoso  Ulyses,  asociado 
con  Diomedes  ,  les  robó  el  Paladión  ,  única  es- 
peranza de  su  defensa.  En  fuerza  de  este  terri- 
ble golpe  ,  el  Rey  Priamo  determino  capitular 
con  los  sitiadores  ,  poniendo  fuera  de  toda  condi- 
ción la  restitución  de  Helena  ,  por  estar  ya  casa-' 
da  con  su  hijo  Deiphobo  ,  después  de  la  muerte 
de  Páris.  janeas  ,  y  ylntenor ,  fueron  comisiona- 
dos para  los  tratados.  Se  concluya  y  firmo  la 
paz ,  ofreciendo  los  Troyanos  una  gran  suma  de 
dinero  ,  y  las  provisiones  necesarias  para  resti- 
tuirse la  Armada  á  Grecia. 


SEC- 


z.  I  B  n  o    VI.  3  r  g 

SECCIÓN    XVIII. 

De  la  toma  ,  y  destrucción  de  Troya, 

1  JLjía  paz  de  los  Griegos  con  los  Troyanos 
fué  una  traza  de  su  perfidia  para  sorprehender— 
Jos.  Veian  qoán  difícil  era  tomar  á  Troya  ,  no 
siendo  con  engaños.  Y  así  también  fingieron  es- 
tar arrepentidos  de  haber  robado  sacrilegamen- 
te el  Paladión  j  y  que  para  aplacar  á  Minerva 
habian  hecho  voto  de  ofrecerla  la  estatua  asom- 
brosa de  un  Caballo.  Fueron  creídos  senciliamen- 
te  ;  y  luego  se  pusieron  á  fabricar  la  inmensa 
mole,  en  cuya  cavidad  introdujeron  buena  par- 
te de  soldados  los  mas  valerosos  ^  y  presenta- 
ron la  maravillosa  máquina  cerca  de  los  mu- 
ros de  la  ciudad.  Después  hicieron  como  que 
enteramente  levantaban  su  campo  ,  y  se  retirá- 
ron  á  la  Isla  de  Tenedos ,  para  observar  el  su- 
ceso de   su    estratagema. 

1  Alegres  los  Troyanos  al  ver  alzado  el  si- 
tio ,  salieron  de  la  Ciudad  ,  en  que  estuvieron  cer- 
cados tan  largo  tiempo.  Visitaron  todas  las  bate- 
rías y  atrincheramientos  ,  en  que  estuvieron  acam- 
pados los  Griegos.  Asómbranse  de  la  gran  máqui- 
na del  Caballo  ,  teniendo  por  digna  ofrenda  de  la 
Diosa  Palas  aquel  prodigio.  Unos  quieren  que  sea 
llevado  á  su  Templo  :  otros  que  conocian  el  ca- 
rácter doloso  de  lus  Griegos  ,  temibles  aun  quando 
hacen  dádivas  ,  lo  resisten.  Laoccnte  ,  que  era  de 
esta  opinión  ,  arrojó  como  con  desprecio  su  lanza, 
que  quedó  clavada,  y  blandiéndose  en  el  vientre 
del  caballo,  que  con  el  golpe  resonó  como  una 
bóveda.  Al  punto  le  embistieron,  y  se  enroscaron 

en 


31<5  lA^STlTUClOJCES    TQ-ETlCAS. 

en  su  cuerpo  ,  ahogár;dole  á  él  y  á  sus  dos  hijos, 
un  par  de  horrendos  culebrones  ,  que  después  se 
guarecieron  á  los  pies  de  la  estatua  de  Palas.  Cre- 
yeron que  los  Dior>es  mediante  este  prodigio  des- 
aprobaban la  resistencia  :  determinan  ,  pues  ,  in- 
troducir el  caballo  :  y  se  afirman  mucho  mas  en 
esta  determinación  después  que  oyeron  á  S'tnon 
Griego  ,  quien  bellamente  impuesto  y  adiestrado 
por  Ulysses  ,  se  fingió  desertor  pasándose  á  los 
Troyanos.  Dixoles  ,  que  Ulysses,  su  capital  ene- 
migo ,  hahia  hecho  que  recayese  en  él  la  trisíe 
suerte  de  ser  sacrificado  ,  para  que  con  su  sangre 
se  hicieren  propicios  los  Dioses  ,  y  navegase  prós- 
peramente la  Armada  Griega  :  que  él  resolvió 
huir  ,  conociendo  que  ?quel  sacrificio  no  era  vo- 
luntad de  los  Dioses  ,  sino  trama  y  disposición  ven- 
gativa die  su  enemigo.  Después  de  esto  les  dio  á 
entender  el  disimulado  y  astuto  fugitivo  ,  que  los 
Griegos  deseatan  con  todo  su  corazón  reconciliar- 
se con  la  Diosa  Palas,  consagrándola  aquel  caba- 
llo :  y  que  envidiosos  de  las  glorias  de  Troya  ,  le 
hicieron  de  aquel  inmenso  tamaño  ,  para  cumplir 
con  Palas  poniéndole  á  la  vista  de  todos  ,  sin  que 
pudiesen  los  Troyanos  introducirle  en  la  ciudad, 
logrando  con  él  algunas  ventajas ,  que  fuesen  fa- 
tales á  la  Grecia. 

3  No  fué  menester  oir  mas ,  para  que  todos 
á  una  boz  clamasen  ,  que  se  ¡r.etiera  dentro  el  ca- 
ballo. Aplícanse  á  porfía  á  abrir  en  la  muialla  una 
gran  brecha  \  y  con  maromas  y  máquinas  facili- 
taron su  introducción.  Concl:úda  esta  maniobra  ,  se 
fueron  todos  á  beber  y  baylar  ,  hasta  que  queda- 
ron rendidos  á  un  sueño  muy  profundo. 

4  Viendo  Sinon  el  feliz  efecto  de  sus  artes  en- 
gañosas ,  y  la  oportunidad  que  la  noche  y  descui- 
do de  los  Troyanos  le  ofrecían  ,  hizo  salir  del 
vientre  del  fatal  caballo  los  Soldados  i  y  al  mis- 
mo tiempo  hizo  llamada  con  una  hoguera  para  que 

la 


Z,  I  S  R  o         VI,  027 

la  Armada  se  acercase.  Entro  si'énciosaméiue  el 
exército  por  la  brecha  por  donde  metieron  los  Tro- 
yanos  el  cabaiio  :  repartióse  la  tropa  por  la  Ciu- 
dad :  tomaron  las  avenidas  de  las  calles  :  y  al  pun- 
to por  todas   partes   pegaren  fuego. 

5  Pyrrho  ansioso  de  vengar  la  muerte  alevo- 
sa de  su  Padre ,  corrió  como  una  fiera  al  Real 
Palacio  ,  donde  liizo  una  atroz  carnicería  ,  sin  per- 
donar á  edad  ni  sexo.  Alcanzó  al  joven  Poetes 
que  se  acogía  al  asylo  del  altar  de  Júpiter  :  y  de- 
lante de  su  anciano  padre  el  Rey  Priamo  le  de- 
golló ,  executando  después  lo  mismo  con  el  aíligi- 
do  Rey.  Busco  á  Polixena  ,  Princesa  Real  ,  y  hizo 
con  su  vida  un  sacrificio  ai  alma  de  su  padre  Achi- 
les ,  que  estuvo  enamorado  de  su  hermosura.  Con- 
cedió la  vida  á  la  viuda  de  Héctor  ^rdromacba; 
y  llevada  después  á  Grecia  ,  tuvo  de  clia  un  hijo 
llamado  Moloso  ,  que  en  adelante  fué  Rey  de  una 
provincia  de  Epiro  ,  que  se  apellido  con  su 
nombre. 

6  Aiax  el  LocretiTe  ,  forzó  á  Casandra  ,  sin 
respetar  el  sagrado  asylo  de  Palas  ,  á  cuya  estatua 
se  habia  abrazado.  Agammenon  la  liberto  la  vida, 
y  la  tuvo  consigo  ,  en  atención  á  sus  nobles  pren- 
das. 

Y  Mene'ao  no  tuvo  vergüenza  de  tomar  otra 
vez  á  Helena  ,  su  infiel  Esposa  ,  matando  á  Dei~ 
fhobo  ,  con  quien  estaba  casada  de  terceras  nup- 
cias. Hecuba  ,  Reyna  ii.feliz,  y  madre  desventu- 
rada de  tantos  y  tan  ilustres  Héroes  ,  vino  á  po- 
der de  Ulysses.  Heleno  ,  uno  de  los  hijbs  de  esta 
cautiva  Reyna,  fué  conservado  por  Phyrrho ,  y 
tratado  con  generosidad  ,  porque  como  tenia  el  don 
de  pronosticar  lo  futuro  ,  le  previno  que  no  se  em- 
barcase en  un  navio  ,  que  después  naufragó  ,  como 
]o  habia  pronosticado. 

8  También  se  trato  de  conceder  la  vida  al  ino- 
cente y  tierno  nieto  de  Priamo  ,  hijo  de  Héctor  y 

de 


31 8  INSTITUCIORTES  FOETICAS. 

de  Andromacha ,  por  condescender  á  las  lágrimas 
y  ruegos  con  que  su  madre  habia  movido  los  co- 
razones de  los  Generales  del  exército.  Pero  Ulys- 
ses  peroró  tan  vehementemente  ,  alegando  que  ea 
algún  tiempo  podria  el  niño  ^stianax ,  en  ven- 
ganza de  la  muerte  de  su  padre  y  abuelo  ,  conspi- 
rar contra  la  Grecia  ,  que  le  condenaron  á  muer- 
te ,  precipitándole  desde  Jo  alto  de  una  torre. 

9  Este  f'oé  el  fin  desgraciado  de  la  valerosa 
Ciudad  de  Troya  ,  después  de  una  gloriosa  defensa 
de  diez  años  ,  á  los  tres  siglos  que  la  fundo  Dar— 
daño.  El  fondo  de  esta  historia  se  tiene  por  ver- 
dadero ,  con  mezcla  de  varios  hechos  fabulosos, 
como  lo  es  la  estratagema  inverisímil  del  caballo 
preñado  de  gente  armada.  Ahora  es  menester  pa- 
ra concluir  esta  historia ,  y  dar  mas  luz  á  los 
que  desean  penetrar  las  obscuras  alusiones  de  los 
Poetas  ,  dar  alguna  noticia  de  las  aventuras  de  va- 
rios Héroes  ,  tanto  Griegos  como  Troyanos  ,  des- 
pués de  Ja  ruina  de  Troya. 

10  Diximos  arriba  el  torpe  y  sacrilego  atenta- 
do de  Aiax  el  Locrense  contra  la  honestidad  de 
Casandra  ,  y  respeto  á  la  imagen  de  Palas,  á  cu- 
yo asylo  se  acogió  aquella  infeliz  Troyana.  Palas, 
pues  ,  tomó  por  su  cuenta  el  castigo.  Tenia  esta 
Diosa  privilegio  de  Jiipiter  ,  para  disponer  por 
una  vez  de  los  rayos  y  de  los  vientos.  Luego  que 
Aiax  se  hizo  á  la  vela  para  restituirse  á  su  patria, 
usando  Palas  del  referido  privilegio  ,  alborotó  los 
mares,  y  con  un  rayo  abrasó  el  navio,  escapan  io 
Aiax  á  nado ,  hasta  gar.ar  unos  peñascos  no  dis- 
tantes que  se  llamaban  Cyres.  Allí  montando  en 
ira  contra  los  Dioses ,  blasfemaba  y  decia  que  no 
necesitaba  de  su  auxilio  para  salvar  la  vida  ,  te- 
niéndole mas  seguro  en  la  fuerza  de  sus  brazos. 
Neptuno  airado  por  tal  soberbia  ,  con  un  golpe  de- 
su  Tridente  derribó  las  peñas  de  que  estaba  asirio, 
y  se  ahogo  en  las  aguas.  La  compasiva  Thetis  le  dio 

66- 


z  I  a  R  o  vT,  2 10 

sepultura  con  sus  manos  á  la  orilla  del  mar. 

1 1  Nauplio  y  padre  lie  Palaniedes  ,  en  vengan- 
za de  que  lus  Generales  de  la  Armada  habían  con- 
denado á  muerte  á  su  hijo,  hizo  una  llamada  con 
fuegos  en  las  alturas  del  monte  Caphareo  ,  que  está 
en  la  Isla  de  Eubea  ,  y  mira  al  Helesponto ,  con 
el  fin  de  que  se  estrellasen  los  navios  en  los  es- 
collos de  que  abunda  aquella  costaj  pero  no  $e  le  lo- 
gro el  intento  ,  porque  Ulysses  y  Diomedes  toma- 
ron otro  rumbo. 

12  TJomeneo  y  uno  de  los  mas  valientes  de  la 
Armada  ,  viéndose  en  peligro  de  naufragar  ,  hizo 
voto  de  sacrificar  á  Neptuno  la  primera  cosa  que 
se  le  presentase  al  desembarcar  en  su  Reyno ,  si 
se  salvaba.  Tuvo  la  infeliz  suerte  de  que  el  pri- 
mero que  se  le  presen'ó  fué  su  hijo.  Deseando  cum- 
plir el  voto  ,  se  lo  impidieron  sus  vasallos  ,  que 
se  horrorizaban  de  una   acción  tan  inhumana. 

SECCIÓN    XIX. 


De  las  aventuras  de  Agamenón ,  y  de  su  hijo 
Orestes  ,  depues  del  Sitio  de  Troya, 


I      li^ 


Jií-ios  laureles  con  que  Agamenón  volvía 
coronado  y  triunfante  á  su  Corte  ,  fueron  cele- 
brados con  Tragedias.  En  su  Palacio  encontró  ene- 
migos mas  crueles  ,  que  los  que  acababa  de  vencer 
en  Troya.  Su  niuger  Clyíemnestra ,  durante  su 
ausencia  ,  le  fué  infiel  con  la  vergonzosa  amistad 
que  tuvo  con  Existo  ,  á  quien  ayudó  para  qui- 
tarle del  medio  ,  como  queda  referido  en  la  Sec.  12. 
de  Cite  cap.  No  ce^o  Casaiidra,  á  quien  Agamemnon 
traxo  consigo  ,  oe  advertirle  las  desdichas  que  le 
esperaban  ;  pero  tenia  la  desgracia  de  que  no  fue- 
sen 


3aO  lA-^STITXTClOIVES    POÉTICA^. 

sen  creídos  sus  vaticinios  ,  desde  una  ofensa  que 
hizo  á  Apolo  ,  el  qual  se  ver.gaba  de  ella  inspiran- 
do   incredulidad  acia  sus  predicciones. 

a  Orestes  ,  que  á  los  ultrages  hechos  á  su  per- 
sona por  su  madre  Cliteoinestia  ,  y  por  el  adúl- 
tero Egisto ,  vio  añadirse  la  alevosa  muerte  dada 
á  su  glorioso  padre  ,  á  ambos  les  quito  la  vida. 
No  bastaron  los  visos  de  razón  con  que  parecía 
cohonestarse  este  hecho  ,  para  que  dexasen  de  ator- 
mentarle las  Furias )  o  (por  mejor  decir)  los  re- 
mordimientos de  su  conciencia  ,  viendo  siempre 
delante  de  sí  el  sangriento  espectáculo  de  una  ma- 
dre asesinada  por  su  mano.  Le  era  insufrible  esta 
inquietud  ,  en  que  ponia  su  corazón  la  funesta  ima- 
gen de  Clytemnestra.  Entendió  de  los  Oráculos, 
que  no  cesarian  de  atormentarle  las  furias  ,  mien- 
tras no  pasase  á  la  Táurica  en  Scytia  ,  y  robase  del 
templo  de  Diana  la  Estatua  de  esta  Diosa ,  y  la 
llevase  á  Grecia.  Marchó,  pues  ,  en  compañía  de 
un  hijo  del  Rey  Strophio  ,  llamado  Pylades  ,  sin- 
gularísimo exemplo  de  amistad  constante  y  verda- 
dera. Llegaron  á  Táurica  ,  donde  luego  fueron  pre- 
sos confornie  á  la  ley  de  aquella  baibara  tierra, 
que  mandaba  sacrificar  en  las  Aras  de  Diana  á  los 
extrangeros.  Lleváronlos  á  la  presencia  de  ThoaSy 
Príncipe  y  Pontífice  Soberano  de  aquella  provin- 
cia ,  quien  tuvo  la  bondad  de  conceder  una  de  las 
dos  vidas,  mandando  que  se  sortease.  La  heroyca 
amistad  que  los  dos  se  profesaban  mutuamente  no 
permitia  el  sorteo  ,  ofreciéndose  el  uno  por  el  otro 
al  sacrificio.  Después  de  una  fuerte  competencia, 
hubo  necesidad  de  ceder  ,  y  tocó  á  Orestes  la  des- 
gracia.. Entregáronle  á  la  Sacerdotisa  Iphigenia, 
ministra  del  cruel  sacrificio.  A  pocas  palabras  que 
ios  dos  hablaron  ,  se  reconocieron  ambos  por  her- 
manos i  y  atropellando  peligros  ,  quitaron  la  vida 
al  inhumano  y  supersticioso  Thoas ,  se  juntaron 
.conei  fino  amigo  Pilades ,  y  huyeron  con  la  Esta- 
tua, 


ri  s  RO    VI.  32 1 

tua ,  ocultándola  en  un  haz  de  leña  ,  por  lo  que 
después  se  llamo  Diana  fascellit.  Puestos  en  Gre- 
cia libres  todos  tres  ;  Orestes  ,  exento  ya  de  las 
Furias  ,  empuñó  el  cetro  de  su  padre  ,  y  fundó 
muchas  Ciudades  ,  entre  las  quales  fué  una  Üreí" 
ta  ,  que  en  adelante  se  llamó  ^ndrinopoli  en  la 
Thracia. 

SECCIÓN     XX. 

De  las  aventuras   de   Ulises  después  de   la 
ruina  de  Troya, 

1  J^  oda  la  prudencia  y  sagacidad  de  Uly- 
ses  no  fué  suficiente  para  eximirle  de  los  reveses 
•de  la  fortuna  ,  cuya  quülidad  esí-ncialísima  es  la 
.iiiconstanLÍa.  Después  de  diez  años  en  el  sitio  de 
Troya  ,  de  donde  se  retiró  victorioso  ,  paso  otros 
diez  peleando  con  muchas  desdichas  en  su  larga 
navegación.  Apenas  se  hizo  á  la  vela  ,  quando, 
una  borrasca  lo  arrojo  á  las  costas  de  Thra- 
cia en  tierra  de  los  Ciconios  ,  donde  perdió  á 
Hecuba  ,  quien  sabiendo  que  su  hijo  Polidoro  tS" 
taba  enterrado  á  la  orilla  de  aquel  mar  ,  quiso 
tener  el  consuelo  de  visitar  su  sepulcro  ,  disimu- 
lando con  su  infame  y  avariento  yerno  Polym— 
«íírof ,  Rey  de  Tracia  ,  á  quien  fio  la  seguridad 
de  su  hijo  durante  el  cerco  de  Troya  ,  y  él  le 
quito  la  vida  por  apoderarse  de  los  ricos  tesoros 
que  le  dio  su  madre  al  ausentarse.  Para  atraerle 
y  quitarle  todo  rezelo  ,  le  dio  á  entender  que  que- 
ría depositar  en  sus  manos  algunas  preciosidades 
que  la  habian  quedado  después  del  incendio  ,  y 
pérdida  de  Troya  y  de  todo  su  Reyno.  Presen- 
tóse el  vil  Polymnestor  á  su  suegra  ,  la  qual  ea 
X  de$- 


32»  TTSrSTITVClONES  POÉTICAS, 

d«sahogo  de  su  cólera  ,  le  arrancó  los  ojos  con 
las  uñas  j  y  para  no  sobrevivir  mas  á  las  desgra- 
cias á  que  la  reduxo  su  mala  suerte  ,  se  quito  á 
sí  misma  la  vida.  Ovidio  dice  que  los  de  Tracia 
la  apedrearon  por  haber  sacado  los  ojosa  su  Rey, 
y  que  fué  transformada  en  Perro. 

a  Mucha  pesadumbre  tuvo  Ulyses  por  la  pér- 
dida de  tan  ilustre  y  desafortunada  Reyna  ,  á 
quien  estimaba  en  mas  que  toda  la  riqueza  que 
le  pf'rteneció' en  el  saqueo  de  Troya.  Pero  aua 
le  restaban  mas  infortunios.  En  vez  de  dirigirse 
(desde  alii  á  su  patria  Ithaca  ,  otra  borrasca  lo 
arrebato  á  las  costas  de  África  en  tierra  de  los 
Lotophagos  ,  llamados  así  por  la  fruta  Lotos  ,  cu- 
yo gusto  es  tal  ,  que  habiéndola  probado  sus  ma- 
rineros ,  resistieron  su  vuelta  á  Grecia  ,  siendo 
preciso  obligarlos  á  embarcar  por  fuerza, 

3  Otra  tempestad  lo  llevó  á  Sicilia  ,  donde 
dio  en  manos  de  Polyphemo  ,  el  mas  terrible  de 
los  Cyclopes  ,  de  quienes  se  habló  en  el  Cap.  i^ 
Secc.  4.  Este  Gigante  le  comió  seis  soldados ,  y 
-por  cortesía  le  dixo  que  ya  no  comerla  mas  que 
otro.  Ulyses  tuvo  maña  para  emborracharle  ,  y 
después  con  un  tizón  quemarle  el  único  ojo  que 
tenia  ;  y  luego  huyó  á  ampararse  del  Dios  Eoh, 
quien  le  agasajo  mucho,  y  le  regaló  todas  las  es- 
pecies de  vientus  ,  menos  los  Zéphiros,  que  encer- 
ró en  un  tonel  para  que  no  le  hicieran  daño  en 
su  navegación.  Pero  I  los  soMsdos  por  curiosidad 
abrieron  el  tonel  ,  y  escapándose  los  Zéphiros  se 
echaron  después  sobre  la  armada  de  Ulyses  ,  ar- 
rojándola á  las  Islas  del  mismo  Eolo  .  que  enfa- 
dado por  la  curiosidad  de  los  soldados  no  quiso 
recibirlos  ,  y  tuvieron  necesidad  de  tomar  puer— 
•to  en  tierra  de  los  Lestvigones  ,  donde  hoy  es- 
tá Cayeta-y  y  era  entonces  habitada  de  Antropba^ 
gas  ,  ó  Con)edores  de  carne  humana  ,  cuyo  Rey 
llamado  Anúphates  ,  se  tragó  alguno¿  soldados, 
-  ■--  echan- 


Z  I  S  R  o      VI,  2^1 

echando  todos  los  iSi avíos  á  fondo  ,  menos  eí  de 
JJiyses. 

4  Huyó  de  aquí  ,  y  dio  en  una  Isla ,  donde 
vivía  Chce  ,  hija  del  Sol  ,  casada  con  un  Princi- 
pe de  los  Scirruatas.  Fué  la  inventora  de  los  ve- 
nenos y  encintos  ,  y  hacia  experiencias  de  su  efi- 
cacia en  todos  ,  sin  excepción  de  .su  marido  ,  por 
reynar  elia  sola  j  y  asi  se  vio  perseguida  de  suer- 
te ,  qije  tuvo  qye  huir  al  pro.nonrorio  de  una  Is- 
la cerca  de  Hctruria  en  Italia,  Habiendo  ,  pues, 
Uiyies  enviado    algunos    que  explora>en  el    pais. 

Circe  los  transformo  en  Cerdos  ,  y  en  otras  figu^ 
ras  do  animaies  ,  [nedianre  una  bebida  que  les  dio 
con  pretexto  de  agasajarlos.  íSolo  se  liberto  de  los 
hechiios  Aí/f.'7üc<7,  que  al  instante  corrió  á  dar  par- 
tea Liyses  de  lO  qup  pasüba.  Quedó  sorprehendido 
con  ¡a  tioticia  ,  y  quiso  ver  á  la  hechicera  ;  pa+- 
ra  lo  qnal  le  dio  Mercurio  una  yerba  llaniada 
Jt'Tolv  ,  con  que  los  Dioses  se  preservan  de  en- 
cantos y  Tenencs.  Cor:  esta  prevención  ,  al  pun- 
to que  la  vio  Ulyses  la  amenazó  con  la  espa- 
da ,  si  prontamerte  no  le  restituía  su  gente  en 
su  primera  figura  humana.  Obedeció  Circe  ,  y  se 
hicieron  ainbos  tan  íntimos  amigos  ,  que  tu- 
vieron después  muchos  hijos  ,  de  los  quales  el 
mayor  se  llamó  Telegon.  Las  brujerías  de  Cir- 
ce le  proporcionaron  baxar  al  infierno  á  hacer 
ciertas  consultas  que  deseaba.  Allí  encontró  á  El^ 
fenor  ,  uno  de  sus  compañeros  ,  que  acababa  de 
dexar  á  Circe  muriendo  de  una  caida  por  estar 
borracho.  Vio  á  su  madre  enrielen  ,  y  ai  adivi- 
no Ttresias  ,  con  quienes  tuvo  un  rato  c!e  con- 
versación ,  y  les  consulto  sobre  su  destino  :  con 
esto  se  volvió  en  busca  de  Circe  ,  con  ánimo  de 
embarcarse  luego  ,  y  prcstguir  su  viage. 

5  En  la  Sec.  XII.  del  Cap.  1.  referimos  ya 
como  Ulyses  se  liberto  del  peli^^roso  canto  de 
las  Sirenus  :  y  que  habiénoose   también  escapado 

Xi  d« 


324  XJSrSTITUCXOWES  POETICES. 

de  Scyla  ,  y  de  Carybdis  ,  tomo  puerto  en  la  Is- 
la de  Sicilia.  En  ella  ,  pues  ,  encontró  á  Phetu- 
sa ,  hija  del  Sol  ,  que  guardaba  el  ganado  sacro 
de  s;i  padre  ,  al  que  no  permitió  tocasen  sus  sol- 
dados ,  según  Circe  se  lo  tenia  advertido.  Pero 
ellos  apretados  del  hambre  ,  en  ocasión  que  Uly— 
ses  estaba  dormido  ,  tomaron  algunos  Bueyes  del 
Sol  ,  y  hechos  quartos  los  pusieron  á  asar  ^  pero 
entre  .las  ascuas  dieron  tan  terribles  bramidos, 
que  .todos  escaparon  á  esconderse  en  el  Navio,  y 
haciéndose  á  la  vela  ,  naufragaron  ,  á  excepción 
de  Ulyses  que  se  salvo  en  una  tabla  ,  arribando 
con  grandísimo  trabajo  á  la  Isla  de  Orgygiay 
donde  la  Nimpha  CcJypso  le  hospedó  mucho  tiem- 
po con  generosidad  ^  y  después  le  dio  un  Navio 
bien  equipado  ,  en  que  prosiguiese  el  viage  á  su 
patria.  Pero  Neptuno  en  venganza  de  hab^r  saca- 
do el  ojo  á  su  hijo  Poliphemo  ,  le  abrió  la  em- 
barcación j  y  se  hubiera  ido  á  pique  si  la  N¡m— 
pha  Leucotkoe  no  le  socorriera  con  otra  tabla 
que  le  llevo  á  la  Isla  de  los  Pbeacos  acia  el  mar 
Adriático  ,  que  es  Corfú  ,  Corcyra  ,  ó  Córcpgüy 
donde  Nausicae  ,  hija  de  ^Icinoo  ,  Rey  de  la  Is- 
la ,  encontrándolo  fatigado  ,  y  desnudo  á  la  orilla 
del  mar  ,  le  cubrió  con  un  manto  ,  y  le  presentó 
á  la  Reyna  su  madre  ,  que  conociéndole  por  cier- 
tas señales  de  que  ella  tenia  noticia  ,  le  obsequió 
conforme  merecía  su  fama  y  alta  calidad  ;  y  des- 
pués de  recobrado  de  sus  grandes  fatigas  ,  le  dio 
un  Navio  ,  en  que  aporto  felizmente  á  su  deseada 
patria   la  Isla  de  Ithaca. 

6  Impaciente  vivia  su  muger  Penelope ,  de- 
seando verle  después  de  veinte  años  de  ausencia. 
Intentaron  persuadirla  que  habia  perecido  en  un 
naufragio  ,  para  casarse  con  ella  algunos  que  la 
pretendían  con  instancias.  Pero  ella  firme  en  amar 
á  su  esposo,  y  en  esperar  su  vuelta  ,  los  entre- 
tenía con  que  les  diría  su  resolución  en  concluí 

yen- 


Z  I  TIRO    VI.  31^ 

yendo  una  tela  que  estaba  texiendo  :  pero  larga 
iba  :  pues  destexia  de  noche  lo  que  de  dia  ade- 
lantaba 

•j  Ulysés  noticioso  de  los  pretendientes  de  su 
honesta  y  casta  esposa  ,  discurria  medios  de  dar- 
se á  conocer  sin  exponer  su  vida  á  la  traición 
que  temia  le  fraguasen  aquellos  atrevidos.  Mi- 
nerva se  le  apareció  un  dia  ,  y  le  dixo  que  sa 
vistiera  de  Paisano  ,  y  en  este  trage  hablara  con 
Thelemaco  su  hijo  ,  y  con  un  criado  ,  labrador  an- 
tiguo de  su  casa.  Hizolo  así  :  y  de  común  acuer- 
do mataron  á  los  pretendientes  de  Penelope  ,  cu- 
ya maro  solicitaban  conseguir  como  por  fuerza. 
Restablecido  en  ¡a  posesión  del  trono  ,  y  de  su 
amable  e^pi'^sa  ,  no  cesaron  sus  cuidados  ^  porque 
el  adivino  Tiresias  le  predixo  que  morirla  á  ma- 
nos de  sus  hijos.  Los  amabft  mucho  ,  y  no  quiso 
tomar  otra  determinación  que  la  de  retirarse  á 
vivir  en  una  soledad.  Pero  antes  le  alcanzó  el  fa- 
tal vaticinio  5  porque  viniendo  á  cumplimentarlo 
en  su  Corte  ,  y  prestarle  la  obediencia  Telegon 
su  hijo  ,  que  nació  de  Circe  ^  como  no  le  cono- 
cían los  Guardias  le  negaron  la  entrada  en  Pa- 
lacio :  de  que  resultó  un  grande  alboroto.  Acudió 
Ulyses  :  y  Telegon  ,  sin  conocerle  ,  le  hirió  con 
un  chuzo  que  en  la  punta  tenia  una  espina  de 
Trucha  de  mar  ,  con  lo  qual  murió. 


X3  SEC- 


345  lUSTITUClON-ES     TOKTICAS. 

SECCIÓN     XXI. 

De    JEneas» 

-  \  JR^estruida  Troya  ,  y  todo  su  país  aso- 
lado,  los  que  pudieron  salvarse  tia'aron  de  ir  á 
buscar  fortuna  en  otras  partes.  Jlntenor  ,  uno  de 
los  Generales  del  exército  Troyano ,  con  una  hi- 
ja suya ,  y  ios  Henetos  ,  o  Papklagonios  que  qui- 
sieron seguirle,  se  dirigió  al  mar  Adriático  ,  don- 
de tchó  los  fundamentos  de  una  Ciudad  ,  que  hoy 
es  Venecia.  Y  internándose  mas  en  aquella  re- 
gión ,  fundó  á  Patavium  ,  que  es  Padua.  Fran- 
cion  y  hijo  (según  dicen  )  de  Héctor  ,  fon  aquellos 
que  56  le  agringaron  ,  fué  á  establecerse  en  las  ri- 
beras del  Rhin.  Pero  la  mayor  parte  siguió  á 
JEneas  5  hijo  de  ^Inchises  ,  y  de  la  Diosa  Ve- 
rus  ,  que  á  la  sazón  estaba  casado  con  Creusa  hi- 
ja del  Key  Priamo  ,  y  de  Hecuba  su  muger. 

1  Juntando  ^neas  tcdo  lo  que  pudo  salvar 
del  saqi;eo  y  incendio  de  Troya,  donde  desapa- 
reció para  siempre  Creusa  su  esposa  ^  y  sacando 
sobre  sus  hombros  á  su  padre  AnchiseS  ,  y  á  los 
Dio.ics  Penates  ,  y  llevando  de  la  mano  á  su  pe- 
queño hijo  Julo  yíscanio  ,  se  encaminó  á  juntan- 
dro  ,  no  muy  distante  del  monte  Ida  ,  donde  ha- 
llo su  armada  de  veinte  Navios  ,  pronta  para 
hacerse  á  la  vela  á  las  Costas  de  Thracia ,  donde 
pensaba  edificar  una  Ciudad.  Pero  habitndo  des- 
embarcado ,  le  hizo  mudar  de  idea  un  acaso  pro- 
digioso :  y  fué  que  empezando  á  desmontar  y  ar- 
rancar malezas  ,  salió  sargre  ,  y  se  oyó  una  voz 
astiiiisra  y  Jiigiibre,  Conocióse  que  era  del  infe- 
liz Polydoro  ,  que  estaba  allí  sepultado  ^  según  se 

re- 


Zj  I  a  R  o   VI.  jiy 

tefírió  en  la  Sección  antecedente  ,  habiéndole 
muerto  el  pérfido  Polymnestor  :  por  lo  qual  resol- 
vio  pasar  á  Creta  ,  de  donde  tuvo  también  que 
partirse  obligado  de  una  furiosa  peste  ,  y  de  que 
en  sueños  le  advirtieron  los  Oráculos  que  dirigie- 
se su  rumbo  á  Italia  ,  donde  los  Hados  le  desti- 
naban para  el  establecimiento  de  un  grande  Im- 
perio. 

3  Emprendió  su  navegación  ,  y  una  fuerte 
borrasca  le  arrojo  á  las  Islas  Strophadus  ,  donde 
le  persiguieron  y  molestaron  las  Harpías  ,  ijni— 
cas  habitadoras  de  aquellos  lugares.  Prosiguió  su 
viage  costeando  el  Epiro  ,  y  tuvo  el  impensado 
gusto  de  encontrar  á  ^nJrómaca  ,  Viuda  de  Héc- 
tor ,  con  quien  caso  después  Pyrrho  ,  llevándola 
á  Grecia  :  y  habiéndola  repudiado  ,  la  casó  con 
Heleno  ,  á  quien  por  nltimo  beneficio  hizo  Rey 
de  aquella  tierra.  Fué  muy  bien  recibido  y  ob- 
sequiado ^neas  de  su  concuñado  Heleno  ,  de 
quien  á  su  partida  recibió  avisos  muy  importan- 
tes para  la  felicidad  de  su  viage  ,  que  desde  allí 
dirigió  á  Italia.  Tomó  tierra  en  Trápana  de  Si- 
cilia ,  habiendo  pasado  con  felicidad  las  costas 
de  los  Cyclopes  ,  de  cuyo  poder  saco  á  un  infeliz 
compañero  de  Ulyses  ,  que  por  descuido  dexó  allí 
aquel  errante  y  desgraciado  Príncipe  :  y  habien- 
do también  navegado  dichosamente  los  Promon- 
torios de  Scyla  ,  y  Carybdis  ^  aunque  con  la  pe- 
sadumbre de  morir  allí  cargado  de  años  ,  y  de 
trabajos  su  padre  Anchises.  Pero  le  sirvió  de  mucho 
consuelo  la  nobleza  del  anciano  ^oestes  ,  quien 
después  de  haberle  obsequiado  generosamente  ,  le 
regaló  en  la  despedida  generosos  licores  ,  y  abun- 
dancia de  provisiones  y  refrescos  para  su  Ar- 
mada. 

4  La  rencorosa  Juno  ,  enemiga  implacable  de 
la  nación  Troyana  ,  no  podia  sufrir  los  benefi- 
cios que  generosamente    recibía  de  los  Principes 

X4  en 


3^3  jT7Sr nució PTKs  poetices: 

en  todas  partes.  Y  viendo  que  por  si  sola  no  po- 
dia  acabar  con  todos  ellos  (tan  reconcentrado  es- 
taba su  odio  desde  la  sentencia  de  Paris  )  se  em- 
peñó con  J^olo  para  que  soltando  los  vientos  ,  des- 
truyese á  ^neas  con  toda  la  Esquadra  ,  sepul- 
tándolos en  lo  profundo  del  mar.  No  pudo  Eolo 
negarse  á  tan  alto  empeño.  Dio  libre  salida  á  los 
vientos  ,  y  estuvo  JEneas  para  perececer,  si  Nep- 
tuno  ,  indignado  de  que  Eolo  se  metia  donde  no 
le  tocaba  ,  no  hubiera  echado  fuera  los  vientos  y 
serenado  los  mares.  Por  fin  la  Esquadra  ,  aunque 
muy  maltratada  ,  aportó  á  Carthago  en  las  costas 
de  África  ,  á  los  siete  años  después  de  su  parti- 
da de  Troya. 

¿  Reynaba  en  aquella  tierra  Elisa ,  por  otro 
nombre  Dido  ,  viuda  de  Sycheo  ,  Principe  de  Phe- 
nicia  ,  á  quien  su  cruel  y  pérfido  hermano  Pig- 
maleon  ,  Rey  de  Tyro  ,  quitó  alevosamente  la  vi- 
da por  apoderarse  de  sus  tesoros.  Y  queriendo 
este  avariento  Rey  hacer  lo  mismo  con  su  her- 
mana ,  huyó  con  toda  su  riqueza  ,  y  los  Pheni- 
cios  que  la  quisieron  seguir  ,  hasta  tomar  puer- 
to en  África  enfrente  de  Trápana  de  Sicilia.  De- 
seando establecerse  allí  ,  no  pudo  conseguir  mas 
terreno  que  el  que  pudiese  coger  la  piel  de  un 
Toro.  Dido  discurrió  dividir  sutilísimamente  en 
delicadas  correas  Ja  piel  ,  de  modo  que  pudo 
con  esta  industria  abrazar  suficiente  exleníion  de 
suelo  para  edificar  á  Cartago  ,  que  por  la  piel  de 
Tero  se  llamó  también  Byrsa.  Quando  los  Tyrios 
ó  Phenicios  llevaban  muy  adelantados  los  edifi- 
cios de  su  nueva  población  ,  y  proseguían  con  el 
mayor  calor  hasta  concluirlos  todos ,  liego  JRntzs 
á  ampararse  de  esta  Reyna. 

6  La  fama  de  este  Héroe  ,  y  la  celebridad  del 
sitio  de  Troya  ,  inclinó  el  ánimo  de  Dido  á  hos- 
pedarle con  real  liberalidad  ,  y  saber  de  su  boca 
con  tan  buena  ocasión  los  prodigiosos  sucesos  de 

que 


ü]ü(S  él  habia  sido  testigo  ,  y  parte  muy  principal. 
Satisfizo  .'Eneas  la  curiosidad  de  la  Reyna  como 
huésped  agradecido  :  y  quedo  Di.io  tan  prenda- 
da de  él  ,  que  no  pudo  disimular  su  pasión.  Ha- 
bia hecho  proposito  de  no  conocer  mas  marido 
desde  la  alevosa  y  cruel  muerte  de  su  esposo  Si- 
cheo  ,  á  quien  amó  muy  de  veras.  Por  eso  cerró 
los  oídos  á  los  ruegos  de  Jarbas  ,  Rey  de  Getulia 
su  vecino  ,  que  se  hallaba  resentido  del  desayre. 
Pero  á  vista  de  la  heroyca  gallardía  del  hijo  de 
Venus  ,  mudó  sus  propósitos  ,  no  teniendo  tuer- 
zas para  resistir  el  incendio  amoroso  en  que  ar- 
dia  su  corazón.  Declaróse  en  fin.  Pero  ^,neas  re- 
cibiendo una  orden  muy  estrecha  de  Jiipiíer  para 
ir  á  Italia  á  donde  le  llamaban  los  Hados  ,  re- 
solvió su  viage,  sin  que  fuesen  capaces  de  detener- 
le las  lágrimas  ,  quejas  y  suplicas  amorosas  de  la 
triste  Reyna;  la  qual  zelosa  y  desesperada  ,  su- 
bi^indo  sobre  una  Pyra  con  mil  execraciones  de 
ira  contra  su  ingrato  amante  ,  se  quitó  la  vida 
atravesándose  el  pecho  con  una  espada  ,  á  vista 
de  la  Armada  de  iEneas  que  empezaba  á  navegar 
viento  en    popa. 

7  Arribo  segunda  vez  á  Sicilia  forzado  de 
una  borrasca  ,  después  de  haberse  alejado  de  las 
costas  de  Carthago.  Hizo  allí  las  honras  funerales 
por  el  alma  de  su  padre  Anchises  ,  celebrándolas 
con  varios  géneros  de  juegos  ,  o  combates  :  y  de- 
xando  en  la  Corte  de  Acestes  la  gente  inhábil  pa- 
ra las  armas  ,  prosiguió  su  rumbo  de  Italia.  Lle- 
go felizmente  é  Cumas  ,  donde  visitó  en  su  Cuc- 
ha á  la  Sybilla  con  el  fin  de  que  le  diera  luces 
para  acertar  á  descender  á  los  infiernos  ,  y  en- 
trar en  ¡os  Campos  Elíseos  ,  deseoso  de  ver  en 
ellos  á  su  padre  Anchises  ,  y  averiguar  la  serie 
de  su  destino.  Puso  en  execucion  su  difícil  viage, 
mediante  el  ramo  de  oro  que  hallo  antes  ,  y  era 
necesario  para  presentarle  á  la  Diosa  Proserpiua. 

Viiel- 


33©  INSTITUCIONES  POUTlCyiS. 

8  Vuelto  de  los  inhernos  se  eoibarcó  otra  vez, 
y  á  la  embocadura  dei  Rio  Tzhre  ,  fue  subiendo 
hasta  tierra  de  Laurento  ,  donde  mandaba  el  Rey 
Latino  ,  quien  le  recibió  amistosamente  :  y  sa- 
biendo la  causa  de  su  venida  ,  le  ofreció  por  es- 
posa á  su  hija  Lavinia  ,  sin  embargo  de  que  te- 
nia dadi  ya  palabra  á  Turno  Rey  de  los  Rutu- 
ios ,  á  quien  favorecía  en  este  negocio  la  Reyna 
^mata  ,  muger  de  Latino.  Sobre  tan  felices  prin- 
cipios se  levantaron  al<?gres  esperanzas  en  el  áni- 
mo de  iEneas  ,  que  daba  ya  por  bien  empleados 
sus  trabajos  ,  y  navegaciones  peligrosas  de  tantos 
años. 

p  Pero  la  vengativa  Juno  ,  hecha  una  Onza 
por  la  prosperidad  de!  hijo  de  Venus  su  rival  y 
competidora,  hizo  venir  al  instante  á  alecto,  una 
de  las  furias  infernales  ,  para  que  avivase  el  fu- 
ror de  la  guerra  ,  y  desbaratase  las  pretensiones 
de  los  Troyanos.  Turno  ,  y  sus  aliados  se  halla- 
ban muy  pujantes  en  armas  y  gente.  Las  fuerzas 
de  ^neas  eran  muy  inferiores  ,  y  aun  vivia  con 
desconfianza.  Mas  el  Dios  Tiberino  Je  advirtió 
que  se  acercase  á  un  parage  ,  en  donde  después 
se  edifico  Roma  ;  y  en  él  hallo  al  Rey  Evan- 
dro  ,  con  quien  hizo  amistad  ,  y  en  cuya  demos- 
tración recibió  algún  socorro  de  tropa  ,  á  cuya 
frente  quiso  ir  de  Capitán  Palante  ,  hijo  único 
de  aquel  Rey  :  y  fué  á  juntarse  con  los  Troya- 
nos.  Al  mismo  tiempo  ^neas  solicito  y  logró 
agregar  á  su  partido  á  los  Tyrrenos  ,  que  se  ha- 
bían levantado  contra  su  Rey  el  cruel  Mezencio^ 
por  su  ferocidad  tan  horrible  ,  que  matando  á 
unos  ,  hacia  poner  á  otros  vivos  sobre  los  cadá- 
veres ,  uniéndolos  boca  con  boca  para  que  fuera 
su  muerte  mas  dilatada  y    horrorosa. 

10  Durante  la  ausencia  de  ^neas  para  sus 
liegociaciones  ,  sufrió  sa  exército  brabos  ataques 
de  Turno.  También   los  Rutulos   pegaron  fuego  á 

sus 


X,  I  s  ít  o    VI.  33t 

sus  Navios  ,  que  Júpiter  transformó  en  Nittifhas 
marinas  á  instancia  de  Cyheles  ,  qne  era  [atroiia 
de  la  Armada.  Se  iiiibieran  visto  los  Troyanos 
redncidos  á  la  ultima  miseria  ,  si  luego  no  hubie- 
se llegado  A'.neas  con  la  gente  aliada  ,  y  su  ma- 
dre Venus  no  se  valiera  del  favor  de  Júpiter  con- 
tra la  rabia  y  arles  de  la  implacable  Juno.  Tam- 
poco se  descuido  Venus  en  encargar  á  Vulcano 
unas  armas  que  á  ^neas  le  hiciesen  invulnerable, 
y  un  escudo  en  que  estuviesen  grabadas  las  futu- 
ras hazañas  de  sus  descendientes  los  Romanos, 
para  que  á  vista  de  ellas  tomase  aliento  y  vencie- 
se en  los  coiubates. 

II  Mucha  sangre  se  derramó  por  ambas  par- 
tes en  esta  guerra  ^ue  había  de  abrir  los  cimien- 
tos del  futrro  Imperio  universal  de  ia  tierra.  Fué 
grande  el  dolor  de  Alneas  por  la  muerte  de  Ni— 
so  ,  y  de  ICurialo  ;  pero  se  vengó  con  otras  mu- 
chas ,  y  con  la  de  Mezencio,  y  su  hijo  Lguso.  La 
Rey  na  de  los  l'olscos  ,  la  valerosa  Camila  ,  era 
una  de  las  fuerzas  mas  principales  de  Turno,  por 
ser  como  un  León  en  la  generosidad  ,  y  tan  ve- 
loz en  ia  carrera  ,  que  parecia  no  tccar  con  los 
pies  en  el  suelo.  Pero  esta  muger  cayo  en  la  pe- 
lea atravesada  con  la  punta  de  un  chuzo  arrojado 
por  mano  no  conocida.  Esta  muerte  derramo  un 
terror    grande  sobre  el  exército  de  los  Kutulos. 

12  Entre  el  ardor  de  la  batalla  fué  herido 
con  una  flecha  el  valiente  ^,neas  ,  á  quien  no  so- 
lo sanó  de  repente  su  madre  Venus  con  la  yerba 
Díctamo  ,  sino  que  le  aumentó  el  valor  asi  á  él 
como  á  los  suyos  en  tanto  grado  ,  que  desespera- 
do Turno  desafió  á  iEneas  á  singular  batalla,  en 
que  quedasen  decididas  las  competencias  con  la 
muerte  de  uno  solo.  Aceptó  i5ineas  :  vinieron  los 
dos  á  las  manos  ,  y  Turno  fué  derribado  y  muer- 
to por  iEr.eas.  Triunfante  y  glorioso  ,  quedo  en 
pacifica  posesión  de  Lavinia  ,  y  del  Reyno  de  los 

La- 


33*  IJVSTITI'CTSIVES    POÉTICAS. 

Latinos.  Fortifico  la  Ciudad  Lavinia  cerca  de 
Laurento.  Juio  ^scanio  sucedió  en  el  Trono  á  su 
padre  ^neas  ,  y  fundó  la  Ciudad  de  Jllva  ,  lla- 
mada Longa  por  su  figura  ,  llamándose  yíhonof 
sus  habitantes  :  fué  Corte  de  los  Latinos  hasta  el 
tiempo  de  Romulo  que  echó  los  primercs  funda- 
mentos de  la  soberbia  Ciudad  de  Roma  ,  seño- 
reándose de  todo  el  pais  circunvecino,  yulio  Hos~ 
tilia  ,  tercero  Rey  de  los  Romanos  ,  asoló  la  Ciu- 
dad de  Alva,  sin  dexar  vestigios  de  ella.  Esta  es  la 
Historia  de  iílneas  ,  verdadera  en  el  fondo  ,  pe- 
ro mezclada  y  confundida  con  solemnes  mentiras 
que  introduxéron  los  Poetas  ,  y  la  adulación  de 
Virgilio  al  Pueblo  Romano,  y  á  Augusto  César, 
su  protector. 

13     Me  parece  que    con  lo   dicho    hasta  aquí 
tienen  los    principiantes  una  suficiente  noticia  de 
la  Historia  Poética  ,   para  no  entrar  á   obscuras 
en  la  lectura    de  los  Poetas  clásicos  ,  que  han  de 
ser  los  modelos  por  donde  deben  formarse  ,  y  ha- 
cerse al  buen  gusto  de  la  Poesía.   No  dexo  de  co- 
nocer que  también  ayudaria  mucho   para  el  mis- 
mo fin  el  tener  algún    conocimiento   de   los  ritos, 
sacrificios  ,  ceremonias  ,  usos  ,  costumbres  ,  tra— 
ges  ,    juegos  ,    espectáculos  ,  fiestas    sagradas  ,   y 
otras  cosas  semejantes  ,  á  que  aluden  muchas  ex- 
presiones ,  y  conceptos   de    los    Poetas    antiguos; 
pero  considerando  que  esto    seria    alargar  dema- 
siado  unas    Instituciones  proporcionadas   al  corto 
tiempo  que  acostumbran    emplear    en    su   estudio 
los  jóvenes  j  y  que  por    otra  parte    suelen    haber 
adquirido    esta    Instrucción  ,  quando   estudian   la 
propiedad  de  la   lengua  Latina  ,  ó  Griega  ,  y  in- 
terpretan los  Historiadores  ,  y  Oradores  antiguos, 
donde   se    hallan  estas    noticias  ,  las    he  emitido 
aquí.  No   hay  Escuela  de  latinidad  establecida  so- 
bre buen    método  ,  donde  los   jóvenes  no  se  exer— 
citen  en  la  interpretación  de  Livio  ,  sirviéndoles 

de 


í  T  s  R  o  VI.  333 

«Je  Maestro   no  solo  de  la  lengua  ,  sino  de  los  sa- 
crificios ,  ritos  y    costumbres  de  los    Gentiles  ;   á 
que  se  añade  la    lectura  treqiiente  que   se  les  en- 
carga de    la  útilísima  obra  de    Cantelio ,  ó  la  de 
ííieupor  ,   en  que  se  halla   recopilado  quanio  hay 
que  desear    en    la   materia.    Solo   me  resta    decir 
acerca  de   ¡a    IVlytiiologia  ,   que  aquella   multitud 
de  Deidades    manifiesta  que  el    hombre   con  sola 
la  luz    natural    conocía  su    dependencia  ,  y  nece- 
sidad   del    auxilio  Divino.   Para    nada  se  juzgaba 
suficiente    por  si  mismo  ,  quando  aun  para  las  CO" 
sas  mas  pequeñas  creía  estar  señalado  un  Numen 
que  las  protegiese.  Acaso  pudiéramos  tener  funda- 
mento para   ji'zgar  que   eiios  creian  la  existencia 
de  un  solo  Dics  infiaito  ,  y  inficttaiiiente  bueno 
y  justo  ;  y  que  todas  las  otras  Deidades  no  eran 
mas  que    unas  imágenes    de  sus  atributos.    Acaso 
serian  estas   las  ideas  ese  los  mas  antiguos  Poetas 
y  Philosophos  ,  las  quales   vinieron  á   trastornar- 
se ,  y   ridiculizarse  por  la    ruda  y  desatinada  in- 
teligencia del   numeroso  vulgo  ,  cuyos   errores  ,  y 
preocupaciones  se   multiplican  tanto  como  las  ge- 
neraciones   mismas  ,    y    siempre  con  decadencia. 
Algunos  también  h^n  querido  decir  que  las  Fábulas 
Mythologicas  no  fueron    mas  que  un  velo    mibte— 
rioso  en    que    se  ocultaban  verdades    morales  ,  ó 
fisicas  :  y  no  hay   duda  que   conforme  á  los   ca- 
racteres ,  y  oficios  de    algunas   Deidades  ,  suelen 
simbolizarse  con  bastante  proporción  máximas  im- 
portantes á  la  vida    moral  y    política.  Otros    han 
creído  rastrear   la  verdad  histórica  de  los  tiempos 
remotísimos   ,   valiéndose    de  las  fábulas  ,    como 
Theseo  del     hilo   de   Ariadna   para    entiar   en   el 
enredado  Laberinto  de  la  antigüedad  ,  que  hemos 
perdido   de  vista  muchos  siglos  hace.    Los  Santos 
Patriarcas  ,  y  varios  verdaderos  Héroes  del  Pue- 
blo de  Dios  ,    han   sido    creídos  por   los    de    este 
sistema  tan    falible  ,  por    Deidades  que   después 

tu- 


434  XN-STITUClON-RS  POETICjíS. 

tuvieron  otros  nombres  ,  según  Ja  variedad  (Je 
Lenguas  y  Naciones  que  Jos  adoraron.  No  es  de 
mi  propósito  extenderme  mas  sobre  este  asunto: 
y  así  concluyo  con  decir  ,  que  de  la  noticia  de  las 
Fábulas  nos  resultan  dos  utilidades  principales :  la 
una  es  que  nos  sirven  de  luz  para  entender  Jos 
Poetas  ,  que  es  nuestro  objeto;  la  otra  es  el  cono- 
cimiento de  la  gran  misericordia  del  verdadero 
Dios  y  Señor  nuestro  ,  que  nos  sacó  de  las  tinie- 
blas de  la  idolatría  para  que  le  sirvamos  ,  y  le 
gocemos  después  eternamente. 


F  I  N. 


TA- 


TABLA. 

Dtfenra  de  la  Poesía:  Discurro   Fr eli- 
minar. Pág.  IX. 
LIBRO     I. 

Cap.  I.  De  la  Poesía  en  general.       Pág.  i. 
SEC.  I.  Definición  de  la  Poesía.  Ibid. 

SEC.  II.  De  la  Materia  di  la  Poesía.  4. 

SEC,  III.  De  la  jorma  do  la  Poesía.  5, 

Ficción  Poética  de  Lucano  ,   Horacio  y 

Fray  Luis  de  Lean.  j» 

SEC.  IV.  De  la  Peripecia.  11. 

SEC.  V.  De  la  Anagnorisis,  14, 

SEC.  VI.  Del  Episodio.  16, 

SEC.  VU.  De  ¡a  Máquina.  17. 

SEC.  VIH.  De  los  Caracteres.  19. 

SEC.  IX.  De  la  Sentencia.  23. 

No  ménoT  eloqüencia  se  necesita  para  la 

Poesía  que  para  la  Oratoria.  Ibid. 

SEC.  X.  De  la  Locución  Poética.  2j. 

SEC.    XI.    De   la    cuusa    eficiente  de  la 

Poesía.  2 1 

Como  se  entiende  el  dicho  vulgar  de  que 

el  Poeta  nace.  l^ll'  34. 

SEC.      ' 


SEC.Xll.  Del  Fin  de  la  Poesía,  3Í. 

SEC.  XIÍI.  División  de  la  Poesía,  38. 


LIBRO     II. 

CAP.  I.  De  la  Epopeia.  40. 

SEC.  I.  Definición  de  la  Epopeia,  Ibid. 

SEC.  II.  JDí  la  Materia  de  la  Epopeia.  42, 
Acción  de  Muger  j  si  puede  ser  Materia 

de  la  Epopeia 'í  47. 

SEC.  III.  De  la  Forma  de  la  Epopeia,  52. 

Dotes  de  la  Fábula  Épica.  $3. 

Partes  de  la  Fábula  Épica.  55. 

Disposición  de  la  Fábula  Épica,  56. 

SEC.  IV.  De  la  Proposición  de  la  Epopeia.  5  8. 

SEC.  V.  Di  la  Invocación.  60. 

SEC.  VI.  De  la  Narración,  62, 

SEC.  VII.  Del  Epílogo.  66, 

LIBRO     III. 

CAP.  I.   De   la  Poesía    Dramática  en 

general.  6j. 
SEC.  I.  Definición  del  Poema  Dramático.  Ibid. 

S£C. 


3 

437 

SEC.  II.  De  la  Materia  del  Poema  Dra- 
mático. 68. 

SEC.  líl.  De  la  Forma  del  Poema  Dra- 
mático, yo. 

Dotes  de  la  Fáhula  Dramática»  Ibid. 

Partes  de  la  Fábula  Dramática,  q6. 

Del  Aparato  Teatral.  82. 

LIBRO     IV. 

ÍDe  la  Poesía  Dramática  en  particular. 

CAP.  I.  De  la  Tragedia.  8j. 

SEC.  I.  Definición  de  la  Tragedia.  Ibid. 

SEC.  II.  De  la  Materia  de  la  Tragedia,  87. 
SEC.  III.  De  la  Forma  de  la  Tragedia.  90. 
SEC.  IV.  Dd  Fin  de  la  Tragedia.  93, 

iQué  afectos  se  han  de  excitar  en  la  Tra  - 

gedial  Ibid. 

jorque  personas  se  deben  excitar  los  afee-  . 

tos  Trágicos"^  102. 

Modo  de  excitar  los  afectos  Trágicos,  105. 
Quatro  clases  de  Tragedias.  Ibid. 

SEC.  V.  Práctico  de  toda  la  doctrina  an- 
Y  tí' 


438 

tecedtnte ,  i  modo  de  formar  el  ^lan  ds 

una  Tragedia.  107. 

CAP.  II.  Ds   la  Tragedia   que  llaman 
Urbana.  11  r. 

SEC.  I.  T>cl  mérito  de  esta  especie  Dra- 
mática. Ibid. 

SEC.  II.  Definición  de  la  Tragedia  Urbana.  1 1 3. 

SEC.  III.  De  la  Materia  de  la  Tragedia 
Urbana.  116. 

SEC.  IV.  De  la  Forma  de  la  Tragedia 
Urbana.  i i 7. 

SEC.  V.  Del  Fin  de  la  Tragedia  Urbana.  1 1 8. 

CAP.  III.  Di  la  Tragi-Comedia.  119. 

SEC.  I.  5  Qué  sea  Tragi^Comedia  ?  Ibid. 

Tragi'Comedia  es  Drama  monstruoso.       120. 

CAP.  IV.  De  la  Comedia.  1 26. 

SEC.  I.  Definición  de  la  Comedia.  Ibid. 

SEC.  II.  De  la  Materia  de  la  Comedia.     1 30. 

J)ictamen  sobre  las  Comedias  de  Calderón,  132. 

Dictamen  de  Cicerón  sobre  las  representa- 
ciones que  en  su  tiempo  fueron  como  las 
que  entre  nosotros  ¡laman  de  Teatro,     134, 

De  los  Dramas  llamados  Pastorales.         136. 

SEC.  III.  De  la  Forma  de  la  Contedia.     137. 

D/V- 


Dictamen  rohre  la  forma  y  constitución  de 

'    hs  Comediaf  de  los  Peetas Castellanos.  139. 

Del  mérito  de  las  composiciones  llamadas 
Zarzuelas.  141. 

SEC.  IV.  Del  Fin  de  la  Comedia,  143. 

CAP.  V.  Dsl  Melodrama  ú  Opera.  145 

SEC.  I.  Definición  de  la  Opera.  Ibid* 

SEC.  II.  De  la  Materia  de  la  Opera,         146. 

SEC.  III.  De  la  Forma  de  la  Opera,  147* 

Mutaciones  que  deaen  resultar  de  la  unión 
íntima  de  la  Poesía  y  de  la  Música  en 
un  todo  Dramática,  i  ^4. 

Diversos  géneros  de  canto  que  correspon- 
den al  distinto  carácter ,  y  diversas  si- 
tuaciones de  los  personages,  162;. 

Unidad  de  Scena  ó  de  lugar ,  no  es  regla 
indispensable  en  la  Opera ,  así  como  ni 
en  la  Tragedia,  173,. 

Dúdase  si  á  la  intrínseca  constitución  del 
Drama  para  Opera  son  mas  convenien- 
tes los  argumentos  traidos  de  lo  verda- 

•  dero  \  ó  al  contrario  f  los  maravillosos 
sacados  de  la  Mythología,  ó  de  las  Fá- 
bulas modernas,.  174. 

Re- 


440 

Reglar  que  han  de  ohservarse  en  la  com- 
posición de  la  Opera.  180. 

Apéndice  sobre  la  aptitud  de  la  lengua 

Castellana  para  la  Opera,  1 84, 

LIBRO    V. 

Délos  Poemas  menores,  189. 

CAP.  I.  SEC.  I.  De  la  Sátira,  190. 

•SEC.  II.  De  la  Égloga,  194, 

^EC.  l\\,  D¿  la  Elegia.  19$. 

SEC.  IV.  D'.l  Epigrama,  197. 

SEC.  V.  Del  Apólogo.  20 1. 

SEC.  VI.  D¿  las  Silvas.  203. 

SEC.  VII.  De  las  Dirás.  204. 

SEC.  VIH.  D:l  Poema  Intercalar.  205. 

SEC.  IX.  De  la  Parodia.  206. 

CAP.  I.  SEC.  I.  De  la  Poesía  Lyrica.  207. 

De  Horacio  y  sus  Odas.  512. 

SEC.  II.  Del  Epithalamio.  228. 

SRC.  líl.  Dd  Genetbliaco,  229. 

SEC.  IV.  Del  Epicedio.  Ibid. 

SEC.  V.  Del  Epinicio.  2¿o. 

SEC.  VI.  Del  Eucharistico,  Ibid. 

SEC- 


SEC.  VIL  Del  Propemptico. 
SEC.  VIII.  Dei  Poema  Soterico, 

231. 

Ibid. 

SEC.  IX.  Del  Protreptico. 

232. 

SEC.  X.  Del  Poema  Parenetko. 

Ibid. 

SEC.  XI.  Versos  que  corresponden 
Poemas. 

á  estos 

333. 

•Apéndice  de  ciertas  composiciones. 
§.  I,  Del  Símbolo  Heroyco. 

235* 
Ibid. 

§.  11.  Del  Acróstico, 

237- 

§.  III.  Del  Anagraua, 
§.  IV.  Del  Gripho, 

238. 
Ibid. 

§.  V.  Del  Logogripho. 

239. 

LIBRO    VI. 

De  la  Historia  Poética,  241. 

CAP.  I.  De  las  Deidades  mayores.  Ibid. 

SEC.  I.  De  Saturno.  Ibid. 

SEC.  II.  De  Cibeles.  243. 

SEC.  m.  De  Júpiter.  244. 

SEC.  IV.  De  Juno,  y  de  sus  hijos.  246. 

SEC.  V.  De  Apolo  y  d:l  Sol,  247. 

De  las  Musas.  250. 

SEC.  VI.  De  Diana.  252- 

SEC- 


% 


(.42 

SEC.  VII.  De  Bctcco.  sjj. 

SEC.  VIII.  De  Mercurio,  ajj, 

SEC.  IX,  De  Venus.  sjd. 

SEC.  X.  De  la  Aurora  ^  y  otras  Deidades 

Celestes.  2^j, 

SEC.  XI.  De  Neptuno^  y  otras  Deidades 

del  Mar.  s^p. 

SEC.  XII.  De  las  Deidades  Silvestres.  265. 
SEC.  XIII.  De  los  Dioses  del  Infierno.  364. 
SEC.  XIV.  De  otras  Deidades  particu" 

lares.  268. 

CAP.  II.  De  los  Semi-Dioses^  269. 

SEC.  I.  De  Persea.  270. 

SEC.  II.  De  Hércules.  272. 

SBC.  III.  De  Theseo.  279. 

SEC.  IV.  De  Castor  y  Poluit  282. 

SEC.  V.  De  Orpbeo.  284. 

SEC.  VI.  De  jfason  y  de  los  Argonautas.  286. 
SEC.  VII.  De  Cadmo.yde  la  Ciudad  de 

Thehas.  289» 

SEC.  VIII.  De  CEd:po.  291. 

SEC.  IX.  De  la  guerra  de  Thehas.  293. 

SEC.  X.  De  Antigoney  y  de  otros  sucesos 
.     de  la  guerra  de  Thebaí»  295. 

SEC. 


4.43 
SEC.  XI.  Le  Tántalo ,  y  de  Pelote   su 

hijo.  297. 

SEC.  XII.  De  Atreo^y  Thicstes.  298, 

SEC.  XIII.  Be  Progne,  y  Philomela  su 

hermana.  300, 

SEC.  XIV.  De  los  Reyes  Troyanos.  301. 

SEC.  XV.  De  Páris.  303. 

SEC.  XVI.   Be  la  liga  de  los  Griegos 

contra  Troya.  30 J. 

SEC.  XVII.  Cerco  r,e  Troya.  309. 

SEC.  XVIII.  De  la  toma  y  destrucción 

de  Troya.  315, 

SEC.  XIX,  D^/jj  aventuras  de  Agameni' 

non,  y  de  su  hijo  Orestes,  después  del 

sitio  de  Troya.  319, 

SEC.  XX.    De  las  aventuras  de  Ulises 

después  de  la  ruina  de  Troya.  321. 

SEC.  XXI.  De  JEneas.  326. 


O 


1958 


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PN 

10M8 

DMM 

1793 

C.l 

ROBA